C. Holding Anyonge y J.M. Roshetko
Christine Holding Anyonge es Oficial forestal (Extensión) en el Servicio de Conservación, Investigación y Enseñanza Forestales, Departamento de Montes, FAO, Roma.
James M. Roshetko es especialista en los árboles y el mercado, Winrock International y Centro Mundial en Agroforestería (ICRAF), Bogor, Indonesia.
Recomendaciones para ayudar a los pequeños agricultores a manejar las especies madereras para mercados específicos, sobre la base de las experiencias en África oriental y Asia sudoriental.
La madera procedente de los bosques naturales es cada vez más escasa, debido a las preocupaciones de carácter ambiental, social y de conservación. Las plantaciones forestales suponen solamente el 5 por ciento de la superficie forestal total pero proporcionan el 35 por ciento del suministro mundial de madera (FAO, 2002). La competencia de otros usos de la tierra limita la expansión de las plantaciones industriales. Sin embargo la demanda local, regional e internacional de madera y otros productos forestales es cada vez mayor. Para responder a esa situación, muchos sistemas agroforestales en pequeña escala han comenzado a orientarse hacia el mercado.
Desde hace tiempo se reconoce que la existencia de árboles en las explotaciones agrícolas es beneficiosa porque protegen, y en muchos casos aumentan, la fertilidad del suelo, contribuyen a la conservación del suelo y el agua y proporcionan forraje, leña y material de construcción a los hogares rurales. Ayudan también a mejorar el paisaje y mantener la biodiversidad, al diversificar la cubierta vegetal y proporcionar un hábitat a otras especies vegetales y animales. Además, en los trópicos, la producción comercial de madera en las explotaciones agrícolas, tanto de árboles dispersos como de bosques de dimensiones reducidas, puede ser un elemento importante en la economía agrícola (Dewees y Saxena, 1997).
La posibilidad de que los pequeños productores de madera puedan proporcionar materia prima, ya sea mediante un sistema contractual (asociaciones entre empresas y pequeños productores) o en competencia en el mercado libre ofrece buenas perspectivas, pero se habrán de superar obstáculos importantes para que las explotaciones agrícolas puedan producir madera en la cantidad y de la calidad que demanda el mercado y para que esa actividad permita aumentar los ingresos de las familias rurales.
En este artículo se examina el potencial de la producción de madera en las explotaciones agrarias –en situación de competencia en el mercado libre–, en la que los agricultores producen madera como un componente (segregado o integrado) de su empresa agrícola y buscan un mercado para su producción. El artículo no aborda los arreglos contractuales entre empresas y pequeños productores –por ejemplo, los sistemas de producción por contrata (esta modalidad se analiza de forma detallada en FAO y CIFOR, 2003)–, sino que se centra en la producción de madera para la construcción y la fabricación de muebles a escala local y regional. Se basa en la experiencia de las regiones de África oriental y Asia sudoriental, en las que este sistema de suministro a las industrias locales está cada vez más extendido.
Se analizan varias cuestiones básicas a escala del paisaje y los hogares rurales:
No se analizan aquí otros aspectos de dimensión mundial y nacional, como la conservación de la biodiversidad y la retención de carbono (véase Tomich et al., 2001), ni la contribución de los productos madereros procedentes de las explotaciones agrícolas a la economía nacional.
Los agricultores de Indonesia obtienen márgenes más elevados de beneficio transformando los árboles en pie en madera aserrada para su venta a los consumidores |
J.M. ROSHETKO |
El término “agrosilvicultura” indica un sistema dinámico de gestión de los recursos naturales basado en criterios ecológicos que, mediante la integración de los árboles en las explotaciones agrícolas y en el paisaje, diversifica y sustenta la producción con el fin de potenciar los beneficios sociales, económicos y ambientales del uso de la tierra a todos los niveles (Leakey, 1998). Los agricultores plantan o conservan árboles en sus granjas para obtener una diversidad de productos y servicios, no solamente madera, sino también leña, frutos, hortalizas, forraje, medicamentos, resinas, sombra (para el ganado o para los cultivos del piso inferior) y la conservación del suelo y el agua. La madera puede ser un producto secundario, que se aprovecha únicamente cuando ya se ha obtenido del árbol el producto o servicio principal. En los sistemas en pequeña escala de los países en desarrollo la producción de madera no suele ser intensiva; una vez que se han plantado los árboles los tratamientos (aplicación de fertilizantes, aclareo, poda o escarda) son escasos y cuando se realizan su finalidad suele ser favorecer los cultivos agrícolas.
Se utiliza una diversidad de especies arbóreas, tanto autóctonas como exóticas. En Lampung septentrional (Sumatra), los huertos familiares, con una extensión de 0,75 ha en promedio, contienen hasta 21 especies arbóreas, excluido el componente del piso inferior (Roshetko, Mulawarman y Purnomosidhi, 2003). En las explotaciones agrarias próximas al monte Kenya, no es raro encontrar hasta 19 diferentes especies arbóreas en cada explotación. En el curso de un estudio realizado en la zona oriental del monte Kenya se encontraron casi 200 especies arbóreas en las explotaciones (Oginosako et al., 2003).
Pese a que habitualmente se considera que los sistemas de arboricultura en pequeña escala son menos productivos que las plantaciones comerciales, lo cierto es que los resultados del proyecto Alternativas al sistema de corta y quema (Tomich et al., 2001) demuestran que la rentabilidad económica global de algunos sistemas agroforestales en pequeña escala puede ser comparable a la de las grandes plantaciones. El estudio indica que estos sistemas proporcionan mayor empleo, estabilidad social y equidad sin una reducción significativa del crecimiento económico.
Cabe preguntarse, sin embargo, si los sistemas en pequeña escala pueden proporcionar madera en la cantidad y calidad necesaria que requiere el mercado. La existencia de varias especies y la explotación de diversos productos en estos sistemas obligan a encontrar un equilibrio entre la productividad y la calidad de la madera. Generalmente, el rendimiento de madera de una superficie de una hectárea es menor en un sistema agroforestal que en una plantación, pero si se intensifica la producción de madera en el sistema agroforestal se encontrará un equilibrio entre la diversidad del sistema y su productividad agrícola.
Tradicionalmente, los agricultores cultivan árboles con semillas locales para obtener productos y servicios que contribuyan a su subsistencia y que sean compatibles con los cultivos anuales y la producción ganadera de sus sistemas agrícolas. Las especies arbóreas no siempre son las que demanda el mercado maderero.
Cuando los agricultores cultivan especies exóticas no pueden controlar las especies que se les facilita. Los científicos y agentes de extensión pueden adoptar la decisión relativa al cultivo de determinadas especies basándose en el examen de las publicaciones especializadas y en ensayos de selección para ajustarse a las condiciones biofísicas locales (Franzel et al., 1998), a menudo sin tener en cuenta los mercados o las costumbres locales.
La investigación pone de manifiesto que la utilización de germoplasma de buena calidad y de variedades, procedencias y clones mejorados favorece la rentabilidad de la producción de productos arbóreos en pequeña escala, incluida la madera, pero los agricultores tienen dificultades para obtener germoplasma de calidad de especies arbóreas, tanto autóctonas como exóticas. En la mayoría de los casos no se han identificado semillas de calidad de especies autóctonas y los agricultores tienen poca experiencia en técnicas de recolección y gestión de semillas. En cuanto al germoplasma de especies exóticas, el suministro suele ser limitado y restringido para uso industrial y de los gobiernos (Holding y Omondi, 1998; Roshetko, 2001).
Con frecuencia, estas limitaciones favorecen los desajustes entre los recursos arbóreos de las explotaciones agrarias y la demanda del mercado. La participación de los agricultores en la evaluación y selección de las especies puede contribuir a superar esta deficiencia (Franzel et al., 1998).
La decisión sobre el momento de extraer los árboles puede estar condicionada por el precio de los principales productos agrícolas y el vigor de otras actividades agrícolas. Por ejemplo, en muchos sistemas de producción de café o de té, se cultivan árboles con el fin de obtener sombra cuando los precios del café garantizan un rendimiento adecuado y los ingresos de la explotación son estables a lo largo del año; entonces, los cultivadores no tendrán interés en extraer los árboles. En esa situación, los árboles son como una cuenta viva en el banco.
Es posible que los árboles se extraigan cuando descienden los precios de los productos básicos de la explotación (café, té, algodón o tabaco). En el transcurso de los dos últimos años, el descenso del precio del café y la necesidad de efectivo han llevado a talar muchos árboles de sombra en América Central, América Latina y África oriental para poder vender madera, leña y carbón vegetal. Cualquier tipo de árbol (frutales, de sombra o madereros) puede talarse de forma prematura para la venta de madera y de leña, que permita a las familias obtener ingresos rápidos durante los períodos de carestía cuando los precios de los productos básicos están bajos, para hacer frente a situaciones de emergencia o financiar celebraciones o compromisos económicos periódicos (el costo de la escuela o los impuestos). Estas operaciones de tala no sólo afectan al rendimiento sostenible de la producción de madera, sino que pueden menoscabar la productividad agrícola a largo plazo de la explotación, causando perjuicios en la fertilidad del suelo y la conservación del suelo y el agua.
La integración de árboles madereros en las tierras de cultivo permite diversificar la producción agrícola y mejora los medios de subsistencia de los agricultores (Mindanao septentrional, Filipinas) |
.M. ROSHETKO |
En su mayor parte, los agricultores no tienen acceso a información sobre el mercado en relación con la demanda y el precio de la madera; además, desconocen las especificaciones del mercado y sus vínculos con los agentes comerciales son escasos (Roshetko y Yuliyanti, 2002). Por todo ello, no saben cómo evaluar el valor de sus árboles y dónde y cómo deben comercializarlos.
El hecho de que a menudo los agricultores planten y cultiven árboles sin haber pensado en un mercado y producto determinados supone que la madera sea de calidad inferior y el volumen y la longitud no sean adecuados. Cabe señalar otros problemas que mencionan las pequeñas y medianas empresas de construcción, de fabricación de muebles y del aserrado (Holding, Njuguna y Gatundu, 2001):
La falta de conocimientos y la calidad inferior de sus productos sitúa a los agricultores en posición de desventaja al negociar con los intermediarios y los aserradores que se desplazan a las aldeas con el fin de encontrar árboles para apear. Con frecuencia, los campesinos se sienten explotados por los agentes comerciales (Holding, Njuguna y Gatundu, 2001), y estos últimos afirman que la falta de fiabilidad en la calidad y cantidad de la madera, así como el tiempo y el gasto que comporta tratar con un número elevado de pequeños productores, explican los escasos beneficios que rinde a los agricultores la madera (Roshetko y Yuliyanti, 2002).
Para mejorar esas condiciones, los agricultores, los agentes comerciales y las industrias forestales pueden cooperar con el fin de enseñar a otros agricultores a producir madera de mayor calidad (véase el recuadro sobre Filipinas). A los investigadores, los agentes de extensión y las ONG les corresponde la importante función de contribuir a garantizar que las relaciones sean transparentes y beneficiosas para todas las partes.
Colaboración entre los agricultores y la industria en Mindanao septentrional, Filipinas, para expandir la arboricultura y atender las necesidades comerciales Cuando abundaban los bosques naturales, Filipinas era uno de los principales productores de madera tropical y el sector forestal era uno de los principales sectores por los ingresos en divisas. Con la reducción del suministro de madera procedente de los bosques naturales, los productores de madera dependen cada vez más de las importaciones para atender la demanda interna. En 2001, las importaciones de madera aserrada ascendieron a unos 86 millones de dólares EE.UU. (FAO, 2003). En el transcurso de los dos últimos decenios, el cultivo de árboles en explotaciones agrícolas se ha convertido en una opción fiable para el suministro de madera, gracias a las condiciones favorables del mercado. Al principio, los árboles plantados se destinaban preferentemente a la fabricación de pasta de papel y la obtención de productos madereros de escaso valor (por ejemplo, paletas y cajas). Al escasear el suministro de madera y desarrollarse y difundirse la arboricultura, gran parte de las especies de frondosas de crecimiento rápido de las plantaciones se utilizan cada vez más como madera de construcción y para la fabricación de muebles, tableros, entarimado para suelos y productos artesanales. En Mindanao septentrional existen 135 miniaserraderos que reciben todo el suministro de madera de explotaciones agrícolas (DENR, 1998). Estos aserraderos suministran a las grandes plantas de elaboración madera aserrada para la fabricación de tableros, muebles y otros productos. La madera cultivada en las explotaciones agrícolas ha conseguido una mayor cuota de mercado gracias a los adelantos recientes en la tecnología y transformación de los productos, que permiten aprovechar trozas de diámetro más reducido y especies madereras menos conocidas y menos utilizadas (Sosef, Hong y Prawirohatmodjo, 1998). Para reducir su dependencia de la madera importada, muy costosa, el sector de los tableros de madera de VICMAR Development Corporation, en Tagoloan, ha experimentado las propiedades para el enchapado de más de 30 especies poco conocidas y poco utilizadas que se cultivan habitualmente en las granjas, incluso algunas especies exóticas de crecimiento rápido. El año pasado, VICMAR, junto con un grupo de agricultores de tres municipios de montaña, identificó 10 especies de propiedades y calidad similar a las de las especies comerciales. Es necesaria una mayor labor de investigación sobre estas y otras especies para estudiar:
Se prevé que la utilización de un mayor número de especies arbóreas autóctonas y exóticas poco conocidas y poco utilizadas contribuirá a que la madera cultivada en las explotaciones agrícolas consiga una mayor participación en el mercado nacional e internacional de la madera y contribuirá a que el sector forestal sea nuevamente un contribuyente neto a la renta nacional de Filipinas. Bibliografía Department of Environment and Natural Resources (DENR), the Philippines. 1998. Five year mini-sawmill rationalization plan for region X. Cagayan de Oro, Filipinas. FAO. 2003. FAOSTAT forestry data. Documento en Internet: apps.fao.org Sosef, M.S.M., Hong, L.T. y Prawirohatmodjo, S., eds. 1998. Plant resources of South-east Asia. Timber trees: lesser-known timbers. Bogor, Indonesia, Prosea Foundation. Texto de M.G. Bertomeu y A. Tabbada, ICRAF, Filipinas. |
En su mayor parte, las iniciativas destinadas a mejorar la producción de madera en pequeña escala se han centrado en la plantación y crecimiento de los árboles. En los países en desarrollo, el proceso de comercialización de este tipo de madera ha recibido poca atención y no se conoce adecuadamente. A menudo, los agricultores y el personal de proyectos plantan árboles sin conocer el mercado. Se recomienda hacer un estudio del mercado antes de proceder a la plantación para determinar los productos y especies para los que existen oportunidades comerciales. Este es el procedimiento más apropiado para conseguir que el cultivo de árboles tenga repercusiones positivas sobre los medios de sustento de los agricultores.
Posteriormente se puede analizar la cadena de comercialización con los productores para que conozcan las diferentes etapas de elaboración y transformación del producto y sean conscientes de cuáles son las partes de la cadena en las que se puede conseguir una mayor eficiencia y rentabilidad. Una cadena de comercialización es una secuencia de operaciones, desde la producción del producto hasta el punto de venta final (véase el recuadro sobre Indonesia). El análisis de la cadena es multidisciplinario y supone estudiar las funciones, los participantes, las vinculaciones y los canales. El análisis tiene una dimensión técnica, institucional y económica, aunque también se han de tener en cuenta la diversidad del paisaje y la sostenibilidad de los recursos.
Se indican a continuación algunos aspectos que debe inducirse al productor a considerar para determinar las especies madereras o polivalentes que debe plantan.
El análisis de la cadena de comercialización facilita las comparaciones entre regiones y países y entre momentos distintos en el tiempo y ayuda a evaluar la competitividad de subsectores y subcadenas, así como el potencial de los productos para el desarrollo empresarial. Además, puede hacerse de forma participativa, permitiendo a los campesinos y a las asociaciones de agricultores evaluar sus mercados y adoptar así decisiones mejor fundamentadas.
La dimensión institucional del análisis de la cadena de comercialización comporta estudiar la función de los actores directos (propietarios del producto en una fase, al menos, de la cadena de comercialización) y los actores indirectos (quienes proporcionan algún tipo de servicio a uno o más productos o cadenas de comercialización). Son actores indirectos, por ejemplo, las oficinas financieras, los servicios públicos, las asociaciones profesionales, la policía, los legisladores y los jefes de la aldea o de la tribu. Las preguntas fundamentales que deben formularse sobre la relación entre los distintos actores son las siguientes (Freud y Dabat, 2000):
La elaboración y transformación de la madera en la explotación es un aspecto específico en el que la comercialización y el asesoramiento pueden ayudar directamente a los agricultores a atender más eficazmente las necesidades del mercado. Es deseable que la transformación tenga lugar en la explotación porque permite a los agricultores obtener mayores beneficios, puede crear más oportunidades de empleo local y generar residuos que pueden aprovecharse localmente. Los campesinos pueden encargarse por sí mismos de convertir los árboles en pie en madera aserrada, aunque normalmente contratan a operarios de motosierra calificados o semicalificados. Las especies madereras de escaso valor y turno corto son las que más comúnmente se transforman en la explotación. Los productos resultantes se venden principalmente en la aldea o en los mercados locales (a familias o industrias locales de la madera).
En un estudio del rendimiento de madera aserrada de Grevillea robusta cultivada en las explotaciones agrícolas que se realizó en el distrito de Meru, en Kenya, se comparó la eficiencia de los operarios sin cualificación y cualificados de sierras eléctricas y sierras circulares montadas sobre tractores (Onchieku, 2001). Los resultados indicaron que las tasas de recuperación oscilaban entre el 27 por ciento para los operarios de sierras eléctricas sin cualificar y casi el 60 por ciento para los operarios de sierras circulares cualificados. Hoy en día, cualquiera que disponga de un tractor puede contratar a cinco o seis trabajadores y establecer un negocio con una sierra circular montada en un tractor. Muchos empresarios dedicados a esta actividad están radicados localmente. Tanto la industria como los contratistas se beneficiarían de la capacitación en el empleo (gratuita) de los operarios de sierras circulares y sierras de cadena; y de un sistema de certificación profesional y regulación de los operarios y contratistas de sierras eléctricas móviles.
La capacitación, certificación y regulación no sólo redundarían en mayores beneficios para la industria, los contratistas y los agricultores, sino que aumentarían las tasas de conversión y la cantidad de madera que llegaría a los mercados locales y nacionales e incrementarían la sostenibilidad de los recursos madereros de las explotaciones y los bosques naturales.
La explotación de los árboles en las explotaciones agrícolas está sujeta a un sinfín de normas y leyes, desde las licencias sobre el agua a la legislación sobre la protección de cuencas hidrográficas y el medio ambiente, reglamentos forestales y agrícolas y leyes tributarias. En ocasiones, estas normas son contradictorias y establecen medidas que se excluyen entre sí. En esta situación, los agricultores están sometidos a la explotación de funcionarios administrativos sin escrúpulos que se amparan en normas y leyes diferentes. En muchos países, los agricultores necesitan permisos –o reciben información en que se les dice que los necesitan– para talar los árboles que han plantado en sus propias tierras. Los funcionarios de uno o más organismos pueden exigir el pago de un derecho para expedir o tramitar los permisos, que a menudo carecen de fundamento jurídico, o los funcionarios aplican fraudulentamente a las tierras de cultivo reglamentos de gestión de los bosques naturales. Puede haber también impuestos o contingentes de exportación establecidos para fomentar la elaboración nacional de la madera que hacen descender su precio en el mercado interno y reducir, en el caso de las especies agroforestales, los ingresos de los pequeños productores. Los funcionarios pueden imponer selectivamente o aplicar incorrectamente otras normas conexas (Tomich y Lewis, 2001).
En todo programa de comercialización de madera es necesario potenciar la capacidad de los agricultores no sólo en relación con los mercados y el conocimiento de los mismos, sino también de la legislación oficial, las normas y los derechos de los agricultores (véase el recuadro sobre Kenya). De esta forma, los agricultores podrán evitar cargas injustificadas. Es posible también que los propios funcionarios alberguen dudas sobre las normas que deben aplicar en cada situación. Es necesario simplificar la legislación y las normas sobre la plantación y aprovechamiento forestal en las explotaciones agrarias y dotar de mayor transparencia esa legislación. Idealmente, los pequeños agricultores productores de madera deberían estar representados en asociaciones nacionales del sector y organismos de la administración local y mantener vínculos estrechos con empresas forestales, organismos forestales locales y nacionales y el poder legislativo.
Las recomendaciones del personal de extensión agraria y forestal pueden ser contradictorias. El personal agrario puede aconsejar talar los árboles a la altura del hombro para obtener leña, en tanto que el personal forestal recomienda manejar los recursos arbóreos para conseguir troncos más largos y de mayor diámetro y, por tanto, mayor número de trozas. La consecuencia es la confusión entre los agricultores y la gestión ineficaz de los recursos arbóreos.
Por otro lado, los agricultores innovadores están adoptando métodos silvícolas que se ajustan adecuadamente a sus condiciones biofísicas y socioeconómicas. Por ejemplo, los agricultores kenyanos de una localidad próxima al monte Kenya han conseguido el crecimiento recto de los troncos de Cordia abysinnica, una especie latifoliada autóctona de gran valor que crece inclinada de forma natural, sustentándolos con especies arbóreas menos valiosas pero de tronco recto.
Es urgente realizar actividades de extensión de agricultor a agricultor y fomentar la creación de capacidad de los campesinos y los agentes de extensión para la selección, manejo y comercialización de las especies arbóreas madereras.
Vinculaciones de la producción maderera en las explotaciones agrícolas: investigación, desarrollo y promoción En el distrito de Meru, en Kenya, la madera para la construcción y las fábricas de muebles locales procede cada vez más de las explotaciones agrícolas desde 1999, debido a las prohibiciones de explotación y a la disminución del suministro de los bosques autóctonos de las proximidades y de las plantaciones forestales del Estado. El programa de comercialización de madera de Meru, que ejecutan conjuntamente el ICRAF, la FAO, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Kenya y la Red de Acción Forestal, se inició en 1999 con la finalidad de abordar cuestiones relacionadas con la investigación, extensión y promoción en el suministro de madera procedente de las granjas. En la primera reunión con los interesados, los agricultores y los aserradores señalaron una serie de problemas y soluciones respecto de la entrada de los agricultores en el mercado de madera. Los agricultores mencionaron los siguientes problemas: falta de capacidad de medición y, por ende, imposibilidad de valorar el producto; falta de conocimientos sobre gestión arbórea; conocimientos escasos sobre el mercado; bajos precios de la madera; dificultad de extraer los árboles en las plantaciones de café; conflictos con otros miembros de la familia o con los vecinos en relación con la tala de los árboles; requisito de disponer de autorización para el apeo y el transporte de la madera; y sistema de transporte. Los aserradores señalaron la inaccesibilidad de los árboles en las explotaciones; la burocracia necesaria para obtener los permisos de apeo y transporte; la calidad deficiente de las trozas; la falta de información sobre la cantidad y localización de la madera; la distancia de las granjas a las instalaciones de elaboración; y la existencia de clavos y otros objetos en las trozas, que dañaban la maquinaria. Para solucionar esos problemas, los agricultores solicitaron que el Departamento Forestal facilitara información sobre fijación de precios, técnicas de medición y manejo de los árboles y propusieron crear una organización de agricultores para facilitar la comercialización. Los aserradores propusieron que los campesinos limpiaran las vías de acceso, que se les asesorara sobre técnicas más adecuadas de planificación y gestión agrícolas para obtener madera de mayor calidad y que los agricultores seleccionaran un punto central próximo a sus granjas para la entrega de las trozas y su recogida por los intermediarios y aserradores. Así, el programa acometió una serie de actividades interrelacionadas de investigación, extensión y promoción. El componente de investigación se centra en la documentación y análisis de la estructura de las cadenas de comercialización de madera en la identificación de segmentos reales y potenciales de mercado para los agricultores. En la zona oriental del monte Kenya se han censado más de 200 empresas madereras y se han clasificado y documentado más de 40 cadenas de comercialización. Las encuestas por hogares y las conversaciones con los agricultores sobre sus estrategias de gestión de los árboles multifuncionales permitirán establecer con los agricultores protocolos de explotación de la madera orientados al mercado. En el marco del componente de extensión se ha impartido capacitación al personal de extensión y los agricultores en técnicas de medición y valoración de los árboles, manejo arbóreo y prácticas silvícolas. Se está experimentando también la formación de grupos de comercialización entre los agricultores, la realización de análisis de mercados impulsados por los campesinos y técnicas mejoradas de manejo de los árboles orientado al mercado. El componente de promoción se centra en políticas relacionadas con la fijación de precios, la información sobre el mercado, la extracción y transporte de la madera desde las explotaciones y los derechos de los agricultores en el mercado. Las experiencias de los campesinos, agentes de extensión e investigadores de Meru se están utilizando para adoptar una iniciativa de promoción a escala nacional. Se han realizado diversas actividades como talleres locales sobre el apeo de árboles, vigilancia del transporte de madera y programas radiofónicos. La siguiente medida, en respuesta a las peticiones de los agricultores y de la industria, consistirá en experimentar arreglos contractuales y empresas conjuntas entre los productores de árboles y las industrias locales. Recopilado en colaboración con S. Carsa, ICRAF, Nairobi, Kenya. |
Muchos agricultores de países en desarrollo están interesados en cultivar árboles con el fin de producir madera de calidad para mercados específicos. La experiencia indica que el interés de los agricultores depende de la demostración de los beneficios económicos derivados de una buena gestión y del acceso seguro a mercados rentables. El cometido que tienen los especialistas en investigación, extensión y desarrollo consiste en contribuir a establecer esas condiciones.
Entre las actividades que contribuirán a que la producción de madera en las pequeñas explotaciones pueda alcanzar todo su potencial cabe señalar las que han de desarrollarse en las explotaciones para mejorar el acceso de los agricultores a:
Las actividades básicas de carácter comunitario son:
Los beneficios de la producción de madera en las explotaciones no redundan únicamente en los agricultores, sino también en la industria de la madera y el público en general. Entre esos beneficios cabe señalar el aumento del suministro de madera para atender necesidades sociales, el fortalecimiento de la economía local y nacional, la diversificación del paisaje y la protección de servicios ambientales (funciones relacionadas con las cuencas hidrográficas y la conservación de la biodiversidad).
No obstante, se desconoce la magnitud real de la producción de madera, presente y futura, en las explotaciones agrícolas y sus repercusiones sobre los mercados locales y nacionales de madera. Es necesario evaluar:
Intermediario en la venta de madera trazando una cadena de comercialización, Kenya |
C. HOLDING ANYONGE |
Sierra circular montada sobre un tractor, Kenya |
C. HOLDING ANYONGE |
Confusión en la explotación arbórea: resultado de las recomendaciones contradictorias del personal de extensión silvícola y agraria |
C. HOLDING ANYONGE |
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