Página precedente Indice Página siguiente


Bosques en un mar de arena

B. Ben Salem y Talat M. Eren

B. BEN SALEM es encargado de asuntos forestales de zonas áridas y semiáridas del Departamento de Montes de la FAO: TALAT M. EREN es Jefe de la Subdirección de Conservación de Montes y Tierras Incultas de dicho Departamento.

Entre los principales cometidos de la CEPAO, figura la elaboración de políticas y métodos forestales idóneos para las condiciones ecológicas y las necesidades agrícolas de la región. Casi todas las localidades poseen condiciones adecuadas para mejorar los recursos madereros y para plantar árboles.

Al considerar el posible rol de la forestería en el desarrollo rural global cabe hacerse algunas preguntas: ¿es posible?. ¿es necesaria?, ¿es económica? A nivel local es claro que las respuestas a estas preguntas son dite. rentes, pero casi sin excepción cada lugar o provincia tiene algunos suelos y condiciones de drenaje que permiten elevar la productividad de sus recursos madereros y plantar árboles en beneficio de la población.

La necesidad de averiguar qué posibilidades ofrece la forestería a nivel regional en los países abarcados por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Asia Occidental, se basa en tres premisas:

1. La vegetación leñosa y la vegetación perenne del medio árido son las que mejor aprovechan el suelo y el clima. Las plantas más robustas, a diferencia de las anuales, son las que se adaptan mejor. Su desarrollo no depende de que las lluvias comiencen dentro de dos semanas a contar de una fecha determinada; cubren mejor el suelo y duran más. Sus raíces contribuyen a profundizar y mejorar el suelo; su sombra facilita el metabolismo de las plantas menos dotadas por la naturaleza y les brinda algunos de los beneficios de la protección de suelos de que disfrutan ellas mismas. Las leñosas perennes autóctonas y exóticas son más rentables porque sus productos constituyen toda una gama: forraje, madera, productos secundarios e incluso alimentos para la población. En la zona árida estas funciones son continuas e indispensables para el mantenimiento de la agricultura y también para el desarrollo de la economía rural.

2. El crecimiento de la población humana y de las aspiraciones a una vida mejor hacen que la búsqueda de recursos naturales con posibilidades de desarrollo y utilización constituya un imperativo. Sólo alrededor del 30% de la superficie territorial de la región (455,7 millones de ha) es terreno arable, pasto permanente, monte 0 bosque. Del 70% restante, una gran parte (331 millones de ha) es desierto o terreno marginal. Los bosques y montes constituyen aproximadamente el 1,7% de la superficie territorial. El crecimiento de las necesidades humanas de alimentos y de fibras puede satisfacerse aumentando la productividad por unidad de superficie productora, 0 incorporando nuevas tierras al cultivo. En este contexto la forestería está llamada a jugar un rol importante, tanto elevando la producción agrícola como contribuyendo a suplir las deficiencias de otros terrenos (regulación de las aguas, mejora del clima, estabilización de los suelos, etc.).

3. Para ser rentable, toda actividad de producción agrícola en estos parajes áridos debería dar como resultado una productividad más elevada y sostenida a largo plazo. Con una precipitación anual fluctuante, frecuencia de sequías y algunos casos de inundaciones, esto no puede lograrse sin la conservación. Esta tendencia a la productividad sostenida es la que justifica realmente la necesidad de actividades mayores y más coordinadas a nivel local, subregional y regional. Esto debería hacerse para impedir la pérdida de calidad de los terrenos productivos, para detener el proceso de degradación, y por último para rehabilitar y restablecer las áreas perdidas para la utilización productiva.

Estas consideraciones sobre el rol de los bosques y de las plantaciones de árboles y arbustos. no sitúan la producción de madera como objetivo principal sino como subproducto de los cortavientos y de las labores de estabilización de los suelos. El rol de los árboles y arbustos, de los bosques y de las actividades forestales en la parte árida de región. debería considerarse sobre todo como un método para restablecer y elevar la fertilidad de los suelos. En medio árido ésta es una solución fundamental para fomentar la producción agropecuaria, reduciendo los daños de las sequías frecuentes y mejorando la economía rural. Pero aunque en las regiones más húmedas se ha progresado mucho en el desarrollo agrícola y forestal, se ha prestado poca o ninguna atención a los bosques y a la utilización de los árboles y arbustos del desierto para apoyar la agricultura de las tierras áridas. La baja productividad de la agricultura de secano, sumada a las fluctuaciones de los rendimientos debidas a las variaciones de las precipitaciones, tienden a desalentar las inversiones en insumos científicos.

La razón para dar prioridad en la asignación de los escasos fondos al tipo de agricultura más intensiva (incluso la de riego) puede parecer justificada en términos económicos. Pero esta política. dondequiera que se haya adoptado. ha puesto en movimiento un circulo vicioso: la falta o escasez de inversión financiera y tecnológica en las tierras áridas perpetúa la producción inferior y el despilfarro de los recursos.

PREPARACIÓN DE TERRAZAS PARA CEDROS EN EL LÍBANO la función de los bosques es conservar la tierra para la agricultura

La desertificación ya constituye un peligro para la región. La disminución de la productividad agrícola y la pérdida irreversible de los recursos naturales son daños económicos que pagará tarde o temprano toda la sociedad, si no se hace nada por detener esta degradación de las tierras.

Aunque sólo el 1,7% de la superficie de esta parte del mundo está cubierta de bosques y montes, éstos juegan un rol importante como apoyo fundamental para regular las aguas, mejorar el clima y estabilizar los suelos.

Hay que comparar con la vegetación indígena las costosas plantaciones de árboles. Los arbustos pequeños y matas del país pueden manejarse para lograr una protección barata de suelos y aguas y obtener productos no madereros como miel, extractos farmacéuticos y forraje.

Potenciales forestales

Los potenciales forestales de la región de la CEPAO son limitados, si se analizan y examinan en relación con las posibilidades de plantación de árboles o manejo de los bosques existentes para producir madera, salvo en los países que disponen de agua y de tierras (Siria, Iraq). Pero faltando agua de riego, la plantación de árboles tiene posibilidades submarginales. Si las plantaciones forestales y los bosques existentes se integran con la agricultura y la ganadería, las perspectivas parecen mejores. Con un mayor énfasis en la conservación y utilización de la vegetación leñosa y de los recursos de suelos y aguas, es posible elevar ano más el potencial de desarrollo. Aprovechando para el turismo los productos no madereros de valor comercial y la fauna (caza y observación de la caza mayor), las perspectivas serían aún más rentables.

Así, el problema es cómo integrar dentro de una misma zona ecológica los usos posibles de la tierra, tales como la agricultura, la ganadería y la forestería. Como es lógico, dicha integración debe basarse en principios ecológicos y armonizarse con el desarrollo general a escala nacional.

En las zonas desérticas propiamente tales, sólo es posible una ganadería extensiva de carácter nómade, basada en la utilización de la fauna y, en años excepcionalmente lluviosos, de animales domésticos. Pero en otras zonas de la amplia región de la CEPAO, hay muchas políticas alternativas.

En la zona árida (todos los países de la región) las opciones del manejo por lo general se limitan a los pastos nativos, a la ganadería extensiva, a la producción de material leñoso, gomas, resinas y fauna, y se realizan en un sistema silvopastoral. La agricultura debería limitarse a ciertas áreas que tienen suficientes recursos de agua freática (manantiales y pozos), o donde ha sido posible concentrar el agua de superficie o modificar drásticamente las zonas bajo riego. En vez de plantar árboles que alcanzan gran altura, en este bioclima seria mejor plantar y manejar una vegetación baja que retenga los granos de arena que acarrea el viento, evite la formación de zonas de acumulación por la erosión eólica y dé una aspereza natural al suelo. Al respecto es de suma importancia un mejor conocimiento de la ecología, conservación y utilización de la vegetación de zona árida. Esta vegetación se podría utilizar para estabilizar las dunas, como reserva de pastos y para producir materia prima industrial.

Zona semiárida. En la zona semiárida (Iraq, Jordania, Líbano, Siria) hay más opciones de manejo que en las zonas áridas: arboricultura, plantas alimenticias y forrajeras, madera para la industria, ganadería intensiva y una combinación de estas opciones en un sistema de manejo agrosilvopastoral. Las actividades relacionadas con los árboles y los bosques están llamadas a jugar un rol preponderante de apoyo a la producción tanto agrícola como ganadera:

· Los árboles en hileras protegen los cultivos contra la erosión eólica y la sequedad.

· Los árboles intercalados protegen los cultivos y reconstituyen y enriquecen el suelo.

· Mejoradas as;, las zonas cultivadas pierden su carácter marginal, se hace posible la rotación de los cultivos y se logra producir el forraje y la leña tan necesarios.

· Una combinación perfecta de árboles semiforestales de fruto comestible, árboles forrajeros y árboles forestales, no sólo crea una base de producción diversificada y estable sino también, y sobre todo, un equilibrio agrícola y biológico.

· Así, la agricultura adquiere un carácter estable y equilibrado.

Pero en la mayoría de los países de la región los árboles en hileras o en grupos, que constituyen un continuum de la agricultura, aún no se consideran plenamente como parte integral del desarrollo agrícola. Los agricultores suelen mostrarse reacios a sacrificar cualquier superficie cultivada a estos elementos arbóreos, porque compiten por el agua que necesita la agricultura, sirven de refugio a insectos y aves, y a veces facilitan la formación de dunas a barlovento. Pero con una planificación y manejo adecuados se pueden obviar estos inconvenientes. Sobre todo es preciso convencer a los agricultores, mediante la educación y la demostración, de que estos inconvenientes suelen más que compensarse con el aumento de los rendimientos agrícolas en los terrenos protegidos y con la renta adicional que reporta la madera producida por los árboles.

La Comisión Económica de las Naciones Unidas para Asia Occidental

La CEPAO se fundó en 1974 en virtud de una resolución del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), para dar facilidades de más vasto alcance a los países que antes atendía la Oficina Económica y Social de las Naciones Unidas en Beirut (UNESOB). La sede de la CEPAO está en Beirut. El programa de la CEPAO se ocupa de: agricultura, bosques, desarrollo industrial, ciencia y tecnología, recursos naturales, desarrollo social y asentamientos humanos, y población y estadística en los estados miembros. Asigna prioridad a la lucha contra el avance del desierto.

Pertenecen a la CEPAO 13 países y la Organización de Liberación de Palestina

Países

Población

Arabia Saudita

10000000

Bahrein

300000

Egipto

41000000

Emiratos Arabes Unidos

650000

Iraq

12675000

Jordania

3000000

Kuwait

1275000

Líbano

3250000

Omán

875000

Qatar

200000

República Arabe Siria

8350000

República Arabe del Yemen

7300000

República Popular Democrática del Yemen

1900000

Total

90775000

Estrategia. Al examinar una estrategia de desarrollo forestal para la región de la CEPAO, debería resultar claro que habrá grandes diferencias de énfasis en las actividades forestales dentro de la misma subregión según las diversas condiciones ecológicas y socioeconómicas. Pero en vista de la etapa ya avanzada de degradación de los recursos naturales y del aumento de la presión demográfica, deberían tomarse medidas con la mayor rapidez posible para restablecer el equilibrio entre los recursos vegetales y los seres humanos y estimular el desarrollo global. Dentro de este marco hay dos políticas forestales posibles:

· Aceptar el rol establecido y reconocido de los bosques en la superación de los obstáculos físicos al desarrollo y su contribución a la rehabilitación, junto con un acento combinado y continuo en la conservación y protección de los recursos.

· Aplicar un método más dinámico, hacer más esfuerzos y destinar más recursos para avanzar hacia un nuevo régimen de uso de la tierra, preocupándose plenamente del problema del desarrollo, el manejo y la utilización de los diversos tipos de vegetación y demás recursos naturales propios de la región.

La primera opción pone el énfasis en medidas de conservación y rehabilitación, adaptadas a conjuntos específicos de condiciones del medio y a la degradación. Tiene por objeto combatir la desertificación y fomentar el desarrollo. Actividades importantes que merecen especial atención son:

· Estabilización de las dunas movedizas, mejora del clima mediante plantaciones ornamentales, regulación del agua en las hoyas hidrográficas.

· Plantación de cortinas protectoras, cortavientos y árboles aislados en terrenos agrícolas, para aumentar los rendimientos de las siembras as; como para producir madera para las fincas agrícolas y las aldeas.

· Apoyo a la ganadería con métodos silvopastorales, sobre todo creando reservas forrajeras que consisten en árboles y arbustos forrajeros.

· Producción de leña, carbón y otros productos forestales menores, mediante el manejo de los actuales bosques o la plantación de parcelas madereras en aldeas y fincas agrícolas.

· Utilización de la fauna, tanto para producir proteínas como para el turismo en forma de visitas a los predios y caza deportiva.

La segunda opción de desarrollo implica concentrar los esfuerzos en las especies arbóreas, arbustivas y leñosas de la zona árida. En último análisis, éste es el recurso de mayor valor económico para el hombre en la región. La gran superficie interesada y su aridez' as; como la multiplicidad y complejidad de sus problemas, confirman plenamente la necesidad de fomentar, manejar y utilizar esta vegetación leñosa. Muchas de las labores de cultivo y de manejo empleadas por los forestales podrían adoptarse y aplicarse al manejo de la vegetación natural perenne de las zonas áridas. En cuanto a la utilización, deberían usarse las mismas técnicas que se aplican a las especies arbóreas forestales tratándose de dicha vegetación y sus productos, como se indica a continuación:

· Estabilización de suelos y conservación de aguas empleando especies de utilidad múltiple que consuman poca agua (apoyo a la agricultura y a la ganadería).

· Producción de proteínas mediante la transformación de fauna y animales domésticos.

· Leña, fibra y goma (arábiga), resinas, taninos y otros extractos para perfumería, farmacia, etc.

Además se puede emplear esta vegetación perenne como fuente de materia prima industrial.

La segunda alternativa suele descartarse, pero parece tratarse de una opción cuya hora está por llegar. En muchas zonas áridas de Estados Unidos, México y Australia se instalan ya varias empresas que utilizarán como materia prima las plantas del desierto. Los productos no madereros de la vegetación forestal suelen considerarse marginales. pero en las zonas áridas, donde las posibilidades de crecimiento en altura son limitadas. juegan un rol económico importante. Para varios países de la región que tienen una gran superficie árida, esta opción tendría ventajas en relación con zonas más húmedas. Además de las ciencias forestales, se requerirán conocimientos y experiencia en otras disciplinas, sobre todo manejo de pastizales y agronomía y nociones de ecología, sociología y economía.

En esta región árida en vez de plantar árboles que crezcan en altura es mejor cultivar y manejar arbustos bajos. Esta impide que el viento se lleve la arena, crea la aspereza natural del suelo e impide la erosión eólica y la formación de dunas.

Obstáculos

Los principales obstáculos emanan de la política forestal y también de causas tecnológicas, socioeconómicas e institucionales.

Cada uno de los países estudiados determina su propia política forestal dentro del contexto de su política nacional. Pero hay aspectos de la política forestal semejantes en muchos países, sobre todo en cuanto a la insistencia por conservar terrenos forestales abandonados, aspectos que deberán reexaminarse. Este rol protector ha sido una de las principales razones aducidas para eliminar las cabras y dar apoyo financiero a la plantación de árboles. Pero esto también ha producido en la población local la impresión de que los forestales persiguen el objetivo de satisfacer las necesidades de los árboles y arbustos y no las del hombre. Así, fuera de una campaña de información bien pensada y coherente para rectificar dichas impresiones, los forestales deben hacer mayores esfuerzos por identificar más estrechamente sus medidas y los objetivos del manejo con los intereses de la población.

Hay que comparar la vegetación indígena con las plantaciones forestales que son muy caras y maduran en tres generaciones. ¿No son las matas y arbustos del sotobosque nativo de igual o mayor valor protector y no tienen una capacidad de rendimiento más inmediato' si se manejan para obtener productos no madereros tales como miel, extractos para perfumería y farmacia, y forraje? ¿No son éstas menos exigentes también. en cuanto a recursos de suelos y aguas, y no es más fácil adaptarlas a la nueva tendencia del desarrollo forestal en la región?

Al formular o revisar las políticas forestales nacionales seria también prudente que la administración forestal hiciera planes de políticas especificas y separadas para las zonas áridas. Al esbozar las políticas deberían considerarse plenamente los factores siguientes:

· La madera en si misma no puede ser el objetivo primario en la parte más seca de la zona árida, pero puede ser un subproducto de las cortinas protectoras o de las obras de estabilización de los suelos.

· Hay que reconocer como componente de facto del medio el que la población y el ganado dependen de esas tierras. Por eso las políticas deberían coordinar y armonizar este requisito con el manejo global, en vez de colocarlo en la categoría de « enemigos del bosque que hay que reprimir o eliminar ».

· La conservación de aguas y suelos. el manejo de la fauna y el recreo basados en las obras de vegetación, y los productos forestales no madereros, son los principales bienes y servicios a procurar.

En vista de la lenta respuesta del medio a la mejora, los planes deberían contemplar una labor sostenida y a largo plazo.

En general, el nivel de la tecnología aplicada a los bosques de la zona árida es relativamente bajo e insuficiente para afrontar y mucho menos resolver las dificultades. Esto no se debe tanto a la falta de conocimientos. sino al hecho de que las investigaciones realizadas en otros países con condiciones ecológicas semejantes no se han repetido ni aplicado suficientemente en la región de la CEPAO. En otros casos los resultados útiles no se han difundido, por falta de servicios de extensión suficientes o eficaces. Este es quizá el aspecto en el cual es más evidente la necesidad de cooperación regional.

A nivel socioeconómico, los problemas se deben a la baja productividad de los recursos, a su vulnerabilidad y a la participación mínima o nula de la población en la mejora de sus propios bosques. La participación de la población en el proceso de desarrollo nacional constituye un reto importante.

Los principales obstáculos institucionales al desarrollo forestal en la región de la CEPAO son: la escasez de personal calificado de todos los niveles profesionales, técnicos y trabajadores forestales especializados; la insuficiente capacidad administrativa de las burocracias forestales, y la insuficiencia de medios para lograr la participación de la población local en la ejecución de las políticas forestales. Un problema fundamental es la creación de establecimientos idóneos para capacitar personal competente en zonas áridas, que colabore estrechamente con los agricultores.

Es evidente que los bosques están llamados a jugar un rol fundamental en el desarrollo general de la región de la CEPAO. Un análisis de las estrategias de desarrollo forestal de la región, hecho por la Comisión. pone de relieve la necesidad de que los bosques hagan grandes contribuciones al desarrollo y al control del avance del desierto. En particular se señaló el rol de la vegetación leñosa, que representa una línea importante de acción para la utilización múltiple y también para el desarrollo. Pero en la búsqueda de soluciones desde el punto de vista de una u otra estrategia. lo más importante es fomentar el desarrollo de los recursos forestales y ayudar a los habitantes de esas zonas a dar su aporte a esa política y obtener sus beneficios.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente