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Gestión forestal con participación popular para regenerar los bosques de la India

M. Poffenberger y S. Singh

Mark Poffenberger es investigador en la Escuela de Recursos Naturales de la Universidad de California, en Berkeley.

Samar Singh es Secretario Adjunto de la Misión Nacional sobre Desarrollo de Tierras Baldías del Ministerio del Desarrollo y Bosques del Gobierno de la India, en Nueva Delhi.

Experiencias recientes llevadas a cabo en Bengala Occidental, Haryana, Gujarat, Orissa, y Jama y Kashmir demuestran que los problemas de gestión se pueden resolver a satisfacción de todos si el personal forestal del Gobierno colabora estrechamente con las comunidades campesinas. Es posible que, en vez de degradarse por la tala y el pastoreo abusivo, los bosques inicien una espectacular regeneración. Al mismo tiempo que los árboles, se repone toda la productividad del bosque y crecen de nuevo pastos, plantas leñosas y otros productos socioeconómicamente vitales para toda sociedad agraria. Este artículo presenta la experiencia de Bengala Occidental y Gujarat, en que el personal forestal, organizaciones no gubernamentales e investigadores están empeñados en lograr que los departamentos estatales de montes y las comunidades locales de la India colaboren en la gestión de tierras públicas destinadas a bosques.

Bosque de sal (Shorea robusta) de Bengala sudoccidental degradado por pastoreo y cortas abusivas

A partir de mediados del siglo XIX grandes extensiones de los montes del subcontinente de la India fueron declaradas de propiedad pública y puestas bajo la jurisdicción de los departamentos forestales estatales para su gestión. Se procedió así en detrimento de los sistemas tradicionales de gestión y de los derechos de usufructo de millones de campesinos de toda la India. Alrededor de 1980, casi el 23 por ciento de la tierra de la India estaba administrado por el Estado, dejando aproximadamente 300 millones de campesinos con pocos derechos y responsabilidades en el uso y protección de sus bosques. Como resultado, se crearon dos frentes opuestos: por un lado, las comunidades locales y por otro lado, los intereses comerciales. La falta de acuerdo condujo a una explotación no sostenible y a una rápida depauperación de los extensos montes nacionales.

Se estima que hacia 1970 la India estuvo perdiendo más de un millón de hectáreas anuales de bosques por causa de su explotación comercial y de la creciente presión demográfica. Las autoridades forestales nacionales se convencieron de que las políticas y procedimientos de explotación vigentes no respondían a las necesidades del recurso y por lo tanto el Gobierno adoptó vastos programas de agrosilvicultura comunal. No obstante, esas actividades no resolvían el problema que planteaba la administración de los bosques naturales. Afortunadamente, en varios estados indígenas la preocupación por la degradación del medio ambiente y por la creciente escasez del recurso ha estimulado a algunas comunidades y departamentos forestales a intentar experimentalmente la explotación de los montes del Estado con participación de la población local. En muchos casos, casi sin fondos para ello, los campesinos y el personal forestal de campo consiguieron controlar el acceso a los bosques, aliviando la presión sobre el recurso.

Gracias a eso los ecosistemas alterados iniciaron su regeneración natural. Aunque en la India se llevan a cabo hoy día numerosas y muy diferentes actividades de protección de los bosques con participación de las comunidades locales, este artículo se concentra en las de Bengala Occidental y Gujarat, donde el apoyo oficial ha impulsado la labor de aquellas.

La experiencia de bengala occidental

En el curso de los diez últimos años el Departamento Forestal de Bengala Occidental ha colaborado con miles de comunidades en la introducción de sistemas locales de gestión orientados a proteger y regenerar los bosques naturales degradados de la parte sudoccidental del estado. Más de 2000 comunidades rurales se ocupan actualmente de 250000 ha de bosques naturales de sal (Shorea robusta) en que el crecimiento es exuberante desde que los campesinos empezaron a regular el pastoreo, la recogida de leña y las quemas (véase el mapa). Los bosques en vías de regeneración proporcionan ya a las comunidades rurales participantes una gran variedad de productos medicinales, fibras, leña, pastos, alimentos, etc.

Introducción de los sistemas de gestión conjunta: 1972-1984

En 1970, la atmósfera en el sudoeste de Bengala era muy tensa. La gente pobre expoliaba rápidamente los bosques de sal y el Departamento Forestal pedía ayuda a la policía para proteger los macizos restantes. Además de que se extraía mucha leña para subsistir, algunos contratistas contrataban gente del campo para cortar madera que vendían como combustible, acelerando así la deforestación.

En 1972, se nombró un nuevo Oficial Forestal para el Distrito de Purulia. Inicialmente éste colaboró con la policía en la represión de las cortas, vigilando las aldeas y los mercados donde se vendía leña y arrestando a los cortadores de leña. La corta furtiva disminuía pasajeramente, pero se reanudaba en cuanto la atención de las autoridades se desviaba hacia otras partes. Dándose cuenta de que la deforestación no se contenía por la fuerza, el Oficial Forestal y su personal empezaron a discutir el caso con los pobladores del bosque. Reunidos con los aldeanos hablaron de deforestación y sugirieron que las mismas comunidades locales asumieran la protección de sus bosques a cambio de una parte de la leña y de otros productos forestales. En el curso de tres años se crearon 25 comités de protección forestal en el distrito de Purulia, pero el Oficial Forestal no estaba facultado para oficializar esos organismos.

Al mismo tiempo, en otra parte del sudoeste de Bengala Occidental, en Arabari, había una pequeña estación experimental en que se ensayaban especies de sal, teca, eucalipto y otras. Los experimentos se interrumpían con frecuencia porque los campesinos cortaban leña y apacentaban su ganado en las parcelas experimentales. Descorazonado, el Oficial Forestal discutió el problema con los campesinos de las diez aldeas alrededor de Arabari. Empezó por ofrecerles trabajo asalariado en las plantaciones de la estación a cambio de que aceptaran no apacentar ganado ni cortar leña en las parcelas experimentales. Por razones de presupuesto limitado y oferta de mano de obra, cambió las condiciones, prometiéndoles un 25 por ciento de la madera de sal y ciertos derechos a los productos no madereros. Estas condiciones resultaron aceptables; los campesinos dejaron de cortar y apacentar y se encargaron de proteger el bosque contra los forasteros.

A pesar del éxito de los acuerdos de gestión conjunta en los diez años siguientes, Purulia y Arabari fueron casos aislados. A pesar que se intentaron otras experiencias, las condiciones ofrecidas por los correspondientes oficiales forestales eran oficiosas, y por consiguiente, perdían validez al ser éstos trasladados, en general cada tres años.

Ampliación informal 1985-1989

En 1986 el Oficial Forestal que había iniciado la gestión conjunta mixta en Purulia fue ascendido a Conservador de los bosques de toda la parte sudoccidental de Bengala. Recomendó a sus subjefes que se estimulara a todo el personal de campo a colaborar con las comunidades locales.

Con el fin de acelerar la creación de «Comités de Protección Forestal», instituyó un sistema de inspección, con entrega de premios a los oficiales que mayor éxito tuvieran. Se comunicó a los políticos locales y a los dirigentes de Panchayats esta nueva estrategia. Como resultado el número de Comités de Protección Forestal aumentó rápidamente y en 1988 había ya 1300 en los distritos de Midnapore, Bankura y Purulia, que protegían 152000 ha de bosque.

Un estudio de caso: el comité de protección forestal de Chingra

En el distrito de Midnapore, en la zona limítrofe de Orissa y Bihar, hay diez aldeas alrededor del bosque de Chingra Mouza. Hace un siglo el poblado de los Manda habitaba en medio de un bosque de sal cuyos árboles tenían más de un metro de diámetro. La población era poco densa y ejercía poca presión sobre el bosque; ocasionalmente se cortaban algunos árboles para hacer vigas, arados, mangos para herramientas o para satisfacer pequeñas necesidades domésticas, pero el efecto sobre la densidad del bosque era insignificante. Se recogían muchos productos, algunos de los cuales servían como complemento de la alimentación. El bosque resguardaba a los campesinos de los vientos y las tormentas, del calor del verano y conservaba el agua.

DISTRITOS DE BENGALA OCCIDENTAL

En la primera mitad del siglo XX se talaron los bosques de Bengala Occidental para proporcionar traviesas a los ferrocarriles en construcción. No obstante, de los tocones de sal brotaron vigorosos renuevos que pronto alcanzaron tamaño de árboles. Durante los decenios de 1960 y 1970 el Departamento Forestal vendió el derecho a cortar en este nuevo bosque a contratistas madereros que usaban mano de obra local para la extracción. Los campesinos, cada vez más numerosos, cortaban también leña como suplemento de los ingresos familiares. Durante la sequía de 1981-82 se perdieron cosechas enteras de arroz y los campesinos de todos los alrededores atacaron desesperados los bosques de sal en busca de leña que vender o con la intención de abrir claros en que apacentar su ganado. Las cabras y las vacas consumieron y pisotearon los renuevos de sal cuyos sistemas de raíces empezaron a perecer. La tierra, sin protección y debido a la erosión, perdió la antes fértil capa superficial.

Los jóvenes de Chingra, conscientes del valor de los bosques, observaban consternados su deterioro. Habían oído a los ancianos hablar de los bosques de antaño y de las muchas cosas que producían. En 1984, un joven llamado Mahadev Manda Singh pidió al Oficial Forestal permiso para crear en terreno del bosque una plantación de eucalipto. Mahadev recibió el permiso y una pequeña asignación de los fondos del departamento forestal para iniciar un vivero. Sus amigos le ayudaron a sembrar; diez de ellos pertenecientes al club de jóvenes de la aldea accedieron a proteger los arbolitos nacientes. Pronto tuvieron ocasión de ver cómo crecían también rápidamente el sal y los otros árboles y plantas que antes había en el bosque.

El club de jóvenes pidió al oficial forestal que colocara bajo su protección otras 50 ha de bosque natural de sal. Obtuvieron la autorización del oficial forestal para quedarse con un 50 por ciento de lo producido con el fin de financiar sus actividades. El sal se regeneraba y los jóvenes extendieron su protección a las 450 ha de la reserva forestal contigua. A quienes venían de fuera a cortar leña y a sus propias familias, le explicaban la conveniencia de esperar a que el bosque se regenerara y la necesidad de mantener fuera del mismo todo el ganado. Al cabo de tres meses, los renuevos de sal tenían ya más de un metro de altura y su extremo quedaba fuera del alcance del ganado de menor tamaño.

Visto el éxito del grupo de jóvenes de Chingra, la gente de otros poblados próximos pensaba ya en proteger sus propios bosques y sus oficiales forestales organizaban reuniones para animarlos. Mahadev y algunos de sus amigos asistían siempre para contar sus experiencias y explicar lo que esperaban conseguir. Hacia 1988, de las diez comunidades que circundaban el bosque de Chingra, nueve protegían sus bosques en los que el sal alcanzaba alturas de cuatro a seis metros. El suelo estaba cubierto de hierbas, arbustos y hasta de algunas pequeñas palmeras.

Bosque de sal (Shorea robusta) en regeneración natural al cabo de dos años de estar protegido por un grupo comunitario de gestión, en Bengala sudoccidental

Durante los tres últimos años se han celebrado multitud de reuniones entre representantes de todas las aldeas para hacer acuerdos, calmar disputas, rechazar forasteros, determinar responsabilidades de protección territorial y establecer los derechos de usufructo de cada aldea.

El caso de Chingra es un buen ejemplo de la forma descentralizada en que los Comités de Protección Forestal organizan los grupos. Ilustra cómo los líderes locales - como Mahadev - colaboran con el personal forestal de su aldea, así como con las aldeas vecinas, para determinar las áreas que conviene proteger y ponerse de acuerdo al respecto, rechazando a los forasteros. Si bien el personal forestal facilitó ese proceso organizando reuniones y autorizando actividades de protección, en muchos casos tomaron la iniciativa los propios Comités de Protección Forestal. El comienzo de actividades de protección en una aldea influyó sobre el comportamiento de las vecinas. Muchas veces negociaban y discutían los problemas de gestión sin esperar instrucciones del Departamento Forestal. Esta «reacción en cadena», un verdadero efecto catalítico, impulsó la reglamentación local del acceso a los bosques del Estado en Bengala sudoccidental. Es probable que esa inquietud colectiva por la degradación de los bosques en otras partes de la India pueda servir de base para la institución de programas de gestión conjunta iniciados por los departamentos forestales estatales.

Experiencias de Gujarat

Hasta hace pocos decenios el sudeste de Gujarat, poblado por diversas comunidades indígenas, estaba cubierto por excelentes bosques de teca. Hacia 1980, además de las cortas practicadas oficialmente por el Departamento Forestal, se incrementó rápidamente la extracción furtiva de madera con mano de obra local. Al ver cómo gente de fuera explotaba comercialmente sus bosques, las comunidades indígenas de Bhil, Chowdhury, Gamit y Vasava que, desde muchas generaciones atrás aprovechaban sosteniblemente los bosques circundantes, empezaron a hacerlo con carácter comercial. Además de las concesiones legales e ilegales, pronto hubo no menos de 10000 aldeanos dedicados a cortar madera para venderla como leña. Esto aceleró considerablemente la depauperación del bosque. El Departamento Forestal intentó infructuosamente reprimir las actividades ilegales, pero se encontraba en mala postura para ello, dado que en los años 1980 y siguientes había impulsado oficialmente la tala.

Funcionario forestal con un líder local en un bosque de sal en régimen de gestión conjunta para regenerarlo

En 1986, el Gobierno proclamó la prohibición total de cortar durante cinco años. Una vez suspendidas sus propias actividades de extracción, el personal forestal del Círculo del Sur se dedicó a perseguir a los operadores furtivos. Entre 1986 y 1987 arrestaron a 11000 de ellos y confiscaron 130 vehículos. No obstante, la represión tropezó con la oposición de las cooperativas locales de trabajadores forestales, ya que las actividades madereras eran esenciales para la vida económica de sus miembros, y la situación se hizo muy tensa.

El Conservador del Círculo del Sur decidió organizar una campaña para persuadir a las comunidades de la necesidad de conservar y administrar los bosques. El Conservador y sus funcionarios superiores entraron en contacto con líderes comunitarios para convencerlos de la importancia de lo que proponían y de idear nuevas estrategias económicas para compensar los ingresos que no se percibieran. Se organizó toda una serie de campamentos y reuniones a las que asistieron hasta 5000 personas. Se pidió a 400 líderes tribales que contribuyeran a llevar el mensaje de la protección de los bosques a sus respectivas comunidades. Al mismo tiempo el Conservador se daba cuenta de que para que la participación local fuera efectiva había que establecer las relaciones sobre la base de la mayor franqueza.

De acuerdo con el procedimiento actual, durante las primeras reuniones el personal forestal discute con los aldeanos los problemas de la deforestación, de la leña y del forraje, de la erosión del suelo y de la pérdida de humedad. Según el programa de regeneración, si la aldea constituye un comité o Vana Samraksan Samiti (VSS) para la protección del bosque degradado, podrá participar en los frutos de la regeneración. En general, se encarga a cada aldea de la gestión de 25 a 100 ha. Si se trata de una extensión grande, el primer año sólo se les entrega una porción de bosque degradado y en años sucesivos el resto. El comité, integrado por un representante de cada familia, tiene la responsabilidad de organizar patrullas de vigilancia. De ese modo se pretende despertar sentimientos de participación en la propiedad y de protección de los productos que se obtienen.

En las zonas de bosque degradado los miembros del comité tienen preferencia en el empleo asalariado para limpiar de maleza la tierra y para eliminar los brotes deformes; con estas actividades se recoge alrededor de media tonelada de leña por hectárea, que se entrega a los miembros del comité, los cuales tienen también derecho a todas las varas de teca que se cortan anualmente al entresacar. En los claros del bosque en vías de regeneración (un 10 por ciento del total) se planta mahua, bambú, ber y otras especies consideradas útiles localmente. Si cuenta con fondos, el Departamento Forestal proporciona plantones para agrosilvicultura, o mecanismos que ahorran energía, como cocinas mejoradas o plantas de biogás que producen metano con excrementos del ganado.

El Gobierno de Gujarat ha aprobado oficialmente el programa y dado los fondos necesarios para extenderlo; a cada comité participante le concede derechos al 25 por ciento de la madera de teca, además de la leña y la madera que consume la familia. En cuanto a las comunidades participantes, el programa les da derecho a todos los productos no madereros: forraje, combustible, fruta, gomas, semillas y hojas. Una de las primeras comunidades que dio su participación fue la de Gamtalao Khurd.

El caso de la aldea de Gamtalao

La aldea de Gamtalao está situada en la parte oriental del distrito de Surat; en ella residen 88 familias chowdhury. El terreno es ondulado, con bosques en las lomas y campos de cultivo en los llanos. Las fincas familiares tienen 1,7 ha como término medio. La mitad de las 280 ha de tierra que corresponden a la aldea son del Gobierno. Hace 20 años toda esa superficie estaba cubierta de densos macizos de teca, de Acacia catechu, madhuca, bambú y otras especies locales. Entre 1978 y 1981, el Departamento Forestal taló esa zona extrayendo todos los troncos comercialmente útiles. Después de la corta, los campesinos se llevaron el ramaje y los arbustos para usarlos como leña y subieron su ganado a apacentarlo; en esas lomas. Como resultado, éstas quedaron rápidamente denudadas y durante las lluvias monzónicas perdían mucho suelo fértil. Hacia el año 1980, el Departamento Forestal intentó reforestar con eucalipto, pero casi todos los intentos fracasaron después del tercer año por causa del ganado y de la corta ilegal de los arbolitos como leña.

En 1987, el Departamento hizo otro intento de reforestar las tierras degradadas en la aldea de Gamtalao con Acacia auriculiformis. No obstante, después de una visita de inspección, el Conservador se dio cuenta de que la acacia no interesaba a los campesinos; observó también que el sistema radical de la teca estaba todavía en buenas condiciones - había más de 2000 tocones por hectárea - y probablemente brotaría bien. A principios de 1988, se organizaron una serie de reuniones con los campesinos y el Conservador sugirió una gestión conjunta. Les dijo que la teca se regeneraría rápidamente si se suspendía el pastoreo y la tala en toda la tierra que había ocupado el bosque. Hizo notar que incluso sería posible cortar la mayor parte de los renuevos si dejaban al más vigoroso de cada tocón para que siguiera creciendo; de esta manera los campesinos no hubieran perdido mucha leña y, al mismo tiempo, se regeneraría el bosque.

Cambios en el uso de la tierra en la aldea de Gamtalao

Los campesinos aceptaron la propuesta del Conservador. Acababan de ingresar en una cooperativa lechera y estaban empezando a alimentar estabulados a sus búfalos para aumentar la producción de leche. Habían contratado el derecho a cortar forraje en tierra relativamente distante y no les gustaba tener que ir tan lejos. El Conservador les explicó que si se encargaban de la protección de su propio bosque podrían incrementar la producción de hierba y hojas comestibles del terreno cercano al bosque. Este incentivo fue decisivo. Con base en las discusiones los campesinos decidieron en 1988 constituir un Comité de Protección Forestal que inicialmente abarcaba la protección de 25 hectáreas. En 1989, se les entregaron otras 60 hectáreas y, poco después, otras 20. La vecina aldea de Phulbari viendo el éxito de la regeneración en Gamtalao pidió encargarse de proteger una parte del bosque contiguo.

Desde que la tierra quedó bajo protección comunitaria en 1988, los renuevos de teca están creciendo rápidamente y ya alcanzan de cuatro a cinco metros de altura (véase Figura). Además, con ayuda del Departamento Forestal, en los claros que quedaban entre los macizos de teca los campesinos han plantado bambú y otras especies que se usan localmente de muy diversas maneras. La mayor parte de la siembra se hizo con semilla, dando buenos resultados. Para las zonas particularmente desoladas - un 10 por ciento del total - el Departamento contrató jornaleros para cavar hoyos y plantar arbolitos criados en vivero, todo ello a un costo de 600 rupias por hectárea.

Los beneficios que ha recibido la aldea han sido substanciales. En 1988/89 del desbroce de la tierra destinada a bosque se obtuvieron 12 toneladas de leña y 50 toneladas de forraje. La producción de forraje subió a 180 toneladas en 1989/90. Los líderes de la aldea comentan que el 40 por ciento de los piensos que consume su ganado procede ahora del bosque y que las familias que poseen poca tierra reciben una proporción aún mayor de forraje. Opinan que el forraje del bosque es más nutritivo para sus animales, ya que consiste en una mezcla de gramíneas y hojas de árbol. Gracias a la mayor productividad de forraje en 1989, los campesinos han podido añadir a su cabaña 35 búfalos y 12 vacas.

Los líderes de la aldea afirman que, aun sin el derecho a la madera, las utilidades de la regeneración del bosque en forma de forraje y leña han compensado todo el trabajo que se hizo para la protección del bosque.

Conclusión

Los sistemas de gestión forestal vigentes en la India tropiezan con graves dificultades para sostener la producción de los ecosistemas forestales naturales. Las imágenes obtenidas del satélite Landsat indican que los bosques naturales restantes en la India se están depauperando rápidamente. Al agotarse los recursos forestales, las comunidades que dependen de ellos para su subsistencia quedan en la miseria. Centenares de millones de campesinos pierden todas sus fuentes de combustible, forraje, alimento, materia prima para artesanías y medicinas. Con la cubierta vegetal se pierde suelo y agua y la tierra queda seca e infértil. La importancia de los bosques naturales para satisfacer las necesidades de 50 millones de campesinos es inmensa. Si el Gobierno tuviera que pagar por su alimentación, le costaría sin duda algunos centenares de millones de dólares. Los trastornos que causan la deforestación y la miseria pueden dar lugar, además, a numerosos problemas económicos y de otra naturaleza.

Puede afirmarse que el valor comercial de la madera y la pasta procedentes de los bosques naturales es menos valioso para la nación que la acción del bosque al suplementar el ingreso de la población rural y conservar el suelo y el agua, y es también evidente que los departamentos forestales tienen limitada capacidad para proteger enormes extensiones de tierra. Ambas conclusiones indican que es preciso reorientar los sistemas de gestión forestal de manera que respondan a lo que las comunidades rurales esperan del bosque y les permitan participar en su protección y manejo. Esto implica cambios de política, procedimiento y actitud.

Las orientaciones de política nacional publicadas el 1° de junio de 1990 son la pauta que debe seguirse para dichos cambios. Afortunadamente, como revela este artículo, en algunas partes de la India se están encontrando maneras prácticas de aplicar dicha política. Estos nuevos sistemas de gestión con participación popular constituyen una nueva y prometedora gestión de la ordenación forestal válida no sólo para la India, sino también para el resto del mundo. Representan la esperanza de que sobrevivan los bosques naturales y proporcionen indefinidamente utilidades para las generaciones presentes y futuras.


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