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Capítulo 2. Factores que tienen influencia en la agricultura de conservación


El análisis financiero de la agricultura de conservación frente a las prácticas convencionales

Se puede asumir que la AC es más rentable en regiones tropicales con altas precipitaciones y fuertes pendientes (por ejemplo América Latina) que en zonas templadas y llanas (por ejemplo Canadá o Estados Unidos de América.) ya que las primeras estarían sujetas a un mayor riesgo de erosión bajo un laboreo convencional. Pero esta generalización podría esconder algunas cuestiones complejas que hacen difícil el análisis de los beneficios financieros derivados de la AC. Por ejemplo, en siete de los doce estudios de costos recientes revisados para este estudio (Apéndice 1), el laboreo reducido o el no laboreo mostraba unos beneficios netos más altos que el laboreo convencional, y la mayor parte de estos estudios contemplaba regiones templadas.

La zona agroecológica templada en los países desarrollados

Unos de los primeros análisis financieros completos sobre la AC en grandes explotaciones de países desarrollados (Crosson, 1981) comparaba los costos de las explotaciones con laboreo convencional con los de laboreo de conservación en los Estados Unidos de América. Revisiones más recientes han tendido a reforzar la idea de que la AC representa una escasa diferencia en el costo con respecto al laboreo convencional pero que las condiciones específicas de cada lugar pueden alterar este resultado de diferentes maneras (Cuadro 3). Los siguientes aspectos del costo de los factores de producción forman la base para estas conclusiones generales.

Costos de maquinaria y combustible

Esta es la partida de gastos más importante para los grandes productores y, por tanto, el impacto de la AC en esta línea de gasto es crítica. La mayor parte de los análisis confirman que la AC reduce los costos de maquinaria. El laboreo cero o mínimo trae consigo la utilización de un tractor de menor potencia y realizar un menor número de pases sobre el terreno. Esto también conlleva un menor costo de combustible y costos de reparación. Sin embargo, esta visión simplista enmascara algunas cuestiones que hay que considerar para realizar una comparación justa. Por ejemplo, los agricultores podrían ver la AC como un complemento, más que una sustitución completa de sus prácticas actuales. En el caso de que sólo se produjera un cambio parcial hacia la AC (por ejemplo sólo en algunos campos o en algunos años), entonces los costos de maquinaria se incrementarían ya que se deberían suministrar servicios a dos sistemas de cultivo, o simplemente utilizar en los campos con AC la maquinaria existente de un manera ineficiente.

Para contemplar esta situación compleja, los economistas distinguen entre costos a corto y largo plazo, donde los primeros no asumen ningún ajuste del capital en equipo existente mientras que los últimos sí que lo hacen. Un estudio comparativo de la AC frente al laboreo convencional en Wisconsin (Mueller et al., 1985) encontró que los costos medios a corto plazo en la AC eran mayores que aquellos a largo plazo en cerca de un 7 por ciento. Los costos medios por hectárea a corto plazo en la AC eran mayores que los costos con laboreo convencional. Sin embargo, después de los ajustes del capital, los costos de la AC se situaban por debajo de los costos del laboreo convencional a largo plazo.

De la misma forma, lo que se espera de los costos de combustible es que sean más bajos en la AC y éste es generalmente el resultado en la mayor parte de los estudios. La caída en los precios del combustible debería incentivar una mayor adopción de la AC. Un estudio (Uri, 1998a) muestra que el precio del crudo es estadísticamente relevante aunque tiene un efecto relativamente menor en la intensidad de la AC (pero no en la adopción por parte de los nuevos agricultores). Se muestra que un incremento del 10 por ciento en el precio del crudo en los Estados Unidos de América se asocia con una expansión en las hectáreas sembradas bajo AC del 0,4 por ciento, estando la expansión concentrada fundamentalmente en las explotaciones donde ya se practicaba la AC.

Costos de pesticidas

Como compensación de los menores costos de maquinaria en la AC, se encuentran los mayores costos de tratamientos con herbicidas, especialmente durante las primeras etapas y con no laboreo. De hecho, los herbicidas sustituyen el uso de la maquinaria para labores de control de las malas hierbas. Los factores locales tienen importancia ya que las malas hierbas perennes pueden causar problemas para la AC. No obstante, las dosis de aplicación de herbicidas y su capacidad para controlar de una forma completa las malas hierbas en cada situación continúa siendo un tema controvertido y permanentemente sujeto a investigación. Las evaluaciones más recientes tienden a demostrar que las aplicaciones de herbicida disminuyen con el tiempo y podrían llegar a un nivel similar al del laboreo convencional (USDA, 1998). El control de los insectos es un asunto de menor relevancia en las comparaciones entre AC y agricultura convencional. Ya que la mayor parte de los pesticidas están hechos basándose en productos derivados del petróleo, es más que probable que el precio del crudo afecte el costo para los agricultores. Si fuera así, un mayor precio del crudo supondría un mayor costo de los herbicidas, que vendría a compensar parcialmente la ventaja relativa de la AC derivada de una menor necesidad de combustible para la maquinaria (ésto podría explicar la escasa respuesta encontrada por Uri).

Costos de mano de obra

Se ha prestado mucha atención a la aparente reducción en las necesidades de mano de obra en la AC. Esta reducción proviene de la menor demanda de mano de obra en la preparación del terreno al inicio de la campaña de cultivo. Algunas estimaciones cifran esta reducción en un 50-60 por ciento durante ese periodo de tiempo. En grandes explotaciones mecanizadas en el mundo desarrollado, el verdadero impacto de este ahorro es menor ya que los costos de mano de obra suponen menos de un 10 por ciento del costo total por acre (Cuadro 3). Sin embargo, en algunas explotaciones del mundo desarrollado, la tendencia hacia un mayor trabajo fuera de las explotaciones ha hecho que la AC sea atractiva incluso con este ahorro de mano de obra relativamente pequeño. De hecho, algunos estudios específicos han citado los ahorros de tiempo suministrados por la AC como la motivación fundamental para la adopción del laboreo de conservación (Wandel y Smithers, 2000).

CUADRO 3
Comparación entre los costos del laboreo convencional y de conservación para maíz y soja en los Estados Unidos de América, 1979 y 1992

Cultivo/costo

Costos por acre en 1979

Costos por acre en 1992

(1)
Laboreo convencional

(2)
Laboreo de conservación

Relación
(1/2)

(3)
Laboreo convencional

(4)
Laboreo de conservación2/

Relación
(3/4)3/

Maíz







Maquinaria y combustible

45,34

38,34

1,18

55

37-44

1,36

Pesticidas 1/

8,72

11,63

0,75

10-15

5-25

0,83

Mano de obra

13,24

6,62

2,00

8

5-7

1,33

Costos totales seleccionados

67,30

56,59

1,19

73-78

56-76

1,14








Soja







Maquinaria y Combustible

38,11

33,11

1,15

55

37-44

1,36

Pesticidas1/

9,13

12,17

0,75

14-28

7-40

0,89

Mano de obra

12,21

6,10

2,00

8

5-7

1,33

Costos totales seleccionados

59,45

51,38

1,16

77-91

58-91

1,13

1/En 1979 se incluyen insecticidas mientras que en los costos de 1992 no.
2/Se incluye laboreo con arado de cincel, laboreo en lomos y no laboreo; el rango de los costos totales refleja los totales en prácticas agrícolas individuales.
3/La relación se ha calculado según los valores medios de cada número del rango mostrado.
Fuente: Crosson, 1981.

Costos de fertilizantes y de otros factores de producción

La mayor parte de los análisis comparativos de los costos del laboreo convencional frente al laboreo de conservación asumen que los otros factores de producción permanecen inalterados después del cambio a la AC. En lo relativo a la utilización de fertilizantes, en la AC existe un debate abierto ya que se ha demostrado que su adopción afecta la utilización del nitrógeno por los cultivos y su lixiviación. Uri (1997) habla de un incremento en la utilización de fertilizantes por parte de los cultivadores de maíz que habían adoptado el laboreo de conservación en los Estados Unidos de América. Además, si la aplicación de fertilizantes bajo la AC requiere una mayor capacidad en el manejo, en ese caso los costos de aplicación se elevarían incluso si las dosis de aplicación no lo hicieran. Un resultado más generalizado es que la AC requiere una mayor capacidad en el manejo y que podría ser, por tanto, más costoso para los agricultores el adquirirla. La AC podría también afectar la venta de semillas ya que los agricultores podrían evitar algunos problemas de plagas si invirtieran en variedades más resistentes. Sin embargo, ésto incrementaría los costos.

Los datos comparativos que se muestran en el Cuadro 3 revelan un panorama estable en las décadas más recientes, en lo relativo a los costos del laboreo de conservación en los Estados Unidos de América. Las estimaciones más actuales tienden a mostrar un amplio rango para la AC, reconociendo la variación existente según las condiciones locales (por ejemplo drenaje, precipitación). Quizá de forma más significativa, las partidas de gastos enumeradas en el Cuadro 3 representan únicamente un subconjunto de los costos totales ya que se asumió que los otros factores de producción y la tierra permanecían constantes bajo cada sistema de cultivo. Teniendo en cuenta el ahorro en los costos atribuible a la AC con respecto a los costos totales, cualquier reducción en el costo suponía del 5 al 10 por ciento en 1979, y prácticamente el mismo porcentaje en los años 1990.

Otro de los aspectos que se echa de menos en muchas de las comparaciones de costos entre el laboreo convencional y de conservación es un análisis de riesgo. Una de las cuestiones del riesgo es el reconocimiento de que los rendimientos podrían variar bajo los diferentes sistemas de cultivo. Buena parte del debate se ha centrado en si el cambio a la AC conduce a rendimientos mayores. Ya que los resultados para los climas templados son, a menudo, contradictorios, y las diferencias no son generalmente significativas estadísticamente, la mayor parte de los analistas simplemente asumen que no existe ningún cambio en el rendimiento. Análogamente, el impacto de la adopción de la AC en la variabilidad y el riesgo del rendimiento es controvertida. Algunos estudios preconizan que la AC incrementa la variabilidad en el rendimiento en muchos casos, incrementando, por tanto, el riesgo (Fox et al. 1991). En contraposición, la investigación en Australia muestra una reducida variabilidad en los rendimientos de los cultivos con la AC (Kirby et al., 1996), mientras que los trabajos en Canadá indican que los beneficios netos eran mayores con la AC que con las prácticas convencionales en años malos, aunque menores si se consideraba el promedio a lo largo del tiempo. No existen, por tanto, conclusiones firmes sobre el incremento o la reducción del riesgo con la AC.

Más evidentes son los impactos de la AC sobre la intensidad de cultivo. Con un menor tiempo necesario para la preparación del terreno, el tiempo de cultivo se reduce, permitiendo así más cultivos para un periodo de tiempo determinado y permitiendo incluso el tener dos cultivos donde antes no era posible. Allí donde se puede obtener este beneficio, se realiza una utilización más eficiente del recurso tierra, teniendo como resultado mayores beneficios netos anuales por hectárea. Además, los agricultores pueden ajustar su estrategia de cultivos cuando cambian a la AC. Por tanto, podría ser engañoso comparar rendimientos para un mismo cultivo en cada sistema. De hecho, la plena aceptación de la AC supone introducir una rotación de cultivos adecuada, probablemente a la utilizada anteriormente. Por esta razón, algunos autores han abogado a favor de que se adopte un enfoque más integrado en las evaluaciones comparativas de la agricultura de clima templado (Diebel et al., 1993).

En general, la comparación entre las prácticas convencionales y de conservación en las zonas agroecológicas templadas gira en torno a dos efectos que se compensan. Uno supone en las últimas un ahorro en el costo de la mano de obra y posiblemente en el costo de maquinaria, mientras que el otro supone un mayor costo en herbicidas, al menos al inicio. Dependiendo de la magnitud de cada uno de estos efectos, la AC puede parecer más o menos costosa. Por ejemplo, en Saskatchewan, Canadá, los investigadores encontraron que los mayores costos en herbicidas que caracterizaban la AC superaban de largo cualquier ahorro asociado a la mano de obra, el combustible, las reparaciones de la maquinaria y gastos generales (Zentner et al., 1991). Asimismo, Stonehouse y Bohl (1993) utilizaron un modelo de programación lineal para demostrar que el laboreo de conservación en un sistema de cultivos comerciales no es rentable. Sin embargo, la mayor parte de los estudios realizados en países desarrollados, muestran pequeños ahorros en los costos con la AC, en comparación con las prácticas convencionales. No obstante, estos ahorros no han sido insuficientes para incentivar la practica dela AC por un gran número de agricultores de grandes explotaciones mecanizadas. Estos agricultores se resisten a la introducción de nuevas prácticas, a no ser que haya beneficios financieros mucho mayores.

La zona agro-climática tropical-templada en los países en desarrollo

Una de las experiencias de mayor éxito en la AC ha sido la de América Latina (Recuadro 2). El cultivo mecanizado a gran escala es frecuente en muchas partes de América Latina y los agricultores han adoptado la AC en una buena parte de la tierra cultivada. Aunque la mayor parte de los análisis de costo comparativos presentados hasta ahora para las regiones templadas del norte se podrían aplicar aquí, la ventaja de la AC en América Latina ha sido más pronunciada. En parte, esta mayor ventaja refleja los factores físicos y climáticos, pero también las diferencias en la naturaleza de la tecnología adoptada. Mientras la mayor parte de los estudios en los Estados Unidos de América. documentan la adopción del laboreo de conservación por sí solo, en América Latina la tecnología está mucho más cerca del concepto de AC descrito en el Capítulo 1. Es decir, es posible incluir no solo ajustes en el laboreo sino también cambios en los cultivos de cubierta protectora y en las prácticas de acolchado, así como la incorporación de rotaciones de cultivo y otros cambios.

RECUADRO 2
LA EXPERIENCIA DE LA AGRICULTURA DE CONSERVACIÓN EN AMÉRICA LATINA

América Latina tiene la tasa más alta de adopción de prácticas de no laboreo en el mundo. El primer intento de laboreo cero del cual se tiene constancia fue en el Brasil subtropical entre 1969-1972 y en 1981-82 en el Brasil tropical. El primer ensayo de campo de no laboreo fue en el estado de Paraná en 1972. En 1999, el porcentaje de la superficie total cultivada con no laboreo había alcanzado el 52 por ciento en Paraguay, el 32 por ciento en Argentina y el 21 por ciento en Brasil. El no laboreo supone el 95 por ciento de toda la superficie con laboreo de conservación en América Latina (44 por ciento en los Estados Unidos de América). Al inicio, la adopción de laboreo cero en América Latina fue sólo gradual, debido a las limitaciones de los herbicidas y de las sembradoras y a los altos costos incrementales de adopción (Cuadro 1). Sin embargo, al recibir los agricultores apoyo de las ONG, los intereses del sector público y privado, la adopción de las prácticas de AC se incrementó significativamente. Por ejemplo, explotaciones pequeñas, medianas y grandes en Paraguay han experimentado mejoras considerables en su rentabilidad y en la reducción del riesgo. Los estudios apuntan también el papel crucial del personal cualificado para formar agricultores en las nuevas técnicas de manejo, así como la importancia de la disponibilidad de crédito para la compra de nueva maquinaria de no laboreo. Mediante el apoyo institucional y financiero, el gobierno ha jugado un papel determinante en la creación de ayudas para la adopción. Los pequeños propietarios han sido un grupo objetivo ya que carecen de la capacidad suficiente para obtener fondos y se forman a sí mismos. El Banco Mundial reiteró estas observaciones en su revisión de un proyecto en Brasil que promovía la agricultura sostenible, formas modernas del manejo de la tierra y de conservación de suelos y agua. Consideraba la extensión rural un elemento central en el proyecto. Además, las ayudas económicas fueron de gran éxito para fomentar la formación de un grupo entre los agricultores, teniendo como resultado un incremento en la cooperación y el capital social. Los aspectos que se consideraron claves para la adopción de la AC fueron la rápida amortización y las ayudas financieras y el apoyo por parte del gobierno.

Fuentes: Sorrenson et al., 1997 y 1998; Banco Mundial, 2000.

En Paraguay, los rendimientos con laboreo convencional disminuyeron del 5 al 15 por ciento en un periodo de diez años, mientras que los rendimientos con laboreo cero se incrementaron del 5 al 20 por ciento (Sorrenson et al., 1997 y 1998). Los ahorros en fertilizantes y herbicidas bajaron en promedio entre el 30 y el 50 por ciento en el mismo periodo. En Brasil, en un periodo de 17 años, los rendimientos de maíz y soja se incrementaron en el 86 y 56 por ciento, respectivamente, mientras que la utilización de fertilizantes para esos cultivos disminuyó en el 30 y 50 por ciento, respectivamente. Además, la erosión en Brasil disminuyó de 3,4 a 8 t/ha con laboreo convencional a 0,4 t/ha con no laboreo, y la pérdida de agua disminuyó de aproximadamente 990 a 170 t/ha.

Como resultado, los beneficios financieros para los agricultores que han adoptado la AC en América Latina han sido impresionantes. Sin embargo, este proceso ha necesitado tiempo para materializarse de una forma completa. Sorrenson (1997) comparó la rentabilidad financiera de la AC en dieciocho explotaciones de tamaño medio y grande con la práctica convencional en dos regiones de Paraguay durante diez años; obtuvo como resultado que alrededor del décimo año, el ingreso neto de la explotación se había incrementado en la superficie con AC desde por debajo de 10 000 dólares EE.UU. a más de 30 000 dólares EE.UU., mientras que en las explotaciones convencionales, dicho ingreso neto había descendido e incluso había llegado a ser negativo. Los agricultores con explotaciones de tamaño medio y grande habían experimentado:

En América Latina y en otras regiones desarrolladas, la AC es una tecnología potencialmente atractiva para los pequeños agricultores. Sin embargo, la adopción de la AC en explotaciones pequeñas, posiblemente sin mecanizar, requiere unas consideraciones diferentes comparadas con las grandes explotaciones mecanizadas. Por ejemplo, debido a que los pequeños agricultores utilizan escasos insumos comprados, las discusiones sobre los grandes incrementos en la utilización de herbicidas podrían tener escasa relevancia. Incluso en el caso de que los agricultores reconocieran la necesidad de utilizarlos, no podrían permitirse financiar su compra. Además, un número escaso de pequeños agricultores utilizan cantidades importantes de fertilizantes, por lo que el debate del impacto de la AC en su uso no cobra demasiada importancia. Finalmente, la disponibilidad de crédito para atender la creciente necesidad de la compra de insumos juega un papel importante. En el caso de que los pequeños agricultores alquilaran equipo para la preparación de la tierra, sería relativamente sencillo llevar a cabo un cambio hacia la AC, ya que no existen otras implicaciones de inversión en maquinaria. En este cambio, los costos a corto plazo serían muy semejantes a los costos a largo plazo.

La mayor parte de los pequeños agricultores en el mundo realizan la preparación de la tierra y la limpieza de las malas hierbas de una forma manual y la adopción de la AC representa un gran impacto en la mano de obra utilizada en dichas actividades. En un análisis comparativo de sistemas tradicionales de barbecho con matorral espontáneo con no laboreo y cultivo en hileras en Nigeria, los ahorros en mano de obra con la técnica de no laboreo eran substanciales (Ehui et al., 1990). Mientras que el cultivo en hileras requería de 126 a 151 hombres-día/ha/año y el sistema tradicional de barbecho con matorral espontáneo necesitaba de 67 a 102 hombres-día/ha/año, la técnica de no laboreo demandaba 58 días (con una bonificación para la limpieza del terreno en cada uno de los casos). Estos costos de mano de obra suponían más del 50 por ciento de los costos totales de producción para cada técnica. Sin embargo, los mayores costos en herbicidas y equipos penalizaban la técnica de no laboreo y ésta era sólo más rentable en condiciones de una mayor presión de población, que penaliza la alternativa de los sistemas de barbecho. En estudios de pequeños agricultores en América Latina, el ingreso neto de la explotación y los beneficios en mano de obra eran mucho mayores con la AC que con prácticas convencionales. El Cuadro 4 prueba esta observación para el caso de Paraguay.

CUADRO 4
Comparación de los costos de cultivo de la agricultura convencional y de conservación para pequeños agricultores en dos localidades de Paraguay

Cultivo/partida de costo
($EE.UU. 1998)

Edelira1/

San Pedro2/

(1)
Laboreo convencional

(2)
Laboreo de conservación

Relación
(1/2)

(3)
Laboreo convencional

(4)
Laboreo de conservación

Relación
(3/4)

Superficie de la explotación (ha)

15,6

15,6

--

6,8

6,8

--

Mano de obra (persona-día)

287

240

1,20

164

163

1,01

Ingreso neto de la explotación
($EE.UU./año)

2 570

4 272

0,60

1 010

2 229

0,45

Beneficio en mano de obra
($EE.UU./día)

8,95

17,80

0,50

6,16

13,67

0,45

1 Media de 3 explotaciones que cambiaron de un laboreo convencional a un sistema de cultivo de no laboreo con abono verde.
2 Media de 2 explotaciones que cambiaron de un laboreo convencional a no laboreo con abono verde.
Fuente: Sorrensen et al., 1998.

Para juzgar el potencial de la AC en sistemas de pequeñas explotaciones en África, América Latina o en cualquier otra región, los ahorros en mano de obra son un factor clave. Otro punto relacionado con la mano de obra es que dicho ahorro se produce tanto en las labores de preparación de la tierra como en la eliminación de malas hierbas (asumiendo la utilización de herbicidas) y es posible que haya implicaciones de género para la división de las tareas. En la mayor parte de explotaciones de pequeños agricultores en África, los miembros masculinos de la familia son responsables de la preparación de la tierra mientras que las mujeres son responsables del control de las malas hierbas. La utilización de herbicidas podría requerir algún reajuste de responsabilidades ya que los miembros masculinos de la familia son los que manejan generalmente los pesticidas, por lo que éstos podrían ser reticentes a una demanda de trabajo adicional durante el periodo de escarda, creando una barrera para la adopción de la AC.

Además, ciertas condiciones pueden mejorar el relativo potencial económico de la AC. Por ejemplo, el incremento de la presión en el uso de la tierra tiende a incrementarlo con relación al barbecho con matorral espontáneo. Una consideración adicional es la calidad de la tierra. Los estudios de los beneficios netos del uso de acolchados, un importante componente en la AC de pequeños agricultores, sugiere que los beneficios de esta práctica se incrementan con la calidad de la tierra de cultivo (Lamers et al.,1998). Las experiencias con éxito en la adopción de la AC en América Latina han mostrado la importancia del crédito como un importante factor desencadenante. Ésto es debido a la necesidad de financiar equipos especializados de siembra y herbicidas.

Análisis financiero de la agricultura de conservación frente a otras técnicas de conservación

La mayor parte de los análisis financieros de la AC se concentran en una comparación con las prácticas convencionales, bien sea con el laboreo convencional o con el barbecho de matorral espontáneo. Sin embargo, los agricultores tienen, a menudo, la posibilidad de elegir entre un número de prácticas de conservación alternativas, en cuyo caso la AC es sólo una opción. Ésto sucede especialmente en los sistemas de pequeños agricultores, ya que la ausencia de inversiones previas en maquinaria y la adaptabilidad de la pequeña escala a las diferentes técnicas de conservación de suelos y agua, hace la adopción relativamente fácil en términos físicos y financieros.

Para considerar el atractivo de la AC en relación a otras prácticas de conservación alternativas para las pequeñas explotaciones, se creó una base de datos con más de 130 análisis de diferentes técnicas individuales de conservación de suelos y agua. El análisis se concentró en África y América Latina, con todas las técnicas codificadas, teniendo en cuenta si constituían una técnica relacionada con la AC (Grupo 1) o no (Grupo 2), tal y como se especifica en el sistema de clasificación de técnicas del Panorama Mundial de Enfoques y Tecnologías de Conservación de Suelos y Aguas, WOCAT (World Overview of Conservation Approaches and Technologies). El Grupo 1 incluye las medidas dirigidas fundamentalmente a mejorar la cubierta del suelo y la materia orgánica, mientras que las técnicas del Grupo 2 son enfoques generalmente lineales, de pendiente transversal, que pretenden reducir la erosión eólica o hídrica. Se introdujo la información sobre los beneficios financieros de cada explotación en la base de datos para cada técnica. Los resultados para cada uno de los dos grupos de técnicas se clasificaron teniendo en cuenta si la adopción de la técnica suministraba un Valor Actual Neto (VAN) positivo o negativo. El Cuadro 5 presenta los resultados de este procedimiento.

El análisis que se detalla en el Cuadro 5 hay que tomarlo con cierta precaución ya que los estudios emplean diferentes asunciones sobre la duración del proyecto, las tasas de descuento, los costos de oportunidad de la tierra, etc. Además, la clasificación de técnicas no es precisamente coherente con la definición de AC presentada anteriormente. Sin embargo, los resultados del Cuadro 5 indican que la AC y, de una manera más amplia, las mejoras agronómicas tienden a mostrar mayores beneficios netos en la explotación de lo que lo hacen otras técnicas (por ejemplo fitotécnicas, estructurales y otras mejoras). Se puede decir que esta ventaja relativa de la AC es más pronunciada que en el caso de la sola comparación entre la AC y el laboreo convencional. Por tanto, cuando se compara con otras alternativas a las prácticas convencionales, la AC y los enfoques relacionados con ella pueden ofrecer los mejores beneficios en muchas situaciones. Los factores específicos de cada área determinarían en cada caso cuál es la técnica individual que ofrece los mejores beneficios para los agricultores.

CUADRO 5
Comparación financiera del Valor Actual Neto (VAN) de la agricultura de conservación frente a otras técnicas de conservación de suelos y agua

Técnicas

Número total de análisis

Número con VAN positivo

Porcentaje con VAN positivo

Grupo 1
Agricultura de conservación y otros enfoques agronómicos relacionados (por ejemplo cultivos intercalares, cultivo en curvas de nivel, abono verde)

40

34

85

Grupo 2
Mejoras fitotécnicas, estructurales y en el manejo (por ejemplo cordones protectores, terrazas, diques, agroforestal)

96

55

57

Total, todos los análisis

136

89

65

Fuente: compilado de una revisión de 136 análisis de técnicas de conservación de agua y suelos.

Resumiendo los resultados económicos de la AC, es necesario recalcar algunas cuestiones que conviene tomar con cierta precaución. Aunque es cierto que la AC a menudo supone lo que Pampel y van Es (1977) denominan una «práctica ambientalmente rentable» (es decir buena para el ambiente y rentable), ésto no siempre es así. Las limitaciones específicas locales podrían tener como resultado una reducción en los rendimientos; o bien, los factores institucionales podrían favorecer prácticas alternativas (Stonehouse, 1995).

Por todo ello, es necesario considerar las condiciones locales específicas para determinar el interés económico de la AC. Incluso allí donde los incentivos financieros pudieran parecer atractivos, se requiere una consideración de los factores no económicos para entender el grado de adopción actual y potencial de la AC.

Otros factores que tienen influencia en la adopción de la agricultura de conservación

Un buen número de estudios ha buscado identificar las barreras para la adopción de técnicas de AC más allá de la divergencia obvia entre los costos de la explotación y otros beneficios sociales más amplios (Smit y Smithers, 1992; Pierce, 1996; Cary y Wilkenson, 1997). Por ejemplo:

En parte, la necesidad de considerar otros factores diferentes a los beneficios netos refleja los diferentes objetivos de los agricultores en el manejo de la explotación, es decir rentabilidad frente a reducidas inversiones o necesidades mínimas de alimentos de subsistencia. Las varias técnicas pueden satisfacer los objetivos individuales en diferentes grados. Con la idea de maximizar los beneficios económicos netos, los Cuadros 3 a 5 sugieren que la AC puede suministrar mejores rendimientos netos que cualquier otra práctica convencional o que otras prácticas de conservación, sujetas a las condiciones específicas de cada lugar. El Cuadro 6 compara diferentes atributos de las técnicas de AC y otras técnicas de conservación de suelos en explotaciones de África Occidental. El análisis cualitativo aplica cuatro criterios que representan diferentes objetivos de las pequeñas explotaciones, de los cuales uno de ellos es la rentabilidad económica (Cuadro 5). Aunque coherentes con el análisis de beneficios netos del Cuadro 5, los resultados del Cuadro 6 permiten una evaluación mucho más amplia, subrayando los diferentes defectos o ventajas de las técnicas individuales que podrían no extraerse de un análisis financiero por sí solo.

CUADRO 6
Factores que tienen influencia en el potencial de las prácticas de agricultura de conservación en las explotaciones de África Occidental

Técnicas de manejo del suelo

Potencial financiero (beneficios netos)

Efecto inicial en el rendimiento

Incremento en la inversión

Incremento en la mano de obra requerida

Agricultura de conservación





Acolchado

++

+

+

-,+

Caballones

-,++

+

+

--,+

Cultivos intercalares

-,++

-,+

+

+

Cultivo en líneas

-

-

-

--,-

Barbecho leñoso

+,++

+

--,-

--,+

Fitotécnica y estructural





Líneas de pradera vetiver

-,+

-

--,-

-,++

Diques Fanya juu

-

-

+

++

Terrazas con mampostería

-

+

+

-

Cordones de protección con árboles

-

-

--

+,++

Nota: El Cuadro utiliza una escala +/- con cuatro posibles puntuaciones que varían de -- a ++, siendo esta última la mejor puntuación.

Los factores diferentes a los beneficios netos que se muestran en el Cuadro 6 representan sólo un pequeño subconjunto de los muchos factores no financieros que se piensa que pueden influir en la adopción de una técnica de conservación. El Cuadro 7 enumera los factores que se ha encontrado en las estadísticas que influyen de una manera significativa en la adopción de la AC (basadas en la revisión de los resultados estadísticos que se detallan en el Apéndice 2). Gracias a la revisión de muchos estudios se ha confeccionado el Cuadro 7, que indica que los resultados a menudo no son concluyentes. Las condiciones podrían ser demasiado específicas para cada lugar como para permitir una generalización basada exclusivamente en los estudios estadísticos.

Los factores que tienen influencia sobre la explotación varían de una operación a otra y los de más alto nivel se encuentran también en el trabajo, como la transmisión de información (vía actividades relacionadas con la política y los procesos sociales). Además, las variables que se discuten a continuación, y sus categorías más amplias, no actúan de forma independiente sino que interactúan para influir en la adopción.

CUADRO 7
Factores estadísticamente significativos que influyen en la decisión de los agricultores de adoptar técnicas de conservación

Características de los agricultores

Características de la explotación

Factores de información

Factores biofísicos y técnicos

Factores sociales

Formación

Tamaño

Contacto con los

Intensidad en el

Capital



extensionistas

uso de la tierra

social

Salud

Tipo






Asistencia a

Tasa de erosión


Experiencia

Tenencia

los ensayos y





demostraciones en

Sistema de cultivo


Conciencia/

Encaja con los

parcelas, etc.



percepción de la

objetivos de


Tipo de suelo


erosión como un

producción

Fuentes de



problema


información

Clima



Grado de control

(por ejemplo otros



Preocupación por

en la toma de

agricultores)

Precipitación


la erosión

decisiones






Facilidad de acceso

Encaja con los


Tasa de descuento

Propiedad de

a la información

parámetros físicos



maquinaria


de la explotación


Edad

de laboreo

Disponibilidad de




convencional

apoyo

Disponibilidad


Ingresos del



de laboreo de


agricultor a tiempo

Ingreso medio/


conservación


completo/tiempo

bruto/neto de




parcial

dentro o fuera de la





explotación




Ingreso










Capacidad y





voluntad para





solicitar préstamos





Nota: las variables que se listan en el cuadro anterior muestran una significación estadística en, al menos, uno de los estudios empíricos citados en el Apéndice 2.

Características de los agricultores

Desde que Rayan y Gross (1943) mostraron por primera vez que la adopción de innovaciones en la agricultura es típicamente desigual de un agricultor a otro, los investigadores han dirigido su atención a ciertas características y atributos de los agricultores en un esfuerzo por explicar dicha desigualdad. En el caso de la adopción de técnicas de conservación de suelos, Gould et al. (1989) enfatizan que el conocimiento por parte del agricultor de los problemas de erosión y otros problemas relacionados con el suelo constituyen un prerrequisito obvio para la adopción. De hecho, a menudo se ha encontrado una correlación positiva entre dicho conocimiento o percepción y la adopción de la AC (Stonehouse, 1991). Igualmente, el lugar central de información y conocimiento en la adopción de la AC, con relación al conocimiento de los problemas del suelo y sus soluciones potenciales, debería determinar el nivel de formación de un agricultor para correlacionarse positivamente con la adopción. La formación, bien sea específica o general, se correlaciona en líneas generales positivamente con la adopción de las prácticas de la AC, a pesar de que algunos resultados muestran una correlación insignificante o incluso negativa (Rahm y Huffman, 1984; Marra y Ssali, 1990; Warriner y Moul, 1992).

La edad y/o la experiencia son factores difíciles de ligar a la adopción de la AC, ya que los estudios han mostrado correlaciones tanto positivas como negativas. Tomando como base un estudio sobre la adopción de laboreo de conservación en Wisconsin, Gould et al. (1989) mostraron que los agricultores de mayor edad y más experimentados reconocían mejor los problemas del suelo que sus colegas más jóvenes. Sin embargo, los primeros no estaban dispuestos a solucionar los problemas una vez reconocidos, tanto como los segundos. A diferencia de lo anterior, algunos estudios han encontrado que los ingresos se correlacionan positivamente con la adopción de prácticas de control de la erosión (Okoye, 1998; Wandel y Smithers, 2000).

Características de las explotaciones

Los estudios sobre la adopción del laboreo de conservación y otras prácticas tipo de AC han prestado con frecuencia atención al tamaño de la explotación (y, en ocasiones, a la superficie sembrada). Muchos estudios han encontrado que el tamaño de la explotación se correlaciona positivamente con la aceptación de esta práctica (Westra y Olson, 1997). Sin embargo, otros estudios muestran una relación no significativa (Agbamu, 1995; Uri, 1999b), o incluso una correlación negativa (Shortle y Miranowski, 1986). Por tanto, el impacto general del tamaño de la explotación en la adopción no es concluyente.

Algunos estudios han encontrado que la existencia de erosión y otros problemas relacionados con el suelo en las explotaciones se correlaciona positivamente con la adopción del laboreo de conservación (Stonehouse, 1991). Sin embargo, el conocimiento y la preocupación de los agricultores por los problemas del suelo es probablemente el factor más crítico que afecta a la adopción. Otra característica de relevancia de la explotación es la productividad de la tierra. En el caso del no laboreo y laboreo con acolchado, Uri (1997) muestra que en los Estados Unidos de América la adopción es más probable en las explotaciones con una productividad del suelo baja que en las de alta. Además, una buena sintonía entre la AC y los objetivos de producción de la explotación incentiva la adopción.

Un factor de mayor complejidad que probablemente afecta a la adopción es la tenencia de la tierra. De una forma simplista, la propiedad privada de la tierra debería conducir a una mayor motivación para la adopción de las técnicas de conservación. Sin embargo, los estudios de privatización de la tierra o titulación no han mostrado que sea una condición necesaria para incentivar prácticas sostenibles y, en algunos casos, ha tenido el efecto contrario. Como resultado, parece que los productores aceptan la titulación porque garantiza sus derechos sobre la tierra pero ésto no trae consigo necesariamente cambios en el manejo de la tierra. Por otro lado, existen numerosos estudios que indican que las instituciones tradicionales que regulan el acceso a los recursos de la tierra en las regiones desarrolladas son flexibles en su respuesta a las presiones internas y externas. El Cuadro 8 resume la evidencia empírica suministrada por un número de estudios en África dirigidos tanto a los títulos privados como a la tenencia basada en derechos tradicionales. Muestra que el acuerdo institucional de los primeros no ofrece ninguna ventaja sobre los segundos, en términos de incentivos a la inversión. Por tanto, el reconocimiento general de que la titulación conduce a un incremento en la inversión en la mejora de la tierra debería tomarse con cierta precaución.

Información

La adopción de la AC es improbable que se produzca sin el conocimiento de las prácticas asociadas mediante algún canal de información o comunicación. De hecho, los estudios de adopción de innovación y difusión han reconocido ampliamente que la información es una variable fundamental y se ha encontrado que su existencia se correlaciona típicamente con la adopción (de Harrera y Sain, 1999). La información se muestra especialmente importante a medida que se incrementa el grado de complejidad de la técnica de conservación (Nowak, 1987).

Entre las fuentes de información que tienen una mayor influencia en la adopción de prácticas tipo de AC se incluyen: otros agricultores, medios de comunicación, reuniones y agentes de extensión. Sin embargo, con respecto a esta última fuente, Agbamu (1995) muestra que el solo contacto no promueve la adopción si la diseminación de información es poco efectiva, imprecisa o inapropiada. Los estudios no han mostrado siempre que la facilidad para obtener información se correlacione con la adopción.

CUADRO 8
El efecto de la tenencia de la tierra y su seguridad percibida en la inversión en técnicas de conservación en África

Tipo de tenencia

País

Impacto en las decisiones inversoras

Título privado

Gana

+/x

Ruanda/Gana/Kenia

x

Uganda

+/x

Somalia

x

Derechos tradicionales

Zimbagüe

+

Gana, Kenia

+/x

Ruanda

+

Burkina Faso

x

Níger

+

Nota: + efecto positivo en la inversión en mejoras; - efecto negativo en la inversión; x neutral o sin ningún efecto en la inversión (estadísticamente poco relevante o insignificante).
Fuente: FAO/FIDA (1999) para la lista de estudios indicados arriba.

Factores biofísicos y técnicos

Desde un punto de vista técnico, las características y la disponibilidad de las prácticas de la AC son factores cruciales en la adopción. Sin embargo, de Harrera y Sain (1999) precisan que la disponibilidad no implica propiedad individual de la maquinaria necesaria, ya que prolifera el arrendamiento y el alquiler con opción a compra. Además, los que potencialmente pueden adoptar la AC deben creer que la técnica funcionará. Los factores técnicos interactúan con los factores biofísicos, por ejemplo tipo de suelo, precipitación o topografía pueden incentivar/facilitar o desincentivar/limitar la adopción de la AC. Mientras que algunos estudios han mostrado que las labores de la explotación localizadas dentro de regiones con pendientes elevadas y suelos erosionables, existe una mayor tendencia a utilizar las prácticas de AC, otros estudios han encontrado que estas variables son poco significativas.

Factores sociales

La adopción de la AC rara vez constituye estrictamente una función de maximización del beneficio por sí sola, sino que puede reflejar intereses no individuales o de la sociedad. Más específicamente, Lynne (1995) sostiene que el proceso de toma de decisiones por parte del agricultor refleja generalmente un compromiso entre la utilidad económica privada y la colectiva. Los productores identifican frecuentemente este último interés como «lo que hay que hacer», al menos en los lugares donde el cuidado de la tierra es una parte de la norma colectiva. La razón a esta situación es que para muchos productores, el orgullo por el cuidado del suelo está por encima de los ingresos económicos (Campbell et al., 1999). Entre los ejemplos de estos motivos que gobiernan los acuerdos de manejo de la tierra incluye el Landcare movement en Australia (Sobels et al., 2001). Por otra parte, Van Kooten et al., (1990) crearon un modelo para estudiar el equilibrio entre cuidado de la tierra y los beneficios netos en explotaciones de trigo-barbecho en Saskatchewan, Canadá. En su estudio se concluía que los agricultores realizan mejoras en sus prácticas agronómicas para beneficiar la calidad del suelo sólo en casos extremos de preocupación (por ejemplo manejo). Este resultado refleja, en cambio, que estas prácticas representan una pérdida inferior al 5 por ciento de los beneficios netos.

Además de las cuestiones de cuidado de la tierra, se podría necesitar una acción colectiva para llevar a cabo la AC en un ámbito regional. Los acuerdos cooperativos gobiernan numerosas actividades dentro de los sistemas agrícolas de las comunidades. Aunque la discusión generalmente se centra en la propiedad común de los recursos, incluso la utilización privada de la tierra podría encubrirse con los acuerdos cooperativos, gobernando diferentes aspectos del manejo de la explotación (Pretty, 1995). Por ejemplo, el laboreo en curvas de nivel, las lindes de mampostería y otros trabajos en estructuras necesitan la cooperación entre muchos agricultores para ser estrategias de conservación efectivas. Muchas facetas de la AC satisfacen el modelo cooperativo, incluyendo la formación y operación de grupos de agricultores, diseminación de información, control de plagas y la compra de agroquímicos. El Recuadro 3 presenta una discusión más general de la acción colectiva con relación a la agricultura sostenible.

RECUADRO 3
LA ACCIÓN COLECTIVA Y EL CAPITAL SOCIAL EN LA CONSERVACIÓN DE SUELOS Y AGUA

La acción colectiva puede tener beneficios en la toma individual de decisiones cuando las tareas a mano requieren una actividad coordinada de grupo (por ejemplo diversas prácticas agrícolas y de conservación). Por ejemplo, podría reducir los costos de transacciones repetidas entre varios individuos, estableciendo un conjunto simple de reglas y evitando una negociación y transacción individualizadas. Sin embargo, la acción colectiva no es automática en la difusión de técnicas de mejora como la AC, especialmente donde se carece de información o donde los procesos físicos de degradación de la tierra son lentos y escasamente perceptibles. Además, algunos individuos se podrían beneficiar de la acción colectiva sin contribuir a ésta y ésto podría tener como resultado una falta de incentivos colectivos. Utilizando la teoría de juegos para modelizar el comportamiento en situaciones de acción colectiva, los investigadores han intentado entender qué factores podrían fomentar el comportamiento colectivo. Por ejemplo, si la repetición y la posibilidad de ser observados caracterizan un grupo de actividades, el resultado bien podría ser la cooperación, pero sólo si:

  • otros individuos son capaces de tomar represalias en el futuro si un individuo no coopera, es decir reduciendo los beneficios que el que no coopera puede obtener;

  • las amenazas de represalias son creíbles y no demasiado costosas de llevar a cabo; por tanto, la represalia se puede ver como una acción colectiva en sí misma; y

  • los beneficios futuros son lo suficientemente importantes y dilatados en el tiempo como para inducir a cooperar en el presente; en este caso, se ha demostrado que los encuentros cara a cara son importantes ya que aseguran que los aspectos de reputación y confianza entran en la estructura de incentivos.

En general, las variables claves que tienen influencia en el éxito potencial de la acción colectiva son: el número de dirigentes, especialmente el número mínimo necesario para conseguir un beneficio colectivo; las tasas de descuento, que tienen influencia en la magnitud de los futuros beneficios de la acción colectiva; una similaridad en los intereses entre los diferentes agentes implicados; y la presencia de algunos individuos con liderazgo u otras aptitudes.

En parte, el comportamiento necesario para fomentar acciones colectivas o socialmente responsables podría estar relacionado con el nivel de capital social de la comunidad. El Banco Mundial (1998) revisó varias definiciones de este término y encontró que variaban de una visión muy parcial referida a la interconexión entre los individuos, vía asociaciones, sociedades, etc. a una visión mucho más amplia que engloba completamente el entorno social y político. En términos simples, si las actividades de conservación requieren cooperación, entonces el grado de interconexión y el entorno social propicio podrían ser un determinante crítico. Entre los indicadores del nivel de capital social de una nación o de una comunidad se incluye el número y tipo de asociaciones, la homogeneidad dentro de las comunidades, el nivel de confianza en los otros, la confianza en las redes de apoyo, la presencia de líderes naturales, etc.

Si la AC requiere una acción colectiva o niveles más altos de organización social para ayudarle a ganar empuje, en ese caso una mayor extensión de la AC podría estar relacionada con el capital social de una sociedad. El papel del capital social para fomentar o retardar la acción colectiva necesaria para promover una nueva técnica de conservación está cobrando un creciente interés (Cuadro 3). En el sentido más amplio, el capital social se refiere a la interconexión entre los individuos de una sociedad y considera las relaciones como un tipo de activo. Diferentes estudios han examinado la influencia del capital social en la adopción de las técnicas de AC, tanto en países desarrollados como en desarrollo. Por ejemplo, la afinidad, o más exactamente «la conexión con los otros», puede tener influencia en la adopción de una técnica de conservación. Algunos estudios muestran que las expectativas sobre la herencia de la tierra pueden tener una relación en el comportamiento frente a la conservación entre los agricultores, aunque otros estudios que trataban de realizar un ensayo sobre este aspecto no han mostrado una correlación positiva. Igualmente, los mayores niveles de capital social ayudan a explicar la adopción de prácticas de fertilización y conservación de suelos en Perú (Isham, 2000; Swinton, 2000), mientras que un estudio se ha referido al éxito de los comités de agricultores en comunidades de Paraguay, reflejando el nivel de capital social en estas comunidades (Molinas, 1998). Dichas instituciones locales han sido un importante catalizador en la adopción y difusión de la AC.

En conclusión, la incoherencia y, en ocasiones, los resultados contradictorios obtenidos de estudios de adopción de prácticas tipo de AC tienden a sugerir que el proceso de toma de decisiones es altamente variable y que los resultados podrían ser específicos para determinados grupos de personas, lugares y situaciones. Esto hace de la tarea de desarrollar un marco de trabajo político para promover la adopción de la AC un reto.


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