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La crisis de la leña en Africa: mesa redonda de la FAO

Michael Pickstock

M. PICKSTOCK es corresponsal especial de la BBC.

El texto de este coloquio se ha adaptado de una emisión reciente de radio de la BBC, de la serie titulada «El mundo agrícola»

Pickstock: El hombre del paleolítico inició realmente una nueva era cuando inventó el hacha con la que podía talar árboles, algo que mucha gente está empezando a lamentar ahora. Mientras que los agricultores primitivos, desprovistos de hachas, tenían que cultivar tierras donde no hubiera árboles y dependían de la leña caída para alimentar sus fuegos, los descendientes, conocedores del hacha, pudieron talar bosques, ampliar los terrenos cultivables y, en consecuencia, aumentar la población.

Desde entonces la agricultura y la silvicultura han sido competidoras por el aprovechamiento del suelo, y con el rápido aumento de la población mundial en este siglo, la demanda simultánea de tierra cultivable y de leña ha reducido los bosques y los recursos de leña a niveles alarmantemente bajos. Al haber concentrado todo el mundo sus energías en conseguir alimentos suficientes, varios millones de personas se encuentran ahora en una situación trágica, puesto que disponen de los alimentos pero carecen de combustible para cocinarlos.

Acabo de pasar una semana en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en Roma. Hablando con Marc-René de Montalembert he descubierto hasta qué punto la escasez de leña es grave, especialmente en Africa. De Montalembert me ha ilustrado el estudio de la FAO sobre la madera tropical en el mundo, realizado en Africa y en otros países en desarrollo.

DE MONTALEMBERT: «... es necesario... despertar en los agricultores africanos la conciencia de que los árboles son un complemento de la agricultura, y no una alternativa.»

de Montalembert: En el caso de Africa, el cuadro que este estudio ofrece es verdaderamente dramático. En primer lugar, existe una población rural de unos 50 millones de personas - hablamos de una población esencialmente rural, sin acceso a otros tipos de combustibles - cuyo suministro mínimo de leña era deficitario ya en 1980. Esa población no dispone de leña suficiente en su entorno para cocinar sus alimentos y calentar sus hogares.

Pickstock: ¿Hagan lo que hagan? ¿Por lejos que vayan? ¿Nada?

de Montalembert: No tienen acceso a un suministro adecuado. Además de esos 50 millones - y seguimos hablando de 1980 - había otros 130 millones de personas, también campesinos, que no disponían de otras fuentes de energía y que únicamente conseguían un suministro mínimo de leña sobre explotando la vegetación circundante y los bosques vecinos. Desde luego, con ello se pone en peligro el suministro futuro.

Pickstock: ¿Están en camino de sumarse a los otros 50 millones?

de Montalembert: Irán a sumarse a los otros 50 millones, quienes, a su vez, van por un camino que no conduce a ninguna parte. Lo que desearía subrayar es que estos 180 millones de personas, aproximadamente, que en 1980 ya planteaban un problema grave, llegarán a ser casi 500 millones a fines de siglo, si no se toma antes alguna medida en gran escala.

Pickstock: ¿Y eso sólo en Africa?

de Montalembert: Sólo en el Africa subsahariana...

Pickstock: Marc-René de Montalembert es coordinador del Programa de energía de origen forestal del Departamento de Montes de la FAO, y su mayor preocupación es cambiar la actitud predominante, según la cual la agricultura y la silvicultura son actividades competitivas y mutuamente excluyentes.

de Montalembert: En muchos países subsiste aún la oposición tradicional entre silvicultura y aprovechamiento agrícola de la tierra. La población considera la silvicultura como un aprovechamiento válido de la tierra, pero que le priva de beneficios potenciales; los árboles se consideran un obstáculo que es necesario suprimir.

Pickstock: ¿No será que prefieren sacrificar los beneficios a largo plazo que producen los árboles, dados los largos ciclos necesarios para obtener un rendimiento, en favor de la ganancia rápida de una cosecha comercial o alimentaria?

de Montalembert: Esa es una razón. Otra es el crecimiento demográfico que lleva consigo la necesidad de más tierras para cultivar más alimentos, a falta de un aumento importante de la productividad agrícola. Lo que se necesita realmente es cambiar la actitud de la población rural ante la silvicultura, y demostrarle que ésta es parte integrante de su medio, que es posible proteger y ordenar los bosques, y utilizarlos en beneficio propio. En muchos casos ello supone cambios estructurales profundos. La responsabilidad de la protección y ordenación forestales debe transferirse parcialmente a la población local, que tendrá el incentivo de recibir directamente los beneficios de los bosques.

Pickstock: ¿Cree usted que la población debe considerar la silvicultura como parte de la agricultura, y no como algo diferente?

de Montalembert: Firmemente. La silvicultura es una parte integrante del desarrollo rural.

Pickstock: Desde luego, la crisis de la energía no es algo nuevo y hace diez años o más que vienen proponiéndose muchas ideas para hacer frente a la creciente escasez energética mediante la utilización de la energía solar, los molinos de viento, las turbinas hidráulicas y el biogás, por no citar más que cuatro fuentes alternativas. Pero para muchos millones de personas, no existe un sustitutivo real de la leña en un futuro inmediato. Se trata de un porvenir bastante deprimente, ¿no es cierto?

de Montalembert: La verdadera diferencia con el pasado, y lo que hace que el problema sea tan nuevo es, ante todo, que hoy día la gente tiene conciencia de que, al menos en los próximos veinte años, no habrá ningún sustitutivo de la leña en Africa. Tenemos, pues, que encontrar soluciones al problema de la leña. Ciertamente, la situación no es desesperada; en el plano técnico, las soluciones son conocidas. Pero si hemos de encontrar soluciones realmente efectivas al problema de la leña, deberán ser aplicables en gran escala.

Ello supone que no serán las instituciones públicas las que ofrezcan tales soluciones; será la propia población quien las encuentre. En pocas palabras, las soluciones son absolutamente simples y recíprocamente complementarias. Una de ellas es la gestión activa de los recursos de leña existentes, con el fin de aumentar la productividad de este tipo de vegetación.

Una segunda solución es plantar más árboles donde no haya suficientes, y donde las condiciones ecológicas sean bastante favorables para asegurar un rendimiento superior al de la vegetación natural. Se trata de plantar especies arbóreas adecuadas a esas condiciones ecológicas y que ofrezcan también otros beneficios además de la leña, como el forraje o la fruta.

Hay asimismo otro aspecto muy importante, que es la conservación. En estos momentos hay una serie de programas que tratan de mejorar las condiciones de utilización de la leña. Habitualmente sólo se aprovecha una pequeña parte del calor contenido en la leña, aproximadamente una décima parte de su energía calórica.

Pickstock: ¿No se debe ello a que los fuegos y los hornillos son inadecuados?

de Montalembert: Se debe a fuegos y hornillos inadecuados, a la forma de cocinar, etc. Ahora bien, si se mejora toda la cadena - es decir, el hornillo, la batería de cocina, el tipo de alimentos y su preparación - puede ahorrarse entre un tercio y la mitad de la leña necesaria para preparar una misma comida.

Pickstock: La necesidad de árboles es mayor en las zonas áridas y semiáridas, especialmente en Africa, pero también en Asia y en las Américas. En la FAO, Christel Palmberg se ocupa de determinar y examinar los recursos genéticos de cientos de especies de árboles y arbustos tropicales y subtropicales, algunos de los cuales son casi desconocidos mientras que otros se explotan en un país o continente pero no se conocen en otros lugares. Lo que se necesita con más urgencia son árboles capaces de soportar el viento y la sequía. Los expertos han ceñido ya su selección a varios géneros muy prometedores, entre los cuales se cuentan Acacia y Prosopis, a los que hasta hace poco tiempo se despreciaba considerándolos poco más que especies de arbustos apropiadas sólo para el ramoneo de las cabras.

PALMBERG: «...cuando se consigue que algo crezca en una zona yerma, poco a poco irán afincándose otras especies. Por ejemplo, si se logra que algunos Prosopis tamarugo crezcan en el desierto chileno, vendrán luego a ves que se posarán en sus ramas y, a través de sus deposiciones, difundirán semillas de otras especies...»

Palmberg: Son especies muy resistentes, y se dan en condiciones ambientales que generalmente no permiten ninguna otra vegetación. Algunas de estas especies necesitan muy poca lluvia, y crecen prácticamente en pura arena y a veces en suelos muy pedregosos.

Pickstock: ¿Tenemos, pues, que volver a definir lo que entendemos por silvicultura?

Palmberg: Sí. Hoy día hablamos más bien de especies arbóreas. Algunas de estas especies de arbustos son verdaderamente increíbles. Por ejemplo una especie sudamericana, Prosopis tamarugo, crece en una zona donde en 20 años ha habido un total de nueve milímetros de precipitación. Y sin embargo, esta especie puede sobrevivir y crecer; por supuesto, ello implica que en algún lugar debe haber agua subterránea. Pero, con todo, hay muy pocas especies que puedan crecer con nueve milímetros de precipitación en 20 años.

Pickstock: Me pregunto qué longitud necesitan sus raíces para ir a buscar el agua. Debe tener un sistema de raíces muy profundo.

Palmberg: Las raíces tienen varias decenas de metros de longitud. En realidad, cuando la planta se afirma, echa una raíz muy larga antes de empezar a crecer.

Pickstock: Así que cuando se planta, parece inmóvil por encima del suelo porque está ocupada por debajo.

Palmberg: Exactamente. Es la única forma en que puede sobrevivir. Desde luego, uno de los aspectos más entusiasmantes es que cuando se consigue que algo crezca en una zona yerma, poco a poco Irán afincándose otras especies. Por ejemplo, si se logra que algunos Prosopis tamarugo crezcan en el desierto chileno, vendrán luego aves que se posarán en sus ramas y, a través de sus deposiciones, difundirán semillas de otras especies que podrán afirmarse a la sombra de Prosopis tamarugo.

Pickstock: Y así se logra en cierto modo una colonización gradual y una extensión de la cubierta vegetal.

Palmberg: Sí. Poco a poco aparecerán más plantas, y se conseguirá un ecosistema cada vez más estable, capaz de renovarse tal como deseamos.

Pickstock: La supervivencia y la capacidad para fructificar en estos medios tan duros son dos características esenciales a tener en cuenta en el momento de escoger los árboles, pero otro factor, aún más importante, es la capacidad de crecer con rapidez. Los agricultores, acostumbrados a cosechas anuales, no siempre se interesan por especies que necesitan decenios para madurar. Así, como me ha dicho Mike Arnold, el Departamento de Montes de la FAO está buscando lo que podríamos llamar una planta de crecimiento «super rápido».

Arnold: Nos concentramos en árboles de crecimiento rápido en las zonas más húmedas de los trópicos, donde hay circunstancias favorables para la silvicultura. Hemos ampliado nuestra investigación buscando especies poco comunes, y hemos podido identificar algunos arbustos arborescentes que crecen con notable rapidez y aparejan el ritmo de crecimiento de los árboles a los ciclos de la agricultura. Otras investigaciones se refieren a los árboles polivalentes, que no sólo producen madera o sombra u otros beneficios inmediatos para los agricultores, sino que también producen frutos o semillas comercializables y forraje para el ganado. En otras palabras, son árboles que contribuyen a la economía del agricultor, además de producir leña.

Pickstock: Supongo que han buscado ustedes árboles y arbustos de crecimiento realmente super rápido. ¿Han tenido éxito? ¿Hay árboles que puedan ya empezar a dar rendimientos a los 12 ó 18 meses?

Arnold: Algunos de los arbustos leguminosos tropicales arborescentes son verdaderamente asombrosos en este aspecto. Uno que me impresiona de modo particular por su rendimiento en un lugar concreto es Calliandra calothyrsus, que se cultiva en Java como especie productora de leña. Crece con tal rapidez que comienza a dar leña al cabo de un año, y sus hojas sirven como forraje para los animales. Se trata de un arbusto muy feo, que los silvicultores no hubieran considerado como árbol hace algunos años. Pero produce una enorme cantidad de biomasa, y esto es lo que estamos buscando hoy en situaciones como la de Java, donde se necesita más leña.

Pickstock: No hay, pues, ninguna razón válida para no implantar esta especie en Africa.

Arnold: Desde luego, cada especie de árbol tiene su propio lugar. Debemos asegurarnos de que la especie adecuada se combina con el lugar apropiado. Antes ha habido árboles «milagrosos» como Leucaena leucocephala, que provocó un entusiasmo algo excesivo; se plantó mucho en zonas donde no podía prosperar y, por supuesto. pudo tener un efecto negativo. Debemos, pues, asegurarnos de que en cada caso concreto plantamos las especies adecuadas.

Pickstock: Mike Arnold es ahora Jefe del Servicio de Políticas y Planificación del Departamento de Montes de la FAO, pero también ha sido uno de los primeros en lanzar y promover la idea de una «silvicultura comunitaria». Todavía sigue con vivo interés el programa de silvicultura comunitaria de la FAO. Sin embargo, Arnold me ha dicho que si bien la idea de una plantación « comunitaria D, ha prosperado en algunas partes de Africa, en otros lugares los agricultores parecen preferir las plantaciones individuales.

Arnold: Hasta ahora la experiencia ha demostrado que en el Africa oriental los esfuerzos individuales de los agricultores dan quizá mejores resultados que los esfuerzos de carácter comunitario. Se han dado algunos casos muy alentadores de decisión espontánea de cultivar árboles en explotaciones agrícolas de la República Unida de Tanzania, Kenya y Malawi. También en algunos países de Africa oriental la actividad cooperativa está resultando ser una forma útil de fomentar este tipo de silvicultura. Un ejemplo es Etiopía, donde las asociaciones campesinas han demostrado ser muy eficaces para movilizar los esfuerzos de la población. Los bosques de las escuelas son un aspecto sumamente alentador del esfuerzo global para conseguir que la población se movilice a fin de resolver en su propio beneficio los problemas originados por la escasez de árboles. Los niños son muy activos y demuestran mucho interés, y los bosques de las escuelas suelen prosperar en zonas donde han fracasado intentos mas bien burocráticos de implantar la silvicultura. Es más que probable que los niños sean el mejor medio para despertar en las familias el interés y el conocimiento de los árboles.

ARNOLD: «Debemos asegurarnos de que la especie adecuada se combina con el lugar apropiado: una que me impresiona de modo particular por su rendimiento en un lugar concreto es Calliandra calothyrsus ... Crece con tal rapidez que comienza a dar leña al cabo de un año...»

Pickstock: Es de esperar que las actitudes de la nueva generación mejoren otros aspectos. Por ejemplo, como comentaba Marc-René de Montalembert, a la hora de desmontar tierras para proyectos de asentamiento ha sido práctica generalizada talar y quemar enormes extensiones de vegetación, a menudo cuando a poca distancia había poblaciones muy necesitadas de leña. Hemos hablado sobre todo de Africa, por lo que deseo preguntar al Sr. de Montalembert si sus observaciones se aplican a otros lugares.

de Montalembert: Evidentemente, sí. Pero probablemente la diferencia, especialmente en Asia, es que en los tipos de economía agrícola existentes, por ejemplo, en Java o en la India, las poblaciones tienen una tradición muy antigua de agricultura intensiva en la que los árboles y las cosechas están ya estrechamente vinculados. Este tipo de tradición no suele existir en Africa, cuyos recursos naturales son distintos y que tiene una experiencia diferente en agricultura. Hablando en términos generales, es necesario esforzarse por despertar en los agricultores africanos la conciencia de que los árboles son un complemento de la agricultura, y no una alternativa. Lo que necesitamos es que se multipliquen los proyectos de demostración, gracias a los cuales la población comprenda que integrar estrechamente los árboles en los sistemas agrícolas es más rentable que separar las tierras dedicadas a los árboles de las destinadas a la agricultura.

Pickstock: Así pues, la silvicultura debe complementar a la agricultura y no competir con ella.

de Montalembert: No solamente debe complementarla, sino vincularse estrechamente a ella.

Pickstock: Marc-René de Montalembert y sus colegas nos han ofrecido «combustible» para pensar...!


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