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Preámbulo

La tenaz persistencia del hambre y la pobreza plantea las que tal vez sean las cuestiones éticas más candentes de nuestros días. Liberar a la humanidad del hambre y la malnutrición es una obligación moral que recae sobre nosotros con una fuerza cada vez mayor conforme avanzan nuestra capacidad y nuestras tecnologías. El mundo tiene indudablemente una capacidad productiva que le permite obtener cantidades suficientes de alimentos nutritivos para todos, pero las desigualdades manifiestas en el acceso de la población a los recursos, las oportunidades y -no menos importante- una representación equitativa perpetúan actualmente el hambre y la privación de más de 800 millones de personas.

Los avances tecnológicos y las modificaciones en la organización de los sistemas alimentarios y agrícolas en los últimos años han sido a la vez radicales y rápidos; sin embargo, sus repercusiones se dejarán sentir durante mucho tiempo y, en muchos casos, las consecuencias podrían ser irreversibles. Estos cambios, ya sean tan específicos como las distintas técnicas de producción de alimentos o tan generales como los efectos del comercio internacional globalizado, han centrado de nuevo la atención en los derechos humanos fundamentales, incluido el derecho a unos alimentos suficientes y saludables. La ciencia sigue ampliando nuestros horizontes y ofreciéndonos nuevas opciones que invariablemente son motivo de controversia. No es de extrañar que las últimas novedades hayan puesto de manifiesto numerosas cuestiones éticas que son fundamentales tanto para la seguridad alimentaria como para el desarrollo rural y la ordenación de los recursos naturales sostenibles, y que por consiguiente revisten un gran interés para la FAO.

La FAO tiene la obligación de asegurar que sus actividades sean responsables y transparentes, y por ello las consideraciones técnicas son inherentes a los programas de la Organización. Por ejemplo, respetando el derecho humano a la participación democrática, la FAO trata de fomentar la equidad y la intervención libre y significativa de todas las partes interesadas en sus actividades. La FAO preconiza la ordenación sostenible de los recursos naturales y -por lo que respecta a las tecnologías utilizadas en la producción y elaboración de alimentos en particular- la contención de los riesgos para la salud humana, actualmente y en el futuro. La propia misión de la Organización, que consiste en ayudar a construir un mundo en el que impere la seguridad alimentaria para las generaciones presentes y futuras, entraña el fomento de la sostenibilidad, que tiene a su vez una gran importancia ética.

También es deber de la FAO facilitar el debate y el diálogo en relación con la ética y los derechos humanos en ámbitos relacionados con su esfera de actuación, entre los que cabe destacar los recursos genéticos, las aplicaciones de la biotecnología y las cuestiones referentes a la bioseguridad. Con el fin de estimular el debate internacional y profundizar la comprensión general de las principales cuestiones éticas, hemos empezado a publicar una serie de estudios para tratar este tema polifacético. La presente publicación, que es la primera de esa serie, presenta cuestiones de ética relacionadas con el mandato de la FAO y describe una visión relativa a la construcción de un marco ético y equitativo para la alimentación y la agricultura. Ese marco, basado en el respeto de la diversidad de los sistemas de valores humanos y destinado a fomentar la salud y el bienestar público, así como la conservación del medio ambiente, debería constituir un proceso participativo constante y evolucionar en el curso del tiempo como respuesta a nuevos conocimientos, cambios en los objetivos y nuevas cuestiones técnicas planteadas por la FAO y sus asociados, incluidos los consumidores y productores.

La importancia que se concede a la dimensión ética de los programas de la FAO queda patente en la designación oficial de la ética como una esfera prioritaria para la acción interdisciplinaria en toda la Organización. Con objeto de proporcionar orientación y determinar el alcance de las cuestiones éticas de interés para nuestro mandato, he creado un Comité interno de la FAO sobre Ética en la Alimentación y la Agricultura. Además, he establecido un Cuadro de Expertos Eminentes totalmente independiente, encargado tanto de asesorar a la Organización como de aumentar la sensibilización y los conocimientos de la opinión pública. Confío, además, en que las preocupaciones éticas se integrarán en los debates de los órganos rectores de la FAO así como en otros foros intergubernamentales. En mi opinión, estas iniciativas son fundamentales para promover la integración de las consideraciones éticas en las decisiones relativas a la seguridad alimentaria y la mitigación de la pobreza a nivel mundial.

Jacques Diouf
Director General de la FAO

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