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APENDICE D
DISCURSO DE APERTURA DEL DIRECTOR GENERAL

Sr. Presidente,

El año que termina ha sido, por cierto, muy importante. Durante este año el mundo ha dado un paso importante al comprender cada vez más que los recursos del planeta no son ilimitados. Se ha caracterizado por una creciente amenaza de penurias y, desgraciadamente, en lo que a los alimentos se refiere, por algo mucho peor que simples amenazas para millones de seres humanos. Las poblaciones de todo el mundo han comenzado a pensar, de manera mucho más seria y detenida, sobre la forma en que deberán reaccionar lo más rápidamente posible ante los inmensos cambios que se están produciendo y que tendrán influencias profundas y duraderas en lo que suceda en los años por venir.

La búsqueda de nuevas direcciones en este mundo cada vez más reducido ha tenido una prueba palpable en las grandes conferencias internacionales que se han celebrado este año. En la primavera se reunió el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que ésta hizo un llamamiento en favor de un Nuevo Orden Económico Internacional. En el verano se celebró, en Caracas, la Conferencia sobre el Derecho del Mar y la Conferencia de Población en Bucarest. Y en estas dos últimas semanas se ha reunido en Roma la Conferencia Mundial de la Alimentación.

Esta última Conferencia debe verse, en primer lugar y sobre todo, dentro del contexto de esta búsqueda de nuevas direcciones. Si bien la situación alimentaria mundial ha empeorado en los últimos dos años, en términos fundamentales el problema alimentario mundial no se ha modificado considerablemente. Lo que ha cambiado es la forma en que los gobiernos parecen ahora decididos a cooperar para hacerle frente. Y éste es, sobre todo, un cambio político, cambio que encierra potencialmente dimensiones históricas.

Sr. Presidente, en los muchos años que he pasado con la FAO he pensado siempre que lo que ha faltado a la Organización ha sido un apoyo político suficiente para cumplir sus múltiples tareas. Por esta razón, desde un principio acogí con gran entusiasmo la idea de la Conferencia Mundial de la Alimentación, indudablemente inspirada por el hecho de que, en nuestra época, incluso un problema humano básico mundial como el de la alimentación sólo puede ser superado mediante un esfuerzo concertado de la voluntad política de todas las naciones. En realidad, esta Conferencia ha sido el primer ensayo importante para determinar si los gobiernos, que en mayo último adoptaron en las Naciones Unidas la Declaración sobre el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, están realmente dispuestos a asumir seriamente las consecuencias políticas de esta Declaración.

A mi juicio, los resultados de la Conferencia, y por tanto del ensayo mismo, han sido en general positivos. Más aún, en ciertos aspectos el resultado de la Conferencia superó mis expectativas. Por supuesto, esto no quiere decir que alcanzó todos los objectivos que hubiéramos esperado. Estuvo muy lejos de lograrlo, pero ha tomado ciertas decisiones de política de gran importancia, en especial el establecimiento del Consejo Mundial de la Alimentación. Y ha puesto las bases de lo que puede constituir un progreso decisivo en la ayuda a la agricultura de los países en desarrollo. Pienso ahora en el nuevo Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.

Por supuesto, como ha pasado sólo un día desde que terminó la Conferencia, no me ha sido posible examinar detalladamente los resultados. El Consejo se ocupará de este tema el próximo viernes y espero que para entonces estaré en condiciones de hacer una exposición más completa de mis opiniones, aunque, sin duda alguna, necesitaremos mucho más tiempo que unos pocos días para poder sopesar todas las consecuencias de lo que ha sucedido en las últimas dos semanas. Sin embargo, deseo ahora mencionar algunas de mis reacciones generales y preliminares.

Para comenzar, creo que debemos decir unas palabras de agradecimiento y de homenaje. En primer lugar, al Gobierno y al pueblo de Italia por haber dado hospitalidad a la Conferencia. No se trata de una simple formalidad. Como sabemos muy bien en la FAO, durante muchos años Italia ha sido una generosa defensora de la comprensión internacional en las cuestiones de la alimentación y la agricultura. Su invitación a la Conferencia Mundial de la Alimentación confirma a Roma como la capital del mundo en la lucha contra el hambre y la malnutrición. En representación de la FAO me permito solicitar del distinguido representante de Italia que acepte nuestro más sincero agradecimiento en nombre de su país.

En segundo lugar, si se me permite, desearía rendir homenaje a lo que llamaría el espíritu general de la Conferencia, puesto claramente de manifiesto en los principios establecidos en la Declaración que ha adoptado. A este respecto, deseo también mencionar la elocuente declaración preparada por las organizaciones no gubernamentales y, en forma más general, expresar mi agradecimiento a estas organizaciones por la libre, inteligente y constructiva actuación que han tenido en toda la Conferencia.

En tercer lugar, debo expresar un agradecimiento especial al Secretario General de la Conferencia, señor Sayed Marei, quien no sólo infundió a ésta su audaz visión y espíritu de empresa, sino que durante meses vigiló los preparativos para llevar a la Conferencia a una conclusión que en buena parte deberá acreditarse al Sr. Marei. Tampoco deseo olvidar al personal de la Secretaría de la Conferencia Mundial de la Alimentación, en particular a los miembros del personal de la FAO que han trabajado tanto tiempo y tan intensamente en los preparativos fundamentales de ésta, y sin los cuales, me atrevo a decir, habría sido muy difícil llegar incluso a celebrar la Conferencia.

Por último, señor Presidente, deseo agradecer a muchos miembros del Consejo que, en las cuestiones relativas a la Conferencia, vigilaron que no se dejara de lado la función que ha cumplido la FAO hasta ahora y la que cumplirá en el futuro. Puedo asegurarles que considero que su contribución ha sido de importancia decisiva.

Me referiré ahora a los resultados de la Conferencia. De lo que acabo de decir, el Consejo deducirá que me he sentido muy alentado por lo que ha ocurrido en la Conferencia. Aparte cualquier otra cuestión, estimo que la FAO ha recibido un nuevo ímpetu y que todos podemos sacar de la Conferencia un nuevo entusiasmo. Como ya he dicho, necesitaremos cierto tiempo para comprender exactamente lo que los resultados entrañan en la práctica para la Organización. Sin embargo, creo que ciertos aspectos generales aparecen ya claramente.

Por una parte, sin duda algunas de las resoluciones adoptadas por la Conferencia, en especial la que se refiere a la seguridad alimentaria, han fortalecido el papel que cumple la FAO en el ejercicio de lo que a menudo se describe como una función de armonización.

En segundo lugar, como ustedes saben, en los últimos años nos ha preocupado constantemente el problema de las prioridades de nuestro trabajo. A mi juicio, la Organización no ha recibido jamás tantas directivas generales sobre el problema de las prioridades como las que le ha dado la Conferencia Mundial de la Alimentación. Me ocuparé de esta cuestión en el debate del próximo viernes, fecha en que espero que el Consejo podrá darnos algunas indicaciones útiles para el próximo Programa de Labores y Presupuesto, para su subsecuente consideración en los comités del Consejo. Dentro de algunos minutos diré algo más a este respecto al ocuparme del problema del nivel del presupuesto para el próximo bienio. En este momento me limitaré a decir que la importancia que la Conferencia Mundial de la Alimentación concedió a cierto número de actividades prioritarias tendrá que significar necesariamente, si queremos dar una respuesta efectiva, que será necesario reforzar considerablemente los recursos financieros a nuestra disposición. Más aún, si nuestra respuesta ha de ser suficientemente rápida, tendremos que poner en marcha algunas actividades en el actual bienio, y algo más adelante, en este período de sesiones, solicitaré del Consejo que me autorice a gastar los recursos que sean necesarios para estas actividades. Sin embargo, no deseo que el Consejo piense que de manera automática me limito a establecer una equivalencia entre un nuevo sistema de prioridades y un aumento de los recursos. Puede suceder que este nuevo sistema nos exija disminuir algunas de nuestras actividades y, además, continuar la descentralización de nuestras Oficinas Regionales cuando esté en juego algún problema de especial importancia para una o más regiones.

Otro resultado de la Conferencia Mundial de la Alimentación que quiero señalar a la atención de ustedes en estos momentos es la necesidad de adoptar medidas rápidas para crear los dos Comités, el de Seguridad Alimentaria Mundial y el de Ayuda Alimentaria. Por ejemplo, yo instaría al Consejo a que en este período de sesiones adopte las medidas que estima necesarias para crear el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que, como ustedes recordarán, recomendó la Conferencia que fuera un Comité permanente del Consejo de la FAO.

Quisiera también añadir que, por lo que a mí respecta, me propongo pasar inmediatamente a iniciar consultas con el Secretario General de las Naciones Unidas y los jefes ejecutivos de otros organismos interesados sobre todos los temas que han sido señalados por la Conferencia para la adopción de medidas entre organismos.

No puedo dejar el tema de la Conferencia Mundial de la Alimentación sin recordarles que, aunque considero que sus resultados a largo plazo son sumamente prometedores, sigue existiendo un gravísimo problema que afecta a los suministros alimentarios para millones de personas en los próximos meses. Todos ustedes saben de las iniciativas que tomé al respecto durante la Conferencia misma y de la reunión que se celebrará el 29 de noviembre. Todo lo que puedo decirles ahora es que abrigo la más firme esperanza de que, como resultado del espíritu creado por la Conferencia, dichas iniciativas contribuirán a producir resultados eficaces que conjurarán los peligros que amenazan en estos momentos a los países afectados por el hambre.

Señor Presidente, al concentrar hoy nuestra atención, como es inevitable, en la Conferencia Mundial de la Alimentación, permítaseme asegurarle que no he olvidado nuestras actividades ordinarias. Como verán por el programa, hemos tenido un año muy repleto, además de la Conferencia. Pero, en esta ocasión, sólo puedo referirme muy brevemente a dos o tres puntos destacados.

En primer lugar, como ya he dicho en muchas ocasiones anteriores, quisiera subrayar cuánta importancia doy a nuestas Conferencias Regionales. La serie este año ha sido, a mi juicio, especialmente valiosa. No ahorraremos esfuerzos, especialmente a la vista de la Conferencia Mundial de la Alimentación, para que las resoluciones adoptadas se apliquen lo más plenamente posible en beneficio de las diversas regiones interesadas.

En segundo término, ha habido esfuerzos especiales por nuestra parte este año por lo que respecta al problema de los fertilizantes. Como no hay un documento sobre esta materia, no entraré en detalles. Sólo diré que creo que la forma en que hemos conseguido que despegue el Plan Internacional de Suministro de Fertilizantes prueba en parte cómo la FAO puede hallarse en condiciones de responder a las nuevas exigencias que ahora se formularán.

En tercer lugar, están los notables progresos que está realizando el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional. Las promesas hechas hace menos de un año por sus miembros donantes por un importe de cerca 45 millones de dólares para apoyar las actividades internacionales de investigación agrícola en 1975, frente a los 33 millones de dólares prometidos para 1974, ilustran conspicuamente la rápida expansión que se ha verificado en el apoyo a los esfuerzos de investigación para ayudar a satisfacer las necesidades alimentarias del mundo.

Señor Presidente, paso ahora a hablar de mis propuestas para el Programa y reajustes financieros para 1974–75, que aparecen expuestos en el documento CL 64/28 y Suplemento 1. Los Comités del Programa y de Finanzas trataron de ellos en los períodos de sesiones que han celebrado recientemente.

Como se indica en el documento que acabo de mencionar, varios de esos reajustes se han hecho necesarios como resultado de decisiones o peticiones del propio Consejo, o de otros órganos, en particular la Asamblea General de las Naciones Unidas y el ECOSOC. Estas justifican una gran proporción del total. Incluyen capítulos importantes como los períodos de sesiones del Consejo y de la Comisión de Fertilizantes que ya se han celebrado durante este año, el tercer período de sesiones del COAG el próximo abril, la creación de la División Mixta de la FAO y la Comisión Económica para Asia Occidental en Beirut, la ayuda a los movimientos de liberación y del empleo del árabe en los períodos de sesiones del Consejo. Estas partidas importan 550 000 dólares del total. Los gastos no presupuestados representan otros 600 000 dólares. Los reajustes restantes se refieren a programas nuevos o ampliados que considero inevitables o esenciales en estos momentos.

La razón de que estas propuestas se hayan presentado a los Comités del Programa y de Finanzas y al Consejo es que solicito la financiación de estas partidas con cargo a los ahorros de divisas acumulados durante 1974.

Como recordarán, la Conferencia aprobó expresamente el presupuesto sobre la base de 592 liras por dólar. Desde principios de este año, el tipo de cambio ha sido realmente bastante superior. En un momento llegó a 669 liras. El tipo actual es de 665. El promedio durante el año hasta la fecha ha sido de 660. De esta forma habremos acumulado unos 2 millones de dólares en ahorros de divisas para finales de 1974.

En la Conferencia quedó entendido que yo no utilizaría los ahorros de divisas cuando se acumularan sino sólo tras su examen por el Comité de Finanzas. Recientemente llegué a la conclusión de que ha llegado el momento de utilizar parte de los ahorros de divisas de 1974, aunque no todos, en las partidas indicadas en los documentos que acabo de mencionar.

Como habrán visto por los informes de los Comités del Programa y de Finanzas, éstos han realizado un examen a fondo de todas estas partidas. El problema que se plantea ahora como resultado de dicho examen por el Comité de Finanzas es el del grado en que dichas partidas habrán de financiarse con cargo a los ahorros de divisas por una parte y que es lo que se llaman ahorros “normales”, de la otra. Lo que el Comité de Finanzas recomienda, en efecto, es que, de un total posible de gastos de 1,9 millones de dólares - incluídos, esto es, una obligación eventual de 300 000 dólares para la Dependencia de Fertilizantes - habrán de proceder 1,2 millones de dólares de los ahorros de divisas y el resto, de entre 400 000 y 700 000 dólares, habrán de cubrirse con ahorros hechos en el programa ya aprobado y presu puestado.

Espero que esta recomendación se examine teniendo en cuenta algunos hechos pertinentes. El Consejo recordará que en 1972–73 se redujo notablemente nuestro programa real y que en 1974–75 no hubo más que un pequeño aumento del programa. Además, algunos de nuestros recursos del Programa Ordinario de 1974–75 han tenido que orientarse hacia la Conferencia Mundial de la Alimentación. Aparte de la contribución directa a la Conferencia, que ha totalizado 500 000 dólares, el apoyo indirecto del Programa Ordinario ha entrañado gastos adicionales de más de 600 000 dólares.

Esta última cifra no está muy lejos del total de los ahorros adicionales que el Comité de Finanzas quiere ahora que yo haga en el Programa Ordinario. Así pues, dejando de lado la cuestión de si prácticamente no lo he hecho ya, parece un poco injusto sugerir además, como algunos han hecho, que he procedido en cierta forma con descuido al no haber iniciado de nuevo una campaña forzada de ahorros tan pronto como comenzó el bienio. Es claro que es deber mío intentar realizar el programa votado por la Conferencia en la medida en que sea posible y conveniente hacerlo.

Por otro lado, también es verdad que son muchos los elementos de nuestro actual Programa de Labores y Presupuesto que, por razones que con frecuencia caen fuera de nuestro control, no pueden realizarse como se había planificado originalmente, bien sean en todo o en parte. Así pues, dispondremos de algunos ahorros normales para utilizarlos en 1975. Además, comuniqué también al Comité de Finanzas que era posible que se produjeran algunos nuevos compromisos importantes que tal vez ustedes desearan que afrontáramos en 1975. La necesidad de estos compromisos es ahora evidente, dadas las recomendaciones de la Conferencia Mundial de la Alimentación, que entrañan iniciativas inmediatas por mi parte. Por tanto, convengo en que sería conveniente disponer de la mayor cantidad posible de ahorros de divisas.

En principio, pues, estoy dispuesto a aceptar la recomendación del Comité de Finanzas y en consecuencia haré todos los esfuerzos posibles para reducir o frenar los reajustes propuestos y utilizar los ahorros normales para cubrir partidas por encima del nivel de 1,2 millones de dólares. Deseo pedirles, sin embargo, que se me permita cierta flexibilidad por lo que se refiere a la Dependencia de Fertilizantes. Si los ingresos del Fondo Fiduciario se revelan insuficientes y no consigo obtener los 700 000 dólares con los ahorros normales o forzados que el Comité de Finanzas recomienda, creo que debe dejárseme libertad para utilizar los ahorros de divisas para cubrir eventuales lagunas de financiación de los costos de tan importante Dependencia. Espero que no se plantee esta situación, o al menos que no se plantee más que en grado limitado. Pero creo que no es pecar de excesiva prudencia tenerla en cuenta.

Queda aún la cuestión de la utilización del resto de los ahorros de divisas de 1974, que pueden ascender a unos 800 000 dólares, y de los que puedan producirse en 1975. En mi opinión, esta cuestión no debe vincularse por el momento con la de proteger el próximo Programa de Labores y Presupuesto contra posibles inestabilidades de las divisas.

Paso ahora a la cuestión de la cuantía del presupuesto para el próximo bienio. Sinceramente, soy reacio a abordar esta cuestión por el momento. Aparte del problema de cuáles serán los aumentos de los costos que es probable que se produzcan durante un período que abarca los tres próximos años, necesito más tiempo para examinar los efectos que la Conferencia Mundial de la Alimentación tendrá para las prioridades de la FAO en el próximo bienio.

En especial, hemos de examinar atentamente de cuánto dinero más será posible disponer para inversiones en el sector agrícola a través del nuevo Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, el Banco Mundial, el PNUD y eventuales acuerdos multi o bilaterales nuevos o adicionales, y de cuánto dinero podrá disponer a través de ellos la FAO como organismo de ejecución.

En los últimos años, las sumas de dinero procedentes de fuentes extrapresupuestarias de que ha podido disponer la FAO han sido mucho mayores que las disponibles en virtud del Programa Ordinario y es posible que en el futuro los fondos extrapresupuestarios representen aún una proporción mayor de los recursos totales de que disponga la Organización, lo que tendría repercusiones proporcionalmente mayores en el Programa Ordinario por muchísimos conceptos, pero especialmente por el lado financiero.

En este contexto, pues, el problema no es qué debe hacerse, sino cuánto conviene que haga la FAO y cuáles son las mejores maneras de administrar y financiar ese trabajo.

Es claro, de todas maneras, especialmente después de la reciente limitación de los aumentos del programa que he mencionado hace pocos minutos, que ha llegado el momento de reforzar enérgicamente el Programa Ordinario.

Pero todas estas son cuestiones que es preciso evaluar atentamente. Creo, pues, que convendrán ustedes conmigo en que si yo saltara ahora a conclusiones sobre la cuantía del programa para 1976–77, aparte de la posibilidad de inducirles a error haría un daño positivo a los gobiernos.

Está también la cuestión, que ya he mencionado, del aumento de los costos durante un período de tres años a partir de ahora. En el pasado era posible evaluar estos aumentos de los costos sin correr el riesgo de equivocarse gravemente en términos financieros o de encontrarse con graves dificultades en términos políticos. En estos días, sin embargo, de inestabilidad monetaria e inflación desenfrenada en muchos países del mundo, a una organización internacional, que no tiene ninguna responsabilidad por el medio ambiente económico en que vive, le resulta extremamente difícil evaluar las políticas de los gobiernos e incluso pretender expresar opiniones sobre su probable éxito o fracaso.

Aun basándose en hipótesis que podrían definirse relativamente neutrales, apenas sería prudente calcular que los aumentos de los costos totalicen menos de unos 35 millones de dólares. Naturalmente, la cifra podrá disminuir o aumentar, según los progresos que se hagan en varios sectores delicados, incluidas las negociaciones monetarias internacionales.

Me parece que, con un aumento de los costos de ese orden, debemos seguir examinando la cuestión de la presupuestación plena y el problema de incrementar la protección contra los efectos de los aumentos no presupuestados de los costos y de las fluctuaciones de las divisas. Hemos de encontrar mejores salvaguardias para proteger el nivel convenido de actividades del programa, atendiendo al mismo tiempo los intereses de los gobiernos. Esto podría hacerse de diversas formas, por ejemplo con un sistema análogo a la Cuenta Transitoria del bienio actual.

En resumen, espero que el Consejo se dé cuenta de que necesito realmente más tiempo para examinar los diversos problemas planteados antes de presentarles una estimación, aunque sólo sea provisional e indicativa, de la cuantía total del presupuesto para el próximo bienio. Sé que ha llegado a ser cosa establecida en los últimos años que el Director General indique una cifra en el período de sesiones del Consejo que se celebra el año antes del próximo período de sesiones de la Conferencia. Si bien eso es cierto, espero que, por las razones que he indicado, estén de acuerdo conmigo en que sería mejor aplazarlo hasta el próximo período de sesiones.

Antes de terminar quisiera, señor Presidente, presentar oficialmente al Consejo los dos nuevos Subdirectores Generales que han llegado a la Organización este año: el Dr. Dieter Bommer, de la República Federal de Alemania, que se ha encargado del Departamento de Agricultura, y el Dr. Kenneth King, de Guyana, que es responsable del Departamento de Montes. Ambos son de sobra conocidos en los círculos de la FAO, por lo que no necesito presentarles su curriculum vitae. Tampoco deseo turbarlos con cumplidos. Baste decir que me considero extremamente fortunado por haber conseguido los servicios de dos personas de tan alta categoría.

He dicho ya, señor Presidente, todo lo que deseaba decirles hoy. Terminaré, como empecé, refiriéndome a la Conferencia Mundial de la Alimentación. La idea primordial que deseo hacer llegar a ustedes en este momento es que creo que los resultados de la Conferencia ofrecen a este Consejo mejor oportunidad que nunca para contribuir a dar a esta Organización la configuración que necesita para afrontar los problemas del futuro. El Consejo tendrá ahora nuevas posibilidades de contribuir a introducir los cambios que el mundo espera de la FAO al día siguiente de la histórica conferencia internacional que acaba de celebrarse. Espero compartir con el Consejo las estimulantes perspectivas que se derivan del hecho de encontrarnos en el comienzo de tan grande y nueva empresa.

He dicho.


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