Condiciones entre suaves y moderadas de El Niño en 2009/10
El fenómeno de El Niño
El Niño es un recalentamiento de las aguas superficiales de la parte central y oriental del Océano Pacífico Ecuatorial, unido a cambios atmosféricos que afectan al régimen meteorológico en una gran parte del Océano Pacífico. Los cambios que se producen son, entre otros, los siguientes: i) un valor negativo del Índice de Oscilación Austral (IOA), ii) un debilitamiento sostenido de los vientos alisios y iii) una nubosidad mayor sobre el Pacífico tropical. El Niño es el componente oceánico, mientras la oscilación austral es el atmosférico. La combinación de estos dos componentes da origen a la expresión ENOS (El Niño-Oscilación Sur). El Niño es un fenómeno irregular que aparece cada 2 a 7 años, con diferente intensidad y duración, y normalmente llega a su nivel máximo en torno a la Navidad, de ahí el nombre de El Niño (Jesús). Su fuerza mayor suele durar hasta febrero. Durante el fenómeno suelen producirse variaciones importantes en las temperaturas y en los regímenes pluviales, con efectos positivos o negativos en la agricultura.
Las variaciones globales causadas por El Niño en las temperaturas superficiales del océano afectan también a la pesca marina, particularmente en el Pacífico oriental. Sin embargo, las repercusiones difieren marcadamente de un fenómeno a otro, incluso cuando las variaciones meteorológicas registradas en el Océano Pacífico fueran semejantes. Por lo tanto, no se ha establecido una relación precisa entre el fenómeno de El Niño y los cambios en la producción agrícola, y es difícil pronosticar sus repercusiones. Los efectos en la agricultura dependerán decididamente del tiempo en que se manifiesta y del calendario de los cultivos en una región particular. La Niña es el equivalente "frío" de El Niño.
El fenómeno más antiguo se remonta a 1578, cuando unas lluvias torrenciales e inundaciones devastaron los cultivos en el norte del Perú. Durante los últimos 40 años, se han verificado 10 casos importantes de El Niño. En 1982/83 el fenómeno provocó grandes inundaciones y sequías en diversas partes del mundo, así como una reducción de las poblaciones ictícolas, causando supuestamente daños por un valor superior a los 10 mil millones de USD. En 1991/92, El Niño provocó una grave sequía en el África austral. El último fenómeno fuerte de El Niño se produjo hace 12 años en 1997/98, con sequías e inundaciones en diversas zonas de América del Sur y Asia sudoriental que perjudicaron gravemente la producción agrícola y la infraestructura.
El fenómeno de El Niño en 2009/10
Desde principios de junio de este año se han observado indicadores de la fase de desarrollo del fenómeno de El Niño. Los pronósticos anunciados a finales de octubre y las condiciones generales registradas en el Pacífico oriental indican con mucha probabilidad que sus características se mantendrán entre débiles y moderadas hasta fin de año y que continuarán hasta principios de 2010. Si bien no se prevé un fenómeno fuerte de El Niño en esta fase, en la mayoría de las regiones los efectos climáticos pueden ser débiles, pero importantes a escala local (para mayores detalles véase: http://www.fao.org/nr/climpag/cl_ind_3_en.asp).
Posibles efectos regionales en la agricultura
En el África austral, una manifestación entre débil y moderada del fenómeno meteorológico de El Niño podría acrecentar la probabilidad de precipitaciones inferiores a lo normal durante la estación de las lluvias de 2009/10 (octubre-marzo). Sin embargo, las estimaciones basadas en observaciones desde satélite indican lluvias buenas y bien distribuidas en la mayor parte del África austral durante octubre. Ello ha permitido condiciones edáficas favorables para la plantación de las cosechas principales de cereales de 2009/10, particularmente en el "triángulo del maíz" de Sudáfrica, el principal productor de la subregión. La situación ha de seguirse con atención en los meses venideros ya que la campaña está apenas empezando.
En cambio, en los países del África oriental El Niño debería producir lluvias superiores a lo normal en octubre-marzo, que por lo general son favorables para los cultivos de la temporada secundaria plantados en octubre y noviembre y recogidos en febrero y marzo. Sin embargo, estas lluvias pueden impedir la recolección de las cosechas de cereales de la temporada principal a partir de octubre o noviembre. El fenómeno de El Niño podría también dar lugar a lluvias excepcionalmente intensas e inundaciones en la subregión, que perjudiquen la producción de alimentos y la situación del ganado, como en el evento fuerte de 1997/98. Hasta ahora, la información actual indica lluvias intensas y superiores a lo normal en octubre de este año en las partes orientales de la subregión, que comprenden Etiopía, Somalia, Djibouti y Kenya. Estas lluvias han aliviado los efectos de la sequía en las zonas pastorales y beneficiado la plantación de los cultivos secundarios.
En Asia, el fenómeno de El Niño ha provocado precipitaciones inferiores a la media durante el período de octubre a marzo en algunas partes de la India, Bangladesh, Myanmar y en algunas partes de China y Sri Lanka, y lluvias intensas en algunas partes del Afganistán, el Pakistán y el Nepal. Como la mayor parte de los cultivos de arroz de la temporada principal se recogen a partir de octubre y noviembre, no se prevén efectos importantes en las producciones arroceras de 2009, que en conjunto se pronostican en torno a niveles máximos. En la India, sin embargo, los pronósticos señalan una cosecha menguada de arroz para la temporada principal debido a las lluvias monzónicas escasas recibidas durante los meses de verano, que algunos analistas relacionaron también con El Niño. La posibilidad de un tiempo seco en los meses venideros podría perjudicar las campañas agrícolas secundarias, principalmente arroz. Por el contrario, en el Pakistán, el Afganistán y el Nepal unas precipitaciones abundantes podrían beneficiar los cultivos de trigo y arroz de invierno.
En América Latina y el Caribe, las repercusiones de El Niño pueden ser importantes a nivel regional. En América Central, El Niño normalmente da lugar a precipitaciones inferiores a lo normal en algunas partes, o bien provoca una cantidad menor de huracanes o huracanes menos intensos durante el período correspondiente. En septiembre y octubre se registró un déficit de precipitaciones en toda la región, que perjudicó la plantación de los cereales y frijoles secundarios "de postrera" de 2009 en algunas partes de Nicaragua, Guatemala, Honduras y El Salvador. En cambio, las precipitaciones intensas caídas a principios de noviembre, en conjunción con el paso del huracán IDA, ha causado graves daños a la infraestructura y a la agricultura. Aunque la sequía quedó superada, las lluvias llegaron demasiado tarde para evitar que se redujera la superficie plantada.
En América del Sur, se pronostica que el fenómeno de El Niño se traducirá en precipitaciones inferiores a lo normal en las partes septentrionales de la región. En Venezuela, el tiempo seco imperante en los meses pasados ha afectado a la cosecha de maíz de 2009 en las principales zonas productoras y se prevé una producción menguada. En el norte de la región no se han registrado otras anomalías meteorológicas importantes. En cambio, en las partes australes, que comprenden las principales zonas cerealícolas de la Argentina, el sur del Brasil y el Uruguay, se prevén lluvias superiores a lo normal en el período de octubre a marzo. En la Argentina en octubre, unas lluvias intensas relacionadas con El Niño, han retrasado la plantación de la cosecha de maíz de 2009/10. Pero beneficiaron algo la cosecha de trigo de 2009 en las zonas agrícolas centro-orientales que habían resultado perjudicadas por el tiempo extremadamente seco imperante desde mayo. En general, las repercusiones de El Niño en los países australes de la región deberían ser más fuertes hacia fin de año cuando la recolección de las cosechas de trigo y la plantación de los cultivos de cereales secundarios de 2009/10 estén muy avanzadas. De concretizarse los pronósticos de lluvias superiores a lo normal en la subregión, puede reducirse la superficie plantada con cereales secundarios y disminuir la calidad del trigo.
La FAO seguirá atentamente las anomalías meteorológicas en los meses venideros, evaluando los efectos que puedan tener en la producción agrícola y la seguridad alimentaria en diversas partes del mundo, con objeto de alertar tempranamente y permitir la aplicación de medidas de mitigación.
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