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Los árboles fuera del bosque: El caso de Kenya

James Legilisho-Kiyiapi
Departamento de bosques, Universidad Moi, Eldoret, Kenia


Foto 53: Pequeña repoblación con Eucalyptus. (© Faidutti/FAO)

Contexto

Kenia tiene una superficie de 582.000 km2, de los que 10.700 km2 están ocupados por lagos. La población es de 28 millones de habitantes y el 25 por ciento vive en el medio urbano. Los bosques, constituidos por reservas forestales, parques nacionales y santuarios, pertenecen todos al Estado y representan menos del 3 por ciento del territorio. Las otras tierras arboladas, incluidas las sabanas y las plantaciones forestales, ocupan aproximadamente el 27 por ciento de la superficie del país, y las explotaciones agrícolas, las ganaderas (group ranch), los establecimientos humanos y las tierras urbanas el 16 por ciento.

El crecimiento de la población ejerce una presión considerable sobre los recursos naturales. Éstos se agotan y las zonas agrícolas se extienden. La demanda de productos leñosos y no leñosos es cada vez más elevada, y los bosques progresivamente no podrán hacer frente a ella. Los árboles fuera del bosque serán cada vez más solicitados, y la silvicultura social llegará a ser sin duda la piedra angular de los recursos arbóreos, como lo deja presentir la evaluación de la biomasa leñosa de los distritos de Nakuru y Nyadarua.

Concepto

En Kenia, todas las tierras forestales son del Estado y están catalogadas, rigiéndose por la ley forestal: Forest Act. Todas las otras tierras están sujetas a los usos y normas que proceden del derecho consuetudinario (por ejemplo, los bosques comunales) o al régimen de propiedad privada (por ejemplo, los bosques privados).

Los regímenes de tenencia de la tierra, que rigen las tierras y los recursos arbóreos, constituyen la base del concepto de árbol fuera del bosque, que engloba todos los recursos leñosos excepto los de los bosques y plantaciones del Estado. Los sistemas de árboles fuera del bosque pueden ser, por tanto, tierras arboladas, sistemas pastorales, agroforestales (la denominación reconocida por el país es silvicultura social), árboles dispersos, setos, etc. Pueden ser naturales o plantados, y no tienen límite, densidad ni superficie.

Evolución e importancia

La observación del paisaje muestra una tendencia al crecimiento de la cubierta arbórea y a la diversificación de las especies en las explotaciones agrícolas, donde los árboles están integrados en los sistemas intensivos. Mientras las formaciones naturales se destruyen cada vez más y son reducidas o inaccesibles, la silvicultura social crece en importancia.

Las plantaciones forestales se reducen, debido a un ritmo de tala que sobrepasa el de replantación, dejando lugar a los pastizales desarbolados. Paralelamente, las explotaciones agrícolas y los establecimientos humanos se instalan sobre los vestigios de bosques nativos y tierras arboladas, que cada año disminuyen respectivamente en 5.000 y 55.000 hectáreas, al igual que las sabanas. Al decaer los recursos forestales, el aprovisionamiento de madera depende cada vez más de las explotaciones y de las tierras arboladas restantes.

En Kenia, se distinguen tres categorías agroecológicas. Las dos primeras, denominadas zonas de alto potencial y zonas de potencial medio, corresponden a las regiones húmedas y semihúmedas. Los árboles fuera del bosque están allí dispersos, en pequeñas parcelas boscosas o en plantaciones con fines específicos, por ejemplo, las de eucalipto destinadas a leña. La de tercera categoría, denominadas zonas de escaso potencial, cubren las regiones áridas y semiáridas donde predominan los sistemas silvopastorales.

A principios de los años 30 y 40, los bosques naturales y la cubierta vegetal de la mayor parte de las zonas de alto potencial eran importantes. Una gran parte ha sido desmontada en beneficio de la agricultura. En los años 70 y 80, para compensar estas pérdidas, se animó a los agricultores para que realizaran plantaciones, garantizadas previamente a nivel de propiedad, que tienen hoy en día repercusiones sociales y económicas: diversificación de la producción y de los ingresos, redes de seguridad contra los riesgos de penuria e insolvencia. En las zonas de escaso potencial, donde el régimen de tenencia de la tierra es más incierto, se destacan dos tendencias: por una parte, un agotamiento considerable de los recursos arbóreos en los espacios donde el avance agrícola es rápido, y por otra, una menor degradación allí donde los sistemas tradicionales de utilización de las tierras tienen todavía una fuerte influencia.

El plan director forestal de Kenia (KFMP: Kenya Forestry Master Plan) pone de relieve lo que aportan los árboles fuera del bosque a las explotaciones agrícolas: madera de uso doméstico, postes de construcción, estacas para cercas, leña y carbón, sin contar frutos, forraje, ciertos medicamentos, gomas y resinas. Todos estos productos son de autoconsumo o se venden. Un reciente estudio realizado en las zonas de potencial alto, medio y escaso indica que el porcentaje de ingresos obtenidos por las explotaciones gracias a la arboricultura es respectivamente el 51, 40 y 18 por ciento (Njenga et al., 1999). La miel producida en la región forestal de Transmara puede suponer unos 715 dólares EUA al año, en una zona cuyos ingresos anuales por habitante se estiman en 370 dólares EUA (Banco Mundial, 1992).

Sin embargo, estos productos podrían tener más valor si los circuitos y modalidades de distribución y comercialización fueran más favorables para una mejor distribución de los beneficios. Por ejemplo, la cadena de intermediarios del sistema del carbón vegetal es larga y el productor sale perjudicado: desde la producción hasta el consumo final, el coste de un saco aumenta un 150 por ciento. Asimismo, en el caso de la apicultura, la miel producida se vende difícilmente por falta de mercados accesibles. Estas disfunciones del mercado minimizan la importancia de los árboles fuera del bosque, hacen daño a su consideración en la economía nacional y son perjudiciales para la asignación de recursos presupuestarios.

Los recursos arbóreos fuera del bosque se encuentran principalmente en las tierras arboladas, las sabanas arbustivas (zona con potencial medio y escaso) y las explotaciones. Las tierras arboladas tienen una productividad anual media en biomasa leñosa de 16 m3 por hectárea. En 1995, las explotaciones agrícolas produjeron 7,4 millones de metros cúbicos de biomasa leñosa, lo que representaba el 65 por ciento de la producción de madera de las zonas de potencial elevado y medio. Partiendo de la hipótesis del mantenimiento del ritmo de crecimiento de las plantaciones, estas cifras pasarían en 2020 respectivamente a 17,8 millones de metros cúbicos y a un 80 por ciento (ver anexo). La biomasa leñosa de los árboles fuera del bosque se distribuye como sigue: 20 por ciento de madera, 7 por ciento de postes y 73 por ciento de leña (Holmgren et al., 1994). En la zona de escaso potencial, los árboles fuera del bosque garantizan el forraje para el ganado.

El papel más significativo de los árboles fuera del bosque es su función ambiental en los sistemas de explotación. En las tierras altas, los árboles estabilizan los suelos y reducen la erosión. En el monte Kenia y en el oeste del país, se ha vuelto a crear un microclima idéntico al de los bosques tropicales húmedos gracias a los sistemas agroforestales. En las tierras agrícolas, los sistemas arbóreos mixtos ofrecen un hábitat para la conservación de las especies autóctonas cada vez más amenazadas, como Prunus africana. La domesticación de las especies forestales naturales y su fomento dentro de las explotaciones y de los centros urbanos son prácticas cada vez más corrientes. En las comunidades pastorales (Masai y Turkana), las estrechas relaciones entre la población y el medio ambiente engendran una ética de conservación de los árboles fuera del bosque basada en valores sociales y culturales.

Aspectos institucionales y gestión

La ley forestal se aplica solamente a los bosques catalogados y estatales; no se mencionan en absoluto las otras formaciones leñosas, y por tanto los árboles fuera del bosque. Para llenar estas lagunas, se han elaborado nuevos textos que ofrecen un amplio marco para la gestión de los recursos arbóreos. Existen reglamentaciones administrativas, agrícolas e hidráulicas (Chief Authority Act, Agriculture Act, Water Act) a las que es posible referirse para controlar los árboles fuera del bosque. Todas estas leyes, más punitivas que incentivadoras, están pendientes de reforma basándose en el nuevo interés dedicado a los recursos naturales y en el concepto innovador de la participación. La reciente legislación (Physical Planning Act, 1996, Environmental Management and Co-ordination Act, 1999) proporciona un marco legal para la ordenación participativa del territorio en los niveles local y regional, y debería influir en las futuras disposiciones institucionales relativas a los árboles fuera del bosque.


Foto 54. Árboles dispersos repartidos en los campos. (© FAO)

El Departamento de bosques, sostenido por organismos de cooperación y en conexión con organizaciones no gubernamentales, ha desarrollado acciones en favor de los árboles fuera del bosque. Se puede citar el proyecto de Transmara orientado a la gestión de los bosques y los recursos; el programa de ordenación regional (RELMA: Regional Land Management Unit) centrado en la utilización de los recursos arbóreos en las explotaciones agrícolas y en las tierras arboladas naturales, privadas y comunales; y la red de acción forestal (FAN: Forest Action Network) implicada activamente en la conservación de los recursos arbóreos y de los bosques comunitarios. Estas acciones son muchas veces fragmentarias y la coordinación entre ellas, por una parte, y con la investigación, la divulgación y los agricultores, por otra, puede plantear a veces dificultades.

A nivel de investigación, con el fin de promover las plantaciones en zonas agrícolas, se están realizando experimentos sobre especies por el CIRAF (Centro internacional de investigación en agrosilvicultura) y el KEFRI (Kenya Forestry Research Institute). Los museos nacionales de Kenia han emprendido diversos trabajos etnobotánicos sobre los árboles fuera del bosque.

Los agricultores recurren a sus conocimientos tradicionales para seleccionar, plantar y mantener los árboles fuera del bosque y acuden a los sistemas acostumbrados de gestión de recursos de los espacios comunitarios. En los sistemas silvopastorales, los recursos arbóreos y las tierras dependen muchas veces de la propiedad colectiva y se hace hincapié en la gestión de las formaciones naturales.

Evaluación y planificación

No se ha realizado ningún inventario forestal nacional de forma regular. La evaluación más reciente y detallada data de 1993 y se refería a los recursos forestales y algunos bosques comunitarios. Aunque los árboles fuera del bosque nunca fueron objeto de inventario antes de poner en marcha las acciones en su favor, se han efectuado encuestas y evaluaciones en las zonas de intervención previstas.

En 1991, antes del comienzo del proyecto de silvicultura social en Nakuru y Nyandarua, el Ministerio de recursos naturales y medio ambiente, apoyado por el FINNIDA, hizo una encuesta sobre la biomasa leñosa de bosques catalogados y explotaciones; este trabajo se repitió después en 1993 y 1998 (Pukkhala, 1991; Höyhtyä et al., 1998). En 1991-1992, para elaborar el KFMP, se evaluó la biomasa leñosa de 10 millones de hectáreas. Se tomaron fotografías aéreas a baja altitud siguiendo una malla sistemática; después, su interpretación permitió establecer una submuestra en la que se han efectuado mediciones de campo. Se estimó el aprovisionamiento nacional de madera a partir de variables relativas a especies, volúmenes, densidades y utilizaciones (Holmgren et al., 1994). Como otras evaluaciones de árboles fuera del bosque se pueden citar: en 1996, financiada por la GTZ, la encuesta del distrito de Transmara sobre tierras forestales a partir de imágenes satélite, fotos aéreas y transectos lineales con pequeñas parcelas circulares de radio fijo; y el inventario de los árboles en explotación por el KEFRI en Tharaka-Nithi (Kigomo, 1997, Kiyiapi, 1999). En las zonas semiáridas, se está realizando una evaluación de los árboles fuera del bosque, empleando la metodología utilizada para Transmara. Se espera tener resultados en 2001. Asimismo, el CIRAF ha iniciado encuestas sobre semillas en vivero y sobre explotación en las regiones occidental y central del país.

El KFMP pretende integrar el sector forestal en el plan de acción nacional para el medio ambiente (NEAP: National Environment Action Plan) y en el plan nacional de desarrollo. Con las nuevas disposiciones políticas y legales, la devolución de responsabilidades a nivel local para la ordenación de las tierras adquirirá importancia y deberá favorecer a los árboles fuera del bosque. Además, Kenia es signatario de los convenios mundiales relativos a los bosques, la diversidad biológica y el cambio climático, que explican la importancia del papel de los árboles fuera del bosque para disminuir la presión ejercida sobre los bosques nativos.

Evaluación de la biomasa leñosa en Nakuru y Nyandarua

El proyecto de silvicultura social de los distritos de Nakuru y Nyandarua (1990-1995) tenía como objetivos, por una parte, reducir la presión ejercida sobre los bosques naturales, y por otra, desarrollar la arboricultura en beneficio de los agricultores.

Al principio (1991), el proyecto se dedicó a realizar una encuesta sobre la biomasa leñosa. Aunque las imágenes satélite han permitido conocer en bloque el volumen de la biomasa e identificar en general la vegetación de las plantaciones y los bosques nativos, debido a su escala, han sido de poca utilidad para evaluar de forma detallada los árboles a nivel de las explotaciones. En 1993, se realizó una segunda encuesta que tenía por objeto obtener un estado de situación más ajustado, de la cubierta arbórea y apreciar los primeros resultados del proyecto. Dicha encuesta combinaba las fotografías aéreas con los levantamientos de campo. Cada fotografía se tomó con un intervalo de 1 km. (escala 1:10.000), cubriendo un espacio de terreno de 2,3 km. por 2,3 km. La parte central de cada fotografía se amplió a escala 1:2.500 (foto de 23 cm. por 23 cm.) lo que representa un levantamiento de campo de 575 m. por 575 m.

Las fotografías aéreas fueron interpretadas para localizar los límites de las explotaciones seleccionadas, a saber, las que estaban más próximas al centro de cada ampliación. Las delimitaciones, la sombra y la pequeñez de los árboles dificultaron la identificación de especies y la determinación del tamaño de los árboles; en cambio, se han podido clasificar los árboles de las lindes y la extensión de los pastizales, explotaciones, huertos y parcelas arboladas. A continuación, se efectuaron mediciones de campo en el 20 por ciento aproximadamente de las explotaciones elegidas (38 en Nakuru y 24 en Nyandarua). Se registró cada árbol y se establecieron, en función de las necesidades, submuestras de lotes arbolados y árboles de linde. Se recogió información sobre la localización de los árboles, especie y origen, y volumen calculado a partir de relaciones alométricas. En 1998, una evaluación siguiendo el mismo método reveló un crecimiento significativo de la biomasa leñosa.

Los resultados han mostrado, entre 1993 y 1998, un crecimiento de la productividad por hectárea: en las explotaciones había pasado de 25 m3 a 56,9 m3, o sea un aumento del 128 por ciento, y en toda la zona de 9,6 m3 a 19,9 m3, o sea un 107 por ciento de crecimiento. Tanto en 1993 como en 1998, el 70 por ciento de los árboles no eran explotables, debido a su diámetro inferior a 5 cm. En una explotación, en 1998, el volumen de madera utilizable por hectárea era de 17,1 m3, mientras que en 1993 era de 7,5 m3. Además de los efectos positivos del proyecto, los resultados han puesto de manifiesto la utilidad y eficacia del método de inventario, que actualmente se aplica en otros distritos.

A nivel metodológico, se puede considerar que las imágenes satélite son adecuadas para la clasificación de formaciones vegetales de gran amplitud. La comparación de las informaciones obtenidas por fotointerpretación y por levantamientos de campo lleva a la conclusión de que las fotografías aéreas son útiles para determinar la muestra, pero no ofrecen garantías para estimar la biomasa leñosa. Además, las distorsiones entre los valores resultantes de la interpretación de las fotos y las procedentes de las medidas de campo impiden toda extrapolación a partir de las fotos aéreas. Finalmente, la fuerte inversión que requieren las fotografías aéreas corre el riesgo de perjudicar las mediciones de campo, ya que sus ventajas comparativas dependen de los parámetros a evaluar que deben ser rigurosamente definidos antes de fijar el plan de muestreo.

La complejidad de los sistemas arbóreos fuera del bosque exige realizar más estudios. Las metodologías de evaluación que combinan la teledetección y la verificación en el terreno son prometedoras, pero queda mucho por hacer antes de poder generalizar los protocolos. La evaluación de los árboles fuera del bosque debería recurrir mucho más a los métodos participativos.

Conclusiones

El crecimiento de la población ejerce una presión considerable sobre los recursos naturales del país. La disminución continuada de los recursos forestales, junto a las nuevas dinámicas de la propiedad, da lugar a una explotación de los vestigios forestales naturales y aumenta el interés por los árboles fuera del bosque sobre tierras agrícolas. El futuro de los bosques y de los recursos arbóreos depende esencialmente del crecimiento y de la gestión de la biomasa leñosa fuera de los bosques del Estado.

La estrategia nacional de desarrollo de los árboles fuera del bosque exige una ordenación sostenible de los bosques naturales y de las tierras forestales en zonas áridas y semiáridas, y la plantación de árboles en las explotaciones agrícolas y los establecimientos humanos. Las recientes disposiciones legislativas y la promulgación de la nueva ley forestal facilitarán un enfoque multisectorial y participativo de la gestión de los recursos naturales, incluidos los árboles fuera del bosque, y la protección del medio ambiente. La planificación de la ordenación sostenible del territorio, la racionalización efectiva de los árboles fuera del bosque y la distribución equilibrada del espacio pueden convertirse en realidad si los usuarios, agricultores y pastores, participan en los procesos de negociación y de toma de decisiones relativas a la seguridad del recurso.

Bibliografía

Holmgren, P., Masakha, E.J. et Sjoholm, H. 1994. Not all African land is being degraded: a recent survey of trees on farms in Kenya reveals rapidly increasing forest resources. Ambio,23: 390-395.

Höyhtyä, T., Kariuki, M., Njuguna, P. et Wamichwe, K.M. 1998. Nakuru-Nyandarua districts woody biomass survey. Rapport final du projet FINNIDA, Ministère de l'environnement et des ressources naturelles, Département des

forêts. Nairobi.

UICN (Union internationale pour la conservation de la nature et de ses res-sources). 1996. Forest cover and forest reserves in Kenya: policy and practise. Bureau régional de l'Afrique de l'Est. Nairobi.

JICA. 1992. The study on the national water plan. Sectorial Report. Environmental Conservation. Main Report vol. I. Water Resources Development and Use Towards 2020. Ministère du développement de l'hydraulique. Nairobi.

Kenya Forestry Master Plan. 1994. Ministère de l'environnement et des res-sources naturelles. Nairobi.

Kiyiapi, J.L., Ochieng, E.A., et Otieno-Odek, J. 1996 . Forest/tree resources sur-vey in Transmara: technical report.Projet GTZ/TDP. Transmara, Kenya.

Ministry of Environment and Natural Resources. 1994. Kenya national environ-ment action plan.Nairobi.

Njenga, A., Wamicha, W.N. et van Eckert, M. 1999. Role of trees in small holder farming systems of Kenya: results from high, medium and low potential areas in Kenya. Paper Presented at International Workshop Off-Forest Tree Resources of Africa, 12-16 juillet. Arusha, Tanzanie.

Pukkhala, T. 1991. Wood biomass baseline survey. Nakuru and Nyandarua Intensified Forestry Extension Project. Rapport technique II. Département des forêts. Nairobi.

Pukkhala, T. et Niemi, T. 1993. Quantity of trees on small farms in Nakuru and Nyadarua. Nakuru-Nyandarua Intensified Forestry Extension Project. Rapport technique V. Département des forêts. Nairobi.

Wass, P. 1995. Kenya's indigenous forests: status, management and conservation. IUCN. Gland, Suisse. Ed. Cambridge, Royaume-Uni.

Anexo: Biomasa leñosa: potencialidades y tendencias

El Cuadro 13 indica la tendencia, por una parte, a la disminución de los bosques naturales, de las tierras boscosas y de las sabanas, y también de las plantaciones forestales y, por otra, al crecimiento de las explotaciones agrícolas y de los establecimientos humanos, tendencia que se encuentra en el segundo cuadro.

Cuadrso 13. Recursos leñosos: situación actual y perspectivas (en miles de hectáreas)

Tipo de formaciones

Años

 

1995

2000

2005

2010

2015

2020

Bosques nativos

1 295

1 270

1 245

1 220

1 195

1 170

Tierras arboladas y sabanas

37 425

37 150

36 875

36 600

36 325

36 050

Explotaciones y establecimientos humanos

9 720

10 020

10 320

10 620

10 920

11 220

Plantaciones forestales

148

134

118

107

93

78

Total

48 588

48 574

48 558

48 547

48 533

48 518

Fuente: Plan director forestal de Kenia/Kenya Forestry Master Plan (1994).

Cuadro 14. Inventario nacional de la biomasa leñosa: situación actual y perspectivas (productividad en m3/ha).

Tipos de formaciones

Años

 

1995

2000

2005

2010

2015

2020

Bosques nativos

176

176

175

174

170

165

Tierras arboladas y sabanas

16

16

16

16

16

16

Explotaciones y establecimientos humanos

9

12

14

16

18

21

Plantaciones forestales

347

332

317

302

287

272

Fuente: Plan director forestal de Kenia (Kenya Forestry Master Plan) (1994).
Nota: De acuerdo con el concepto presentado en este estudio, los árboles fuera del bosque se encuentran en tierras arboladas y sabanas, así como en las explotaciones agrícolas y los establecimientos humanos.

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