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5. Conclusiones.

La agricultura orgánica está tomando un gran auge en la Unión Europea, si bien todavía representa una pequeña parte de la oferta agraria. La citricultura en particular, sigue la misma pauta de comportamiento. Así en España (primer productor citrícola de la UE), la superficie destinada a cultivo orgánico apenas alcanza el 1%, manifestando un crecimiento importante en los últimos años, y con una mayor extensión de la llamada producción integrada, que sin llegar al nivel de exigencia medioambiental del cultivo orgánico, supone la incorporación también de prácticas de cultivo más respetuosas con el medio, y en algunas ocasiones es el paso previo hacia el cultivo orgánico.

Los mercados de productos orgánicos en la UE presentan algunas paradojas e incertidumbres, así mientras parece claro el creciente interés por este tipo de productos por parte del consumidor, con precios superiores en relación con los mismos productos de cultivo convencional, también se observa que un porcentaje significativo de la producción orgánica se comercializa como convencional, llegando en el caso de las frutas en general hasta el 10% (Michelsen J., et al, 1999). La razón es básicamente que al tratarse de productos relativamente recientes en el mercado con escasa presencia, no cuentan con unos buenos canales de distribución, y en muchos países de la UE, por el momento las grandes cadenas de distribución no muestran demasiado interés por ellos.

Por otro lado, si conviene precisar que más que nunca la nueva Política Agraria derivada de la Agenda 2000 supone una mayor integración con la Política Medioambiental lo que hace suponer que esta nueva forma de agricultura goza de un claro apoyo institucional en el marco de la nueva Política Agraria Comunitaria.

Tras estas premisas, la evaluación económica del cultivo orgánico frente al cultivo convencional de cítricos debía efectuarse considerando por un lado que se trata de un cultivo plurianual, lo que supone que la metodología a utilizar más adecuada debe considerar todo el período de vida útil de la plantación, y por otra parte, la consideración de distintos escenarios de mercado.

Ello a supuesto que la metodología utilizada sea la llamada evaluación económico - financiera considerando el valor del dinero en el tiempo (análisis VAN - TIR), con independencia de una primera aproximación a su viabilidad a través de la estimación de costes de cultivo.

En este sentido, los costes de cultivo ponen de manifiesto la necesidad de un mayor precio para el producto orgánico, pues los costes son mayores (27,9% en naranja y 25,9% en mandarina) y los rendimientos son inferiores, especialmente en los años del período de conversión (19,4% en naranja y 19,6% en mandarina).

La evaluación de la rentabilidad de acuerdo con la metodología utilizada y los supuestos e hipótesis establecidos, tanto los supuestos de carácter general, que son los habitualmente utilizados en este tipo de análisis (Romero C., 1998), como los específicos de índole técnico que responden a la caracterización o tipología de las explotaciones, así como a las hipótesis de mercado (nivel de precios alcanzable), ponen de manifiesto una mayor rentabilidad del cultivo convencional frente al orgánico, así como una mayor sensibilidad del cultivo de naranja orgánico a las variaciones de precios en el mercado.

La difícil predicción de la evolución de los mercados y en particular de los precios que los productos orgánicos puedan alcanzar, obliga a efectuar una simulación de diferentes escenarios de precios que permitan vislumbrar bajo qué condiciones la rentabilidad estimada para el cultivo orgánico sería superior o al menos equiparable.

Esto se ha realizado bajo la consideración de un mercado global de cítricos saturado, esto es de un nivel de oferta suficiente para la demanda existente (hipótesis de mercados saturados). Los resultados indican que sólo en un contexto de preferencia alta y muy alta, esto es con diferencias superiores en precio del 30% y 40%, presenta el cultivo orgánico una mayor rentabilidad, mientras que con la hipótesis de tan sólo preferencia (hipótesis inicial), que se corresponde con la situación actual, las tasas de rentabilidad son, como señalamos, favorables al cultivo convencional, si bien las diferencias son reducidas (2,26 puntos en el caso de la naranja, y apenas superior a 1 punto para la mandarina), lo que justifica que muchos productores se planteen esta forma de producción, presumiendo un cambio en los mercados.

En la medida en que el marco institucional sea más favorable y se traduzca en la aplicación de una política Agraria que apoye estos sistemas de cultivo, se vayan desarrollando los canales de distribución para este tipo de productos y aumente el interés por parte de los grandes operadores, parece bastante claro que la tendencia hacia esta forma de cultivo, ya hoy creciente, se incremente, pues tan sólo con que se manifieste un diferencial de precios algo mayor que el actual sus mayores tasas de rentabilidad lo permitirán.

La citricultura orgánica aumentará en los próximos años, si bien su ritmo de crecimiento dependerá de la evolución del mercado, y en lo que se traduzca en la práctica el apoyo institucional a la misma, si bien a corto plazo no parece que se justifique un cambio importante hacia el cultivo orgánico.

 


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