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Prefacio

En este informe se resumen las conclusiones principales del estudio de la FAO, World agriculture: towards 2015/2030, que actualiza y amplía el estudio mundial de la FAO, Agricultura mundial: hacia el año 2010, publicado en 1995. En él se evalúan las perspectivas, a escala mundial, para la alimentación y la agricultura, incluidas la pesca y la silvicultura, a lo largo del período de 2015 a 2030. Se presentan las perspectivas globales a largo plazo para el comercio y el desarrollo sostenible, y se examinan los problemas que se plantearán en estos sectores durante los próximos treinta años.

Al evaluar las perspectivas de progreso hacia una mayor seguridad alimentaria y una agricultura más productiva y sostenible, ha sido necesario analizar numerosos factores que contribuyen a ello. Estos problemas van desde los relacionados con las condiciones económicas globales y del comercio internacional, hasta los que afectan a la pobreza rural, pasando por los problemas relativos a la situación y el futuro de la tecnología y los recursos agrícolas. Entre los numerosos problemas analizados, el presente informe ha llegado a la conclusión de que el desarrollo local de la producción de alimentos en los países con bajos ingresos per cápita y en los que el empleo y los ingresos dependen en gran medida de la agricultura es el principal factor determinante del éxito o fracaso en la mejora de la seguridad alimentaria.

Las conclusiones del estudio pretenden describir el futuro tal como probablemente será y no como debería ser. Por consiguiente, no se deben considerar las conclusiones del estudio como objetivos de una estrategia de la FAO. No obstante, las conclusiones pueden ser una ayuda vital para aumentar la concienciación de lo que es necesario hacer para resolver los problemas actuales que tienden a persistir y abordar los nuevos que vayan planteándose. Las conclusiones pueden servir de ayuda para orientar políticas, tanto a nivel nacional como internacional, y establecer prioridades para los años venideros.

La seguridad alimentaria y la nutrición han mejorado en el mundo en general. Esto resulta evidente a la vista de los importantes aumentos en los suministros de alimentos per cápita conseguidos a nivel mundial y para una gran parte de la población de los países en desarrollo. Pero, como advertía el estudio de 1995, el progreso ha sido lento y desigual. Ciertamente, numerosos países y grupos de población no han logrado progresos significativos y algunos han sufrido incluso retrocesos en sus ya frágiles situaciones en cuanto a la seguridad alimentaria y la nutrición. Como se indicaba en el último número del informe de la FAO, El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2001, la humanidad sigue enfrentándose a la cruda realidad de una desnutrición crónica que afecta a más de 800 millones de personas: el 17 por ciento de la población de países en desarrollo, y hasta un 34 por ciento de la población del África subsahariana, e incluso más en determinados países individuales.

El presente estudio predice que este desigual camino hacia el progreso, desgraciadamente, se prolongará hasta bien entrado este siglo. Indica que, a pesar de mejoras importantes en la seguridad alimentaria y la nutrición en el año 2015, como resultado principalmente de un aumento de la producción nacional pero también del crecimiento adicional de importaciones de alimentos, el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el número de personas desnutridas para esa fecha, es altamente improbable que se alcance, e incluso puede que no se alcance en 2030.

En el año 2015, los suministros de alimentos per cápita habrán aumentado y la incidencia de la desnutrición se habrá reducido aún más en la mayoría de las regiones en desarrollo. Sin embargo, en ausencia de una acción concertada por todos los afectados, algunas zonas del Asia meridional podrán estar todavía en una situación difícil y gran parte del África subsahariana probablemente no estará mucho mejor que en la actualidad e incluso podrá estar peor que ahora. Por tanto, el mundo tiene que prepararse para continuar sus intervenciones con objeto de afrontar las consecuencias de las crisis alimentarias y para actuar con vistas a eliminar permanentemente las causas que las originan. Si no se logra mejorar de manera significativa el desarrollo global de los países atrasados, especialmente en lo que se refiere a la reducción del hambre y de la pobreza, no será posible liberar al mundo de los problemas más acuciantes de inseguridad alimentaria. Conseguir progresos hacia este objetivo dependerá de numerosos factores, sobre todo de la voluntad política y la necesaria movilización de recursos adicionales. La experiencia viene a subrayar el papel crucial de la agricultura en el proceso del desarrollo global, especialmente cuando la mayoría de la población depende de este sector en lo que se refiere a empleo e ingresos.

El estudio también prevé que el comercio agropecuario desempeñará una función más importante no sólo a la hora de asegurar las necesidades de alimentación de los países en desarrollo, sino también como una fuente de divisas. Las importaciones netas de cereales realizadas por los países en desarrollo casi se triplicarán a lo largo de los próximos treinta años, mientras que las importaciones netas de carne pueden multiplicarse casi por cinco. Sin embargo, para otros productos como el azúcar, el café, las frutas y las hortalizas, el estudio prevé un aumento del potencial exportador de los países en desarrollo. La parte de este potencial que se materializará depende de muchos factores, sobre todo del avance en la actual ronda de negociaciones comerciales multilaterales. Los agricultores de los países en desarrollo podrían beneficiarse enormemente de menores obstáculos al comercio en todos los sectores y no solamente en el agrícola. En numerosos países ricos en recursos pero pobres a pesar de ello, una agricultura más orientada hacia la exportación podría ser un medio eficaz para luchar contra la pobreza rural y convertirse así en catalizador del crecimiento global. Pero el estudio también señala las enormes dificultades que podrían experimentar los países con escasez de recursos, al verse en la necesidad de tener que pagar precios más altos por grandes volúmenes de importaciones, y no tener mucha capacidad para incrementar su producción nacional.

Los numerosos estudios que han evaluado los efectos de un comercio más libre llegan a la conclusión de que unos obstáculos al comercio más bajos pueden no ser suficientes para proporcionar un beneficio a los países en desarrollo. En muchos países en desarrollo, la agricultura no sólo ha sufrido los efectos de los obstáculos al comercio y de los subsidios aplicados en el extranjero, sino también el olvido por parte de los responsables de la política nacional. Es posible que los productores de los países en desarrollo no se beneficien mucho de un comercio más libre, a menos que puedan operar en un entorno económico que les permita responder a los incentivos de unos precios internacionales más altos y más estables. Puede servir de ayuda un cierto número de políticas de acompañamiento implantadas junto con medidas para reducir los obstáculos al comercio. Éstas incluyen la eliminación de los prejuicios nacionales contra la agricultura, inversiones para mejorar la calidad de los productos hasta alcanzar los niveles exigidos en el extranjero y esfuerzos para mejorar la productividad y la competitividad en todos los mercados. Pueden ser especialmente importantes las inversiones en mejora de los transportes y las comunicaciones, la infraestructura productiva, comercialización y las instalaciones de almacenamiento y elaboración, así como en planes para aumentar la calidad y la inocuidad de los alimentos, esto último no solamente con objeto de obtener un mejor acceso a los mercados de exportación, sino también para reducir la incidencia de enfermedades transmitidas por los alimentos que afectan a la población local.

Por lo que se refiere a la sostenibilidad de la producción, el estudio reúne las evaluaciones más recientes de los datos sobre recursos agrícolas, forestales y pesqueros de los países en desarrollo, cómo se utilizan en la actualidad y de qué se podría disponer para satisfacer las necesidades futuras. El estudio evalúa el alcance y la intensidad probables del uso de recursos hasta el año 2030 y llega a la conclusión de que la presión sobre los recursos, especialmente la de aquellos asociados con la degradación, continuará aumentando aunque a un ritmo más lento que en el pasado.

Las principales presiones que amenazan la sostenibilidad serán probablemente las derivadas de la pobreza rural y del hecho de que cada vez serán más las personas que tendrán que tratar de ganarse la vida a partir de recursos menguantes. Cuando estos procesos se producen en un entorno de recursos frágiles y limitados y las circunstancias para introducir tecnologías y prácticas sostenibles no son propicias, aumenta el riesgo de que se cree un círculo vicioso de pobreza y degradación de recursos. Es poco probable que disminuya el componente relacionado con la pobreza de la degradación medioambiental, antes de que el desarrollo capaz de reducir la pobreza haya alcanzado un nivel en la que las personas y los países hayan llegado a ser mucho menos dependientes de la explotación de los recursos agrícolas. Hay un considerable margen para mejoras en este sentido y el estudio explora una gama de opciones de tipo tecnológico y político desarrolladas para fomentarlas. Siempre que estas mejoras en sostenibilidad se apliquen, habrá perspectivas para disminuir las presiones sobre los recursos agrícolas mundiales a largo plazo y para que el aumento ulterior de las presiones sobre el medio ambiente debidas a la agricultura sea mínimo.

Concluyo reiterando la importancia de una producción local de alimentos sostenible y del desarrollo rural en los países de bajos ingresos. La mayoría de estos países dependen en gran medida de la agricultura para el empleo y los ingresos y, con frecuencia, la agricultura es un componente crítico de su estrategia para mejorar la seguridad alimentaria y reducir la pobreza. Por todas estas razones la agricultura sostenible y el desarrollo rural han recibido una mayor prioridad en el Marco Estratégico para la FAO 2000-2015.

Jacques Diouf
Director General
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación


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