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I. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL CULTIVO DE CAMARONES MARINOS EN MEXICO

La explotación pesquera de los camarones marinos ha sido uno de los rubros más importantes de la actividad pesquera en México. Este grupo de especies forma parte del conjunto al que la legislación mexicana definió desde hace más de 50 años como “especies reservadas” y cuya explotación asigna en exclusividad a favor de grupos de ciudadanos económicamente desprotegidos y organizados en sociedades cooperativas, con el objeto de propiciar su incorporación al desarrollo nacional.1

La importancia de éste recurso radica en el hecho de que el mismo ha significado para México uno de los productos que mayores divisas genera al país por su exportación; así, durante la década de 1976 a 1986, México fue el principal abastecedor del crustáceo al mercado de los Estados Unidos y desde hace años, el volumen anual de la captura ha permanecido estable en torno a las 70,000 toneladas; coincidentemente, en los últimos años, los mercados internacionales han incrementado su demanda (VanEys, S. 1987), y algunos países aumentaron su oferta como resultado del crecimiento de la producción obtenida de cultivos controlados. México, por su parte, fue cediendo su posición de privilegio en el mercado norteamericano ante la imposibilidad de incrementar su producción toda vez que desde 1976, la pesquería parece haber llegado al rendimiento máximo sostenible (Polanco, J. E. 1988) y por otra parte, el desarrollo de la camaronicultura enfrentó limitaciones, las más evidentes de las cuales fueron: la falta de oportunidades al sector social que detentaba el usufructo de las tierras con mayor potencial para el cultivo (ejidos y comunidades2); al mismo tiempo, las expectativas que generó la modificación del marco legal que regulaba la actividad pesquera principalmente en torno al concepto de “especies reservadas”, lo cual propició que durante más de cinco años se registrara un estancamiento en el arranque de esta posibilidad de incrementar la producción al frenarse las iniciativas de los interesados en desarrollar la actividad.

1 : Los antecedentes y las características de este esquema jurídico se detallan en el capítulo II del presente documento.
2 : Las características del sistema de tenencia de la tierra en México ampliando la información del concepto “ejido” se detallan en el capítulo III de éste documento.

Los antecedentes más destacados de la práctica del cultivo controlado de camarones peneidos en México, se ubican en los trabajos desarrollados a principios de la década de los años setenta en la Unidad Experimental de Puerto Peñasco, Sonora, dependiente del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad de Sonora (CICTUS), donde se desarrolló tecnología del cultivo de ciclo completo del camarón azul del Pacífico (Penaeus stylirostris).

Paralelamente los trabajos de Cabrera et al (1984) y posteriormente la construcción de algunas unidades en Nayarit, coadyuvaron a incrementar el interés por el desarrollo del sector. A lo anterior se adicionaron los esfuerzos de algunos técnicos entusiasmados por los resultados que observaron en las granjas camaroneras del Ecuador.

En 1986 al ser aprobada por el órgano legislativo la Ley Federal de Pesca, en la cual se ratifica la reserva de las especies de camarones a favor de las sociedades cooperativas y se eliminan algunas limitaciones de las sociedades cooperativas ejidales, se inicia la aplicación de una política prioritaria de fomento al desarrollo de la camaronicultura, intentando con ello, incrementar la producción del crustáceo y paralelamente ofrecer alternativas de solución, tanto a los usufructuarios de tierras (ejidatarios), sin vocación para la agricultura y con amplio potencial para la camaronicultura, como a la sobrecarga que empezaba a sentirse sobre la captura, con todo ello, las autoridades rectoras de la pesca en México, intentaban fortalecer al sector cooperativo pesquero, y recuperar la posición de liderazgo en el mercado norteamericano en beneficio directo de las cooperativas productoras de camarón.

Así, en 1987 se da a conocer el Programa Nacional de Cultivo de Camarón (SEPESCA, 1987), en el cual se identifica la disponibilidad potencial de más de 475,000 hectáreas de terrenos salinos, con óptimas cualidades para el establecimiento de granjas camaroneras y se proyecta un crecimiento en el sector con índices de desarrollo superiores al 50% anual. Se proyectó registrar volúmenes de producción de más de 30,000 toneladas anuales al cabo de 6 años de esfuerzos.

Los avances registrados fueron: de Octubre de 1987 a Julio de 1988, la actividad ejercida por los socios de 108 cooperativas permitió la construcción de 87 unidades de producción incorporando 6,617 hectáreas al cultivo; por otra parte, se encontraban en proceso de construcción 1,998 hectáreas más de estanquería de 26 nuevas granjas, en tanto que en otras 20 unidades se realizaban obras para ampliar su capacidad instalada. Esta superficie, que rebasaba las 8,600 hectáreas, representaba el 56.9% de la meta prevista en el Programa Nacional y éste avance, con tasas de crecimiento promedio anual de 50%, colocó a nuestro país en el segundo lugar en Latinoamérica, en cuanto a estanquería abierta al cultivo, después de la República del Ecuador que disponía de 90,000 hectáreas.

En lo que concierne a la producción, en 1987 se alcanzaron 1,700 toneladas (74% de la meta prevista) y al finalizar 1988, se esperaba llegar a las 2,198 toneladas (45.3% en relación a la meta estimada en el Programa 4,850 toneladas). Por lo que se refiere a los rendimientos alcanzados, se destaca el avance observado en las granjas de cultivo semiintensivo en las cuales el promedio se ha incrementado de 341 kg/ha/año registrado en 1987 a 500 kg/ha/año estimado para 1988, equivalentes a los registrados en los países con mayor experiencia en la materia,lo que refleja el conocimiento tecnológico alcanzado y la dinámica seguida por la actividad en el país, consecuencia de una labor de fomento persistente y del dominio progresivo de las tecnologías respectivas. Los cultivos en desarrollo son de tipo extensivo y semiintensivo, principalmente.

El desarrollo de la camaronicultura, alcanzó los mayores índices en el Estado de Sinaloa, (Cuadro 1), en donde ésta actividad, ha venido a reforzar la solución a la sobrecarga que estaba imperando en la captura de camarón, ofreciendo con ello una nueva alternativa para disminuir las presión local sobre ésta fase de la actividad.

CUADRO 1 GRANJAS CAMARONERAS EN OPERACION Y EN CONSTRUCCION
ENTIDAD FEDERATIVAEN OPERACIONEN CONSTRUCCION
NUMERO DE GRANJASSUPERFICIE ABIERTA AL CULTIVO (HAS)PRODUCCION ESPERADA PARA 1988 (TONS)NUMERO DE GRANJASSUPERFICIE ABIERTA AL CULTIVO (HAS)PRODUCCION ESPERADA PARA 1988 (TONS)
TOTAL876,6172,198.9461,9981,061.7
LITORAL PACIFICO826,3892,084.9421,8831,004.2
Baja California15025.0---
B. California Sur263.01157.5
Sonora10248241.051160275.0
Nayarit625, 3671, 638.33221,468601.7
Jalisco163.0---
Chiapas13015.0---
LITORAL DEL5228114.0411557.5
GOLFO4208104.025527.5
Tamaulipas---15025.7
Veracruz      

1 : 16 son ampliaciones
2 : 4 son ampliaciones

Ciertas formas de cultivo artesanal como el uso de encierros y tapos, y en el mejoramiento de los sistemas hidrológicos en los estuarios, se realizan en México desde hace al menos un siglo (González G., 1984). Sin embargo, los primeros proyectos de cultivos controlados, datan de la década de los años setenta; así, en 1972, se construyeron las primeras pozas experimentales en la Ensenada de los Carros, en la Laguna de Huizache localizada al Sur del Estado de Sinaloa (Cabrera, J., 1984), un año después el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad de Sonora (CICTUS) inició estudios tendientes al cultivo de camarón azul del Pacífico (Penaeus stylirostris) en Puerto Peñasco. Sin embargo, fue hasta 1978 que el CICTUS pudo disponer de instalaciones construidas expresamente para tal fin. Inicialmente los trabajos se desarrollaron en coordinación con la Universidad Norteamericana de Arizona y con financiamiento parcial de la Empresa Coca Cola (Morales, J., 1982), (Anónimo, 1985).

Al iniciarse ésta década un grupo de técnicos de instituciones gubernamentales, impulsaron la construcción de granjas experimentales en Nayarit. Estas les servirían para conocer la actividad de manera práctica, así como para motivar a los cooperativistas a participar en la construcción y operación de granjas comerciales. El esfuerzo no fue infructuoso pero se enfrentó a múltiples dificultades sociales y organizativas.3

3 : De 7 granjas cuya construcción se inició en 1982–83, únicamente dos han operado regularmente. Otra ha trabajado esporádicamente y 4 más no fueron terminadas.

Por otra parte, algunos representantes de las cooperativas pesqueras empezaron a ocuparse de la camaronicultura al conocer la importancia creciente del camarón cultivado de Ecuador en el mercado norteamericano. En su decisión de impulsar la camaronicultura, influyó también el temor a que surtieran efecto las presiones del sector privado sobre el poder legislativo que se encontraba revisando la Ley Federal de Pesca, para que se les permitiera cultivar camarón.

Cabe señalar que también algunos empresarios privados duenños de constructoras o congeladoras, que vieron en la camaronicultura, una buena alternativa de inversión, realizaron obras y aportaron los recursos necesarios para que algunas cooperativas pudieran empezar a trabajar.

Pese a la diversidad de resultados obtenidos, estas primeras experiencias impulsadas por organismos gubernamentales, por el sector cooperativo y por el sector privado, fueron el botón de muestra necesario para que se difundiera el interés en la actividad.

Influyeron después de manera importante, la intención de autoridades gubernamentales de brindar alternativas de empleo a la población que presionaba fuertemente por tener acceso a la captura de camarón en lagunas y esteros de los estados de Sinaloa y Nayarit (González E., 1981). También influyó, por otra parte, un programa gubernamental de asistencia técnica a las cooperativas pesqueras, que comprendía también la formación básica de técnicos para el desarrollo de la camaronicultura (SEPESCA, 1985). Ahí se prepararon elementalmente algunos de los técnicos que habrían de diseñar y operar parte de las granjas hoy existentes los que a su vez promovieron y organizaron a algunas de las cooperativas que realizan la actividad.

La demanda anual de postlarvas en las 87 unidades en operación, era de 467 millones de organismos. Su abastecimiento se aseguró aprovechando las existencias silvestres y, para garantizar el aprovisionamiento futuro de éste insumo o el dominio de la tecnología correspondiente, iniciaron su operación 6 laboratorios productores de postlarvas, en tanto que se encuentran en proceso de construcción 6 unidades más, una en el Golfo de México y 5 en el litoral del Océano Pacífico.

En Sinaloa, para asegurar el aprovisionamiento del medio natural y evitar conflictos con otros cooperativistas que tienen concesionada la captura comercial de ese recurso, se estableció una zona de reserva para el aprovechamiento de postlarvas en el complejo estuarino de Palmillas, mismo que previamente fue estudiado identificándose una existencia potencial de 250 millones de postlarvas, suficiente para abastecer a una superficie de estanquería considerablemente mayor a la que actualmente se encuentra en operación (SEPESCA, 1987). En relación a lo anterior, se realizaron los estudios previos para establecer dos zonas más en el mismo Estado: Ceuta y Ouhira.

En apariencia la actividad era ejercida por 4, 077 cooperativistas, mismos que conformaban el padrón de las 108 organizaciones, lo que ofrecía un índice de ocupación de un socio por cada 1.6 hectáreas abiertas al cultivo; sin embargo, en la mayoría de ellas, la jornada laboral mensual de sus socios, se distribuía entre la granja, la captura y otras ocupaciones. Por otra parte, al constituirse inicialmente los grupos, se incurrió en vicios de origen al inscribir a un excesivo número de socios, con la falsa expectativa de encontrar ocupación en ésta nueva actividad, sin embargo, la factibilidad real de materializar ésta posibilidad, por lo menos en las granjas de cultivo semiintensivo, no ha encontrado el resultado esperado, pues su capacidad de ocupación, no puede exceder la proporción de un empleo por cada cuatro hectáreas incorporadas al cultivo, de acuerdo al dictamen técnico formulado por la Dirección General de Acuacultura de la SEPESCA (Avilés, et. al. 1988), de igual forma el tamaño medio actual de las granjas no llegaba a alcanzar la superficie mínima teóricamente estimada como rentable (Avilés, et. al. 1988), así, la extensión media de las 40 granjas de cultivo semiintensivo apenas representaba una tercera parte del tamaño mínimo que asegura la viabilidad económica de éstas unidades (150 hectáreas), por lo que en aquellas granjas donde no se alcanzaba ésta superficie se planteó incorporar etapas sucesivas que propiciaran que cada unidad alcance su tamaño mínimo rentable y paralelamente se ajustará el padrón de socios de cada cooperativa a la capacidad real de soporte de empleos de su granja. Esta previsión ya es considerada en el análisis de las 376 ideas de inversión que se tienen identificadas y que se encuentran en diferentes niveles de integración. Se destaca que la incorporación potencial de estas iniciativas permite prever la apertura al cultivo de más de 100 mil hectáreas para los próximos años.

Los gobiernos de las 11 entidades federativas que el Programa identifica como prioritarias, han manifestado su interés por aprovechar su potencial, concertada e integralmente, para lo cual establecieron subcomités especiales para el fomento a la camaronicultura en el seno de sus respectivos comités de planeación (COPLADES), dando principio al proceso de planeación de ésta actividad al empezar a formular sus respectivos programas de desarrollo, de ésta forma, Chiapas dispone de su programa, en tanto que Sinaloa, Sonora, Campeche, Tamaulipas y Oaxaca, elaboraban su documento rector; la formulación del programa no fue condicionante para avanzar, tal fue el caso de Sinaloa, donde, sin haber concluido la formulación del mismo, habiéndose identificado las normas generales del Programa Nacional, se abrieron al cultivo el 79% de la estanquería registrada en el país al mes de agosto de 1988.

Las actividades de planeación se iniciaron con la definición de los diferentes regímenes de propiedad de la tierra en las áreas costeras a efecto de delimitar geográficamente los terrenos con mayor potencial para el cultivo e identificar aquellas zonas que por cualquier previsión de la normatividad en vigor, no deban ser incorporadas directamente a la actividad, como son los manglares.

Aproximadamente el 50% de las unidades en operación y en proceso de construcción y una proporción mayor de las ideas de inversión, son promovidas por organizaciones ejidales, por ello coordinadamente con la Confederación Nacional Campesina y otras unidades y entidades de la administración pública y de las sociedades nacionales de crédito, se estableció un comité asesor que tenía a su cargo la promoción y el seguimiento de la actividad en el ámbito ejidal, así, las expectativas hacia el futuro en ésta actividad son importantes para éste sector pues dispone del usufructo de más de cincuenta por ciento de los terrenos con potencial para la camaronicultura. Además, haciendo uso de las bases jurídicas que ofrece al ejido la Ley de Fomento Agropecuario se identificó como solución a sus limitaciones financieras, técnicas o de otra índole, la asociación del ejido con el capital privado, asegurando se sujeten a lo dispuesto por la Ley Federal de Reforma Agraria, siempre en un esquema de una justa relación.

Por lo que se refiere al aprovechamiento de terrenos particulares con vocación para ésta actividad, la política que se delineó al respecto, indica que la promoción de su uso debía iniciarse en el seno de los comités estatales de los COPLADES correspondientes, ajustando sus conclusiones al marco legal en vigor.

Por otra parte, la orientación que se dio al fomento de la actividad, siguió la norma de inducir los proyectos considerando la preservación del equilibrio ecológico así como el aprovechamiento racional e integral de los recursos naturales, en forma coordinada con otras dependencias gubernamentales.

En el rubro de la capacitación se desarrollaron diversas acciones que permitieron integrar 266 técnicos a las unidades productivas. Las líneas prioritarias fueron la formulación y evaluación de proyectos y las metodologías de la producción.

Por lo que se refiere a la investigación, diversas instituciones realizaron 56 estudios que incorporaron 59 investigadores a la atención de ciertos temas, aunque sin la coordinación suficiente que hubiera garantizado la atención de las líneas prioritarias identificadas por el programa.

El avance del programa reportó incrementos importantes tanto en la superficie abierta al cultivo como en la generación de empleos y en la producción alcanzada. Los indicadores de éste crecimiento si bien no alcanzaron las metas que proyectó el programa durante su formulación en 1987, representaron valores cuya trascendencia radica en haber establecido una dinámica sin precedentes. Las principales limitaciones que impidieron alcanzar las metas establecidas se ubicaron en dos situaciones, una fue la relativa al desconocimiento inicial del marco jurídico, tanto por promotores como por beneficiarios potenciales, lo que derivó en apreciaciones erróneas que favorecieron situaciones al margen de la realidad, la otra se refiere al establecimiento de una nueva actividad que a la vez se ve sujeta a normas y competencias de varias unidades administrativas lo que en un inicio propició confusión y retraso en la atención de iniciativas y que llevó a varios grupos a adentrarse en ella evitando las consideraciones del marco jurídico-administrativo que deberían cubrir para salvaguardar sus inversiones y garantizar su viabilidad, ello hizo urgente la coordinación de acciones y al establecimiento de mecanismos operativos no existentes para atender con mayor eficacia a los interesados.


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