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Editorial - La silvicultura urbana y periurbana

Según las previsiones, para el año 2000 más de la mitad de los habitantes del planeta vivirá en áreas urbanas. Históricamente, la propensión a la urbanización se ha dado de manera gradual; sin embargo, en el siglo XX la tasa de crecimiento de la población se ha hecho exponencial, y lo que era un riachuelo se ha convertido en un caudaloso río. En las regiones en desarrollo, esta expansión demográfica es particularmente acentuada, haciendo que hoy en día su población urbana sea mayor en más de cuatro veces a la de 1950. En la actualidad los conglomerados urbanos absorben dos tercios del incremento demográfico de los países en desarrollo, y en ellos se encuentran 50 de las 66 ciudades que, según las proyecciones, tendrán más de 4 millones de habitantes para el año 2000.

Por definición (cfr. Diccionario de la Real Academia Española, XXI edición), las ciudades son espacios geográficos cuya población, generalmente numerosa, se dedica en su mayor parte a actividades no agrícolas. En la época en que tanto las ciudades como la población total crecían lentamente, resultaba posible satisfacer las necesidades alimentarias y energéticas a través del intercambio con las áreas circundantes. Con el tiempo la ciudad fue creciendo, pero todavía a un ritmo pausado, lo cual permitía planificar nuevos suburbios con la presencia de árboles y áreas boscosas, como parte esencial del entorno (por su valor de esparcimiento y como fuente suplementaria de alimentos y combustible). Los residentes adinerados no dudaban en pagar precios más elevados por las casas ubicadas en tales áreas. Sin embargo, al acelerarse en modo desenfrenado el ritmo de urbanización, las autoridades competentes fueron perdiendo su capacidad de control sobre la planificación urbana, lo cual fue llevando a la formación de cinturones de construcciones - en muchos casos de barrios marginales pobres carentes de todo servicio y desarrollados en modo caótico.

Como resultado de este proceso, los funcionarios responsables del manejo de árboles y bosques en las áreas urbanas se ven obligados a enfrentar tres situaciones distintas en que las opciones y las posibilidades de éxito difieren profundamente. En los centros históricos de las ciudades antiguas, la tarea principal consiste en mantener o sustituir los árboles que fueron plantados en otros tiempos. En las áreas suburbanas planificadas, en incorporar los árboles como parte integrante del desarrollo urbano, aprovechando de esta manera al máximo la potencialidad de los alrededores, sobre todo en lo referente a la mejora del ambiente. En las zonas urbanas periféricas, la densidad de ocupación de la tierra es elevada al punto de copar totalmente las áreas disponibles, haciendo desaparecer los árboles y todo tipo de vegetación boscosa. Es precisamente en estas áreas urbanas de escasos recursos y no planificadas donde más se necesita de los beneficios potenciales que brindan los árboles y los bosques y, al mismo tiempo, donde se hace más difícil realizar concretamente estas ventajas.

En el presente número de Unasylva se analiza la situación forestal en las zonas urbanas y se estudia su aporte potencial a la elevación de los niveles de vida de los habitantes en distintos escenarios urbanos.

En el articulo de fondo, G. Kuchelmeister y S. Braatz analizan los nuevos enfoques de la silvicultura urbana, el papel de los árboles en de las áreas densamente pobladas, y las oportunidades y desafíos a los que da lugar su plantación, conservación y utilización. En otros artículos se describen la estructura, las condiciones y diferentes aspectos del manejo de los bosques urbanos de Beijing (China), Ciudad de México, Africa subsahariana y Praga (Checoslovaquia).

W.R. Burch y J.M. Grove analizan un proyecto que aplica los principios de la silvicultura social relacionando la revitalización urbana con la recuperación ambiental en la ciudad de Baltimore, Estados Unidos. Muchas de las pautas del proyecto de silvicultura urbana de Baltimore podrían tener aplicación también en los países en desarrollo; D.J. Nowak y E.G. McPherson informan sobre las metodologías y los resultados iniciales de un proyecto de investigación realizado en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, que tiene por objeto cuantificar los efectos de la vegetación presente en las áreas urbanas sobre el clima local, el consumo energético y la calidad del aire.

Los artículos publicados en este número de Unasylva muestran claramente que, si bien hoy en día se conoce más sobre silvicultura urbana de lo que se conocía hace diez años, ésta debe seguir considerándose una disciplina en formación. Para que se puedan considerar sentadas sus bases, es necesario pero no suficiente satisfacer requisitos fundamentales como los siguientes: seguir cuantificando los beneficios que los árboles pueden brindar a los habitantes urbanos en diferentes circunstancias; mejorar la integración de la silvicultura con la planificación urbana; desarrollar conocimientos especializados sobre selección y manejo de árboles especialmente adaptados a los ecosistemas urbanos; mejorar el marco institucional y legal de la silvicultura urbana; y promover la participación de la población en el manejo de los árboles urbanos. Una interrogante particularmente importante y que ano no encuentra respuesta es: «¿Quién es y cuáles deben ser los rasgos característicos del profesional forestal urbano?»

Este número de Unasylva se propone incentivar el análisis y el debate sobre los desafíos que plantea el manejo de los árboles y los bosques en las áreas urbanas y de las posibles soluciones.


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