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Cuando el bosque escuece:
árboles forestales, alergias e irritantes

B. Moore, G. Allard y M. Malagnoux

Beverly Moore es un consultor establecido en Newfoundland (Canadá).
Gillian Allard es Oficial de Protección Forestal, y Michel Malagnoux es Oficial forestal de zonas áridas, en el Departamento Forestal de la FAO, Roma.

Las personas que trabajan en zonas forestales, viven en ellas o las visitan
pueden tener que precaverse de la flora y la fauna capaces de provocar
reacciones alérgicas (inmunológicas) o irritantes (no inmunológicas).

Los escarabajos de ampolla (Epicauta spp.) segregan una sustancia que causa ampollas al contacto con la piel humana
www.forestryimages.org/2106087/D. Cappaert

INSECTOS IRRITANTES

Los insectos de los bosques desempeñan muchas funciones valiosas en el ecosistema forestal, por ejemplo como polinizadores, como descomponedores de materia orgánica en el proceso de reciclaje del carbono, o como agentes de control biológico de otros insectos y malezas. De ellos obtienen también las comunidades locales importantes alimentos, medicinas, miel, cera, seda y otros productos. Algunos de esos mismos insectos, sin embargo, han desarrollado sistemas químicos de defensa consistentes en venenos segregados o inyectados mediante mordeduras o picaduras, que pueden causar reacciones sencillas localizadas o reacciones sistémicas más graves en personas sensibles (Burns, 1992).

Las picaduras de insectos dípteros (mosquitos y moscas), sifonápteros (pulgas) y hemípteros (chinches) a menudo provocan reacciones localizadas como sudor, enrojecimiento, endurecimiento de tejidos, escozor, hipertermia local, ampollas, llagas, urticaria y dolor (Hoffman, 1986). Las reacciones alérgicas graves, casi siempre causadas por los aguijones venenosos de los himenópteros (abejas, hormigas y avispas), conllevan síntomas análogos pero pueden también producir fiebre, hinchazón de los ganglios linfáticos y conmoción anafiláctica (Evans y Summers, 1986).

Ciertos insectos segregan sustancias que pueden provocar reacciones irritantes o alérgicas por el simple contacto, a veces incluso tras la muerte del insecto. Las secreciones de escarabajos de ampolla, por ejemplo, producen ampollas graves al contacto con la piel humana (Burns, 1992).

Las larvas y a veces los adultos de muchas especies de lepidópteros (mariposas y polillas) tienen pelos o espinas urticantes que los protegen de los predadores pero que pueden también irritar la piel humana por contacto accidental (Burns, 1992; AFPMB, 2002) (véase el recuadro, pág. 52). La irritación es causada por un veneno derramado cuando las puntas de los pelos se quiebran en la piel humana. La gravedad de la irritación es variable. Los síntomas pueden aparecer inmediatamente tras el contacto o demorarse horas o incluso días; suelen ser temporales, con una duración de alrededor de una semana. Consisten en escozor, que suele ir seguido de sarpullidos; en las reacciones graves puede haber síntomas de malestar y fiebre ligera. En el ojo, los pelos de las orugas pueden producir conjuntivitis, oftalmia nodosa (una hinchazón redonda gris en el punto de cada pelo inserto en el ojo) e incluso inflamación de todo el ojo.

Los pelos de algunas especies conservan sus propiedades urticantes mucho después de haberse desprendido. Se sabe que los pelos de oruga transportados por el aire pueden penetrar en el sistema respiratorio humano, causando una respiración fatigosa o alergias por inhalación. Ingeridos, los pelos de oruga pueden producir irritación en la boca. Algunos visitantes de los bosques pueden haber mostrado síntomas en la piel, los ojos y el sistema respiratorio sin haber tenido contacto directo con las orugas (Vega et al., 1999). En Australia se registró un brote de dermatitis y conjuntivitis en un personal de oficina expuesto a los pelos urticantes transportados por el aire de las orugas de polilla del muérdago (Euproctis edwardsii) criadas en un eucalipto cercano (Balit et al., 2001).

Como se deduce de los ejemplos del recuadro, para evitar problemas con estos insectos es necesario a veces mantener al público alejado del bosque durante los períodos críticos. Para que una abundancia de orugas no menoscabe el valor recreativo de los bosques, a veces se tratan zonas dterminadas con productos químicos o biológicos, pero éstos pueden causar a su vez problemas por la extensión del producto pulverizado o la contaminación del agua freática, así como por la pérdida posible y no deseada de ciertas especies. La vigilancia de las poblaciones de plagas locales desde el comienzo de su formación y unas oportunas medidas correctoras deben impedir que los brotes locales de plagas alcancen proporciones excesivas.

Orugas peludas: algunos ejemplos de los problemas que pueden causar

  • Se han registrado muchos casos de dermatitis y urticaria tras contactos con orugas de la mariposa lagarta (Lymantria dispar), una de las plagas más dañinas de los bosques de frondosas y de los árboles umbrosos, frutales y ornamentales en todo el hemisferio norte (Diaz, 2005). Durante una grave epidemia en Bulgaria en 1996-1997 fue necesario cerrar algunas zonas forestales de recreo para impedir que la gente entrara en contacto con los insectos.
  • Las orugas procesionarias, como Thaumetopoea spp. y Ochrogaster spp., son no solo causas importantes de daños forestales, sino que han causado también frecuentes brotes de dermatitis, lesiones oculares y reacciones alérgicas en Australia, Europa, Japón y Estados Unidos (Diaz, 2005; Vega et al., 1999). La oruga procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) puede permanecer varios años en la fase crisálida si las condiciones medioambientales no son favorables. En consecuencia, pueden aparecer simultáneamente mariposas de varias generaciones cuando se dan condiciones favorables, causando graves epidemias (Vega et al., 1999). El contacto con larvas muertas, capullos, nidos y sus restos en pinares infestados puede causar también dermatitis en cualquier época del año. Durante ciertas epidemias en Francia, se han realizado campañas informativas para mantener al público alejado de las zonas afectadas. En Israel, la T. pityocampa aparece en plantaciones de pinos y en árboles urbanos y es considerada como una plaga grave de importancia médica que causa problemas oculares e incluso ceguera temporal (Solt y Mendel, 2002).
La oruga procesionaria del pino, Thaumetopoea pityocampa, es una plaga dañina que causa epidemias de dermatitis y problemas en los ojos
www.forestryimages.org/1241018/J.H. Ghent/USDA Forest Service
  • El contacto directo con orugas vivas o muertas de la mariposa del pino (Dendrolimus pini) o sus capullos produce la llamada dendrolimiasis, que se caracteriza por dermatitis, artritis inflamatoria, inflamación de cartílagos, osteoartritis crónica y, rara vez, escleritis aguda (inflamación de la capa blanca dura exterior del globo ocular) (Diaz, 2005). En Mongolia, el cinturón verde que rodea Ulan Bator se ve periódicamente infestado por la polilla siberiana (Dendrolimus sibiricus), y los niños que viven en las cercanías han experimentado reacciones alérgicas a las orugas peludas, que penetran en sus casas durante las epidemias. El contacto con pelos o secreciones de las larvas produce dermatitis grave y reacciones sistémicas que afectan a las articulaciones y a otras partes del cuerpo. En la República Democrática de Corea, los trabajadores forestales han experimentado dermatitis grave a causa de las plagas periódicas del mismo insecto.
  • En Trinidad y Tabago, la palometa peluda (Hylesia metabus) se considera como un gran problema de salud pública, que causa dermatitis grave y reacciones alérgicas, problemas respiratorios,
    fiebre, neuralgias, náuseas y conjuntivitis. Fuertes infestaciones periódicas de esta oruga han obligado a cerrar temporalmente escuelas y negocios, y a interrumpir la producción de petróleo y las actividades pesqueras (GISP, 2006).
Los pelos urticantes de las orugas de la mariposa lagarta, Lymantria dispar, causan dermatitis y urticaria
www.forestryimages.org/1361064/J.H. Ghent
  • Las orugas Lonomia (L. achelous y L. obliqua) pueden afectar a la coagulación de la sangre y ser causa de hemorragias cerebrales y dolencias renales agudas. Por las altas tasas de mortalidad, el contacto con estas orugas sudamericanas es un grave problema sanitario en Brasil y Venezuela. Previsiblemente, el problema se intensificará con la creciente conversión de tierras forestales para la agricultura, que llevará a un contacto más estrecho de la población con dichas orugas (Diaz, 2005).
  • En los Estados Unidos, muchos trabajadores forestales en zonas fuertemente infestadas con la oruga de la polilla de hierba (Orgyia pseudotsugata) han experimentado escozor en la piel y los ojos, catarros, toses y dificultades respiratorias (Press et al., 1977).

IRRITACIONES Y ALERGIAS POR SUSTANCIAS ARBÓREAS

El contacto de algunas sustancias de los árboles puede causar dermatitis irritante o alérgica (véase el cuadro, pág. 54). Las sustancias causantes de dermatitis irritante pueden estar en la corteza y la albura, la savia, la goma, la resina o las hojas, según las especies. Entre las especies que pueden plantear pro­blemas al personal forestal están la teca (Tectona grandis), la peroba blanca (Paratectoma spp.), el cedro rojo occidental (Thuja plicata) y el iroko (Milicia regia y Milicia excelsa) (Wilkinson y Rycroft, 1992). Además puede ser alérgico el serrín de muchas especies madereras importantes, como haya, abeto, caoba, arce, roble, obeche, ramin, nogal y teca (Lofarma, 2006).

Las plantas forestales más conocidas por causar dermatitis alérgica de contacto son las del género Toxicodendron como la hiedra venenosa (T. radicans), el roble venenoso oriental (T. quercifolium), el roble venenoso occidental (T. diversiobum), el zumaque venenoso (T. vernix) y el árbol de la laca (T. vernicifluum) (Wilkinson y Rycroft, 1992). El urushiol, principal componente alérgico, se distribuye abundantemente por toda la planta: hojas, tallos y raíces. La dermatitis alérgica resulta del contacto directo con la savia de una parte de la planta aplastada o dañada, aunque el contacto indirecto por vestido, calzado, instrumentos, animales domésticos e incluso el humo de una planta quemada puede asimismo producir análoga reacción.

El polen de árboles, arbustos, mato­rrales y hierbas es una de las principales causas de alergia. Las personas sensibles pueden padecer rinitis, conjuntivitis, fiebre del heno, asma, dermatitis e incluso fuerte anafilaxia al contacto con el polen (Barral et al., 2004). En Italia, un laboratorio farmacéutico que prepara alérgenos para terapia desensibilizadora utiliza polen de 23 géneros arbóreos (Acer, Aesculus, Alnus, Betula, Corylus, Cryptomeria, Cupressus, Fagus, Fraxinus, Juglans, Juniperus, Ligustrum, Morus, Olea, Pinus, Platanus, Populus, Quercus, Robinia, Salix, Sambucus, Tilia y Ulmus) (Lofarma, 2006). El polen de cedro rojo occidental (Thuja plicata) produce frecuente asma y rinitis profesional entre los trabajadores de serrerías del occidente de Estados Unidos y Canadá (Frew et al., 1993). Otros árboles que suscitan alergias relacionadas con el polen son el cedro (Cedrus spp.) y el mezquite (Prosopis juliflora).

En zonas urbanas, algunos de los árboles que se plantan más comúnmente son especies alergénicas conocidas por el mucho polen que producen. Como estos árboles están próximos a los ciudadanos, no es sorprendente el aumento de las alergias en las poblaciones urbanas (Thompson y Thompson, 2003). Está claro que es preciso considerar lo que se planta e identificar plantas y árboles poco o nada alergénicos. La ingeniería genética de esterilización completa o masculina puede ayudar a encontrar una solución reduciendo la producción de polen alergénico (Brunner et al., 1998).

Se ha comprobado que las enfermedades alérgicas como asma, rinitis y eccemas se han cuadruplicado en los últimos 30 años, sobre todo en los países desarrollados (Davies, Rusznak y
Devalia, 1998). Se ha indicado recientemente que la urbanización, con sus elevados niveles de contaminantes y emisiones de gases por los vehículos, tiene relación con la creciente frecuencia de alergias inducidas por el polen que se observa en los países más industrializados. Según estudios realizados en Japón, por ejemplo, la frecuencia de rinoconjuntivitis en los residentes urbanos de avenidas con intenso tráfico bordeadas con viejos cedros japoneses (Cryptomeria) era casi el triple que en los residentes en el bosque de cedros donde el tráfico era menor, pese a que en ambas zonas el nivel de polen era análogo (Davies, Rusznak y Devalia, 1998).

En América del Norte, los conocedores de los bosques aprenden a identificar las tres hojas de la hiedra venenosa (Toxicodendron spp.) y a evitar su contacto
www.forestryimages.org/0008418/P. Wray/Iowa State University

Principales especies arbóreas comerciales que pueden causar dermatitis (lista no exhaustiva)

Nombre científico

Nombre común

Origen

Afzelia spp.

Afzelia, doussié, lingué

África

Alnus spp.

Aliso

Zona templada

Andira inermis

Pangelín, yaba

América del Sur

Aspidosperma spp.

Peroba rosa, quebracho

Brasil, Argentina

Aucomea klaineana

Ocume, gaboon

África occidental

Bassia latifolia

Basia, mahua

África

Brya ebenus

Ébano americano, ébano verde

América del Sur

Cassia siamea

Tagayasan

China, Asia sudoriental

Chloroxylon swietenia

Madera satinada de las Indias

Indias orientales

Dalbergia cearensis

Palisandro real, palisandro violeta

América del Sur

Dalbergia latifolia

Palisandro de la India, madera negra de Bombay, sissoo

India

Dalbergia melanoxylon

Madera negra africana

África occidental

Dalbergia nigra

Palisandro del Brasil

América del Sur

Dalbergia retusa

Cocobolo

América Central y América del Sur

Dalbergia stevensonii

Palisandro de Honduras

América del Sur

Distemonanthus benthanianus

Ayan, madera satinada de Nigeria

África occidental

Fagara flava (= Zanthoxylum flavum)

Madera satinada de Indias occidentales

Indias occidentales

Fagara macrophilla

Olon

África ocidental

Gonostylus bancanus

Ramin, melawis

Asia sudoriental

Gossweilerodendron balsamiferum

Agba, tola branca

África occidental y central

Guarea thompsonii

Guarea

África

Hernandia sonora

Topolite

Trinidad

Khaya anthotheca

Caoba africana

África

Liriodendron tulipifera

Tulipero, tulipero de Virginia

Estados Unidos

Mansonia altissima

Mansonia, nogal negro africano

África occidental

Milicia excelsa

Iroko, teca africana, kambala

África oriental

Milicia regia

Iroko, teca africana, kambala

África occidental

Mimusops heckelii

Makoré, baku

África occidental

Nectandra rodiaei

Bebeerú, bibirú

Indias occidentales

Octoea spp.

Louro, jigua, pisie

América del Sur

Paratecoma peroba

Peroba

Brasil

Pericopsis elata

Afrormosia, kokrodua, asamela

África occidental

Phoebe porosa

Nogal del Brasil

América del Sur

Picea spp.

Picea, abeto

Zona templada

Pinus spp.

Pino

Zona templada

Prosopis juliflora

Mezquite

Estados Unidos

Tabebuia spp.

Lapacho, suayacan, ipé

América del Sur

Taxus baccata

Tejo

Zona templada

Tectona grandis

Teca

Myanmar, Asia sudoriental 

Thuja plicata

Cedro rojo occidental

América del Norte

Ulmus spp.

Olmo

Zona templada

Fuente: Wilkinson y Rycroft, 1992.

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