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CAPÍTULO 6. PROPUESTAS


¿Cuáles son las propuestas más válidas para la captura de carbono?

En referencia al Artículo 3. 3 del Protocolo de Kyoto que concierne la forestación, la reforestación y la deforestación, y al período 2008 a 2012 para los países mencionados en el Anexo 1 del Protocolo, el balance entre las dos primeras actividades -46 millones de toneladas de C/año- y la tercera -deforestación, 90 millones de toneladas C/año- es negativo. El pronóstico de la FAO para la deforestación en los países en desarrollo -sin incluir China- también es de 90 millones de hectáreas en los próximos 10 años. Por lo tanto, la preservación de los bosques debe ser una prioridad en todos los países.

Si se considera la aplicación del Artículo 3.4 (Cuadro 8), referido al mejor manejo y al cambio en el uso de la tierra, los países en desarrollo tienen el mayor potencial para el secuestro de carbono, excepto en el manejo de los bosques (100 millones t C en los países desarrollados, 70 millones t C en los países en desarrollo). El manejo de las tierras cultivadas (125 millones t C/año) o de las tierras de pastoreo (240 millones t C/año) y el cambio en el uso de la tierra con su conversión a agrosilvicultura (390 millones t C/año) son de gran interés para el secuestro de carbono. El total representa 0,53 Pg o Gt de carbono secuestrado por año, una cifra significativa, independientemente de otras ventajas, que equivale al 10 por ciento del total de las emisiones por la combustión de los combustibles fósiles. Esto debería ser considerado cuando se discuta cualquier actividad adicional o la extensión del protocolo de Kyoto o de un eventual acuerdo post-Kyoto dirigido a los países en desarrollo. Si se extendiera el área de la captura de carbono a tierras áridas y tropicales se podría llegar a capturar 1,5 Pg/C/año.

Batjes (1996) discute el potencial de captura de carbono especialmente en referencia al estado de degradación de la tierra. El enfoque distingue entre la degradación ligera y moderada (que puede ser restaurada por un mejor manejo de la tierra) y la degradación fuerte y extrema que requiere trabajos específicos de restauración, incluyendo la conversión a nuevos usos de la tierra.

La degradación fuerte está estrechamente ligada a la deforestación (113 millones de hectáreas, Cuadro 7). La conversión a agrosilvicultura (Cuadro 8 ) en áreas más húmedas y a tierras de pastoreo en zonas áridas pueden ser soluciones sostenibles.

Para otros tipos de suelos degradados, se deben desarrollar proyectos usando biorremedios por medio de las plantas. Para las tierras de relleno y los suelos fuertemente contaminados es posible usar especies adaptadas a altas concentraciones de metales tóxicos. Las especies adaptadas a suelos salinos tales como Prosopis juliflora tienen distintos usos y pueden capturar considerables cantidades de carbono (12 t/ha).

Las tierras moderadamente degradadas (910 millones de hectáreas), donde el principal proceso de degradación es la erosión, deben ser consideradas primeramente para un mejor manejo. La erosión eólica, que ocurre sobre todo en las tierras áridas, puede ser prevenida por medio de la agricultura de conservación o por un mejor manejo del pastoreo. Para prevenir la erosión hídrica que ocurre sobre todo en la parte central de América del Sur o África, en las áreas tropicales, pueden ser usadas la agricultura de conservación y la agrosilvicultura. Considerando los pronósticos del IPCC (Cuadro 8), podrían ser mejoradas un mínimo de 50 millones de hectáreas, y si los incentivos fueran más interesantes esa área podría incrementarse. La tasa anual de captura de carbono puede ser mayor de 0,36 t/ha (Steward, 1995) y en las tierras de pastoreo un mejor manejo en 168 millones de hectáreas puediera ser un objetivo más ambicioso.

¿Cuáles son las principales implicancias para la agricultura?

Tales propuestas tienen considerables consecuencias para la agricultura, pero debe quedar claro que hay buenas opciones para el manejo de los cultivos.

Las tierras cultivadas y el componente cultivos en los sistemas agroforestales

El primer experimento importante sobre labranza de conservación se llevó a cabo en los Grandes Llanos de Estados Unidos de América, en un clima continental templado. Los resultados fueron exitosos para el control de la erosión pero algo menos para la captura de carbono.

Las variantes de la agricultura de conservación se difunden ampliamente: son aplicadas por los agricultores en más de 60 millones de hectáreas en muchos países, incluyendo Brasil, Argentina, Estdos Unidos de América, Australia, India y están siendo validadas también en varios países de África. Estas prácticas incluyen el manejo agrobiológico del suelo y de los sistemas de producción (CIRAD, 1996, 1998, 1999).

Los principios básicos son:

Estos sistemas conllevan una alta tasa de captura de carbono porque combinan los efectos de la labranza cero con un ingreso máximo de materia orgánica en forma de residuos de los cultivos o de cultivos de cobertura. Es preferible la cobertura por plantas in situ antes que traer materiales de otros lugares en razón del aporte adicional que hacen las raíces del cultivo además del consumo de energía para transportar la cobertura necesaria; esto también implica la pérdida de carbono en otros lugares. Las mismas prácticas se aplican a los cultivos incluidos en los sistemas agroforestales. Desde el momento en que es posible agregar la captura de carbono proporcionada por los árboles, la combinación resulta ser un sistema muy efectivo.

Si el método pasara a tener un uso más generalizado podrían surgir algunos problemas que deberían ser solucionados. Uno de los posibles problemas es el control de las malezas en el primer o segundo año de la no labranza donde puede ser necesario el uso de algunos herbicidas. El glifosato tiene ahora un uso generalizado en virtud de su efectividad para el control de gramíneas y especies perennes. Sin embargo, aún es necesario un estudio cuidadoso sobre la acumulación, tiempo de residencia y ecotoxicidad de esos productos en los suelos (García Torres, 1997).

Otros problemas técnicos, sociales y económicos pueden limitar la generalización de estas prácticas en África donde hay competencia por el material vegetal entre el uso que hace del mismo la ganadería extensiva y el uso que se hace para proteger el suelo. Una buena asociación de cultivos y ganado puede ser establecida solo si hay un incremento en la producción de biomasa, por ejemplo, con abonos verdes.

El proyecto FAO-FIDA y el mecanismo de desarrollo limpio (CDM)

Continuando con el primer programa de colaboración para la implementación de la Convención para el Combate de la Desertificación (CCD), dentro del marco de un Memorandum de Entendimiento, la FAO y el FIDA iniciaron en 1999 un segundo proyecto titulado Prevención de la Degradación de la Tierra, Fortalecimiento del Suelo y de la Biodiversidad de las Plantas y Captura de Carbono por medio del Manejo Sostenible y el Cambio de Uso de la Tierra.

El primer objetivo de este proyecto es correlacionar la seguridad alimentaria, la captura de carbono y la lucha contra la desertificación y demostrar que la aplicación del Protocolo de Kyoto o de un tratado post-Kyoto está relacionada con las Convenciones sobre Desertificación y Biodiversidad. En las actas de una consulta de expertos llevada a cabo en Roma en 1999, y en los trabajos de Koohafkan, Mansuri y Young se muestra la clara relación que existe entre la captura de carbono y la biodiversidad, la prevención de la degradación de la tierra y la desertificación (FAO/IFAD, 1999).

El segundo objetivo del proyecto es alentar la supervisión y las mediciones en el campo. En los distintos sistemas de uso de la tierra existen tasas de captura de carbono muy variables. El proyecto está analizando escenarios cuantitativos para diferentes zonas de América Latina y el Caribe (dos lugares en México, un lugar en Cuba), incluyendo los beneficios para los agricultores -rendimientos, reducción de costos, ahorro de trabajo, otros beneficios- para la conversión a distintos tipos de uso de la tierra. Una de las conversiones más importantes es la alternativa a la agricultura de roza, tumba y quema. El uso de diferentes modelos, sobre todo Century (Parton et al., 1988, 1994) y Roth-C 26 (Coleman y Jenkinson, 1995) permiten la estimación de la dinámica del carbono y la cantidad de materia orgánica necesaria para asegurar una producción sostenible con la optimización de otros objetivos como una degradación mínima de la tierra y una máxima conservación de la biodiversidad.

Como seguimiento a este proyecto, en agosto 2001 se firmó una carta de entendimiento entre la FAO y el GM sobre un programa normativo para Mecanismos para los Incentivos para la Captura de Carbono para Combatir la Degradación de la Tierra y la Desertificación. El objetivo principal del programa es la recolección, evaluación y elaboración de materiales informativos producidos por numerosos proyectos y estudios de caso llevados a cabo en diferentes áreas áridas del mundo. El Protocolo de Kyoto también proporciona diferentes oportunidades para financiar proyectos concretos, por ejemplo a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (CDM) o de actividades basadas en proyectos (LULUCF), que hacen referencia preferentemente al sector forestal. Otros temas son los beneficios económicos de la menor labranza (Canadá) o de la agrosilvicultura (México, Guatemala).

Algunos proyectos están relacionados con la supervisión de la biomasa de los bosques para lo que se han desarrollado dos métodos. El primero de ellos está basado en parcelas permanentes que proporcionan buenos resultados estadísticos (ver la propuesta más abajo). El segundo método utiliza en diversas formas sensores remotos, imágenes satelitares y fotografías aéreas a baja altura usando GPS. También existen posibilidades para desarrollar proyectos con fondos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) o del Banco Mundial.

Una propuesta para un sistema de supervisión de tierras para verificar la captura de carbono

En el caso en que se decidiera una extensión del Protocolo de Kyoto o se establezca un tratado post-Kyoto será necesario contar con herramientas para la supervisión, la verificación o la certificación, de modo de poner en claro los cambios en los depósitos de carbono en relación con el tipo de suelo, las condiciones climáticas, la ocupación de la tierra y las diferentes prácticas de manejo de la tierra. Los países europeos, entre ellos Francia y Gran Bretaña, están estableciendo sistemas de supervisión; sin embargo, para satisfacer los requerimientos del Artículo 3.4 del protocolo de Kyoto (incertidumbres, transparencia, verificabilidad), será necesaria la organización de encuestas sobre los recursos de suelos/tierras en los países en desarrollo para llevar a cabo la supervisión en forma sistemática.

Ya en 1991 se discutió la necesidad de contar con estas informaciones (Young, 1991), pero hasta el momento esto no ha sido hecho. La propuesta es para establecer una red de supervisión de la tierra la cual represente el componente permanente del ecosistema, con la elección de una célula geográfica sistemática. La escala puede ser discutida tomando en consideración aspectos financieros y la heterogeneidad de la tierra. En Europa, se han elegido células de 16 x 16 km (Francia) o de 8 x 8 km (Gran Bretaña), las que tienen en consideración al mismo tiempo la diversidad de los suelos y la ocupación de la tierra.

Las parcelas permanentes georreferenciadas son el apoyo para la descripción de los perfiles, el muestreo para los análisis y la conservación de las muestras. Debe ser hecha la descripción actual y anterior de la ocupación de la tierra y de las prácticas agrícolas. Es necesario considerar que un plazo de cinco a diez años es el período mínimo apropiado para supervisar cambios en los depósitos de carbono. La red debería estar unida a una base de datos digitales relacionados con datos de suelos y ocupación de la tierra pero también con otras condiciones biofísicas o socioeconómicas que permitan la determinación de la distribución espacial en distintas escalas -nacional, regional- y de las diferentes implicaciones (sistema de información geográfica). Los problemas específicos de la determinación del punto de partida o de las parcelas de referencia que son presentados por IPCC, pueden ser fácilmente resueltos.

Un proceso similar de supervisión en una célula de 16 x 16 km ha sido desarrollado para la Red Europea de Sanidad Forestal y ha sido recientemente usada para estimar el almacenamiento del carbono por el Ecosistema Forestal de Francia. En este caso, tanto el carbono presente en la biomasa como el carbono presente en el suelo fueron determinados por la descomposición de sus componentes -residuos, raíces. Tal sistema de supervisión puede ser útil para varios usos: captura de carbono, calidad y degradación del suelo, contaminación del suelo y del agua, sanidad forestal, cambios en la biodiversidad y otros. Por lo tanto, junto a las medidas de los cambios en la captura de carbono, otros beneficios además de las variaciones en rendimiento, pueden ser evaluados en relación con una menor degradación del suelo -erosión, desertificación- o un incremento de la biodiversidad.

Unos pocos lugares pueden ser seleccionados por ecorregiones y ocupación de la tierra con diferentes prácticas y ser supervisados con más equipos a fin de obtener una evaluación más detallada de las existencias de carbono -por ejemplo, usando isótopos de carbono que permitan la identificación de la fuente de materia orgánica en el caso de la conversión del uso de la tierra de C3 a C4 o viceversa- o para medir los flujos del carbono. De esta manera, deben ser establecidas relaciones con redes tales como Euroflux -para forestales- o la Iniciativa de Observación Terrestre (observación del carbono terrestre).

Los sensores remotos constituyen una herramienta sumamente útil para extrapolar los datos y mapear la cubierta de vegetación y de uso de la tierra pero no pueden reemplazar la necesidad de datos reales medidos sobre los cambios en las existencias de carbono en el suelo.

Puede ser propuesto un conjunto de métodos analíticos -estándares ISO- para los análisis más simples -total de carbono orgánico y densidad total- los cuales permiten el cálculo de depósitos, o para los elementos más complejos -distinción entre compartimientos de carbono o medidas de los cambios en las propiedades- que permitan evaluar las causas y los efectos principales. El uso de geoestadísticas ayudará en la extrapolación espacial de los resultados.

¿Cuáles son las principales deficiencias?

Hay varios problemas importantes que deben ser resueltos y también faltan datos de campo sobre los diferentes factores que controlan el nivel de carbono en el suelo en períodos de 20 a 50 años, tales como: tipo de suelo, condiciones climáticas, uso de la tierra y prácticas agrícolas; por ejemplo:

Nuevos proyectos y perspectivas

Después de la última reunión de la FAO/GTZ sobre la verificación de las existencias de carbono e intercambio a nivel de países (FAO/GTZ, 2001) parece ser necesario establecer puntos de referencia en los países en desarrollo para la supervisión y la evaluación. Tales puntos de referencia serán propuestos en Brasil donde existen muchos experimentos históricos -cronosecuencias- relacionados con la deforestación y el desarrollo de tierras de pastoreo o sistemas de cultivo. Tales lugares podrían ser usados para establecer metodologías y modelos propuestos por el IPCC y adaptarlos a los países tropicales.

Usando algunas técnicas específicas -isótopos de carbono, fraccionamiento de la materia orgánica- será posible obtener un mejor conocimiento del efecto de distintas prácticas de manejo sobre la captura de carbono. Algunas recomendaciones y prácticas generales serán formuladas y publicadas en una Guía para la evaluación de las existencias de carbono en los suelos.

En los mismos lugares deberían ser medidos los efectos de la captura de carbono sobre las propiedades y la biodiversidad del suelo de modo de evaluar completamente los beneficios para el sistema.

En el año 2000 se creó una nueva red internacional, la DMC o Sistemas de Siembra Directa-Sistemas Basados en la Cobertura-Labranza de Conservación, que incluye ahora 60 instituciones nacionales e internacionales. El CIRAD se ha afiliado a esta red y, con fondos de la cooperación francesa, estableció un plan de acción en varios países en desarrollo -Brasil, Laos, Madagascar, Malí, Túnez- donde serán probadas distintas prácticas agrícolas midiendo las existencias y los flujos de CO2 y las emisiones de N2O en los puntos de referencia.

El gobierno de Alemania a través de la GTZ (Deutsche Gesellschaft fuer Tecnische Zusammenarbeit) ha establecido una colaboración con la Red Africana de Labranza. El Banco Mundial está fuertemente involucrado en muchos programas de difusión y extensión sobre siembra directa y prácticas asociadas, sobre todo en Brasil. En Pakistán, en febrero 2001 se llevó a cabo una reunión sobre agricultura de conservación en sistemas arroz-trigo. Otra reunión sobre agricultura de conservación se llevó a cabo en España en octubre 2001.

El proyecto sobre Evaluación de la Degradación de las Tierras Áridas (LADA) está siendo implementado por la FAO con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial de PNUMA; el proyecto está dirigido a asistir al desarrollo de las tierras áridas proporcionando mejor información sobre la degradación de la tierra.

Conclusión

El desarrollo de la agricultura durante los últimos siglos y décadas ha implicado el consumo de las existencias de carbono de los suelos creadas durante un período de larga evolución. En muchas de las tierras cultivadas, sobre todo en las regiones áridas y semiáridas, esto ha llevado a una reducción de la productividad de la tierra debido a la degradación de la tierra y a la desertificación. Ahora es necesario invertir esa tendencia, lo que se ha demostrado posible pero solamente si se cambia el tipo de agricultura. El protocolo de Kyoto y los acuerdos que se anticipan post-Kyoto favoreciendo la captura de carbono en los suelos son buenas oportunidades para facilitar este proceso. Los suelos pueden secuestrar cerca de 20 Pg/ha de carbono en 25 años, más del 10 por ciento de las emisiones antropogénicas. Al mismo tiempo esto proporciona otros beneficios importantes para el suelo, los cultivos y la calidad del ambiente, para la prevención de la erosión y de la desertificación y para el fortalecimiento de la biodiversidad.

La agricultura, las tierras de pastoreo y las sabanas tienen el potencial para almacenar carbono en el suelo y los habitantes del globo tienen gran necesidad de prácticas agrícolas que mejoren el almacenamiento del carbono y la productividad.

La captura de carbono es una promesa para presentar opciones totalmente favorables y nuevos beneficios en las comunidades de agricultores en zonas áridas. La atención de los gobiernos debe ser dirigida a estos beneficios potenciales y a la necesidad de iniciar la recolección de datos y el análisis de las existencias y los flujos del carbono, en escala piloto, en diferentes sitios seleccionados.

Estos beneficios resultan del hecho que la materia orgánica es un elemento clave en los suelos y que determina una serie -o cascada- de propiedades o funciones relativas a las propiedades del suelo, el efecto amortiguador, la capacidad de recuperación y la sostenibilidad. La biodiversidad depende del contenido de materia orgánica y su aumento en el suelo permitirá nuevas funciones. Los ingenieros del suelo -la microfauna- tomarán a su cargo, por ejemplo, algunas funciones como la labranza. Este concepto implica el desarrollo de prácticas específicas de uso y manejo de la tierra. Es necesario definir algunas prioridades para las tierras degradadas con medidas adaptadas para las tierras cultivadas, las pasturas y la agrosilvicultura. La clave de todo ello será el desarrollo de la agricultura de conservación.

Probablemente sea más fácil desarrollar la agricultura de conservación para los cultivos en los países en desarrollo a causa de la importancia de la degradación de la tierra. Este el caso de Brasil y Argentina donde el desarrollo de nuevas prácticas, especialmente la labranza cero y la siembra directa es muy rápida. En Asia, la rotación arroz-trigo sin labranza está comenzando a expandirse y esa práctica podría generalizarse rápidamente. El mejoramiento de las pasturas degradadas y la expansión de la agrosilvicultura necesitarán, sin embargo, más tiempo y esfuerzos. Europa parece ser más difícil de convencer si bien las consecuencias de la agricultura de conservación sobre la calidad del agua son ahora evidentes.

La evidencia de los países de bajos ingresos en particular, es que las comunidades de agricultores enfrentan numerosos obstáculos para adoptar prácticas mejoradas si bien conocen los beneficios potenciales que ofrecen. Hay también conocimiento de las deficiencias de los datos asociados con prácticamente todas las extrapolaciones regionales y globales justificando los análisis cuantitativos y los problemas para medir e interpretar los datos de campo sobre el flujo del carbono. También faltan datos sobre diferentes ecosistemas o agrosistemas y se han encontrado críticas sobre los análisis de captura de carbono que señalan excesivos beneficios al no contabilizar el flujo total de carbono asociado con la producción de fertilizantes, el riego y la aplicación de abonos orgánicos.

Un primer paso positivo para solucionar estos problemas será la preparación de un Manual para Mediciones y Supervisión. Este Manual debería hacer referencia al trabajo ya hecho en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y debería ser preparado por un pequeño grupo de expertos y después circulado entre los interesados en el tema para su revisión.

Es imperativo que en esta etapa se desarrollen algunos proyectos piloto por medio del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), el Mecanismo Global (GM) y el Banco Mundial para probar diferentes enfoques y fortalecer la captura de carbono en las tierras áridas por medio de la adopción de técnicas que puedan promover la fertilidad y la productividad del suelo. Tales proyectos deberían proporcionar mecanismos para generar datos más seguros sobre las existencias de carbono y sus flujos bajo diferentes sistemas de producción; al mismo tiempo esos proyectos pueden preparar propuestas para intervenciones en gran escala que permitan certificar las reducciones de emisiones a ser negociadas con los países industrializados cuando se complete la ratificación del Protocolo de Kyoto o de posibles acuerdos post-Kyoto. Un proyecto demostrativo piloto podrá ayudar a preparar protocolos para las mediciones y la supervisión del carbono del suelo, ilustrar los beneficios económicos de tales esfuerzos a los usuarios de la tierra y los beneficios de la captura de carbono a los potenciales donantes.

Es necesario que quienes toman las decisiones estén mejor informados de las oportunidades que existen en la agricultura en las zonas áridas para disminuir las emisiones de carbono e incrementar su captura y almacenamiento en los suelos y en la vegetación. Por lo tanto, una actividad importante que debe ser incluida en las actividades piloto propuestas debería ser dirigida a difundir, a todos los niveles, la información y los conocimientos existentes acerca de los beneficios potenciales de la captura de carbono en ámbitos locales, nacionales, regionales y globales.

En la nueva estrategia, la FAO tendrá varias funciones importantes: en primer lugar para validar y promover los conceptos; en segundo lugar para ayudar a medir, supervisar, modelar y después para organizar redes para asistir a los pequeños agricultores a desarrollar y adaptar soluciones prácticas. Los Estados Unidos de América están otorgando considerables recursos a este tema. Los puntos de referencia en los lugares tropicales donde existen cronosecuencias de manejo de la tierra pueden ser de interés para mejorar las metodologías y los modelos para la dinámica del carbono y para medir todos los efectos.

Mientras que la mayoría de los proyectos sobre uso de la tierra hasta ahora se han dirigido al sector forestal, los proyectos sobre el carbono del suelo en regiones semiáridas y subhúmedas podrían ofrecer excelentes oportunidades. La tierra tiene un costo relativamente bajo en los bosques tropicales húmedos donde en muchos casos la mitigación del clima puede no ser capaz de competir con la explotación forestal o demanda de tierras agrícolas. Grandes áreas de tierras degradadas y desertificadas requieren asistencia técnica y capitales para restaurar las tierras agrícolas, las pasturas y las sabanas. Si bien es difícil obtener estimaciones exactas de la desertificación, los datos actuales varían entre 3,47 y 3,97 mil millones de hectáreas de tierras desertificadas (Lal et al., 1998a).

Por lo tanto, mientras que las toneladas de carbono capturadas por hectárea son relativamente pequeñas en relación con la superficie de los bosques, el potencial general para una mitigación climática económicamente efectiva es importante. Las regiones áridas de los trópicos tienen tasas muy bajas de emisión de energía por lo que no hay grandes oportunidades de reducción en ese sector; tampoco tienen grandes áreas de bosques tropicales húmedos por lo que no reúnen los requisitos para proyectos basados en el sector forestal. Los proyectos sobre carbono del suelo ofrecen una oportunidad para que las regiones semiáridas y subhúmedas puedan participar con pleno derecho en la mitigación climática y a la vez mejorar el bienestar humano.

Para que los proyectos y las actividades de captura de carbono en el suelo sean exitosos deberán tener un fuerte componente de desarrollo sostenible de modo que sus resultados mejoren las condiciones de vida de los agricultores aumentando la productividad agrícola, reduciendo el riesgo de fracaso de los cultivos y proporcionando el acceso a mejores insumos agrícolas. Los esfuerzos para la captura de carbono del suelo probablemente sean exitosos si se desarrollan sobre instituciones, iniciativas y organizaciones existentes.

Pueden existir oportunidades para establecer proyectos en cooperación con instituciones de los países industrializados para iniciar actividades de captura de carbono con comunidades locales y con las redes globales de captura de carbono. La formación de personal y la capacitación de los agricultores representarán un componente importante dentro del contexto de su apoyo a la implementación de esos proyectos. El FMAM también tiene el potencial para cooperar en tales actividades dentro del marco de la implementación del UN-FCCC. La interacción entre las tres Convenciones -UN-CCD, UN-FCCC y UN-CDB- respecto al desarrollo de las zonas áridas debería constituir el principal objetivo de los Programas de Desarrollo de las Tierras Áridas y Semiáridas.

Es necesario iniciar estudios para evaluar el impacto potencial de algunos de los proyectos en ejecución tales como zonas verdes, programas de forestación y programas de rehabilitación de zonas de pastoreo para evaluar su contribución potencial a la captura de carbono. Más aún, las actividades planificadas para producir abonos orgánicos y convertir los residuos de las plantas -especialmente la paja del arroz- en materia orgánica en lugar de quemarla, deben ser cuidadosamente evaluadas con respecto al carbono. El desarrollo de fuentes de energía alternativa y renovable tales como el biogás, la energía eólica y la energía solar también deberían ser consideradas.

Los grandes cambios que están ocurriendo en la agricultura son una verdadera Revolución Verde, de más amplia aplicación y sostenibilidad que la anterior.


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