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R/6
OBSERVACIONES SOBRE LAS MEDIDAS DE CONTROL DE LOS RECURSOS ACUATICOS VIVIENTES CON REFERENCIA ESPECIAL AL CAMARON

por

CECIL MILES

Asesor de la FAO ante la Comisión
Nacional Consultiva de Pesca, México

Extracto

Este estudio se preparó originalmente con el propósito de resumir en un solo documento, en español, algunos principios enunciados por biólogos pesqueros de varios países desarrollados, en relación con la administración científica de los recursos acuáticos vivientes, teniendo en cuenta especialmente que estos criterios son en ocasiones ignorados por biólogos de los países hispánicos que no poseen la facilidad necesaria para leer en otros idiomas. Se hace notar que algunos aspectos están todavía en discusión entre los especialistas, cuyas opiniones pueden consultarse en las publicaciones citadas en las Referencias.

NOTES ON THE MANAGEMENT OF THE LIVING AQUATIC RESOURCES WITH SPECIAL REFERENCE TO SHRIMP

Abstract

This study was originally prepared with a view summarizing in one paper, in Spanish, certain principles worked out by fishery biologists in the developed countries in respect of resource management, having specially in mind that these criteria are sometimes ignored by biologists in Spanish speaking countries who do not read fluently in other languages. Attention is called to those aspects on which there is not yet unanimous agreement between specialists, whose views may be consulted in the publications cited in the References.

OBSERVATIONS SUR LE CONTROLE DES RESSOURCES VIVANTES DE LA MER, PARTICULIEREMENT EN CE QUI CONCERNE LES CREVETTES

Résumé

Ces observations avaient été rédigées en vue de donner, en un seul document, un résumé, en langue espagnole, de certains principes énoncés par des biologistes de pêcheries de pays developpés quant à l'utilisation des ressources, ceci dans l'idée que certains de ces critères sont parfois ignorés des biologistes des pays de langue espagnole qui ne lisent pas couramment d'autres langues. On attire spécialement l'attention sur certains aspects au sujet desquels il n'y a pas encore accord unanime entre les spécialistes; on peut connaître les points de vue de ces derniers en se reportant aux publications citées dans les Références.

1 INTRODUCTION

En este trabajo no se pretende presentar criterios nuevos. Su objeto es recopilar en un solo documento, en español, ciertos importantes aspectos, lo que es, en la opinión del autor, indispensable tener presente en cualquier programa encaminado hacia la administración de los recursos acuáticos vivientes. Se ha intentado no tomar posiciones en cuanto a algunos puntos de vista que todavía son materia de discusión entre los expertos en esta compleja disciplina, ni tampoco se ha creido conveniente entrar en consideraciones altamente técnicas en que están involucrados conceptos matemáticos que a esta altura podrían oscurecer la presentación clara y sencilla de ciertos criterios elementales cuyo valor para los que quieren embarcarse en los estudios detallados de los recursos pesqueros, es indiscutible. En cambio, para los que buscan profundizarse en esta disciplina muy especializada, se recomienda el cuidadoso estudio de la voluminosa literatura que existe sobre la materia, de la cual se consigna apenas una fracción en las Referencias adjuntas.

El término “management”1, como aquí se usa, no debe interpretarse en el sentido adoptado por algunos naturalistas, como un beneficio que se proporciona a los propios organismos, ni tampoco se trata de evitar la desaparición de especies de interés científfico, sino la óptima explotación de los recursos naturales vivientes, proyectada en un futuro indefinido. En otras palabras, y tratándose de las pesquerías, lo que interesa no es precisamente el estudio de los peces en sí, sino por una parte, la relación que existe entre el género humano y estos organismos, colectivamente, y por otra, las medidas que es factible tomar para mejorar esta relación en favor del hombre.

Hasta la mitad del siglo pasado, existía el concepto, expresado por eminentes naturalistas, que los recursos del mar eran tan inmensos que cualquier esfuerzo del hombre no los afectaría.

Sin embargo, con la introducción de la propulsión mecánica se hizo evidente que no era así. En las áreas tradicionales de pesca se empezó a ver una reducción en el rendimiento por barco, como también una disminución en el tamaño promedio del pescado y, en algunos casos, una reducción de la cantidad capturada por la flota total. Estos hechos estimularon el desarrollo de artes más eficientes y el uso de barcos más grandes para compensar la tendencia de disminución en la pesca de los barcos originales, y este desarrollo a su vez aumentó el efecto de la sobrepesca.

El otro efecto ha sido una nueva preocupación de los gobiernos (cuyas funciones eran antes muy limitadas) para contrarrestar un progresivo agotamiento de los recursos acuáticos. Aún no existían estudios serios sobre el comportamiento de las poblaciones acuáticas y muchas de las medidas que se proponían eran extensiones empíricas del conocimiento más directo, pero en sí imperfecto, de los animales terrestres.

El estudio científico del efecto de la pesca en el mar empezó prácticamente con la colaboración entre los gobiernos europeos en el seno de la Comisión Internacional para la Exploración del Mar, cuyas importantes labores se afinan constantemente después de más de medio siglo.

Estas investigaciones resultaron, entre 1930 y 1940, en la formulación por Hjort, Russell, Graham y otros, de ciertos conceptos en cuanto al efecto de la pesca sobre los stocks de peces y sobre el rendimiento de los barcos. En este período también hubo notables avances en el estudio de la ecología de poblaciones terrestres (Nicholson, El ton y otros).

1 El término inglés “management” no tiene traducción exacta en español; el concepto más aproximado sería: “medidas de control o control científico del recurso”.

El biólogo I.E. Baranov (1918) ya había establecido ciertos modelos matemáticos de estas relaciones, es decir, de los cambios en la pesca y en las concentraciones (poblaciones) de peces en función de la mortalidad pesquera, en peces con diferentes características de crecimiento y de mortalidad natural. Más recientemente, una serie de autores (Beverton, Holt, Schaefer, Ricker y otros) contribuyeron al desarrollo de modelos matemáticos para el estudio de estos fenómenos.

Todos estos trabajos han contribuido al entendimiento de la influencia que la pesca ejerce sobre los stocks de peces, y de las posibilidades que existen para cambiar esta influencia. Ahora es posible estimar el efecto de un cambio en la edad o en el tamaño cuando los peces entran por primera vez en la pesquería; o de un cambio en la mortalidad de pesca, sobre la pesca total y sobre el rendimiento por unidad de esfuerzo, etc. Todo esto ha dado lugar al concepto de la curva eumétrica, o sea una curva que indica la cantidad máxima de pescado que se puede obtener con diferentes intensidades de pesca, y las variaciones dentro de cada intensidad si se ajustara la selectividad de las redes.

Es necesario decir aquí que, siendo ésta una ciencia nueva, aún no existe, y tal vez nunca existirá, la unanimidad absoluta entre los autores en cuanto al efecto preciso de los varios factores que influyen en estos modelos matemáticos. Sin embargo, en el curso de los años se han esclarecido los principios básicos que permiten llegar a conclusiones generalmente válidas en cuanto a la filosofía de la preservación de los recursos, o sea la óptima utilización, sin poner en peligro el rendimiento futuro. Las medidas de control de una pesquería marina representan el equilibrio entre el pescado extraído de la población, sea por el hombre o por otros medios, y el aumento de ella como resultado del proceso natural de la reproducción (y reclutamiento). El punto preciso de este equilibrio solamente se determina para cada pesquería mediante el conocimiento de las características de las especies que constituyen la pesquería y mediante experimentos. Así mismo, la reglamentación es un continuo experimento orientado hacia el logro del referido equilibrio; por lo tanto, la constante observación y estimación del efecto real de la reglamentación es de una importancia primordial (Clark, 1936).

Es tal vez útil recordar aquí algunos de los aspectos teóricos en cuanto al efecto del esfuerzo pesquero del hombre sobre un recurso pesquero (Baranov, 1918; Schaefer, 1954; Shimada y Schaefer, 1956. Resumen hecho por Shimada y Schaefer (1956) de las conclusiones de los precitados autores). Una población de peces en el mar, en común con todos los conglomerados de cosas vivientes, tiene la facultad de renovarse y de aumentar su tamaño por la reproducción y el crecimiento. Sin embargo, los efectos de la densidad de población sobre la mortalidad natural y el reclutamiento tienden a limitar la magnitud final que puede alcanzar una población y la tasa de crecimiento de los individuos es también afectada por la densidad de la población. De este modo, la tasa en que una población crece en peso depende de la relación cuantitativa entre el nacimiento (o reclutamiento) y crecimiento por una parte y la mortalidad por la otra. Cuando los factores de aumento exceden a los factores de decrecimiento, la población aumenta y por el contrario, si las remociones son mayores que los incrementos, la población declinará en tamaño.

“No obstante, bajo condiciones naturales las poblaciones pocas veces llegan a extinguirse ni tampoco a crecer indefinidamente. Por lo general, los renuevos tienden a igualar las pérdidas, de modo que la magnitud de la población se mantiene en equilibrio a un nivel promedio que es determinado primordialmente por el medio ambiente. Si en cualquier momento una influencia adicional viene a afectar la población, como cuando el hombre explota parte de ella, entonces busca un reajuste ante este nuevo factor de mortalidad y se estabiliza a un nuevo nivel. Esta innata habilidad de una población de peces para contrarrestar el incremento en la mortalidad originado por la explotación humana, se define como ‘base biológica de una pesquería de rendimiento sostenido’”.

Ahora, ¿cuáles son aquellas medidas con que el hombre puede afectar el recurso? Solamente en las masas acuáticas cerradas (estanques y pequeñas lagunas) es posible modificar favorablemente las condiciones ambientales mediante la fertilización artificial de las aguas, el suministro de forraje, etc. Pero esta posibilidad decrece rápidamente en proporción indirecta con el tamano de la cuenca, hasta desaparecer por completo tratándose de pesca en alta mar. Tampoco es posible, hasta ahora, influir ni sobre la reproducción (o reclutamiento) ni sobre la mortalidad natural. Por lo tanto, de los factores que influyen sobre la pesca en cuanto a su rendimiento, apenas dos pueden ser controlados directamente por el hombre: la mortalidad causada por la pesca, que está en relación con el esfuerzo pesquero; y en menor grado, el tamaño en que el pez se hace vulnerable a la pesca (Gulland, 1960).

Es evidente que este control no debe aplicarse caprichosamente, sino cuando se demuestra la necesidad del mismo, mediante cuidadosas y completas investigaciones científicas. Se estudiarán a continuación las diferentes modalidades posibles conducentes al control del esfuerzo pesquero.

2 CONTROL SOBRE EL NUMERO DE PERMISOS

Cuando empieza una nueva pesquería, las capturas son mucho más grandes que las que se han de ver más tarde. Esto se debe a que se está aprovechando no solamente el aumento natural proveniente del proceso de reproducción o renovación, sino principalmente la cosecha acumulada. Desafortunadamente, en ausencia de una política de control sobre el número de unidades, los grandes pero pasajeros beneficios de esta primera etapa pueden aumentar la tendencia de sobreexpansión de la flota, cuyos costos de operación serán altos en comparación con el rendimiento, una vez establecido el punto de equilibrio. En condiciones de libre competencia, ésto daría lugar a una situación en la cual las unidades menos eficientes pierden dinero y desaparecen por bancarrota, pero sin embargo el número de barcos que queda es normalmente mayor que el óptimo y resulta en una producción total que es igual a, o en muchos casos menor que la producción que se puede obtener con menor número de barcos.

Esta situación es desastrosa, ya que en lugar de ir en aumento, se merma innecesariamente la explotación total de un valioso recurso. Existen fórmulas para calcular el probable efecto de una disminución en la flota u otra restricción, siempre que hayan acumulado los datos bioestadísticos necesarios durante varios años.

Teniendo en cuenta que la eliminación de barcos una vez incorporados en la flota puede traer grandes dificultades administrativas, es obviamente preferible tomar las medidas necesarias para evitar una sobreexpansión de la flota antes de que ocurra y no después, mediante cuidadosos cálculos del probable rendimiento, sujeto a ajustes posteriores a la luz de los resultados continuamente medidos.

Es necesario también tener en cuenta que las circumstancias reinantes en las pesquerías por stocks con distribución limitada dentro de las aguas territoriales de un país, donde es posible un control absoluto del número de permisos, son distintas a las de los stocks con distribución en alta mar, donde las condiciones de competencia exigen un máximo esfuerzo, a menos que se logre el control de la flota mediante un convenio internacional basado en investigaciones formales.

3 EPOCAS Y AREAS DE VEDA

Es muy importante, al estudiar las ventajas o desventajas de las vedas, comprender que las circumstancias varían enormemente de acuerdo con las diferentes especies y características ambientales.

Tratándose de un animal de crecimiento lento y de infrecuente y poco numerosa reproducción (mamíferos en general), las leyes naturales serán muy distintas a las que rigen para uno de corta vida y con abundancia de huevos. Típicos de este caso son los camarones tropicales (Penaeidae) y las anchovetas.

Si se calcula que la vida de ambos dura poco más de un año, es obvio que durante cualquier mes de veda se perderá un cierto por ciento del número total disponible, por mortalidad natural. La tasa de mortalidad natural es en el caso del camarón blanco, (Penaeus setiferus), 25 por ciento o más del número original cada mes acumulativo (Lindner, 1959; Ingle, 1961). Según este cálculo, de 1000 ejemplares presentes en un momento determinado, se pierden 250 en el primer mes y 190 en el segundo, o sea el 44 por ciento en el curso de dos meses, y así sucesivamente1, hasta dejar un número insignificante al final del año.

Afortunadamente, el rápido crecimiento de los crustáceos peneidos compensa esta enorme pérdida numérica con el rápido aumento en el peso de los ejemplares que sobreviven. Sin embargo, para justificar una veda de un mes sería necesario comprobar que el valor de los 750 restantes de los mil ejemplares originales, disponibles para la flota, ha adquirido, por su crecimiento, un valor superior al de los 1000 originales. En dos meses el valor adicional por concepto de crecimiento debería compensar un 44 por ciento de pérdida, en números, y así sucesivamente.

Según algunos autores, la tasa de crecimiento de los camarones tropicales del norte del Golfo de México en sus primeros meses de vida es mayor que el peso perdido en los ejemplares que sucumben a la mortalidad natural (Gunter, 1956; Ingle, 1961). Lindner (1959) sugiere que esta tendencia persiste hasta una tamaño aproximadado de 50 colas por libra, pero según sus cálculos después de este punto la mortalidad empieza a exceder el aumento en peso de los sobrevivientes. Según este autor (citado por Ingle) la protección de individuos mayores de este tamaño no aumenta, y probablemente disminuye el valor de la pesca.

Otros autores (Kutkuhn, 1966) van más lejos, y sostienen que, excepto en condiciones muy leves de mortalidad natural, el tamaño óptimo para la captura de los camarones tropicales es el momento en el cual adquieren valor comercial, que puede ser alrededor de 70 colas por libra (154 por kilogramo).

Para llegar a conclusiones más definitivas, es necesario continuar las investigaciones de crecimiento y mortalidad.

Sobre la conveniencia o contraindicación de la pesca de juveniles, Ricker (1954), después de constatar que no existe una sola regla uniforme aplicable para el control de todas las pesquerías, y que deben estudiarse todas las circunstancias de cada caso, agrega que en cualquier caso particular, es posible que el máximo rendimiento económico se logre tomando sea los juveniles, sea sólo los adultos, sea unos con otros. Un prejuicio en principio contra la captura de juveniles, sin más razones que las que se basan en una actitud emocional, carece de solidez. Al estudiar las posibles alternativas, es importante tomar en cuenta el valor relativo por kilo de los diferentes tamaños, y la relativa facilidad (y costo) de captura.

Otro efecto de esta alta tasa de crecimiento es que, en cualquier año se captura, sin que haya sobrepesca, entre 120 y 150 por ciento del peso total de la cosecha existente en cualquier época en el mismo año. Este hecho curioso hace aún más dudosa la conveniencia de una veda, tratándose del camarón. Además, Baranov (1918) anota que la mayoría de este tipo de restricciones no logran sus objetivos…“la introducción de una veda temporal resulta en una pesca más intensa en el resto del año”.

Se hace necesario agregar aquí que el antiguo argumento que se debe proteger a las hembras con hueva, se ha abandonado por completo. Según los conceptos recientes, el número de reproductoras necesario para reponer aún la pesca más fuerte, es sumamente pequeño, y normalmente habrá (aunque sea solamente en áreas no accesibles a la pesca) un escape suficiente para asegurar la amplia renovación del recurso para la cosecha siguiente.

1 Según los últimos informes Lindner, al revisar sus cálculos, estima que la mortalidad natural es aún mayor que el 25 por ciento mensual.

Dicho de otra manera, la restricción de la pesca por cualquier medio que sea, no se justifica si el objeto es meramente aumentar el número de reproductores (numerosos autores, por ejemplo Ingle, 1961)1 y existen pocos ejemplos en los que el número de reproductores en una población de peces marinos tenga influencia sobre el número resultante de juveniles. Esto no es sorprendente si se recuerda que cada hembra produce vastas cantidades de huevos (Gulland, 1953) y que cada pareja de reproductores apenas tiene que producir dos reclutas que a su vez se reproduzcan (Sprules, 1959).

Existe en la actualidad una discusión interesante en las revistas pesqueras que gira alrededor de la reciente decisión de las autoridades británicas, asesoradas por sus biólogos pesqueros, de suspender la prohibición de comerciar en langostas con huevas, ya que se ha llegado a la conclusión de que no es este aspecto el que ejerce un efecto principal sobre la población de langostas (que son aún más vulnerables que el camarón a la sobrepesca). Pero tal vez lo más interesante es que los pescadores de langosta, convencidos por su sentido común y haciendo caso omiso de la evidencia científica, desean continuar esta restricción, que es el caso contrario a lo que se encuentra en muchas partes.

A primera vista parecería que la veda constituye una manera de reducir la presión pesquera total anual. Sin embargo, según los argumentos aducidos, es la manera menos eficiente y económica de lograr esta restricción de esfuerzo, no solamente por las pérdidas por mortalidad natural durante la veda, sino porque la reducción de esfuerzo no es efectiva, pues la flota tiende a pescar más intensamente en las épocas no vedadas.

La veda por zonas en aguas protegidas es en cambio un problema diferente y es necesario estudiarlo separadamente, teniendo en cuenta una serie de factores bastante complejos. Aunque obviamente conviene evitar el desperdicio económico que resultaría de la captura masiva de ejemplares muy pequeños antes de que adquieran un valor significativo, tampoco es el caso de adoptar una política de excesiva protección de ejemplares de tamaños que sean comerciales, a menos que una investigación completa que abarque los factores biológicos (reclutamiento y mortalidad) y las condiciones económicas de la pesquería, indique claramente la necesidad de cierto grado de restricción.

1 Aunque este argumento podría interpretarse en el sentido de justificar cualquier aumento en la flota, no es así, porque cualquier presión que se genera en exceso del óptimo resultaría en una reducción en el peso total de las capturas.

4 CONTROL DE TAMAÑO DE PRIMERA PESCA

En cuanto a la posibilidad de controlar el tamaño de primera pesca, esto depende principalmente de las restricciones que se impongan sobre el tamaño de malla permitido en las redes. No es el caso entrar a discutirlo aquí, ya que se trata de alta especialización. Basta notar que una malla más ancha implica un empleo más eficiente de las máquinas, y además deja escapar peces y crustáceos inmaturos.

Uno de los efectos más comunes del establecimiento por ley de tamaños mínimos ha sido que por verse obligado a cumplir con la letra el reglamento, el barco devuelve al mar los ejemplares pequeños ya muertos. En este caso tal restricción, lejos de fomentar un mejor aprovechamiento del recurso, puede dar lugar a un desperdicio innecesario.

También ejerce influencia sobre el tamaño de primera pesca la prohibición de pescar en áreas de crianza - por ejemplo en lagunas, esteros y otras áreas de poquísima profundidad - donde algunas especies de camarón pasan los estadios larvales y postlarvales de su vida. Hemos hablado sobre este aspecto en otro lugar, pero conviene repetir aquí la necesidad de mantener cierta elasticidad de criterio en el sentido de cerrar a la pesca solamente aquellas zonas donde la investigación demuestra la necesidad de ello, y que la reglamentación en cuanto a vedas por áreas debe estar sujeta a modificaciones según las indicaciones científicas.

5 OTRAS RESTRICCIONES

La intensidad de la pesca puede también ser controlada por una serie de otras medidas, como cuotas, vedas temporales, limitación del tamaño (o potencia) del barco y del tipo de arte. Sin embargo, se ha constatado que algunas de estas medidas reducen la eficiencia de la pesquería y es necesario, por lo tanto, examinar cuidadosamente todos los factores reinantes en cada caso antes de tomar medidas precipitadas.

Si es cierto que las cuotas tienen el efecto de limitar el esfuerzo de pesca, sin embargo, no impiden sobreexpansión de la flota. No obstante, el sistema de cuotas puede ser útil cuando se emplea para repartir partes del esfuerzo total entre diferentes grupos interesados. En este caso, cada grupo podría organizar su propio esfuerzo de la manera más económica. Pero tenemos que añadir que es importante, antes de adoptar este método conocer muy bien el rendimiento sostenible del stock y adaptar las reglamentaciones a las fluctuaciones anuales del recurso.

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