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Con vistas al Décimo Congreso Forestal Mundial


Entrevista a Louis Mermaz, Ministro de Agricultura y Bosques de Francia

Louis Mermaz recibió el nombramiento de Ministro de Agricultura y Bosques en octubre de 1990. Ha concedido en exclusiva esta entrevista en preparación del Décimo Congreso Forestal Mundial que se celebrará en París del 17 al 26 de septiembre de 1991.

Unasylva. Sr. Ministro, ¿por qué motivo Francia eligió ser sede del Décimo Congreso Forestal Mundial? ¿Qué resultados espera obtener de este Congreso?

Sr. Ministro

Mermaz. La selva tropical se reduce, el bosque templado decae y el bosque mediterráneo arde. Por la función que desempeña en la conservación de los suelos, en la protección de los recursos de aguas y en el mantenimiento de la calidad del aire, el bosque ha sido con justicia designado «patrimonio de la humanidad». Nos preocupan todos los graves problemas que lo afectan.

En el Noveno Congreso Forestal Mundial, celebrado en México en 1985, Francia ofreció acoger al Décimo Congreso. En junio de 1989, en el Consejo de la FAO, la comunidad internacional encomendó a Francia su organización.

El Décimo Congreso se reunirá en un momento crucial: los problemas forestales no habían sido nunca objeto de tanta preocupación, ni habían reclamado con tanta insistencia la cooperación internacional.

Un Congreso Mundial es un verdadero acontecimiento forestal, y honora al país que lo hospeda. A este respecto, cito las palabras de Eduardo Pesqueira, al inaugurar el Congreso de México: «Ser sede de un Congreso Forestal Mundial no es sólo un compromiso. Es una oportunidad para aprender del resto del mundo, para compartir experiencias y preocupaciones y para difundir información sobre asuntos forestales por todo el país, imprimiendo nuevo dinamismo a este sector.»

Hemos invitado a participar en el Congreso a todos los países. No falta sino asegurar su éxito alcanzando la meta que propuso nuestro representante en México: «... que contribuya a orientar positivamente las políticas forestales nacionales y, sobre todo, a una política forestal internacional basada en la solidaridad.»

Unasylva. ¿Tendría usted la bondad de dar una idea de los recursos técnicos y financieros de que dispone el Ministerio de Agricultura y Bosques para organizar este Congreso?

Mermaz. En cuanto el Consejo de la FAO designó a Francia sede del Congreso, el Primer Ministro instituyó un Comité de Organización dirigido conjuntamente por dos altos funcionarios de los ministerios de Agricultura y Bosques y de Asuntos Exteriores. Este Comité trabaja en estrecho contacto con la Dirección de Tierras Rurales y Bosques de mi Ministerio y con el Departamento de Montes de la FAO.

Además, no dudamos que nuestras grandes organizaciones forestales y madereras se movilicen con ocasión de este excepcional acontecimiento para exponer sus conocimientos, entablar relaciones con los colegas de otros países y hacerles grata su estadía en París.

Se estableció un presupuesto de 25 millones de francos [NdR: 7,5 millones de dólares EE.UU.], al que contribuyen, además de los Ministerios de Agricultura y de Relaciones Exteriores, los Ministerios de Cooperación, del Medio Ambiente, de Industrias, de Uso de la Tierra, y de Investigaciones.

Desde el punto de vista financiero, un problema nos preocupa: facilitar la participación en el Congreso de profesores y estudiantes universitarios; de funcionarios de países en desarrollo; de conservacionistas, etc. que no dispongan de los medios financieros necesarios. Esperemos que la comunidad internacional intervenga en su favor; de hecho, ya se han recibido algunas generosas ofertas.

Unasylva. El lema del Congreso es «El bosque, patrimonio del futuro». ¿Por qué? ¿Qué significado tiene esa designación?

Mermaz. Los bosques significan perduración; se caracterizan por la lentitud de su crecimiento y por lo difícil que es restablecerlos cuando se destruyen. Son un patrimonio que nos legaron generaciones pasadas, en algunos casos muy pasadas. Pero no nos pertenece. Tuvimos la suerte de heredarlo y tenemos la obligación de transmitirlo a nuestros sucesores.

Lamentablemente en las sociedades y economías en que vivimos reina la imprevisión y todo se acelera, incluso las múltiples agresiones a ese patrimonio forestal que disminuye en todo el mundo. El bosque es un patrimonio económico, ecológico y social. Necesitaremos cada día más madera, más espacios verdes, más reservas naturales. El lema del Congreso nos permitirá examinar todos los usos del bosque y los problemas que actualmente plantea en todo el mundo. Nuestra generación tiene el deber imperioso de perpetuar esa herencia a través de la inversión financiera y la administración juiciosa, esforzándose de transmitirla, si es posible mejorada y aumentada, a las generaciones futuras.

Unasylva. ¿Este Congreso será sólo de interés para el sector forestal o se cuenta también con una participación popular? ¿Qué se ha hecho para promoverla y a qué sectores se han dirigido?

Los bosques son un patrimonio legado por las generaciones pasadas; son un patrimonio económico, ecológico y social

Mermaz. Evidentemente, un congreso forestal interesa ante todo a las profesiones relacionadas con el bosque y su aprovechamiento, desde la plantación a las industrias de la madera, pasando por la ordenación de los bosques, tanto públicos como privados.

Sin embargo, espero que concurran no sólo los técnicos, investigadores y profesionales del bosque, sino también todos los usuarios y sus asociaciones, así como las organizaciones no gubernamentales comprometidas en la conservación de nuestros recursos forestales. Acogeremos a todo el que sea portador de algún mensaje, de alguna idea nueva, de algún proyecto válido.

Dos claves del éxito de todo congreso son diseminar extensamente la información pertinente y acoger todas las opiniones. Nuestro Comité de Organización ha designado en cada país un punto de contacto. Además se han solicitado contribuciones voluntarias con el fin de que todo el que así lo desee pueda expresarse y contribuir a la formulación de las recomendaciones del Congreso.

Unasylva. Hace ya 25 años que no se celebra en Europa ningún congreso forestal mundial. ¿En qué se diferencian principalmente los problemas que tiene planteados hoy día la situación forestal europea de los que la caracterizaban en 1966, cuando el Congreso se reunió en Madrid?

Mermaz. Hace 25 años los bosques no interesaban a nadie más que a los silvicultores y a los industriales madereros. Su misión era ordenarlos y valorizarlos de modo que rindieran el máximo provecho económico posible.

Nuestra política de repoblación, adoptada después de la última guerra con ayuda del Fondo Forestal Nacional, tenía por objeto reducir el considerable déficit de madera y productos derivados. Lo refleja el lema del Congreso de Madrid: «La contribución de la silvicultura a la economía de un mundo en expansión.»

El Congreso de Buenos Aires abordó la función social («El bosque y el desarrollo económico»), como también lo hicieron el de Yakarta («El bosque al servicio de la colectividad»), y el de México («Los recursos forestales en el desarrollo integral de la sociedad»). Todos ellos se concentraron en el conjunto de las funciones del bosque y en la diversidad de los servicios que prestan a la sociedad.

Corresponde al Congreso de París hacer resaltar la protección y la conservación de ese patrimonio, no como objeto de museo en una vitrina, sino valorizándolo económica y socialmente, sin dejar en ningún momento de asegurar su perpetuidad.

Unasylva. En 1986, el Presidente Mitterrand convocó Silva - la Conferencia Internacional sobre el Arbol y el Bosque -, la primera reunión en que jefes de estado discutían especial y exclusivamente asuntos forestales. ¿Qué repercusiones tuvo dicha conferencia en las actividades forestales francesas? ¿Y en las de los demás países participantes?

Mermaz. A la conclusión de Silva, el Presidente de la República francesa declaró: «Las conciencias han sido puestas en alerta y las voluntades concertadas para salvaguardar uno de los principales patrimonios de la humanidad. Se han tomado buenas resoluciones. Apliquémoslas cuanto antes.»

En Francia, Silva tuvo efectos muy concretos: aumento considerable de los fondos asignados a la cooperación con países en desarrollo; creación del departamento de sanidad forestal; evolución de la investigación forestal hacia Eurosilva y concentración en Nancy de la formación de ingenieros forestales.

Sin duda, también ha contribuido a crear conciencia de los problemas del bosque entre los gobiernos y en la opinión de todo el mundo. Después de Silva se han multiplicado las reuniones, seminarios internacionales, etc., celebrados en todo el mundo para discutir el tema.

Unasylva. No cabe la menor dada de que el principal problema que tienen planteado los técnicos forestales europeos es el de la degradación de los bosques causada por la contaminación atmosférica. ¿Qué medidas ha adoptado Francia para enfrentarse con ese problema? ¿Y mediante la cooperación internacional?

Mermaz. Después de examinar en el otoño de 1983 el estado sanitario de los bosques del este de Francia, en 1984 el Ministerio de Agricultura y Bosques financió los primeros trabajos de investigación de este complejo fenómeno. Se concedió prioridad a dos disciplinas científicas: edafología y dendroecología. Esos trabajos se incorporaron posteriormente al programa interministerial DEFORPA (Defensa de los bosques contra la contaminación atmosférica) que funciona bajo la dirección de un ingeniero forestal de mi Ministerio. Actualmente se vigila sistemáticamente el follaje de 42 000 árboles.

Nos mantenemos en estrecho contacto con la investigación forestal de Baden-Württemberg y, más generalmente, con los programas del mismo tipo que han adoptado diferentes países de la Comunidad Europea, Suiza, Estados Unidos y Canadá. La Comisión de las Comunidades Europeas ha desempeñado un papel especialmente activo en la coordinación y financiación de estas investigaciones. Además, Francia participa en las labores del Comité de Coordinadores Nacionales de Investigación sobre la Acidificación (MARC) y en los grupos de trabajo que funcionan bajo la égida de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas.

Al cabo de cinco años de investigación, el programa francés, de dimensiones modestas por comparación con algunos de sus homólogos en Europa o América del Norte, está siendo evaluado científicamente. Los resultados que se obtengan significarán una contribución concreta a las conclusiones globales del programa internacional de evaluación y vigilancia de los efectos de la contaminación atmosférica sobre los bosques, creado en el marco de la Convención de Ginebra de 1979.

En la actualidad, mi Ministerio tiene tres prioridades:

· continuar ejecutando el programa experimental de corrección de la fertilidad mineral de algunos suelos degradados;

· iniciar un programa nacional a largo plazo de vigilancia de los ecosistemas forestales, de acuerdo con las recomendaciones del programa internacional concertado de evaluación y vigilancia de los efectos de la contaminación atmosférica sobre los bosques;

· determinar, en colaboración con mis colegas de los Ministerios del Ambiente y de la Investigación, los aspectos del programa de investigación DEFORPA que merecen ser examinados más a fondo.

El control y prevención de los incendios forestales es una parte importante de la administración de los bosques en Francia

Entre las causas de depauperación de algunos bosques se cuenta, con seguridad, la contaminación atmosférica, aunque lo más frecuente es que actúe en sinergia con otros factores ambientales. Por lo tanto, no hay que limitarse a auscultar al enfermo y a eliminar los síntomas; es preciso atacar a la vez las causas que esté a nuestro alcance combatir.

Este es el significado de las medidas de acción del gobierno francés. En el programa de lucha contra las «lluvias ácidas» adoptado en 1984 y 1985, se comprometió a reducir en un 50 por ciento entre 1980 y 1990 las emisiones de SO2 (objetivo ya alcanzado) y en un 30 por ciento, entre 1985 y 2000, la emisión de hidrocarburos y solventes. En el marco de las numerosas negociaciones internacionales que se están llevando a cabo, Francia ha firmado la Declaración de Sofía que tiene por objeto reducir las emisiones de óxido nitroso en un 30 por ciento, y preside el grupo de trabajo encargado de elaborar el protocolo sobre la reducción de la emisión de compuestos orgánicos volátiles. Además, tenemos en preparación medidas nacionales suplementarias para combatir la descarga en la atmósfera de sustancias residuales de ciertas industrias.

Unasylva. Así como la contaminación es un problema que, al menos por ahora, sólo tienen planteados los países industrializados, el fuego es una amenaza para todos en general, ya que devasta bosques tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. ¿Cuál es la filosofía francesa por lo que se refiere a la prevención y extinción de incendios forestales?

Mermaz. Al igual que en otros muchos países, los bosques franceses están expuestos a los estragos del fuego, sobre todo en la zona mediterránea. Son especialmente vulnerables por poco productivos, ya que se invierte poco en su cuidado, y suelen estar invadidos por arbustos muy combustibles.

Pero los incendios forestales no son inevitables, y las dos catastróficas temporadas pasadas deben incitarnos a redoblar los esfuerzos por combatirlos y, sobre todo, por prevenirlos.

Nuestra política se basa, desde luego, en la prevención. Los incendios que no se dominan en los primeros momentos subsiguientes a su ignición se vuelven enseguida catastróficos, ya que los medios de lucha activa no suelen bastar para circunscribirlos si las condiciones meteorológicas y los accesos son difíciles.

En Francia la extinción de incendios corresponde al Ministerio del Interior, mientras que la prevención es responsabilidad de mi Ministerio. Por supuesto que la clave del éxito es la descentralización de esos servicios del Estado en las colectividades territoriales. En particular, los Comités Comunales de Protección de los Bosques, instituidos en 1984 con representantes de los municipios, de los propietarios, población local, técnicos forestales y bomberos, coordinan de manera concreta las actividades de prevención y de lucha, que deben efectuarse a nivel local en las zonas expuestas.

Las medidas y los medios utilizados son muy diversos y no es posible exponerlos debidamente en el curso de esta entrevista. En cambio, he pedido que se distribuyan a los congresistas ejemplares de un número especial de la Revue forestière française consagrado a «bosques e incendios».

Estoy convencido de que para la mejor prevención de los incendios es indispensable perfeccionar las técnicas. La investigación es esencial, sobre todo en lo referente a rehabilitación de las zonas quemadas: especies más resistentes, técnicas de reforestación, etc.

Unasylva. Francia posee, con gran diferencia, la mayor superficie boscosa de toda la Comunidad Europea. ¿Qué implica eso para el desarrollo de industrias forestales en Francia? ¿Y en toda Europa?

Mermaz. Efectivamente, Francia posee más de una cuarta parte de los bosques de los Doce Con los 35 millones de m³ de madera cosechada y comercializada, sigue siendo el primer país de la CEE por lo que hace a la producción de madera. Sin embargo, eso es todavía menos de lo que podría rendir el bosque. Disponemos, verdaderamente, de un gran potencial de desarrollo de industrias madereras. En efecto, somos el único país europeo exportador neto de madera rolliza, pero al mismo tiempo tenemos un importante déficit en el comercio de productos transformados, como también lo tienen nuestros vecinos.

La posición central que ocupa Francia y la cuantía de sus posibilidades forestales han movido a numerosos grupos industriales internacionales a invertir en Francia con el fin de encontrarse en buena situación en 1993, cuando se unifique el mercado europeo.

De esta manera, la capacidad de producción de pasta y papel y de tableros de madera aumentará de un 50 por ciento entre 1989 y 1994. Este enorme volumen de inversión se extiende al sector aserraderos, esencial para el resto de las industrias forestales. Gracias al mismo el déficit de nuestro comercio de madera aserrada de coníferas se está reduciendo y pronto volveremos a exportar tableros.

Dada la ventaja que significa contar con recursos forestales en aumento. las industrias madereras francesas están dispuestas a participar en el abastecimiento de productos madereros a la Comunidad Europea que, no lo olvidemos, es el más importante mercado mundial de importación.

Unasylva. En Francia! en otros varios países europeos se procura ahora convertir en bosques las tierras agrícolas que ya/?0 conviene cultivar: ¿Cuál es el punto de vista francés al respecto?

Mermaz. En vista de que la agricultura produce excedentes, en el marco de la política agrícola común, la Comunidad Europea ha sugerido dedicar a otros usos parte de la superficie hasta ahora cultivada.

En una Comunidad en que el déficit de madera es tan considerable. no cabe duda de que repoblar esas superficies seria una excelente solución. por lo cual Francia ha adherido a dicha política procurando equilibrar las actividades agrícolas con las forestales.

Esta política de repoblación tiene la doble finalidad de:

· agrupar las zonas destinadas a repoblación para evitar la fragmentación de los cultivos y facilitar la explotación forestal futura: de ahí la creación de agrupaciones y asociaciones forestales:

· procurar que esas plantaciones forestales no perjudiquen a la agricultura, reglamentando debidamente la repoblación.

Conviene aclarar que la repoblación de eriales no es, para nosotros, cosa nueva. Desde la pasada guerra, gracias a la institución del Fondo Forestal Nacional, Francia está llevando a cabo una ambiciosa política de reforestación de dos millones de hectáreas, más de un tercio de las cuales son campos incultos.

Unasylva. Una parte considerable de los bosques franceses pertenece a pequeños propietarios. ¿Qué se hace para estimularlos y ayudarlos a ordenar y explotar activamente sus bosques? ¿Qué papel juega, por ejemplo, el Fondo Forestal Nacional? ¿Tendrían algunos de esos mecanismos de ayuda aplicación en bosques de los países en desarrollo?

Mermaz. Con frecuencia se dice que la fragmentación de los bosques privados es el peor de los problemas que tenemos planteados. Efectivamente los diez millones de hectáreas de bosques franceses privados tienen 3,5 millones de propietarios.

Aclaremos, sin embargo, que casi dos millones de pequeños propietarios - el 65 por ciento del total - poseen sólo el ocho por ciento de la superficie. Las tres cuartas partes de la extensión arbolada pertenecen sólo a 400 000 propietarios.

La ley de orientación forestal del 6 de agosto de 1963 estimula a los propietarios a asumir por sí mismos la gestión de sus bosques. En particular, esta ley creó los Centros Regionales de la Propiedad Forestal que fijan metas regionales de producción, aprueban los planes de ordenación de los bosques más importantes, facilitan la constitución de agrupaciones y, en general, animan, capacitan e informan a los propietarios.

Además, la administración pública apoya económicamente la creación de organismos que se encarguen de la gestión, explotación y comercialización colectivas. Prueba del éxito de esta política es el volumen de la madera comercializada por las cooperativas y organizaciones de servicio: el volumen ha pasado de 500 000 m³ en 1971 a 2 millones de m³ en 1980, y a 4 millones de m³ en estos días.

No cabe duda que en los países en desarrollo hay menos bosques de propiedad privada. Pero debe procurarse que la población local participe en la protección y ordenación de los bosques circundantes. La agrosilvicultura es una manera de lograrlo; la silvicultura comunitaria es otra. Además, es conveniente estimular todas las iniciativas privadas, tanto económicamente como mediante servicios de extensión y capacitación.

Unasylva. ¿Cómo ha evolucionado la administración forestal en los países de Europa? ¿Cómo ha afectado la descentralización a la labor de las instituciones forestales francesas? ¿Y en otros países de Europa?

Mermaz. La mayor parte de los países han regionalizado y descentralizado sus instituciones. En Francia la regionalización ha sido acompañada de una delegación de poderes del estado en las colectividades territoriales (regionales, departamentales y comunales).

La política forestal no ha sido regionalizada y sigue siendo de la competencia del Estado y, más concretamente, de mi Ministerio y su Dirección de Tierras Rurales y del Bosque, que actúan en las regiones y departamentos mediante los servicios forestales de las direcciones regionales y departamentales del Ministerio.

Sin embargo, esa política forestal nacional se modula y se precisa mediante normas regionales de producción determinadas contractualmente por el

Estado y las colectividades. Además, el Estado delega responsabilidades en entidades públicas, como la Oficina Nacional de Bosques, para la gestión de nuestros bosques patrimoniales, y la aplicación de un régimen muy riguroso de protección de los bosques de colectividades públicas, como las Comunas, y los Centros Regionales de la Propiedad Forestal para mejorar la ordenación, agrupación y extensión en los bosques privados.

Unasylva. Muchas gracias, señor Ministro.


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