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Los incendios forestales en el mediterráneo: Perspectiva regional

R. Vélez

Ricardo Vélez es Jefe del Servicio de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España.

Reseña de las causas, efectos y control de los incendios forestales en la región Mediterránea, con particular referencia a las medidas adoptadas en España para su prevención y extinción.

Los incendios forestales constituyen actualmente la causa más importante de destrucción de bosques en los países del Mediterráneo. Cada año cerca de 50000 incendios recorren de 700000 a 1000000 de hectáreas de monte, produciendo elevados daños económicos y ecológicos e incluso pérdida de vidas humanas. Las cifras de los Cuadros 1, 2, 3 y 4 no son completas, ni fácilmente comparables, dado que los sistemas de evaluación de daños no son homogéneos. No obstante, dan idea de la magnitud del problema.

Comparando con decenios anteriores el de 1970, y en particular el de 1980, se observa que el problema se ha agravado, tanto por lo que hace al número de incendios, como a la superficie quemada. ¿A qué se ha de atribuir este aumento?

FACTORES METEOROLOGICOS

El clima dominante en el Mediterráneo condiciona de manera importante la situación. Veranos prolongados (que se extienden desde junio a octubre y, a veces, incluso más allá), sin prácticamente nada de lluvia, y temperaturas diurnas medias muy superiores a 30 °C reducen la humedad de la materia vegetal muerta a menos del cinco por ciento. En esas condiciones basta un pequeño foco de calor (un rayo, una chispa, una cerilla, una colilla) para desencadenar una violenta conflagración.

Junto con el calor y la falta de humedad, el viento es un factor meteorológico decisivo. Los vientos terrales del verano, caracterizados por su gran velocidad y poder desecante, como por ejemplo el tramontana de Cataluña e Italia, el mistral que sopla por el valle del Ródano, el khamsin de Líbano y Siria, el sharav de Israel, el sirocco del Magreb y también el «poniente» de Valencia y el «levante» del estrecho de Gibraltar, hacen descender la humedad atmosférica por debajo del 30 por ciento y contribuyen a propagar los fuegos trasladando pavesas a gran distancia.

Los vientos secos y fríos de invierno también aumentan el peligro de fuego.

En los países del mediterraneo los incendios forestales producen elevados daños económicos y ecológicos

Por ejemplo, el foehn que sopla sobre los Alpes italianos hacia el sur, y el viento que barre el norte de España procedente de la meseta central, con frecuencia son causa de que se desmanden las pequeñas quemas provocadas deliberadamente por pastores y campesinos.

Las condiciones del clima, particularmente rigurosas en los dos últimos decenios, han dado lugar a que empeore la situación. Por comparación con el decenio de 1960, en que el clima del Mediterráneo fue templado y la lluvia relativamente bien distribuida, el decenio de 1980 se caracterizó por sequías muy prolongadas. En particular, el año 1989 fue uno de los más secos del siglo en todo el Mediterráneo occidental.

LA VEGETACION FORESTAL COMO COMBUSTIBLE

Las prolongadas sequías que en verano caracterizan las condiciones del clima han sido determinantes de que con frecuencia la composición de los bosques del Mediterráneo se haya estabilizado a base de especies que necesitan el fuego durante su ciclo reproductivo. Los pinares constituyen las masas arboladas más extensas de ambas orillas, norte y sur, del Mediterráneo. El pino carrasco (Pinus halepensis) es el más extendido en las costas de España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Marruecos, Argelia y Túnez. El pino piñonero (P. pinea), el pinaster (P. pinaster) y el laricio (P. nigra) al occidente de la cuenca, y el brutia (P. brutia) al oriente, son las otras especies principales. Esas especies se caracterizan por mecanismos fisiológicos que conectan la reproducción natural con el fuego, por ejemplo la apertura de las piñas por el calor intenso. Esas especies suelen también tener un elevado contenido en resina y aceites esenciales, extremadamente inflamables.

PINO CARRASCO (Pinas halepensis) en Túnez

Otras especies esclerófilas de hoja perenne - Quercus - como la encina (Q. ilex), el alcornoque (Q. suber), la coscoja (Q. coccifera), han desarrollado mecanismos de adaptación para resistir el fuego. Por ejemplo, Q. suber tiene su característica gruesa corteza que aísla con cierta eficacia al cambium (alcornoque) y le permite resistir los incendios esporádicos. Asimismo, la presencia de abundantes yemas durmientes en los Quercus garantiza la producción de brotes y renuevos si la parte aérea de la planta resulta disminuida por el fuego.

Sin embargo, esta adaptación no significa protección permanente. Después de fuegos repetidos los árboles son substituidos por una cubierta de matorral leñoso que no tiene una simple resistencia, sino que es típicamente pirófito, como es el caso de los jarales (Cistus) y otras especies que producen semillas de grueso tegumento aislante o bien rizomas o raíces corredoras.

A esta evolución de la flora que se podría llamar natural, hay que superponer las variaciones que induce la gente cuando trata de restaurar la cubierta vegetal en aquellas zonas en las que el exceso de fuego o de otras explotaciones, como el sobrepastoreo y la extracción de leña, han conducido a un alto nivel de degradación. La restauración ha de hacerse normalmente usando especies pioneros, generalmente pinos, sin mezcla de otras especies. Con ello el riesgo de grandes incendios crece al verse favorecida la propagación del fuego por la continuidad de combustible muy inflamable que hay en esas plantaciones.

Hay otra influencia importante que aumenta el peligro de incendios. El desarrollo socioeconómico de la región ha sido causa de la interrupción generalizada del pastoreo y de la extracción de leña y broza. Como consecuencia, ha aumentado la combustibilidad del monte, en el que el fuego encuentra buen material para iniciarse y propagarse. Este es un problema especialmente grave en los bosques de propiedad particular que, debido a la baja rentabilidad de la mano de obra, tienden a quedar abandonados hasta la corta. El problema se agudiza más en la orilla norte del mar Mediterráneo que en la orilla sur, donde la población rural mantiene todavía un elevado número de rumiantes y extrae en cantidad leña y otros productos de uso doméstico.

Otra causa de incendio, especialmente en los bosques de la parte europea del Mediterráneo, ha sido el éxodo rural. Grandes extensiones de tierra marginal, especialmente en las zonas montañosas, han quedado abandonadas y han sido colonizadas por matorral e incluso por pinares naturales.

No quiere eso decir que el área forestal haya quedado totalmente libre de actividades. La población restante, muchas voces pastores de cierta edad, sigue haciendo quemas para eliminar broza y renovar los pastos. Sin embargo, la acumulación de combustible es causa muchas veces de que se desmanden fuegos prendidos deliberadamente con fines agrícolas. La escasa densidad de la población que queda en el bosque hace tanto más difícil su extinción.

LAS CAUSAS DE INCENDIO

Las estadísticas disponibles de las causas de incendios forestales en la cuenca Mediterránea no son completas, ni mucho menos, pero bastan para indicar que la mayor parte son provocados por el ser humano. Agentes naturales tales como el rayo son, en verdad, causa de algunos y, cuando se inician en áreas alejadas, la cuantía de los daños puede ser enorme. Por ejemplo, el rayo fue la causa de que en 1979 ardieran más de 30000 ha en Ayora-Enguera (España). Pero, de todos modos el número de incendios de origen natural es pequeño por comparación con los provocados por la gente.

CUADRO 1. Número de incendios forestales

País

1982

1983

1984

1985

1986

Argelia*

638

990

562

747

-

Chipre

97

55

76

74

50

España

6 443

4 880

7 224

12 837

7 713

Francia

5 308

4 659

5 672

6 249

5 000

Grecia

1 045

968

1 284

1 442

1 210

Israel

1 117

1 233

908

834

600

Italia

9 557

7 956

8 482

18 664

9 387

Jordania*

58

73

48

41

-

Libia*

-

3

3


-

Marruecos*

(185 incendios anuales por término medio 1982-85)

Portugal

3 567

4 503

6 377

7 218

4 437

Túnez*

73

145

121

77

-

Turquía

951

968

1 433

1 793

1 528

Yugoslavia

1 063

1 080

729

1 514

1 108

Fuentes: División Mixta CEPE/FAO de la Agricultura y de la Madera. 1988. Estadísticas de incendios forestales 1983-1986. Nueva York Naciones Unidas. Nota: No se dispone de datos del Líbano ni de la República Arabe Siria. * Estimación hecha por el propio país.

CUADRO 2. Superficie total quemada

País

1982

1983

1984

1985

1986

Argelia

9 381

221 367

4 731

4 668

-

Chipre

7 512

3 718

3 771

4 965

1 650

España

151 644

117 599

164 546

486 328

28 450

Francia

55 145

53 729

27 202

57 368

50 000

Grecia

27 372

19 613

33 655

105 450

23 286

Israel

3 441

4 788

1 740

1 476

525

Italia

130 239

223 728

78 326

189 898

86 407

Jordania*

215

319

139

38

-

Líbano*

(1 200 ha anuales por término medio 1982-85)

Libia*

-

1

3

43

-

Marruecos*

1 818

17 730

1 423

1 888


Portugal

39 557

47 812

52 713

145 255

108 500

Siria

(1 500 ha anuales por término medio 1982-85)

Túnez*

1 613

4 139

1 287

396

-

Turquía

4 018

3 556

7 358

26 007

11 296

Yugoslavia

19 358

20 585

10 314

42 791

24 563

Fuente: División Mixta CEPE/FAO de la Agricultura y de la Madera. 1986. Estadísticas de incendios forestales 3a edición. Nueva York, Naciones Unidas.
* Estimación hecha por el propio país.

Causa importante de incendios son los pastores, que prenden bosques y pastizales para promover el crecimiento de brotes fiemos para sus animales. Cuando lo hacen sin las necesarias precauciones y en coincidencia con un factor meteorológico peligroso, el incendio forestal es inevitable. Siempre se ha tendido a culpar a los pastores de prácticamente todos los incendios forestales del Mediterráneo, aunque la afirmación es exagerada.

También los agricultores se valen del fuego para deshacerse de los restos de su cosecha o para ganarle terreno al bosque. A pesar del evidente peligro, es frecuente que lo hagan incluso no lejos de grandes incendios que escapan a todo control.

La población urbana del Mediterráneo tiene muy poca idea del peligro que representan los incendios y de sus consecuencias negativas. A pesar de las continuas campañas de propaganda preventiva, muchos habitantes de las ciudades no ven el fuego forestal como amenazador, incluso en pleno verano. La falta de cuidado de los excursionistas que hacen hogueras para calentar su comida, así como de los fumadores, es causa de una tercera parte de los incendios.

Otra causa de importancia creciente es la quema de los residuos sólidos de los turistas y excursionistas. Es frecuente que se busque deshacerse de ellos mediante hogueras, prendidas muchas veces en condiciones de elevado peligro de incendio y sin tomar las debidas precauciones. En las áreas turísticas de toda la costa europea del Mediterráneo hay con frecuencia incendios provocados por la quema de basuras.

Finalmente, especialmente en el Mediterráneo occidental, hay un creciente número de incendios prendidos con fines no utilitarios, sino con el único propósito de destruir. Los motivos son muy variados: venganzas privadas, conflictos relacionados con la propiedad, derechos de caza, incluso la política forestal del gobierno, por ejemplo, cuando se procede a la repoblación a expensas de terrenos de pastoreo extensivo tradicionalmente abiertos a todos, o cuando una zona se declara parque nacional. Otro importante motivo de fuegos destructivos, sobre todo en la parte europea del Mediterráneo, es la tentativa de cambiar la clasificación de la tierra para su aprovechamiento. Por ejemplo, en algunas partes de Italia y de Grecia, constructores desaprensivos han destruido extensas zonas forestales para edificar barrios nuevos.

Irónicamente, también parece estar aumentando el número de incendios provocados por los obreros auxiliares contratados por los servicios nacionales de extinción de incendios durante los meses críticos del verano. Como reciben un salario mucho más elevado mientras combaten un incendio que mientras están a la expectativa, prenden deliberadamente - hay casos confirmados - el fuego para poder disfrutar del salario más elevado.

EL CONTROL DE INCENDIOS FORESTALES Y POSIBILIDADES DE MEJORARLO

Los incendios forestales son evidentemente un grave problema permanente en toda la cuenca del Mediterráneo. La sección que sigue resume las medidas que se pueden adoptar actualmente para dominar los incendios, e indica cómo cabe mejorarlas.

Prevención

Las actividades de prevención son de dos tipos: las dirigidas a combatir la causa principal de los incendios, es decir, el ser humano; y las encaminadas a mitigar la inflamabilidad de los recursos forestales.

En la mayor parte de los países del Mediterráneo se llevan a cabo campañas de información pública con uso intensivo de medios de difusión como son la televisión, la radio y la prensa. En la mayor parte de los casos se dirigen casi exclusivamente a los habitantes de ciudades, durante los meses de verano, y hacen hincapié en el peligro de provocar incendios por negligencia, y en sus posibles consecuencias. Aunque es difícil evaluar los resultados, parece que estas campañas han hecho disminuir la ocurrencia de incendios causados por negligencia de turistas.

Dada la movilidad de los turistas durante los meses de verano, el público de esas campañas es realmente internacional. Por consiguiente, sería útil unificar símbolos y frases en todos los países del Mediterráneo y poner de relieve la índole regional del peligro.

Para la población rural hay que proceder de distinta manera. En realidad, las campañas destinadas a poblaciones urbanas pueden afectar adversamente al público rural. En general, la gente del campo tiene cierta idea del efecto positivo de los bosques sobre el microclima y su impacto para reducir la erosión, y sabe cuáles son sus efectos potencialmente negativos. Hay, sin embargo, que integrarla en la economía forestal. Hay que exponerle claramente cómo los incendios perjudican las perspectivas que a la larga puedan tener sus actividades agrícolas y ganaderas. Es también necesario explicarle de manera concreta que los incendios afectan tanto a los montes públicos como a los bosques privados.

La clave de una campaña eficaz de información dirigida a la gente del campo es realizar estudios sociológicos para determinar exactamente lo que saben los campesinos y su actitud. En España, por ejemplo, de estudios hechos en 1987 se deduce que las campañas verbales - de boca en boca - pueden ser más eficaces que las realizadas a través de los medios de difusión. Con base en este concepto, en 1988 y en 1989 se hicieron algunos ensayos con material audiovisual que ilustra el efecto de los incendios forestales en campos y pastizales.

Las medidas preventivas deben apoyarse en una legislación que especifique claramente que desencadenar un incendio es un delito y establezca penas en proporción al daño causado. No obstante, este elemento nunca deberá ser el componente principal de dichas medidas.

Es preciso completar las campañas de información con una silvicultura preventiva, es decir, con técnicas de ordenación forestal destinadas a reducir al mínimo el peligro de incendio y la cuantía de los daños. El manejo del material combustible abarca técnicas muy diversas como el desbroce y la poda, el aclareo, la trituración de la maleza, las quemas prescritas, el pastoreo controlado y la selección de especies.

Las técnicas preventivas deben integrarse en el conjunto de las prácticas silvícolas que, en general, se concentraron siempre en la regeneración y en la producción [véase el otro artículo del autor, en la página 10]. Las que se elijan dependerán de las condiciones físicas, económicas y sociales circundantes. Por ejemplo, donde haya conflictos bosques - ganado debe estimularse el pastoreo controlado más bien que prohibirlo. Si el pastoreo se hace bajo control y en los momentos más oportunos, reduce la acumulación de combustible fino y hace partícipes a los pastores del manejo del bosque.

CUADRO 3. Riesgo anual de incendios forestales, porcentaje quemado y superficie media quemada en cada incendio, en una selección de países

País

Riesgo anuala

Porcentajeb quemado

Promedio de ha quemadas en cada incendioc

Chipre

4

0,004

61,0

España

3

0,9

31,5

Francia

3

0,3

8,3

Grecia

2

0,8

43,0

Israel

81

0,9

2,7

Italia

14

0,8

14,0

Portugal

15

2,6

13,6

Turquía

1

0,1

8,8

Yugoslavia

1

0,9

22,2

Fuente: Compilado por el autor con base en datos de la Dirección Mixta CEPE/FAO de la Agricultura y de la Madera. 1988. Estadísticas de incendios forestales 1983-1986. Nueva York, Naciones Unidas.
a Número de incendios en 10 000 ha de bosque.
b Superficie quemada/superficie de bosque x 100.
c Ha de bosques /número de incendios.

CUADRO 4. Pérdidas económicas debidas a incendios forestales (en miles de dólares EE.UU.)

País

1982

1983

1984

1985

Chipre

8

14

78

13

España

44 338

29 262

36 060

110 280

Francia

96 603

-

-

-

Israel

260

173

100

115

Italia

24 838

41 260

9 087

27 442

Portugal

9 752

8 567

5 629

16 885

Túnez

151

1 836

298

202

Turquía

13 264

2 506

7 080

19 928

Yugoslavia

-

-

277

4 956

Fuente: Estimación de los propios países.
Nota: No se dispone de datos de Argelia, Grecia, Jordania, Líbano, Libia, Marruecos y Siria.
*Estimación expresada sólo en moneda local.

El mayor problema para el desarrollo de una eficaz silvicultura preventiva proviene de la enorme extensión de las superficies consideradas y del elevado costo de la mano de obra requerida. Es indispensable contar con normas generales que estimulen las operaciones de reforestación y cuidado del arbolado existente. Esas normas deberán estar respaldadas por créditos y otros incentivos, especialmente cuando se trate de bosques de propiedad privada. En España, en 1988, el Gobierno aprobó un programa de silvicultura preventiva con el que se subvenciona hasta el 85 por ciento del costo de los trabajos desarrollados en bosques privados, siempre que sea en macizos forestales completos.

Vigilancia y detección

Todos los países del Mediterráneo cuentan con redes de detección y vigilancia a base de puestos fijos y móviles. En varios países se está llevando a cabo la automatización de esas operaciones con empleo de sensores de rayos infrarrojos y televideocámaras, en algunos casos alimentados con energía de células fotovoltaicas. También se ha experimentado la vigilancia aérea, sobre todo en España y en Italia, pero parece demasiado costosa para poder usarla extensivamente en la región. De todos modos, los sistemas a base de tecnología muy adelantada no pueden reemplazar a vigilantes que sean buenos conocedores del terreno. La persona experimentada tendrá que seguir siendo el eje de toda la actividad de detección.

LO ESENCIAL PARA LA EXTINCION DE LOS INCENDIOS es tener personal capacitado

Esenciales para el control de incendios son también los sistemas de índices de riesgo. Exigen estrecha cooperación con los servicios meteorológicos nacionales y la preparación de modelos e índices del comportamiento del fuego. Desde hace años, en muchos países del Mediterráneo se calcula sistemáticamente el índice diario de riesgo con base en el pronóstico local del tiempo. Desgraciadamente, en muchos casos, la base meteorológica es insuficiente.

En Francia y en España, se están preparando modelos para predecir el contenido en humedad de las principales especies forestales en distintas estaciones y bajo diferentes condiciones atmosféricas. También se está experimentando la percepción remota del grado de humedad.

Extinción

Todos los veranos se movilizan en la región Mediterránea, para combatir incendios, alrededor de 30 000 personas; en casos de particular gravedad se llega a 50000, con participación de fuerzas armadas.

Lo esencial para la extinción es contar con personal capacitado en número suficiente. El esquema organizativo que presta mejor nivel de protección es el que consta de un servicio general permanente reforzado con recursos y personal adicional durante los períodos críticos. El riesgo general de incendio determinará las dimensiones del servicio citado. A título indicativo, hará falta por lo menos una brigada (de siete a diez personas) por cada 10 000 ha de riesgo moderado; en áreas de mayor peligro, será preciso desplegar una brigada por cada 5 000 ha. Para que un sistema de este tipo funcione bien hace falta encuadrarlo en una legislación apropiada que delimite claramente competencias y responsabilidades, como, por ejemplo, quien tiene la autoridad para movilizar los medios, etc.

En muchos países del Mediterráneo la acción de los medios terrestres de extinción se refuerza con flotillas de aviones (en su mayoría anfibios) y helicópteros. En la cuenca del Mediterráneo se utilizan todos los veranos unas 300 aeronaves para combatir incendios. El helicóptero adquiere importancia creciente, sobre todo para el traslado de personal a lugares de difícil acceso.

No obstante, no conviene considerar los medios aéreos de extinción como substituto de las medidas terrestres de acción, sobre todo teniendo en cuenta su elevado costo. Si no bastara con medios de tierra, la incorporación de medios aéreos probablemente no mejorará la eficacia del sistema y pudiera incluso retrasar su maduración, al consumir recursos que hubieran estado mejor invertidos en formar y equipar brigadas de tierra. Aparte su costo directo, los medios aéreos exigen infraestructura adicional de personal e instalaciones.

COOPERACION INTERNACIONAL PARA EL CONTROL DE INCENDIOS FORESTALES EN EL MEDITERRANEO

La cooperación internacional ya contribuye al mejor conocimiento del fenómeno de los incendios en el Mediterráneo. En septiembre de 1987 se celebró en Valencia, a invitación del Gobierno de España, un seminario internacional sobre métodos y material para la prevención de incendios forestales. A este seminario y viaje de estudio conexo asistieron 120 participantes de 22 países; fue organizado bajo los auspicios del Comité Mixto FAO/CEPE/OIT de Técnicas de Trabajo y Capacitación de Personal Forestal.

En abril de 1987 la Comisión Nacional Griega para la Unesco patrocinó un simposio internacional para formular una estrategia común eficaz de la región Mediterránea. Además, la prevención y el control de incendios forma siempre parte del programa del Comité de la FAO sobre Cuestiones Forestales del Mediterráneo, «Silva Mediterranea», que se reúne cada dos años.

Una mejor cooperación internacional contribuiría decisivamente al combate de los incendios forestales en la región Mediterránea. Por ejemplo, los acuerdos de ayuda mutua para la extinción de incendios, ya vigentes entre varios países de la Comunidad Económica Europea, podrían ampliar su base. Un elemento clave de este proceso sería la adopción de técnicas y formas de notificación comunes.

También es muy necesario hacer más frecuente el intercambio de estadísticas. La División Mixta FAO/CEPE de la Agricultura y de la Madera publica cada dos años un resumen de las estadísticas de incendios forestales, pero convendría reforzarlas institucionalizando el actual intercambio entre expertos.

Finalmente, la colaboración internacional para la formación de personal es muy prometedora. En este aspecto se adelanta bastante organizando cursos ordinarios de control de incendios forestales bajo el patrocinio de la FAO e ICONA en el Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos en Zaragoza, España. En 1989 se impartieron dos cursos, uno en inglés y otro en francés, para ingenieros forestales de Argelia, Marruecos y Túnez, y otro más, en español, para latinoamericanos. En 1990, continuará el programa enseñando comportamiento de incendios, prevención, detección y extinción, quemas prescritas, comunicaciones y uso y manutención del material.


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