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Los bosques como farmacopea:
identificación de nuevos tratamientos para el
paludismo basados en la utilización de las plantas

J. Muriuki

Jonathan Muriuki es un científico asociado en el Tema de árboles y mercados del Centro Internacional de Investigación en Agroforestería (ICRAF), Nairobi (Kenya).

Una reunión sobre las sustancias antipalúdicas de herboristería ha señalado que la evolución de los medicamentos basados en el conocimiento tradicional de las plantas autóctonas puede ser una promesa para la medicina de los países en desarrollo mayor que para los mercados de los países desarrollados.

El paludismo sigue siendo una de las enfermedades más comunes en las regiones tropicales del mundo. A escala mundial, hay de 200 millones a 450 millones de infectados por año con más de 2,7 millones de defunciones. El paludismo es endémico en más de 100 países tropicales en desarrollo, y su control es uno de los principales objetivos de mejoramiento sanitario mundial. Habida cuenta de la extensión del surgimiento de cepas resistentes de Plasmodium spp., el patógeno responsable de la enfermedad, se realizan inmensos esfuerzos para hallar alternativas a los tratamientos habituales, derivados de quinina y antipalúdicos sintéticos, que aún son insuficientes para satisfacer las necesidades.

Por varios siglos, la lucha contra el paludismo se ha basado en los preparados de herboristería, en particular en los productos forestales. Las infusiones de ajenjo (Artemisia annua) han sido utilizadas en China durante 2 000 años; la corteza de Cinchona ledgeriana se usaba mucho antes de que se aislara su ingrediente activo, la quinina, en 1820. Muchas otras plantas como la Warburgia ugandensis y la Azadirachta indica han sido utilizadas en el tratamiento de la enfermedad o como insecticidas para el control del vector (mosquitos).

Los remedios herbarios, a menudo, han sido utilizados en la medicina tradicional o natural, si bien algunos han ingresado en las farmacias convencionales. Sin embargo, en la actualidad, varias autoridades del ámbito médico, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS), han llegado a reconocer la fitoterapia como un tratamiento factible para diferentes dolencias. Recientemente, la OMS ha dedicado gran atención, por ejemplo, a la Artemisia annua, y a otros antipalúdicos de herboristería. Recientemente, se ha identificado el ingrediente activo de la Artemisia annua, la artemisinina. Los estudios etnobotánicos han indicado más de 1 200 especies con efectos antipalúdicos y si se avanzara en la investigación, algunas podrían tener un gran potencial en el control de esta devastadora enfermedad.

El paludismo no se puede considerar una enfermedad de secundaria importancia, dado el interés de la OMS por controlarlo, pero como afecta principalmente a las poblaciones pobres en las zonas tropicales, la retribución de la prospección biológica en busca de moléculas activas que pudiesen guiar a nuevos medicamentos es poco atractiva para las grandes compañías farmacéuticas. Sin embargo, el interés de los países desarrollados podría aumentar si considerásemos que el recalentamiento mundial podría propagar el alcance de la enfermedad. Si bien existen métodos tradicionales en todas las zonas tropicales, se han dedicado escasos esfuerzos a ensayarlos como alternativas económicas a los medicamentos farmacéuticos convencionales.

Para coordinar la investigación y los esfuerzos invertidos con miras a la creación de un suministro estable de formas de tratamiento seguras, adecuadas y económicas para todas las personas afectadas por el paludismo, el Centro para el desarrollo de la empresa (una institución del Grupo de Estados de África, del Caribe y del Pacífico y de la Unión Europea) y el Centro Internacional de Investigación en Agroforestería (ICRAF) organizaron la Reunión sobre medicamentos antipalúdicos de herboristería, del 20 al 22 de marzo de 2006, en África. Los expertos en agronomía y botánica, los agricultores, los fabricantes y los comerciantes farmacéuticos, los investigadores, los fitoterapeutas, los especialistas en regulación y certificación de la calidad, los administradores de la sanidad publica y los representantes del gobierno debatieron sobre las perspectivas de nuevas soluciones y del progreso realizado sobre la base de los compromisos asumidos por los gobiernos africanos para controlar la enfermedad, especialmente mediante el proyecto «Hacer retroceder el paludismo», que promueve particularmente el uso de mosquiteros tratados con insecticidas como una medida preventiva.

Un informe de la investigación realizada por el Instituto de Investigación Médica de Kenya (KEMRI) (Rukunga y Simons, 2006), propuesto como documento de trabajo para la reunión, revela que varias sustancias químicas con potencial antipalúdico pueden obtenerse investigando las formulas antipalúdicas tradicionales. De las más de 300 especies analizadas en más de 10 años de investigaciones, se halló que 84 especies en 34 familias presentaban una elevada actividad antipalúdica y que otras 138 especies en 50 familias presentaban una actividad moderada. El Proyecto de investigación sobre métodos tradicionales antipalúdicos (RITAM) ha emprendido actividades para ensayar las posibilidades de los métodos tradicionales para el control del vector y sus repelentes, la prevención y el tratamiento. En la reunión se presentaron las especies posibles para una futura investigación, tales como Azadirachta indica y Phytolacca dodecandra.

Las especies y arbustos forestales como Entandrophragma angolense, Picralima nitida, Schumanniophyton magnificum y Thomandersia hensii (Bickii et al., 2007), Mammea africana (Okokon, Udokpoh y Essiet, 2006), Annona senegalensis (Ajaiyeoba et al., 2006) y otros (véase Willcox, Bodeker y Rasoanaivo, 2004) ya han mostrado potencial, pero permanecen los obstáculos en lo que se refiere al desarrollo y aprobación del producto. En la reunión, tomando en cuenta la tasa actual de defunciones, los participantes expresaron su descontento por la lentitud del proceso de elaboración de medicamentos convencionales basados en el aislamiento de compuestos químicos puros o de sus derivados procedentes de plantas medicinales. Una alternativa factible es verificar la información etnobotánica de las personas que practican la medicina tradicional mediante ensayos científicos de toxicidad y de pruebas de confirmación clínica. En África, actualmente, varios países poseen productos formulados de esta manera. Los ejemplos presentados en la reunión incluían Manalaria y Sansiphos (República Democrática del Congo), Malarial (Malí) y Phyto-Laria (Ghana).

Se plantearon preocupaciones acerca de la posible toxicidad de los productos elaborados a partir de los medicamentos herbarios y la posibilidad de que el Plasmodium spp. pudiese desarrollar resistencia a ellos. Debido a estas preocupaciones, sólo uno de los diferentes productos derivados de Artemisia annua había obtenido la aprobación de la OMS en marzo de 2006. Las instituciones que abordan las cuestiones relativas a la inocuidad, eficacia, ensayo y aprobación de los medicamentos comprenden a la Asociación para las Normas de Plantas Africanas Medicinales, creada en 2005 con el fin de establecer normas de calidad y compilar el perfil de las principales plantas medicinales, y un centro para coordinar la investigación en la medicina tradicional establecido por la OMS y con sede en el Congo.

¿Cuál es el futuro del enorme potencial de las terapias antipalúdicas proveniente de los bosques para ameritar su conservación? El interés por la Artemisia annua ha conducido a realizar esfuerzos para su cultivo en China, India, Viet Nam, y África oriental, creando oportunidades para que los agricultores aumenten sus ingresos y aumenten los empleos en la industria de extracción. Existe un enorme potencial para el cultivo de otras plantas medicinales en las zonas tropicales si se dispone del germoplasma adecuado y si se mejora la tecnología de propagación. Las estimaciones indican que al menos el 60 por ciento de los productos medicinales derivados de las plantas actualmente proviene de la explotación de los recursos naturales. El conocimiento autóctono utilizado en las terapias tradicionales, a menudo, incorpora las prácticas de conservación utilizadas por las comunidades. Sin embargo, si se crearan más productos antipalúdicos comerciales, los posibles beneficios debidos a las ganancias de los grupos recolectores podrían determinar la extinción de especies de mayor utilidad.

La investigación para dar prioridad a las especies antipalúdicas debería seguir, por tanto, a los esfuerzos para estimular su cultivo, y simultáneamente garantizar los derechos de las comunidades que viven en las proximidades de los bosques para obtener beneficios de la recogida sostenible de los productos medicinales.

Las actas completas de la reunión se hallan disponibles en:
www.worldagroforestry.org/treesandmarkets/antimalariameeting/proceedings

  Bibliography

Ajaiyeoba E., Falade, M., Ogbole, O., Okpako, L. y Akinboye, D. 2006. In vivo antimalarial and cytotoxic properties of Anna senegalensis extract. African Journal of Traditional, Complementary and Alternative Medicines, 3(1): 137-141.

Bickii, J., Feuya Tchouya, G.R., Tchouankeu, J.C. y Tsamo, E.
2007. Antimalarial activity in crude extracts of some Cameroonian medicinal plants. African Journal of Traditional, Complementary and Alternative Medicines, 4(1): 107-101. (En prensa.)

Okokon, J., Udokpoh, A. y Essiet, G.
2006. Antimalarial activity in Mammea africana. African Journal of Traditional, Complementary and Alternative Medicines, 3(4): 43-49.

Rukunga, G. y Simons, A.J.
2006. The potential of plants as a source of antimalarial agents – a review. Berlín, Alemania, PlantaPhile Publications.

Willcox, M., Bodeker, G. y Rasoanaivo, P., eds.
2004. Traditional medicinal plants and malaria. Boca Raton, Florida, EE.UU., CRC Press.


Planta de Artemisia annua 10 semanas después de su plantación; las hojas son una fuente de artemisinina, un potente antipalúdico

EcoPort (www.ecoport.org)/47713/P. Griffee

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