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Los árboles fuera del bosque: El caso de Marruecos

Omar Mhirit y Mohamed Et-Tobi
Escuela nacional forestal de ingenieros, Salé
Ministerio de Agricultura, desarrollo rural y aguas y montes


Foto 56. Plantación de olivos y almendros en los años 70 en Marruecos, en el marco de la defensa y restauración de suelos. (© Bellefontaine/Cirad)

Contexto

Marruecos ha realizado un inventario forestal nacional (IFN) en 1999 sobre 44.650.000 hectáreas. Los resultados indican que el país posee un dominio forestal equivalente al 12,5 por ciento del territorio (5,5 por ciento de tierras forestales y 7,0 por ciento de otras tierras boscosas). El 20 por ciento de las tierras está ocupado por sistemas de árboles fuera del bosque. Si se resta el 11,0 por ciento de tierras desérticas y desnudas, queda un 56,5 de tierras agrícolas, pastorales y urbanas sin árboles fuera del bosque, lo que ofrece un potencial importante para su extensión.

En 1999, el país contaba con 28.238.000 habitantes. La población rural representaba el 49 por ciento del total y estaba compuesta de un 80 por ciento de familias agrícolas que ocupan el 80 por ciento del empleo rural.

El crecimiento demográfico y la urbanización, la erosión del suelo y la desertificación, las enfermedades y los ataques parasitarios, son todos ellos factores que afectan a los recursos naturales, que también se ven influidos por el desarrollo de la industria agroalimentaria y la expansión del mercado de exportación. Sería necesario que los árboles fuera del bosque, inscritos en esta dinámica, estuvieran mejor delimitados para facilitar su consideración y valorización. La situación del algarrobo, que se presenta en este estudio de caso, aclara esta problemática.

Concepto

Se ha podido establecer una clasificación de los árboles fuera del bosque a partir de la explotación de las informaciones del IFN (1999) y de los censos agrarios, a saber, el censo general agrario (RGA) de 1998-1999 (DPAE, 1998) y los censos temáticos: el de los agrios en 1991 (Mhirit y Sbay, 1991) y el de las rosáceas en 1995 (Basler et al., 1995).

Los pastizales permanentes con leñosas representan por sí solos el 84,5 por ciento de los sistemas arbóreos fuera del bosque. El segundo sistema de árboles fuera del bosque (12 por ciento) está caracterizado por los huertos y los árboles frutales dispersos. Las plantaciones de protección, denominadas DRS (defensa y restauración de suelos), que pueden ser frutales, forestales-frutales o silvopastorales, equivalen al 3 por ciento. Los otros sistemas (0,5 por ciento restante) comprenden los parques urbanos y periurbanos, las pantallas verdes, las plantaciones de alineación y las alamedas.

Evolución e importancia

Los diferentes sistemas arbóreos fuera del bosque no están sujetos a las mismas tendencias. Mientras los pastizales están sometidos a una fuerte presión, los huertos han aumentado en importancia. Los pastos comunales naturales se explotan y gestionan desigualmente debido, por una parte, a la ambigüedad de los textos jurídicos sobre los derechos de uso y, por otra, a la importancia de la cabaña ganadera estimada en 17 millones de ovinos, 2,6 millones de bovinos y 5 millones de caprinos. En cuanto a la arboricultura frutal, ha sido favorecida por el desarrollo de grandes y medianas obras hidráulicas y por la promulgación del Código de inversiones agrícolas (1969), que ha vitalizado la agroindustria y abierto los mercados. Aunque no existe un inventario propiamente dicho de los árboles fuera del bosque, las informaciones y estadísticas agrícolas y forestales disponibles demuestran la expansión regular de los huertos, en primer lugar de olivos entre 1968 y 1988, seguida de una expansión más acentuada después de 1989 con el inicio de las grandes plantaciones de rosáceas. Las condiciones de Marruecos han permitido, en todo tiempo, la introducción y adaptación de una amplia gama de especies frutales, incluidos los cítricos. Así pues, se ha fomentado la arboricultura frutal, estimulando la creación de huertos en cultivos de secano y regadío.

Con respecto a la seguridad alimentaria, los árboles fuera del bosque juegan un papel considerable. La producción de frutas, en 1998-1999, se ha estimado en 2.934.370 toneladas repartidas como sigue: cítricos 50 por ciento, rosáceas y olivares 20 por ciento respectivamente, frutales dispersos principalmente higueras y nogales 5 por ciento, palmeras datileras 3 por ciento y almendros 2 por ciento (Ministerio de Agricultura, desarrollo rural y pesca marítima, 2000a). Esta producción, después del autoconsumo, responde a la demanda del mercado nacional y de exportación. Paralelamente, los pastos comunales cubren el 30 al 35 por ciento de las necesidades alimentarias del ganado. (Ministerio de Agricultura, desarrollo rural y pesca marítima, 2000a, 2000b) y son cruciales en períodos de escasez. La cabaña ganadera asegura el 98 por ciento de la producción de carne roja y satisface el 35 por ciento de la demanda alimentaria. En la gama de los subproductos ganaderos, la producción lechera, cuyo 65 por ciento se debe a los pastos comunales (con los subproductos de cultivo), responde al 87 por ciento de las necesidades (Ministerio de Agricultura, desarrollo rural y pesca marítima, 2000b).

La economía nacional se beneficia igualmente de los árboles fuera del bosque. La agroindustria se abastece sobre todo de los recursos y productos fuera del bosque. Organizada en siete sectores (el de las fábricas de aceite, del frío, del acondicionamiento de frutas y legumbres, de las conservas vegetales, de la leche y derivados, de la alimentación compuesta y de las carnes rojas), cuenta con 17.846 unidades, cuyo 94 por ciento son de tipo tradicional y el 91 por ciento depende del sector de las fábricas de aceite. A nivel de empleo, la cadena de producción de frutas ofrece, de forma estacional y anualmente, el equivalente a 56,5 millones de días-persona. La participación de la madera en el balance energético nacional alcanza el 30 por ciento, precedida por la del petróleo (51 por ciento). La madera procedente del bosque representa el 53 por ciento de la biomasa leñosa consumida en Marruecos, la madera de los árboles frutales el 19 por ciento y los residuos agrícolas el 28 por ciento (CDER, 1998).

La defensa y la protección de los suelos son funciones ambientales preeminentes de los árboles fuera del bosque, especialmente en los pastos comunales de las cuencas hidrográficas. Para las ciudades, las pantallas protectoras y los cinturones verdes, aparte de su papel paisajístico, son esenciales: protección contra el viento, la arena y la erosión, limitación de su extensión y oxigenación.

Las poblaciones rurales sacan partido de los árboles fuera del bosque, ya sea para leña, construcción de viviendas, artesanía y fabricación de herramientas, o bien para la alimentación y preparación de remedios o productos cosméticos, sin contar la aportación de ingresos (venta de miel, por ejemplo). Culturalmente, numerosas especies (olivar, higuera, granado) reflejan valores religiosos de la cultura árabe-musulmana siendo citados con frecuencia en el Corán. En el medio rural, los árboles son considerados por su valor de refugio, elemento de prosperidad, signo de pertenencia a un grupo o a un lugar. El alcance social y económico de los árboles de usos múltiples es considerable.

Aspectos institucionales y gestión

El Código de inversiones agrícolas es el principal instrumento jurídico relativo a los árboles fuera del bosque. Precisa las medidas de promoción para las operaciones de plantación, forestación, repoblación y reforestación, y para la arboricultura frutal. Los textos de la ley forestal y los relativos al urbanismo y a los bienes naturales se refieren igualmente a los árboles fuera del bosque. En términos de derecho de la propiedad, el régimen de tierras colectivas se aplica al 86,5 por ciento de los sistemas arbóreos fuera del bosque, el de tierras privadas al 12 por ciento, el de otras tierras públicas al 1 por ciento y, finalmente, el de tierras nacionales al 0,5 por ciento.


Foto 57. Palmeral del valle del Todra, Marruecos. (© Bellefontaine/Cirad)

La gestión de los árboles fuera del bosque depende esencialmente de los departamentos del Ministerio de Agricultura, de desarrollo rural, de aguas y montes, y de la ordenación del territorio. Una de las actividades del departamento de aguas y montes es la DRS. Consiste en proteger los suelos contra la erosión hídrica y eólica, conservar las aguas, mejorar la productividad de las tierras en pendiente, preservar las infraestructuras socioeconómicas de los efectos de la erosión y aumentar los ingresos de los agricultores. Si la erosión es una amenaza para la colectividad, las zonas afectadas son declaradas "perímetros de interés nacional (PIN)". El Estado sufraga el coste de las infraestructuras antierosivas y de las reforestaciones de protección, y los agricultores perciben subvenciones para la ordenación de terrazas frutales, forestales y cerealistas.

Se han desarrollado sistemas de gestión y ordenación de los árboles fuera del bosque, especialmente en el marco del proyecto de desarrollo integrado del Rif y del de desarrollo pastoral y ganadero del Oriental (PDPEO). El proyecto del Rif afecta a las zonas forestales y periforestales. Tiene como objetivo la ordenación global e integrada del territorio y de los recursos naturales por zonas homogéneas, apoyándose en una planificación flexible y participativa gracias a un enfoque patrimonial, territorial y participativo. El proyecto del Oriental concierne a los pastos comunales y reúne diversos tipos de acciones: la mejora de la producción (recursos forrajeros, principalmente árboles y arbustos), la protección del medio ambiente (aguas y suelos) y el aumento de los recursos (diversificación de las producciones: leña, plantaciones y ordenación del matorral de romero, arboricultura y apicultura).

Durante mucho tiempo, la gestión de los recursos naturales ha estado en manos del mundo rural, cuya competencia y conocimientos tradicionales son indiscutibles. La ilustración más sorprendente es la explotación sabia y compleja de los pastos comunales naturales, regida por las prácticas del nomadismo y la trashumancia, aprovechando juiciosamente los recursos vegetales. En el nomadismo, los movimientos del ganado siguen la distribución espacial y temporal de las lluvias, mientras que en la trashumancia los movimientos siguen un ritmo, entre zonas de montaña y de llanura, por la alternancia de las estaciones. Además, la capacidad asociativa de los agricultores ha facilitado la aparición de organizaciones agrícolas profesionales (56 nacionales, 124 regionales) y cooperativas, de las que el 58 por ciento son de vocación agrícola.

Evaluación y planificación

Los agentes interesados en la planificación de los árboles fuera del bosque son múltiples y de horizontes diversos. Además de las estructuras gubernamentales de gestión de los árboles fuera del bosque, están implicadas diferentes Direcciones ministeriales (interior, urbanismo, medio ambiente, obras públicas, etc.), a las que se añaden los Consejos nacionales de agricultura y montes, los organismos profesionales (Cámaras agrícolas), las colectividades locales y las organizaciones no gubernamentales. Hay que considerar igualmente las "grandes explotaciones" agrícolas con predominio de frutales y las industrias de pasta de papel.

Los árboles fuera del bosque se inscriben en numerosas estrategias y planes nacionales que se dedican a luchar contra la degradación de los recursos y promover los espacios boscosos. Podemos citar los planes nacionales de ordenación de cuencas hidrográficas, de lucha contra la desertificación, de reforestación y de gestión conservadora de las tierras agrícolas, así como el plan director de áreas protegidas, la ley relativa a los perímetros de mejora bour (zonas de agricultura de secano), la estrategia de desarrollo de los pastos comunales, el programa forestal nacional y, finalmente, la estrategia de desarrollo rural con horizonte 2020. Más específicamente, el plan director de reforestación de 1994 hace hincapié en la mejora y desarrollo sostenible de las tierras forestales y periforestales y la protección de las cuencas hidrográficas. Pretende igualmente una nueva dinámica de reforestación basada en un enfoque participativo favorable a los árboles fuera del bosque. Estas orientaciones son financiadas por diversos fondos estatales y semipúblicos, como la Fundación Hassan II, el Fondo forestal nacional, de desarrollo rural, de desarrollo agrícola y de equipamiento comunal.

El control y el seguimiento de las políticas agrícolas, y por tanto de los sistemas de árboles fuera del bosque, se materializan mediante encuestas y censos agrarios. La División de estadística e informática efectúa anualmente encuestas mediante sondeo (muestras aleatorias) sobre las producciones vegetales y animales. Estas encuestas pueden ser permanentes y nacionales o intermitentes y regionales. Los censos de los huertos citrícolas a nivel nacional (1991) y de las rosáceas (1995), así como el RGA de 1998-1999, han proporcionado datos estadísticos sobre los árboles fuera del bosque: superficies, variedades, mantenimiento, edad, estado sanitario, etc. El RGA tenía por objetivo recoger datos estructurales sobre la agricultura, conocer la evolución desde el censo de 1974 y constituir un fichero sobre el conjunto de las explotaciones agrícolas para establecer las bases de sondeo de las encuestas agrícolas temáticas. El muestreo se ha estratificado en ocho clases basadas en la utilización de las tierras: tierras de cultivo sin riego, tierras de cultivo con riego, plantaciones frutales, bosques, pastos comunales y tierras sin cultivar, pequeñas ciudades, grandes ciudades y aduares douars (aldeas). El tamaño de la muestra se ha fijado según la importancia agrícola de la región y la diversidad de explotaciones agrícolas. Actualmente, Marruecos dispone de un sistema de muestreo areolar bastante bien desarrollado que puede responder a la gestión de la oferta, a las necesidades de divulgación, a la difusión de las acciones de política agrícola, al seguimiento y a la planificación.

Evaluación del algarrobo

Para el fomento de los árboles fuera del bosque, el algarrobo (Ceratonia siliqua L.) tiene un cierto interés socioeconómico. Este árbol mediterráneo es una leguminosa cuyo área se extiende a las mesetas y medias montañas. Ocupa el termomediterráneo árido superior al semiárido superior y muestra cualidades de adaptación en terrenos pobres. Los árboles son compactos con pies sueltos y diseminados en terrenos privados y en bosques nacionales.

Mientras en el dominio forestal y en terrenos privados las especies forestales están sometidas a duras pruebas, el algarrobo es objeto de protección y atención por parte de los campesinos. Sus virtudes y ventajas, que no poseen otras especies, justifican este privilegio. Es apreciado y buscado, porque presenta muchas potencialidades favorables para el desarrollo rural, la conservación de los suelos y la economía de montaña, y proporciona un fruto y una semilla con cualidades innegables y múltiples utilizaciones domésticas e industriales. Todos los componentes del árbol se utilizan y tienen valor. A nivel industrial, se cuenta con seis unidades de producción de goma arábiga8 y diez unidades de trituración, cuya capacidad anual de transformación sobrepasa las 80.000 toneladas.

En las tierras públicas, toda extracción no autorizada de productos del bosque se sanciona por ley, por lo que el algarrobo se explota más como árbol forrajero que como árbol frutal. La administración forestal garantiza el derecho de venta de las algarrobas cuya procedencia esté justificada. Para las tierras privadas, los propietarios pagan antes de la recogida una tasa de reconocimiento calculada sobre el volumen de la recolección pendiente. Para el dominio forestal, la producción de algarrobas se adjudica anualmente, sin garantía de cantidad ni de calidad. Estas adjudicaciones son en realidad más un derecho de recolección que de cosecha, puesto que ésta la efectuan las poblaciones próximas que la ceden a los adjudicatarios.

La yuxtaposición del dominio forestal y los terrenos privados donde prospera el algarrobo hace difícil la identificación de la procedencia del producto, y su cuantificación. En 1995, en la provincia de Ben-Mellal del Alto Atlas (lugar predilecto del algarrobo), se realizó una encuesta con el fin de conocer algo mejor la cadena de producción de la algarroba (Zouhir, 1996). En esta región, las superficies ocupadas por el algarrobo se han estimado en 12.000 hectáreas, con una densidad media de 16 pies por hectárea. Esta superficie se reparte en 7.000 hectáreas de bosques nacionales, 4.000 hectáreas de terrenos privados y 1.000 hectáreas de terrenos colectivos, cuya densidad por hectárea es respectivamente de 20, 10 y 15 pies. Los datos relativos al origen del producto (dominio público o privado), a las cantidades y a los ingresos percibidos, han sido recogidos por el personal forestal en los centros de recolección instalados en el souk (mercado semanal), donde se encuentran vendedores y adjudicatarios durante la estación de recolección. Estas informaciones han sido contrastadas con las de los servicios forestales y la Oficina de cambios en el período 1991-1995, y se refieren a las cantidades vendidas y sus valores, y a las cantidades importadas y exportadas.

Para la provincia, los resultados de la encuesta han estimado la cantidad realmente recogida en 8.395 quintales, procedentes de seis bosques, y los ingresos para los usuarios en 470.120 dólares EUA. A nivel nacional, los archivos administrativos indicaban una cantidad media anual puesta a la venta de 8.260 quintales, por un valor de 261.760 dólares EUA. En el plano de los intercambios, el ejercicio 1994 mostró un importante flujo de algarrobas y derivados: 110.280 quintales exportados por un valor de 8.322.404 dólares EUA, y 26.680 quintales importados por una cantidad de 5.244.045 dólares EUA.

Este estudio muestra la importancia socioeconómica del algarrobo y pone de manifiesto que una cierta cantidad de algarrobas se escapa del circuito oficial. La cantidad realmente recogida a escala de una provincia sobrepasa la cantidad puesta a la venta a nivel nacional. El volumen vendido representaba el 33 por ciento aproximadamente del volumen realmente recolectado. La diferencia (67 por ciento) provendría teóricamente de las recogidas efectuadas en terrenos privados. Estos resultados parecen coherentes en cuanto a las posibilidades de producción de las dos categorías. Los ingresos percibidos por la población representaban el 64 por ciento de la cantidad total, y más del doble de los ingresos abonados a los municipios rurales, de ahí la importancia del algarrobo para la economía local. Este estudio, al centrarse más en el producto que en el recurso, presenta ciertos límites: olvida las algarrobas y hojas consumidas in situ por el ganado, así como la producción leñosa. Sin embargo, sigue siendo útil para las colectividades rurales a fin de determinar la cosecha de su territorio, a los forestales para evaluar las cantidades fuera de control, a las organizaciones profesionales para conocer el mercado y estimular las inversiones, y a los organismos de desarrollo para evaluar la incidencia sobre las rentas de las áreas rurales. Se puede mejorar también integrando otros criterios de evaluación, tales como propiedad comunal o privada, especie diseminada y pies productivos o no productivos, lo que justificaría un inventario por pies.

La producción importante de algarrobas habla en favor de la promoción del cultivo del algarrobo y, por tanto, de los árboles fuera del bosque. A la vista de la demanda internacional y de la importación de ciertos derivados de la algarroba, los industriales han invertido ya en plantaciones de algarrobo en el bosque las cuales, por falta de un marco jurídico, no han tenido el éxito que se preveía. Se han orientado entonces hacia plantaciones intensivas de algarrobo en las regiones de Khémisset y Agadir. Además, las poblaciones rurales muestran un verdadero interés por el algarrobo, pues los modos de recogida y cesión del fruto les proporcionan ciertos ingresos. El algarrobo puede ser reintroducido a gran escala, ya que su rusticidad se acomoda a las tierras marginales y en pendiente, y su rentabilidad económica y ambiental es real.

Conclusiones

En general, aunque cada sistema arbóreo fuera del bosque se enfrenta con limitaciones específicas, ciertos obstáculos que frenan su desarrollo les son comunes, por ejemplo, el régimen jurídico complejo de las tierras, la dispersión de las plantaciones, el escaso rendimiento del material vegetal y de los sistemas culturales, la insuficiencia de recursos hídricos, etc. Además, el rendimiento en producción leñosa de las especies locales e introducidas es escaso, y la satisfacción de la demanda de biomasa para energía está sujeta a un crecimiento de las necesidades acompañado de la degradación de los ecosistemas. El algarrobo, los árboles de uso múltiple en las zonas pastorales y de montaña y el cultivo de la palmera datilera en las zonas de oasis y presaharianas son cadenas de producción que sería conveniente desarrollar, encontrando así las mejores combinaciones especie-ordenación.

La estrategia 2020 para el desarrollo rural se centra en las cuestiones de los recursos naturales y agrícolas y, por tanto, de los árboles fuera del bosque. Su objetivo es facilitar el desarrollo de un ambiente creador de crecimiento económico y bienestar para las poblaciones, corrigiendo los desequilibrios de las zonas rurales y revalorizando su potencial. El establecimiento de criterios agroecológicos y la identificación de espacios socio-territoriales contribuyen al respeto de las características locales. El nuevo código de desarrollo agrícola y rural plantea diversos principios, especialmente el del carácter multifuncional de la agricultura, el desarrollo contractual de las relaciones entre los operadores públicos y privados y la regionalización y territorialización de las políticas. Todas estas orientaciones y medidas ofrecen posibilidades de una mejor gestión, planificación y evaluación para los árboles fuera del bosque.

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8 La goma arábiga se extrae de las semillas del algarrobo. Se utiliza, sobre todo, en la industria alimentaria, pero tiene también otras aplicaciones industriales (industria del papel, textil, farmacéutica, etc.).

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