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5. DISCUSION

En este informe se ha intentado examinar los conocimientos actuales sobre las repercusiones que tienen en el medio ambiente los métodos de cultivo intensivo, semi-intensivo y extensivo de peces en jaulas y corrales situados en aguas continentales, con objeto de preparar modelos sencillos que puedan utilizarse para pronosticar la capacidad de carga. Aunque se han hecho varios estudios sobre esta cuestión, en ellos se ha tratado sobre todo del cultivo intensivo de especies de aguas templadas y la atención se ha centrado sobre los aspectos cualitativos más que los cuantitativos. Sin embargo, están a punto de terminarse varios estudios que facilitarán algunos de los datos necesarios para mejorar los modelos propuestos más arriba. Por desgracia los estudios en curso sobre cultivo extensivo y semi-intensivo de peces en recintos son pocos, a pesar del rápido desarrollo de esos sectores de la industria.

La producción de peces en recintos podría aumentarse con la aplicación de algunas estrategias, que tendrían por resultado una mejor utilización de recursos ya sometidos a muchas presiones. Podrían reducirse los desechos procedentes de las explotaciones piscícolas intensivas en jaulas limitando al mínimo las aportaciones de P a la masa de agua y maximizando la extracción de P en forma de productos. Las aportaciones podrían reducirse mejorando las fórmulas de los piensos, la tecnología de manufacturación de piensos y los métodos de alimentación de los peces. El contenido de P de la mayoría de las dietas comerciales podría reducirse, dado que de ordinario P está presente en cantidades superiores a las necesidades nutricionales o en forma que lo hace parcialmente inutilizable para los peces (véase la sección 4). El contenido de P en la alimentación de los peces es también muy variable, debido al empleo de métodos de fabricación que utilizan fórmulas que reduzcan al mínimo los costos (Tacon y De Silva, 1983). En teoría, pues, el contenido de P podría estar más de acuerdo con las necesidades nutricionales reales. Bastaría mejorar la formulación de los piensos, que además de ser menos ricos en P total podrían contenerlo en forma más digerible. Alimentos de ese tipo existen ya, pero su producción es más costosa y hasta la fecha sólo a un fabricante europeo le ha resultado rentable su comercialización. Para las explotaciones piscícolas en jaulas esos piensos tienen la ventaja de que, además de reducir los riesgos y aumentar la producción, permiten menores costos de transporte de los piensos, debido a la mejora de la razón de conversión de alimentos (véase más abajo). Pero para poder evaluar plenamente la rentabilidad es necesario hacer un estudio económico sobre piensos “poco contaminantes” y su uso en la piscicultura en jaulas.

Los gránulos tratados al vapor, tanto extruidos como expandidos, tienen menor contenido de polvo (Hilton et al, 1981) y los de tipo extruido son además flotantes y tienen mayor estabilidad en el agua (Stickney, 1979), con lo que se reduce la proporción de alimentos no consumidos. La razón de conversión de alimentos de los gránulos flotantes extruidos y tratados al vapor parece ser mejor (Suwanasart, 1972; Hilton et al, 1981), aunque la fracción de carbohidratos en la dieta aumenta hasta tal punto, en el proceso de manufacturación, que al menos en la trucha arco iris la función hepática puede resultar trastornada (Hilton et al, 1981). Hoy día se están evaluando varios procesos nuevos de fabricación de piensos, que parecen mejorar la durabilidad de los gránulos y reducirían, por tanto, los desechos (ADCP, 1983).

Son pocas las investigaciones realizadas sobre la distribución de los piensos a los peces y resulta, por tanto, difícil concluir qué método es el mejor: manual/mecánico, automático/accionado por los peces. Las modalidades de consumo de alimentos varían según la especie, la talla y la temperatura, pero a falta de datos fiables se suele recomendar la alimentación a mano en las explotaciones artesanales y el uso de cebaderos automáticos para operaciones más intensivas. Según Goddard y Scott (1980), los peces criados en jaulas han de recibir alimentos durante períodos más largos de tiempo (es decir, la ración ha de distribuirse en las jaulas a ritmo más lento), debido a que la relación entre superficie y volumen es relativamente pequeña en comparación con la de los estanques. Sin embargo, los debaderos mecánicos utilizados hoy día para las jaulas son generalmente del mismo tipo que los utilizados en estanques y canales, y habría que examinar más de cerca el problema con objeto de reducir las pérdidas de alimentos.

Podría reducirse la aportación neta de P al ambiente mediante la aplicación de varias técnicas tradicionales de restauración a lagos y embalses. El control de las fuentes de aportación o la eliminación de los desechos de la masa de agua constituyen métodos comunes de reducir la concentración de P (Welch, 1980) y su viabilidad técnica en explotaciones piscícolas en recintos ha sido demostrada por Tucholski, Kok y Wojno, 1980; Tucholski, Wieclawski y Wojno, 1980a, que consiguieron eliminar por bombeo los desechos particulados procedentes de las jaulas. En algunos programas de restauración se ha utilizado la remoción de sedimentos (Jørgensen, 1980) pero nunca se ha probado ese sistema en explotaciones con jaulas o corrales en aguas continentales. Para dispersar los desechos sedimentados debajo de jaulas instaladas en aguas marinas se han utilizado mezcladores sumergibles, consistentes en una hélice grande accionada por energía eléctrica, pero en aguas continentales probablemente ese sistema causaría más problemas de los que podría resolver. La resuspensión de sedimentos podría frenar la producción localizada de H2S, pero probablemente estimularía también la producción de algas debido al aumento de los niveles de nutrientes disueltos y a la destrucción de la termoclina. La remoción de sedimentos debajo de las jaulas es necesaria, pero su costo resulta prohibitivo (Welch, 1980). También el método de eliminación de desechos propuesto por Tucholski, Kok y Wojno, 1980; Tucholski, Wieclawski y Wojno, 1980a, sería costoso y poco práctico en operaciones de volumen comercial.

Otros métodos más prácticos para reducir las repercusiones de las explotaciones intensivas consisten en sacar los animales muertos y aumentar la presión de pesca. Penczak et al, 1982, demostraron que removiendo de las jaulas las truchas arco iris muertas se reducía la aportación anual de P total al lago en 10 %. También la captura y remoción de los peces huidos, apresándolos con redes o con anzuelos, podría ser útil. En Escocia, por ejemplo, en una explotación piscícola de trucha arco iris en jaulas, que produce más de 200 t al año, la captura con redes de peces huidos permitió obtener 10 t, mientras con cañas y anzuelos se extrajeron otras 2,5 t (A. Stewart, com. pers.). Aparte de los ingresos adicionales que eso representó para la explotación, se redujo la aportación anual de P total al lago en 1,3 % (suponiendo una razón de conversión de alimentos de 1,5:1, un contenido de P en los piensos = 1,5 % y un contenido de P en el cuerpo de los peces = 0,48 % del peso húmedo. Véase la sección 4.4). La reducción estimada de las descargas de desechos procedentes del cultivo intensivo en jaulas que podría conseguirse con los métodos apenas sugeridos se resume en el Cuadro 33.

Otro método, aún no estudiado, para reducir las repercusiones que tiene en el ambiente la piscicultura intensiva en jaulas, y que al mismo tiempo permitiría mejorar la utilización de masas de agua para la producción de peces, consiste en combinar la explotación extensiva con el cultivo semi-intensivo o intensivo. De esa manera, algunos peces cuyo cultivo resulta costoso, como el gurami, que requiere una alimentación rica en proteínas, podrían criarse junto con especies poco costosas, como las tilapias o las carpas, cuya venta contribuiría a costear el precio de los piensos. Las posibilidades de este sistema son considerables y podría hacer que el cultivo intensivo en recintos, que actualmente se considera sólo marginalmente viable en algunos países tropicales en desarrollo, resultara una opción más realista. Ese método podría tener también posibilidades en países templados, siempre que sea posible hallar especies adecuadas para cultivo extensivo tanto desde el punto de vista técnico como desde el económico. Los peces que mayor potencial ofrecen a este respecto son probablemente las carpas, el coregono y las fases planctívoras de algunos carnívoros, como el lucio.

Es muy probable que, a pesar de una atenta planificación y de reducir al mínimo todos los efectos negativos, algunos tipos de masas de agua continentales resulten inadecuados para el cultivo en jaulas o corrales. Por ejemplo, en los tramos de ríos y torrentes de curso rápido, las elevadas pérdidas de piersos harán poco viable el cultivo intensivo y semi-intensivo (véase la sección 2.2). Si en esos sistemas se practica el cultivo extensivo, hay que tener cuidado de asegurar que existan alimentos naturales suficientes para la especie concreta que se desee criar (véase Othman et al, 1983). En algunos sistemas lénticos podría suceder que los alimentos fueran también insuficientes para sostener el cultivo extensivo. Si por ejemplo, la producción primaria de un lago típicamente improductivo es de unos 50 g C m-2 año-1, podría esperarse una producción de peces de 50 kg ha-1 año-1, suponiendo una eficiencia de conversión de alimentos del 1 %. Por tanto, una sola jaula de 5 × 5 × 5 m sembrada con cinco peces m-3 requeriría todas las algas producidas en una superficie de 1 km-2 (10 ha) para poder alimentar a los peces hasta que alcancen una talla comercial de 150 g. Pero, por otro lado, es incierto (y dudoso) que una sola jaula pueda tener acceso a toda la producción de algas de una superficie tan vasta, por lo que, a ese nivel de producción primaria, la viabilidad del cultivo extensivo parece poco prometedora.


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