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Cómo salvar los bosques de teca del Zambeze

TECA DEL ZAMBEZE se necesita una acción inmediata

G.D. Piearce

A lo largo de este siglo se ha producido una degradación, lenta pero constante, de los bosques de teca del Zambeze. Sólo ahora la comunidad forestal se ha percatado de que, si no se toman medidas, podría perderse un recurso insustituible. Pero, ¿qué puede hacerse? En el presente articulo, G.D. Piearce presenta varias soluciones, algunas de ellas controvertidas. Lo más necesario, a su juicio, es comenzar inmediatamente y encontrar fondos.

El Dr. G.D. Piearce trabaja en la Dirección de Investigación Forestal en Kitwe, Zambia. El presente artículo se basa en un texto que preparó para la reunión de la Asociación Forestal del Commonwealth, celebrada en septiembre de 1985 en Victoria, British Columbia. Canadá.

· Los bosques indígenas densos y claros de mukusi o Baikiaea de la zona arenosa de Kalahari, en el Africa tropical, reciben hoy la denominación más adecuada de bosques de teca del Zambeze. Durante este siglo, la extensión y la calidad de estos bosques han sufrido un grave menoscabo, casi exclusivamente como resultado de la intervención humana. Lo que queda tiene todavía considerable importancia económica, científica y sociológica, pero la extinción de esos bosques es inminente, si no se pone freno a la explotación intensiva y a la incidencia de fuegos devastadores. Ni la regeneración natural ni la artificial han conseguido compensar los efectos de la destrucción ocurrida en los últimos decenios.

Una opinión discutible es que la regeneración natural constituye el único medio lógico y viable para el restablecimiento de los bosques de teca del Zambeze.

Varias de las iniciativas locales, nacionales e internacionales propuestas están comenzando a aplicarse en Zambia para hacer frente a las necesidades urgentes de conservación, investigación y mejora de los métodos de ordenación. Un obstáculo importante en esta tarea es la grave escasez de fondos de inversión en un momento en que se propone, cada vez con mayor insistencia, la explotación de los bosques con el fin de obtener ingresos para otros planes de desarrollo. Un factor decisivo será una mayor participación eficaz de la población en las actividades forestales.

El nombre de teca del Zambeze es ahora el más frecuente para designar el árbol y la madera conocidos en el pasado con los nombres de teca africana, teca de Rhodesia, teca de Zambia o madera roja del Zambeze. Es una de las mejores maderas duras del mundo. Aunque ambas tienen características semejantes, desde el punto de vista botánico y estructural es muy distinta de la llamada teca auténtica (Tectona grandis L.), originaria del sudeste asiático y muy difundida, como árbol exótico, en otros lugares de los trópicos (Shikaputo, 1985).

La teca del Zambeze, conocida localmente con el nombre de mukusi (Baikiaea plurijuga Harms) es una leguminosa cesalpinoide. Su distribución natural está limitada a la zona arenosa del Kalahari situada al sudeste de Zambia y a las zonas limítrofes de Angola, Botswana, Namibia y Zimbabwe. Las mejores masas supervivientes del único tipo de bosque en que se da están en el distrito Sesheke de Zambia, aunque en una superficie mayor de las provincias occidentales y meridionales se han conservado algunas zonas residuales ocupadas sobre todo por bosques claros del Kalahari o de Baikiaea, forma degradada del bosque denso de Baikiaea (véanse Fanshawe, 1971, y Edmonds, 1976, que contiene el mapa de vegetación más reciente). Así pues, la zona de bosques de teca del Zambeze se caracteriza por la presencia de B. plurijuga como elemento principal de la cubierta vegetal. Huckabay (1985) da una breve descripción de la especie y de los bosques.

Los bosques de teca del Zambeze, en Zambia, son importantes por tres conceptos. Primero, son importantes económicamente porque B. plurijuga y algunas de las especies asociadas a ella dan las maderas comerciales más valiosas del país. Hay grandes presiones en favor de una explotación exhaustiva de estos bosques, con el doble objetivo de suministrar madera a Zambia y de obtener divisas.

En segundo lugar, los bosques tienen un notable interés científico y también un valor estético y educativo, por la variedad de su flora y fauna. Su desaparición convertiría a esta zona en una prolongación del desierto de Kalahari. Por eso, cada vez es más necesaria la conservación de los genotipos y del ecosistema para las futuras generaciones.

En tercer lugar, y desde un punto de vista sociológico, mientras que la explotación comercial y la conservación suelen ser las principales preocupaciones de los profesionales que consideran el problema desde fuera de la zona de los bosques, las personas que viven realmente en ella tienen un interés más directo, aunque algo ambivalente, por su medio ambiente natural. En Zambia, quizá más que en ningún otro lugar, el bienestar y el sustento de la población local dependen del bosque. Entre las necesidades inmediatas figuran la leña y los materiales de construcción, y las industrias forestales son una fuente importante de empleo y ofrecen cierto grado de prosperidad y desarrollo. Al mismo tiempo, al aumentar la presión demográfica, aumenta también la demanda de tierra agrícola, lo cual ha originado considerables destrucciones dentro de los sistemas tradicionales de agricultura migratoria.

Esos factores contradictorios han ocasionado un gran trastorno ecológico en un ecosistema de por si delicado, y desde comienzos de siglo la balanza se ha inclinado claramente en favor de la explotación incontrolada por el hombre. Los bosques se han talado a un ritmo muy superior a su capacidad de regeneración. Es necesaria una intervención positiva para invertir esta tendencia, suponiendo que no sea ya demasiado tarde.

Los bosques de teca del Zambeze fueron el tema central de una conferencia celebrada en Livingstone, Zambia, en marzo de 1984, para examinar los principales problemas relacionados con la conservación de estos bosques y la posible recuperación de una productividad sostenida. La alternativa de conformarse con un «activo consumible» suscitó una oposición unánime y, en cambio, se formuló un plan integrado de acción para la rehabilitación.

TECA EN UNA SERRERIA EN EL DECENIO DE 1940 los suministros han disminuido

La actitud dominante ahora en Zambia es de moderado optimismo, y los administradores y científicos forestales extranjeros, poco familiarizados hasta ahora con la situación de los bosques de teca del Zambeze, comparten esa actitud.

Antecedentes históricos y geopolíticos

David Livingstone, famoso sobre todo como explorador, fue también el primero que dio a conocer al resto del mundo esta región de bosques de teca (1857). Uno de sus compañeros en la gran expedición por el Zambeze, John Kirk, fue el primero en recoger muestras botánicas de B. plurijuga, al parecer en las proximidades de Sesheke, en 1860, pero esta especie no recibió un nombre y una descripción científica hasta 1903 (Brummitt, 1985), aproximadamente cuando se iniciaba su explotación comercial.

Como parte del ambicioso plan de establecer una línea de comunicación entre El Cabo y El Cairo, en 1902 llegó hasta las cataratas Victoria el ferrocarril procedente del sur; en 1905 se inauguró el puente y en 1910, año en que comenzó a funcionar la primera mina de cobre, el ferrocarril habla llegado hasta la importante zona productora de cobre de Rhodesia del Norte (Zambia). Pronto se descubrió la posibilidad de utilizar la teca del Zambeze para la construcción de traviesas para los ferrocarriles, tanto subterráneos como de superficie.

TECA DEL ZAMBEZE inflorescencia de la Baikiaea plurijuga

La explotación se inició en Rhodesia del Sur (Zimbabwe) en 1908 (Judge, 1985) y en el territorio del Norte la primera serrería comenzó a funcionar en Livingstone en 1911. Los bosques de Livingstone se agotaron en los años anteriores a 1930, y las actividades forestales se desplazaron hacia el oeste con la construcción del famoso ferrocarril de Mulobezi, la línea privada más larga del mundo (Calvert, 1986a).

Entonces, que es cuando se estableció el Departamento Forestal de Zambia, la silvicultura organizada de este país se reducía prácticamente a la explotación de la teca del Zambeze. Las primeras informaciones generales fueron publicadas por Stevenson (1931) y Martin (1932, 1940), completadas por el trabajo de Miller (1939) sobre los bosques densos y claros de Bechuanalandia (Botswana).

MATORRAL DE MUTEMWA ENTRE LAS TECAS posible foco de incendios

Fue Martin, primer oficial forestal destinado a Barotseland (ahora Provincia Occidental) quien comenzó en Zambia la ordenación disciplinada de los bosques de teca del Zambeze. Contribuyó a preparar varios acuerdos sobre concesión de licencias que regulaban las actividades de corta y concedían gran importancia a las medidas de protección contra incendios y a la replantación en las zonas incluidas en las concesiones. Redactó los reglamentos para el bosque de Barotse, de 1936, que más adelante se convirtieron en las leyes forestales nacionales y formaron la base de la Ley Forestal, vigente desde 1973.

Explotación de reservas

En los primeros momentos de la explotación maderera de los bosques de teca del Zambeze, el diámetro mínimo de corta era de 45 cm, y los tamaños máximos existentes superaban los 100 cm.

En la actualidad, se cortan fustes mucho menores - de 25 a 54 cm de diámetro - y son muy pocos los que superan esa dimensión. Estas cifras revelan por si solas hasta qué punto se ha degradado la teca del Zambeze.

Ahora son cinco las serrerías que explotan estos bosques en Zambia: tres son de propiedad privada; las otras dos, situadas en Mulobezi y Sesheke, están administradas por la compañía paraestatal Zambezi Sawmills que es con mucho la empresa más importante. Los índices de aprovechamiento se sitúan entre el 25 y el 45%. La mayoría de la producción procede del duramen y se destina a la fabricación de traviesas para los ferrocarriles de Zambia y Tazara y para la industria minera. Una pequeña proporción de mezcla de duramen y albura se destina a parqué para pisos, que podría convertirse en el principal producto de exportación.

En los últimos años las ventas han alcanzado un valor del orden de 1,5 millones de kwacha (aproximadamente 1 millón de dólares EE.UU.) al año, el 80% procedente del mercado interior y el 20% de las exportaciones. Sólo del canon de explotación el Gobierno obtuvo 350000 dólares EE.UU., aproximadamente, entre 1979 y 1983.

Sin embargo, las empresas comerciales aportan sólo el 25% del total de la madera extraída, que en números redondos se calcula actualmente en unos 500 000 m3 anuales. Al menos la mitad de este volumen se destina a atender las necesidades internas. Una cuarta parte del restante corresponde al desmonte para usos agrícolas y a la destrucción provocada por los incendios forestales.

Se calcula que las actuales reservas de madera exportable son de 28 millones de m3. Si se mantienen las tendencias actuales, esos bosques desaparecerán en los próximos 50 años, y mucho antes se reducirán de modo irreversible.

Los incendios y la mutemwa

Una característica de la mukusi es su corteza fina, por lo que es muy vulnerable a la acción del fuego. Aunque los bosques primarios no eran muy inflamables, los actuales si lo son como consecuencia de los trastornos causados por el hombre. Una vez iniciada la explotación, los residuos de corta y las especies herbáceas y arbustivas que invaden los claros después de la tala hacen que aumente considerablemente el volumen de materias combustibles. En esos bosques, los incendios se inician casi invariablemente por la acción del hombre.

Los incendios que más daños provocan son los llamados tardíos, que se producen en septiembre u octubre, al finalizar los siete meses de la estación seca. Es la época más calurosa del año y el viento muchas veces sopla con fuerza. Esas condiciones atmosféricas, junto con la sequedad de la gran cantidad de leña y ramón acumulados, hacen que los incendios sean intensos, con llamas que se propagan a una velocidad hasta de 16 m por minuto y alcanzan alturas de 15 m. Es entonces cuando los árboles son más vulnerables al fuego, pues en esa época comienzan a salir del reposo vegetativo y las frutas y semillas están ya dispuestas para su próxima dispersión en la temporada de lluvias. Basta un solo incendio tardío en un bosque intacto, sobre todo si ha causado daños considerables en la cubierta de copas, para aumentar el peligro subsiguiente de incendios, ya que inicia el proceso de deterioro del piso superior y promueve el crecimiento del inferior. Por eso, los efectos de los incendios tardíos repetidos son a la vez graves y acumulativos.

Aunque en los decenios de 1920 y 1930 se reconoció claramente la naturaleza de estos incendios forestales y se introdujeron algunas medidas de control, Martin (1940) afirmaba que «la red de zonas afectada por los incendios se extiende por todo el bosque medio y ocupa del 20 al 50% de la superficie total». Wood (1985) cita la opinión de Watson, según la cual los incendios habían destruido de la mitad a dos tercios de los bosques de mukusi en los 30 años anteriores a 1950.

La FAO ayuda a Zambia a establecer sus reservas genéticas

Baikiaea plurijuga es una de las especies que, según el Cuadro de expertos de la FAO en recursos genéticos forestales, requiere atención urgente. A mediados del decenio de 1970, el Departamento de Montes de la FAO ayudo al Departamento Forestal de Zambia a delimitar y establecer dos reservas botánicas para la conservación in situ de esa especie. Las reservas, establecidas como parte del proyecto FAO/PNUMA sobre conservación de recursos genéticos forestales, están situadas en Malavwe y Kataba, en la Provincia Occidental de Zambia; su superficie ea de 31,6 y 4 ha, respectivamente.

Al parecer, son las primeras reservas del mundo establecidas con el objetivo especifico de conservar in situ una variación genética intraespecifica de una especie forestal. Sin embargo, para proteger completamente la variación de la especie, deberían establecerse más reservas.

Se han preparado inventarios botánicos completos de las reservas, y luego se han realizado sobre ellas estudios tecnológicos/biológicos con ayuda de la Oficina Central Sueca para la Ayuda Internacional (SIDA). Puede leerse una descripción completa de estas reservas y de otras actividades en el Informe sobre el proyecto FAO/PNUMA sobre la conservación de los recursos genéticos forestales (FAO, Roma, 1985).

Christel Palmberg Jefe de la Subdirección de Desarrollo de Recursos Forestales Departamento de Montes de la FAO

Las actividades de protección contra los incendios se intensificaron entre 1945 y 1965 gracias a la creación de sistemas de cortafuegos, a las prácticas de quemas de lindes y a las mejoras introducidas en la organización de las actividades de detección de los incendios y de lucha contra ellos.

En los últimos años, la protección contra los incendios ha ocupado el primer puesto entre todas las actividades forestales, pero desde 1965 los incendios tardíos han destruido, como promedio, una superficie de 1 600 ha al año (Zimba, 1985).

La causa principal de los recientes incendios forestales han sido los incendios incontrolados provocados por cultivadores, recogedores de miel y cazadores. Otro factor son los incendios premeditados de algunos grupos localizados de descontentos, por ejemplo los que preferirían destinar las tierras forestales a la agricultura y consideran los incendios como un medio para lograr ese fin. En los próximos 30 años es probable que la población de la región se duplique (Wood, 1985), por lo que no parece previsible que desaparezcan esas actitudes, a no ser que se emprenda una campaña intensiva de educación.

La protección completa contra los incendios es un ideal irrealizable. En 1978 Zambia cambió la táctica y decidió realizar quemas «tempranas». Como medida preventiva tiene dos ventajas principales: en primer lugar, la práctica de incendios controlados al comienzo de la estación seca, por lo general abril/mayo, es un método eficaz de reducir la leña y el ramón acumulados, y en segundo lugar, si se realiza debidamente y con carácter anual, consiste fundamentalmente en una quema por sectores con fuego de baja intensidad en una época en que los árboles están comenzando el reposo vegetativo, por lo que la regeneración no se ve afectada.

Sin embargo, esta práctica no quiere decir que se utilice el fuego como instrumento de ordenación forestal. Una limitación importante ha sido siempre la escasez, por falta de fondos adecuados, de mano de obra, equipo y medios de transporte para las quemas iniciales en gran escala, las operaciones complementarias de mantenimiento de los cortafuegos que faciliten el acceso, y las actividades propiamente dichas de lucha contra incendios. Un segundo problema es el de la destreza necesaria para realizar eficazmente la quema temprana. Como Calvert (1985b, 1985c) y otros han señalado, hace falta cierto grado de preparación para determinar el momento más oportuno de la intervención teniendo en cuenta las condiciones de la vegetación en conjunto, las capas de leña y ramón y el tiempo.

Se han propuesto algunas alternativas a la reducción de la leña y el ramón mediante la quema temprana, como, por ejemplo, los sistemas de pastoreo practicados en Zimbabwe, pero éstos son menos aplicables en Zambia, en zonas alejadas de los abrevaderos. Aquí, siempre que existan los recursos necesarios, es técnicamente posible proteger en gran parte los restantes bosques de mukusi de los devastadores incendios tardíos mediante la práctica de la quema temprana. Otro problema es determinar lo que conviene hacer con la mayor superficie ya quemada.

Un incendio tardío de grandes dimensiones destruye por completo el piso superior de mukusi, y el consiguiente «hueco» es ocupado rápidamente por trepadoras y matorrales nocivos, sobre todo Acacia ataxacantha DC., Dalbergia martinii F. White, y varias especies de Combretum. Las especies de matorrales reciben el nombre colectivo de mutemwa, que cada vez va adquiriendo mayor extensión, en forma de denso piso inferior, en los bosques de mukusi, no sólo por los incendios sino también por otros motivos. En muchos lugares esa vegetación es prácticamente impenetrable, con lo que el peligro de incendios es todavía mayor. Además, la mutemwa plantea grandes obstáculos a la regeneración de la mukusi.

El fracaso de la regeneración natural

Muchos factores ecológicos relacionados entre si han agravado la degradación de los bosques de teca del Zambeze de Zambia (Chisumpa, 1985; Malaya, 1985; Mbughi, 1985; Greenwood, 1985). La mukusi no rebrota libremente de la cepa, por lo que la regeneración procede en su mayor parte de las semillas, pero esta especie tropieza con grandes dificultades desde el primer momento. La floración y fructificación de los árboles padres son irregulares, y sólo cada tres o cuatro años se consigue una buena cosecha de semillas. Las vainas que empiezan a madurar constituyen el alimento preferido de los monos y babuinos. Una manada de éstos puede limpiar un árbol en media hora (Calvert, 1985d). Gran parte de las semillas que consiguen llegar al suelo, sobre todo cuando están en la fase previa a la germinación, en que aparecen hinchadas y carnosas, son pasto de los roedores y otros pequeños animales. Los brinzales sufren también los ataques de éstos y de otros mamíferos de mayor tamaño, sobre todo los antílopes como el duíquero de Grim (Sylvicapra grimmea L.), que ramonean las hojas y fustes y excavan las raíces. Además, la mutemwa dificulta notablemente o impide el crecimiento de las plantas jóvenes, ya que compite ferozmente con ellas para obtener luz y humedad, y además sirve de cobijo a los animales nocivos.

Cabe preguntarse, entonces, cómo han podido regenerarse esos bosques. Según la hipótesis de Mitchell (1961), suscrita por Piearce (1979) y Lawton (1985), un fenómeno decisivo ha sido la gran reducción de la población de grandes mamíferos. Pisoteando, ramoneando y descuajando la mutemwa, enterrando las semillas de mukusi y aportando abono, los elefantes y búfalos mantenían la mutemwa bajo control y facilitaban la regeneración de la mukusi, que para ellos no es un alimento apetecible. Se ha atribuido a la caza la reducción del número de estos animales, pero quizás haya sido más importante en este sentido un terrible brote de peste bovina ocurrido en 1886 (señalado por Wood, 1985).

Más tarde la explotación humana y los incendios redujeron notablemente la densidad de masa de los árboles padres mukusi en amplias zonas, e hicieron posible que la mutemwa fuera cada vez más predominante, con el consiguiente aumento del peligro de incendios y de las poblaciones de animales nocivos.

Por eso, ahora, el problema evidente de la regeneración natural es el control de la mutemwa El procedimiento más eficaz es la utilización de arboricidas, sobre todo 2, 4, 5-T y Tordon, para cuya aplicación se han formulado normas detalladas (Piearce, 1979). Pero en vista de las dudas existentes sobre sus ventajas e inconvenientes, y de que muchos consideran que el consumo de estos productos químicos es desaconsejable desde el punto de vista ecológico, todavía no se ha afirmado su uso, a no ser a escala experimental.

Lawton (1985) ha propuesto un medio alternativo: tratar de simular las condiciones en que, al parecer, se regeneró originariamente la mukusi. Para ello se requiere la limpieza mecánica de la mutemwa con maquinaria pesada, pero, una vez más, el factor del costo dificulta la ejecución de este plan, incluso a una modesta escala experimental.

Regeneración artificial

Hasta ahora los intentos de regeneración artificial, por plantación de mejora o establecimiento de plantaciones experimentales, no han dado buenos resultados (Malaya, 1985; Chitempa y Shingo, 1985). En primer lugar, los costos de las actividades de desmonte van en aumento y, en segundo lugar, no siempre es posible disponer de semillas en grandes cantidades. Por lo general, la siembra directa fracasa por la depredación de los animales.

Es fácil producir plantines en los viveros, donde la germinación suele pasar del 90%, pero es difícil trasplantarlos ya que la raíz principal penetra mucho en la tierra desde los primeros momentos, alcanzando una profundidad de hasta 1,5 m en un año, mientras que el vástago sólo alcanza 15 cm de altura en los tres primeros años (Fanshawe, 1961; Endean, 1968; Hogberg, 1985; Calvert, 1985b). Antes del trasplante es preciso cortar la raíz principal, lo que hace que el plantín sea vulnerable a los efectos de la sequía, sobre todo en una región con precipitaciones muy irregulares. En algunos ensayos, la supervivencia de los brinzales trasplantados ha sido de sólo el 10% después del primer año; la mayoría de las pérdidas se deben a la sequía y a la acción de los duíqueros.

La mejor parcela experimental de mukusi de Zambia se estableció en los primeros años del decenio de 1960, al parecer por siembra directa, aunque los datos existentes no permiten aclarar del todo las circunstancias. Algunos creen que en aquellos años la población de plagas animales era baja, por lo que resultaba posible su control. Además, es posible que las precipitaciones locales fueran más favorables. Parece también que se practicó el riego de los plantines y una ordenación intensiva utilizando, entre otras cosas, espantapájaros y guardias para alejar a los animales. La experiencia de los últimos años enseña que seria absurdo hacerse ilusiones sobre la posibilidad de introducir mukusi en las plantaciones con resultados tan excepcionales como los de hace 20 años.

Además de los problemas silvícolas, todavía resolver, es preciso tener en cuenta una consideración fundamental: el lentísimo ritmo de crecimiento de la mukusi. Incluso en condiciones óptimas, tarda de 80 a 100 años en alcanzar un tamaño adecuado para la explotación maderera (30 cm d.a.p.), lo cual supone una espera demasiado larga.

Hacia una solución

Explotación comercial. En la conferencia de Livingstone, antes mencionada, se aprobaron 22 resoluciones. En lo que respecta a la explotación comercial, la conferencia recomendó reducir las posibilidades de corta y el volumen de desperdicios de serrería para sacar el máximo provecho de la madera cortada; limitar el consumo de teca del Zambeze a los productos de valor elevado (sobre todo exportables); incitar a las empresas madereras a participar en la ordenación, protección y regeneración de los bosques, y promover la explotación de especies alternativas y secundarias a fin de mantener ocupadas a las industrias forestales y hacer posible la reconversión de la mano de obra actual.

Los propietarios de las serrerías han comprendido la necesidad de limitar los desperdicios - aunque se considera aceptable un aprovechamiento del 40% - y para ello han pedido ayuda a la Dirección de Investigación sobre Productos Forestales del Departamento Forestal, la cual ha efectuado un estudio de viabilidad sobre la producción de carbón de leña con residuos de serrería (Musonda, 1985). Se observa también cierto interés por las propuestas de utilizar los desperdicios para la generación de electricidad, de crear una sencilla instalación de tableros de partículas y de fabricar briquetas utilizando el serrín.

El fomento del consumo de otras maderas es objeto de prolongados estudios y propuestas de desarrollo que suponen, por ejemplo, una mayor investigación de las diversas posibilidades comerciales del mungongo, Ricinodendron cautanenii Schinz., (Duff, 1985), especie que recibe particular atención del Consejo Nacional de Investigación Científica de Zambia. La Dirección de Investigación sobre Productos Forestales del Departamento Forestal, ha iniciado recientemente, con los bosques de teca del Zambeze como zona prioritaria, un proyecto de ámbito nacional sobre las posibilidades y la durabilidad de las especies madereras comunes para la construcción rural, con especial atención al posible consumo de especies menos conocidas en las aldeas y en sus alrededores.

Mientras tanto, se puede decir que, con excepción de B. plurijuga, la única especie que se está explotando comercialmente es la mukwa (Pterocarpus angolensis DC). Pero los empresarios prevén una mayor utilización de mupumena (Entandrophragma caudatum [Sprague]); muzanle (Guibourtia coleosperma [Benth.] J. León, Rhodesia copalwood); y m'wangura (Pterocarpus antunesii [Taub.] Harms), todas ellas especies secundarias características de los bosques de Baikiaea.

Investigación. La conferencia pidió también que continuaran las investigaciones sobre la fauna forestal y, en especial, la influencia de los grandes animales en la regeneración; sobre todos los aspectos silvícolas de la regeneración natural y artificial, y sobre otros aspectos afines de la protección forestal y la mejora de los árboles. Hay también necesidad básica de obtener información actualizada sobre la distribución y densidad de las masas de las principales especies madereras mediante un inventario forestal completo, y de examinar las posibilidades de utilizar imágenes obtenidas mediante satélites para seguir los cambios.

Los problemas de la regeneración natural han recibido nueva atención en Zambia. Esos problemas pueden ser especialmente importantes si, como afirma Demeo (1985), esta es la única forma lógica y viable de abordar la rehabilitación de los bosques de teca del Zambeze. La cuestión suscitó controversias en la conferencia.

Aunque estos bosques se están destruyendo a una velocidad alarmante, todavía no se ha cuantificado debidamente lo que queda de ellos. Hace varios años se propuso la preparación de un inventario forestal nacional, pero la falta de fondos lo ha impedido.

Ordenación. En cuanto a la ordenación, algunas resoluciones insistían en que se concediera prioridad a las prácticas de protección contra los incendios, aumentando la preparación en las actividades de quema temprana y en que, dados los recientes fracasos, se suspendieran los intentos de repoblación en gran escala mientras las investigaciones no permitieran resolver por completo los problemas existentes.

Los retrasos en la ejecución de los planes de quema temprana en gran escala se deben, más que a la falta de experiencia y especialización, a la falta continua y grave de fondos para la protección contra los incendios (Zimba, 1985). Conviene examinar más a fondo las posibles ventajas de provocar los incendios a gran escala desde el aire utilizando cápsulas incendiarias, así como la creación de una unidad de protección contra incendios independiente y especializada.

Cooperación y extensión. En cuanto a la cooperación y la extensión, algunas resoluciones hacían referencia al refuerzo de los actuales vínculos entre todas las organizaciones relacionadas con las actividades de investigación y desarrollo de los bosques de teca a escala regional, y a la intensificación de los esfuerzos por promover la conciencia pública sobre el valor de estos bosques y las responsabilidades locales en su ordenación y protección.

Una novedad importante en Zambia fue la creación, en 1985, dentro del Departamento Forestal, de una nueva Dirección de Extensión y Publicidad, encargada de fomentar el interés y la participación de la población local en las actividades forestales y de impedir la destrucción indiscriminada de los bosques. La cuestión es de vital importancia para la conservación, ordenación y protección de los bosques de teca del Zambeze (Banda, 1986; Matakala, 1986). Si los habitantes de la zona no colaboran, todos los demás esfuerzos de rehabilitación serán inútiles. La sociedad del Zambeze, recientemente formada en Zimbabwe pero que mantiene estrechos contactos con los conservacionistas de Zambia, colaborará sin duda en una actividad tan importante.

Financiación. A fin de aumentar la disponibilidad de fondos locales para las actividades forestales, la conferencia recomendó un aumento del canon sobre la madera, y la reinversión de una proporción razonable de los ingresos obtenidos por el Gobierno de la explotación de los bosques de teca.

El canon actual sobre madera indígena cortada en Zambia no ha sufrido cambios en muchos años, pero ahora hay en curso una revisión. Es probable que se produzcan aumentos considerables. Sin embargo, aun en el caso de que se invirtieran en dichos bosques todos los ingresos obtenidos por el Gobierno, éstos serían insuficientes para financiar el programa de rehabilitación, ya que la fase de autosostenimiento financiero de los bosques ha pasado hace tiempo. Así pues, se cree o no un fondo de rotación, las actividades de regeneración deberán subvencionarse en gran parte con fuentes externas.

Conclusiones. En definitiva, el futuro de los bosques de teca del Zambeze depende de una opción clara entre beneficios a corto o a largo plazo: o limitarse a usar estos bosques a fin de conseguir capitales para otras necesidades de desarrollo, al parecer más apremiantes, o invertir ahora considerables recursos sin muchas esperanzas de lograr beneficios económicos en un futuro próximo. En estos momentos es imposible obtener un beneficio neto de estos bosques sin precipitar su desaparición.

Es necesario resistir la fuerte tentación de <<realizar» este singular activo forestal a cambio de, literalmente, varios millones de dólares en divisas convertibles, que tanta falta hacen; por el contrario, es preciso atraer millones de dólares de inversiones y dedicarlos a actividades que permitan asegurar la pervivencia de esos bosques.

Referencia

Nota: La mayoría de las referencias indicadas a continuación proceden de una sola fuente: el Departamento de Montes de Zambia. 1986. G.D. Piearce, red. The Zambezi teak forests. Actas de la Primera Conferencia Internacional sobre los Bosques de Teca del Africa Meridional, marzo de 1984, Livingstone, Zambia. En lo sucesivo, esa publicación se designará simplemente con las letras «ZTF».

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