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CONSERVACION DE
RECURSOS GENETICOS

Los bosques tropicales tienen la mayor diversidad genética y biológica de todas las comunidades terrestres y el deterioro y/o desaparición de la calidad genética de esos recursos está ocurriendo en todo el mundo, siendo en algunas regiones un proceso sumamente acelerado. Esa perturbación masiva se presenta cuando en el mundo aún es muy precario el entendimiento de la organización, dinámica, taxonomía, utilización e interacción entre los componentes de los ecosistemas tropicales.

Es evidente que los esfuerzos por conservar los recursos han sido ampliamente rebasados por la velocidad con que se están deteriorando, y que de continuar esta tendencia se corre el riesgo de no contar con elementos suficientes para afrontar las necesidades de ésta y las próximas generaciones. Asimismo, se debe resaltar que un desarrollo sostenido depende en gran parte de la conservación y utilización prudente y basado en información técnicamente sólida, de los recursos genéticos vegetales y animales.

Es por tanto urgente dar una base planificada y científica a las acciones de conservación y considerarlas como un proceso dinámico de los planes y estrategias de aprovechamiento de estos recursos. Lo anterior, es especialmente válido para las poblaciones de Swietenia y Cedrela en los neotrópicos.

El término conservación se emplea en este trabajo, utilizando la definición propuesta por la Estrategia Mundial de la Conservación (UICN, 1980): “La ordenación de los recursos genéticos para el empleo humano con objeto de que éstos puedan remitir los máximos beneficios sostenibles para las generaciones actuales, manteniendo aún su valor potencial para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras”.

Para propósito de conservación y manejo de los recursos genéticos de Swietenia y Cedrela, o de cualquier otra especie que se desee conservar, se tendrán que conocer los factores que posibiliten su manejo sostenible y también deberán considerarse todas las interrelaciones entre las especies vegetales y animales y el ambiente en el cual se desarrollan; es por lo tanto muy importante destacar sus características de adaptación, variabilidad y especialmente los factores que intervienen a través de la biología reproductiva de las especies, para hacer posible su regeneración, su adaptación y su variabilidad.

Las zonas de conservación in situ y ex situ conllevan el objetivo de conservar tanto las comunidades naturales, como las especies de interés, con particular énfasis en la diversidad genética que contienen (Palmberg, 1987).

5.1. Convención para el comercio internacional de especies de flora y fauna en peligro de extinción (CITES)

En 1992 los Estados Unidos y Costa Rica propusieron que el género Swietenia se enlistara en el Apéndice II del CITES. Los participantes en la Convención confirmaron la inclusión de S. mahagoni en el Apéndice II, pero la propuesta concurrente de incluir a S. macrophylla se modificó y finalmente fue retirada por los Estados Unidos antes de la votación.

Para incluir alguna especie en el Apéndice II de CITES, es necesario documentar tanto el volumen que se comercializa como el estatus de conservación de la especie; los permisos para comercio internacional se emiten sólo después de que el país de origen determina que éste es compatible con las prácticas de manejo, de tal forma de garantizar un nivel adecuado de conservación en las poblaciones de la especie.

Las especies incluidas en el Apéndice II de CITES están sujetas a regulaciones para su comercialización internacional, entre ellas es importante señalar que para exportar o importar cualquier producto o especímen de una especie incluida en el Apéndice II se requiere de la presentación de un permiso de exportación, expedido por una autoridad científica del país exportador, en donde se garantice que la exportación no afectará la sobrevivencia de la especie; además se deberá garantizar que los especímenes fueron obtenidos sin contravenir las leyes del país de origen.

Para exportar o importar productos o especies incluídas en el Apéndice III de CITES, se requiere de un permiso de exportación, el cual se otorgará cuando la autoridad correspondiente del país que exporta está satisfecha de que el producto se obtuvo de acuerdo con las leyes sobre la materia del país y de acuerdo con las leyes para la protección de flora y fauna del país exportador.

El Cuadro de Expertos de la FAO en recursos genéticos forestales enlista desde hace varios años, las especies de Swietenia y Cedrela como de alta prioridad para su conservación genética; la FAO (1985, 1990, 1994) ha considerado de alta prioridad la conservación in situ de Swietenia macrophylla, S. humilis, S. mahagoni y Cedrela odorata, entre otras especies, y la realización de estudios para conocer su diversidad genética y propiciar su conservación ex situ.

Rodan et al (1992) analizan la situación de las especies de Swietenia a la luz de la Convención Internacional de Comercio para Especies Amenazadas (CITES) y de las tasas de deforestación que están ocurriendo en el rango de distribución de ellas en los neotrópicos. Señalan los efectos nocivos que tiene la ocurrencia de la selección disgénica debido a las prácticas comunes de extraer los mejores árboles, y que tiene un efecto negativo sobre la calidad de las futuras poblaciones de caoba que se originen de los árboles en pie, causando, de acuerdo con varios autores (Styles y Khosla, 1976; Styles, 1981; Patiño, 1987; Rodan et al, 1992) una erosión genética considerable.

Rodan et al (1992) exploran los argumentos científicos y de política alrededor de la propuesta de incluir al género Swietenia en el Apéndice II del CITES, analizando el estatus actual de conservación y conocimiento genético de las especies y sugieren recomendar la necesidad de controlar el comercio ilegal de la madera de éstas especies y conservar las poblaciones del género que aún se encuentran disponibles en condiciones naturales. Señalan que el estatus de conservación de las especies es el siguiente:

Swietenia humilis Zucc.: las poblaciones en todo su rango de distribución se han reducido y fragmentado, principalmente por la conversión de tierras a la agricultura. La especie fue incluida en el Apéndice II de CITES en 1973, en base a una propuesta de México.

Swietenia mahagoni (L) Jacquin: el aprovechamiento comercial y el aclareo de las poblaciones de la especie durante casi 500 años, han reducido considerablemente el número y calidad de los árboles en la mayoría de las áreas de su rango de distribución natural. En la actualidad S. mahagoni es un ejemplo de la extrema erosión genética debida a la sobre-explotación de los mejores genotipos que fueron extraídos de las poblaciones naturales en el pasado (Styles, 1981; Rodan et al, 1992). En 1992 se incluyó en el Apéndice II de CITES.

Swietenia macrophylla King: esta especie constituye una de las principales fuentes de madera en los trópicos de Latinoamérica. Los reportes de los Centros de Información para la Conservación y de Investigación de Latinoamérica (Rodan et al, 1992), varían en sus evaluaciones acerca del estatus de la conservación de la especie. Las opiniones van desde en peligro, hasta abundante, dependiendo de la región geográfica de que se trate.

Sin embargo, existe una clara tendencia hacia la disminución en el número de árboles de caoba, especialmente de dimensiones comerciales. De acuerdo a la información en la propuesta de CITES de Estados Unidos (Rodan et al, 1992), la especie presentaba el siguiente panorama en algunos de los países de Centroamérica: Guatemala, en peligro, últimas poblaciones en la región del Petén; Honduras, abundante aunque la especie se aprovecha en las zonas accesibles; Costa Rica, amenazada; Panamá, indeterminada, completamente exterminada en las regiones accesibles.

En Brasil, a pesar de que la caoba tiene un área de dispersión muy grande, con cerca de 150 millones de hectáreas, el aprovechamiento selectivo puede afectar la integridad de las poblaciones de la especie; lo anterior es importante, sobre todo si se considera que la densidad estimada es de un individuo de dimensiones comerciales, con un volumen medio de 0.4152 m3, por hectárea. De acuerdo a lo anterior se puede estimar que la madera que existía en Brasil era de cerca de 60 millones de m3 (FUNATURA, 1993). Por otro lado, Barros (1992), considerando una tasa anual de aprovechamiento de 500,000 m3 de trozas por año, predice que la madera de caoba en la Amazonia Brasileña, puede durar como máximo de 32 hasta 42 años, de continuar el ritmo de aprovechamiento actual.

Muchas de las empresas establecidas en Brasil, sobre todo las de gran porte, pueden aprovechar árboles de caoba hasta en un radio de 350 km a partir del aserradero (FUNATURA, 1993); lo anterior significa un área de cerca de 10 millones de hectáreas por cada una de las industrias de este tipo. Según Vantomme (1991), existen cerca de 2,900 industrias de aserraderos en la Amazonia Brasileña, de ellas 160 producen más de 10,000 m3 cada una por año y 10 de estas empresas tienen una producción de 200,000 m3 anuales cada una. Con base en estos datos, FUNATURA (1993) señala que las reservas de madera de caoba en Brasil, pueden ser mucho más pequeñas de lo que se estiman actualmente.

Linares (1996b) señala que en el Perú predominan los extractores forestales nómadas, que aprovechan el bosque sin planes de manejo y que se desplazan permanentemente en busca de maderas valiosas; en cambio, las comunidades nativas conservan sus territorios y los defienden de toda intromisión sin su consentimiento. En Perú existen más de 1,000 comunidades nativas en territorio amazónico, con mas de 6 millones de hectáreas de bosques tropicales titulados como territorio propio (INRENA, 1995).

Rodan et al (1992) presentan una tabla (Tabla 6) que incluye las importaciones de madera de caoba de Estados Unidos, para el período 1986–1991, y que contiene la madera tanto de especies de Swietenia, como de Khaya (caoba africana) y Entandrophragma. Los autores señalan que prácticamente toda la caoba comercializada en mercados internacionales proviene de árboles extraídos de bosques primarios. Comentan que en 1991 el 87% de la madera de caoba importada por los Estados Unidos provino de poblaciones naturales.

Tabla 6. IMPORTACIONES DE MADERA ASERRADA DE CAOBA POR LOS ESTADOS UNIDOS (M3) (BURO DE LOS CENSOS DE ESTADOS UNIDOS, 1987–1992)

Año/ País198619871988198919901991
Brasil115,887277,16589,57159,73537,66448,646
Bolivia3497,30924,87026,72445,91647,646
Perú1981,659475767781,908
Chile4583282,05813,3729924,871
Guatemala4,12712,82912,1649,9714,4064,871
Belice1654,2723784001,638281

Fuente: Rodan et al, 1992.

En el área de distribución de caoba en Brasil, existen 160 comunidades indígenas, propietarias de tierras de las cuales 53 (33%) aprovechan regularmente la madera de la especie. En un estudio realizado por FUNATURA (1993), se indica que durante el período 1982–92, 23 de esas comunidades aprovecharon dos millones de metros cúbicos de madera de caoba. El aprovechamiento de la madera se realiza mediante contratos entre los pueblos indígenas e industrias madereras, con o sin la participación del organismo del Gobierno de Brasil, encargado de velar por los intereses de las comunidades indígenas, el FUNAI (Fundación Nacional del Indio).

En Brasil, la exportación de caoba para el mercado de madera ha sido muy significativo: de 1971 a 1992, el país exportó un volumen de 3.3 millones de m3 solamente de madera de S. macrophylla, siendo los principales compradores el Reino Unido y los Estados Unidos (FUNATURA, 1993). Bolivia, el segundo país exportador de caoba, envió al mercado internacional una média anual de 58 000 m3 de madera de Caoba en el período 1990–92; en ese mismo período Brasil exportó un total de 127, 000 m3, Guatemala 9, 000 m3, Perú 5, 000 m3, y otros países de los neotrópicos 11, 000 m3. De acuerdo a lo anterior, Brasil fue responsable del 60 %, Bolivia del 27.6 %, Guatemala del 4.3 %, Perú del 2.4 % y otros países del 5.2 %, de toda la madera de caoba exportada de América Latina.

En el mismo período, el 50 % de la madera exportada fue enviada para los Estados Unidos, 34.3 % para la Comunidad Económica Europea y 23.3 % para el Reino Unido (FUNATURA, 1993).

En el caso de México, el aprovechamiento de S. macrophylla y C. odorata se realiza principalmente en los Estados que conforman la Península de Yucatán (Campeche, Quintana Roo y Yucatán); en los últimos años el aprovechamiento de madera de especies tropicales, incluyendo las caobas, ha presentado la tendencia a disminuir los volúmenes aprovechados

El IBAMA (Gobierno Federal de Brasil) publicó un informe sobre los Planes de Manejo Forestal Sostenible con información procedente de 10 de las más grandes empresas exportadoras de caoba en Pará-Brasil, el volumen de exportación de las empresas incluidas representa el 80 % del total estatal. El área anual de aprovechamiento de estas empresas corresponde a 33, 000 hectáreas, con un volumen de aprovechamiento de trozas de caoba de alrededor de 165, 000 m3 (IBAMA 1995).

El aprovechamiento de la madera en la región Latinoamericana por lo general es selectivo para las especies de mayor valor comercial y de mejor forma, sobre todo de especies de Swietenia y Cedrela, como S. macrophylla, C. odorata y C. fissilis, debe señalarse que por lo general en estos aprovechamientos no se considera ningún criterio de manejo sostenido. Esta práctica generalizada de aprovechamiento puede originar una fuerte erosión genética en sus poblaciones, lo que hace temer pérdidas irreversibles de su variabilidad.

Durante la novena reunión de la conferencia de las partes de CITES, realizada en Fort Lauderdale, Florida, USA (1994), se sometió nuevamente la propuesta de que se incluyan en el Apéndice II de CITES las poblaciones neotropicales de Swietenia macrophylla y los híbridos naturales con S. mahagoni y S. humilis, y sus partes y derivados, que se señalan a continuación:

  1. sus trozas y madera procesadas hasta la primera etapa de transformación (productos primarios) tales como trozas, madera en bruto, madera aserrada, contrachapados y chapa;

  2. se excluye la madera procesada de origen o trabajada de la segunda a la etapa final de transformación (por ejemplo productos secundarios o finales), tales como muebles y tableros aglomerados) y

  3. excluye las partes y derivados especificados en los estándares de excepción (Resoluciones 4.24 y 6.18 de la Conferencia).

5.2. Estrategias para la conservación

Frankel (1977) identificó los principales componentes que afectan las estrategias de conservación genética, resumiéndolos en tres puntos: (i) la naturaleza del material a conservar; (ii) el objetivo de la conservación y (iii) la magnitud de la conservación.

De acuerdo al autor, la naturaleza del material está definida por la duración del ciclo de vida, la forma de reproducción, el tamaño de los individuos, la condición ecológica, la distribución espacial, la abundancia y frecuencia de aparición de poblaciones, entre otras. El objetivo debe determinar el grado de integridad esencial requerido para conservar la especie. La magnitud de la conservación se refiere al tiempo durante el cual se pretende conservar la especie y también a la superficie y ubicación de las localidades en las que el programa se va a realizar.

Además de considerar la distribución geográfica de las especies por conservar, y consecuentemente de las zonas protectoras, se debe poner especial énfasis en la variación ecológica y genética de las especies prioritarias dentro y entre las zonas de protección. Es importante mencionar lo anterior para captar en ellas la mayor diversidad posible y asegurar de esa forma, una base genética lo suficientemente rica para servir de fuente de germoplasma para su uso actual y futuro.

Al iniciar trabajos de conservación de los recursos genéticos de una determinada especie, el primer problema es definir el tamaño de la población a muestrear para su conservación in situ o ex situ, para reunir en ella la suficiente diversidad genética que la represente y permita la continuidad de los procesos ecológicos y evolutivos. ¿Cuál es la cantidad mínima a mantener para conservar el total del espectro de la variación genética dentro de cada población y dentro de cada especie?.

Muchos autores han abordado este tema, aunque pocos lo han hecho para el caso de ecosistemas tropicales, en los que hay que considerar los factores relacionados con la diversidad biológica y complejidad en número de especies e individuos presentes, las interacciones entre sus componentes vegetales y/o animales y al hábito de distribución de las especies vegetales que los integran. Varios autores, basados en trabajos experimentales con animales, han sugerido el valor de 50 individuos como tamaño mínimo efectivo de una población necesaria para una adecuación a corto plazo, con buena sobrevivencia, y de 500 para sustentar a largo plazo una adaptabilidad genética a los cambios en el tiempo y en el espacio (Frankel, 1982; Frankel y Soulé, 1981; Roche y Dourojeanni, 1984; Palmberg, 1987).

Roche y Dourojeanni (1984) consideran que una vez identificada una especie amenazada y con datos de inventario, es posible determinar la superficie necesaria para contener el mínimo de 500 individuos de ella. Un número mayor o menor necesitará del conocimiento de la variación genética de la especie de interés, así como ajustar el tamaño efectivo de la población, según el ritmo de cambios observados a nivel de la variación.

5.2.1. Conservación in situ

Las principales estrategias de conservación son in situ y ex situ. Ambas desempeñan una función esencial y son complementarias, y deben considerarse como parte integrante de los programas de desarrollo y aprovechamiento de los recursos forestales para lograr una mejor utilización de ellos sin menoscabo de su persistencia (Palmberg, 1987; Patiño, 1987).

De acuerdo a Frankel (1977), la conservación in situ es la manutención continua de una población dentro de la comunidad a la que pertenece y en el ambiente en el cual está adaptada, lo que permite la protección de los ecosistemas completos en donde se tiene continuidad en los procesos evolutivos y ecológicos, cuya dimensión necesita de estudios cuidadosos, principalmente de las interacciones entre las especies de plantas y animales presentes en ellos. El mismo autor indicó que esta forma de conservación corresponde a la que los bosques naturales como acervos genéticos primarios, mantienen por sí sólos.

Palmberg (1987), señala que en general este tipo de conservación se aplica a las poblaciones silvestres, regeneradas de manera natural en zonas protegidas o manejadas, pero también puede comprender la regeneración inducida cuando se llevan a cabo actividades de plantación o de siembra, siempre que no se realice ninguna selección de los materiales en la zona donde recolectaron las semillas. La autora señala que la utilización de reservas genéticas in situ tiene fundamentalmente las ventajas siguientes:

  1. La conservación de los recursos fitogenéticos puede considerarse como un componente dinámico de los planes de ordenación y de aprovechamiento de un recurso natural renovable, compatible con otros objetivos, como por ejemplo la conservación de la fauna silvestre, las cuencas hidrográficas y la protección contra la erosión y, con ciertas limitaciones, la producción de otros bienes y servicios.

  2. Los bancos de genes in situ pueden servir a varios sectores al mismo tiempo, ya que tiene valor para distintos sectores (p. ej para especies agrícolas, forrajes y/o silvícolas) con frecuencia puede sobreponerse y, por lo tanto, pueden mantenerse en la misma zona protegida.

  3. La conservación in situ de una especie de valor económico en un ecosistema natural, permite conservar muchas especies subsidiarias que carecen de este valor en la actualidad, pero que forman parte del patrimonio genético.

  4. La conservación in situ permite que la evolución prosiga, lo que representa una valiosa opción para la conservación de especies resistentes a las enfermedades y a la plagas, las cuales pueden evolucionar junto con sus parásitos, ofreciendo así a los genetistas una fuente dinámica de resistencia, y la coevolución continua de especies asociadas (p. ej.: especies leñosas/polinizadores).

  5. El mantenimiento de acervos de genes de especies silvestres facilita las investigaciones sobre las especies en sus habitats naturales. La conservación in situ es un medio eficaz de conservar especies cuyas semillas no pueden mantenerse almacenadas durante mucho tiempo, y es la única estrategia disponible para conservar especies biológicamente poco estudiadas que, por desconocerse los métodos adecuados, no pueden establecerse en plantaciones viables y sostenibles.

Según Kageyama y Gandara (1993), la conservación genética in situ se debe orientar por especies banderas, o aquellas que necesitan de grandes áreas para la conservación de poblaciones de sus especies, y que podrían representar las especies de la comunidad. Estos autores consideran las especies que son raras en toda su distribucción natural como modelos para conservación in situ, y tomando como ejemplo Cedrela fissilis.

En Perú con el apoyo financiero del Proyecto FAO/PNUMA sobre Conservación in situ de los Recursos Genéticos Forestales, en 1986 se establecieron trabajos para establecer rodales semilleros en el Bosque Nacional Alexander von Humboldt (Linares, 1987).

Linares (1996a) hace algunas reflexiones sobre la conservación in situ:

  1. Instituciones forestales débiles e inestables no favorecen la conservación in situ fuera del sistema de Areas Naturales Protegidas, por la escasa capacidad institucional para garantizar su integridad.

  2. Las formas más seguras de conservación in situ continúan siendo los sistemas de áreas naturales protegidas, que aún en épocas críticas poseen mejores garantías de integridad

  3. Debería buscarse un compromiso con los extractores forestales para manejar las áreas de conservación ex situ que se puedan establecer fuera de los sistemas de áreas naturales protegidas. En los bosques bajo responsabilidad de extractores privados se debería establecer la obligatoriedad de reservar áreas semilleras para las especies de mayor valor comercial, o que se sospeche se encuentren bajo fuertes presiones de uso, como parte de las prescripciones de manejo de bosques.

  4. Otra modalidad a ensayarse sería la compra de árboles en los territorios de las comunidades nativas. Estas al parecer ofrecen mejores condiciones que las comunidades de inmigrantes y extractores forestales que ven en los árboles un recurso económico de valor pasajero.

  5. En países como Perú con una reducida capacidad de administración y control forestal, la conservación ex situ se vislumbra como una alternativa promisoria de preservación de genotipos, antes que la mayor parte de ellos desaparezcan por sobrexplotación y eliminación de su hábitat.

  6. Para asegurar la efectividad de los esfuerzos de la conservación ex situ, es indispensable el apoyo internacional y el trabajo en redes entre instituciones nacionales e internacionales, ya que difícilmente un país en forma aislada tendrá recursos para afrontar los costos que demanda una empresa de esta envergadura.

En los neotrópicos, existen numerosas zonas protectoras y reservas de la biosfera, que contienen muchas poblaciones de Meliaceae y que juegan un papel muy importante para su protección in situ, entre ellas se pueden citar las siguientes:

En la zona tropical del sureste de México, existen varias reservas de la biósfera, entre las más importates se encuentran (SEDUE, 1989): i) Montes Azules, en Chiapas (331,200 ha); ii) Calakmul en Campeche (723,185 ha); iii) Sian'kan, Quintana Roo (528,147 ha) y numerosas reservas naturales de menor superficie, que cubren partes distintas del ecosistema tropical.

En Centroamérica destacan las siguientes reservas: en Guatemala se mantiene la reserva natural del Petén, y la reserva de la zona maya. En Honduras la reserva del Río Plátano. En Belice existen dos reservas naturales, 20 reservas forestales, dos santuarios para fauna silvestre y dos Parques Nacionales (Weaver y Sabido, 1996). El Programa para Belice, dispone en el noroeste del país de una extensa superficie, en parte de la cual vegetan poblaciones de meliáceas, principalmente Swietenia y Cedrela.

Es importante señalar el trabajo desarrollado por el CATIE (Navarro, 1996), relacionado con el muestreo de poblaciones de caoba en Centro América, donde se están colectando materiales para estudio de análisis moleculares, ejemplares para herbario y semillas para establecer los correspondientes ensayos genéticos que complementen la información sobre estas poblaciones.

En sudamérica, existen numerosas reservas naturales y parques nacionales que contienen poblaciones de Swietenia, Cedrela y otras meliáceas. Por ejemplo en Perú, Linares (1996a) señala las siguientes: Parques Nacionales: Manú, Yanachaga-Chemillen, Río Abiseo y Baguaje-Sonene; la Reserva Nacional Pacaya-Samiria y los Bosques Nacionales Alexander von Humboldt y Biabo-Cordillera Azul.

En cuanto a las medidas para conservación, muchas investigaciones sobre aspectos en genética, están siendo conducidas en Brasil con S. macrophylla, C. odorata y C. fissilis, con el objetivo de conocer la diversidad genética de sus poblaciones naturales, buscando la conservación de sus recursos. F. Gandara y P. Kageyama (USP) están estudiando C. fissilis y C. odorata en el Bosque Atlántico; M. Kanashiro (EMBRAPA) con S. macrophylla y C. odorata en Amazonia; M. Lemes (INPA) con S. macrophylla en Amazonia; y más recientemente M. Loveless (Wooster College-Ohio) con S. macrophylla en Amazonia.

5.2.2. Conservación ex situ

La conservación ex situ implica que el material genético sea protegido en alguna localidad fuera del área de distribución de la población genitora. Esta estrategia se puede realizar utilizando tanto material reproductivo como semillas y polen conservados en bancos, árboles vivos plantados en arboretos, jardines botánicos o plantaciones de conservación, establecidos a partir de semillas o partes vegetativas.

En esta forma de conservación, el objetivo es evitar la pérdida de la diversidad de los recursos genéticos a través de una cuidadosa selección, tanto de los individuos y las procedencias a reproducir, como de las áreas de plantación, donde serán establecidos, incluyendo el desarrollo de técnicas apropiadas para su cultivo. Es especialmente útil para ciertas especies o géneros, combinar los procedimientos y conocimientos profundos del sistema de reproducción y la biología de las especies, así como la metodología del cultivo en plantaciones y del almacenamiento de las semillas y polen. Las especies leñosas empleadas en plantaciones se incluyen en esta categoría.


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