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APENDICE D
DISCURSO INAUGURAL PRONUNCIADO POR EL DIRECTOR GENERAL

Sr. Presidente,

Los períodos de sesiones de este Consejo se suceden ahora con notoria frecuencia. A fines de junio, se habrán celebrado cuatro en el espacio de un solo año. Por ello, creo que lo que hoy, transcurrido un plazo relativamente corto desde la última vez que nos reunimos, me pedirán ustedes es principalmente un informe, sobre la marcha de los asuntos importantes que se les han planteado para su examen.

Empezaré por la situación mundial de la alimentación. El antecedente principal es que, en 1974, la cosecha mundial de trigo y cereales secundarios fue un 4 por ciento menor que la del año precedente, y la de arroz descendió un uno por ciento. Las causas principales de este resultado fueron la reducción de la cosecha triguera en la Unión Soviética y de la correspondiente a cereales secundarios en los Estados Unidos, junto con un monzón errático en el Lejano Oriente que hizo bajar la producción cerealista global de la India al nivel más bajo que había tenido en cinco años y provocó déficit en la producción arrocera de Bangladesh, India, Paquistán y Tailandia.

Esta baja de la producción cerealista mundial por segunda vez en tres años significa que las existencias de los principales países exportadores descenderán probablemente de nuevo a cantidades aún más precarias que antes. Es probable que las existencias de trigo, por ejemplo, en 30 de junio, disminuyan seis millones de toneladas respecto a las del año anterior quedando sólo en 20 millones de toneladas, o sea menos de un tercio del nivel que tenían en 1970. Y, en la misma fecha, las existencias totales de cereales, excluidas las de China y la U.R.S.S., no llegarán probablemente a 100 millones de toneladas, lo que significaría alrededor del 11 por ciento de los suministros totales disponibles, mientras que las estimaciones de la FAO consideran que el 17 o 18 por ciento es el mínimo necesario para conseguir la seguridad alimentaria mundial.

La crítica situación actual de los alimentos en el mundo grava pesadamente una vez más a los países en desarrollo y en particular a los 33 países “más seriamente afectados” por la escasez de alimentos y dificultades financieras, o sea a los MSA, como comúnmente se les denominaahora. Ya a fines del pasado noviembre, después de la Conferencia Mundial de la Alimentación, convoqué una Consulta Intergubernamental urgente sobre Suministros de Cereales, a la que asistieron las naciones exportadoras más importantes de cereales y los principales países importadores en desarrollo. En la reunión, se puso de manifiesto que las necesidades totales de importación de cereales de los países MSA hasta el 30 de junio de este año son casi de cinco millones de toneladas más que en el año precedente y que sus exigencias de importación, no satisfechas aún por compras comerciales ni por ayuda alimentaria, ascienden a unos 7,5 millones de toneladas que, con los fletes necesarios, costarán alrededor de 1 800 millones. Los países exportadores acordaron en la reunión que los suministros efectivos necesarios para colmar esta laguna existen físicamente. El problema es de financiación, es decir, de determinar la forma en que podrían atenderse las necesidades no cubiertas de los países MSA mediante sus propios y escasos recursos de divisas, otros compromisos de ayuda alimentaria o subvenciones o créditos internacionales.

Nos enfrentamos pues, con una emergencia inmediata extremadamente peligrosa, nacida de la situación alimentaria mundial, generalmente insatisfactoria, y de grandes dimensiones que amenaza con la muerte por hambre o con enfermedades que la escasez de alimentos hace mortales a gran número de habitantes de muchos países diferentes. Realmente, en algunos países, la amenaza se ha convertido ya en realidad. La situación de emergencia está aún muy lejos de haberse disipado, pero me satisface decir que, en los tres meses transcurridos desde la reunión de fines de noviembre, las perspectivas han mejorado. A mediados de febrero, las necesidades no satisfechas de importación de cereales de los países MSA hasta fines de junio descendieron a cuatro millones de toneladas, debido a compras comerciales adicionales de los países interesados, junto con otras promesas de ayuda alimentaria. Además, la cifra de cuatro millones de toneladas puede reducirse automáticamente si las alentadoras perspectivas de la cosecha india de primavera llegan a cumplirse. Hay que añadir que los Estados Unidos anunciaron el 3 de febrero un aumento de dos millones de toneladas en su ayuda alimentaria para la campaña de 1974–75, una gran proporción de la cual va destinada a los países MSA. Hay pues fundamento para albergar la esperanza de que, con algún otro esfuerzo, pueda colmarse la laguna de las necesidades de importación de cereales de los países MSA que en noviembre aparecía tan grande.

El hecho de que esta posibilidad exista es para mí el primer claror que se vislumbra en las oscuras nubes que entenebrecían el horizonte de la situación alimentaria mundial inmediata en los últimos años. Si esta posibilidad no hubiera existido, la comunidad internacional no hubiera estado tampoco dispuesta a afrontar la emergencia a corto plazo. Creo que nuestra consulta de noviembre sobre cereales fue un acontecimiento útil porque sirvió para determinar claramente la existencia de esa laguna que necesitaba financiación y ayudó a los donantes a decidir la mejor forma de prestar su asistencia en condiciones humanitarias. En este ámbito general, quisiera expresar mi reconocimiento por la valiosa cooperación que hemos recibido de la Operación de Emergencia de las Naciones Unidas, bajo la dirección del Dr. Prebisch, especialmente respecto a la escasez de fertilizantes, tema respecto al cual tengo algo más que decir un poco más adelante. Quisiera también rendir homenaje a todos los países donantes interesados. Las recientes compras comerciales adicionales de cereales realizadas por los países MSA a las que he hecho referencia fueron facilitadas en parte por los créditos de terceros países. La Comunidad Económica Europea actuó con gran rapidez al responder a lo que, como he indicado en el pasado diciembre, ha sido una situación alimentaria particularmente peligrosa en Bangladesh. Y ahora nos hallamos frente a este notable aumento de dos millones de toneladas de ayuda alimentaria de los Estados Unidos que eleva el total de los compromisos de ayuda alimentaria para 1975, de que la FAO tiene noticia, a 8,8 millones de toneladas y por tanto, más pronto, creo, de lo que mucha gente esperaba, a una cifra muy próxima a los diez millones de toneladas anuales que pidió la Conferencia Mundial de la Alimentación. En términos más generales, puede decirse que la cantidad de subvenciones y créditos concedidos por los países exportadores de petróleo para diversas necesidades financieras de los países MSA ha sido un factor verdaderamente impresionante.

Volviendo, sin embargo, a la emergencia alimentaria a corto plazo, debo indicar dos cosas. La primera es el factor tiempo. En los próximos meses es cuando la laguna a que aludía resulta especialmente crítica. Por ello, particularmente en el caso de la ayuda alimentaria, que exige algún tiempo para que los suministros puedan llegar a su destino, es esencial actuar con la máxima rapidez. La segunda es que, aun cuando se preste a tiempo una ayuda financiera y alimentaria suficiente, debe recordarse que con ello sólo habremos vencido la urgencia inmediata. Aparte de la cuestión de la seguridad alimentaria mundial, que es necesaria para afrontar esas emergencias, continuaremos teniendo que afrontar el hambre y la malnutrición constantes que es la condición normal de unos 500 millones de seres humanos en los países en desarrollo.

Una parte vital de la actual situación alimentaria mundial es naturalmente la relativa a los fertilizantes. No necesito recordar al Consejo las condiciones de altos precios y escasez que condujeron a formular el Plan Internacional de Suministro de Fertilizantes, atendiendo a una resolución del ECOSOC. El Plan mismo ha tenido, en mi opinión, una repercusión muy considerable. Trabajando, como he indicado anteriomente, en estrecha cooperación con la Operación de Emergencia de las Naciones Unidas, que aportó 28 millones de dólares, de los 64 millones de dólares prometidos hasta ahora en especie o en efectivo, al Plan Internacional de Suministro de Fertilizantes, éste se había dedicado, a fines de enero, a la preparación y ejecución de 26 operaciones de asistencia que afectaron a 20 países en desarrollo beneficiarios por un costo de 50 millones de dólares.

Ahora bien, a pesar de ello y del considerable aumento de la ayuda bilateral en el suministro de fertilizantes, estimamos que los países MSA, considerados globalmente, han sufrido un déficit de 337 000 toneladas de nutrientes en la campaña 1974–75, debido en gran parte a su incapacidad para cubrir el costo -que asciende a unos 180 millones de dólares- con sus propios recursos o a movilizarlo mediante ayuda bilateral y multilateral. Este déficit, que ahora naturalmente es demasiado tarde para tratar de compensar en la presente campaña hasta mediados de este año, equivale a la pérdida de unos 2,7 millones de toneladas de cereales en los países MSA. No sólo son estos 2,7 millones de toneladas más de un tercio de sus enormes necesidades de importación de cereales aún no satisfechas, como se calculó inicialmente en el pasado noviembre, sino que estas necesidades, como ustedes recordarán, se calcularon en unos 1 800 millones de dólares, es decir, diez veces más del costo de los fertilizantes que, de haberse tenido, podrían haber evitado esta pérdida severa y sustancial de la producción.

Permítanme pasar ahora a examinar las perspectivas de lo que queda de 1975. Los primeros indicios parecen indicar que quizá aumente considerablemente la producción mundial de cereales, excluido el arroz, en 1975, posiblemente elevándose nada menos que en un 8 por ciento, lo que podría conducir a una reposición de las reservas agotadas en la campaña de 1975–76. No obstante, debe recordarse que, incluso en el supuesto de que llegue a existir tan gran aumento, hubo en 1974 un 4 por ciento de descenso. Además, las favorables perspectivas actuales podrían cambiar mucho si la baja de los precios indujera a los agricultores de Norteamérica a cambiar sus intenciones respecto a la extensión de la superficie que han de destinar al cultivo de cereales, lo cual podría reducir los suministros en un momento en que el mundo, como conjunto, escasea aún de alimentos y poner en peligro las perspectivas de la grandísima cosecha que es necesaria en términos globales. El mero hecho de que esta posibilidad de una reducción se discuta muestra lo vulnerable que es el mundo a la incapacidad de las principales naciones comerciantes de cereales a adoptar medidas concertadas para asegurar un grado mínimo de estabilidad del precio en los mercados respecto al principal cereal mundial de consumo humano, el trigo. A falta de tales medidas, el mundo continuará expuesto a grandes fluctuaciones entre la abundancia y el hambre. En estas circunstancias, parece que el concepto de reajuste agrícola internacional no ha perdido nada de su validez de vasto alcance.

Otro factor que, desde luego, podría reducir bruscamente las favorables perspectivas actuales para 1975 es la posibilidad de que, como ocurrió el pasado año, el tiempo sea desfavorable, más avanzada la campaña, dando lugar a que haya muy malas cosechas. Y, en todo caso, la situación alimentaria de los países en desarrollo seguirá siendo difícil en 1975. Aun cuando adoptemos una posición optimista en cuanto a las perspectivas de las condiciones meteorológicas, los países MSA necesitarán probablemente importar no menos de 6 millones de toneladas de cereales de consumo humano en el segundo semestre de este año para satisfacer necesidades esenciales de consumo actual. A los precios vigentes, esto exigirá unos 1 300 millones de dólares, incluidos los fletes. A ellos deben añadirse alrededor de otros 900 millones de dólares para sus importaciones esenciales de fertilizantes durante este período y, evidentemente, como la penosa experiencia respecto a los fertilizantes en la presente emergencia inmediata demuestra, habrá que lograr sin dilación la ayuda financiera para ese suministro exterior de fertilizantes con el fin de asegurar que éstos se entreguen a tiempo de aplicarlos a los cultivos durante el segundo semestre del año. De este total combinado de 2 200 millones de dólares, alrededor de 1 300 millones de dólares, o sea, casi el 60 por ciento, obedecen sencillamente a la elevación de los precios durante los últimos dos años. Como es este brutal aumento de los precios, que escapa casi enteramente al control de los países MSA, lo que ha sumido a éstos en la profunda crisis actual de sus balanzas de pago, la continuación de la ayuda financiera urgente a ellos en el segundo semestre de este año es tanto una cuestión de justicia como de necesidad.

Aunque no quiero aventurar demasiadas hipótesis, por el momento, sobre lo que sucederá en el futuro, temo que todo en la actualidad indique que proseguirá bastante después de finales de este año la difícil situación alimentaria mundial y los graves problemas financieros de los países MSA de ella derivados. La situación alimentaria mundial no podrá mejorar realmente hasta que las existencias de cereales se reconstituyan y retornen a niveles más seguros. Y todo parece estar combinándose para empeorar aún más la crisis de la balanza de pagos de los países MSA y de otros países en desarrollo. La recesión económica de los países en desarrollo ha hecho disminuir tanto los precios como la demanda de sus exportaciones agrícolas. Al mismo tiempo, los países en desarrollo han tenido que pagar precios mucho más altos por sus importaciones de artículos industriales, petróleo y fertilizantes. La persistencia de los altos precios de los fertilizantes ha sido especialmente devastadora, ya que han frenado el aumento de la producción de alimentos en los países en desarrollo, con lo que las necesidades de importación de alimentos de estos países han tendido inevitablemente a aumentar todavía más. Para salir de este círculo vicioso, es claramente necesario intervenir para asegurar una expansión ordenada de los suministros de fertilizantes a los países en desarrollo a precios razonables y más o menos estables. A este respecto, estamos preparando algunas propuestas normativas a largo plazo, en colaboración con el Banco Mundial y la UNIDO, para que sean examinadas en el próximo período de sesiones de la Comisión de Fertilizantes, en el mes de junio. Pero será inevitable que transcurra algún tiempo antes de que estas propuestas puedan llevarse a efecto o de que sea posible asentar sobre una base más segura la situación alimentaria mundial. Entretanto, es necesario ayudar a los países MSA para que consigan no sólo los alimentos que les son esenciales para el consumo ordinario sino también los fertilizantes y otros insumos necesarios para permitirles conseguir índices mayores de aumento de su producción nacional de alimentos. Esto significa que, incluso cuando a mediados de este año termine la que he llamado situación actual de urgencia a breve plazo, proseguirá durante algún tiempo una situación de urgencia y será necesaria una generosa afluencia de asistencia internacional para atender esa situación y facilitar la ayuda que es precisa para ponerle fin.

En la fase actual, creo que sería útil mencionar en qué punto nos encontramos por lo que se refiere a la seguridad alimentaria mundial una vez que la Conferencia Mundial de la Alimentación ha aprobado el Compromiso Internacional y el Consejo lo ha ratificado en su último período de sesiones. Ante todo, como tal vez sepan ustedes, hemos estado enviando cada vez más misiones técnicas a los países en desarrollo, a petición de estos últimos, para ayudarles a preparar políticas para el establecimiento de reservas nacionales. Posteriormente, los días 10 y 11 de febrero, los Estados Unidos convocaron en Londres una Reunión Especial sobre Reservas Internacionales de Cereales, a la que se invitó a varios importantes países productores y consumidores. Parece que la buena marcha de esta reunión se vio limitada por algunas consideraciones sobre la posibilidad de hacer compromisos en materia de existencias y reservas fuera de las negociaciones comerciales multilaterales del GATT, pero se decidió, de todas formas, que las reservas podrían constituir el tema de un futuro Grupo Preparatorio del Consejo Internacional del Trigo, que se ocuparía de la posible base para un nuevo Acuerdo Internacional sobre el Trigo.

Posteriormente se ha celebrado en la Sede una Consulta de Expertos sobre Políticas Nacionales de Existencias, en la que se afrontaron con viveza y prácticamente varios problemas. Se examinó el Compromiso Internacional y, aunque se estuvo de acuerdo en que los principios y directrices en él incluidos son válidos, se insistió en que un acuerdo internacional eficaz sobre cereales, con cláusulas específicas relativas a precios y acumulación de existencias, ofrecería la base firme que es necesaria para una colaboración internacional en el campo de la seguridad alimentaria mundial. Se puso además de relieve la necesidad de preparar normas concretas para una acción coordinada. En esta Consulta de Expertos se hizo también constar claramente que todos los debates relativos a diversos aspectos de la seguridad alimentaria mundial celebrados en el Consejo Internacional del Trigo, en Londres, en el GATT o aquí en Roma están estrechamente relacionados y que es preciso incrementar esa relación para asegurar, ante todo, que ninguno de esos debates retrase la adopción de medidas sobre seguridad alimentaria mundial. En caso necesario, habría que distinguir entre las cuestiones de estabilización de precios y las medidas de seguridad alimentaria mundial propiamente dichas. Es de esperar que se dé un importante paso adelante en la próxima Consulta Intergubernamental sobre Seguridad Alimentaria Mundial, que se celebrará en el mes de mayo.

Permítanme pasar ahora brevemente a las medidas que hasta la fecha se han tomado para la participación de la FAO en dos de las estructuras institucionales más importantes creadas como consecuencia de la Conferencia Mundial de la Alimentación: el Consejo Mundial de la Alimentación y el Grupo Consultivo sobre Producción Alimentaria e Inversiones Agrícolas en los Países en Desarrollo (GCPAIA). Hemos celebrado ya varias conversaciones con las Naciones Unidas, a propósito del primero, y con el Banco Mundial y el PNUD en relación con el segundo.

No es necesario que entre en detalles sobre cuanto se ha preparado hasta ahora, ya que tienen ustedes todos los datos en los documentos que se les han distribuido. Sí quisiera, sin embargo, hacer algunas observaciones. Ante todo, por lo que se refiere al Consejo Mundial de la Alimentación, quisiera dar una cálida bienvenida a su primer Director Ejecutivo, el Dr. Hannah, que se dirigirá a ustedes más tarde en el curso de este período de sesiones. Estoy seguro de que el Dr. Hannah, con su idealismo y su magnífico historial, conseguirá desempeñar una inestimable función en la puesta en marcha de esta nueva iniciativa de la comunidad internacional para afrontar el problema alimentario mundial. Es también para mí un gran placer, naturalmente, que mi colega Sartaj Aziz, Director de Productos Básicos, haya sido designado Director Ejecutivo Adjunto, inmediatamente después del Dr. Hannah. Creo que todos los aquí presentes conocen la magnífica contribución del Sr. Aziz a la Conferencia Mundial de la Alimentación y especialmente sus incansables y continuos esfuerzos durante los largos meses de su preparación, en los cuales reunió la impresionante documentación técnica que se presentó a la Conferencia y sin la cual nunca esta última hubiera podido conseguir lo que consiguió.

Quisiera mencionar también la reunión interorgánica que se celebró bajo los auspicios del CAC en Nueva York el mes pasado, bajo la presidencia del Dr. Hannah, en la cual se examinó la función de los organismos que han de contribuir a las actividades del Consejo Mundial de la Alimentación. Apareció claro, como era de esperar, que la mayor parte del trabajo correspondería a la FAO. Esto pone sobre nuestros hombros una considerable responsabilidad, y estoy tomando ya internamente las medidas necesarias para coordinar este trabajo.

Por último, por lo que se refiere al Consejo Mundial de la Alimentación, estoy seguro de que en su momento desearán ustedes examinar las relaciones entre el trabajo que ustedes realizan y el de este nuevo organismo internacional. Acojo complacido la sugerencia de los Comités del Programa y de Finanzas de que se le invite a usted, Señor Presidente, a participar en los períodos de sesiones del Consejo Mundial de la Alimentación como observador y se invite al Presidente del Consejo Mundial de la Alimentación a participar en forma análoga en los períodos de sesiones del Consejo de la FAO. Es claro, sin embargo, que son necesarios acuerdos y procedimientos más completos para permitir a ambos Consejos funcionar con plena eficiencia dentro de sus respectivas esferas de competencia sin duplicaciones de esfuerzo.

Por lo que se refiere al Grupo Consultivo sobre Producción Alimentaria e Inversiones Agrícolas, permítanme decir ante todo que si, como espero, todos los países a quienes interesa - donantes tradicionales, nuevos donantes y beneficiarios - responden positivamente a la creación de este Grupo Consultivo, estoy convencido de que tendremos ocasión de crear un clima más favorable que nunca para la afluencia de los nuevos recursos que son necesarios para la producción de alimentos en los países en desarrollo y para el buen aprovechamiento de esos recursos.

Sabrán ustedes ya que, como resultado de las consultas celebradas entre el Presidente del Banco Mundial, el Administrador del PNUD y un servidor de ustedes, el Sr. Edwin Martin, que todos ustedes conocen, ha aceptado actuar como Presidente del Grupo Consultivo y ha iniciado ya decididamente su trabajo. Es una verdadera fortuna que una persona de tan vasta experiencia nos ayude en la formación de este Grupo Consultivo.

También sabrán ustedes que tienen que designar los diez miembros del Grupo de entre los países en desarrollo de las cinco regiones de la FAO. De acuerdo con el método seguido en el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional, esta función habría de incumbir, normalmente, a las conferencias regionales de la FAO, pero como no se reúnen hasta el año próximo y la primera reunión del nuevo grupo está prevista para mayo, de modo que pueda informar al primer período de sesiones del Consejo Mundial de la Alimentación, que se celebrará en junio, estoy seguro de que estarán ustedes dispuestos a aceptar esta responsabilidad provisional para que sea posible poner en marcha tan vital actividad. En forma análoga se procedió, como ustedes recordarán, en el caso del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional. Esta forma de proceder, además, está de acuerdo con lo solicitado por la Conferencia Mundial de la Alimentación, la cual, en el párrafo pertinente de su resolución sobre medidas complementarias, propuso que el GCPAIA - cito palabras de la Conferencia - esté “compuesto por donantes bilaterales y multilaterales, así como representantes de los países en desarrollo, elegidos al igual que en el CGIAI”.

Paso ahora al Programa de Labores y Presupuesto para 1976–77. Este año no es un año ordinario. Nos encontramos más o menos a mitad de camino entre el período ordinario de sesiones de noviembre del Consejo, en el que el Director General presenta la cifra indicativa para el presupuesto del próximo bienio, y el período ordinario de sesiones de junio, en el que se examina el Resumen del Programa de Labores y Presupuesto. Esta vez hay además una fase intermedia, en la que el Consejo tiene ocasión de hacer observaciones sobre el esbozo del Programa de Labores y Presupuesto, en el que se han reflejado ya los pareceres manifestados en la reunión especial del mes de enero, de los Comité del Programa y de Finanzas, especialmente por lo que se refiere a prioridades. Espero que esta oportunidad que tiene el Consejo de intervenir en esta fase crítica nos permita preparar el Resumen del Programa de Labores y Presupuesto en el breve tiempo disponible con la confianza de haber logrado un amplio acuerdo sobre las prioridades generales.

Resumiendo, como ustedes recordarán, en la inauguración del período de sesiones del Consejo de noviembre, dije que francamente me resistía a dar una cifra indicativa de la cuantía del presupuesto. La razón primordial era que el Consejo se reunía inmediatamente después de la Conferencia Mundial de la Alimentación, y yo quería reflexionar más detenidamente sobre las repercusiones que las funciones tan ampliadas que la Conferencia había asignado a la FAO tendrían para el Programa de Labores y Presupuesto. Sin embargo, respondiendo a los deseos del Consejo, presenté un documento en el que figuraba un esbozo muy preliminar de lo que, a mi juicio, habría yo de tener en cuenta a la hora de formular mis ideas sobre prioridades, e hice una estimación provisional de una cuantía presupuestaria por importe de 191 millones de dólares. Este documento, junto con un resumen de las distintas propuestas que lo completan, fue objeto de un examen muy a fondo por los Comités del Programa y de Finanzas en enero y, como ya he indicado, he seguido sus criterios lo más de cerca posible al formular este nuevo esbozo de mis propuestas sobre las prioridades principales en 1976–77. Sobre esta base propongo ahora una cuantía presupuestaria de 185 millones de dólares, aproximadamente.

Estos 185 millones de dólares representan un aumento de algo más de 81 millones en comparación con el bienio actual. Este aumento se distribuye en 41 millones de dólares para incrementos de costos, y 40,6 millones de dólares para aumentos del programa.

No cabe duda que esto último será lo que suscitará mayores interrogantes, acostumbrados como están nuestros órganos rectores en los últimos tiempos a aumentos de programas relativamente exiguos, impuestos hasta cierto punto por el peso de los aumentos de costos, que habían escapado a nuestro control. Pero, precisamente esa pequeñez, es más esa insuficiencia, de los aumentos recientes para el programa es lo que hace imperativo un aumento mucho más sustancial dadas las circunstancias que predominan ahora en la escena alimentaria y agrícola del mundo. Permítaseme decir que, aunque no se hubiera celebrado una Conferencia Mundial de la Alimentación, el empeoramiento crítico de la situación alimentaria mundial en los dos o tres años últimos, y la necesidad consiguiente de hacer frente a esa realidad de forma mucho más enérgica, hubiera requerido un gran reforzamiento de la FAO. Pero, en reconocimiento de esa necesidad de afrontar la situación alimentaria mundial de forma más eficaz que en años pasados, se ha tenido también la Conferencia Mundial de la Alimentación. Nadie, pienso yo, puede negar que uno de los efectos de la Conferencia Mundial de la Alimentación ha sido imponer nuevas y graves responsabilidades a la Organización.

Bien es verdad, como se ha dicho, que la Conferencia se ocupó en grandísima parte de los esfuerzos nacionales e intergubernamentales. Pero, estudiando las resoluciones de la Conferencia se ve con claridad que de la FAO se esperaba que aumentara sustancialmente su impacto en el desarrollo alimentario y agrícola y su apoyo a esos esfuerzos nacionales e intergubernamentales. Para que la FAO pueda tener ese impacto mucho mayor que ahora se espera de ella, estimo que no podemos sustraernos a la conclusión de que tendrá que disponer de recursos efectivos mucho mayores en el Programa Ordinario. Subrayo lo de Programa Ordinario, porque no sólo los recursos extrapresupuestarios más abundantes que se pongan a nuestra disposición supondrán inevitablemente un cierto aumento en nuestros gastos, sino que hay una serie de cosas que tendremos que hacer para lo que no se dispondrá de suficientes recursos extrapresupuestarios.

A este propósito, abrigo el convencimiento de que habrá personas dispuestas a argumentar una vez más que hemos de procurar encontrar recursos suplementarios eliminando prioridades bajas y concentrando nuestras actividades en menos cosas. Como pienso que les consta, siempre he abogado por la eliminación de las bajas prioridades y por la concentración de actividades, y estimo que, en los años que llevo de Director General, hemos hecho muchísimo bajo ambos aspectos. Es más, en el nuevo Programa de Labores y Presupuesto, hemos seguido todavía eliminando bajas prioridades. Pero llega un momento en que ni uno ni otro expediente tiene ya mucho sentido o vale la pena. Por lo que se refiere a las prioridades, se ha llegado a una etapa en que la eliminación de cualquier prioridad más no sólo acarrearía grave perjuicio al Programa, sino que también, recordando que incluso las bajas prioridades representan actividades que han sido aprobadas por nuestros órganos rectores, suscitarán protestas fuertes y justificadas. En cuanto a la concentración de actividades, ustedes recordarán mi propia iniciativa sobre esferas de concentración. Se ha demostrado indudablemente un marco valioso para elaborar el Programa de la Organización, pero en la práctica nos vemos obligados naturalmente a desglosar cada esfera en programas, subprogramas y elementos de programas, a fin de que nuestros órganos rectores puedan examinar nuestro Programa de Labores y Presupuesto en términos significativos para ellos. Si no hubiera que proceder así, podría presentar fácilmente un programa que parecería maravillosamente concentrado.

En el contexto actual, no nos serviría de mucho para analizar los recursos que la FAO necesita ahora, distinguir entre prioridades bajas o altas o hablar de concentración de actividades. La cuestión crucial debería ser sin duda la de cuáles serían las actividades convenientes para cuya realización se prestaría más la FAO en una relación beneficio/costo a breve o largo plazo en un momento determinado y referir todo ello al nivel del presupuesto.

En estas condiciones y recordando lo que he dicho sobre el empeoramiento de la situación alimentaria mundial y de las nuevas responsabilidades que asigna a la Organización la Conferencia Mundial de la Alimentación, estimo que la cuantía presupuestaria que propongo en este Programa de Labores y Presupuesto, que será el último que presento, es sumamente razonable. Comparando con los aumentos propuestos por algunos otros organismos especializados resulta un balance favorable respecto del aumento que yo solicito. Estimo que nadie negará que la función de la FAO en el mundo de hoy día es más crucial que nunca antes, sobre todo en el contexto de los esfuerzos que está desplegando el sistema de las Naciones Unidas en su conjunto.

Hay un tema referente al actual Programa de Labores y Presupuesto respecto del cual desearía hacer expresamente algunos comentarios; se trata de la importantísima cuestión de la descentralización. A este respecto, quisiera decir ante todo que el documento CL 65/3 que tienen ante ustedes ha sido preparado en brevísimo tiempo, con lo que no hubo posibilidad de previa consulta con nuestros Representantes Regionales. Se enmendará de acuerdo con un consenso que ahora se ha alcanzado entre los Subdirectores Generales de la Sede y los Representantes Regionales, para su presentación a la reunión de los Comités del Programa y de Finanzas en mayo.

Estos Comités, cuando examinaron la cuestión de la descentralización en enero a solicitud del último período de sesiones del Consejo, concluyeron que se trataba en realidad de un asunto muy complejo y reconocieron implícitamente que para llevarlo a cabo con eficacia real haría falta algún tiempo. Yo estaría de acuerdo con esto, pero también quisiera dejar bien sentado que el concepto de una mayor descentralización de las actividades de la FAO dentro del Programa Ordinario ha sido siempre una idea que me ha interesado fuertemente. Con ese pensamiento patrociné la idea de un programa unificado, que estimo es una de las innovaciones más prometedoras de rumbo en la política interna de la Organización que se haya producido desde que soy Director General. En la reunión tan constructiva que celebramos la semana pasada con los Representantes Regionales, se convino en que, a partir de ahora, hemos de trabajar progresivamente por una ulterior descentralización del Programa Ordinario Unificado, no sólo en cuanto a recursos sino también en cuanto a delegación de autoridad en los propios Representantes Regionales. Esto significa desde luego que habrá un reforzamiento de las Oficinas Regionales, tanto en personal como en recursos. Miramos ya al actual Programa de Labores y Presupuesto para ver qué nuevas actividades o actividades en curso pueden trasladarse convenientemente a ellos ahora y en los meses venideros. Al pedir al Consejo su asentimiento a esta moción, yo pediría además que accedan a que mi sucesor tenga autoridad para proseguir ese traslado progresivo de recursos hacia las Oficinas Regionales, en el buen entendimiento de que naturalmente el que me suceda, exactamente lo mismo que he hecho yo, mantendrá al Consejo regularmente informado.

A lo que estamos asistiendo es una nueva orientación importante en la forma en que esta Organización desempeñará su labor en los años futuros. Se trata de una orientación, estimo yo, que nos viene impuesta no sólo por la lógica sino también, a mi juicio, por los deseos de al menos una mayoría de nuestros Estados Miembros. Somos, y desde luego hemos de seguir siendo, una organización mundial con una política mundial. Pero considero que esta política sólo podrá reforzarse mediante las aportaciones que se les hacen desde el plano regional y que nuestra dirección técnica, aunque su impulso general seguirá procediendo desde el centro, igualmente resultará mediante una colaboración más activa en los dos sentidos con las Oficinas Regionales. Como dije, todo este proceso de descentralización llevará forzosamente algún tiempo porque, en beneficio del interés esencial de mantener nuestra eficiencia y eficacia, no podemos actuar bruscamente, pues ello trastocaría el funcionamiento de toda la organización o supondría un esfuerzo excesivo para la capacidad de absorción de las Oficinas Regionales. Pero estoy convencido de que esto resultará del mayor provecho para la FAO en su conjunto y, si se me permite decirlo, lo considero como uno de los legados más importantes que dejaré a la Organización cuando se cumpla mi mandato.

Con esto, Sr. Presidente, permítaseme poner término a mi discurso. Como siempre, ansío mucho oír las opiniones ponderadas del Consejo sobre las cuestiones que le están sometidas, especialmente en estos momentos en que están en juego cuestiones tan importantes para la agricultura y la alimentación en el mundo.

Muchas gracias.

CONSEJO

(a partir del 1 de enero de 1975)

Presidente Independiente: Gonzalo Bula Hoyos

Alemania, Rep. Fed. de 2
Argentina 2
Australia 1
Brasil 3
Bulgaria 2
Burundi 3
Canadá 3
Colombia 3
Congo 2
Chile 1
China 2
Dahomey
Dinamarca 1
Egipto 1
España 3
Estados Unidos de América 3
Etiopía 1
Filipinas 2
Francia 1
Gabón 3
Gambia 3
Guinea 2
India 1
Indonesia 2
Italia 1
Japón 2
Jordania 3
Kuwait 1
Lesotho 1
Líbano 3
México 3
Países Bajos 3
Panamá 2
Paquistán 1
Perú 2
Sri Lanka 3
Sudán 1
Tailandia 2
Trinidad-Tabago 3
Túnez 3
Yugoslavia 2

1 Su mandato expira al clausurarse el 18o período de sesiones de la Conferencia, noviembre de 1975.
2 Su mandato expira el 31 de diciembre de 1976.
3 Su mandato expira al clausurarse el 19o período de sesiones de la Conferencia, noviembre de 1977.

COMITE DEL PROGRAMA

(Noviembre 1973 – noviembre 1975)

Presidente:

R.W. Phillips (Estados Unidos de América)

Vocales:

W.A.F. Grabisch (República Federal de Alemania)
C. Nagata (Japón)
K. Prasad (India)
B. Shaib (Nigeria)
A.S. Tuinman (Países Bajos)
J.C. Vignaud (Argentina)

Primer Suplente:

E. Buciuman (Rumania)

Segundo Suplente:

H.J. Kristensen (Dinamarca)

Tercer Suplente:

S. Juma'a (Jordania)

COMITE DE FINANZAS

(Noviembre 1973 – noviembre 1975)

Presidente:

F. Shefrin (Canadá)

Vocales:

S. Barkat Ahmad (Paquistán)
Soegeng Amat (Indonesia)
Srta. M. de Barros e'Vasconcellos (Brasil)
P.J. Byrnes (Estados Unidos de América)

Primer Suplente:

C.H. Lagerfelt (Suecia)

Segundo Suplente:

K.G.W. Frost (Reino Unido)

Tercer Suplente:

Vacante

COMITE DE ASUNTOS CONSTITUCIONALES Y JURIDICOS

(Noviembre 1973 – noviembre 1975)

Argelia
Filipinas
Finlandia
Francia
Italia
Suiza
Venezuela

COMITE INTERGUBERNAMENTAL NACIONES UNIDAS/FAO
DEL PROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOS 1975

* Alemania, Rep. Fed. de 2
* Arabia Saudita 3
* Argentina 1
* Canadá 3
   Chile 2
* Estados Unidos de América 3
* Francia 2
   Hungría 3
* India3
* Indonesia1
   Irlanda 2
   Japón 1
   Malawi 2
   Mauritania 3
   Noruega 1
* Países Bajos 2
   Paquistán 1
   Reino Unido 2
* Senegal 2
   Sudán 1
   Suecia 3
* Suiza 2
* Túnez 1
   Turquía 3

* Elegido por el Consejo de la FAO.
1 Su mandato expira el 31 de diciembre de 1975.
2 Su mandato expira el 31 de diciembre de 1976.
3 Su mandato expira el 31 de diciembre de 1977.

ESTADOS MIEMBROS DE LA FAO

(en 14 de marzo de 1975)

Afganistán
Albania
Alemania, República Federal de
Alto Volta
Arabia Saudita
Argelia
Argentina
Australia
Austria
Bahrein
Bangladesh
Barbados
Bélgica
Birmania
Bolivia
Botswana
Brasil
Bulgaria
Burundi
Camerún
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