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PREFACIO

Nosotros, los Jefes de las tres instituciones de las Naciones Unidas con sede en Roma que se ocupan de la pobreza, la alimentación, la agricultura y el desarrollo rural, nos sentimos profundamente preocupados por las amenazas que penden sobre las perspectivas económicas de muchos países en desarrollo, la prosperidad del mundo en general y nuestros esfuerzos comunes por conseguir los objetivos de desarrollo del milenio. Ello se debe a que la mayoría de los gobiernos de los países en desarrollo y la comunidad internacional no han hecho frente a la necesidad de erradicar la extrema pobreza y el hambre y crear unas condiciones propicias al aumento de las inversiones en la agricultura y el desarrollo rural. La negligencia es la causa principal del hambre en un mundo en el que abundan los alimentos, ya que la humanidad tiene la capacidad de instaurar las políticas, instituciones, tecnologías y logística necesarias para prevenir y erradicar el hambre. Esperamos que la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo permita invertir la tendencia a la disminución de los recursos destinados a los importantes objetivos que son la reducción de la pobreza y el hambre y el desarrollo agrícola y rural, así como afrontar los problemas conexos que impiden un progreso significativo hacia la consecución de estos objetivos.

Nadie debería pasar hambre en el mundo. Sin embargo, casi 800 millones de personas en los países en desarrollo padecen subnutrición crónica. El hambre no sólo es resultado de la pobreza extrema, sino que también perpetúa esta pobreza reduciendo severamente la productividad y la capacidad productiva de las personas, de las comunidades y de naciones enteras. Por lo tanto, la reducción de la incidencia del hambre es una inversión excelente, pues permite que quienes se encuentran en un estado de dependencia económica y marginación pasen a participar en el crecimiento y el desarrollo y a contribuir a ellos con su talento y energía. Somos conscientes también de que la extrema pobreza y la privación a gran escala, en un mundo cuyas partes están cada vez más interconectadas, generarán sin duda tensiones sociales y políticas que no pueden aplacarse fácilmente y tienen efectos desestabilizadores de alcance mundial. Por consiguiente, es de interés para todos, tanto ricos como pobres, que la lucha contra el hambre y la pobreza avance con mayor rapidez.

La pobreza se concentra principalmente en las zonas rurales, especialmente entre los pequeños agricultores y las familias sin tierra. Gran parte de la pobreza urbana es consecuencia de la privación y el declive económico en las zonas rurales, que generan una emigración desesperada a las ciudades. Creemos que la lucha para reducir la pobreza debe comenzar en el campo. Además, debe comenzar con unas políticas y unos recursos que fomenten el crecimiento y un desarrollo rural de base amplia. Por ello, nos preocupa profundamente el hecho de que en los últimos diez años se haya producido una aguda disminución de los recursos -tanto nacionales como internacionales- destinados al desarrollo agrícola y rural en los países en desarrollo. Asimismo nos preocupa que el sistema comercial internacional no responda con suficiente rapidez a las necesidades de los países en desarrollo, que precisan unos mercados más abiertos a sus productos agrícolas, y limite de este modo una de las mejores oportunidades para reducir la pobreza rural.

Nuestras instituciones han colaborado para preparar este breve documento con la esperanza de que las pruebas que en él se presentan persuadan a los delegados de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de la importancia fundamental que reviste invertir las tendencias perjudiciales en las orientaciones de la financiación para el desarrollo. Confiamos en que nuestro mensaje llegue a sus destinatarios a fin de que en las estrategias de reducción de la pobreza de la mayoría de los países y en las decisiones, de ámbito nacional e internacional, sobre asignación de recursos se conceda una prioridad mucho más alta al aumento de las inversiones con vistas a reducir el hambre, incrementar la producción de los pequeños campesinos y promover el desarrollo rural.

Les recomendamos que lean el presente documento y esperamos con interés sus observaciones y propuestas.

Jacques Diouf
Director-General, FAO

Lennart Båge
Presidente, FIDA

Catherine A. Bertini
Directora Ejecutiva, PMA

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