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Introducción general

La FAO PATROCINÓ el Simposio Mundial sobre los Bosques Artificiales y su Importancia Industrial, en 1967, respondiendo a una recomendación del 13° periodo de sesiones de la Conferencia de la FAO, que se celebró en Roma, en noviembre de 1965, formulada por el Comité Técnico de Montes y Productos Forestales. Esta recomendación reflejaba la general aceptación de que la silvicultura, en medida no menor que la agricultura, debía llevar adelante la revolución técnica, gracias a la cual puede obtenerse una mayor producción en superficies menores, mediante mayores insumos. Treinta y cuatro millones de hectáreas de bosques artificiales, situados en los países informantes, a los que hay que añadir unos 47 millones de hectáreas que se cree que existen en los que no han comunicado datos, ya aportan o aportarán pronto a la economía de la madera una contribución muy superior, en proporción, a la superficie que ocupan. En comparación con las cortas en los bosques naturales, que suelen ser de unos cuantos metros cúbicos por hectárea y por año (y con gran frecuencia mucho menores), el rendimiento de las plantaciones forestales puede ser varias veces superior si se seleccionan convenientemente las especies y las condiciones del emplazamiento. En vez de las rotaciones seculares, los bosques artificiales de crecimiento más rápido pueden producir leña o madera para postes en 5 ó 10 años, madera para pasta en 10 años, o menos, incluso, y trozas de aserrío en unos 15 0 20 años. La concentración del producto, su tamaño uniforme y sus propiedades homogéneas, hechas casi por encargo, la posibilidad de seleccionar el lugar donde se va a situar la plantación en relación con el emplazamiento de las fábricas transformadoras de madera, son factores que contribuyen todos ellos a notables economías en los costos de extracción, transporte y utilización. Los países informantes anunciaron sus objetivos de plantación, según los cuales la superficie de los bosques artificiales quedaría duplicada hacia 1985. Uno de los objetivos principales del simposio fue hallar la mejor forma de tratar y solucionar los múltiples y variados problemas que comporta la consecución de esas metas.

El Gobierno de la Commonwealth de Australia se ofreció generosamente a acoger la reunión, y tanto Australia como Nueva Zelandia organizaron giras de estudios. Las autoridades australianas incitaron a que se concediera la debida importancia, tanto durante el simposio como durante las giras de estudio, al género Eucalyptus en la plantación forestal. Por lo tanto, el simposio sirvió para complementar la serie de Conferencias Mundiales sobre el Eucalipto organizadas periódicamente por la FAO.

La ceremonia de inauguración tuvo lugar en la Canberra Playhouse el viernes, 14 de abril. El Excmo. Sr. David Fairbairn, Ministro de Desarrollo Nacional, pronunció el discurso de apertura, al que contestó el Sr. J. C. Westoby, Director Adjunto de la Dirección de Montes y Productos Forestales, en nombre de la FAO. El Ministro, que es a la vez Presidente del Consejo Australiano de Silvicultura, dijo que en 1961 el incremento anual aprovechable de las masas de eucalipto comercial en los bosques artificiales situados fuera de Australia rebasó la estimación australiana de madera comercial producida anualmente en los bosques de eucalipto nativos de Australia. En menos de medio siglo, el esfuerzo humano, realizado con frecuencia en las naciones menos desarrolladas y más pobres, situadas en las latitudes medias y más bajas del mundo, mejoró el don que la naturaleza concede a un continente. Le complacía informar que le había sido posible obtener el apoyo financiero del Gobierno de la Commonwealth para duplicar el programa relativo a los bosques artificiales de los estados australianos.

El Sr. Westoby, después de dar las gracias a los países huéspedes, llamó la atención sobre la importante contribución que pueden aportar los bosques artificiales a la lucha incesante del hombre por dominar su ambiente. El incremento de las necesidades mundiales de madera, que ha caracterizado a los dos últimos decenios, no es un fenómeno pasajero, sino que proseguirá indudablemente en los decenios venideros por estar estrechamente relacionado con la importancia que se ha concedido en la posguerra al crecimiento económico y al aumento del bienestar. Se ha estimado que unas cuatro quintas partes del incremento corresponderán a la madera industrial. La mejora del ordenamiento de los bosques naturales y artificiales son objetivos complementarios; ambas formas de silvicultura son el caballo de batalla de todo auténtico técnico forestal. Pero no cabe duda de que el mundo recurrirá cada vez más a los bosques artificiales para obtener madera. No sólo porque multitud de países no pueden ya seguir dependiendo de los bosques de otros pueblos; no sólo a causa de los límites físicos y técnicos que presenta la elevación de los rendimientos en los bosques existentes; sino también porque, en muchos casos, resultará más económico crear nuevos bosques que forzar los rendimientos de los existentes. Esto fue así en el plano nacional, donde surgió el desafío entre la nueva ciencia agrosílvica y la silvicultura clásica modernizada. También resultó cierto al nivel internacional, en el cual planteó problemas de ordenamiento de los recursos globales, de políticas forestales nacionales y de comercio internacional. De diez veces nueve, la consideración decisiva será la económica. Por consiguiente, es perentorio que se insista más sobre la acumulación y el análisis de los datos relativos de costos y beneficios, tanto con respecto a los bosques naturales como a los artificiales, y sobre la integración de los planes de desarrollo de la silvicultura y de las industria forestales, dentro del marco de los planes nacionales de desarrollo. La FAO solicita de los delegados orientaciones sobre problemas como el papel que desempeñan los bosques artificiales en el complemento o sustitución de los bosques tropicales, las nuevas técnicas empleadas para plantar tierras áridas, el potencial de la estación y su conservación, la rentabilidad comercial, la evolución social general y muchos otros.

El Excmo. Sr. David Fairbairn, Ministro de Desarrollo Nacional, fue elegido por unanimidad Presidente Honorario del simposio, y el Dr. M. R. Jacobs, Director General de la Oficina Forestal y de la Madera, Presidente. También se eligieron los siguientes Vicepresidentes, para ayudar al Presidente a dirigir el simposio: E. M. Baton (Estados Unidos), C. H. Brown (Nueva Zelandia), J. de la Puente (México), G. Giordano (Italia), D. Iyamabo (Nigeria) y Nguyen van Tan (Viet-Nam).

Las reuniones de trabajo empezaron en el Hotel Rex de Canberra, la misma tarde. Había unos 170 participantes procedentes de 41 países, el mayor número que hasta ahora haya estado representado en una reunión internacional celebrada en Australia. Las organizaciones internacionales representadas fueron: la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Comisión para el Pacífico Meridional (CPM).

Para el simposio se redactaron un total de 104 documentos, solicitados y voluntarios. El programa estaba dividido en cinco partes y hubo cinco ponentes principales para dirigir los debates que correspondían a los cinco capítulos del informe final, del cual se redactó un proyecto preliminar destinado a ser discutido y enmendado por el simposio. Las cinco partes eran: I. Política (autor y ponente principal W. E. M. Logan, Reino Unido), II. Silvicultura (autor y ponente principal A. Metro, asesor de la FAO), III. Ordenación (autor y ponente principal D. A. N. Cromer, Australia), IV. Aprovechamiento (autor y ponente principal E. P. Stephens, Estados Unidos), V. Integración de la planificación y el financiamiento (autor O. A. D'Adamo, Argentina; ponente principal A. J. Leslie, Australia). Se constituyó un comité de redacción para cada parte, que elaboró unas recomendaciones y resumió las enmiendas a los capítulos del informe final dimanantes de los debates del simposio. El último día, el simposio aprobó dichas recomendaciones y enmiendas. El Presidente Honorario lo clausuró oficialmente el lunes 24 de abril. Dijo que la gran variedad de bosques artificiales que existía en el mundo impresionaría sin duda alguna a cualquier persona que examinara los documentos presentados al simposio, ya que abarcan todas las latitudes y localidades en que los árboles crecen de manera natural y diversos lugares donde antes no crecía ningún árbol. Había seguido las vivas discusiones que tuvieron lugar durante el simposio sobre si el objetivo único de los bosques debía ser solamente el propocionar madera o una utilización múltiple. Muchos delegados consideraban que, a medida que mejorasen los niveles de vida, se haría necesario aceptar la utilización múltiple como objetivo. Recordó que éste fue el tema del Quinto Congreso Forestal Mundial, que se celebró en Seattle, en 1960. Se podría pronosticar con seguridad que los bosques plantados no sólo suministrarían la madera necesaria, sino que, en muchos lugares, resultarían ser un punto de partida para el desarrollo económico, tan esencial si se quiere que toda la inmensa población del mundo se eleve por encima del mero nivel de subsistencia. El simposio había sido un paso importante en este sentido.

En el curso del simposio, se organizaron excursiones al bosque de Uriarra y al vivero de Yarralumla. Dos noches se proyectaron películas de tema silvícola procedentes de diversos países y el Sr. Mervyn Page, de la Dirección de Productos Comerciales, Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization (Australia) dio una charla ilustrada sobre técnicas de transformación de trozas de eucalipto. El último día, el Director, D. A. N. Cromer, y el personal del Instituto de Investigación Forestal de Yarralumla hicieron visitar a los delegados los edificios recién terminados del Instituto.

Un rasgo del simposio fue la excelente organización y documentación de las giras de estudio. Hubo tres excursiones antes del simposio. La de Nueva Zelandia abarcó las Islas septentrionales y meridionales, y en ella se atendió sobre todo a la repoblación forestal en gran escala y las industrias forestales basadas en el Pinus radiata. La excursión 1A comprendía las plantaciones de eucalipto y de pinos del sur y del este de Australia, desde Mary Valley (Queensland) hasta Mount Gambier (Australia del Sur). La excursión 2 abarcaba las industrias basadas en los eucaliptos meridionales de Victoria y Tasmania. De las tres excursiones posteriores al simposio, la excursión IB comprendía el mismo sector que la 1A, la excursión 3 abarcaba las plantaciones de eucaliptos y de pinos de las zonas meridionales más secas y el suroeste de Australia occidental, y la excursión 4 trataba de los eucaliptos tropicales y de las plantaciones de Queensland del Norte y de Papua y Nueva Guinea.

El informe que figura a continuación consta de las recomendaciones del simposio, seguidas de los cinco capítulos del informe y de un cierto número de apéndices. En el Apéndice 4 se da una lista de los títulos de los documentos y de los nombres de sus autores y en el Apéndice 5, la lista de los funcionarios del simposio y demás participantes a él.

En conclusión, cabe decir que la organización meticulosa que llevó a cabo el Comité Australiano y el nivel elevado de las contribuciones aportadas, tanto por los autores como por los participantes, permitieron que este simposio fuera no sólo un excelente inventario del presente y del pasado, sino también una indicación para el futuro, lo cual es todavía más importante.


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