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EL SALVADOR

Excmo. Sr. Don Salvador Urrutia Loucel, Ministro de Agricultura y Ganadería de la República de El Salvador


Con la honrosa representación del Excelentísimo Señor Presidente de la República de El Salvador, licenciado Francisco Flores, expresamos nuestra plena adhesión a los compromisos y nuevos acuerdos que surjan de esta Cumbre en beneficio de la seguridad alimentaria de la humanidad.

Me parece que generalizar sobre el tema que nos ocupa, es una de las causas que nos hace más difícil entender las razones de la pobreza y su consecuencia más dramática que es la inseguridad alimentaria, por lo tanto, les hablaré de la experiencia de mi país.

El Salvador en su pasado reciente sufrió un conflicto interno por más de 12 años, que nos dejó con la mayor parte de nuestra población en condiciones de pobreza y marginalidad. Decidimos finalizar la guerra a través de un proceso civilizado de dialogo, el cual nos llevó a la firma de los acuerdos de Paz en enero de 1992. Este hecho histórico nos marcó la necesidad de aunar esfuerzos para continuar sustentando las bases de la paz y la construcción de una sociedad democrática y con un solo pensamiento, salir adelante creando para los salvadoreños un ambiente de oportunidades.

Pero también, El Salvador ha sido afectado por fenómenos de la naturaleza. Dos terremotos de grandes magnitudes en enero y febrero de 2001, asolaron al 25 por ciento de la población dejándola sin viviendas y dañando los principales caminos y ciudades. Pocos meses después, una sequía disminuyó nuestras cosechas de granos, principalmente el cultivo del maíz, el cual es la base de nuestra dieta alimenticia.

En El Salvador construimos un modelo político incluyente que nos garantiza una democracia funcional y nos orientamos por un modelo económico de libertades y hoy, si bien todavía enfrentamos grandes retos como es la razón por la que estamos aquí reunidos, hemos dejado atrás la desesperanza y vemos el futuro con optimismo. El concepto es esencialmente simple, la verdadera riqueza de los países es su gente y solo cuando una persona tiene libertad de expresión, libertad de acción y se le respetan sus diferencias, es que puede desarrollar su capacidad creativa.

Lo que necesita la realidad actual del El Salvador es una oportunidad, ya que un país cuya economía depende de la agricultura y que enfrenta dificultades para transar el fruto de su esfuerzo en los mercados mundiales, ya sea por barreras o por distorsiones creadas por subsidios, es un país condenado a la pobreza y en consecuencia a la inseguridad alimentaria.

Puesto que el concepto de la seguridad alimentaria no solamente se define por la disponibilidad física de los alimentos, sino también, por la capacidad económica para adquirirlos. En nuestro caso y dado nuestras ventajas comparativas, una real apertura comercial es una de las condiciones indispensables para que los productores y la población rural, disfruten de una digna retribución a sus esfuerzos y con ello, podamos revertir el flagelo de la pobreza y el aislamiento.

A partir de la Cumbre de 1996, El Salvador se ha empeñado por cumplir los compromisos que quedaron plasmados en la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, y su respectivo Plan de Acción. En ese marco, se han obtenido importantes avances en temas relativos a el mejoramiento de las condiciones de vida en el área rural, la rehabilitación de infraestructura productiva y caminos rurales, la sostenibilidad de los recursos naturales, el uso de tecnologías e irrigación, la seguridad jurídica en la tenencia de la tierra, la readecuación de las deudas agrarias y bancarias, el acompañamiento del sector privado en la ejecución de la política sectorial, y la adhesión del país a tratados de libre comercio con otros países de la región latinoamericana.

Como principales logros se tienen la ejecución de siete proyectos de desarrollo rural, con una inversión de 135 millones de dólares dirigidos a más de 73 000 familias, apoyándose la diversificación en la producción de alimentos y la generación de ingresos en forma sostenible.

Con el plan de reconversión del sector agropecuario, se facilita una serie de proyectos tales como el programa de frutales y maderables, cuya ejecución presenta nuevas opciones de cultivos con miras a satisfacer no solamente la demanda interna sino también la exportación. Con el programa de hortalizas se ha contribuido a disminuir el valor de las importaciones con nuevas tecnologías de producción y el programa de mejoramiento de cereales, que ha incrementado la productividad en más de un 30 por ciento, así como, la reducción de pérdidas post-cosecha en 62 000 familias mediante el almacenamiento seguro de alrededor de 30 000 toneladas métricas de estos productos.

Ante los efectos producidos por los fenómenos climáticos en el año 2001, se ejecutaron planes de contingencia como lo fueron el Plan Granero, beneficiando a 25 000 familias de escaso recursos con la distribución de 3 000 toneladas métricas de maíz para consumo, el Plan Sembrador, con el cual se atendió a unos 34 200 pequeños productores, mediante la entrega de igual número de paquetes de insumos agrícolas conteniendo semillas, fertilizantes e insecticidas, y el Plan Empleo, con el cual se generó ocupación directa a 10 000 personas, mediante la ejecución de proyectos de inversión pública por el orden de los 6.4 millones de dólares, en las zonas de mayor vulnerabilidad.

Con las lecciones aprendidas, nuestras estrategias para hacerle frente a los fenómenos climáticos subsiguientes, ahora se fundamentan en el manejo del riesgo y la búsqueda de soluciones permanentes para reducir la vulnerabilidad.

De manera especial también destacó el programa que ejecuta la Secretaría nacional de la familia, dirigido por la Primera Dama de la nación, en beneficio de las mujeres y niños del área rural, denominado "Nutriendo con amor", que ha permitido crear 56 centros rurales de salud y nutrición, con énfasis en la población menor de tres años, mujeres embarazadas y en período de lactancia.

No puedo terminar sin destacar y agradecer el transcendental aporte de la cooperación internacional en estos temas. No obstante, para su mejor aprovechamiento, creemos que es importante dirigirlo conforme a las oportunidades que nos permitan el desarrollo y, por ello, ponemos en relieve la necesidad de consolidar las contribuciones adicionales a la creación del fondo fiduciario para la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos, al cual El Salvador agrega su modesta.

Aprovecho para reiterarles nuestro compromiso y responsabilidad de apoyar solidariamente, una estrategia real para poder combatir la pobreza y el hambre de nuestros pueblos, ya que lo que hagamos hoy constructivamente, es lo que quedará grabado en el mañana de nuestra historia.

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