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Capitulo IX - Conclusiones

El presente estudio, como se pretendía, ha permitido realizar una evaluación de las disponibilidades de leña en los países en desarrollo en 1980. La evaluación ha debido por fuerza ser rápida, dada la abundancia de la información disponible - y su heterogeneidad en muchos casos - y el carácter específico de las distintas situaciones que habían de analizarse, fuertemente tenidas por las características ecológicas y humanas de cada lugar. Durante ella sin embargo se ha podido constatar que la naturaleza de la información disponible ha permitido en muchos casos un análisis de las situaciones que, además de haber sido confirmado por quienes tenían experiencia y conocimiento directo de ellas, se ha demostrado suficiente para trazar algunas líneas generales de acción. La primera conclusión importante que ha de sacarse es, pues, que la información disponible sobre los parámetros de las disponibilidades y las necesidades de leña es generalmente suficiente para identificar las situaciones difíciles y empezar a actuar, y que los datos más detallados y amplios que siempre son necesarios pueden obtenerse en el curso de los programas mismos de acción, sin que sea necesario disponer de ellos precedentemente. Las consecuencias que eso tiene son importantes, dado que el factor tiempo desempeña una función critica y todo retraso en las intervenciones se traduce en una agravamiento de la situación y hace necesario, por tanto, actuar en mayor escala y con mayores costos.

Conviene, sin embargo, recordar los limites y el carácter aproximativo de este estudio, a fin de que no subsistan ambigüedades en lo que se refiere al posible uso de las cifras facilitadas en los cuadros. Se trata de un estudio a nivel mundial, cuyo objetivo es poner de relieve las distintas situaciones medias existentes a nivel regional (región = subcontinente) en lo que se refiere al balance entre las disponibilidades y las necesidades de leña. Para hacer las evaluaciones se han utilizado cifras medias, en general universalmente aceptadas, de la productividad de las diversas fuentes de aprovisionamiento de leña y de las necesidades de la población, teniendo en cuenta su habitat y su forma de vida. Además, movidos por la preocupación de identificar en cada región categorías de situaciones geográficamente representables, ha sido necesario limitar su número, generalizar sus limites y eliminar determinadas situaciones locales particulares, para mostrar solamente la media. Por ello, seria arriesgado utilizar las cifras facilitadas por este estudio a nivel regional para evaluar una situación local dentro de la región correspondiente, a pesar de que la preocupación por la verdad y la precisión ha movido a los autores a basarse en un análisis local lo más preciso y detallado posible, distinguiendo distintas zonas dentro de cada país.

En el estudio se han considerado 95 países en desarrollo de zonas tropicales y templadas y la aplicación uniformo de una metodología basada en los mismos conceptos y clasificaciones y que ha tomado como punto de referencia los mismos años ha permitido obtener para todos ellos resultados relativamente homogéneos, que han hecho posible una representación cartográfica temática de conjunto. En los 95 países estudiados, la leña desempeñaba en 1980 una función energética muy significativa y en 12 de ellos, de los cuales 9 se encuentran en Africa, representaba más de nueve décimos de los aprovisionamientos energéticos totales. Más de la mitad de los países menos adelantados dependen casi totalmente de la leña y en la mayor parte de los demás se observa que, si la población recurre a otros combustibles (casi siempre desechos vegetales), ello se debe a la insuficiencia de las disponibilidades locales de leña. La población total incluida en el estudio ascendía en 1980 a 2100 millones de personas y Be ha estimado que más del 8 viven en el campo o han conservado un consumo energético de tipo rural y dependen en forma preponderante de los combustibles vegetales, principalmente la leña, para satisfacer necesidades tan elementales como son la cocción de los alimentos y la calefacción del hogar, que, sumadas a las de las pequeña industrias rurales, constituyen en lo esencial las necesidades energéticas indispensables para la subsistencia de la población rural y de la población urbana de ingresos bajos o medios.

En 1980 se han observado síntomas acentuados de dificultad en el aprovisionamiento de leña en 39 países de Africa, 18 del Medio Oriente y de Asia y 14 de América Latina. En total, 1150 millones de personas viven en situaciones en las que la satisfacción de sus necesidades energéticas hace necesaria la sobreexplotación de la vegetación lanosa, a veces hasta el punto de acabar completamente con ella; en las situaciones más graves, que afectan a unos 100 millones de personas, la mitad de ellas en Africa, la población no puede cubrir en modo alguno sus necesidades mínimas y vive en auténtica situación de aguda escasez energética.

En muchos casos, las situaciones de escasez aguda corresponden a zonas climáticas y ecológicas difíciles, en las que la carencia de leña trae consigo una desestabilización del medio y riesgos de erosión cuyas consecuencias se hacen sentir fuera de la zona directamente afectada por el problema energético. Situaciones de ese tipo se han hallado principalmente en las zonas montañosas del Himalaya, de Africa oriental y central y de América Latina. En las regiones semiáridas y áridas de Africa o de Asia, la deforestación causada por la búsqueda de combustibles contribuye peligrosamente a la desertización. Por último, en las zonas más densamente pobladas de Asia y de Africa, la necesidad de combustible lleva a aprovechar todos los elementos vegetales, por pequeños que sean, incluidos los residuos agrícolas indispensables para la fertilización orgánica del suelo. La búsqueda angustiosa de leña en esas zonas de escasez aguda es testimonio de la carencia energética y, al mismo tiempo, representa un peligro para los recursos naturales indispensables para la producción agrícola. El déficit de leña, pues, repercute directamente en los objetivos de autosuficiencia alimentaria fijados por los gobiernos de esos países.

Las situaciones de déficit observadas afectan a más de 1000 millones de personas, que encuentran cada día mayores dificultades para atender sus necesidades energéticas mínimas de leña y no consiguen hacerlo más que a costa de sobreexplotar la vegetación lanosa, lo que, unido a los efectos del crecimiento demográfico, pone cada vez en mayor peligro los aprovisionamientos futuros. Son muchas las situaciones do déficit que evolucionan rápidamente hacia situaciones de escasez aguda: esa degradación es sensible, pero es difícil medir el ritmo a que se produce y muchas veces no se toma conciencia de ella más que cuando es ya prácticamente irreversible. Donde más preocupante aparece esa evolución es en el subcontinente indio, dada la importancia de la población afectada.

El estudio de los efectos que tendrá el prolongamiento hasta el año 2000 de las tendencias actuales ilustra dramáticamente la evolución actualmente en curso. En las situaciones que hoy son de escasez aguda la leña no desempeñará para entonces más que una función marginal como combustible, y las situaciones de déficit evolucionan hacia auténticas situaciones de escasez aguda. Bajo la presión del crecimiento demográfico, frente a recursos forestales en disminución, se manifiestan nuevas situaciones de déficit, que afectan a gran parte de Africa y de Asia y también a América Latina. Por sus dimensiones, el problema debe suscitar grave preocupación, que va más allá de la simple problemática de los aprovisionamientos de leña. ¿Qué otra fuente de energía, y a qué costo, será capaz de sustituir a la leña en tan gran escala y en tan breve plazo y de asegurar la satisfacción de las necesidades energéticas cotidianas de la población en cuestión?

Los principales resultados del estudio pueden resumirse como sigue:

1. En Asia, unos 30 millones de personas, principalmente en las zonas más frías del Himalaya, no estaban en 1980 en condiciones de asegurar su aprovisionamiento energético, a pesar de la sobreexplotación de toda la madera disponible. Unos 710 millones de personas sufrían de clara insuficiencia de leña, principalmente en las zonas mas densamente pobladas del Ganges y del Indo y en las llanuras e islas del Sudeste de Asia, Se ha calculado que, si prosiguen las tendencias actuales, mas de 1400 millones de personas de osa región vivirán en el año 2000 en zonas donde el aprovisionamiento de leña será a todas luces insuficiente para cubrir sus necesidades energéticas mínimas. El déficit podría llegar a 500 millones de m3 de leña y los afectados serian 11 países, todos ellos muy poblados.

2. En Africa al sur del Sahara, 50 millones de personas, principalmente en las zonas áridas y en las zonas montañosas más pobladas, no estaban en 1980 en condiciones de atender sus necesidades energéticas mínimas, a pesar de sobreexplotar toda la vegetación leñosa existente. Aproximadamente 130 millones de personas no podían cubrir sus necesidades energéticas mínimas más que sobreexplotando la vegetación existente, sobre todo en las zonas de sabana de población relativamente densa. Se ha calculado que, en toda esta región, cerca de 500 millones de personas se encontraran en el año 2000 con grandes dificultades para aprovisionarse de leña, si no se modifican las tendencias actuales. El déficit podría llegar a 300 millones de m3 y afectar a 37 países de la región.

3. En Africa del Norte y Medio Oriente las situaciones de déficit de leña afecta en mayor o menor grado, a unos 70 millones de personas de todos los países. Si prosiguen las tendencias actuales, en el año 2000 serán 160 millones las personas afectadas por el déficit, que sobrepasará los 37 millones de m3.

4. En América Latina, cerca de 20 millones de personas - los habitantes de las zonas áridas y altas do la región andina y de algunas zonas particularmente pobladas de América Central y el Caribe - so encontraban en 1980 en la imposibilidad de atender sus necesidades energéticas mínimas, aún sobreexplotando la vegetación a la que tenían acceso. Unos 150 millones do personas no estaban en condiciones de atender sus necesidades mínimas a no ser sobreexplotando los recursos existentes, principalmente en el resto de la región andina. Si prosiguen las tendencias actuales, el déficit de leña en el año 2000 podría llegar a 135 millones de m3 y afectar a cerca de 340 millones de personas en 17 países de la región.

El estudio ha puesto do relieve, una vez más, el carácter especifico de las situaciones, de los problemas y de las soluciones y ha permitido establecer una tipología de situaciones criticas que ofrece elementos de reflexión para la estrategia y actividades que son necesarias. Esa tipología muestra la importancia relativa de los diversos tipos de aprovisionamiento en las distintas categorías de situaciones, ofreciendo así indicaciones sobre lo que es preciso hacer y señalando al mismo tiempo que, en la practica, será siempre necesario combinar una serie de intervenciones que se orienten hacia los diversos parámetros Es la oferta y la demanda. Este enfoque permite hacer tres consideraciones importantes:

1. Incluso en aquellas situaciones en que las soluciones forestales parecen más difíciles y menos capaces de tener un impacto energético importante, son, de todas formas, indispensables, cuando el ambiente es particularmente frágil, por razón de las demás funciones productivas y protectivas que pueden desempeñar.

2. La vegetación forestal natural, en todas sus formas, constituye el elemento más importante del aprovisionamiento energético, a pasar de lo cual una parte importante no es a menudo accesible a la población. Es preciso, pues, intervenir en forma muy seria sobre la gestión y la distribución de esos aprovisionamientos, procediendo a integrar la dimensión energética en el aprovechamiento de esos recursos.

3. Los niveles actuales de las plantaciones destinadas principalmente a la producción de leña resultan claramente insuficientes para poder tener repercusiones reales de aquí a finales do siglo. Es necesaria una aceleración considerable de los trabajos en este campo, atendiendo a todo tipo de plantaciones y, sobre todo, a la difusión del árbol en el espacio rural, que representa la solución más prometedora y la más susceptible de contar con la adhesión de la población, con la consiguiente desmultiplicación de los esfuerzos que se hagan.

Al mismo tiempo, el estudio ha puesto de relieve la importancia de determinadas lagunas, que muestran la escasa atención que ha recibido en los últimos tiempos la función energética de los recursos forestales. Esas lagunas so refieren en particular a:

1. La productividad de las formaciones naturales, exceptuados los bosques densos destinados principalmente a la industria: faltan a menudo datos específicos sobre las forma clones arbóreas o arbustivas, fuentes importantes de combustible, y ello limita la evaluación de las posibilidades reales de acción y, en consecuencia, la realización de un esfuerzo serio de ordenación.

2. La superficie efectiva de las plantaciones no industriales y su estado y productividad real.

3. Las cantidades efectivas de residuos agrícolas disponibles y utilizadas con fines energéticos, para sustituir o complementar los combustibles leñosos.

4. Las condiciones de acceso - legales, físicas o económicas - a los recursos de leña, de las que depende la disponibilidad real do combustibles leñosos para la población; esas condiciones, estrechamente ligadas a la situación específica local, no han recibido en general mucha atención.

Seria particularmente útil entrar más a fondo en esos aspectos, en la medida en que son condición previa para conocer mejor la situación de los aprovisionamientos de leña y decidir las soluciones que han de adoptares. Por otro lado, se trata de factores estrechamente ligados a condiciones especificas locales, que no os posible tener en cuenta en forma realmente satisfactoria en un estudio global como el presento. Es precisamente en este punto en el que este estudio debe jugar plenamente su papel, haciendo ver a todos los interesados en este problema la necesidad de conceder atención prioritaria a aquellas zonas en que se han observado situaciones de déficit y moviéndoles a estudiar más a fondo los diversos parámetros del aprovisionamiento, para encuadrar mejor el problema y analizar la viabilidad do las soluciones apropiadas. Al mismo tiempo, es indispensable comprender la dinámica que subyace a la degradación de los aprovisionamientos: crecimiento urbano, impacto de determinadas tendencias de la agricultura moderna, paso de los combustibles leñosos del estado do productos libres y gratuitos al do bienes comerciales importantes, efectos en el aprovisionamiento energético de la sobreexplotación de los recursos lanosos con otros fines agrícolas o pastorales, generalización de la producción incontrolada de carbón vegetal, etc.

El estudio, pues, ha puesto de manifiesto un hecho fundamental: la situación de los aprovisionamientos de leña está empeorando en forma acelerada en muchas regiones, debido al crecimiento demográfico y a la dependencia de la población de ese combustible. Las intervenciones realizadas hasta la fecha son, salvo excepciones, claramente insuficientes, a pasar de que las consecuencias de la escasez aguda de leña y las acciones orienta das a restablecer el aprovisionamiento tienen un alcance que trasciende del problema energético, ya importante de por si, y repercuten en otros efectos do las actividades forestales, como son el mantenimiento de la productividad de los recursos naturales o de las condiciones de vida, o do supervivencia, de la población afectada. Por razón de los múltiples aspectos que entrañan, las actividades destinadas a mejorar los aprovisionamientos de leña pueden fomentar y desencadenar una dinámica de desarrollo fundada esencialmente en la participación activa y la responsabilización de las poblaciones afectadas, con vistas a la satisfacción do sus propias necesidades.

Tomar conciencia de la gravedad y las dimensiones del déficit de laña constituye el primor paso para conseguir la participación de todos - población, gobiernos y comunidad internacional - en favor de una actuación inmediata y masiva. La crisis de la leña no es meramente una crisis energética de los pobres, sino un elemento particularmente grave de la crisis energética del medio rural do los países en desarrollo. Son indispensables esfuerzos en todas las direcciones: ordenación de los recursos ano existentes, aunque estén degradados, plantaciones, multiplicación de los árboles en el paisaje rural, estabilidad de los aprovisionamientos, mejora de las técnicas de conversión, etc. Para que las actividades iniciadas se desarrollen y multipliquen y puedan tener las repercusiones deseadas, es indispensable formar a la gente, potenciar las estructuras, intensificar la investigación aplicada, crear nuevas posibilidades de desarrollo y de acción entre las poblaciones afectadas y combinar los esfuerzos de diversas disciplinas en un enfoque que ha de conjugar todas las características típicas del desarrollo rural. Este es el desafío que el mundo tiene ante si: sus dimensiones trascienden la situación energética y tocan el potencial mismo de expansión de la producción alimentaria. En muchos casos se trata ya de un problema urgente, que exige intervenciones inmediatas para que la deterioración no llegue a ser irreversible.


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