ARGENTINA - ARGENTINE

Excmo. Dr. Carlos Federico Ruckauf, Vicepresidente de la República Argentina


Quisiera expresar el agradecimiento de mi Gobierno al Director General de la FAO, Dr. Jacques Diouf, por haber tomado la iniciativa de convocar esta Cumbre Mundial sobre la Alimentación en un momento tan oportuno, cuando el mundo se enfrenta a los desafíos que conlleva el rápido proceso de globalización económica internacional. Quisiera también agradecer al Gobierno de la República Italiana por su franco y decidido apoyo a la realización de este evento.

Esta Cumbre nos brinda el marco para comprometernos en un esfuerzo para eliminar el escándalo que significan 800 millones de personas desnutridas en el mundo. Como bien lo señalan los documentos técnicos, existen razones para abrigar esperanzas sobre el futuro alimentario de la humanidad si se toman las medidas adecuadas.

Este escándalo se agrava ante los acontecimientos políticos y militares del Zaire, que plantean en Africa la repetición de un drama que requiere respuestas en el ámbito de la incumbencia de la política alimentaria y sanitaria. Si bien comprendemos la complejidad de la situación en Zaire, resulta inadmisible que se impida la llegada de alimentos y medicinas a los refugiados, es insostenible la propuesta que la delegación de Zaire ha expuesto ayer aquí. Argentina ha comunicado hoy a las Naciones Unidas, que participará en el esfuerzo que decida ese Organismo en materia alimentaria y militar sobre la zona de los grandes lagos.

La Declaración de Roma y el Plan de Acción que adoptará esta Cumbre no serán jurídicamente coercitivos, pero sí, de segura trascendencia política y moralmente vinculantes. Su valor político deriva del amplio y genuino consenso que respalda estos documentos; su imperatividad ética se funda en la importancia y la urgencia de la cuestión que se propone enfrentar: el derecho fundamental de toda persona a no padecer el hambre.

La aplicación y la vigencia del Plan de Acción, su fuerza y su perdurabilidad como orientador y sostenedor de los comportamientos nacionales y de la cooperación internacional, depende de su contenido y de su adecuación a las realidades y aspiraciones de la comunidad internacional.

Creemos que es un plan equilibrado, con objetivos asequibles y pautas consistentes. Encierra un claro espíritu de justicia, equidad y solidaridad internacional en un contexto de austeridad en el uso de los recursos internacionales y dentro del proceso de reestructuración del sistema de Naciones Unidas.

Argentina sostiene que la estabilización de la población mundial no debe lograrse a través de medidas gubernamentales u originadas en organismos o instituciones supranacionales, que contradigan la libertad de decisión de individuos y familias, y no atiendan a los valores religiosos, éticos y culturales de las comunidades locales.

La planificación familiar debe sustentarse en la libertad de decisión y el respeto de los derechos humanos de los cónyugues, sin interferencia estatal.

La prestación de los servicios de salud reproductiva deberá llevarse a cabo respetando la libertad de decisión de las personas, teniendo en cuenta los valores religiosos, éticos y culturales que aquéllas sustenten. La República Argentina reafirma el principio de la responsabilidad primaria de los padres sobre las cuestiones relativas a la educación y salud de sus hijos menores, conforme con lo dispuesto en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

Los servicios de salud reproductiva en ningún caso deben incluir el aborto quirúrgico o químico, ni en sí mismo, ni mucho menos, como método de control de la natalidad. El crecimiento demográfico no es necesariamente consecuencia del subdesarrollo ni causa de la pobreza y la inseguridad alimentaria.

Las políticas tendientes a promover la seguridad alimentaria deben basarse en la educación y desarrollo de la persona y, fundamentalmente, en la justicia social tanto en el orden local como en el internacional.

La pobreza es sin duda un fenómeno de gran magnitud en la mayor parte del mundo en desarrollo, sobre todo en los países de bajos ingresos; y, sin duda también, el crecimiento de la agricultura es una de las claves para el alivio de la pobreza.

La paz en dignidad, la estabilidad institucional y el respeto de los derechos y libertades fundamentales constituyen la condición sine qua non para lograr la seguridad alimentaria. La producción y distribución de alimentos serán los mayores problemas que deberá resolver la humanidad en los próximos años. Las acciones que los gobiernos realicen en materia alimentaria deben estar en armonía con las orientaciones del mercado y la preservación del medio ambiente.

El comercio de alimentos tiene una importancia vital para la seguridad alimentaria mundial. De no existir, los países tendrían que depender exclusivamente de su propia producción, los ingresos globales serían mucho menores, la opción de bienes sería bastante inferior y aumentaría el hambre. Está comprobado que la seguridad alimentaria de los países en desarrollo, en su conjunto, se ha visto incrementada gracias al aumento de sus importaciones de productos agrícolas. Argentina se halla firmemente comprometida con la profundización del proceso de liberalización comercial en curso.

Para nosotros está claro que, a largo plazo, la variedad, calidad y seguridad de la alimentación de todos los países aumentará en la medida en que vayan siendo eliminadas las restricciones al comercio y la producción agrícola. A estos fines, es preciso establecer un contexto político y jurídico adecuado que posibilite un aumento substancial de la inversión nacional y extranjera en los sectores agrícola, pesquero y forestal en los países en vías de desarrollo.

El sector agroalimentario (que representa el 6,4 por ciento del producto bruto interno argentino) es hoy, como lo fue a lo largo de toda la historia argentina, un puntal básico para sostener las transformaciones económicas y sociales en mi país.

La economía argentina presenta una gran interacción entre el desarrollo de la actividad económica general y el comportamiento del sector agropecuario así como entre el desarrollo agrícola y el arraigo de la población en las zonas rurales.

Argentina es un importante productor agrícola: quinto exportador mundial de trigo, el segundo de maíz y soja, el primer exportador de girasol, ocupa el sexto lugar como exportador de carne bovina (6 por ciento del mercado mundial) y el quinto como productor. Actualmente, Argentina ha realizado importantes mejoras en materia sanitaria que han posibilitado la realización de acuerdos con Sudáfrica, Indonesia y Malasia y el inicio de alentadoras negociaciones con los Estados Unidos, China y otros países.

Por último, cabe destacar que durante más de 30 años se han realizado exportaciones de carne fresca hacia los países que componen hoy la Unión Europea, sin haber existido problema alguno.

Deseo destacar ante ustedes el especial significado del MERCOSUR en el ámbito regional como un mega-productor de alimentos para todo el mundo. Representa un mercado de 190 millones de personas, con un producto bruto interno total de 700 000 millones de dólares, cuenta con un arancel externo común acordado para el 98 por ciento del universo arancelario (que entró en vigencia en enero de 1995) y convierte al MERCOSUR en el segundo productor mundial de alimentos. En 1996 se concluyeron acuerdos entre MERCOSUR, integrado por Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina, más Chile y Bolivia que implican una significativa ampliación de nuestros grupos regionales.

Respecto al plano mundial, Argentina aspira a que se tengan en cuenta las preocupaciones de aquellos países en desarrollo exportadores e importadores de alimentos que, en ciertas circunstancias, necesitan recursos financieros adicionales para procurarse alimentos suficientes en el mercado mundial.

Es esencial un fácil acceso a créditos internacionales de rápido desembolso para afrontar este tipo de situaciones. Es por eso que mi país exige la pronta implementación de las medidas en su favor previstas en la Reunión Ministerial de Marrakesh, en el marco de la OMC (Organización Mundial del Comercio). Mi país propicia, además, la práctica y utilización generosa de mecanismos de ayuda alimentaria cuando sea necesario, a través del Programa Mundial de Alimentos.

Estamos persuadidos que la cooperación técnica entre países en desarrollo debe ser incentivada, para aliviar la pobreza y mejorar las técnicas de producción agropecuaria. En este sentido, Argentina puso en marcha el Fondo para la Cooperación Horizontal, que ha permitido la implementación de numerosos proyectos en el extranjero y recuperación de suelos, sanidad, y energía a bajo costo para el sector rural. De hecho, Argentina se ha propuesto, en la medida de sus posibilidades, cooperar con cada uno de los países que lo solicite.

La idea del Presidente Menem, receptada por las Naciones Unidas, de crear cuerpos nacionales de voluntarios denominados "cascos blancos" para apoyar operaciones de socorro, de urgencia y rehabilitación alimentaria, presenta un cariz novedoso, porque incorpora a los países en desarrollo a un tipo de actividades operacionales que no habían tenido. Sus resultados prácticos permiten augurarle gran eficacia para enfrentar situaciones de crisis puntuales, como en el Zaire donde inmediamente hemos dispuesto el envío de ayuda humanitaria en el marco de dicha iniciativa.

En suma, Argentina proclama enfáticamente el derecho inalienable a no padecer hambre y la necesidad de lograr la seguridad alimentaria para todos. Mi país comparte la convicción de que el hambre y la malnutrición pueden constituir una amenaza para la seguridad de los países, las regiones y la comunidad internacional en general, y propone que las actividades para garantizar la seguridad alimentaria y el acceso a alimentos inócuos para todos, debe desarrollarse en el marco de un proceso gradual, pero constante, hacia una participación creciente de los países en desarrollo en el producto mundial.

Deseo mencionar que los días 6 y 7 de octubre pasados, Buenos Aires tuvo la satisfacción de ser la anfitriona de la Conferencia Interamericana sobre el Hambre, celebrada en el marco del Plan de Acción de la Cumbre de las Américas, el cual contiene el compromiso de los 34 países participantes de hacer el máximo esfuerzo posible para erradicar la pobreza extrema y sus secuelas de nuestro continente.

Señor Presidente, las palabras del Santo Padre, en la apertura de esta Cumbre, han sido no sólo un mensaje profundamente cristiano sino además, la descripción de la estrategia más adecuada para que los estadistas del mundo desarrollado y los organismos multilaterales actúen, si verdaderamente queremos, un mundo mejor.


Inicio página
Otros discursos
WFS home

Discurso precedente   Discurso siguiente