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Ordenación forestal y agrosilvicultura para reducir el dióxido de carbono atmosférico

P.E. Schroeder; R.K. Dixon y J.K. Winjum

Evaluación y costos sobre el terreno de prácticas y técnicas de ordenación forestal prometedoras para la conservación y el almacenamiento de carbono atmosférico.

Paul E. Schroeder trabaja en la ManTech Environmental Technology Inc., en el Laboratorio de Investigaciones Ambientales de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos (USEPA), Corvallis, Oregón, Estados Unidos.

Robert K Dixon trabaja en el Laboratorio de Investigaciones Ambientales de la USEPA.

Jack K Winjum trabaja en el National Council for Air and Stream Improvement, en el Laboratorio de Investigaciones Ambientales de la USEPA.

Se ha establecido que la acumulación de gases de invernadero en la atmósfera, en particular dióxido de carbono, alterará el clima de la Tierra. En este sentido, los bosques, dado que almacenan carbono, pueden desempeñar un rol importante evitando la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera. Esta posibilidad ha sido analizada recientemente por varios autores (Marland, 1988; Andrasko, Heaton y Winnet, 1991; Grainger, 1991; Houghton, Unruh y Lefebvre, 1991; Sedjo y Solomon, 1991). Aunque preliminares, esos estudios indican que la conservación y la ordenación agroforestal pueden contribuir a mantener almacenado el carbono atmosférico sin dejar de proporcionar bienes y servicios a comunidades rurales de muchos países. Al mismo tiempo, los autores coinciden en un aspecto fundamental: todas las posibilidades de los bosques como almacén de carbono no bastan para resolver los problemas que plantean los gases de invernadero; hacer frente al cambio de clima en escala mundial exige complejas medidas para adaptarse a sus efectos y mitigarlos, y que se deberán extender a todos los sectores sociales y económicos. Además, es seguro que toda respuesta de orden forestal deberá estar sólidamente basada en una política independiente del recalentamiento de la tierra, que deberá reportar beneficios netos adicionales a los que se obtendrán en el contexto del cambio de clima.

Plantación forestal en el trópico de América Latina

En 1989, representantes de 67 países reunidos en la Conferencia de Noordwijk, Países Bajos, discutieron el papel de los bosques del mundo como sumideros de carbono, y acordaron recomendar al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos que se adoptara como objetivo el obtener un aumento neto de 12 millones de hectáreas anuales en la extensión del bosque mundial para principios del próximo siglo. Este aumento se debería conseguir mediante la conservación de los bosques existentes, la reforestación activa de los bosques degradados y la plantación de árboles en tierras marginales, campos cultivados, pastos y pastizales.

En 1990, como parte integrante del programa de investigación sobre el cambio de clima de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos (USEPA), se llevó a cabo una evaluación de las posibilidades de establecer nuevos bosques y de manejar los existentes de modo que almacenen el máximo de carbono y reduzcan la acumulación de gases de invernadero en la atmósfera (Dixon, Schroeder y Winjum, 1991) que tuvo tres objetivos concretos:

· identificar técnicas y prácticas apropiadas para cada sitio que puedan ser utilizadas para manejar los bosques y los sistemas agroforestales de manera que almacenen y conserven carbono;

· estudiar los costos sobre el terreno de las prácticas agroforestales más prometedoras;

· evaluar las estimaciones de lugares técnicamente apropiados en todo el mundo para alcanzar los objetivos de reforestación fijados en Noordwijk.

Métodos adoptados

El primer paso para preparar la evaluación de USEPA fue compilar una base de datos de alcance mundial, regional y nacional de 94 países, agrupándolos en tres grandes categorías: crecimiento o conservación atribuible a prácticas de establecimiento y manejo de bosques; costos de cada práctica; y extensión de tierra potencialmente apropiada para cada práctica. Se recabaron esos datos de la literatura científica y técnica internacional publicada en los últimos diez años y, además, se obtuvieron datos contactando profesionales forestales en todo el mundo.

Aunque la base de datos contiene información de más de 90 países, la evaluación se concentra en 16 (Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Congo, China, Estados Unidos, India, Indonesia, Malasia, México, Nueva Zelandia, Sudáfrica, la ex URSS y Zaire).

Cálculo del almacenamiento de carbono

Los datos existentes sobre el incremento y la producción de los bosques proporcionan la base para calcular la capacidad para almacenar carbono. Los datos sobre el volumen de los troncos se convierten en equivalente en biomasa del árbol completo y se adopta la hipótesis de que ésta contiene un 50 por ciento de carbono. La biomasa del árbol completo incluye las raíces, pero no el carbono del suelo, detritus o humus. La acumulación y el almacenamiento anuales se deducen sumando el carbono del volumen en pie para cada año del ciclo de crecimiento o de rotación, dividiéndolo después por la duración de la rotación. Este cálculo de la cantidad media de carbono existente sobre el terreno durante una rotación se aplica a toda una serie de rotaciones, dando por supuesto que el sistema es sostenible y que no se reduce el rendimiento en rotaciones posteriores (Graham et al., 1990; Schroeder, 1992).

Conviene observar que este procedimiento da también por supuesto que en el momento de la cosecha, o poco después, la mayor parte del carbono almacenado retorna a la atmósfera. Efectivamente, se calcula que por lo menos el 40 por ciento del carbono de la biomasa del árbol completo se encuentra en las hojas y en las ramas que, o se queman, o se descomponen rápidamente después de la corta. Del 60 por ciento de carbono que queda en la parte cosechada, las operaciones de transformación dejan menos de la mitad del volumen total en el producto final; es decir, más del 75 por ciento (no menos del 90 por ciento según otras estimaciones) del carbono que había sido almacenado regresa a la atmósfera inmediatamente después de la corta. Esto no significa que los productos acabados no tengan capacidad potencial para el almacenamiento prolongado de carbono, sino más bien que es necesario mejorar el rendimiento de las operaciones de extracción y transformación.

Cálculo de costos

El cálculo de costos se basa en el costo de ejecución por hectárea de diversas prácticas forestales y agroforestales. Los elementos presentes en el costo de ejecución difieren de un lugar a otro, pero suelen incluir preparación del terreno, costo del almacenamiento, mano de obra y supervisión de la plantación. Por consiguiente, los datos proporcionados tienen tres importantes defectos: no toman en cuenta el costo de la tierra; no se incluyen gastos anuales o de mantenimiento; y no consideran los efectos de distintas variables sociales o políticas en el costo de ejecución.

Sistema agroforestal a base de banano, cateto y ágave en Costa Rica

Siendo los bosques recursos renovables, el costo de establecerlos es un costo recurrente. La evaluación de USEPA usó técnicas de análisis económico normales para calcular el valor actual de una serie de costos futuros sucesivos. Los datos de costos se convirtieron a dólares EE.UU. y se utilizaron para calcular el valor actual de todos los costos de establecimiento correspondientes a un período de 50 años. La selección de este período de 50 años fue arbitraria, pero parece apropiada para un programa mundial de ordenación forestal que requerirá un lapso significativo para entrar en funciones, y de mayor tiempo para que los árboles plantados adquieran toda su capacidad potencial (Grainger, 1991). Los costos indicados en la sección «Costos sobre el terreno» y en el Cuadro 2 son los valores medianos, seguidos entre paréntesis por los intercuartiles (el 50 por ciento central de las observaciones).

Es particularmente importante hacer resaltar que los costos indicados son costos brutos, es decir, no toman en cuenta los beneficios financieros o sociales resultantes de la inversión inicial o de la extracción de productos útiles (Gregerson, Draper y Elz, 1989). Para calcular los costos netos habría que substraer el valor actual de las utilidades futuras, así como los insumos subsidiados. Es probable que al refinarse los métodos para tomar en cuenta todos los beneficios, el valor de éstos compense o incluso supere gran parte de los costos. El Cuadro 1 contiene tres ejemplos de análisis que incluyen tanto costos como beneficios.

Análisis de las posibilidades de ordenación mas prometedoras

La conservación de los bosques del mundo y, en particular, la reducción de la deforestación en los trópicos, son algunas de las medidas que más pueden contribuir a contrarrestar la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera. Las causas de la deforestación han sido ampliamente examinadas, y son, por orden de importancia, la agricultura migratoria, el aclareo de bosques para la cría de ganado y la extracción de productos forestales. Substituyendo los métodos migratorios de cultivo por una agrosilvicultura apropiada disminuiría probablemente la deforestación (Wiersum, 1990; MacDicken y Vergara, 1990) y, por consiguiente, se reduciría la emisión de carbono de las regiones tropicales. Hay pocos indicios de que esto sea posible; sin embargo, un proyecto de investigación indica que un sistema agroforestal con bajos insumos, consistente en una rotación de cultivos tolerantes del ácido, produjo en una sola hectárea productos agrícolas equivalentes a los que normalmente producirían de 5 a 10 ha en cultivos de corta y quema (Sánchez y Benites, 1987). Una hectárea de bosque tropical cerrado puede contener hasta 220 toneladas de carbono (Waring y Schlesinger, 1985), la mayor parte del cual pasa a la atmósfera con la quema; por consiguiente, por cada hectárea de agrosilvicultura que se establezca en tierra tropical deforestada, podría evitarse que pasen a la atmósfera no menos de 2 200 toneladas de carbono (tC), aunque la productividad dependería, por supuesto, del método agrosilvícola practicado.

CUADRO 1. Costos y beneficios de tres sistemas de agricultura sostenible en América Latina



Agrosilvicultura extensiva

Cultivos con bajos insumos

Agrosilvicultura intensiva

dólares EE.UU. por ha

Costos (mano de obra, materiales)

47

737

767

Utilidades brutas

76

2 229

1059

Utilidades netas

29

1492

292

Hipótesis

Costos de extensión agrícola

5

5

5

Deforestación evitada por año

5 ha

4,6 ha

20 ha

Costos de reforestación evitados por año

3 500

3 220

14 000

Carbono no desprendido con deforestación por año

350 t

322 t

1 400 t

Costos y beneficios

Costos totales

52

742

772

Beneficios totales

3529

4712

14292

Fuente: Andrasko. Heaton y Winnett. 1991.

Un análisis de la información existente sobre las cantidades de carbono que sería posible almacenar mediante prácticas de ordenación da una idea de cuáles son las más prometedoras. A continuación se presentan en orden descendente las cinco mejores alternativas, en términos de toneladas de carbono almacenado por hectárea.

Regeneración natural en zonas tropicales. Esta práctica tiene un valor mediano de 195 tC/ha en 50 años. Este es el valor medio más elevado de los datos disponibles y refleja la enorme productividad de biomasa de los ecosistemas naturales del trópico húmedo. No obstante, existen pocos datos sobre este sistema y necesita una mayor verificación.

Repoblación en zonas templadas. El valor medio es 120 tC/ha. Este valor tan elevado probablemente refleja el rápido ritmo de crecimiento de las plantaciones aclimatadas en tierra sustraída a la agricultura. Aunque esas tierras no fueran más que marginales para la agricultura, son importantes para las plantaciones forestales (Hughes, 1991).

Agrosilvicultura en zonas tropicales. Se le ha calculado un valor medio de 95 tC/ha. Es una práctica que sólo se estudia intensivamente desde hace diez años (MacDicken y Vergara, 1990), por lo que existen menos datos que para la reforestación, y las informaciones pueden haber sido distorsionadas para obtener resultados mayores. De todos modos, resultan alentadores porque la agrosilvicultura puede ser importante desde el punto de vista de la subsistencia de la población local.

Reforestación en zonas tropicales. Esta práctica tiene un valor medio de almacenamiento de 65 tC/ha. Los 136 datos en que se apoya esta cifra le confiere considerable verosimilitud. Confirma el aserto, adelantado con frecuencia, de que la reforestación en latitudes tropicales tiene grandes posibilidades.

Reforestación en zonas templadas. Con un valor medio de 56 tC/ha este procedimiento ocupa el quinto lugar en la lista de los más prometedores para el almacenamiento de carbono. El cálculo se basa también en 212 datos, el mayor número obtenido. Por comparación con la repoblación antes citada, ésta implica rodales menos densos en suelos de peor calidad y, por lo tanto, un ritmo más lento de almacenamiento de carbono.

Es digno de mención el hecho de que las prácticas silvícolas fueron las que alcanzaron valores medios más bajos en las tres latitudes (boreal: 10 tC/ha; templada: 26 tC/ha; tropical: 34 tC/ha). Es casi seguro que tratamientos silvícolas como el aclareo y la fertilización en plantaciones han de jugar un importante papel en la adaptación de los bosques a los cambios de clima que se predicen. No obstante, esos tratamientos en sí mismos no darán lugar a un aumento de la superficie arbolada y las posibilidades que tienen de contrarrestar la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera son escasas.

Costos sobre el terreno

Obtener datos acerca del costo sobre el terreno de las diferentes posibilidades de almacenamiento de carbono era uno de los objetivos principales de la evaluación. Parece evidente que en las regiones boreales es donde, en general, el costo inicial de establecimiento y de ordenación es menor. La intensidad de la ordenación - y costo por hectárea - aumentan en las zonas templadas y tropicales (Dixon, Schroeder y Winjum, 1991).

La regeneración natural y la reforestación artificial en el sistema de bosques boreales rinden el máximo, a un costo de 93 y 324 dólares EE.UU. por hectárea. A valores de almacenamiento de 17 y 39 tC/ha por hectárea en 50 años, el costo inicial de ambas prácticas es, respectivamente, de 5 dólares (4 a 11) y 8 dólares (3 a 27) por tC.

Las formas más económicas de almacenar carbono en las regiones templadas son la reforestación, la repoblación y la regeneración natural. La reforestación artificial puede costar 357 dólares por hectárea a razón de 56 tC/ha. Se almacena carbono a un costo inicial de 6 dólares (3 a 29) por tonelada de carbono según sea el terreno, la especie arbórea y la intensidad de ordenación. La repoblación puede almacenar alrededor de 120 tC/ha a un costo de 259 dólares por ha o a 2 dólares (0,22 a 5) por tonelada de carbono. La regeneración natural es muy económica, menos de 10 dólares por hectárea; a razón de 9 tC el costo es inferior a 1 dólar (0,01 a 0,43) por tonelada de carbono.

Hay posibilidades de conservar y almacenar carbono en zonas tropicales a muy distintos costos. Por menos de 1 000 dólares por hectárea (base de 50 años) se pueden iniciar sistemas agroforestales, plantaciones de madera para leña o regeneración natural. La reforestación y la agrosilvicultura pueden almacenar carbono por menos de 10 dólares (3 a 26) por tonelada de carbono, visto que los valores de almacenamiento son elevados. Tratamientos silvícolas intermedios estimulan la productividad y pueden almacenar carbono a 500 dólares por ha o 8,50 dólares (1,50 a 36) por tonelada de carbono a un valor de almacenamiento de 59 tC/ha (véase el Cuadro 2).

CUADRO 2. Rendimiento en función del costo de varias prácticas forestales en distintas latitudes

Zona/práctica forestal

Mediana

Mediana

(dólares por tonelada de carbono)

(dólares por hectárea)

Boreal:

Regeneración natural

5

93

(4-11)

(83-126)

Reforestación

8

324

(3-27)

(127-455)

Templado:

Regeneración natural

1

9

(< 1 - 1)

(9-10)

Repoblación

2

259

(<1-5)

(41-444)

Reforestación

6

357

(3-29)

(257-911)

Tropical:

Regeneración natural

1

178

(<1 -2)

(106-238)

Agrosilvicultura

5

454

(2- 11)

(255-699)

Reforestación

7

450

(3-26)

(303-1 183)

Nota: Los valores medianos están seguidos por los intercuartiles entre paréntesis.

¿Cuáles son las posibilidades y los costos globales?

Un análisis de los costos marginales integró los datos sobre almacenamiento de carbono, costo inicial y superficie. Se hizo una lista progresiva de las prácticas de ordenación forestal y de sus correspondientes superficies potenciales en orden ascendente de costos por tonelada de carbono almacenada. Suponiendo que lo más racional sea empezar almacenando el carbono al menor costo (Moulton y Richards, 1990) se acumulan carbono y costos al subir por la lista añadiendo prácticas más costosas. Este método muestra que el costo marginal de almacenar de 45 a 65 Gt C (1 Gt = 109 toneladas) sería de 3 dólares por tonelada de carbono con un costo total de 135 a 195 miles de millones de dólares. Por encima de 70 Gt C el costo marginal sube bruscamente a más de 100 dólares por tonelada de carbono. Para almacenar de 45 a 65 Gt C harían falta de 400 a 950 millones de hectáreas.

A modo de comparación, un estudio reciente de la National Academy of Sciencies de los Estados Unidos califica como de bajo costo las posibilidades de almacenar gases de invernadero que cuestan menos de 33 dólares por tonelada de carbono (NAS, 1991). Una política de gravar las emisiones de carbono de combustibles fósiles costaría no menos de 100 dólares por tonelada de carbono (OTA, 1991). Un subsidio de 0,02 dólares por kWh para promover el uso de combustibles de fuente no fósil costaría de 75 a 150 dólares por tonelada de carbono.

Plantación intensiva en rotación breve de Pinas radiaba en Nueva Zelandia

Adaptabilidad de la tierra

El panorama de la adaptabilidad y de la disponibilidad de la tierra para estas actividades no es claro por la falta de datos fidedignos y se complica con los problemas económicos, sociales y de tenencia de tierras. Sin embargo, parece ser que en el mundo hay extensas superficies disponibles para plantar árboles que se beneficiarían con ello. Sólo en las zonas tropicales, Grainger (1991) calcula que hay 621 millones de ha técnicamente apropiadas para plantar árboles. Houghton, Unruh y Lefebvre (1991) estiman que hay 579 millones de ha disponibles para establecer plantaciones, 858 millones de ha para regeneración natural y rebrote, y 500 millones de ha disponibles para agrosilvicultura. Trexler (1991) introdujo en el cálculo limitaciones sociales y de uso competitivo de la tierra y dedujo que en Africa y Asia tropical hay 46 millones de ha disponibles para establecer plantaciones, 163 millones de ha para la regeneración natural y 102 millones de ha para la agrosilvicultura.

En las regiones boreales se disponen de 100 a 200 millones de ha de tierra apropiada disponible (Volz, Kriebitzsch y Schneider, 1991); y en las regiones templadas de 200 a 300 millones de ha (Moulton y Richards, 1990; Volz, Kriebitzsch y Schneider, 1991).

Posibilidades de alcanzar la meta de Noordwijk

¿Pueden incrementarse en todo el mundo las prácticas de ordenación y agrosilvicultura con suficiente rapidez para que contribuyan sensiblemente a contrarrestar la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera? A continuación se desarrolla un razonamiento que, en el marco de las metas forestales de la Declaración de Noordwijk, conduce a una respuesta positiva a esta importantísima pregunta.

La propuesta de Noordwijk es conseguir un incremento neto anual de 12 millones de ha de nuevas áreas boscosas por encima de la deforestación mundial. Según cálculos actuales, la deforestación es de 17 millones de ha por año (Allan y Lanly, 1991) y según proyecciones hechas por otros autores el ritmo de deforestación llegaría a 30 millones de ha por año en el año 2045 (Houghton, 1990; Myers, 1986), lo cual exigiría, para cumplir con la Declaración de Noordwijk, intensificar las prácticas forestales en 30 a 40 millones de ha nuevas por año. En la discusión que sigue se adopta una meta de 35 millones de ha por año para el período 2000 a 2040.

«Lo fácil primero»

Para que haya un incremento neto de los bosques del mundo, se sugiere empezar por lo más fácil. De esta manera se planifica para empezar el programa por donde los obstáculos son mínimos. Mientras tanto se procede a resolver las dificultades mediante investigación y negociaciones. Empezar por lo más fácil no es una solución total, es un poco simplista de frente a los desafíos financieros, sociopolíticos, técnicos, etc. de cada nación. Lo que este procedimiento desea ilustrar es que no es necesario que todo esté en su lugar (el empeño financiero, los acuerdos sociopolíticos, la tecnología, etc. que son cosas importantes) para empezar a trabajar.

En un análisis reciente sobre las prácticas de ordenación forestal con posibilidades para contener la deforestación e incrementar la superficie arbolada, Andrasko (1990) propone tres estrategias: (i) mantener la superficie de las zonas boscosas; (ii) reducir la pérdida de bosques; y (iii) incrementar la superficie de las zonas boscosas. Usando este esquema, a continuación se ilustran tres procedimientos para alcanzar la meta de 35 millones de ha por año.

Agricultura más conservación de los bosques. Para empezar, extendiendo prácticas agrícolas sostenibles en las zonas tropicales se contribuiría sensiblemente a las estrategias (i) y (ii). Sánchez (1990) calcula que por cada hectárea manejada sosteniblemente para el cultivo se conservarían de 5 a 10 ha (un promedio de 7,5 ha) de bosque tropical. Ross-Sheriff y Cough (1991) afirman que es razonable pensar en alcanzar en diez años un ritmo de 1 millón ha por año empezando con 50 000 ha. Si la razón entre las hectáreas manejadas sosteniblemente y las hectáreas deforestadas es de 7,5:1, de la meta de 35 millones de ha, 7,5 millones de ha se podrían conseguir para el año 2000. El verdadero resultado dependerá también del crecimiento demográfico.

Andrasko (1990) cita para las estrategias (i) y (ii) otros métodos: reservas forestales, reservas extractivas, ordenación de bosques naturales, mayor uso de pastos (incrementar la productividad en virtud de una mejor ordenación, incluida la siembra y la fertilización, prácticas silvopastorales, rehabilitación de pastos degradados, etc.). Suponiendo que mediante esos procedimientos se podría compensar otros 2,5 millones de ha por año de deforestación para fines de este siglo, estas prácticas permitirían alcanzar 10 de los 35 millones de la meta.

Agrosilvicultura. Houghton, Unruh y Lefebvre (1991) calculan que se puede disponer de 500 millones de ha de antiguos bosques (60 millones de ha de bosques degradados; 38 millones de ha de tierras boscosas; 402 millones de ha de pastizales). Si la agrosilvicultura pudiera incrementarse a razón del 1 por ciento del total, anualmente sería posible añadir no menos de 5 millones de ha de nueva tierra arbolada.

Reforestación, plantación y rehabilitación de tierras degradadas. Con el fin de incrementar la superficie poblada de bosque hace falta tanto plantar como reforestar a ritmo cada vez más rápido. En este debate se da por supuesto que anualmente pueden incrementarse ambos tipos de plantación en tierras marginales hasta alcanzar para el año 2000 los 2 millones de ha por año en las latitudes boreales y 3 millones de ha por año en las latitudes templadas así como en las tropicales.

En lo que respecta a la rehabilitación de tierras degradadas, las latitudes tropicales son las que encierran mayor potencial. Grainger (1991) calcula que 621 millones de ha de tierras tropicales degradadas son aptas para plantaciones forestales. Houghton, Unruh y Lefebvre (1991) llegan a la conclusión de que 580 millones de ha de tierras degradadas ecológicamente son aptas para plantación. Por lo tanto, suponiendo que sean 600 millones de ha, que es una aproximación razonable de la tierra tropical degradada en la actualidad, se propone una meta de 10 millones de ha por año a partir del año 2000. En la India se rehabilitan 1 millón de ha por año de tierras degradadas (Sharma, Sharma y Garcha 1989). Puede suponerse que las latitudes boreales y las templadas pueden rehabilitar anualmente 1 millón de ha de tierras degradadas adicionales cada una.

Por consiguientes esos cálculos revelan la existencia de tierra suficiente para incrementar anualmente la superficie cubierta de bosque en 20 millones de ha, plantando y reforestando en 8 millones de ha por año y rehabilitando tierra degradada a razón de 12 millones de ha por año.

Metas nacionales

Suponiendo que se adopte un compromiso internacional para alcanzar la meta de Noordwijk, cada país que tenga recursos forestales tendrá que comprometerse a su vez a alcanzar una meta nacional fijada de acuerdo con la extensión de sus bosques y, lo que es importante, con el concepto «lo fácil primero», en el marco de un acuerdo internacional que asegure equidad para todos los países. Los Cuadros 3a, 3b y 3c sugieren las metas nacionales que podrían adoptar la ex URSS, Estados Unidos y Brasil como ejemplos correspondientes a latitudes boreales, templadas y tropicales, respectivamente.

CUADRO 3a. Ordenación forestal en la ex URSS: un ejemplo de la zona boreal

Posibilidades

Posibilidad de expansión

«Facilidad»

Meta (millones de hectáreas)

Prioridad para investigar y negociar

Capital

Mano de obra

Tierra

Técnicas

Mantener la superficie

a) Protección de reservas

Se exige que todos los países mantengan el nivel actual




b) Reservas extractivas

no

modesta

no

modesta

baja


modesta

Reducir las pérdidas de bosque

a) Ordenación forestal natural

modesta

si

elevada

1,000

baja

b) Incrementar el uso de pastos

modesta

modesta

no

modesta

baja


modesta

c) Agricultura sostenible

modesta

si

si

modesta

modesta

0,525

baja

d) Agrosilvicultura

no

no

no

no

baja


modesta

Extender la superficie cubierta de bosque

a) Reforestación (y repoblación)

si

si

si

si

muy elevada

3,500

baja

b) Rehabilitación de tierras degradadas

modesta

si

modesta

modesta

modesta

3,000

elevada

Total






8,025


Nota: Superficie total cubierta de bosque: 929 millones de ha; Superficie adicional potencial (15%): 139 millones de ha; Ritmo de cosecha: 3, i millones de ha; Ritmo de reforestación: 4,5 millones de ha; Meta de Noordwijk: 8,0 millones de ha.

CUADRO 3b. Ordenación forestal en los Estados Unidos: un ejemplo de la zona templada

Posibilidades

Posibilidad de expansión

«Facilidad»

Meta (millones de hectáreas)

Prioridad para investigar y negociar

Capital

Mano de obra

Tierra

Técnicas

Mantener la superficie

a) Protección de reservas

Se exige que todos los países mantengan el nivel actual




b) Reservas extractivas

modesta

modesta

modesta

modesta

baja

0,025

modesta

Reducir las pérdidas de bosque

a) Ordenación forestal natural

modesta

modesta

si

modesta

baja

0,300

modesta

b) Incrementar el uso de pastos

si

si

modesta

si

modesta

0 250

modesta

c) Agricultura sostenible

si

si

si

si

muy elevada

0 500

baja

d) Agrosilvicultura

si

si

modesta

si

elevado

0,250

modesta

Extender la superficie cubierta de bosque

a) Reforestación (y repoblación)

si

si

modesta

si

elevada

0,750

modesta

b) Rehabilitación de tierras degradadas

modesta

modesta

si

si

modesta

0,500

elevada

Total






2,575


Nota: Superficie total cubierta de bosque: 298 millones de ha; Superficie adicional potencial (15%): 44,7 millones de ha; Ritmo de cosecha 2 millones de ha; Ritmo de reforestación: 1.8 millones de ha: Meta de Noordwijk: 2,.6 millones de ha

CUADRO 3c. Ordenación forestal en Brasil: un ejemplo de la zona tropical

Posibilidades

Posibilidad de expansión

«Facilidad»

Meta (millones de hectáreas)

Prioridad para investigar y negociar

Capital

Mano de obra

Tierra

Técnicas

Mantener la superficie

a) Protección de reservas

Se exige que todos los países mantengan el nivel actual




b) Reservas extractivas

modesta

si

si

modesta

modesta

0,200

elevada

Reducir las pérdidas de bosque

a) Ordenación forestal natural

modesta

si

si

si

elevada

0,500

elevada

b) Incrementar el uso de pastos

modesta

si

si

modesta

modesta

0 250

modesta

c) Agricultura sostenible

modesta

si

si

si

elevada

1 000

modesta

d) Agrosilvicultura

si

si

si

si

muy elevada

1,000

modesta

Extender la superficie cubierta de bosque

a) Reforestación (y repoblación)

modesta

si

si

si

elevada

0,750

modesta

b) Rehabilitación de tierras degradadas

modesta

si

si

baja

modesta

0,750

elevada

Total






4,450


Nota: Superficie total cubierta de bosque: 514,5 millones de ha; Superficie adicional potencial (15%): 77,2 millones de ha; Ritmo de cosecha: 34 millones de ha; Ritmo de reforestación: 0,45 millones de ha; Meta de Noordwijk: 4,5 millones de ha.

Limitaciones y necesidades futuras de investigación

El actual es el primer análisis que se hace de la información biológica y de los costos correspondientes a más de 90 países de todo el mundo. Antes de llevarlo a la práctica hay que pasar revista de las dificultades económicas y sociopolíticas con que posiblemente tropezaría.

En primer lugar, la tierra disponible. Los datos referentes a tierra apta para la reforestación y otras prácticas de ordenación son muy variables (por comparación con los referentes a almacenamiento de carbono y costos), lo que constituye una grave dificultad. También hay que hacer una distinción entre la tierra técnicamente apta para la reforestación y la ordenación forestal, y la tierra efectivamente disponible (Grainger, 1991; Trexler, 1991; Winjum, Schroeder y Kennedy, 1991). Por causa de la presión demográfica y de la demanda de tierra para otros usos, mucha de la que parece técnicamente apta para ordenación forestal podría no estar disponible.

Además, todavía no se ha demostrado prácticamente hasta qué punto las actuales medidas de ordenación forestal pueden servir para alcanzar objetivos tan heterogéneos como mantener la extensión del bosque mundial, lograr el desarrollo económico sostenible y la conservación de la biodiversidad.

Se recomienda que la USEPA y otros grupos nacionales e internacionales investiguen sobre lo siguiente: productividad de la biomasa; costo de la gama completa de prácticas de ordenación forestal; beneficios de las prácticas de ordenación forestal; análisis costos/beneficios, riesgos, incertidumbre y limitaciones del establecimiento y la gestión de bosques y árboles; tenencia de la tierra; y asuntos afines.

Bosque boreal en Rusia

Conclusión

En conjunto, parece ser considerable la oportunidad biológica existente para conservar y almacenar carbono en la biosfera terrestre y especialmente en los sistemas forestales. Las prácticas de ordenación apropiadas para este beneficio en materia de carbono, si se planifican y ejecutan a conciencia, pueden proporcionar alimento, agua, madera y otros productos básicos esenciales para el hombre. Aunque los costos de ejecución parezcan modestos, un objetivo prioritario de la investigación es averiguar los valores dignos de toda confianza para todos los beneficios que se derivan del bosque. Con ellos se podrán determinar más claramente los costos netos para almacenar carbono mediante la ordenación forestal y los sistemas agroforestales. Esos valores, junto con una estimación más precisa de la tierra disponible, conducirán a una evaluación más concluyente de las prácticas forestales y agrosilvícolas más prometedoras para almacenar y conservar el carbono.

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