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El Valle de Amazonas

Impresiones de la Misión de Silvicultura de la FAO

por K. McGrath, R. Gachot y N. M. Gallant

La región del Amazonas ha sufrido grandemente los efectos de una prensa mal informada y ha sido objeto de la leyenda del «infierno verde». También erróneamente se le ha calificado como la posible «panera del mundo». En realidad, se trata de una región de suelos pobres y sus bosques son de peor calidad que la normal en los trópicos. Puede decirse que, posiblemente en más del noventa y nueve por ciento de la superficie, son muy problemáticas las perspectivas que existen de colonización por cualquiera de los tipos tradicionales de colonización basados exclusivamente en la producción agrícola.

Pero esta región cuenta a su favor con una magnífica red fluvial, una topografía en general poco accidentada y una selva de fácil acceso que ofrece menos inconvenientes para la explotación que probablemente cualquier otro bosque tropical de gran extensión en el mundo. No existen razones de orden técnico para no explotar los bosques hasta el límite impuesto por las necesidades de los mercados disponibles. Con métodos modernos de explotación e industrialización se podrían en realidad reducir hasta tal punto los precios de venta de la madera y otros productos forestales de esta región que sería indudablemente posible crear un mercado mucho mayor del que ahora existe, por importante que este sea.

Los bosques son en efecto de enorme extensión y, a pesar del bajo rendimiento por unidad de superficie, la cantidad de madera aprovechable acumulada en un área tan vasta alcanza proporciones impresionantes. De crearse un mercado ilimitado, cabría pensar en una industria maderera de ingentes proporciones. Sin embargo, por el momento, el único mercado con el que puede contarse es el propio mercado interior brasileño. La situación general del abastecimiento en el mercado brasileño es actualmente tal que se impone urgentemente la adopción de medidas en el valle del Amazonas para asegurar los suministros de madera que pueda exigir el futuro desarrollo del país. Se desconocen cuales han de ser estas necesidades del mercado interior para un futuro relativamente inmediato pero, no cabe duda, de que el fomento del país puede absorber, y a precios razonables, toda la madera que una industria amazónica, ampliada a un ritmo factible, pueda producir en un futuro previsible.

Indudablemente podrían encontrarse también mercados de ultramar que absorbieran con regularidad partidas de madera aserrada bien tratada y condicionada, de clases-tipos normales. Sin embargo, el grado en que dichos mercados podrían conquistarse dependería en gran parte de los costos del producto y, aún en el caso de despertarse tal demanda, no es probable que el comercio internacional pudiese ocupar en un futuro próximo más que el segundo lugar después del propio mercado brasileño.

EL BOSQUE AMAZÓNICO Y SU ECOLOGIA

Dentro de los límites del Brasil, los bosques amazónicos cubren los estados de Amazonas y Pará, extendiéndose por los territorios del Acre, Guaporé, Río Branco y Amapá, por la parte norte de Matto Grosso y por una faja estrecha de Marañón. Esta región forestal, que ocupa aproximadamente un 40 por ciento de la superficie total de Brasil, es aún poco conocida. Aunque mucho han progresado los estudios de botánica sistemática y han podido identificarse y describirse numerosas especies, el inventario está todavía muy lejos de ser exacto.

De igual manera, la información geobotánica es demasiado escasa para una clara definición de las subdivisiones. Sobre la base de la cantidad de agua existente o utilizable, como exponemos más adelante en este artículo, pueden distinguirse cuatro tipos de formaciones forestales:

1. Los manglares litorales con su flora característica;

2. Las formaciones Varzea;

3. Las formaciones Igapo; y

4. Las formaciones de Terra firma que varían de acuerdo con las condiciones climáticas (en particular con la precipitación pluvial) y que consisten en bosque denso, bosques seerófitos y formaciones de sabanas.

En términos generales, debido a la escasa fertilidad del suelo, la flora arbórea del bosque denso, que cubre más o menos el 95 por ciento del valle del Amazonas, alcanza un promedio de altura inferior que, por ejemplo, en Africa y únicamente en las masas forestales de los suelos de origen volcánico es donde puede encontrarse una vegetación comparable a la africana.

Es evidente que los actuales conocimientos no permiten describir la composición de las masas y los pocos datos de que se dispone se refieren a unas cuantas especies de un valor comercial particular 1.

[1 Las siguientes especies son bastante conocidas en el comercio exterior: Aguano (Swietenia macrophylla), Andiroba (Carapa guianensis), Assacú (Eura crepitans), Cedro (Cedrela odorata), Cupiúba (Goupia glabra), Freijó (Cordia coeloiana), Itauba (Mezilaurus itauba), Jacareuba (Calophyllum brasiliense), Louro-inhamui (Nectandra elaiophora), Louro-vermelho (Ocotea rubra), Macacauba (Platymiscium uleii), Mandioqueira (Qualia spp.), Marupá (Simaruba amara), Massaranduba (Mimusops-Manilkara spp.), Quaruba (Vochysia spp.), Sapupira (Diplotropis martiusii), Ucuúba (Virola surinamensis).

Las siguientes especies probablemente serán de interés si se Puede asegurar un suministro abundante y continuo: Acapu (Voucapoua americana), Anani (Sympnomia globulifera), Araracanga (Aspidosperma desmanthum), Cumarú (Coumarouna odorata), Jacarandá de Pará (Dalbergia spruceaena), Jutai (Hymenaea coubaril). Muiracatiara (Astronium graveolens), Muirapiranga (Brosmium paraense), Pau Roxo (Peltegyne paniculata), Pau d' Arco (Tabebuia serratifolia), Tatajuba (Bagassa guianensis).]

No es difícil apreciar que, debido a la enorme extensión de esta zona, representaría una tarea colosal la recopilación de todos los datos necesarios para realizar una evaluación exacta de los recursos forestales de la región. La única cosa que por el momento podría hacerse sería proceder al inventario de zonas limitadas, seleccionadas por razones de orden económico.

Las características más importantes de la composición física del rodal son la dispersión de árboles uniformes potencialmente utilizables para madera de sierra, lo generalmente abierto del mismo y la ausencia de plantas trepadoras y de sotobosque. Lo abierto del rodal unido a la suavidad de la topografía y los bajos costos de acceso compensan, en alto grado, el escaso rendimiento por unidad de superficie dentro del radio de dicho acceso,

Geología y topografía

El planalto del Amazonas puede considerarse como dos superficies en débil pendiente que concurren en un vértice que va de este a oeste, y que viene a corresponder al curso de los principales ríos Amazonas y Solimoes, y que se extienden a ambos lados para llegar eventualmente a la proximidad de las elevaciones de la cadena de pequeños picos y mesetas que lo unen al norte y, en menor extensión, al sur, muy en el interior de la parte central del Brasil. Al oeste la planicie se adentra en Bolivia y en el Perú llegando hasta las estribaciones de los Andes.

Aproximadamente el 42 por ciento de la superficie total, o sea un millón y medio de kilómetros cuadrados, tiene una altitud que oscila entre cero y cien metros, y otro millón de kilómetros cuadrados (cerca del 29 por ciento) a menos de doscientos metros. Lo llana que es casi toda la región constituye, en realidad, su principal característica. La estructura geológica general es la de una llanura madre de origen volcánico cubierta por una capa de areniscas terciarias que se extienden en abanico hasta cubrir una vasta superficie al oeste de Manaos y que se adentra en el Perú y Colombia, y va estrechándose entre Mansos y la desembocadura del río.

La acción del escurrimiento superficial, en un proceso más reciente, ha ido modificando poco a poco la estructura fluvial formándose un depósito cuaternario sobre el terciario en las proximidades de los ríos. Una enorme cantidad de limo arrancado de los Andes y de las riberas de los ríos, particularmente en sus cursos superiores, se va depositando a medida que la corriente disminuye al llegar al este. Esta ha sido la causa de la formación de dos capas sobre los ya degradados depósitos terciarios - una antigua capa cuaternaria1 sobre las actuales, formadas por las inundaciones y una más reciente en formación por las crecidas anuales.

[1 La formación cuaternaria llega a su punto máximo en el estuario del río o «región isleña» de Belem, y el área que a lo largo del valle principal queda todavía anualmente anegada es de enorme extensión. Las zonas sumergidas se denominan Varzea cuando todos los años se forman en ellas depósitos aluviales, o Igapo cuando están simplemente cubiertas de agua clara sin material alguno en suspensión: cada uno de estos tipos plantea diferentes problemas de acceso su bosque difiere Igualmente y también las posibilidades del aprovechamiento de la tierra. En el lenguaje local todas las tierras firmes sobre el nivel inundable se llaman terra firma, sin tener en cuenta la serie geológica a que pertecenen.]

A medida que los ríos descienden de los sectores predominantemente gneísicos arcaicos y graníticos, pasan por el casi indiscernible punto de unión de las areniscas volcánicas con las areniscas más blandas se forman rápidas o pequeñas cascadas que se conocen colectivamente como cachoeiras. El eje principal del Amazonas-Solimoes se encuentra algo más cerca de la cuenca septentrional - y del punto de unión de las rocas volcánicas con las areniscas - que de la meridional, y puesto que las cuencas septentrional y meridional están a casi igual altitud, las aguas corren más pausadamente al cauce principal del Amazonas desde el sur que desde el norte. Como resultado, la navegación río arriba puede continuar desde el Amazonas por cualquiera de los tributarios de la vertiente meridional hasta una distancia considerable, sin tropezar con los fondos someros de los rápidos, y la madera extraída de una gran faja de terreno en esta vertiente meridional, puede ser transportada sin dificultad. Incluso más arriba de los rápidos en la parte sur, que representa prácticamente toda la zona de la caoba, el transporte maderero por vía fluvial no presenta ni remotamente las dificultades que ofrecen las importantes cataratas y rápidos en la margen septentrional. Aquí el cruce del vértice de unión de las dos series geológicas da origen a verdaderas cataratas en vez de simples rápidos.

Hidrología

La principal característica del curso del Amazonas y de sus principales afluentes es su gran crecida anual seguida de un período de estiaje. Por lo regular el ciclo comienza entre septiembre y octubre, en pleno estiaje y empezando la crecida en noviembre para llegar en mayo al nivel máximo, volviendo después a bajar. La reciente capa cuaternaria, queda inundada durante este ciclo, generalmente desde principios de febrero hasta finales de julio.

Los cursos inferiores de los principales afluentes del Amazonas forman una red de lagos y parañás que se unen y comunican entre sí y con el cauce principal que serpentea entre ellas a las corrientes secundarias distribuidas en una vasta extensión. Además de verter directamente en el río principal, los afluentes tributarios entran con frecuencia en la red de lagos o deltas que pueden a su vez estar comunicados con los de otros afluentes antes de que sus aguas lleguen por último a la vena madre. En los cursos bajos de los ríos las crecidas pueden inundar toda la tierra intermedia y dar origen a enormes zonas de Varzea. En el curso superior de los ríos, disminuyen los suelos Varzea, pero puede todavía encontrarse una ancha faja de terrenos bajos y cuaternarios que bordea los ríos y que presenta un laberinto de depresiones y canales secos que se inundan por las contracorrientes del río principal en el período de crecida.

Estas corrientes pueden proporcionar acceso al bosque durante la temporada de lluvias, pero en el período seco plantean un verdadero problema para el transporte terrestre hasta la arteria principal. Incluso cuando llevan agua, constituyen un medio muy indirecto para avanzar en una dirección determinada ya que las contracorrientes que los enriquecen con sus aguas entran en el sistema de canales por tantas partes que no puede dependerse de una ruta fija. A veces se adelanta con la corriente, otras veces hay que luchar contra ella, y ésta cambia en cada confluencia y en cada entrada a una laguna. La utilización de este sistema de canales puede por tanto aumentar enormemente la distancia que hay que recorrer para llegar a un lugar determinado y requiere al mismo tiempo grandes conocimientos locales para alcanzar con seguridad el punto de proximidad deseado.

El valle del Amazonas abarca aproximadamente un 42 por ciento de la superficie total del Brasil y penetra en Bolivia, Colombia y Perú. Dentro del Brasil, el valle comprende los estados de Amazonas y Pará, y los territorios federales de Guaporé, Acre, Río Branco y Amapa. Las regiones sombreadas en este mapa representan la, tierras situadas a más de 600 metros de altitud.

Explotación forestal

Se ha dicho ya lo bastante para darse cuenta de que los ríos del Amazonas constituyen las vías de comunicación de la región. Los aserraderos están situados convenientemente para poder abastecerse transportando río abajo la madera en armadías. Sin embargo, el hecho de que no existe fuerza de tracción alguna, salvo la que ofrece el potencial humano, para la extracción de las trozas del lugar de corta hasta el curso de agua, hace que el suministro de madera esté desorganizado y resulte inseguro y costoso.

En primer lugar, las operaciones de explotación se limitan necesariamente a las zonas paralelas que bordean los cauces y, en consecuencia, las especies actualmente empleadas en el mercado no son precisamente las más útiles sino las que se encuentran cerca de las márgenes de los ríos. Además, la calidad de las trozas que llegan al aserradero está determinada no por su utilidad para el aserrío, sino por su facilidad o dificultad de extracción a base de fuerza humana.

Otro resultado sumamente importante del hecho de que un kilómetro por agua represente mucho menos que un metro por tierra es que los aserraderos, particularmente en la región de la isla de Belem, pierden toda relación geográfica con sus zonas de abastecimiento; la explotación a lo largo de los ríos, diseminada a enormes distancias, acentúa las dificultades de administración y organización. Por tanto, no podría hablarse verdaderamente de explotación «forestal» - ya que el verdadero bosque del Amazonas se encuentra en la vasta zona seca del planalto y continúa prácticamente virgen.

El principio general del empleo de mano de obra para la extracción de la madera es muy parecido en toda la región del Amazonas y las diferencias de método son simples modificaciones exigidas por ciertas peculiaridades de la topografía o del tipo de bosque, que pueden variar según la localidad. De tal forma, la explotación característica consiste en apear los árboles con hacha, despiezarlos después en trozos de 4 metros de largo y rodarlos hasta el agua donde se unen en armadías con cuerdas metálicas o tallos de enredaderas para remolcarlas hasta el aserradero por medio de una lancha.

Para poder rodar los maderos, se abre una vía de saca de seis metros de ancho y lo más directamente posible desde el lugar de corta hasta la orilla. Esta vía de saca está provista de tres líneas paralelas de deslizadores de madera rolliza de 15 a 23 cm. de espesor (6-9 pulgadas) que se colocan en el suelo a todo lo largo del arrastradero. Las trozas se van colocando sobre los deslizadores y, ya sea con la ayuda de palancas o sin ella, se ruedan sobre éstos hasta el agua. En general, la distancia que recorren las trozas no es grande pero, en circunstancias especiales, puede llegar a 1.800 m. (2.000 yardas) o más.

Sin embargo, puesto que la estructura general de la región del Amazonas es del tipo fluvial de afluentes principales más o menos paralelos, corriendo a una distancia de 160 a 320 Km. (100-200 millas) unos de otros y divididos por tierras secas en su mayor parte, y con los mejores bosques situados en las tierras más altas del interior, se desprende que los métodos actualmente empleados no sólo son primitivos e ineficaces sino que con ellos no se puede explotar la verdadera riqueza maderera que ofrece dicha región.

Suelos

La existencia de la exuberante vegetación de los bosques higrófitos ha dado origen a una abundante literatura que induce a error respecto a las posibilidades agrícolas del Amazonas. No se ha reconocido que el bosque higrófito tropical es sobre todo obra del clima, que se sustenta principalmente de sus propios residuos y que, una vez establecido, es en gran parte autosuficiente. Su principal requisito respecto al suelo es una continua humedad, siendo muy pocas sus exigencias químicas y casi ninguna de los horizontes superiores que son los que aprovecharía la agricultura.

La prueba más significativa en cuanto al posible valor del suelo es la laterización, que, de una manera general, se produce en todos los suelos de la propia terra firma. Existen grandes dudas respecto a si se trata exactamente de un proceso químico de laterización o de podsolización tropical, aunque prácticamente las consecuencias definitivas de ambos sean las mismas - con la lixiviación de las bases solubles del suelo, éste se compone por último de proporciones variables de hidróxidos de hierro y de aluminio, y en su estado más avanzado, no ofrecen elemento alguno asimilable por las plantas.

El hecho de que los suelos amazónicos no hayan seguido deteriorándose hasta el máximo, se debe a la cubierta forestal que impide lleguen a reunirse las condiciones indispensables para una laterización avanzada: ausencia de humus, franca exposición a la precipitación pluvial, señalada alternancia de condiciones de sequía y humedad de los suelos, altas temperaturas del suelo. Pero por toda la región se encuentran muestras evidentes de este tipo de alteración del suelo - la formación en capas, bajo la superficie, de nódulos manchados que presentan la apariencia general de capas de concreciones o incrustaciones de hidróxidos de hierro y aluminio.

Los suelos de las zonas Varzea son, sin embargo, únicos, en el sentido que no sufren laterización y como reciben anualmente los sedimentos que depositan las aguas blancas, gozan de una gran fertilidad. En estos suelos se encuentran las únicas zonas naturalmente aptas para el cultivo continuo en el Amazonas, pero, el control hidrológico necesario para que estas tierras puedan aprovecharse plenamente y las dificultades para mecanizar las labores, representan verdaderos obstáculos para la producción del tipo de alimentos requeridos en la región.

En la terra firma, el único sistema de cultivo que ha podido practicarse ha sido el de la agricultura nómada. Generalmente, en una sola zona únicamente hay posibilidad de conseguir de una a tres cosechas, si bien, en algunos casos excepcionales, se han producido seis cosechas de manico. En la región de Brajanca, fuente tradicional de abastecimiento de Belem, el aumento de población ha obligado a acortar el ciclo de rotación, y el uso abusivo a que se han sometido las tierras ha llegado a tal grado que los suelos, denudados, se encuentran ahora en un avanzado estado de laterización.

De estar organizada adecuadamente, no hay razón, salvo de orden económico, por la que no pueda practicarse la agricultura migratoria sobre la base de largos ciclos de rotación, ya que de otra manera los suelos de terra firma no podrían servir a la agricultura permanente mas que de medio físico para el suministro de alimentos químicos vegetales aplicados, para lo cual ofrecen condiciones físicas bastante buenas. Los suelos más ricos de origen volcánico, aunque situados en localidades más apartadas, ofrecen mayores posibilidades para una agricultura continua en sus tierras firmes, aunque, a semejanza de los otros suelos, también sufren los efectos del proceso de laterización y no infunde optimismo la experiencia adquirida en suelos algo parecidos de zonas del Río Paraiba de Sal, de la meseta Paulista, del Río Doce y de otros lugares, donde, después de la tala, las tierras, debido a la lixiviación y a la erosión, llegaron a tal grado de deterioro que perdieron totalmente su fertilidad.

El tipo general de los suelos es franco-arcilloso de una estructura física sumamente adecuada para la agricultura así como para la construcción de caminos de tierra baratos destinados a la extracción mecánica de la madera. A pesar de la abundante precipitación, se juzga que estos suelos se prestan para fines de extracción mecánica, la cual puede practicarse sin más interrupciones causadas por las condiciones del tiempo que las normales en las labores tropicales.

Clima

La región del Amazonas responde fielmente a las características generales de las regiones ecuatoriales del mundo en lo que respecta a las temperaturas - las temperaturas secas barométricas son sólo moderadamente altas registrándose pequeña variación en las fluctuaciones diarias o anuales. La época más cálida es la de la temporada de escasez de lluvias y la más fría la húmeda. Cerca de la costa, la temperatura media máxima es de 29 a 30°C. (85 a 87°F), con una máxima absoluta que rara vez excede de 32°C (90°F), y una mínima media de 22 a 23°C (72-75°F.), no suele bajar nunca a menos de 21°C. (70°F.). Más en el interior las fluctuaciones son más marcadas con una máxima absoluta de 34,5°C. (95°F.). y una mínima de 15°C. (60°F.), y un margen general de variación de 8 a 11°C. (15-20°F.) entre día y noche.

La humedad relativa aumenta gradualmente desde la costa al interior, con un promedio para toda la zona de más o menos un 80 por ciento.

La brisa, que en todo el mundo resulta siempre agradable, constituye un factor sumamente importante para el bienestar humano en la región del Amazonas y resulta imposible expresar sus efectos en ningún intento estadístico de caracterizar el clima amazónico. Se trata, en realidad, de una región de vientos ligeros y calmas ocasionales, o vientos alisios generales. Casi no hay vientos fuertes y se desconocen los ciclones tropicales. Durante nueve meses del año los vientos alisios del noroeste proceden directamente de la costa y soplan valle arriba. La temporada de julio a octubre, la más desagradable del año para las zonas del interior, está asociada con el establecimiento de las zonas de calmas ecuatoriales al norte y, en consecuencia, los vientos no soplan directamente hacia el interior. Esto hace que el marcado contraste entre el clima más bien agradable de Belem y el clima desagradable y pegajoso de Manaos, a pesar de sus noches más frescas, sólo pueda comprenderse si se piensa en la brisa.

La región cuenta con abundantes y bien repartidas lluvias, que, para toda la zona, quizás alcancen los 2.000 mm. (80 pulgadas). Existe una faja en la que la precipitación resulta inferior al promedio y que se extiende hacia el norte a lo largo del río Xingú hasta el Amazonas y después tuerce en dirección oeste desde el norte, a lo largo del río Branco adentrándose en la Guayana inglesa; aquí la precipitación anual puede Llegar a bajar a 1.500 mm. (60 pulgadas). Los sectores más húmedos abarcan en el este una zona en forma de media luna, en la que está comprendida toda la isla de Marajó y que gira luego hacia la costa, y en el oeste se extienden desde los ríos Negro y Tapajós hasta las fronteras de Colombia, Perú y Bolivia. Dentro de esta última zona se encuentran dos centros de lluvias abundantísimas que, junto con otro más pequeño situado en la franja litoral, constituyen las tres zonas cuya cantidad de lluvias excede de los 2.600 mm. (100 pulgadas).

Las condiciones climáticas son totalmente favorables para una vegetación exuberante, y la razón de que en comparación con el tipo normal de bosque higrófito, en realidad no sea así, se debe a la pobreza del suelo. Por este mismo motivo y no por el clima, la zona no está densamente poblada. De hecho, el obstáculo con que tropieza la colonización satisfactoria del Amazonas no ha sido el clima sino la alimentación y la higiene.

En la región del Amazonas ha habido varios focos espectaculares de paludismo (el ferrocarril de Guaporé se dijo que costó «una vida por cada traviesa»), pero el paludismo nunca ha Llegado a constituir un peligro tan grave como en el resto del trópico, ni tampoco ha resultado, en general, tan difícil de combatir. De las 30 especies de mosquitos anófeles del Amazonas, sólo dos transmiten la malaria y de ellas, una, que sólo cría en aguas salinas, está exclusivamente circunscrita a una pequeña zona de la costa y además está siendo totalmente eliminada. Puede decirse que el paludismo ha dejado de ser un problema salvo en aquellos lugares donde, por encontrarse la población muy diseminada, resulta difícil llevar a efecto una lucha eficaz.

Son corrientes algunas otras enfermedades tropicales bien conocidas, en particular la anquilostomiasis, la disentería amiboidea, la disentería bacilar y las lombrices intestinales. La filariosis, y su estado más avanzado, la elefantiasis, han sido graves en un tiempo pero su culex vector ha quedado prácticamente eliminado con la lucha antipalúdica. Estas enfermedades causan en realidad muchos sufrimientos pero no constituyen propiamente la causa directa de la elevada mortandad: la desnutrición reduce la resistencia hasta tal punto que es inevitable el que cualquier otra causa produzca la muerte.

No hay muestras evidentes que indiquen que nuevos asentamientos, si se les da los medios de valerse a sí mismos, hayan de tropezar con graves problemas. El valle del Amazonas puede considerarse sorprendentemente como una de las regiones tropicales potencialmente más sanas del mundo, a pesar de su bajo promedio de vida que es sólo de 39 años.

Etnografía actual

Los caboclos (mestizos de negro e indio), forman el 49 por ciento de la población del Amazonas y constituyen actualmente la base de la economía. Son esencialmente hombres de río y de bosque, nómadas y sin disposición para la agricultura. No se dejan tentar por ofrecimientos como el hecho, por ejemplo, por la Compañía Ford para sus plantaciones y no es posible retenerlos o tentarles con beneficios económicos para una labor continua en las plantaciones. La educación, lejos de arraigarlos a la tierra, les empuja en seguida hacia la ciudad.

Les gusta, sin embargo, el trabajo forestal ya sea en el bosque, a orilla de los ríos o en el aserradero. El trabajo rutinario del aserradero con trozas, madera de construcción y maquinaria, les atrae, y en el bosque, la diversidad de las actividades en su elemento nativo hace que el trabajo se adapte a su temperamento natural que se inclina a una existencia despreocupada.

Existen también los indios. No se sabe exactamente el total de la población india, pero según los cálculos más aproximados, llega a unos 10.000. Esta población se divide en numerosas tribus, algunas de las cuales son dóciles, pero la mayoría es hostil.

La actitud oficial del Gobierno hacia los indios es en extremo considerada y las leyes acerca de las relaciones entre brasileños e indios se inclinan muy a favor de estos últimos. A pesar de esto, la «civilización» ha impuesto sus propias medidas muy realistas para defenderse contra cualquier amenaza india.

Aunque los indios son un peligro para los exploradores sin escolta en la selva, por lo regular no atacan a grupos de hombres. Sin embargo, tribus sumamente hostiles como, por ejemplo, los tupies y los ges no nos permiten generalizar al respecto. En el río Tocantins, por ejemplo, casi todos los años los tupies salen del interior en la temporada seca, cuando escasean los alimentos, y tirotean el tren del Gobierno que les separa del río y de su pesca.

No obstante, es interesante mencionar que toda la zona de la caoba está poblada por indios y que cualquier industria de explotación que allí se establezca, tendría que adoptar serias medidas de precaución para garantizar la seguridad tanto del personal como del material. Por lo demás, los indios no son de temer en las zonas que se están explotando actualmente y existe un área considerable para extender las operaciones forestales sin tropezar con este problema.

PERSPECTIVAS Y DESARROLLO

Debido a la extensión del área y a la escasa densidad de población en el valle del Amazonas, no ha habido urgencia para preparar una clasificación de tierras con vistas a su aprovechamiento adecuado - labor que se realiza tradicionalmente, no tanto con miras a regular el desarrollo como para controlar el despojo de la tierra cuando este mal surja. Sin embargo, en el Brasil, está dispuesto constitucionalmente que el tres por ciento de la renta nacional sea destinada al fomento del Amazonas, y para aumentar este fondo se está estableciendo una Commissão de Valorisacão da Amazonia. Este organismo se supone que determinará las directrices futuras de dicho fomento y estará en condiciones de impartir un verdadero ímpetu a la unificación de los diversos intereses en un proyecto coordinado de aprovechamiento de la tierra.

En realidad son muchos los estudios ya realizados en el Amazonas sobre los múltiples aspectos del posible aprovechamiento de la tierra, pero como esto no constituye un problema de urgencia, han quedado arrinconados en las bibliotecas sin que se les conceda más interés que el meramente académico. Hasta ahora cada uno de estos estudios responde a la inclinación particular del autor y por tanto, se deja sentir la falta de una visión de conjunto, lo que ha dado lugar a una considerable duplicación de trabajos y a que se haya dado a la investigación una dirección equivocada.

Reconociendo la necesidad de coordinar todos estos estudios en pos de un objetivo concreto, el Instituto Brasileiro de Geographia y Estatistica ha emprendido la labor de reunir todos los datos que se conocen acerca del Brasil y determinar qué es lo que falta ano por saber. Con este fin ha creado varias secciones y encomendado a cada una de ellas el estudio de una región determinada del país, una de las cuales es el valle del Amazonas. Lo primero que ha de hacer la Sección del Amazonas es preparar una bibliografía sobre lo que se ha hecho; lo segundo estudiar, seleccionar y resumir los diversos tratados y por último, efectuar estudios sobre el terreno ya sea para suministrar la información que falta o bien para confirmar o desmentir las conclusiones alcanzadas por anteriores investigadores. En esta labor se proyecta examinar la región, sector por sector, y estudiarla tan detalladamente como merezca.

El personal de la sección del Amazonas está compuesto por hombres de ciencia de reconocida autoridad que pueden contar con la ayuda absoluta de economistas y estadísticos. Dispone además de la cooperación de las Fuerzas Aéreas brasileñas y de los Gobernadores de los Estados para ayudarles en las exploraciones sobre el terreno y reconocimientos aéreos. Es cierto que la continuidad de su labor se ve obstaculizada por ciertas dificultades pero, sin embargo, su misión es de importancia fundamental para determinar el uso racional que debe hacerse de toda la región. Aunque las funciones de la sección son puramente consultivas, cabe esperar que desempeñe un importante papel en las decisiones de la Commissão de Valorisacão da Amazonia, cuando ésta actúe ya con carácter operativo.

Como complemento de la labor del Instituto es esencial la creación de un centro de investigaciones para examinar los datos recogidos y analizar las conclusiones alcanzadas. Hasta cierto punto tal institución ya existe con el Instituto de Agricultura de Norte, organismo bien equipado, con el personal adecuado, y que dispone de vastas zonas de demostración - entre ellas las creadas por la Compañía Ford en Fordlandia y en Belterra que han pasado a sus manos, y diversas más en la proximidad de Belem y otros sitios.

Lo que más urge en el Amazonas es la selección de zonas adecuadas y la prestación de ayuda económica para crear una industria agrícola capaz de producir los alimentos necesarios para la población actual, evitando así el tener que depender de fuentes exteriores y anulando al mismo tiempo la importancia de los traficantes de los que actualmente dependen todos los suministros de alimentos. Ya existe la información suficiente que permita lograr pronto este objetivo y se han dado algunos pasos de tanteo en el valle del Guama, en Santarem y en Manacapuru.

Pero al hablar de «Amazonas» nos referimos en realidad al planalto y sólo mediante su explotación en gran escala se podrá llegar a una ocupación más o menos verdadera. Como se ha dicho anteriormente, la pobreza del suelo dispensa de considerar seriamente un asentamiento sobre la base tradicional de la colonización agrícola. Pero estas tierras, sin embargo, poseen una enorme riqueza maderera y aunque los encargados del planeamiento hasta ahora no hayan estudiado atentamente la posibilidad de establecer industrias forestales como piedra angular para la colonización, dichas industrias ofrecen en verdad una magnífica oportunidad y sobre la base de nuestros conocimientos actuales, constituyen en realidad la única posibilidad para tal colonización. El fomento de la industria maderera y la colonización se complementan mutuamente y son inseparables.

Los dos hechos más significativos de la situación actual maderera en el Amazonas son la grave escasez de madera aserrada en las zonas remotas y los precios excesivos de la madera en todo el valle, precios que quedan fuera del alcance del promedio de los recursos locales. En las regiones más lejanas la solución estriba sin duda alguna en la instalación de pequeñas unidades portátiles en centros de explotación lo más próximos posible al lugar de la demanda. En otras partes hay que reducir los costos de producción sea como sea, tanto en interés del mercado local como del de exportación.

Se puede disminuir el coste de producción mediante una extracción racionalizada, que asegure una relación más directa entre el aserradero y el bosque y prescinda del mayor número posible de intermediarios entre ambos; mediante el mejoramiento de las facilidades de aserrío, y dando trabajo constante a la mano de obra, a la que se puede contentar y tal vez abaratar poniendo al alcance de su bolsillo una mayor variedad de productos alimenticios.

En cuanto a la cuestión de si el mercado local podría desarrollarse materialmente, hay evidentes probabilidades de que pueda absorber con facilidad una cantidad tres o cuatro veces mayor que la que actualmente se consume, siempre que los precios sean los justos y la industria esté situada de manera que asegure la debida distribución. Gran parte de lo cual depende de la eficacia de la Commissão de Valorisacão da Amazonia. De lograrse sus objetivos en el Amazonas se habrá ampliado la superficie cultivada, logrado una mayor variedad de alimentos a más bajo precio, aumentado el ritmo de crecimiento demográfico y obtenido un marcado mejoramiento del nivel de vida. Como consecuencia de esto se contará con una mano de obra constante para las operaciones forestales y los aserraderos, mano de obra que habrá que proteger contra las tentaciones de otras actividades que ofrezcan perspectivas mejores desde el punto de vista de la remuneración.

Se precisa una nueva economía

Teniendo presente todo lo que hay que hacer para lograr el fomento de la industria maderera en el Amazonas, se calcula razonable como meta el triplicar la producción actual en el curso de los próximos diez años. Ambicionar más sería salirse de la realidad y demostrar un total desconocimiento de las condiciones del Amazonas. Tres siglos de una economía «esquilmadora» y diversas corrientes psicológicas, han creado en el valle del Amazonas una serie de condiciones contrarias a la fundación de una industria sólida.

Por ejemplo, los tres millones y medio de kilómetros cuadrados del Amazonas producen, si se exceptúa el manico y los cereales, menos de la mitad de los alimentos que consume su población de sólo dos millones de habitantes, y el régimen alimentario del pueblo es tan in suficiente que la desnutrición y la depauperación son los principales problemas médicos. Además, las costumbres y filosofía de todos los pueblos que habitan la cuenca del Amazonas, tienden a oponerse a una economía permanente y sólida.

Poco pueden contribuir las llamadas industrias madereras actuales a la triplicación del rendimiento forestal, ya que no son sino otro engranaje de la economía esquilmadora, que está más en manos de traficantes que de técnicos. La industria del aceite de palo de rosa está a punto de extinguirse a menos que pueda racionalizarse y de que se abarate el suministro de materias primas y puedan éstas obtenerse con más facilidad y seguridad. En el centro de una de las regiones forestales más extensas del mundo, las autoridades en las ciudades están recurriendo al petróleo, del que no existe una fuente de suministro en el país, en sustitución de la leña, que ya no pueden obtener en cantidades suficientes para evitar el racionamiento continuo y la inseguridad del suministro urbano de energía eléctrica.

Es cierto desde luego, que, hasta cierto punto, puede ayudarse a estas industrias, y que lo primero que hay que hacer, en realidad, es desarrollar las mismas hasta el máximo grado de eficacia posible. Pero aún así, con ello no se aumentaría grandemente la productividad, ya que las actuales industrias forestales se resienten orgánicamente de una estructura tan fundamentalmente opuesta a la moderna producción continua, su maquinaria es tan insuficiente e imperfecta y el tipo «traficante» de gerencia tan ineficaz, que es poco lo que pueden aportar en volumen para triplicar la producción actual.

Un incremento de la producción en la magnitud prevista sólo puede conseguirse mediante nuevas inversiones y el establecimiento de industrias totalmente nuevas. No basta simplemente con demostrar técnicas racionales de explotación; el aumento de producción requiere la tabulación de datos sobre posibles rendimientos forestales y levantamiento de mapas detallados - que, si para la explotación actual son convenientes, resultan esenciales para cualquier planeamiento organizado de explotación. Es preciso disponer de información detallada sobre las posibilidades comerciales e industriales de especies distintas a las pocas que han sido ya aceptadas. Y sobre todo, se requiere una nueva afluencia humana a la que se proporcione localmente alimentos, alojamiento, servicios médicos y esparcimiento, que es la única manera de conseguir su incorporación con carácter estable y seguro a las empresas industriales. Las técnicas de explotación e industriales que habrían de emplear no serían ninguna novedad sino simplemente los métodos normales perfeccionados en otros lugares, con alguna modificación sin importancia para adaptarlos en la región amazónica. Habrá, sin embargo, que experimentar tales métodos y que capacitar a los operarios.

En pocas palabras, para despertar la confianza en el fomento de los recursos forestales del Amazonas, hay que demostrar que la madera está allí accesible en cantidades suficientes; que su extracción ofrece garantías, puede realizarse en forma económica y es posible el transporte a centros estratégicamente convenientes para la instalación de industrias; que la colonización de tipo moderno es practicable; que los impuestos serán equitativos y que el método de recaudación de los mismos no resultará indebidamente gravoso; y que las autoridades oficiales están descosas de crear condiciones que sirvan de incentivo para nuevas iniciativas y que sean atractivas para la inversión.

Cualquier estímulo necesario para el logro de estas condiciones y la atracción de capitales al valle del Amazonas, merece toda clase de consideración. El valle del Amazonas rinde actualmente un uno por ciento de la renta nacional del Brasil, y recibe el tres por ciento, pero podría convertirse en una región autárquica si se atendiera a su debido desarrollo y fuera administrada con cariño. La creación de nuevas industrias forestales podría, con el tiempo, convertir esta región que ahora es una carga fiscal al sur del Brasil, en un floreciente emporio de productos de manufactura nacional.


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