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Honduras

Introducción

El sector energía eléctrica en Honduras fue manejado por las municipalidades hasta 1957, cuando se creo la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), que se encargó totalmente de la generación y distribución del fluido eléctrico en el país. El sector eléctrico actualmente tiene una pequeña participación en el balance energético nacional (leña 61%, petróleo 25%, electricidad 5% y biomasa 6%).

Con la inauguración del proyecto hidroeléctrico de El Cajón en 1985, Honduras resolvía aparentemente su déficit de energía, y principalmente una incómoda dependencia de más de 50% en la generación térmica basado en hidrocarburos. La usina hidroeléctrica Francisco Morazán (El Cajón) con una potencia instalada de 300 megawatts, con un costo inicial de $EE.UU. 700 millones y actual de $EE.UU. 1.500 millones, fue a partir de entonces un orgullo para el país, pues era una estraordinaria obra de ingeniería, y pasaba a suplir como el 69% de la demanda eléctrica nacional. Honduras pasó entonces a exportar energía a los países vecinos.

En los últimos años de la década de los ochenta, la ENEE se dedicó casi exclusivamente a un ambicioso programa de ampliación de subestaciones y a obras de electrificación rural. Sin embargo, la ampliación de las instalaciones físicas de la ENEE no fue acompañada de un crecimiento y fortalecimiento institucional, por la falta de capacidad administrativa. Esto condujo a un consecuente deterioro en la calidad del servicio prestado y en un alto nivel de pérdidas.

La crisis energética

Debido a un crecimiento anual de la demanda de electricidad de 8%, las necesidades energéticas de Honduras rápidamente agotaron la superoferta energética disponible. A partir de 1992, con un prolongado período de sequías en la región centroamericana, un mal manejo de las reservas de agua de la represa, además de fallas técnicas de construcción de la represa que permiten una significativa fuga de agua, la central hidroeléctrica de El Cajón perdió mucho de su reserva de agua. En 1993, con el evento de la campaña electoral, el gobierno de entonces, pospuso la necesidad de un pequeño racionamiento de energía eléctrica. Con la elección de un nuevo gobierno de oposición en 1994, la nueva administración se afrontó con niveles muy bajos de reserva de agua, y fue obligada a empezar de inmediato con un fuerte programa de racionamiento de energía, con cortes diarios de hasta 12 horas por un período de ocho meses, de abril a diciembre de 1994.

Así, el año de 1994 se caracterizó por una marcada crisis de abastecimiento con un déficit energético de 120 Mw y un agudo problema financiero, que hubiera resultado inmanejable para la ENEE sin el concurso entero de la ciudadanía. Además, el incremento de las pérdidas técnicas pasaron de un 15% a un 29% y el manejo financiero no apropiado de los recursos, impactaran negativamente en el estado financiero de la empresa, lo que no permitió en este momento atender la deuda de aproximadamente $EE.UU. 410 millones, ni incrementar la generación/transmisión/distribución y con ello atender la demanda de todos los sectores usuarios.

Con la crisis establecida, el gobierno retomó muy costosamente la operación de antiguas plantas térmicas existentes, que por falta de mantenimiento se encontraban en completo abandono o ya había sido vendidas parcialmente. Estas antiguas plantas necesitaban significativos reparos y capital, lo que fue un proceso lento de restauración. También, bajo decreto presidencial, el gobierno solicitó a la empresa privada, inversión de urgencia para instalar plantas térmicas con fines de solventar la crisis energética.

Además, de inmediato se observó la ausencia de una política energética nacional, que pudiera direccionar estratégicamente el desarrollo energético nacional. En este período de crisis, se propuso, se discutió y se aprobó en el Congreso Nacional una ley marco para el subsector eléctrico que básicamente abrió las oportunidades de generación/transmisión/distribución de energía al sector privado, desmonopolizando el papel del Estado en este subsector, y definiendo prioridades a medianos y a largo plazo para las fuentes renovables de energía. Además, se estableció la creación del gabinete energético, un consejo de ministros que definiría la política energética nacional, asesorado por un comité técnico permanente.

Cabe mencionar que la primera experiencia de generación/transmisión/distribución a nivel privado en Honduras se desarrolló en 1992, cuando se constituyó la primera empresa privada para generación y distribución, la Roatán Electric Corporation, RECO, a la cual la ENEE vendió el sistema de las Islas de la Bahía. La Figura 2 presenta la participación de cada fuente de energía en la generación en el país de 1985 hasta 1994, donde se observa el incremento de participación de la energía térmica y comprada y el descenso de la participación de la energía hidráulica en los últimos tres años.

Actualmente, dos otros proyectos privados térmicos (hidrocarburos) están autorizados en el país, con capacidad aproximada de 100 MW. Estos proyectos basados en combustibles fósiles fueron aprovados para dar solución inmediata a la crisis energética en que vivía el país. Adémas, el gobierno restauró otras tres plantas térmicas existentes (total de 35 MW), y consiguió en carácter de préstamo del gobierno Mexicano otras tres de 15 MW cada. A partir del segundo semestre de este año, el gobierno ha cerrado la opción de proyectos basados en hidrocarburos, y está favoreciendo a proyectos basados en energía renovable. En Honduras, las opciones de energía renovable a nivel comercial disponibles son la energía eólica, geotérmica, pequeñas hidroeléctricas y la biomasa. Dentro de estos, la biomasa y pequeñas hidroeléctricas parecen ser más factibles actualmente.

Perspectivas de la biomasa

Con relación a biomasa, existe actualmente una disponibilidad inmediata de desechos de madera de la industria y aprovechamiento forestal, y bagazo de los ingenios azucareros. Ya existen en el país algunos ejemplos de autogeneración eléctrica a partir de desechos de madera, como el Aseradero Yodeco, Aseradero Lumberton, La Escuela Nacional de Ciencias Forestales y en la comunidad agroforestal de Chaguite Grande. Todos estos proyectos son de mediana o pequeña capacidad, diseñados exclusivamente para el aprovechamiento de los desperdicios de madera, y para el autoconsumo. PROLEÑA estima que a nivel nacional existe un potencial para 30 Mw de generación eléctrica a partir de desechos de los aprovechamientos forestales y de las industrias forestales primarias. También los ingenios azucareros aprovechan durante la época de zafra, el bagazo producido para la autogeneración de electricidad. Se calcula que los ocho ingenios instalados en el país podrían generar 35 Mw en la época de zafra de la caña, que dura cinco meses.

Entre las posibilidades de generación a nivel comercial de bioenergía, existen actualmente dos proyectos en gestión. El primero es de un consorcio de una empresa estadounidense (Nations Energy) con una industria forestal hondureña (Madorsa), conformando BIOGEN. Esta empresa ya está en fase adelantada de negociación con la Empresa Nacional de Energía Eléctrica-ENEE para la construcción de una planta de 15 MW basada en una zona de alta concentración de industrias y aprovechamientos forestales de la región centro oriental del país, para utilizar los desperdicios de madera de sus alrededores. Las fuentes principales serán primeramente el aserrín por ser abundante y de muy bajo costo (generalmente es regalado), seguido por desperdicios de madera de la industria forestal (costaneras, puntas, desperdicios de tablas, etc.) y de desperdicios de aprovechamientos forestales. Esta planta consumirá aproximadamente 675 t de desperdicios diariamente, disponibilidad comprobada, ya que PRO LEÑA identificó más de 1.000 t diarias disponibles en la región a un costo factible. Además BIOGEN está negociando con la ENEE otros dos posibles proyectos de 15 MW cada uno, para la zona norte del país, región de muchos desperdicios de agricultura, como fincas bananeras, aceite de palma, café, bagazo, arroz, entre otros.

El segundo proyecto es la industria azucarera, el Ingenio Yojoa que está ubicado en la región de San Pedro Sala. Este proyecto se encuentra en fase adelantada de negociación con la ENEE, la generación extra de 5 Mw. Esta planta operará solamente durante los cinco meses de cosecha y producción de la cana de azúcar.

Aunque el gobierno ha hecho esfuerzos significativos para ampliar los beneficios de la energía eléctrica, todavía la mitad de la población no tiene acceso a este servicio (Cuadro 1), y de los que tienen, no todos utilizan la eletricidad para todos los usos. Por ejemplo, se sabe que en 75% de los hogares de Honduras ano se utiliza la leña para cocinar los alimentos.

Cuadro 1. Porcentaje de la población hondureña con y sin servicio de energía eléctrica

Población

Número de personas

Población con electricidad

Población sin electricidad

Urbana

2.044.000

82%

18%

Rural

2.845.000

29%

71%

Nacional

4.889.000

2.501.130 (51%)

2.387.870 (49%)

Fuente: PNUD/SECPLAN 1992 y Plan Maestro de Energía, ENEE/ACDI 1993

De acuerdo a este Cuadro, se observa que mayormente la población rural ha sido menos beneficiada por los programas de extendido de la red eléctrica. Básicamente se podría justificar este comportamiento por el alto costo de extensión de las líneas de transmisión en el sector rural y por la baja capacidad de consumo que tienen los habitantes del campo.

En este sentido, la utilización de la energía de la biomasa en Honduras puede tornar más factible económicamente la extensión de la energía eléctrica hacia las comunidades rurales más aisladas. Primeramente, el uso de la biomasa que es una energía agrícola, favorece la inyección de recursos en el sector rural, con el cultivo y la compra de desechos de biomasa. A través del incremento de las oportunidades de empleos en estas áreas, aumenta el poder adquisitivo de la población, lo que favorece a un mayor consumo de energía eléctrica, justificando más fácilmente un proyecto de electrificación rural. Actualmente con la generación de más de 100 megawatts a partir de hidrocarburos, Honduras necesita importar aproximadamente $EE.UU. 6 millones mensuales en combustibles fósiles. Estos preciosos recursos se están fugando de un país, que los necesita para financiar su crecimiento. Si tuvieramos un plan de mediano y largo plazo para convertir estas plantas térmicas en biomasa, estos recursos podrían a la vez ser invertidos en el sector rural del país, fortaleciendo la economía rural hondureña.

También, el uso de la biomasa favorece la descentralización y la independización de la generación, evitando la necesidad de las costosas líneas de transmisión de larga distancia. En el caso específico de Honduras, la región de La Mosquitia es una región ideal para un proyecto de biomasa, por su condición aislada, de abundancia del bosque tropical, y de bajo poder adquisitivo de la población. En acuerdo a los modelos actuales de extensión de las líneas eléctricas, en que a partir del sistema interconectado se extienden las demás líneas, La Mosquitia prodría recibir energía eléctrica talvez en cuarenta o cincuenta años. Sin embargo a través de un proyecto basado en la biomasa, se ahorraría las largas líneas de transmisión, se compraría el combustible localmente donde hay abundante oferta de biomasa (comprobadamente sostenible) e inyectaría recursos en la economía rural, creando empleos e incrementando la demanda de energía.

Al contrario de La Mosquitia, la Zona Sur de Honduras es una región de colonización antigua, ya bastante deforestada. Actualmente se estima que menos de 10% de la cobertura forestal permanece en la región. En esta región naturalmente semiárida, la deforestación ha ocasionado algunos problemas como la escasez pronunciada de madera, agua y la migración de su gente hacia las áreas boscosas de La Mosquitia. Un proyecto de generación energética basada en biomasa, podría crear una industria regional que beneficiaría a los campesinos. Primeramente crearía una demanda industrial para madera plantada, introduciendo la reforestación como una actividad comercialmente atractiva, y segundo a través de la optimización del uso de la tierra, fijaría el hombre al campo, minimizando la migración hacia nuevas áreas forestales y a los superpoblados centros urbanos.

Vale la penar resaltar que en países como Austria y Suecia los gobiernos están promoviendo la bioenergía como estrategia para fortalecer las economías rurales, aunque éstas sean ligeramente más caras que otras energías convencionales.

Otra región de Honduras que podría beneficiarse de proyectos bioenergéticos, son las áreas de concentración de la industria forestal. Generalmente, los aserraderos de Honduras no usan sus resíduos y los quema en pilas a cielo abierto. Estas pilas permanecen en combustión permanente, creando una nube de humo a baja altitud contaminando el aire, y frecuentemente están a la orilla de los ríos y quebradas, contaminando también las fuentes de agua. Una industria que consumiera toda estos resíduos eliminaría un problema ambiental para el país, generaría empleos y servicios necesarios para su adquisición, además de convertir un desecho en energía, desplazando posiblemente el petróleo importado.

En Honduras todavía no existen industrias de equipos que suplirían esta potencial demanda de equipos de generación y transmisión. Sin embargo, si hubiera por lo menos unas diez plantas eléctricas basadas en la biomasa, crearía oportunidades para que una industria electro-mecánica se creara en el país, para dar mantenimiento y construcción del parque bioeléctrico existente.

Con la aprobación de la Ley Marco del Subsector Eléctrico, se permite la privatización y descentralización del sector, Honduras ha dado un gran paso hacia la modernización del subsector eléctrico. En el reglamento de esta ley que está actualmente en discusión, se pretende establecer prioridades para las energías renovables, con el sentido de que esta forma de energía sea preferible, aun cuando sea 10% más cara que las energías convencionales como las térmicas. Otra ley también de reciente aprobación (aún no implementada), la Ley de Incentivos Forestales, ofrece incentivos para inversiones en plantaciones energéticas, como subsidio para elaboración de proyectos, para los costos de las plantas y exenciones de impuestos por cinco años después de iniciado el aprovechamiento.

Todavía nos hace falta políticas y estrategias más claras y objetivas para impulsar la bioelectricidad. PROLEÑA, una organización privada de desarrollo que se dedica exclusivamente al fomento dendroenergético, ha recientemente gestionado junto a organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo-BID y la FAO, la implementación de dos proyectos fundamentales para el sector dendroenergético. El primero es la creación de una oficina de dendroenergía en la Administración Forestal del Estado, que coordinará y reglamentará la utilización de la dendroenergía en Honduras. Segundo, es la elaboración e implementación de una estrategia/política dendroenergética nacional, donde se contemplará un plan de desarrollo de la dendroenergía moderna para Honduras. En esta política, se pretende diseñar mecanismos de incentivo a la dendroelectricidad.

Y finalmente, vale la pena resaltar, que la ENEE recientemente creó el departamento de Energía Renovable, lo que esperamos impulsará la biomasa como una de las las fuentes de mayor interés estratégico para el país.

En resumen, Honduras está tomando la dirección hacia las energías renovables, y dentro de éstas, la biomasa posiblemente tendrá un participación destcada en el mediano y largo plazo.


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