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La visión que subyace e impulsa al presente estudio es llegar a tener un mundo sin hambre ni pobreza. La mayoría de las personas de bajos recursos vive en áreas rurales en los países en desarrollo y depende de la agricultura para su subsistencia; por lo tanto, los autores están convencidos de que la clave para erradicar el sufrimiento actual es centrarse en el establecimiento de comunidades rurales dinámicas fundamentadas en una agricultura próspera. Una de las posturas centrales del presente estudio sostiene que el análisis de los sistemas de producción agropecuaria, en los que la población rural de bajos ingresos vive y trabaja puede proveer perspectivas más claras acerca de las prioridades estratégicas para la reducción del hambre y la pobreza, que en la actualidad afecta a la mayoría de los pobladores rurales.
La disponibilidad de alimentos ha sido siempre una preocupación fundamental del ser humano. A pesar de que la población global se duplicó durante las últimas cuatro décadas, la producción de alimentos ha sido suficiente, al grado de que se ha producido un incremento gradual en el promedio de ingesta de alimentos per cápita. No obstante, el flagelo del hambre persiste y las reservas de alimentos han experimentado fuertes fluctuaciones durante este período y en ocasiones han descendido a niveles críticos. A fin de enfrentar esta situación se organizó la Conferencia Mundial de Alimentos en 1974, seguida por la Conferencia Internacional de Nutrición en 1992 y finalmente de la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996. En la Cumbre los Jefes de Estado reafirmaron el derecho de cada persona de acceder a alimentos sanos y nutritivos, que concuerda con el derecho de ser libres del hambre. Además se comprometieron a reducir el número de personas malnutridas a la mitad del nivel actual, a más tardar hasta antes del 20151. La consecución de este objetivo es fundamental para el Marco Estratégico de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)2.
La erradicación de la pobreza3 es otro de los compromisos internacionales adoptado originalmente en 1995, en la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca. En la Cumbre Social +5 (junio 2000) la meta adoptada fue reducir a la mitad la proporción de personas que viven en extrema pobreza para el año 2015. Las metas establecidas tanto en la Cumbre Mundial de la Alimentación como en la Cumbre Mundial +5 se reflejan en la Declaración del Milenio4 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA, por sus siglas en Inglés) llevada a cabo en septiembre del 2000.
Un sinúmero de organismos de desarrollo ha adoptado diferentes posturas dirigidas a reducir ya sea el hambre o la pobreza. Por ejemplo, en 1997, el Banco Mundial desarrolló una nueva estrategia para el desarrollo rural titulada: Desarrollo Rural: de la Visión a la Acción5. De manera similar, y posterior al estudio sobre la pobreza mundial realizado a inicios de la década de 1990, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) recientemente renovó su compromiso dirigido a la reducción de la pobreza con la publicación del Informe 2001 sobre la Pobreza Rural -El Desafío de Acabar con la Pobreza Rural6. Un sinúmero de organismos de ayuda bilateral también han adoptado a la reducción de la pobreza como uno de los temas centrales en sus programas de cooperación para el desarrollo. Además, muchos gobiernos están haciendo énfasis en la seguridad alimentaria y de ingresos en sus documentos de planificación y de políticas.
El presente estudio analiza el antiguo problema del hambre y la pobreza desde una nueva óptica, el análisis de sistemas de producción agropecuaria. Reconoce la diversidad existente entre los patrones de subsistencia empleados por agricultores, pastores nómadas y familias de pescadores y explora diferentes alternativas que podrían permitirles tener una vía de escape de la pobreza. El análisis también caracteriza los patrones de cambio que se prevé tendrán lugar durante los próximos 30 años en los principales sistemas de producción agropecuaria de las distintas regiones en desarrollo. El desarrollo rural depende en última instancia de las decisiones individuales que millones de hombres y mujeres toman diariamente. El reto que los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado enfrentan es proveer los servicios públicos, el marco institucional adecuado y los incentivos necesarios para permitir a los hogares agropecuarios acelerar el crecimiento agrícola y la reducción de la pobreza por sí mismos.
Desafortunadamente, las mejores proyecciones disponibles en la actualidad7 sugieren que la disminución del hambre y la pobreza se consigue muy lentamente en las regiones en desarrollo. Con esto en mente, el presente estudio esboza las prioridades estratégicas de acción para los diferentes sistemas de producción agropecuaria en cada región en desarrollo así como para el conjunto de países en desarrollo, que servirán de guía a los encargados de las áreas de políticas de desarrollo y ciencias. Estas prioridades se enfocan en disminuir la brecha existente entre el pronostico de la lenta disminución del hambre y la pobreza y las metas u objetivos establecidos por la comunidad internacional en la Declaración del Milenio.
En el presente capítulo se hace énfasis en el impacto actual del hambre y la pobreza rural en las regiones en desarrollo y se analiza la contribución del crecimiento agrícola para la reducción de las mismas. Seguidamente se introduce el concepto de los sistemas de producción agropecuaria y se explica la manera en que estos sistemas se han definido. Además, se esboza la posible evolución que los sistemas de producción agropecuaria experimentarán durante los próximos 30 años y se analizan los factores principales que influirán en este proceso. Finalmente, el capítulo presenta una guía para el lector.
Durante las últimas cuatro décadas del siglo XX, la población de las regiones en desarrollo8 se duplicó -alcanzó los 5 100 millones en 1999. En la actualidad, alrededor del 60% corresponde a habitantes rurales; de los cuales, aproximadamente el 85% depende de la agricultura9 (ver Tabla 1.1). La mujer representa el 44% de los aproximadamente 1 300 millones de personas que constituyen la mano de obra agrícola de estas regiones; en algunas áreas existe un porcentaje elevado de mujeres jefas de hogar. La mujer tiene un papel fundamental en un sinnúmero de aspectos al interior de los sistemas de producción agropecuaria, incluyendo la producción, procesamiento, comercialización y responsabilidades domésticas; por lo tanto su contribución a la evolución de estos sistemas es de suma importancia.
Tabla 1.1. Poblaciones rurales y agrícolas por región en desarrollo, 1999 |
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Región en |
Población |
Población |
Población |
Población |
Africa Sub-Sahariana |
626 |
417 |
384 |
47 |
Medio Oriente y Africa del Norte |
296 |
121 |
84 |
44 |
Europa Oriental y Asia Central |
478 |
154 |
86 |
44 |
Asia Meridional |
1 344 |
970 |
750 |
39 |
Asia Oriental y Pacífico |
1 836 |
1 184 |
1 119 |
47 |
América Latina y el Caribe |
505 |
126 |
110 |
17 |
Todas las Regiones en Desarrollo |
5 085 |
2 971 |
2 534 |
44 |
Fuente: FAOSTAT |
Se estima que durante los próximos 30 años la población de las regiones en desarrollo continuará en aumento; no obstante, se prevé que la tasa de crecimiento declinará -de su nivel actual de 1,8% anual, al estimado de 1,2% anual en el 203010. Sin embargo, como resultado del constante incremento en el número de pobladores urbanos (40% en el 2000 que alcanzará el 56% en el 203011), se prevé que el total de la población rural de hecho disminuirá después del 2020 (ver Figura 1.1). Tomando estas proyecciones como base, se puede decir que para el 2030 la población agrícola de los países en desarrollo no habrá experimentado cambios significativos con relación al nivel actual. A pesar de estas previsiones, se debe enfatizar en el hecho de que el número de personas dedicadas a la agricultura en años futuros, en cualquiera de las regiones en desarrollo, dependerá del tipo de evolución que experimenten los distintos sistemas de producción agropecuaria presentes es cada región.
Figura 1.1 Tendencias Poblacionales en las Regiones en Desarrollo |
Fuente: Fondo de Población de las Naciones Unidas 2000 |
Entre los factores que producen incertidumbre respecto a las tendencias poblacionales a futuro, dos son particularmente importantes: en primer lugar, la prognosis del VIH/SIDA, que ha alcanzado niveles pandémicos, es incierta. En la actualidad, las tasas de contagio son extremadamente altas en Africa y su porcentaje crece a un ritmo alarmante en Asia, especialmente en Asia meridional. Algunos países del Africa parecen haber controlado la diseminación del SIDA mediante una serie de medidas bastante efectivas. Es difícil, no obstante, predecir si otros países podrán replicar esta experiencia. Además, la tasa de mortalidad podría reducirse de manera significativa en la medida en que se disponga de tratamientos accesibles; ya sea mediante nuevos medicamentos, la reducción del costo de producción de medicamentos ya existentes o mediante la provisión subsidiada de medicamentos para los países en desarrollo. El segundo factor de incertidumbre está relacionado con la migración de la población agrícola hacia ciudades rurales y otras áreas urbanas. Las tasas de migración reflejan entre otras cosas, tasas de pobreza relativa, tanto en las áreas urbanas como rurales y por lo tanto se ven afectadas por factores como: los precios internacionales de los productos básicos, incremento en las tasas de empleo urbano y las tasas de cambio real.
El hambre prevalece en muchos países en desarrollo, especialmente en Asia Meridional y en Africa. A pesar de que, como se indica en la Figura 1.2, el número de personas desnutridas12 ha aumentado en estas dos regiones en desarrollo13, el total mundial ha experimentado un descenso desde fines de la década de 1960 -de 959 m en 1969-1971 a 790 m en el período 1995-1997. Puesto que la población total ha aumentado de manera sustancial, esto implica que la proporción de personas desnutridas disminuyó a la mitad del 37 al 18%.
Las proyecciones indican además, que este porcentaje disminuirá aún más, a alrededor de 576 m en el 2015 y a 400 m en el 203014; sin embrago, como se previó durante la Cumbre Mundial de la Alimentación, de tomarse las medidas requeridas para reducir la pobreza, este descenso se podría acelerar. El descenso más dramático en la reducción de la incidencia de la desnutrición ha tenido lugar en el Asia Oriental. Las proyecciones para el 2030 indican que esta tendencia continuará y se experimentarán también fuertes descensos en Asia Meridional y en la región de América Latina y el Caribe.
Figura 1.2 Incidencia de la Desnutrición por Región en Desarrollo |
Fuente: FAO 2000a |
El hambre y la pobreza son dos factores estrechamente relacionados. Si bien, la falta de un ingreso adecuado que permita la compra de alimentos es uno de los factores principales responsables de la inseguridad alimentaria al nivel familiar, el hambre contribuye a la persistencia de la pobreza al disminuir la productividad laboral, al reducir la resistencia hacia las enfermedades y al reducir notablemente el rendimiento académico.
Se estima que, en el conjunto de países en desarrollo un total de 1 200 m de personas vive en la pobreza15 -que se define, tomando como base la línea internacional de pobreza, que establece el consumo promedio en US$1/día/cápita; no obstante, las cifras nacionales en un sinnúmero de países sugiere que la incidencia de la pobreza en áreas urbanas es inferior a la existente en áreas rurales16. A pesar de que la importancia relativa de la pobreza rural varía sustancialmente de un país a otro, se ha establecido que en los países en desarrollo, tomados de manera conjunta, más del 70% ocurre en áreas rurales. De manera similar, el hambre también se concentra en áreas rurales, a pesar de que estas áreas son responsables de la generación de alimentos.
Los cambios más recientes en cuanto a la incidencia y distribución de la pobreza medida en el parámetro de un dólar/día17 se muestran en la Figura 1.3. La pobreza se concentra en Asia Meridional -en donde experimentó un incremento gradual durante la década de 1990- y Africa, región en la que la tasa continúa creciendo a un ritmo alarmante. En la región de Asia Oriental y Pacífico, no obstante, se ha registrado un importante descenso en la incidencia de la pobreza, debido principalmente al crecimiento económico de China.
Figura 1.3 Incidencia de la Pobreza por Región en Desarrollo |
Fuente: Banco Mundial 2001b |
La evidencia es clara en sugerir que el desarrollo agrícola aplicado globalmente es un medio efectivo tanto para reducir la pobreza como para acelerar el crecimiento económico. Esto se consigue no solo mediante el incremento en los ingresos de los productores y trabajadores agrícolas, sino también, mediante el incremento en la demanda de bienes no comerciables -particularmente de servicios y productos locales. Parece ser que el factor primordial en la reducción de la pobreza rural es justamente el efecto indirecto que se da sobre la demanda y la consecuente creación de empleos extra-prediales en las áreas rurales y en poblaciones que cuentan con mercados. Más aún, como lo demuestran otros estudios17, el crecimiento agrícola tiene el potencial de reducir la pobreza urbana más rápidamente que el crecimiento urbano es sí mismo; especialmente debido a la reducción de los costos de los alimentos al nivel urbano y a las bajas tasas de migración hacia las áreas urbanas. Mellor concluye que ... la evidencia es contundente al señalar que es imprescindible acelerar el crecimiento agrícola, si se quiere alcanzar una rápida disminución de la pobreza18.
Es innegable que el crecimiento agrícola al nivel global, es un factor efectivo tanto para el desarrollo económico como para la reducción de la pobreza; no obstante, la forma que este crecimiento adopte influye directamente en su efectividad para reducir la pobreza rural. En consecuencia, se puede esperar que el incremento de la productividad al interior de las pequeñas fincas, con mano de obra intensiva, que genera una mayor demanda de bienes y servicios locales, tenga una incidencia más amplia en la reducción de la pobreza, que aquella proveniente de un incremento en la productividad similar aplicado en grandes predios mecanizados, que normalmente generan una menor demanda de bienes y servicios locales.
El desafío que enfrentan los países en desarrollo es identificar las necesidades agrícolas específicas y las necesidades de desarrollo rural, así como las distintas oportunidades. Además, deben enfocar la inversión en áreas en donde se obtenga el mayor impacto sobre la inseguridad alimentaria y la pobreza. El proceso de identificación y de asignación de recursos se puede facilitar mediante el análisis de los sistemas de producción agropecuaria ya que permite comprender los factores locales y las distintas interrelaciones existentes. En este proceso analítico es también muy útil poder ir aglutinando distintas localidades que presenten tanto limitaciones de desarrollo como oportunidades de inversión similares; esto es posible aplicando un patrón de clasificación desarrollado para los distintos sistemas de producción agropecuaria.
Los agricultores conciben a sus fincas, sean estas pequeñas unidades de producción destinadas a la subsistencia o grandes compañías, como sistemas en sí mismas. A continuación se presenta un diagrama del sistema de finca característco (ver Figura 1.4), dibujado por agricultores de Bangladesh, que ilustra la complejidad estructural y las interrelaciones existentes entre los varios componentes de la pequeña unidad productiva. El diagrama además muestra la variedad de recursos naturales de los que disponen las familias agropecuarias. Estos recursos normalmente incluyen diferentes tipos de tierra, varias fuentes de agua y el acceso a recursos de propiedad común -incluyendo estanques, áreas de pastoreo y bosques. A estos recursos naturales básicos se pueden añadir el clima y la biodiversidad; así como, capital humano, social y financiero. El diagrama también ilustra la diversidad que caracteriza la forma de subsistencia de la mayoría de pequeños agricultores.
Cada finca cuenta con características específicas que se derivan de la diversidad existente en lo relacionado a la dotación de recursos y a las circunstancias familiares. El conjunto del hogar agropecuario, sus recursos y los flujos e interacciones que se dan al nivel de finca se conocen como sistema de finca19. Los elementos biofísicos, socioeconómicos y humanos de una finca son interdependientes y por lo tanto, las fincas pueden ser analizadas como sistemas desde varios puntos de vista.
La dotación de recursos de una finca en particular depende, entre otras cosas, de la densidad poblacional, la distribución de recursos entre los hogares y de la efectividad con que las instituciones determinen el acceso a los recursos. Independientemente de su tamaño, los sistemas de finca individuales están organizados para producir alimentos y para cubrir otras metas del hogar agropecuario mediante el manejo de los recursos disponibles, sean éstos propios, alquilados o manejados de manera conjunta -al interior del entorno social, económico e institucional existente. Por lo general consisten de una amplia gama de procesos interdependientes de recolección, producción, y poscosecha. Por lo que, aparte de la producción y crianza del ganado21, las formas de subsistencia del hogar agropecuario pueden incluir pesca, agroforestería, así como actividades de caza y recolección. También se incluye el ingreso extra-predial que aporta significativamente a las formas de subsistencia de muchos de los hogares rurales de bajos ingresos. Los sistemas de finca no se encuentran únicamente en áreas rurales, pues existen niveles significativos de agricultura urbana en muchas ciudades y pueblos de un sinnúmero de países en desarrollo.
Figura 1.4. Concepción de los Agricultores sobre un Sistema de Finca, Bangladesh20 |
El funcionamiento de un sistema de finca está fuertemente influido por el entorno rural externo, incluyendo las políticas e instituciones, mercados y redes de información. Las fincas, no solo se encuentran estrechamente relacionadas a la economía extra-predial por medio de los mercados de productos básicos y laboral, sino también por la estrecha interdependencia existente entre las economías rural y urbana. Por ejemplo, como se mencionó anteriormente, es bastante común que las familias de pequeños agricultores obtengan un porcentaje significativo de su ingreso -por lo general 40% o más- a partir de actividades extra-prediales. A esto se añade que tanto mujeres como hombres, que constituyen las familias agrícolas, están relacionados a comunidades rurales y redes sociales, y este capital social influye en el manejo de las fincas.
Un sistema de producción agropecuaria, por su parte, se define como el conglomerado de sistemas de fincas individuales, que en su conjunto presentan una base de recursos, patrones empresariales, sistemas de subsistencia y limitaciones familiares similares; y para los cuales serían apropiadas estrategias de desarrollo e intervenciones también similares22. Dependiendo del alcance del análisis, un sistema de producción agropecuaria puede englobar, ya sea unas cuantas docenas o millones de hogares agropecuarios.
Durante los últimos 30 años el enfoque original utilizado para analizar los sistemas de producción agropecuaria ha evolucionado sustancialmente, como se ilustra en la Tabla 1.2. Especialmente, en lo relacionado al alcance del análisis; éste se ha ampliado gradualmente y ha puesto mayor énfasis en la integración horizontal y vertical; también ha hecho énfasis en las diversas formas de subsistencia de los hogares agropecuarios y en el papel de la comunidad, del medio ambiente y de los servicios de apoyo23. El uso del enfoque de sistemas de producción agropecuaria (ESPA) como marco de análisis se popularizó en la década de 1970 y ha contribuido a un cambio de paradigmas en la visión del desarrollo rural.
Se ha dado una transición de la visión reduccionista predominantemente vertical del desarrollo agrícola, dominada por consideraciones técnicas en cuanto a la productividad, hacia una perspectiva más holística. Esta nueva perspectiva está basada en una meta más amplia de formas de subsistencia mejoradas y una mayor seguridad alimentaria al nivel familiar, en donde la estructura del hogar, el género, las redes sociales, instituciones locales, la información política y los mercados tienen un papel decisivo. De manera paralela, las técnicas analíticas han adquirido un tinte más participativo con un énfasis cada vez mayor en el conocimiento nativo y sobre la planificación grupal, la experimentación y el monitoreo. Además, en la actualidad se hace un énfasis cada vez mayor en que la comunidad agrícola es la principal responsable del cambio y la fuente de las iniciativas. Con este cambio, la importancia subyacente de la capacidad del recurso humano ha sido ampliamente reconocida. El enfoque ESPA actual, que toma al hogar agropecuario como el eje del cual se derivan el conjunto de decisiones respecto a la asignación de recursos, tienen mucho en común con el Enfoque de Formas de Susbsistencia Sostenibles (SLA, por sus siglas en Inglés)24.
Tabla 1.2 Evolución del Enfoque de Sistemas de Producción Agropecuaria |
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Características |
Década 1970 |
Década 1980 |
Década 1990 |
Década 2000 |
Nivel del Sistema |
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Finca |
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Hogar Agropecuario |
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Grupos/Comunidad |
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Distrito/Zonas/Area o Sector |
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Forma de Subsistencia |
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Cultivos |
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Cultivos-Ganadería |
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Forma de Subsistencia Múltiple del Hogar Agropecuario |
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Enfoque Funcional |
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Investigación |
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Investigación y Extensión |
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Investigación. Extensión y Servicios de Apoyo |
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Multisectorial incluyendo Infraestructura |
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Enfoque de los Actores |
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Sector Público |
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Sector Público y Sociedad Civil |
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Sociedad Civil, Sector Público y Privado |
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Otros Enfoques |
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Género |
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Seguridad Alimentaria familiar |
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Productividad y Manejo de Recursos |
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Fuente: Adaptado de Dixon y Anadajayasekeram (2000) |
Como ya se ha mencionado, la caracterización de los principales sistemas de producción agropecuaria provee un marco en el cual se pueden definir tanto estrategias de desarrollo agrícola como intervenciones apropiadas. La decisión de adoptar estos amplios sistemas de producción inevitablemente genera un grado considerable de heterogeneidad al interior de un sistema en particular. No obstante, la alternativa de identificar los numerosos y muy distintos sistemas de producción agropecuaria al nivel micro en cada país en desarrollo -lo que podría resultar en cientos e incluso miles de sistemas al nivel mundial- complicaría la definición de respuestas estratégicas que sean apropiadas, tanto al nivel regional como global y esto no haría más que disminuir el impacto global del análisis. Por lo tanto, se han identificado y cartografiado únicamente los principales sistemas de producción agropecuaria a fin de estimar la magnitud de su población y base de recursos. Cada uno de estos sistemas está caracterizado por una finca característica o patrón típico de subsistencia del hogar agropecuario25, aunque los subsistemas más significativos se describen según sea necesario.
La clasificación de los sistemas de producción agropecuaria de las regiones en desarrollo, como se especifica en el presente estudio, se basa en los siguientes criterios:
Sobre la base de estos criterios se han delimitado ocho categorías generales de sistemas de producción agropecuaria:
Los criterios antes mencionados y la amplia clasificación de los sistemas de producción agropecuaria se aplicaron de manera pragmática a cada una de las seis regiones principales en desarrollo, con el objetivo de extraer conclusiones en relación a la reducción de la pobreza y al crecimiento agrícola. Este ejercicio resultó en la identificación de 72 sistemas de producción agropecuaria, con una población agrícola promedio de aproximadamente 40 m; no obstante los sistemas individuales pueden fluctuar entre menos de un millón y varios miles de millones de habitantes dedicados a la agricultura. En ocasiones existen suficientes diferencias al interior de un sistema de producción para justificar la creación de distintos subsistemas; por ejemplo, fincas a pequeña escala y fincas comerciales o grandes plantaciones, o áreas que presentan una marcada diferencia altitudinal. Los nombres que se han escogido para cada sistema de producción agropecuaria reflejan las ocho categorías aquí expuestas. No obstante, el nombre de cada sistema se escribe en singular. Lo que enfatiza las características comunes al interior del sistema, para fines del presente análisis26.
Los nombres también reflejan las características más importantes que distinguen a los sistemas, a saber: (i) disponibilidad de recursos hídricos, v.g. con riego, de secano, húmedo, seco; (ii) clima, v.g. tropical, templado, frío; (iii) entorno geográfico relieve/altitud, v.g. tierras altas, tierras bajas; (iv) área predial, v.g. a gran escala; (v) intensidad de la producción, v.g. intensivo, extensivo, disperso; (vi) fuente predominante de subsistencia, v.g. cultivos de raíces comestibles, maíz, cultivos arbóreos, pesca artesanal, pastoreo; (vii) patrones duales de subsistencia agrícola, que incluyen cultivos, v.g. cereales-raíces comestibles, arroz-trigo (nótese que la asociación cultivo-ganadería se denomina mixto); y (viii) situación geográfica, v.g. basado en áreas forestales, costera, basada en áreas urbanas.
En este estudio los sistemas de producción agropecuaria se han cartografiado, debido a la utilidad de presentar las áreas de los sistemas de una manera gráfica, además por el peligro que implica establecer límites exactos entre sistemas colindantes. Puesto que el nivel de variación es inevitable entre los hogares agropecuarios individuales al interior de un sistema en particular, los límites exactos entre sistemas son poco frecuentes. En la mayoría de los casos la transición entre sistemas ocurre cuando de manera gradual un sistema se fusiona con otro. En algunos casos los sistemas pueden estar separados por estrechas zonas con características bastante diferentes (v.g. en las laderas bajas de las áreas montañosas), cuya identificación no sería de utilidad en un estudio de esta naturaleza y a escala global.
El riego constituye un caso especial en relación a la heterogeneidad de los sistemas de producción. En las zonas en donde la característica agrícola dominante es la producción basada en el riego, como es el caso de los patrones de riego a gran escala, la zona completa se ha clasificado como un sistema de producción agropecuario basado en el riego. No obstante, existen pequeñas áreas intensivamente irrigadas al interior de sistemas de producción de secano, pero que no dejan de ser significativas y las implicaciones de esta situación se reflejan en el análisis de limitaciones y oportunidades. Debido a que la agricultura basada en el riego presenta una marcada diferencia frente a la agricultura de secano -no solamente en lo que respecta a las características del sistema de producción, sino también en lo relacionado a las prioridades y enfoques estratégicos- las áreas irrigadas al interior de sistemas cuya característica predominante es la agricultura de secano, se han sombreado con líneas oblicuas en los mapas pertenecientes a cada sistema de producción agropecuaria.
De los 72 sistemas identificados, se seleccionaron de tres a cinco en cada región para ser analizados a mayor profundidad. Las variables determinantes para esta selección fueron: (i) potencial para la reducción de la pobreza; (ii) el potencial para el crecimiento agrícola; y (iii) la importancia demográfica y económica del sistema al interior de la región. Esta selección incluye algunos sistemas de producción que presentan oportunidades limitadas de rápido crecimiento, ya sea en una o ambas variables, no obstante, la mayoría tiene el potencial para alcanzar el crecimiento y/o reducir los niveles de pobreza. Se prevé que la consecución de un crecimiento agrícola rápido y sostenible al interior de uno de los sistemas de producción agropecuaria -incluso uno que en la actualidad no presente altos niveles de pobreza- podría tener un impacto significativo en la pobreza agregada, debido a la migración y a una mejora en los canales de comercialización. No obstante, el énfasis del presente análisis, se ha centrado, en la medida de lo posible, en las perspectivas para la reducción de los niveles de pobreza in situ. Los factores que determinan el potencial aparente de crecimiento de un sistema incluye: (i) una adecuada dotación de recursos, incluyendo las condiciones agroclimáticas y del suelo, una relación relativamente alta entre la tierra y otros recursos (agua, bosque) con la población humana, y una baja intensidad de explotación actual; (ii) acceso adecuado a infraestructura y servicios, incluyendo mercados; y (iii) la identificación de factores generales que limiten el desarrollo factibles de ser eliminados.
En términos generales, existen cinco estrategias principales que los hogares agropecuarios podrían adoptar para mejorar sus condiciones de vida. Estas se pueden resumir como sigue:
Estas opciones estratégicas no son mutuamente excluyentes, incluso al nivel de los hogares agropecuarios. Uno hogar agropecuario, por lo general, optará por un conjunto de estrategias diversas.
Las dos primeras estrategias -intensificación y diversificación- constituyen importantes componentes del Programa Especial de Seguridad Alimentaria de la FAO27. En el contexto de este estudio, la intensificación se define como el incremento de la productividad física o financiera de patrones de producción existentes; incluyendo cultivos alimenticios y comerciales, ganadería y otras actividades productivas. A pesar de que la intensificación por lo general se asocia con un incremento en el rendimiento, derivado de un aumento en el uso de insumos externos, también puede ser resultado del uso de variedades y especies mejoradas, de la utilización de recursos antes no utilizados, de la mejora en la productividad laboral y de un mejor manejo de la finca -por ejemplo, prácticas mejoradas de riego o un control de plagas más efectivo.
La diversificación se define como el ajuste de los patrones de la empresa agrícola, a fin de incrementar el ingreso o de reducir la fluctuación del mismo. La diversificación aprovecha las nuevas oportunidades de mercado o los nichos ya existentes. Además, por lo general toma la forma de empresas completamente nuevas, pero también puede implicar la expansión de empresas de alto valor comercial ya existentes. La adhesión o expansión de empresas no se refiere solamente a la producción, sino también al procesamiento y a otras actividades realizadas en finca que generen ingresos.
Algunas familias agrícolas pueden escapar de la pobreza expandiendo el área predial -en este contexto, área se refiere a los recursos explotados en lugar de a los recursos poseídos. Los beneficiarios de la reforma agraria son el ejemplo más claro de esta estrategia de reducción de la pobreza. El incremento del área predial también puede ser resultado de la incursión en zonas que anteriormente no se destinaban a la agricultura, como bosques -lo que se conoce como expansión de la frontera agrícola. A pesar de que la opción de expandir el área del predio no es aplicable en muchos de los sistemas, es particularmente importante en las regiones de América Latina y en Africa Sub-Sahariana. No obstante, estas tierras 'nuevas' son cada vez más marginales para propósitos agrícolas y no ofrecen una opción sostenible para la reducción de la pobreza.
El ingreso proveniente de actividades extra-prediales constituye una fuente importante para la subsistencia de muchos agricultores de bajos ingresos. La migración estacional ha sido una estrategia tradicionalmente empleada por las familias agrícolas para escapar de la pobreza y las remesas recibidas por lo general se invierten en la compra de tierra o ganado. En las áreas en donde existe una vigorosa economía no agrícola, muchos hogares agropecuarios de escasos recursos incrementan sus ingresos con el empleo extra-predial a medio tiempo o a tiempo completo. En las áreas en donde existen muy pocas oportunidades para mejorar la subsistencia rural, un porcentaje de las familias agropecuarias podrían abandonar su tierra y emigrar a otros sistemas de producción agropecuaria o incursionar en ocupaciones no agrícolas en áreas rurales o urbanas. En los siguientes capítulos al hacer referencia a esta estrategia empleada para escapar de la pobreza agrícola, se hablará de abandono de la agricultura.
En los siguientes capítulos, en los que se evaluará la importancia relativa de las diferentes estrategias que permitirían reducir el hambre y la pobreza, se hará constante referencia a las cinco estrategias ya mencionadas. La evaluación de cada sistema de producción agropecuaria se basa en el criterio técnico de grupos de expertos conocedores de cada región. La Tabla 1.3 ilustra la evaluación realizada para dos sistemas de producción agropecuaria localizadas en el Africa Sub-Sahariana.
Los datos disponibles revelan que en el sistemas de producción agropecuaria con riego, la intensificación es extremadamente necesaria en lo relacionado al potencial para reducir la pobreza, mientras que el abandono de la agricultura es una alternativa poco opcionada para este fin. No así en el sistema de producción agropecuaria basado en el pastoreo, en donde el potencial para la reducción de la pobreza se sustenta en el abandono total del sistema por parte de las familias agropecuarias. En este último sistema el potencial para la reducción de la pobreza proveniente de la intensificación, diversificación e incremento del área predial es poco prometedor.
Tabla 1.3. Importancia Relativa de las Diferentes Estrategias que los Hogares Agropecuarios Podrían Emplear para la Reducción del Hambre y la Pobreza28. |
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Estrategia para la Reducción del hambre y la pobreza |
Intensificación |
Diversificación |
Incremento del Área predial |
Incremento del Ingreso Extra- Predial |
Abandono de la Agricultura |
Sistema de Producción Agropecuaria con Riego |
3,5 |
2 |
2,5 |
1,5 |
0,5 |
Sistema de Producción Agropecuaria de Pastoreo |
1 |
1 |
1 |
2 |
5 |
Fuente: Tabla 2.4. |
El enfoque de los sistemas de producción agropecuaria toma en cuenta tanto la dimensión biofísica (los nutrientes del suelo y el balance hídrico), como los aspectos socioeconómicos (por ejemplo, el género, seguridad alimentaria y la rentabilidad) al nivel de finca -en donde se toman la mayoría de decisiones en cuanto a la producción agrícola y al consumo. El alcance de este enfoque radica en su capacidad de integrar los distintos tipos de análisis multidisciplinarios de la producción y de su relación con los aspectos biofísicos y socioeconómicos determinantes de un sistema de producción agropecuaria.
A fin de presentar el análisis de los sistemas de producción agropecuaria, y su desarrollo futuro, dentro de un marco que sea aplicable de manera general a todos los sistemas y regiones se han agrupado en cinco categorías los factores, tanto biofísicos como socioeconómicos, determinantes para la evolución de un sistema:
En la opinión de un sinnúmero de expertos29, estas categorías representan las áreas principales en las que las características determinantes de los sistemas de producción agropecuaria, su desempeño y evolución son factibles de ser afectados significativamente durante los próximos treinta años. La Figura 1.5 representa de manera esquemática las interrelaciones de estos factores determinantes de los sistemas de finca y por ende de los sistemas de producción agropecuaria. Algunos de estos factores son inherentes al sistema de producción, mientras que otros son externos. Los principales factores exógenos (externos) que influyen el desarrollo de los sistemas de producción agropecuaria -políticas, instituciones, bienes públicos, mercados e información- se indican en el lado izquierdo de la figura y se encuentran fuera del área punteada que marca el límite del sistema. La disponibilidad de mercados y los precios de oferta influyen directamente sobre las decisiones de los agricultores en cuanto al patrón de su empresa, en lo relacionado a la compra de insumos y en el cronograma de ventas de la producción. La disponibilidad de infraestructura económica y social en las áreas rurales determina los costos de transporte y la disponibilidad de servicios a los que tiene acceso la familia agropecuaria -en especial, en cuanto a salud humana y sanidad animal. De manera similar los servicios de información y de educación afectan las estrategias y decisiones de la familia agropecuaria. Las tecnologías que determinan la naturaleza de la producción y procesamiento y uso de los recursos naturales son principalmente factores endógenos (internos), y por lo tanto se representan al interior de los límites del sistema de producción agropecuaria. En términos generales, los factores biofísicos tienden a definir el conjunto de posibles sistemas de producción agropecuaria, mientras que los factores socioeconómicos determinan las características reales del sistema de producción agropecuaria que se pueden analizar en un tiempo dado.
Figura 1.5 Representación Esquemática de los Sistema de Producción Agropecuaria |
Por lo general la evolución de un sistema de producción agropecuaria sigue una ruta predecible. Por ejemplo, un sistema que originalmente depende únicamente de la labranza manual puede enfrentar limitantes, una vez que la diversificación impulsada por el mercado tenga lugar. Esto puede llevar al empleo cada vez más frecuente de tracción animal y reemplazar así algunas operaciones manuales y, de existir tierra disponible, puede conducir a la expansión del área cultivada. Más tarde, se puede dar una intensificación de la producción debido a la presión demográfica y a la escasez de tierra disponible. La evolución impulsada por el desarrollo del mercado, en ocasiones resulta en la especialización de la producción y por lo general, requiere de un incremento en el uso de insumos externos. La siguiente etapa en este proceso de evolución puede incluir la mecanización parcial de la producción y una importante integración al mercado. Finalmente, es muy posible que se dé un alto grado en la intensidad de la producción -tal vez orientada a la exportación- que está caracterizada por el uso intensivo de insumos adquiridos, concentración de la tierra y un alto grado de mecanización. Es posible que en ciertas circunstancias se desarrollen sistemas intensivos mixtos. En todos los casos, la infraestructura disponible y el acceso a información técnica y de mercado se constituirán en factores determinantes en la evolución del sistema. Los cinco factores determinantes en la evolución de los sistemas de producción agropecuaria, ya mencionados, se describen a continuación.
Cuadro 1.1 Presión Demográfica sobre la Tierra Agrícola Cultivada de Manera Anual y Permanentemente por Región 1995-97 (personas/ha) | ||
Región |
Pob. Agrícola |
Pob. Total |
Africa Sub-Sahariana |
2,2 |
3,6 |
Oriente Medio y Africa del Norte |
3,1 |
4,5 |
Europa Oriental y Asia Central |
0,3 |
1,6 |
Asia Meridional |
3,5 |
6,3 |
Asia Oriental y Pacífico |
4,9 |
7,9 |
América Latina y el Caribe |
0,7 |
3,2 |
Promedio |
2,3 |
4,5 |
Fuente: FAO 2000a |
La interacción existente entre recursos naturales, clima y población determina la base física de los sistemas de producción. En las primeras etapas de desarrollo de un sistema, el incremento de la población por lo general conduce a la expansión del área cultivada, y en muchos casos, al desarrollo de conflictos entre los diferentes usuarios de la tierra y de los recursos hídricos. Una vez que la tierra de mejor calidad ha sido explotada, el crecimiento progresivo de la población conduce a la intensificación de los sistemas de producción. En este contexto la biodiversidad se ve amenazada ya que los bosques y tierras boscosas se ven sujetos a mayor presión; lo que puede generar una tensión creciente entre el desarrollo y las metas de conservación. Estas tendencias por lo general se han visto exacerbadas por la costumbre predominante en la colonia y en la época post-colonial de asignar a las poblaciones nativas y minoritarias las tierras de peor calidad -lo que agravó el problema de la degradación de este recurso.
La tierra cultivada, incluyendo aquella con cultivos permanentes, ha aumentado en más de un cuarto- a aproximadamente mil millones de ha- en los últimos cuarenta años. No obstante, el acelerado crecimiento de la población ha significado que la disponibilidad de tierra cultivable per cápita en los países en desarrollo haya disminuido aproximadamente a la mitad desde la década de 1960.
Cuadro 1.2 Expansión Anual Promedio del Área Cultivada 1961-1997 | |
Región |
% anual |
Africa Sub-Sahariana |
0,73 |
Oriente Medio y Africa del Norte |
0,42 |
Asia Meridional |
0,18 |
Asia Oriental |
0,91 |
América Latina y el Carib |
1,26 |
Promedio |
0,67 |
Fuente: FAO 2000a |
Desde 1960 la tierra dedicadas al pastoreo alcanzó un 15% en las regiones en desarrollo, lo que equivale a aproximadamente 2 200 m de ha en 1994. Esta expansión se consiguió, en su mayoría, a expensas de las áreas boscosas que descendieron a alrededor de 2 300 millones de ha durante el mismo período. Las tasas de crecimiento anual de tierra cultivable varían considerablemente según la región como se muestra en el Cuadro 1.2. Las tasas de crecimiento registradas en América Latina y el Caribe fueron las más altas de todas las regiones -1,26% anual, comparado con el 0,18% anual registrado en Asia Meridional. Es importante anotar que durante este período la intensidad del cultivo promedio incrementó en tan solo un 5%; lo que sugiere que el incremento en la producción no se ha dado como resultado de la intensidad de los cultivos sino que ha sido principalmente resultado del incremento en el rendimiento y de la expansión del área cultivada. Se estima que existen 1 800 millones de ha de tierra de calidad óptima disponible para uso agrícola futuro, no obstante, este escenarios aparentemente favorable se ve seriamente afectado por una serie de factores. La mayoría de la tierra cultivable es apta para un número relativamente limitado de cultivos (v.g. olivos en el norte de Africa). En segundo lugar, más del 90% de la tierra que se encuentra disponible para fines agrícolas está en América Latina y en el Africa Sub-Sahariana; esto significa que la expansión simplemente no es una opción para la mayor parte de Africa Septentrional, Europa Oriental, Asia y Oriente Medio. Aun en aquellas áreas en donde parece existir un potencial de expansión, se estima que más del 70% de la tierra disponible tiene uno o más limitantes de suelo y relieve. Debido a estos factores, la expansión30 del área cultivada que se ha proyectado en las regiones en desarrollo para el 2030 alcanzará únicamente la mitad de la tasa histórica -lo que añadirá aproximadamente 120 millones de ha al total actual31. No obstante, no deja de extrañar que para el año 2030, a pesar del incremento poblacional a más de 2 mil millones de personas en los países en desarrollo, el porcentaje promedio de tierra cultivable disponible por persona relacionada con la agricultura, podría incrementar32 debido a la estabilización de las poblaciones agrícolas.
A pesar del costo elevado que por lo general implica desarrollar sistemas de riego, el uso de tierra irrigada ha aumentado en tres veces la tasa de expansión global para tierra de cultivo. El área total con riego en los países en desarrollo se ha duplicado desde 1961 -ha alcanzado los 197 millones de ha. Esto sustenta el argumento que muchas áreas en los países de desarrollo han experimentado limitaciones a una mayor expansión durante varias décadas, o más. No obstante, la intensificación por medio del riego tiene sus límites. En la actualidad, ésta consume alrededor del 70% del volumen total de agua apta para el consumo humano; es probable, no obstante, que esta proporción experimente un descenso durante los próximos 30 años, debido al incremento del uso del recurso hídrico en las áreas urbanas y para fines industriales. A pesar del hecho de que únicamente 7% del total de los recursos hídricos renovables de los países en desarrollo se explota en la actualidad, se espera que las tasas de crecimiento de riego actuales se reduzcan, debido a estas demandas antagónicas; sumadas al hecho de que la mayor parte del agua disponible no se encuentra ubicada en áreas donde ésta es requerida para la agricultura.
La expansión de la agricultura, sumada a los cambios en las tecnologías de producción, ha tenido como resultado una disminución de la biodiversidad en las últimas décadas. Además de la bien publicitada disminución de la flora y fauna nativas ha habido una reducción considerable en el número de variedades cultivadas, que ha afectado en particular a los principales cultivos de cereales: trigo, maíz y arroz. Además, se ha producido una pérdida similar de biodiversidad de los animales domésticos. No obstante, las prácticas actuales de fitomejoramiento podrían revertir esta tendencia al facilitar la preservación del material genético y al crear una reserva genética más diversa de las variedades modernas.
La agricultura contribuye en la actualidad con alrededor del 30% de la emisión antropogénica de gases de invernadero. Se espera que la producción de estos gases por parte de los cultivos disminuya en el futuro; pero, la producción de metano derivado de la actividad ganadera podría aumentar de manera substancial. La evidencia disponible33 es concluyente en que los impactos derivados del cambio climático mundial serán significativos. Se espera que la temperatura promedio del planeta en general se incremente en aproximadamente 1,4 a 5,8 °C durante los próximos 100 años; se espera además que se dé un aumento dramático en la incidencia de situaciones extremas en el clima (temperatura, precipitación y vientos). Las predicciones obtenidas en base a los modelos de simulación climática desarrollados por el Panel Intrergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en Inglés), que ha tomado como base el incremento del 1% en la emisión anual de gases de invernadero, demuestran que en 80 años los eventos climáticos extremos, que en la actualidad se experimentan una vez cada 100 años, ocurrirán en forma habitual. El incremento de las temperaturas se traducirá inevitablemente en un aumento en el nivel de los mares -que según estimados incrementó entre 0,1 y 0,9 metros durante este siglo.
Es de esperar que tanto la agricultura como la seguridad alimentaria se vean afectadas por el cambio climático; no solamente, se producirá un cambio en el rendimiento de los cultivos, sino que se requerirán grandes inversiones en infraestructura. Entre los impactos que el Grupo de Trabajo del IPCC prevé está la disminución del rendimiento potencial de los cultivos en la mayoría de regiones tropicales y subtropicales; y, si el incremento en la temperatura alcanza un límite mayor al rango previsto, también se dará un incremento de temperatura en las latitudes medias34. Otro estudio realizado recientemente, estima que el rendimiento de los cultivos podría experimentar un descenso de un quinto en un sinnúmero de países en desarrollo35.
Se prevé que la disponibilidad del recurso hídrico, particularmente en el subtrópico disminuya; a pesar que algunas áreas, como el Sudeste de Asia se verán expuestos a volúmenes mayores de agua, como resultado de la intensificación de la actividad de los monsones. Se prevé además, un aumento generalizado del riesgo por inundación como resultado del aumento en el nivel de los océanos y de un incremento en la intensidad de las precipitaciones provenientes de tormentas, huracanes y de los monsones. La disponibilidad laboral también podría verse afectada por el incremento que se prevé en la contagio de enfermedades; tanto aquellas transmitidas por un vector (v.g. malaria), como aquellas transmitidas a través del agua (v.g. cólera). De manera general, el incremento en la variabilidad del clima, y por ende en la productividad agrícola, incrementa de manera substancial los riesgos que los agricultores deben enfrentar, sumada a una reducción concomitante en la inversión y en el uso de insumos.
Las inversiones realizadas en el desarrollo de tecnologías y en la investigación agrícola se han expandido rápidamente en las últimas cuatro décadas. Durante este período se dieron importantes reformas técnicas e institucionales que moldearon los patrones del desarrollo y difusión de tecnologías. A inicios de la década de 1970 se estableció el Grupo Consultivo Sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI) y los Sistemas Nacionales de Investigación Agrícola (SNIAs) se fortalecieron. Durante el período 1980 y 1990 se establecieron asociaciones entre los GCIAIs y los SNIAs, incluyendo a los consorcios eco-regionales. Durante la última década, no obstante, un sinnúmero de SNIAs se han enfrentado a limitaciones presupuestarias, toda vez que se implementaron reformas macroeconómicas.
Es innegable que el enfoque tradicional de investigación de los GCIAIs y SNIAs, que se centra en las tecnologías de producción de cultivos alimenticios y que hace énfasis en variedades mejoradas de mayor rendimiento ha tenido mucho éxito. Aproximadamente tres cuartos (71%) del crecimiento de la producción desde 1961 ha sido resultado de un incremento en el rendimiento. Este incremento ha contribuido a generar una mayor seguridad alimentaria en las regiones en desarrollo y ha sido un factor determinante en la reducción de los precios reales de los granos. Es significativo que las proyecciones de la FAO para el 203036 revelen un incremento continuo en el rendimiento promedio de los cereales en los países en desarrollo, tanto bajo condiciones de secano como con bajo riego.
Cuadro 1.3 Rendimiento Promedio de Cereales (1961-97) en Países en Desarrollo (t/ha) | ||
1961-3 |
1995-7 | |
Trigo |
0,9 |
2,5 |
Arroz |
1,8 |
3,5 |
Maíz |
1,2 |
2,6 |
Todos los cereales |
1,2 |
2,5 |
Fuente: FAO 2000a |
No obstante, muchos pequeños agricultores de bajos ingresos que viven en áreas marginales no se han beneficiado del incremento en el rendimiento de estos cereales, y por lo general, se ha dado poca prioridad a la necesidad de invertir para desarrollar tecnologías para otros cultivos. Si bien el sector privado y las grandes organizaciones de agricultores han hecho fuertes inversiones en investigación dirigida a cultivos comerciales de importancia económica, como café, té, caña de azúcar y banano, muchos productos tropicales básicos y cultivos comerciales menores han recibido poca atención. De manera similar, las inversiones realizadas en la investigación ganadera no se equiparan con la contribución que este subsector hace al ingreso del hogar agropecuario, o PIB agrícola. Solamente uno de los centros de investigación GCIAI -Instituto Internacional de Investigación Ganadera (ILRI, por sus siglas en Inglés), se concentra en la investigación ganadera; aunque otros centros cuentan también con otros programas de producción ganadera. A diferencia de lo anterior, la investigación agrícola en los países industrializados ha estado bien financiada por parte del sector privado. En consecuencia, los países desarrollados cuentan con una gama mucho más amplia de tecnologías nuevas para sus sistemas de producción y cultivos de interés, a diferencia de los sistemas de producción de los pequeños agricultores, que viven en países en desarrollo.
De manera general, la investigación se ha centrado primordialmente en la intensificación de la producción agrícola y ganadera, que se realiza, por lo general por medio de la adquisición de insumos. La investigación para desarrollo de tecnologías integradas, que permitan diversificar las formas de subsistencia de los pequeños agricultores e incrementar la sostenibilidad del uso de la tierra, se ha dado en menor grado. Por ejemplo, se sabe muy poco acerca del papel que la materia orgánica tiene en el suelo, del desarrollo de sistemas de labranza mínima, del uso de recursos orgánicos al nivel de finca en combinación con el uso de fertilizantes y la función de las leguminosas en la fijación biológica del nitrógeno. Así también, la investigación que se ha realizado en manejo integrado de plagas (MIP) o en control de malezas ha sido muy limitada. Puesto que estos temas son de poco interés para el sector privado, existe el peligro de que además sean ignorados por las instituciones públicas de investigación.
A pesar de estos limitantes, la agenda global de investigación está cambiando su enfoque anterior, que se centraba en el desempeño de un cultivo en particular, a una aceptación cada vez mayor de la importancia del incremento de la productividad de los sistemas. Este incremento se entiende, de manera general, como la interacción más efectiva entre empresas agrícolas diversificadas, manejo sostenible de los recursos y una mejora en la focalización de las tecnologías, dirigidas hacia las mujeres agricultoras y hogares más desfavorecidos. Probablemente lo más importante a largo plazo es que las modalidades institucionales están en un franco proceso de cambio, de un enfoque centrado en el sector público, primordilamente impulsado por el sistema internacional, hacia un énfasis en la relación entre el sector privado y público, que se deriva principalmente de las demandas del cliente. Estos cambios están siendo acompañados por una creciente comprensión de los problemas y oportunidades que experimentan los agricultores y por una mayor disposición para combinar el conocimiento nativo con la información actual.
Es muy probable que el incremento en las inversiones realizadas en biotecnología aumente la productividad en la investigación agrícola y tenga el potencial para revolucionar las prácticas de la producción, mediante la generación de variedades de cultivo adaptadas a las condiciones locales. A pesar de que ha habido un descenso gradual en el financiamiento público nacional e internacional para la investigación agrícola y servicios de extensión, la investigación del sector privado en biotecnología ha tenido un amplio apoyo; aunque por lo general en lo relacionado a cultivos alimenticios tropicales. Es probable que la mayor parte de estas investigaciones se centren en la generación de insumos dirigidos a obtener mayores ganancias, cultivos de exportación y agroprocesamiento.
Si bien el proceso de globalización se caracteriza por presentar una amplia gama de cambios a todo nivel. El énfasis del presente documento se ha puesto en la reforma económica y en la liberalización del comercio. Para fines de la década de 1970 las economías de varios países en desarrollo habían experimentado una fuerte distorsión como resultado de una excesiva intervención y control gubernamental. La mayoría se encontraba en serias dificultades económicas, con altos niveles de inflación, con balanzas de pago excesivamente abultadas y déficit fiscal, con una elevada proporción de deuda externa, con tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) negativas o que no conseguían igualarse al ritmo del incremento de la tasa poblacional. A fin de hacerle frente a estos problemas, el Fondo Monetario Internacional, y posteriormente el Banco Mundial y otras instituciones internacionales, así como organismos donantes bilaterales pusieron en marcha programas de crédito que financiaron las balanzas de pago de un sinnúmero de países en desarrollo, bajo la condición de que se aplicaran Programas de Ajuste Estructural. Estos Programas de Ajuste Estructural (PAEs) han tenido como resultado la liberalización del comercio y del sistema que caracterizaba a las tasas de cambio y han reducido de manera radical los subsidios en muchos de los países en desarrollo. No obstante, los ajustes estructurales no han conseguido eliminar el sesgo urbano de las políticas en los países en desarrollo.
Los PAEs han incorporado reformas específicas para el sector agrícola. Estas incluyen medidas dirigidas a: (i) terminar con los monopolios de comercialización; (ii) reducir la participación paraestatal en la provisión de insumos en la comercialización y en el procesamiento; (iii) reducir o eliminar los subsidios, control de precios y los impedimentos a las actividades realizadas por el sector privado; (iv) eliminar las restricciones para el desarrollo del comercio internacional; y (v) promover la participación del sector privado. Las actividades a pequeña escala, de fácil administración, que requieren poco conocimiento técnico y un capital limitado han sido adoptadas rápidamente. La más importante de éstas actividades es la industria harinera. En muchos países la comercialización de granos ha sido el primer servicio agrícola de importancia en ser privatizado debido a la existencia previa de mercados paralelos; ya que las juntas de comercialización de granos han impuesto importantes cargas financieras a los gobiernos.
En los últimos años, tanto los acuerdos internacionales como el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) han contribuido a impulsar la liberalización del comercio. Los mercados tienen un papel fundamental en el desarrollo agrícola, puesto que son los responsables de formar los nexos entre la finca y las economías rurales y urbanas; estas últimas se constituyen en la base de la que depende el proceso de desarrollo, como lo ha señalado Mellor (anteriormente ya señalado). Como resultado de la disminución de los limitantes que enfrentan el comercio y la inversión internacional, el proceso de liberalización del comercio está generando cambios en la estructura de la producción a todo nivel -incluyendo los sistemas de producción agropecuaria de pequeños propietarios en un sinnúmero de países en desarrollo. Recientemente, el desarrollo del mercado ha experimentado una aceleración como respuesta a las fuerzas del mercado; así también, los patrones de producción y el uso de los recursos naturales están experimentando profundos cambios en respuesta a estas tendencias. El ritmo de cambio que ha resultado de esta transición ha tenido, no obstante, importantes efectos negativos. Durante la década de 1980 e inicios de la década de 1990, la incidencia de la pobreza fue mayor en muchos sistemas de producción agropecuaria. Esto se dio como resultado de la reducción del apoyo gubernamental y se debió también a la caída de los precios de los principales rubros producidos por los pequeños agricultores.
Los productos de los países en desarrollo que son competitivos en los mercados internacionales se beneficiarán con el descenso de las barreras arancelarias existentes entre los distintos países en la actualidad. Así también, si se eliminan los subsidios al productor en los países industrializados, pues estos productos reemplazarán aquellos que hasta este momento se ven amparados por estas barreras de protección. Las tendencias sociales económicas y culturales que se dan en general, también contribuirán a la profunda reestructuración que experimentará la demanda del mercado, a medida que el incremento de la urbanización, el aumento de los ingresos, la mejora en las comunicaciones y la difusión de las preferencias culturales ejerzan sus efectos sobre el mercado. La disponibilidad de nuevas tecnologías de producción, poscosecha y transporte cambiará también los patrones de demanda haciendo que los mercados tengan acceso a nuevos productos, antes inaccesibles -o a productos tradicionales bajo diferentes formas de presentación.
El desarrollo de sistemas de producción agropecuaria de naturaleza dinámica requiere de un entorno adecuado de políticas. Más aún, el establecimiento de los nexos finca, entorno rural y urbano, descritos por Mellor37 requiere de una demanda efectiva. En este contexto, el cambio más importante que se ha dado durante los últimos treinta años ha sido el ajuste estructural (ver arriba). Esto implicó, que de manera generalizada se dejara de considerar a la autosuficiencia alimentaria nacional como un elemento predominante en la generación de políticas para las áreas rurales.
En la década de 1960, para muchos gobiernos el afianzar la seguridad alimentaria se constituyó en una necesidad apremiante y se usó para justificar la intervención directa que se dio en la comercialización agrícola, almacenamiento, licencias de importación, subsidios a los insumos y otras áreas. A pesar de que la autosuficiencia alimentaria nacional ya no es el objetivo primordial de las políticas, la seguridad alimentaria de los hogares continúa siendo un asunto clave en las políticas tanto para los países en desarrollo como para el resto del mundo. Este tema tuvo mucho énfasis tanto en la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en 1996 con el auspicio de la FAO, como en las actividades de seguimiento en el desarrollo.
A medida que los programas de ajuste estructural han avanzado, en los últimos años los generadores de políticas han enfocado de manera cada vez más creciente su atención a la eficiencia en la provisión de servicios por medio de la reestructuración de las instituciones. Esto ha tenido como resultado importantes efectos a largo plazo: la delegación de muchos de los roles tradicionales del sector público a la sociedad civil y al sector privado. También ha conducido a la descentralización de los servicios gubernamentales, que aún se mantienen y a la reducción de la inversión estatal en la provisión de servicios públicos.
Las dos primeras tendencias encajan muy bien en la disposición, que se da a un nivel social más amplio, de incentivar la participación local en la toma de decisiones y en la asignación de recursos. La tercera tendencia, es primordialmente resultado de la transferencia de importantes responsabilidades gubernamentales al sector privado. Es muy probable que estas tendencias continúen ganando importancia durante las próximas dos décadas. No obstante, a pesar de ofrecer beneficios significativos en términos de movilización de recursos no gubernamentales, y de una respuesta más efectiva de las actividades públicas a las necesidades locales, estas tendencias también han creado dificultades. La respuesta del sector privado ha sido lenta o simplemente parcial y en muchos casos ha carecido de los incentivos necesarios para reemplazar a los servicios públicos en las áreas financiera, de investigación, extensión, educación, salud e incluso en el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura -particularmente en las áreas rurales en donde la pobreza es generalizada. En este contexto, los pequeños agricultores y los hogares con mujeres jefas de hogar han sufrido de manera desproporcionada. El elemento faltante ha sido la creación de nuevos servicios públicos que permitiera crear un entorno de apoyo al crecimiento de las actividades llevadas a cabo por el sector privado y que permitiera fortalecer tanto la equidad como la sostenibilidad medioambiental.
A pesar de esta omisión crítica, el fortalecimiento de las instituciones locales, -que implica la descentralización y democratización al nivel local- es bastante evidente en muchos países. En los últimos años, el papel de la mujer en los gobiernos locales se ha visto fortalecido en algunos países, aunque los resultados a largo plazo aún no se evidencian. Estas tendencias han sacado a la luz desacuerdos existentes entre las autoridades centrales y locales, en cuanto a la definición de prioridades de desarrollo y de asignación de recursos; así como, respecto al desarrollo de mecanismos de vigilancia. Los cambios que se han experimentado en algunas otras políticas han tenido un efecto dramático en los incentivos para la producción en algunos sistemas de producción agropecuaria. Por ejemplo, la introducción de las políticas de incentivo al nivel de hogar agropecuario individual, fomentó la producción alimenticia y agrícola de la noche a la mañana en Vietnam, que anteriormente era un país con déficit de producción de alimentos y que ha pasado a ser un país exportador de alimentos. De manera similar, la adopción del sistema de responsabilidades al nivel de hogares individuales en China dio como resultado un incremento dramático en la producción y significó un cambio importante en las estructuras de la producción.
Las políticas relacionadas con el acceso y control de los recursos naturales -en particular de la tierra y el agua- son cada vez más relevantes. A medida que las poblaciones continúen creciendo y que aumente la degradación de las tierras marginales, se intensificará la demanda de un acceso equitativo a los recursos por parte de las poblaciones más desfavorecidas, minoritarias y nativas. A pesar de que el crecimiento en las tasas de urbanización aliviará algo la presión, los gobiernos que no puedan desarrollar e implementar políticas efectivas con relación a la tenencia de la tierra, manejo del agua y reforma tributaria, enfrentarán el riesgo de que se produzcan serios conflictos sociales.
La evolución de los sistemas de producción agropecuaria basada en una especialización cada vez mayor (v.g. planteles avícolas a gran escala) o una intensificación integrada (v.g. arroz-peces-patos) ha requerido de mayor conocimiento por parte de los administradores agrícolas. La necesidad de contar con mejor información y capital humano más preparado ha aumentado a medida que los sistemas de producción se han integrado a los sistemas de mercado regionales, nacionales e internacionales. En la actualidad, un buen numero de agricultores en los países en desarrollo comprende mucho mejor la naturaleza de la demanda a la que debe responder -en términos de las implicaciones que la demanda tienen en la selección de variedades, programación de las siembras, embalaje y químicos permitidos. Como resultado de esto, los agricultores han modificado de manera progresiva sus prácticas de producción y la gama de productos cultivados en respuesta a los patrones cambiantes de la demanda. Este enfoque basado en el conocimiento no se ha adoptado de manera generalizada en los países en desarrollo, aparte de un grupo relativamente reducido de productores comerciales que cuentan con una educación formal. No obstante, las experiencias obtenidas con algunos pequeños agricultores demuestran que este enfoque es factible incluso entre los productores que viven en pobreza extrema. Es muy posible que durante los próximos treinta años se intensifiquen los ajustes realizados en el sistema basado en el conocimiento de la demanda, dependiendo del ritmo y del tipo de evolución que los sistemas de producción agropecuaria experimenten.
La falta de educación, información y capacitación, por lo general son factores limitantes clave en el desarrollo de los pequeños agricultores. Algunos expertos anticipan una revolución en la información que pondrá al alcance de los pequeños agricultores una cantidad considerable de información tecnológica, de mercado e institucional. No obstante, es poco probable que la mayor parte de esta información esté al alcance de la mayoría de los productores en países de bajos ingresos en los próximos años, aunque las operaciones comerciales podrían experimentar beneficios. Los problemas de inequidad en el acceso y difusión, que se generarán como consecuencia de haber relegado a las poblaciones marginales serán inevitables.
Uno de los logros más importantes obtenidos en un sinnúmero de países en desarrollo en las últimas tres décadas ha sido la disminución en las tasas de analfabetismo y la generalización de la educación primaria en la mayor parte de la población rural. Frente a los importantes réditos que se derivan de la educación primaria, ampliamente demostrados, se prevé que la educación rural se generalizará considerablemente en aquellos países en donde la discriminación de género es mínima, en donde el conflicto civil sea inexistente y donde la estabilidad económica pueda ser mantenida. Estos avances pueden permitir a las próximas generaciones estar mejor equipadas para participar en una agricultura basada en el conocimiento y para utilizar la creciente base de información.
La educación primaria y superior se han generalizado de manera paralela en la mayoría de países en desarrollo; por lo tanto, en varios países, los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil cuentan en la actualidad con una dotación estable de graduados en el área agrícola, que pueden proveer de servicios técnicos a los agricultores. No obstante, muchos expertos están convencidos de que el sistema educativo agrícola debe someterse a una reforma curricular, que tenga como resultado una reforma radical en la calidad y en la importancia que se dé a este tipo de capacitación.
La presencia de conflictos armados, la migración de los hombres en busca de empleos remunerados y las crecientes tasas de mortalidad producidas por el VIH/SIDA han conducido a un incremento en el número de hogares presididos por mujeres y han producido una carga considerable en la capacidad de las mujeres para producir, proveer y preparar alimentos. A pesar del papel cada vez más prominente que las mujeres desempeñan en la agricultura, éstas siguen sufriendo severas desventajas en su acceso a las actividades comerciales. Una investigación de la FAO demostró que las mujeres agricultoras tenían únicamente un 7% de acceso a los servicios de extensión agrícola al nivel mundial y que únicamente el 11% de los funcionarios de extensión son mujeres38. Es todavía frecuente que en los países en desarrollo se niegue a la mujer el estatus legal necesario para permitirle el acceso a los créditos. Esta falta de acceso a los servicios financieros rurales es un impedimento en los esfuerzos que las mujeres realizan para mejorar sus actividades agropecuarias. No obstante, se prevén mejoras en estas áreas en las próximas décadas, a medida que las mujeres se organicen de mejor manera, a fin de hacer valer sus derechos.
A pesar de que en el pasado muchos de los esfuerzos de desarrollo no alcanzaron a las mujeres -debido a que los planificadores tenían una comprensión bastante pobre acerca del papel que la mujer tenía en la agricultura y en la seguridad alimentaria del hogar- en la actualidad se están haciendo esfuerzos para tomar en cuenta la situación real de la mujer. También se espera que como resultado de una mejora en la educación primaria la situación de la mujer mejore, ya que un número cada vez mayor de mujeres dedicadas a la agricultura podrá comunicarse de manera directa y en el mismo lenguaje con los funcionarios de extensión, banqueros o administradores de agronegocios. A pesar del incremento en la sensibilización respecto a los roles de género, la incapacidad de alcanzar a las mujeres con servicios efectivos es todavía generalizada. Entre los expertos en desarrollo es ampliamente aceptado que en el empoderamiento de la mujer reside la clave para mejorar los niveles de nutrición, tanto infantil como familiar, para mejorar la producción y distribución de alimentos y productos agrícolas, y para elevar las condiciones de vida de las poblaciones rurales. Se ha llegado a la conclusión de que si la mujer en Africa recibiera el mismo nivel de educación que el hombre, el rendimiento agrícola experimentaría un incremento de entre el 7 y 22%39. De manera similar, un mejor acceso al crédito, a la tierra y a los servicios de extensión permitiría a las mujeres realizar una contribución aun mayor al propósito de eliminar el hambre y la pobreza rural. A medida que el sesgo de género sea eliminado, en las próximas décadas - por lo general frente a severas limitaciones culturales y religiosas- la productividad al interior de los sistemas de producción agropecuaria experimentará una importante transformación.
El presente estudio esboza los retos futuros, las oportunidades y las estrategias propuestas para el desarrollo agrícola de las regiones en desarrollo. En este capítulo se ha presentado la importancia del análisis de los sistemas de producción agropecuaria, prestando especial atención a la descripción de las tendencias clave que se prevé influirán en la evolución de los sistemas de producción durante los próximos treinta años. Tomando como base las proyecciones de la FAO40 y haciendo uso de una amplia gama de bases de datos, en los capítulos 2 - 7 este libro caracteriza y analiza los principales sistemas de producción agropecuaria de las seis regiones en desarrollo del mundo. Puesto que una sola región puede presentar hasta 16 sistemas diferentes, en cada región se han seleccionado únicamente de tres a cinco sistemas para su análisis detallado. Este análisis se ha dividido en tres secciones: (i) características; (ii) tendencias y problemas (iii) prioridades. Cada análisis regional concluye con una discusión de las prioridades estratégicas para la región. En el capítulo 8 se presentan los factores comunes, los desafíos y las prioridades transversales que surgen de estos análisis. Finalmente, en el capítulo 9 se presentan las Conclusiones y las Perspectivas Futuras de estos sistemas.
Notas de pie de página:
1 FAO 1996a.
2 FAO 1999a.
3 Al nivel internacional, el término `pobreza' se aplica a aquellos pobladores que ganan menos de 1US$ al día.
4 Asamblea General de las Naciones Unidas 2000.
5 Banco Mundial 1997.
6 Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola 2001.
7 Las proyecciones completas para el 2015 y 2030 se resumen en FAO (2000a).
Estas proyecciones, realizadas por la FAO, son ampliamente utilizadas en el presente libro.
8 El Banco Mundial clasifica a los países en desarrollo en seis regiones; esta clasificación se adoptó para el análisis que subyace al presente estudio. En el Anexo 3 se encuentra la lista de países que conforman cada región.
9 La FAO define como población agrícola a la población que depende de la agricultura, la caza, pesca o forestería para su subsistencia. Este estimado comprende a todas aquellas personas activamente involucradas en actividades agrícolas y a sus dependientes económicamente inactivos.
10 Fondo de Población de las Naciones Unidas 2000.
11 Fondo de Población de las Naciones Unidas 2000.
12 La desnutrición se define como la situación en la que la ingesta de alimentos de un individuo no cubre los requerimientos básicos de energía.
13 Las regiones corresponden a aquellas empleadas por la FAO (2000a) - ver la lista de los países que se incluyen en cada región en el Anexo 3. No existen datos disponibles para Europa Oriental y Asia Central.
14 FAO 2000a.
15 Banco Mundial 20001b.
16 No obstante, algunos países cuyo sistema económico estaba basado en la planificación central (v.g. Mongolia, Georgia) presentan tasas más elevadas de pobreza urbana que de pobreza rural.
17 Por ejemplo, Datt y Ravallion 1998.
18 Mellor 2000.
19 Un sinnúmero de publicaciones proveen definiciones para los sistemas de finca y los sistemas de producción agropecuaria que hacen énfasis en diferentes aspectos del sistema. Por ejemplo, en lo relacionado a componentes del sistema y a las interrelaciones que se dan entre sistemas (ver Dillon et al 1978 y Shaner et al 1982). Además en lo que se refiere a los procesos biofísicos y socioeconómicos que son complementarios (ver Norman et al 1982).
20 Lightfoot et al., 1991.
21 Los hogares de refugiados y trabajadores agrícolas sin tierra o que no poseen ganado por lo general no se consideran hogares agropecuarios.
22 Ver también la nota de pie de página 19 en relación a la diversidad de definiciones que se dan de los sistemas de producción agropecuaria.
23 Collinson (2000) presenta un completo recuento histórico respecto a la evolución del enfoque de los Sistemas de Producción Agropecuaria.
24 A pesar de que ambos enfoques se centran en el agricultor y reconocen la diversidad de las formas de subsistencia, el enfoque de Formas de Subsistencia Sostenibles (ver Ellis [2000] para una visión sucinta y completa) hace mayor énfasis en la vulnerabilidad.
25 Finca típica para el caso de agricultura comercial o a gran escala.
26 Autores anteriores han seguido convenciones diferentes a este respecto. Ruthenberg (1971) se refiere a grupos o familias de sistemas de producción agropecuaria al nivel mundial, v.g. sistemas de cultivo cambiantes. Fresco (1986), por su parte, aplica nombres en singular para los sistemas de producción.
27 FAO 1999c.
28 Nótese que las redes de seguridad se excluyen de esta evaluación pues se consideran medidas paleatorias, que por lo general no están dirigidas a impulsar a los hogares fuera del círculo de la pobreza.
29 El equipo de expertos está constituido en su mayoría por personal y consultores de la FAO.
30 FAO 2000a. Es evidente que la tasa real de expansión dependerá del tipo de evolución que estos sistemas experimenten.
31 FAO 2000a.
32 Los cambios en la disponibilidad de área cultivada per cápita variarán considerablemente de una región a otra. Se prevé que casi la totalidad de tierra adicional cultivada provenga de la expansión de la frontera agrícola que tendrá lugar en Africa y América Latina, mientras que el área cultivada puede disminuir en áreas como el Medio Oriente.
33 Panel Intergubernamental del Cambio Climático 2001.
34 Se debe señalar, no obstante, que esto se refiere a descensos en el rendimiento potencial, pues en muchos sistemas de producción otros factores pueden constituir un limitante más severo que el impacto del calentamiento global.
35 Fischer et al., 2001.
36 FAO 2000a.
37 Mellor 2000.
38 FAO 1990b.
39 FAO 1990b.
40 FAO 2000a.