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Relación
entre seguridad alimentaria
e información

Desde hace dos décadas, las cuestiones de la sostenibilidad del desarrollo y del re-conocimiento del papel socioeconómico de la mujer en la sociedad suscitan cada vez más el interés de la sociedad civil, de las organizaciones internacionales y de los gobiernos. Las respuestas que se han dado a este respecto responden en parte a un fenómeno que se ha manifestado al final del último siglo: el del desarrollo exponencial de las tecnologías de la información y de la comunicación. En realidad, la multiplicidad y la diversidad de las informaciones y la rapidez con que circulan han influido de modo evidente en los mecanismos de control y de regulación de la sociedad.

Estas cuestiones han sido examinadas en las últimas conferencias internacionales, entre ellas la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) y la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (Roma, 1996). Se han analizado las relaciones entre desarrollo sostenible, seguridad alimentaria, género e información, lo que ha permitido poner de relieve algunos factores que contribuyen a agravar la pobreza y los procesos de exclusión. Entre ellos cabe destacar:

Estas conferencias han permitido subrayar que las poblaciones que practican la agricultura de subsistencia son las más vulnerables a la pauperización y las más expuestas a la inseguridad alimentaria, dado su limitado acceso a los recursos. Las más afectadas y desfavorecidas son las agricultoras2, pese a que, paradójicamente, en los países en desarrollo son ellas quienes producen más de la mitad de los cultivos de productos alimenticios3.

Una de las causas que originan esta situación es la globalización de la economía, que tiene a menudo repercusiones negativas para los pequeños productores y las categorías desfavorecidas de la población. El equilibrio de los sistemas de producción en pequeña escala resulta afectado por la liberalización de los intercambios, la privatización de los recursos y de los servicios, las políticas de ajuste estructural, la comercialización y la modernización de la agricultura y otros factores socioeconómicos, entre ellos el VIH/SIDA. Entre sus efectos, cabe señalar el éxodo rural de los hombres en busca de empleos remunerados y el consecuente aumento del número de explotaciones dirigidas por mujeres. Estas se ven a su vez enfrentadas a una reducción de los recursos dado que los salarios que perciben los hombres rara vez compensan la pérdida de los ingresos agrícolas. En los países en desarrollo, la feminización de la pobreza y de la agricultura son algunas de las consecuencias más frecuentes.

En estos foros internacionales se han discutido también los métodos de planificación y de evaluación de las políticas de desarrollo. Dos consideraciones clave han quedado de manifiesto:

La formulación de las políticas de desarrollo se basa muy a menudo en un principio erróneo, el de la similitud de las necesidades y de los intereses de los agricultores dentro de un mismo sistema de producción. En consecuencia, los diagnósticos de situación y el análisis de los modos de producción, que conducen a la definición de las prioridades de acción y a la asignación de los recursos, descuidan las diferencias y complementariedades de los papeles y las funciones asumidas por los hombres y las mujeres. Sin embargo, se ha demostrado que la aplicación de una perspectiva de género en la asignación de los recursos productivos puede llevar al aumento de la producción agrícola4.

Si las mujeres tienen una participación destacada en la producción de alimentos en el mundo, y, por tanto, son un eslabón clave en la seguridad alimentaria, el proceso de globalización tiene que ver directamente con ellas y la política tiene que recoger la especificidad del impacto de la globalización en sus actividades, en sus condiciones de vida y en su acceso a la toma de decisiones que se vinculan con su situación.

Delegada de Costa Rica

Las modalidades de planificación se hallan en plena evolución a causa de la reducción de la financiación, la tendencia a la descentralización y la influencia creciente de la sociedad civil. Estos nuevos datos llevan a valorizar las potencialidades de los recursos humanos, de suerte que cada uno de ellos pueda participar plenamente. La disponibilidad de informaciones detalladas sobre hombres y mujeres y de datos desglosados por sexo, así como la adopción de métodos participativos resultan esenciales.

No puede haber formación o crecimiento de la persona humana si falta información. Este postulado básico, válido ayer, lo es todavía más hoy día en que la comunicación, la información y la sensibilización son los ejes de todo proyecto de desarrollo.

Elisabeth Diouf, CDI.

Al examinar el nivel de acceso de las mujeres a las tecnologías de la comunicación, así como el papel de los medios de comunicación en la difusión de las informaciones, varias conferencias internacionales han hecho notar que:

La capacidad de intercambio, de movilización y de apertura que ofrecen las tecnologías de la información benefician poco a las mujeres, sobre todo en los países en desarrollo. Entre las múltiples razones se pueden citar las siguientes: falta de capacitación para la utilización de esas tecnologías; escasa presencia de mujeres en los medios de comunicación; aislamiento físico, social y psicológico de estas; falta de infraestruc-turas; limitada disponibilidad de recursos financieros, etc.

La imagen de las mujeres que transmiten los medios de comunicación se limita casi siempre a su función tradicional de reproducción. Se trata de una imagen reduc-tora y el efecto es a menudo negativo, sobre todo en los mensajes publicitarios y comerciales.

Distribución por sexo de la fuerza de trabajo total, agrícola y no agrícola

Mundo, región, grupo de países

Porcentaje de mujeres en la

 

Fuerza de trabajo total

Fuerza de trabajo no agrícola

Fuerza de trabajo no agrícola

 

1990

1997

1990

1997

1990

1997

En todo el mundo

40,0

40,4

42,7

43,3

37,7

38,0

Países desarrollados

43,4

44,2

38,4

36,7

44,0

44,9

Países en desarrollo

38,8

39,3

42,9

43,6

32,3

33,7

Países en desarrollo de África

40,0

40,5

46,6

47,3

27,5

29,5

- de los cuales, África subsahariana

42,4

42,5

46,9

47,3

31,4

32,7

Países en desarrollo de Asia

39,4

39,8

43,5

44,0

31,7

33,1

Países en desarrollo de América Latina y el Caribe

32,6

34,1

16,9

17,0

37,9

38,8

Países en desarrollo de Oceanía

39,1

40,3

43,5

44,8

29,8

31,9

Países de bajos ingresos y con déficit de alimentos

39,6

40,0

43,5

44,0

31,7

33,4

Fuente: FAOSTAT, 1999.

Distribución de la furza de trabajo femenina por actividades agrìcolas y no agrìcolas

Mundo, región, grupo de países

Actividades agrícolas (%)

Actividades no agrícolas (%)

 

1980

1990

1997

1980

1990

1997

En todo el mundo

56

52

49

44

48

51

Países desarrollados

14

9

7

86

91

93

Países en desarrollo

74

68

63

26

32

37

Países en desarrollo de África

82

76

72

18

24

28

- de los cuales, África subsahariana

83

79

75

17

21

25

Países en desarrollo de Asia

77

72

67

23

28

33

Países en desarrollo de América Latina y el Caribe

21

13

11

79

87

89

Países en desarrollo de Oceanía

43

44

45

57

57

55

Países de bajos ingresos y con déficit de alimentos

78

73

68

22

27

32

Fuente: FAOSTAT, 1999.

No obstante, los avances tecnológicos en el campo de la información y de la comunicación podrían dar lugar a acciones que podrían servir como vectores de promoción y fortalecimiento del poder de las mujeres (campañas de información, creación de redes interactivas de comunicación, difusión de la capacitación a distancia, etc.).

Con relación a esta situación y teniendo en cuenta que la información es un instrumento de decisión, un modo de refuerzo del poder y un medio de negociación, es posible y urgente profundizar el conocimiento sobre los aportes socioeconómicos de hombres y mujeres, sus respectivos papeles y su interacción. En la actualidad, esos datos son fragmentarios y no ilustran suficientemente los efectos de las nuevas tendencias de la sociedad sobre las estrategias y modalidades de existencia de las poblaciones. Los gobiernos, en estrecha colaboración con las poblaciones rurales, deben estar en condiciones de recoger esos datos, analizarlos y validarlos para, por una parte, definir las prioridades de desarrollo y, por otra, adoptar decisiones en materia de inversiones y de acción. 

1A saber: recursos productivos (tierras, agua, insumos, etc.); recursos tecnológicos (aperos, máquinas, etc.); recursos educacionales (extensión agraria, capacitación, enseñanza, alfabetización); recursos sociales (asistencia sanitaria, prestaciones y subsidios sociales); recursos económicos (capital, crédito, empleo, salarios, etc.); recursos políticos (información, decisión, gestión, representación, etc.).

2 FAO. 1998. Rural women and food security: current situation and perspectives. Roma.

3 FAO. 1995. Un futuro más justo para las mujeres rurales. Roma.

4 Banco Mundial, 1999. Gender, growth and poverty reduction. Washington, D.C. Informe sobre la pobreza en el África subsahariana, 1998. Por ejemplo, en Burkina Faso sería posible un aumento de la producción del 10 al 20 por ciento si, dentro de los hogares, los recursos se repartieran entre las parcelas de los hombres y las de las mujeres; en Kenya, las cosechas de las parcelas de las mujeres podrían aumentar en más de un 20 por ciento si hombres y mujeres dispusieran de los mismos insumos.

Las mujeres son la principal fuente de trabajo en la producción de viveros en la República Árabe Siria

- FAO/20590/M. MARZOT

Un curso impartido a cultivadores de arroz por personal de la FAO en Viet Nam

- FAO/17931/L. DEMATTEIS

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