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Tendencias y perspectivas madereras en Africa

PERSONAL DE LA FAO

Resumen de un estudio regional que se publicará en breve

AFRICA acaba virtualmente de salir de la era colonial pero, sin embargo, persiste la herencia de este período. La posición de Africa como región principalmente exportadora de materias primas sin elaborar y como importadora de los productos manufacturados que necesita continúa y se le ha llegado a denominar «estructura colonial de la economía». Los antiguos países metropolitanos constituyen igual que antes el principal mercado para las materias primas africanas, y sigue siendo cierto que casi toda la plusvalía de muchos de los recursos de Africa se obtiene en los países ya desarrollados. Esto se aplica tanto a la economía maderera de Africa como a otros sectores. De toda la madera exportada por Africa en 1959-61 no menos del 68 por ciento del volumen lo fue en rollo, sin elaborar, aunque una gran parte de muy alto valor.

Existen otros problemas legados por el colonialismo que Africa tendrá que resolver. El primero de todos es la aterradora escasez de mano de obra capacitada. El número de oficiales forestales de formación universitaria y de ayudantes forestales capacitados que permanecieron en los países africanos cuando éstos accedieron a la independencia apenas bastaba para mantener el nivel de actividad forestal existente, y no había ni que pensar en explotar las nuevas oportunidades o en aumentar los recursos de los montes. Hay también escasez de ingenieros y administradores cualificados. Los países africanos deben luchar asimismo contra los restos de una estructura arancelaria de los países desarrollados que estimulaba la exportación de madera sin elaborar y un positivo factor disuasivo para el establecimiento de industrias locales de elaboración.

El resultado de la pasada estructura de explotación de los recursos forestales de Africa es que muchos de los países africanos se encontraron en el umbral de la independencia económica con una de sus principales riquezas potenciales naturales ya parcialmente derrochada y, en muchos casos, sin que apenas se hubiera hecho esfuerzo sistemático alguno para sustituirla, complementarla o convertirla en motor del desarrollo económico. Además, el problema del fomento y aprovechamiento de los recursos forestales lo afronta un gran número de países fragmentados con pequeños mercados internos y una acuciante necesidad de cooperación en el campo forestal y de alguna de sus industrias.

Este cuadro del pasado no es estimulante; pero, a su vez, las actitudes e intereses en que se fundaba son ya también cosa pasada. Las regiones desarrolladas del mundo tratan ahora activamente de ayudar a las menos desarrolladas para que consigan la independencia y el crecimiento económicos. Además, era inevitable que persistieran algunos aspectos del antiguo régimen de desarrollo, y entre ellos el que en sus albores la economía maderera de Africa entrañara principalmente la producción de trozas sin desbastar para la exportación. Y, si bien en muchos casos se ignoraron las oportunidades de elaborar la madera localmente o no se puso demasiado empeño en aprovecharla, tanto antes como después de la independencia fueron muchos los intentos de industrialización. Algunos de ellos tuvieron buen éxito y siguen contribuyendo en forma apreciable a la actividad económica en Africa. Otros fracasaron por diversas razones. Entre las dificultades que no se consiguieron superar figuraron la escasez de mano de obra y la de administradores capacitados. En otros casos se calculó mal la extensión de los bosques accesibles o el gasto necesario para hacerlos accesibles. Lo probable es que el motivo más corriente de tales fracasos estribe en problemas de mercado: bien porque las dimensiones del mercado interno fueran demasiado pequeñas para aprovechar las economías escalares que hacen económica la producción, o porque las empresas se han basado exclusivamente en mercados de exportación poco seguros sin contar con un mercado interno o, en caso de haberlo, era demasiado pequeño para sustentar el proyecto en los momentos difíciles.

Las lecciones de la experiencia

De los fracasos se pueden sacar provechosas lecciones. Así, la experiencia nos enseña que el éxito de la industrialización depende de varios factores esenciales: disponibilidad de los elementos adecuados de producción en cantidades suficientes; conocimiento cabal de la naturaleza y extensión de los recursos maderables, y de la existencia de mercados de la magnitud debida y en el lugar adecuado.

Si Africa aprovecha la lección, podrá todavía contar con la riqueza de sus bosques como elemento principal para su futuro desarrollo. Los montes, además, son fuente de múltiples aprovechamientos. Son proveedores de leña y de materiales de construcción en bruto, o de materia prima para las varias industrias elaboradoras de la madera, y desempeñan también una función protectora. Este estudio se concentra en la función productora de los bosques, que, dada la necesidad del desarrollo económico, es al parecer la más urgente; sus funciones protectoras, sin embargo, no deben olvidarse. Constituyen un elemento importante en la regulación del régimen de aguas, en la defensa contra la erosión del suelo y en la ordenación de la fauna y la flora silvestres. Toda planificación eficaz de los recursos forestales deberá considerar estos elementos de política, por una parte, y, por otra, la forma en que los montes puedan contribuir mejor al rápido crecimiento económico. La explotación de la madera y las industrias madereras son una incitación para los países africanos y a la vez una oportunidad para su desarrollo. Pero, para poder concebir tales posibilidades, es requisito previo indispensable obtener un cuadro de la situación actual de la economía maderera en el continente. Como preliminar para ello, este artículo, que no es más que un prefacio a un estudio sobre las tendencias madereras, actualmente en preparación, indica las ventajas y problemas que los montes suponen para Africa y las maneras en que pueden contribuir al progreso económico del continente.

La mayoría de las economías africanas presentan características que suelen conocerse con el nombre de dualismo - es decir, un amplio sector tradicional y rural de la economía de subsistencia coexiste con un sector menor, más moderno y comercial, que es predominantemente urbano. La naturaleza del consumo de la madera y de sus productos está determinada por esta estructura económica dualista. La mayor parte del consumo africano de madera se produce fuera de la economía monetaria en el sector tradicional. En 1959-61, el 88 por ciento de todas las extracciones de madera en Africa lo fueron de leña, para su utilización principalmente en dicho sector. El sector tradicional también utiliza una gran parte de la madera en forma de postes para la construcción y otros usos. El sector moderno, en cambio, utiliza la mayor parte de su madera en forma elaborada, aunque puede consumir también una cierta cantidad de madera para combustible, a menudo en forma de carbón vegetal. Las industrias de la construcción y del mueble utilizan en grandes cantidades madera aserrada de varias calidades y paneles a base de madera, tales como contrachapados, tableros de fibra y tableros de partículas; las industrias de embalaje, tanto para la exportación como para la economía nacional, absorben madera aserrada, contrachapados y chapas, así como papel y cartón; y, además, a todo esto hay que añadir que, acelerado por el aumento de la alfabetización, se requiere un volumen creciente de papel de imprenta y de otros muchos tipos de papel en diferentes formas.

Consumo africano de leña

El consumo de madera para combustible en Africa es enorme. En 1959-61, el consumo africano anual de leña fue de 665 m³ por cada 1.000 personas, en comparación con un consumo medio mundial de 335 m³ por 1.000. La madera proporciona en esta forma a la mayor parte de la población africana un producto esencial para su subsistencia. Por otra parte, el consumo de productos madereros en Africa permaneció durante el mismo período todavía muy bajo con relación a las normas mundiales. Por lo que se refiere a la madera aserrada, el consumo medio mundial fue de 145 m³ por 1.000 personas; en Africa sólo fue de 15 m³. Por lo que se refiere a los paneles, la cifra africana fue de 1,9 m³ por 1.000, en tanto el consumo mundial fue de 12,2 m³. En cuanto al papel y al cartón, Africa consumió anualmente 2,7 Tm. por 1.000 personas, mientras que el consumo mundial fue de 26 Tm.1 En estas formas, la madera constituye la base de toda la serie de productos cuyo mayor empleo acompaña al crecimiento económico, y estas cifras de consumo aumentarán rápidamente a medida que progresa el desarrollo.

1 FAO. Anuario estadístico de productos forestales, 1962. Las cifras sobre el consumo de papel y cartón no incluyen las manufacturas de papel y cartón. Las cifras de consumo mundial no incluyen la China continental.

En cuanto a la leña y a la mayor parte de los productos más fundamentales de madera aserrada, Africa es autosuficiente en casi todas partes. En las categorías más elaboradas, las importaciones desempeñan un papel importante y a voces monopolístico. El Cuadro 1 resume la producción, el consumo y las importaciones y exportaciones de productos madereros manufacturados para Africa por regiones y en conjunto, y de él se desprende que en 1959-61 Africa importó más de lo que exportó de todos los productos madereros manufacturados en volumen, excepto contrachapados y chapas.

Africa occidental, que comprende muchos de los países madereros excedentarios del continente, exportó considerables volúmenes tanto de madera aserrada como de contrachapados y chapas. En cuanto a los tableros de fibra y a los de partículas y al papel y cartón, dependió, sin embargo, enteramente de las importaciones. La subregión oriental en conjunto importó más de su volumen, bastante importante, de exportaciones de madera aserrada; en las otras categorías de productos madereros dependió en gran parte de las importaciones y no exportó nada. Africa septentrional exportó una pequeña cantidad de papel y de cartón, pero nada más; para todas las categorías de productos madereros dependió casi exclusivamente de las importaciones. Africa meridional exportó muy poco, por lo que a productos madereros se refiere; produjo, sin embargo, una mitad de sus necesidades de madera aserrada y de papel y cartón, más de una mitad de su consumo de contrachapados y chapas y todas sus necesidades en lo que se refiere a tableros de fibra y de partículas.

Aunque el equivalente de madera en rollo representado por las importaciones de productos forestales manufacturados fue más del doble que el de las exportaciones, este déficit maderero quedó más que compensado por las exportaciones netas de más de 4,4 millones de m³ de trozas. Africa en conjunto, por tanto, importó en 1959-61 el equivalente de 6,14 millones de m³ de madera en rollo y exportó 6,53 millones de m³. Por tanto, expresado en volumen, Africa presenta un saldo activo neto de exportación. En cuanto a valor, sin embargo, tuvo un déficit neto: el valor de las importaciones fue de 289 millones de dólares y el de las exportaciones de 212 millones de dólares.

Industrias usuarias de la madera valiosas para el desarrollo económico

Por lo que se refiere al abastecimiento de las propias necesidades del continente, sin mencionar las exportaciones, las industrias forestales de las partes principales de Africa se encuentran en estado embrionario. Africa, sin embargo, tropieza con la apremiante necesidad de proyectos industriales satisfactorios y hay varias razones que explican por qué las industrias madereras deben desempeñar un papel especial en el desarrollo económico en un futuro inmediato.

Las cuatro regiones de Africa, tal como figuran en el nuevo estudio sobre tendencias de la madera a que se refiere este artículo.

CUADRO 1. - AFRICA: PRODUCCIÓN, IMPORTACIONES, EXPORTACIONES Y CONSUMO ANUALES DE MADERA ASERRADA TABLEROS, Y PAPEL Y CARTÓN EN 1959-611 (En millones de unidades, según se indica)


Unidad

Producción

Importaciones2

Exportaciones3

Consumo

AFRICA OCCIDENTAL

Madera aserrada

1,56

0,06

0,52

1,10

Contrachapados y chapas

0,16

0,01

0,14

0,03

Tableros de fibra y de partículas

Tm.

-

0,02

-

0,02

Papel y cartón

Tm.

-

0,08

-

0,08

Total en términos de madera en bruto

3,52

0,43

1,39

2,56

AFRICA ORIENTAL³

Madera aserrada

0,71

0,30

0,19

0,82

Contrachapados y chapas

0,01

0,01

-

0,02

Tableros de fibra y de partículas

Tm.

-

(0,02)

-

0,03

Papel y cartón

Tm.

0,01

0,09

-

0,10

Total en términos de madera en bruto

1, 47

0,94

0,38

2,05

AFRICA SEPTENTRIONAL

Madera aserrada³

(0,09)

(0,91)

-

(1,00)

Contrachapados y chapas

0,01

0,08

-

0,09

Tableros de fibra y de partículas

Tm.

-

0,02

-

0,02

Papel y cartón

Tm.

0,12

0,21

0,04

0,29

Total en términos de madera en bruto

0,56

2,70

0,12

3,14

AFRICA MERIDIONAL

Madera aserrada

0,54

0,58

0,03

(1,08)

Contrachapados y chapas

(0,02)

0,01

-

(0,03)

Tableros de fibra y de partículas

Tm.

(0,09)

-

0,03

(0,06)

Papel y cartón

Tm.

0,18

0,20

0,02

0,36

Total en términos de madera en bruto

1,87

1,78

0,19

3,46

TOTAL AFRICA

Madera aserrada

2,88

1,85

0,73

4,00

Contrachapados y chapas

m 3

0,20

0,12

0,14

0,18

Tableros de fibra y de partículas

Tm.

0,10

0,05

0,03

0,12

Papel y cartón

Tm.

0,31

0,58

0,06

0,83

Total en términos de madera en bruto

7,44

5,87

2,07

11,24

1 Las cifras subregionales pueden no figurar como sumandos de los totales regionales debido a que están redondeadas.
2 Las cifras de importaciones y exportaciones incluyen el pequeño volumen de comercio dentro de las subregiones y de la región
3 Promedios 1960-62.

La primera de ellas es el ahorro de las importaciones. En los países en etapas iniciales de desarrollo económico es necesario el ahorro de las importaciones de toda clase, no sólo como parte del propio desarrollo industrial, sino como uno de los ingredientes en la eliminación del problema estructural de la balanza de pagos del que generalmente padecen dichos países. El ahorro en las importaciones por lo que se refiere a las industrias forestales es a la vez particularmente fácil y necesario dadas las técnicas relativamente sencillas y la gran elasticidad de la demanda que obtienen sus productos. Para los fines del presente estudio, las diferentes elasticidades que presenta la demanda en cuanto a los ingresos (el grado en que la demanda reacciona a los cambios en los ingresos) en Africa, han sido estimadas a partir de un análisis de la composición típica. Indican que, por lo que respecta a la demanda de madera aserrada ésta aumentará proporcionalmente a la renta (algo más rápidamente en ciertos países madereros excedentarios); para los tableros, la demanda aumentará entre 1,5 y 2,5 voces tan rápidamente como la renta; y, por lo que respecta al papel y al cartón, el aumento será casi tan grande como el de los tableros.

Los ahorros en las importaciones no sólo implican la sustitución de los productos importados por los nacionales de igual clase, sino que, por el contrario, hay campo para la sustitución de una amplia gama de sucedáneos, que corrientemente se importan, por productos madereros nacionales. Una de las características de los productos madereros es el grado en que pueden ser sustituidos por un gran número de otros productos. En muchas partes de Africa parece que la madera se emplea mucho menos de lo que la razón económica exigiría. Los gobiernos deben reflexionar atentamente sobre la necesidad de fomentar la sustitución de otros productos por la madera tomando diversas medidas que estimulen el mercado y otras para mejorar la calidad de algunos de los productos madereros.

En segundo lugar, las industrias usuarias de la madera poseen fuertes lazos con otras industrias; en otras palabras, una gran parte de la demanda de los productos de las industrias usuarias de la madera procede de otras industrias y no del consumo final (vinculación progresiva) y, además, una proporción de los insumos de las industrias madereras consiste en productos de otras industrias (vinculación regresiva).2 Estas características de las industrias usuarias de la madera, al aumentar la disponibilidad de sus productos y crear la demanda para los productos de otras industrias como insumos, deberían constituir un estímulo importante para un ulterior desarrollo industrial. Los vínculos de estas industrias, sin embargo, si bien a la larga deberían también estimular la empresa industrial, a corto plazo constituyen un beneficio mitigado, ya que pueden entrañar una gran demanda de importaciones. El problema de balanza de pagos, por tanto, al que se ha cerrado la puerta principal de entrada gracias a la sustitución de las importaciones de productos madereros, puede infiltrarse por la puerta de servicio por una nueva demanda de importaciones resultante de las vinculaciones. Por tanto, cuando los planificadores intenten la industrialización basándose en la sustitución de las importaciones de los productos madereros, tendrán que realizar un estudio a fondo de las probables repercusiones globales sobre la balanza de pagos. Es necesario considerar también la posibilidad de producir localmente aquellos insumos que si no habría necesidad de importar a corto plazo. Con frecuencia ocurrirá que la demanda de tales insumos no baste en las etapas iniciales del desarrollo para soportar una fábrica de magnitud económica mínima, en tal caso se verán reforzadas las razones que abogan en favor de una cooperación regional en el campo industrial.

2 JACK C. WESTOBY, 1962. Las industrias forestales en la superación del desarrollo económico insuficiente. Unasylva Vol. 16 (4), N° 67, FAO, Roma.

En tercer lugar, las industrias madereras pueden tener que desempeñar un papel especial en el desarrollo económico con respecto a la cuestión del dualismo económico. Uno de los problemas cruciales del desarrollo económico en Africa es hallar un medio satisfactorio de integrar los dos sectores de la economía. En muchos casos esta integración se ha producido demasiado repentinamente. El sector tradicional se ha desintegrado, mientras el moderno no ha estado en situación de asimilar la mano de obra extra que quedaba liberada; los problemas sociales y económicos surgen lo mismo en la ciudad y en el campo. Las industrias basadas en los bosques pueden desempeñar un papel importante facilitando la transición económica entre el sector tradicional y el moderno. Proporcionan empleo en el propio bosque para las operaciones de corta y extracción, y como la razón valor/peso de la madera en rollo no elaborada es relativamente baja, resulta también sensato desde el punto de vista económico realizar por lo menos parte de la elaboración (madera aserrada o incluso contrachapados y chapas o pasta y papel) cerca del monte mismo. Cuando el monte está cerca de núcleos de población rural, puede proporcionar empleo local sin dificultades de vivienda ni otros problemas sociales y económicos que implican el traslado a las ciudades. De esta manera, la economía comercial puede llevarse a las zonas rurales sin la completa destrucción de la economía tradicional, lo que da tiempo a que la agricultura tradicional se modernice y estabilice gradualmente, no perdiéndose así una producción valiosa. Al mismo tiempo, se crea un núcleo de desarrollo rural. Además, dada su naturaleza, las actividades de explotación e industrias forestales pueden proporcionar empleo estacional para la población rural que periódicamente sufra subempleo o desempleo.

La cuarta razón es que las industrias usuarias de la madera son típicamente creadoras de empleo. Muchos de los países africanos sienten urgente necesidad de contar con industrias que creen ocupación, ya que, en los años iniciales del desarrollo económico, casi todos ellos han padecido una disminución en el número total de empleos. En muchas industrias, la gama de técnicas disponibles es reducida y predominantemente exigente en cuanto a capital, y también en cuanto a mano de obra altamente especializada, la cual a menudo tiene que ser importada. Algunas de las industrias madereras sin embargo, especialmente las de aserrío y las usuarias secundarias, son flexibles tecnológicamente, ya que disponen de una vasta gama de técnicas de diversas intensidades de factor. Donde se utilizan técnicas que exigen mano de obra intensiva, por tanto, las industrias madereras pueden ser importantes creadoras de empleo, a menudo en los lugares en que más se necesitan, es decir, en las zonas rurales. Además, las operaciones dentro del bosque, cortas, desembosque, etc., proporcionan un mayor volumen de empleos que las propias industrias usuarias de la madera.

En quinto lugar, las industrias usuarias de la madera desempeñan un papel valioso en el mercado de exportación. Este difiere en dos aspectos del mercado de los otros productos tropicales. Por un lado, en los países desarrollados, la elasticidad de la demanda de algunos productos madereros en relación con la renta es mayor que en el caso de la mayoría de los otros productos tropicales; y la demanda de ciertas maderas duras tropicales es particularmente fuerte. Por otra parte, los países en vías de desarrollo pueden ampliar sus ventas de madera y productos derivados obteniendo una mayor participación del mercado mundial, cosa que no sucede con otros productos cuyo suministro puede decirse que han monopolizado, y además pueden también conseguir la expansión elevando el nivel de la renta. La madera y sus productos es uno de los pocos campos en los que existe competencia directa en el mercado mundial entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.

Campo para la expansión de las industrias madereras

Dado que, como se ha visto, son muchos los productos forestales de los que Africa sólo produce una pequeña proporción para sus necesidades, y de que existen también varias razones especiales para que las industrias madereras puedan desempeñar un papel decisivo en el cambio y desarrollo de la economía, se desprende que hay un gran campo para la expansión de dichas industrias en Africa. Sobre la base de las elasticidades de la demanda supuestas en este estudio, se espera que las futuras necesidades continentales de varios productos madereros aumenten de 1959-61 a 1975 en las siguientes proporciones: madera aserrada, 77 por ciento; paneles, 165 por ciento, y papel y cartón 146 por ciento. Según estas cifras, las perspectivas parecen brillantes para la expansión de las industrias de los paneles y el papel y cartón, productos de los cuales Africa es actualmente zona deficitaria. No obstante, el consumo actual de madera aserrada es mucho mayor que el de las otras dos categorías, y este producto seguirá siendo el de mayor demanda.

Para que en 1975 Africa pueda continuar produciendo la misma proporción de sus necesidades de productos madereros, como sucede ahora, el total de capitales invertidos sería del orden de 75 millones de dólares para la madera aserrada, 60 millones de dólares para los paneles y 400 millones de dólares para la pasta y el papel. Estas inversiones son aparte de las que en el futuro se necesitarán para la producción destinada a la exportación y para la de las materias primas. Además, se necesitará un gran incremento en la mano de obra especializada disponible. Si se cuenta con el capital necesario, sin embargo, habrá grandes posibilidades de que el continente cubra con su propia producción una proporción de sus necesidades incluso mayor que en 1959-61.

Dada la naturaleza sumamente fragmentada de los mercados africanos, no todos estos incrementos podrán tener lugar en cada uno de los países. Parte de la producción de pasta y papel, y probablemente también la de tableros de fibra, suponen fuertes economías escalares que no pueden conseguirse sino sobre la base del nivel de producción, el cual, en los países africanos considerados separadamente, es más alto que el nivel de consumo. Esto indica que, para que los países africanos puedan beneficiarse de las ventajas que ofrece un gran mercado para éstos u otros productos, tienen que estar dispuestos a aceptar varias medidas de coordinación industrial e incluso una integración económica e institucional aun más estrecha. Con el fin de que los beneficios puedan distribuirse entre los distintos países, toda medida de este tipo que se tome tendrá que formar parte de un programa general de coordinación industrial que afecte a un cierto número de industrias que tropiezan con idéntico problema de mercados que individualmente resultan demasiado pequeños. En un continente de países pequeños que necesitan desarrollo industrial, todo esto implica no sólo la coordinación de los aranceles y las políticas de emplazamiento industrial, sino también un amplio grado de mutua vinculación de sus planes económicos nacionales.

No todas las industrias usuarias de la madera, sin embargo, requieren para poder vivir económicamente unidades de producción de muy grande escala. La industria del aserrío, la de tableros de partículas, la manufactura de contrachapados y chapas y muchas industrias secundarias que utilizan productos de la madera y de la pasta son flexibles desde el punto de vista tecnológico y poseen un gran margen de posibles intensidades de factor y escala. Hay, indudablemente, cabida en el desarrollo africano para esta clase de pequeñas industrias que requieren mano de obra intensiva - aserrío en pequeña escala, carpintería de armar, carpintería de taller, etc. Los productos de estas empresas no son siempre, naturalmente, de calidad muy elevada. No obstante, el mercado interno en Africa en la actual fase de desarrollo es bastante tolerante y admite muchos niveles de calidad. La constante insistencia acerca de la máxima calidad de producción puede ser a menudo más bien un obstáculo para el desarrollo económico que una ayuda. Una calidad inferior, una menor escala de operaciones, empresas de mano de obra intensiva, pueden a veces ser la solución para empezar rápidamente el desarrollo industrial, pues con ello aumenta el número de expertos y se ahorra capital. Hay además otra ventaja, y es que la producción de calidad inferior permite la explotación de un mayor número de especies madereras que crecen en los bosques.3 El mercado interno africano puede aceptar una variedad mucho mayor de productos madereros que la que exigen los principales mercados de exportación. Con esto no queremos decir que toda inversión en dichos productos haya de ser de esta clase, sino simplemente recalcamos que cuando existe demanda para tales productos, como probablemente sucede en muchas partes de Africa, esta es la manera más racional de satisfacerla.

3 Es interesante comparar aquí la tolerancia del mercado español, que permite la explotación de una más amplia variedad de especies en la región ecuatorial española de Africa que en otras partes del continente.

Papel creciente de las exportaciones

La industrialización de la economía maderera africana no sólo debe hacerse sobre la base de la sustitución de las importaciones para satisfacer la demanda interior, sino que, por el contrario, las exportaciones han de desempeñar un papel importante y cada vez mayor, y los principales mercados de exportación seguirán estando en los países desarrollados. Africa aporta corrientemente la mitad aproximadamente de las exportaciones totales de madera y productos madereros de los países menos desarrollados a los países desarrollados (en 1959-61, las exportaciones de dichos productos de la región se elevaron a 212 millones de dólares). Se ha estimado, provisionalmente, que las importaciones efectuadas por los países desarrollados podrían incrementarse en unos 1.000 millones de dólares para 1975.4 Una proporción importante de este nuevo comercio podría aportarla Africa. Como la estimación está basada en el supuesto de que una proporción mayor que hasta ahora del volumen importado lo sería en forma de productos elaborados, harán falta inversiones mucho mayores, no sólo para aumentar y explotar los recursos forestales, sino también en bienes de capital para las industrias de elaboración. Europa continuará seguramente siendo el principal mercado para las exportaciones africanas. En 1959-61, alrededor del 80 por ciento de las exportaciones de maderas africanas, en valor, se dirigieron a Europa y, sobre todo, a Europa occidental y meridional. El consumo está aumentando rápidamente en dichas regiones, así como en Europa oriental y América del Norte, que también podrían surtirse de la producción africana. En todos estos países la demanda de madera y productos derivados sigue siendo animada; la elasticidad de la demanda con respecto a la renta en aquellos países de un nivel de ingresos similar sigue todavía muy por encima de la unidad para casi todos los tipos de productos madereros.

4 Perspectivas para la expansión de los productos forestales de los países en desarrollo, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, E/CONF. 46/70.

Parte de la nueva demanda de madera y productos derivados será de productos de los que Africa ha sido exportadora tradicionalmente - maderas de frondosas y sus productos elaborados. Una creciente demanda, sin embargo, entrará en la categoría de productos de los que hay indicios de que algunos países desarrollados puedan insólitamente ser deficitarios en los años venideros: madera para pasta, y pasta y papel. Las zonas de Africa que poseen reservas de las maderas apropiadas pueden participar en este incremento. Al mismo tiempo, otras zonas del continente hallarán un nuevo estímulo para experimentar con plantaciones de maderas adecuadas. La información de que se dispone recientemente indica, por ejemplo, que la madera para pasta obtenido de las plantaciones efectuadas en Africa oriental ha de tener un gran valor competitivo. A un costo típico de 6 dólares por m³ pueden competir con los costos aproximados de 9 dólares por m³ en la costa americana del noroeste del Pacífico y con los 15 dólares por m³ de Escandinavia.5 Aunque existen también, naturalmente, otros costos en que sucede lo inverso, esta ventaja del costo pudiera constituir un estímulo importante para el desarrollo de la industria de la pasta y el papel en Africa.

5 Estos costos se refieren a la madera para pasta entregada en fábrica.

Además de las alentadoras perspectivas para la exportación a los países desarrollados, existe margen también para una importante expansión del comercio interafricano, cuyo volumen es hoy día realmente muy pequeño en cuanto a la madera y sus derivados, igual que sucede con la mayoría de los productos. Una cierta proporción de este mayor intercambio la aportarán los productos elaborados, y esto puede estimularse por medidas de coordinación industrial entre los países africanos, especialmente en el campo del papel y el cartón. La necesidad de industrializarse que tienen todos los países africanos, sin embargo, sumada a la gran disparidad en el patrimonio forestal de cada uno de ellos, debiera servir de estímulo a un mayor comercio de madera en bruto desde las zonas ricas en madera a las pobres. La necesidad de algunas zonas de suplementar los recursos madereros disponibles con materiales de fibra larga para la producción de pasta y papel debiera estimular el aumento del comercio maderero interafricano. El creciente comercio maderero interafricano puede exigir inversiones adicionales en los medios de transporte. En general, sin embargo, las medidas para mejorar la interdependencia económica del continente deberían reportar dividendos en forma de economías escalares y suministros más fácilmente disponibles.

En su comercio de exportación, Africa tiene una oportunidad importante de cambiar la naturaleza de sus maderas pasando a exportar productos elaborados en vez de madera redonda sin elaborar. Muchos de los procedimientos que se emplean en las industrias usuarias de madera no son demasiado complicados y, por tanto, ofrecen una ocasión ideal para romper con el tipo colonial de desarrollo económico. Los argumentos en favor de la elaboración de las maderas en Africa, sin embargo, no son una mera e irreflexiva predilección ideológica, sino que se basan en sólidos criterios económicos. De los argumentos que aconsejan el desarrollo de las industrias usuarias de la madera en Africa ya se ha tratado anteriormente en términos generales. Además, los costos de transporte de la madera en bruto suelen ser altos y aumentan a medida que se va haciendo necesario adentrarse más profundamente en el bosque para las operaciones de explotación. Es, por lo tanto, cada vez más sensato elaborar la madera antes del transporte. La elaboración local puede también servir para incrementar el rendimiento de muchos de los bosques naturales africanos, ya que permite la explotación de un número mayor de especies cuyo transporte en forma elaborada resulta económico, pero que sin elaborar es demasiado costoso. Una razón más en pro de la elaboración local de la madera exportable es que permite economías escalares allí donde son importantes, cuando los niveles de la demanda interior no alcanzan el mínimo crítico necesario para que la producción resulte económica. Este punto es particularmente importante si la pasta y el papel llegan a exportarse en grandes cantidades.

Las exportaciones y la producción para el mercado interior son hasta cierto punto complementarias en cuanto a que los productos rechazados para la exportación pueden normalmente hallar salida inmediata en el mercado interior, lo que permite un aprovechamiento más cabal de los recursos del que es posible con una producción destinada sólo a la exportación.

Se ha alegado algunas veces que el capital empleado renta menos cuando la madera se elabora localmente que cuando se exporta en bruto. Sin embargo, este argumento en contra de la elaboración de la madera para la exportación falla en varios aspectos cuando se le considera desde el punto de vista de un país empeñado en el desarrollo económico. Antes que nada, la correspondiente comparación de la renta que reporta el capital no debe referirse tan sólo a la explotación maderera para su exportación en bruto, sino a todas las demás aplicaciones industriales del capital; y esto es ciertamente una comparación que conviene hacer, siempre que sea posible, al considerar cualquier inversión en el sector maderero. Además, la mayor rentabilidad del capital en el caso de la madera no elaborada sólo sería cierta si dicha producción pudiera ampliarse en forma importante, lo que no es muchas voces posible. En segundo lugar, es bien sabido que la demanda de materias primas sin elaborar es más fluctuante que la de artículos manufacturados; un rendimiento continuo, por tanto, puede ser más ventajoso que un rendimiento inestable, aunque sea más alto. En tercer lugar, hoy día la elaboración de materias primas en Africa suele exigir un nivel sumamente alto de capital de explotación; estas necesidades han de disminuir a medida que mejoran los medios de transporte y, en el caso de que la elaboración se base en maderas en rollo importadas, a medida que la cooperación entre los países africanos aumente. Finalmente, el argumento ignora el hecho de que el establecimiento de industrias de elaboración origina economías externas en forma de vínculos, empleo incrementado, integración de la economía de subsistencia en el sector de la economía monetaria y alivio de los problemas de la balanza de pagos. Por estas razones, el beneficio social que marginalmente reportan las industrias usuarias de la madera es muy alto.

En consecuencia, una baja rentabilidad del capital invertido puede no reflejar exactamente el valor del producto con relación a la economía nacional o regional en conjunto. En los casos en que la menor renta del capital inhiba la inversión de capitales privados en las industrias usuarias de la madera, puede imponerse bien la intervención estatal en dichas industrias, o la concesión de primas, o un tratamiento tributario especial. La aplicación si llega el caso, de medidas de este tipo, sin embargo, ha de examinarse con gran cuidado, ya que son muchos los argumentos que las desaconsejan.

Papel de las inversiones privadas

Esto plantea la cuestión para los gobiernos de cuál es el papel que el capital privado tiene que desempeñar en general.

No cabe duda de que, si se quieren conseguir los ingentes capitales que exige la ampliación de la producción tanto destinada al consumo en Africa como a los mercados de exportación, una gran proporción de los mismos debe proceder de fuentes no gubernamentales. Para estimular la cuantía de capitales nacionales disponibles, puede recurrirse a medidas de fomento de las cooperativas de productores del ramo de las industrias forestales, exenciones de tasas para estimular las inversiones y rebaja de los impuestos sobre la madera en pie para usos industriales. Parte del capital necesario, sobre todo si se trata de empresas en menor escala, podría proceder así de fuentes nacionales. Es indudable, sin embargo, que, en un futuro inmediato y especialmente tratándose de empresas de gran escala, la mayor parte del capital no gubernamental ha de ser capital privado extranjero. Muchas de las compañías expatriadas se han dado ya cuenta de las ventajas de transferir algunas de sus operaciones de elaboración a Africa, con el fin de aprovechar el menor costo de la madera. Antes de que se aprecien todas las posibilidades que ofrecen las industrias usuarias de la madera en Africa, esta tendencia ha de intensificarse mucho. No es fácil que ello pueda conseguirse, a menos que los inversores extranjeros se convenzan de que su capital está seguro. Cuando se necesitan capitales privados extranjeros, es por tanto a veces necesario ofrecer seguridades y garantías concretas contra la expropiación o al menos abstenerse de crear una atmósfera hostil a la participación de tales capitales en el desarrollo. Incluso puede ser muy necesario ofrecer incentivos especiales a los inversores de capital extranjero. No obstante, los países africanos han de tener sumo cuidado de que no se les escape el control de la administración de sus montes o de su explotación general.

Otros aspectos del aprovechamiento forestal

Una de las razones para este control es el hecho de que los bosques entrañan más de un aprovechamiento productivo. Las tres clases principales de aprovechamiento de los montes - productivo, protector y recreativo - por este orden, tienden a cobrar importancia en el curso del desarrollo económico. Esta es la justificación de que en este estudio nos concentremos en el aprovechamiento productivo de los montes. Sin embargo, los demás aprovechamientos tienen ya una importancia cada vez mayor, y en algunas partes de Africa la función principal del monte es la de protección.

Nunca se insistirá demasiado acerca de la función de los montes que no son directamente productivos en el verdadero sentido de la palabra. Desempeñan un papel crucial en la ordenación y conservación de otros recursos. Toda política forestal correcta, por ejemplo, es parte esencial de la ordenación de los recursos de aguas. Los montes no sólo son necesarios en la ordenación de las cuencas hidrográficas, sino que también desempeñan a veces un papel importante en la prevención de las inundaciones y en los proyectos de riego que pueden servir de base a la productividad agrícola.

El aprovechamiento adecuado de los montes podrá así aportar muchos ejemplos de fuertes economías externas, especialmente en el sector agrícola. El empleo de rompevientos y de repoblaciones para defender el suelo contra la erosión puede suponer diferencias inconmensurables en cuanto a las posibilidades de una agricultura estable y de un alto nivel de productividad, cosa que tan desesperadamente necesita Africa. El aprovechamiento de los montes como barbecho agrícola puede ser en algunos casos una forma de conservar la fertilidad de tierras exhaustas. La historia del campo africano abunda en ejemplos de zonas que, en un tiempo fértiles, han sucumbido ante un clima hostil, a la densidad excesiva de ganado, y a las equivocadas técnicas de cultivo. La repoblación y el empleo de árboles como rompevientos en muchas zonas pueden ser, especialmente en los desiertos del norte y en las partes más desoladas de la sabana, el medio de devolver la fertilidad a las tierras submarginales.

Otro de los aprovechamientos de los montes, al que debe prestarse atención, es el valor que por su belleza tienen para fines de recreo. Aunque la población de Africa sigue siendo predominantemente rural, está iniciándose una revolución demográfica, cuyo resultado es una vasta y creciente emigración a los pueblos y ciudades. En un futuro a la vista, la población de Africa sentirá una mayor atracción por su campiña, y habrá que conservar parte de ella con este fin. El atractivo más justamente famoso de Africa es su fauna, la más rica del mundo, que, además del valor que representa para los propios africanos, constituye uno de los mayores reclamos de que dispone para atraer al turismo. Como tal, es una fuente cada vez más importante de las muy necesitadas divisas. La fauna constituye también en Africa una importante fuente de alimentos y de proteínas muy necesarias. Puede asimismo dar materias primas para la industria, como por ejemplo pieles para la producción de cueros. Los montes, pues, tienen un papel primordial que desempeñar para la conservación de su fauna, ya que constituyen su habitat natural. Lo que se espera de la política forestal en este caso es que tenga en cuenta que lo mismo que la destrucción de los montes puede diezmar el sistema ecológico que sostiene la fauna, la creación de montes puede a veces contribuir a crear dicho sistema. No puede, pues, concebirse una política forestal adecuada si ésta no considera los múltiples aprovechamientos del bosque y las formas en que cada uno de ellos repercute en el conjunto de los sistemas ecológico y económico. Algunos de los aprovechamientos no productivos del bosque, de hecho, entran en conflicto con los aprovechamientos productivos, aunque a veces pueden completarse entre sí. En cualquiera de los casos, toda política forestal racional para Africa debe tener cuenta cabal de todos estos aprovechamientos.

Cómo contrarrestar la pobreza de recursos forestales

La mayor parte de lo que se ha dicho se aplica a aquellas zonas que cuentan con reservas forestales importantes o que consigan crearlas. Sin embargo, a pesar de la riqueza forestal de Africa, muchos países son, en todos los aspectos, pobres en cuanto a recursos madereros. Esto no significa que tengan que permanecer apartados de la economía maderera. En primer lugar, pueden poseer otros recursos que los hagan adecuados para el establecimiento de industrias usuarias de madera basadas en materia prima importada. En efecto, casi todos los países debieran estar en condiciones de crear algunas de las industrias secundarias de productos madereros basadas en materiales de importación. Los más comunes de dichos artículos son los muebles, el papel y manufacturas tales como bolsas de papel, etc. Además, existen otras materias primas capaces de sustituir a la madera; en particular, el bagazo y varias gramíneas han sido consideradas como materias primas adecuadas para la fabricación de pasta y papel.

En muchos casos, la mejor forma de abordar la escasez de madera será llevando a cabo plantaciones. Son muchas las que han sido ya establecidas, y se han realizado o están en marcha muchos experimentos al respecto. Hay, casi seguramente, campo de sobra para muchas más, tanto en cuanto a plantar árboles en lugares en que la actual cubierta forestal es clara o no existe, como también a plantar especies que hoy día no se cultivan. Lo probable es que una gran parte del desarrollo de la industria de pasta y papel en Africa se base en maderas procedentes de masas artificiales. Incluso en zonas ricas en montes naturales, las plantaciones pueden desempeñar un papel importante como método de aprovechamiento más intensivo de la tierra y de sacar cabal ventaja de la mayor rapidez de crecimiento de ciertas especies.

Desigual distribución de los montes en Africa

Independientemente del grado de riqueza forestal natural de algunas zonas, sigue siendo cierto en todas partes que el logro de los beneficios que ha de reportar el desarrollo de las industrias madereras y usuarias de la madera, dependerá esencialmente de los recursos forestales existentes hoy día en Africa y de su ordenación. Africa posee el 16 por ciento de la cubierta forestal del mundo y sólo el 9 por ciento de su población. Así, pues, si bien existen en el continente africano zonas escasas en recursos forestales, algunos países de Africa poseen una gran riqueza forestal y muchas de las maderas gozan de una justificada reputación.

La distribución de los montes está, sin embargo, lejos de ser uniforme. Partes del Africa occidental, por ejemplo, son ricas en montes altos de gran densidad, mientras que hay otras zonas, situadas a menudo a sólo unos pocos centenares de kilómetros, que son desierto. La disparidad de recursos entre distintas partes de esta subregión constituye así un microcosmo de la situación de Africa considerada globalmente. En Africa occidental, el 32,2 por ciento de la superficie es boscosa y en Africa oriental la proporción es de 29,1 por ciento; en Africa meridional, sin embargo, sólo el 5,7 por ciento de la tierra está cubierta de bosque y en Africa septentrional sólo el 1,6 por ciento. Estas cifras se comparan con la proporción mundial, que es de 29,6 por ciento. La suma de las cifras subregionales encubre no sólo las grandes diferencias que existen entre país y país, sino también el hecho de que muchos de los montes de Africa son sabanas ralas de aprovechamiento productivo limitado y de que una considerable proporción de los montes africanos son actualmente inaccesibles. Así, en Africa oriental sólo el 7 por ciento de la superficie boscosa está cubierta de masas densas de monte alto. En Africa meridional, la proporción es de un 10 por ciento, y en Africa septentrional, alrededor del 20 por ciento. Sólo en Africa occidental, donde cerca de la mitad de la superficie boscosa es monte alto de gran densidad, este tipo de bosque, que contiene la mayor parte de la madera comerciable de la región, ocupa más del 2 por ciento de la superficie territorial.

Lo mismo que ocurre con los demás recursos naturales, la riqueza forestal puede agotarse; si bien Africa en su conjunto no se enfrenta con un problema inmediato de agotamiento de sus recursos forestales, existen ya muchas zonas donde esto ha ocurrido y otras donde la madera tiene que ser extraída de lugares de cada vez más difícil acceso, lo que aumenta los costos de producción. El agotamiento de las reservas forestales de Africa, sin embargo, no se debe exclusivamente a las cortas productivas, sino también a las quemas causadas por incendios naturales y a la agricultura nómada. Una cantidad alarmante de reservas valiosas se desperdician cada año de esta manera. Además, muchas partes de los montes utilizados para la producción maderera han sido explotados arbitrariamente. Estos problemas hacen esencial una mayor protección de los montes mediante reservas forestales. En Africa oriental y occidental, sólo 69 millones de Ha., o sea el 11 por ciento de la superficie forestal, es reserva, lo que realmente es insuficiente.

Es difícil que Africa pueda dedicar la mano de obra disponible para proteger sus montes contra los incendios naturales con la misma amplitud que se hace en Europa. No obstante, la amenaza a los montes causada por el cultivo nómada, el ramoneo del ganado y las cortas arbitrarias debe ser contenida. Esto implica no sólo una política de conservación de los montes mismos, sino también una política racional para regularizar y modernizar la agricultura tradicional y controlar y dirigir la corta de leña; en algunas zonas puede haber necesidad de establecer plantaciones para la producción de leña y madera para postes. A cada instante la política forestal tropieza con otras políticas que a su vez son necesarias. Debe considerarse como uno de los elementos de la eficaz planificación del aprovechamiento de la tierra.

Tal planificación en Africa se enfrenta con problemas especiales debido al hecho de que la agricultura y los montes se hallan estrechamente vinculados. El problema es cómo combinar el aprovechamiento económico racional de los recursos forestales con la conservación de un precario equilibrio ecológico. En muchas partes de la sabana xerofítica los problemas ecológicos asumen capital importancia, ya que en este caso gran parte de las tierras son marginales y se ven amenazadas por la invasión del desierto. Los problemas que entraña la conservación de estas tierras son sumamente complejos y requieren mucha investigación para poderlos apreciar cabalmente. La urgencia del problema impondrá a menudo economías de investigación en forma de técnicas de inventariación rápida.

La madera es, a diferencia de otros recursos naturales, renovable. Hasta ahora se ha prestado muy poca atención, especialmente en las zonas ricas en bosques de Africa, a la necesidad de realizar un inventario a fondo de los montes y de fomentar el proceso de regeneración. En consecuencia, existe todavía la necesidad de investigaciones en cuanto a las técnicas apropiadas de ordenación forestal. No se sabe aún lo bastante para encontrar la solución a todos los problemas silvícolas con que Africa se enfrenta.

También se necesita un inventario completo de toda la riqueza forestal de los países de Africa. Sólo en pocos países existe tal inventario y, en el curso de este estudio, uno de los problemas principales ha sido el tener que trabajar basándose en conocimientos insuficientes. Siempre que dichos inventarios no representen una carga fuera de sus medios, muchos departamentos forestales de Africa tendrán que reclutar para ellos un mayor número de personas altamente calificadas. Sin embargo, no cabe duda de que una explotación perfectamente racional de los montes debe contar con un inventario detallado de las riquezas disponibles. Antes de proceder a este recuento de sus recursos, convendría que todos los países africanos pudieran ponerse de acuerdo sobre las apropiadas definiciones de montes que han de utilizarse. La actual incoherencia a este respecto no ayuda al análisis y constituirá un grave obstáculo para la futura cooperación.

Si bien la inventariación es una tarea que hay que encomendar al personal calificado con que cuenten los departamentos forestales, las decisiones acerca de la replantación o el establecimiento de plantaciones de tipos de árboles que no existen localmente, incumben a una gran variedad de personas. No sólo son de la competencia de los departamentos o ministerios de montes, sino también de los departamentos encargados de los recursos naturales y de la agricultura. Las decisiones acerca de los montes no pueden tomarse separadamente de las consideraciones de los demás aprovechamientos posibles de la tierra. No deberá tampoco tomarse decisión alguna sobre plantación de bosques sin un conocimiento adecuado del aprovechamiento a que se destinan. La política forestal debe también constituir parte integral de la política y planificación económicas. No basta con plantar árboles, sino que la cantidad y los tipos de éstos que se van a plantar deben dividirse considerando la futura estructura de la demanda, así como las limitaciones ecológicas de la estación. Sin embargo, a posar de esta reserva, seguramente habrá que aumentar la plantación en muchas partes de Africa, y esto por tres motivos principales. El primero es que hay que reemplazar algunos de los recursos agotados; el segundo, que hay que remediar las deficiencias de las zonas que carecen de montes; y el tercero que hace falta producir los tipos de madera que se necesitan y que hoy día no existen. Africa occidental, por ejemplo, carece casi en absoluto de las maderas de fibra larga necesarias para la fabricación de algunas calidades de pasta y papel. Ya se cultivan en escala importante en ciertos países africanos algunos tipos de maderas de fibra larga, pero hacen falta más experiencias en otras partes. Naturalmente, esta tarea exigirá también una mayor dotación de forestales altamente calificados.

El desarrollo de la enseñanza y capacitación forestales es hoy día una parte integral de toda política forestal. Para que el desarrollo del sector tenga éxito, se necesita la participación de una variedad cada vez mayor de profesiones diferentes, pero la figura clave seguirá siendo el forestal profesional. En el Africa contemporánea debe impartírsele al forestal profesional durante su capacitación una noción cabal de las múltiples facetas de los recursos que va a manejar - los montes mismos, su explotación y las industrias que en ellos se basan - así como de las demás profesiones que aportan los conocimientos especializados necesarios para complementar los suyos propios. Para ello, se necesitan en el plano subregional escuelas forestales de nivel profesional - en número que determinarán las necesidades comunes geográficas y de lengua - y en el plano nacional, escuelas técnicas y prácticas para la capacitación de nivel subprofesional. Si tales escuelas están bien situadas y debidamente estructuradas, podrán no sólo ser excelentes establecimientos docentes, sino también centros de investigación, asesoramiento y base de los servicios de extensión.

De todo ello se desprende una cosa clara: hay que tomar decisiones acerca de la tierra, y el aprovechamiento de la misma tiene que planificarse cuidadosamente. Hoy día en Africa muchas de estás decisiones no se toman y el resultado es que muchas tierras y gran parte de los recursos forestales se están agotando antieconómicamente. Una gran parte de la riqueza forestal africana está destinada a perderse, a menos que se detenga el proceso. Las decisiones necesarias sólo pueden constituir una parte de la política forestal, pero deben considerarse en el contexto más amplio de la economía general y de la planificación agrícola.

Función de los países desarrollados y de los organismos internacionales

El desarrollo racional y la explotación de los recursos forestales de Africa no se lograrán a menos de que las políticas que miran a conseguirlo sean obra de los propios países africanos; además, los países desarrollados y los organismos internacionales tienen un papel que desempeñar. El cabal aprovechamiento de esta riqueza exige inmensos gastos en términos de inversión de capital, mano de obra y energía y visión de planificación. No puede concebirse un aprovechamiento mejor de los montes si no es sobre la base de una política integrada de recursos naturales, agricultura e industria, no existe otra solución más que la planificación global. A su vez los planificadores deben tratar de conciliar la necesidad inmediata que tiene la generación actual de una industrialización rápida y de una suficiente provisión de empleos, con los intereses de las futuras generaciones, que no deben heredar recursos agotados sin aprovechar.

Los países desarrollados, especialmente los que poseían colonias en Africa, se han beneficiado durante mucho tiempo de la riqueza forestal africana y tienen la obligación de asegurar que una mayor proporción de los beneficios sean ahora para Africa misma. En los países desarrollados, donde todavía existan estructuras arancelarias que se opongan a la elaboración de la madera en los países productores, éstas deben ser abolidas en interés de la justicia y del buen sentido económico. Además, para que puedan aprovecharse totalmente las posibilidades que ofrecen los bosques africanos, los países desarrollados y los organismos internacionales deben prestar una ingente asistencia técnica. Una de las formas que podría adoptar tal asistencia es la de orientar la investigación en los países desarrollados hacia los problemas todavía sin resolver con que se enfrenta la silvicultura en Africa. Además, el creciente déficit de madera que sufren algunos de los países desarrollados deberá servir de incentivo para emprender entre naciones africanas y naciones desarrolladas varios proyectos conjuntos en el campo forestal y de las industrias forestales.

Se ha visto que son muchas las funciones de los montes que, aunque esenciales, no reportan beneficio económico inmediato directo. Estas exigirán financiamiento, una parte del cual debe proceder de los organismos de crédito internacionales. Hay poderosos motivos en este caso para no mostrarse exigentes en cuanto a la renta que devengue el capital invertido o a las condiciones de los préstamos. Sólo así se podrán plasmar las economías externas potenciales de los montes. La necesidad de condiciones financieras más asequibles se aplica igualmente a las plantaciones destinadas a un aprovechamiento comercial en el futuro.

Desde el punto de vista de la producción y de los recursos, este estudio se refiere, menos que otros similares sobre otras regiones, al pronóstico fundado en las tendencias. Esto se debe naturalmente, sobre todo, a que no existe para Africa la información detallada que haría falta. Pero también hay otra razón, y es que, según hemos visto, el problema en Africa no suele consistir en pronosticar una tendencia, sino más bien en el de invertir las tendencias.


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