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INTRODUCCIÓN


1. El hambre es la manifestación más extrema de la pobreza y la privación humana. El hambre en un mundo caracterizado por la abundancia no sólo es una vergüenza moral, sino que es también una violación del más fundamental de los derechos humanos, el derecho a una alimentación suficiente. El hambre comporta grandes costos económicos: la productividad de las personas, el crecimiento de las naciones y el uso sostenible de los recursos naturales quedan gravemente comprometidos por el hambre. La Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) de 1996 hizo un llamamiento para que se redujera a la mitad el número de las personas hambrientas para el año 2015, un llamamiento que se repite en los Objetivos de desarrollo del Milenio. Pero si no se adoptan medidas firmes en una escala proporcional al tamaño del problema no podrá lograrse el objetivo de reducir a la mitad el número de personas hambrientas.

2. Tiene poco sentido el desarrollo sostenible en la presencia de situaciones de hambre y pobreza en gran escala. Las personas hambrientas son incapaces de trabajar a pleno potencial, son más propensas a condiciones de salud precarias y carecen de la capacidad para ahorrar e invertir. El hambre es a la vez causa y efecto de la pobreza. Las personas que padecen hambre encuentran las vías de salida de la pobreza impedidas. Las personas hambrientas tienen todas las razones del mundo para tener que ocuparse a fondo de los limitados recursos que utilizan para subsistir. Pero sus actividades están dominadas por la lucha por encontrar la siguiente comida para ellos mismos y sus familias. La eliminación del hambre es un ingrediente esencial de toda estrategia de desarrollo económico sostenible y de gestión racional del medio ambiente.

3. El desafío principal es el de adoptar políticas, establecer instituciones y movilizar recursos que promuevan los objetivos interconexos del crecimiento de la productividad agrícola, la reducción del hambre y la utilización sostenible de los recursos naturales. Salvo en pocas excepciones, la posibilidad de destinar recursos naturales adicionales (sobre todo de tierras y agua) a la producción agrícola es limitada. La opción más viable es la de emprender una intensificación sostenible, es decir, incrementar la productividad de las tierras, el agua y los recursos genéticos, de manera que no comprometan la capacidad productiva futura de esos recursos. Existen ya tecnologías de producción sostenible que pueden contribuir a mejorar la productividad agrícola, potenciando al mismo tiempo la biodiversidad, la fertilidad del suelo y la eficiencia en el uso del agua, y reducir la presión al aclareo de terrenos forestales y sobreexplotar las poblaciones de peces silvestres. Es el entorno normativo lo que determina si las tecnologías aplicadas, y sus efectos en el medio ambiente y las personas, son o no efectivamente sostenibles.

4. En este documento se explica que es necesario intensificar la investigación sobre determinados países y cuestiones, pero que el conocimiento insuficiente sobre cómo combatir el hambre no es una razón para renunciar a la acción. Se sabe muy bien que alrededor del 75 por ciento de la población pobre y hambrienta vive en zonas rurales y depende directa o indirectamente de la agricultura para su subsistencia. Por consiguiente, se requiere un planteamiento de doble componente para reducir el hambre, en que las medidas para incrementar la productividad de los agricultores particularmente pobres en recursos y los trabajadores sin tierras se complementen con medidas para ampliar el acceso directo a los alimentos de los más necesitados.

5. Siguiendo este planteamiento de doble componente, en el Programa de Lucha contra el Hambre se establecen cinco esferas de acción prioritarias que deberían adoptarse si se quiere alcanzar el objetivo de la CMA de reducir a la mitad del número de personas crónicamente subnutridas para el año 2015. En el documento se señala que los beneficios de reducir el hambre compensarían con creces los costos del Programa propuesto. Las medidas fundamentales formuladas son plenamente coherentes con el Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 y están en consonancia con los fines de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, Sudáfrica, de 2002.

6. El documento contiene una estimación de costos para cada una de las esferas prioritarias y examina en qué forma podrían ser financiadas por los propios países en desarrollo y la comunidad internacional. De las distintas opciones concebibles para compartir los costos del Programa de Lucha contra el Hambre, la que se propone en el documento prevé una participación en partes iguales de la comunidad internacional de donantes y los países en desarrollo beneficiarios.

7. El Programa de Lucha contra el Hambre no incluye las inversiones complementarias sustanciales que se requieren, por ejemplo, para crear condiciones de seguridad y paz o para establecer sistemas de gobierno fiables para los miembros más pobres de la sociedad, medidas ambas que pueden ser fundamentales para asegurar un acceso amplio a alimentos suficientes. En el documento se reafirma, sin embargo, que aparte de estar justificadas desde el punto de vista moral y humanitario, las inversiones en la reducción del hambre generan beneficios económicos y de seguridad atractivos y redundan en el propio interés de los países ricos y pobres igualmente. Si bien el Programa se propone asegurar el acceso a los alimentos a los más necesitados, tanto de la población urbana como rural, la inversión en capacidad productiva se limita a la población rural.

8. El Programa de Lucha contra el Hambre se basa en la esperanza de que la consecución del objetivo no sólo siga siendo alcanzable sino que pueda realizarse también dentro de un marco de desarrollo sostenible. El documento se presenta como aportación a un proceso repetitivo de consulta destinado a suscitar entre las partes interesadas y los actores el compromiso necesario para la lucha contra el hambre. Al mismo tiempo, al solicitar nuevas observaciones y sugerencias, ofrece un foro para el debate y el intercambio de ideas sobre cómo proceder a una reducción rápida del hambre.

9. El Programa de Lucha contra el Hambre es una propuesta a todas las partes interesadas y los actores en la lucha contra el hambre. No se buscan recursos adicionales para ninguna organización o programa en concreto. El primer borrador del documento se presentó en junio de 2002 en un acto colateral durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, en cuya ocasión se invitó a que se formularan observaciones y sugerencias. En el segundo borrador, preparado para poder mantener nuevas consultas con ocasión de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de septiembre 2002, se insistía en la importancia decisiva de un entorno normativo de apoyo a la población pobre, a fin de aprovechar al máximo los efectos del programa de inversión propuesto para la reducción del hambre. En la versión final se presentan algunas observaciones y propuestas de quienes examinaron el documento y las expresadas por los Estados Miembros durante las reuniones celebradas en 2003 por el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial y el Consejo de la FAO. Se insiste de nuevo en el hecho de que el programa de inversión propuesto no se deriva de un simple enfoque basado en la falta de financiación, sino que se requiere un entorno normativo propicio para su éxito. Por último, presenta aclaraciones sobre las soluciones en cuanto a la distribución de los costos y los mecanismos de financiación, subrayando que las estimaciones de los costos se supone que indican órdenes de magnitud solamente.

10. El Programa de Lucha contra el Hambre constituye un elemento central de la aportación de la FAO al Proyecto de Desarrollo del Milenio y la estrategia para lograr los Objetivos de desarrollo del Milenio. Se ha utilizado también extensamente en la conceptualización del componente agrícola de «AESAB», las cinco prioridades (agua, energía, salud, agricultura y biodiversidad) que se mencionaron para que se les prestara particular atención durante la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. El enfoque de doble componente propuesto en el documento constituye un elemento de referencia para numerosas iniciativas de la FAO, como el Programa Especial para la Seguridad Alimentaria; la Iniciativa del examen y actualización de las estrategias y políticas agrícolas, de desarrollo rural y de seguridad alimentaria nacionales; y el apoyo al Grupo de trabajo intergubernamental para la elaboración de un conjunto de directrices voluntarias con el fin de respaldar la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional.

11. La erradicación del hambre es uno de los aspectos fundamentales del mandato de la FAO. La consecución del objetivo de reducir a la mitad del número de personas subnutridas para el año 2015 requerirá un esfuerzo enérgico, concertado y suficientemente financiado de todas las partes interesadas y en condiciones de contribuir a reducir el hambre y la pobreza mediante el desarrollo agrícola y rural sostenible. A nivel internacional, los principales protagonistas son el sistema de las Naciones Unidas y las instituciones internacionales de financiación. En la sociedad civil, gran parte del impulso procede de los parlamentarios, las organizaciones no gubernamentales (ONG), las instituciones universitarias y las fundaciones filantrópicas, así como de particulares. El sector privado también ha de desempeñar una función importante, sobre todo teniendo en cuenta su creciente intervención fundamental en el perfeccionamiento de nuevas tecnologías y en la gestión del flujo de la producción agrícola internacional.

12. Tal como se pidió en la Declaración final de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, se ha puesto en marcha una «Alianza internacional contra el hambre» para movilizar la voluntad política, conocimientos técnicos y recursos financieros con el fin de alcanzar los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y los de desarrollo del Milenio, y ya están surgiendo alianzas nacionales en varios países. Durante el Día Mundial de la Alimentación de 2003, cuyo lema fue la Alianza internacional contra el hambre, se pusieron en marcha varias iniciativas y se realizaron actividades conjuntas entre los organismos con sede en Roma y diversas organizaciones de la sociedad civil.


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