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Editorial - La financiación internacional de la silvicultura

Desde hace varios años, la comunidad internacional viene percatándose de las graves amenazas a que están sometidos los bosques de todo el mundo. Incluso quienes viven en países desarrollados, lejos de las zonas tropicales y áridas del Tercer mundo y que hasta ahora sólo tenían una idea vaga de esas amenazas, han tenido que rendirse a la evidencia. Los daños causados por la contaminación del aire y los incendios forestales en el Mediterráneo son un recordatorio de que la disponibilidad de los muchos bienes y servicios que el hombre obtiene de los bosques puede verse amenazada en cualquier momento y en cualquier parte del mundo.

Es cierto que la vegetación forestal tiene a menudo una capacidad notable de recuperación, pero al pretender un aprovechamiento excesivo durante demasiado tiempo, o al actuar como aprendices de brujo considerando a la naturaleza - por definición - una fuente inagotable de bienes, las generaciones actuales pueden poner en peligro no sólo su propio bienestar y existencia, sino también los de su progenie. El problema no es nuevo, ni mucho menos: a comienzos del siglo pasado, Chateaubriand lo expresó en forma muy concisa: «Los bosques preceden al hombre, los desiertos le siguen». Sin embargo, a diferencia del pasado, hoy hay muy pocas zonas y comunidades en las que los bosques y la vegetación leñosa no hayan sido talados o agotados y degradados de una manera u otra.

La gravedad y la escala del problema obligan a la comunidad internacional a abrir los ojos y a esforzarse más que en el pasado a todos los niveles: mundial, regional, nacional y local.

La FAO y sus órganos estatutarios han tomado importantes medidas al respecto. Como es sabido, el Consejo de la FAO proclamó 1985 Año Internacional del Bosque. Entre los principales acontecimientos de ese año, en el cual se celebró también el 40° aniversario de la FAO, el más importante fue el Noveno Congreso Forestal Mundial celebrado en México en julio, que N. Sánchez Mejorada y F. Barrientos examinan en este número de Unasylva.

Otra iniciativa importante. que surtirá sus efectos en los años venideros es la adopción del Plan de acción forestal en los trópicos, aprobado por el Comité de la FAO de Desarrollo Forestal en los Trópicos en su séptima reunión, celebrada en Roma en junio del año pasado. Formado por programas en los cinco sectores en que es más urgente la acción a nivel mundial - función de la silvicultura en el aprovechamiento de la tierra, desarrollo industrial basado en los recursos forestales, leña y energía, conservación de ecosistemas forestales tropicales, e instituciones - el Plan debe servir como marco de referencia para una mayor armonización e intensificación de la cooperación internacional en el campo de la acción forestal en los trópicos.

Además de por la FAO, el Plan ya ha sido utilizado por organismos multilaterales, como el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo; por Estados, como los Países Bajos y Francia, que tienen programas bilaterales de cooperación con países tropicales, y por organizaciones no gubernamentales como el World Resources Institute, con sede en Wáshington, D.C.

En el Plan se indican las necesidades de inversión en cada uno de los cinco sectores prioritarios. El total es de 15000 millones de dólares EE.UU. en los próximos diez años, excluidas las inversiones en las industrias forestales propiamente dichas. De ese total, 2 000 millones de dólares representan la asistencia técnica de organismos multilaterales y bilaterales. Según estimaciones que el Banco Mundial ha realizado país por país, las necesidades de inversión en los próximos cinco años en 53 países tropicales son de 4 600 millones de dólares. Todas esas estimaciones indican que es necesario redoblar los esfuerzos actuales, y que incluso las cifras citadas son demasiado bajas en comparación con los gastos realizados en otros sectores menos importantes para el presente y el futuro de la humanidad.

El presente número de Unasylva refleja en cierto modo el Plan de acción forestal en los trópicos, ya que sus principales artículos se refieren a las inversiones internacionales en el sector forestal (S.E. McGaughey), y a cuestiones relacionadas con tres importantes programas del Plan: leña y energía (G. Foley); ordenación de cuencas hidrográficas, que es una sección del programa sobre la función de la silvicultura en el aprovechamiento de la tierra (U. Chanphaka); e industrias forestales (T.M. Maloney).


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