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Silvicultura de las formaciones secas en la región sudano-saheliana: la experiencia de Burkina Faso

M. Soto Flandez

Se examina la influencia de la deforestación en el proceso de desertificación de las últimas zonas de la región sudano-saheliana todavía cubiertas de árboles, proceso que se ha acelerado en el último decenio. Para evitar una crisis energética y la posibilidad de que sobrevenga una catástrofe ecológica, el artículo propone un sistema de silvicultura que ya dio resultados positivos en Burkina Faso en un proyecto ejecutado conjuntamente por la FAO y el Gobierno de ese país.

Manuel Soto Flandez es consultor internacional especializado en temas de ordenación forestal y está relacionado con la Universidad Austral de Chile. Fue asesor técnico principal de un proyecto de producción de leña que ejecutó la FAO en Ouagadougou, Burkina Faso (Proyecto FAO/BKF/89/011).

Un próspero bosque tropical seco en Burkina Faso

Hace 20 años, la región saheliana del Africa occidental y central sufrió un período de sequía particularmente grave. La magnitud de esta tragedia, que acabó con la vida de millares de personas y millones de animales, suscitó la atención del mundo entero sobre los efectos de la desertificación, proceso de degradación de los recursos naturales causado por la actividad humana (Grainger, 1985).

Desde entonces, los países afectados y los organismos internacionales de asistencia económica han desplegado un gran esfuerzo para intentar detener, e incluso invertir, esa tendencia. Así, las actividades de repoblación forestal con especies exóticas, la construcción de embalses, la excavación de pozos y el desarrollo de la agrosilvicultura han absorbido varios centenares de millones de dólares en los últimos veinte años. Sin embargo, hay que reconocer que, lamentablemente, el problema está aún lejos de ser resuelto.

Los resultados conseguidos son más bien limitados. Las repoblaciones forestales realizadas con especies exóticas (Eucalyptus spp., Gmelina arborea, Cassia siamea y Azadirachta indica), con un costo medio de más de 1000 dólares EE.UU. por ha, no han dado los resultados esperados. Estas especies arbóreas, seleccionadas sin experimentación previa y establecidas en lugares inadecuados, raramente han alcanzado un crecimiento anual superior a los 2 m3 por ha, en lugar de los 10 a 15 esperados. Hay que mencionar, además, el rechazo de la población rural, que ha visto cómo se modificaba radicalmente la utilización de sus tierras sin obtener a cambio beneficios sustanciales. Los embalses, cuya construcción raramente fue acompañada de otras obras de infraestructura necesarias para el desarrollo agrícola y de una tarea de capacitación de los agricultores, que hubieran garantizado su utilidad, se han convertido, en algunos casos, en simples depósitos de agua que están siendo cegados por la erosión que sufren las tierras adyacentes desprovistas de vegetación. La agrosilvicultura sólo progresa en las zonas experimentales y mientras dura la financiación de los proyectos, y los métodos propuestos no se difunden suficientemente a otras partes de la región. Las técnicas agrícolas que han fomentado los costosos servicios de extensión no han podido frenar la pérdida de fertilidad del suelo ni la degradación prácticamente irreversible de la tierra y de los recursos vegetales (Pieri, 1989). El resultado de todo ello es un proceso de desertificación, agravado en los últimos decenios como consecuencia de un crecimiento demográfico explosivo, del orden del 3 por ciento anual para el conjunto de la subregión, en un contexto de ajuste económico estructural y de deterioro de la relación de intercambio. Los agricultores, que deben hacer frente al aumento de los precios de los insumos y a la disminución del valor de sus productos, se ven constreñidos a elegir entre la emigración hacia los centros urbanos o hacia aquellas zonas en las que todavía existe vegetación. Los que deciden permanecer se ven abocados a la agricultura itinerante de subsistencia, ante la imposibilidad absoluta de financiar la compra de fertilizantes que permitiría mantener la fertilidad de la tierra (FAO, 1994).

La consecuencia de todo ello es la deforestación, que está modificando irreversiblemente el paisaje regional y hace necesario buscar otras opciones en el sector forestal, ya sea el perfeccionamiento de los métodos de silvicultura o la ordenación de las formaciones naturales.

La región sudano-saheliana

La región sudano-saheliana, a la que se refiere el presente artículo, abarca 16 países: Benin, Burkina Faso, Camerún, Côte d'Ivoire, Chad, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Malí, Níger, Nigeria, República Centroafricana, Senegal, Sudán y Togo. Según las estimaciones, la población de estos países, que en 1970 era de unos 116 millones de habitantes, alcanzará en el año 2000 los 294 millones.

La región geográfica del Sahel se extiende desde el Sahara hasta la zona tropical húmeda y comprende tres zonas agroclimáticas: la zona saheliana, que incluye una región ganadera y que recibe precipitaciones inferiores a los 200 mm; una región agrícola precaria, con unas lluvias de 400 mm y en la que la sabana seca es la vegetación natural; y una zona que abarca aproximadamente la región sudano-saheliana, sudanesa y sudano-guineana, en la que predominan la vegetación arbustiva y la sabana arbolada y en la que existe una única estación de lluvias que aporta unas precipitaciones de entre 500 y 1 200 mm anuales. Las restantes zonas boscosas de la región sudano-saheliana constituyen una reserva de tierra con una baja densidad demográfica, lo que la convierte en una válvula de seguridad para las tensiones sociales y económicas provocadas por el deterioro de la relación de intercambio, la saturación de las tierras y el agotamiento de los suelos en otras zonas. En conjunto, la tala está ganando terreno al bosque de manera sistemática, reduciendo aceleradamente las formaciones forestales.

Resultado de la quema controlada en un bosque tropical seco de Burkina Faso

La segunda forma de utilización de los bosques es la recolección de productos forestales, comprendida la madera «muerta» que queda en el suelo después de la tala o de la quema de los matorrales. El consumo de leña tiene una gran importancia en esta zona en la que el suministro de petróleo y de electricidad es inseguro o inexistente, y, cuando existe, demasiado costoso. En promedio, el consumo de leña representa el 90 por ciento del consumo total de energía. Según los datos del informe que elaboró la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos en 1988, no perece que en los próximos decenios sea económicamente viable sustituir la leña por combustibles importados (OCDE, 1988).

La tercera forma de utilización de los recursos forestales es la ganadería, en su mayor parte trashumante y extensiva. Este régimen de explotación ganadera entraña el aprovechamiento excesivo de los recursos, que da lugar al desrame de los árboles, la destrucción de la regeneración natural y la quema deliberada de matorrales para favorecer el rebrote de las herbáceas.

A la búsqueda de soluciones

Como consecuencia de la mayor sensibilización nacional e internacional, se han escuchado voces de alarma que alertan sobre los graves riesgos de que tenga lugar una crisis energética acompañada de una catástrofe ecológica (Banco Mundial, 1993). La respuesta de los gobiernos, que ha contado con la ayuda económica internacional, ha sido emprender nuevos proyectos para evaluar y aprovechar plenamente las especies arbóreas locales. Así, desde comienzos de los años ochenta, se han puesto en práctica proyectos de ordenación silvícola y forestal prácticamente en todos los países de la región. Sin embargo, la historia de la ordenación forestal y la silvicultura de las formaciones subhúmedas y secas de la zona sudano-saheliana, comienza en los años cuarenta. En ese período, los objetivos principales eran la producción de leña para utilizarla como combustible en los ferrocarriles (en el Senegal, el antiguo Sudán francés, el actual Sudán, etc.) y el suministro de determinados productos (por ejemplo, la ordenación del bosque de Baudia en el Senegal para obtener madera y leña). Más recientemente, a raíz de las experiencias negativas de las plantaciones, se han emprendido diversos proyectos e iniciativas nacionales para mejorar la regeneración natural mediante el cultivo con un laboreo superficial, la protección contra los incendios y el enriquecimiento de fajas forestales en la franja meridional de la región. Desde mediados de los años setenta se han emprendido una serie de proyectos de ordenación con un componente importante de silvicultura, a fin de cubrir la necesidad de complementar las plantaciones (si no de sustituirlas) mediante la ordenación de bosques naturales. La experiencia acumulada a partir de los fracasos, los problemas y algunos éxitos alcanzados confirmaron la necesidad de ordenar los bosques naturales, conseguir la participación de la población en la ordenación de la tierra y fomentar el sistema de producción forestal polivalente. En este orden de cosas, la FAO ha llevado a cabo diversas experiencias en la región (Burkina Faso, Malí, Níger y Senegal).

Los resultados obtenidos en un proyecto financiado por el PNUD y ejecutado por la FAO en Burkina Faso entre 1987 y 1993 (Ordenación de bosques naturales y abastecimiento de leña - Proyecto FAO/BKF/89/011), podrían indicar el camino a seguir para conseguir el desarrollo silvícola adecuado en el Sahel. La zona de intervención del proyecto (comprendida entre 12°05' y 11°35' de latitud N, y los 2°25' y 0°55' de longitud O) se extiende al sur de Ouagadougou, en la zona agroclimática sudanesa, con unas precipitaciones anuales de 700 a 900 mm.

Un sistema de silvicultura apropiado

El principal objetivo del proyecto era contribuir al abastecimiento de leña en Ouagadougou con la participación de la población rural. Era necesario encontrar un sistema de intervención silvícola que la población local pudiera aplicar y que se autofinanciara con los ingresos obtenidos de la venta de la leña, para realizar actividades de reforestación. Los métodos y técnicas que se exponen a continuación resumen la experiencia de seis años de intervención silvícola sobre el terreno.

El sistema adoptado en el proyecto era el de monte bajo con resalvos. Las fases de dicho sistema en las condiciones sudano-sahelianas fueron las siguientes: talas progresivas cada diez años, enriquecimiento mediante siembra directa con especies locales y quemas controladas precoces para controlar el crecimiento de las gramíneas y evitar los incendios tardíos. El sistema de monte bajo con resalvos con talas progresivas se eligió para conseguir el establecimiento de una nueva masa forestal protegida por los árboles de la formación anterior que no habían sido talados.

Recolección de semillas locales para la regeneración del bosque mediante siembra directa

La aplicación de este sistema silvícola consistió en una primera tala parcial en el primer año y una segunda en el décimo, con un turno de 20 años de duración. En la primera tala se extrae la mitad del volumen en pie, lo cual favorece el desarrollo de una nueva masa forestal, conservando al mismo tiempo una cubierta arbórea que facilita la regeneración vegetativa y sexuada. La segunda tala no se lleva a cabo hasta diez años después, cuando ya se ha arraigado por completo la nueva masa forestal (FAO, 1992a).

Regeneración mediante siembra directa

La experiencia demuestra que aunque la mayor parte de las especies de la zona norte del Sudán brotan de los tocones, las cortas sucesivas pueden debilitar las masas forestales. Por ello, la regeneración vegetativa debe ir acompañada de la regeneración sexuada con el fin de sustituir a los tocones muertos. Esto se consigue con el mejoramiento de la estación para facilitar la regeneración mediante la siembra natural y artificial.

La regeneración natural plantea una serie de problemas: la mayor parte de las especies fructifican en la estación seca, lo cual dificulta enormemente la germinación de la semilla en un suelo demasiado seco. Por otra parte, la cubierta herbácea impide muchas veces que las semillas lleguen al suelo y los incendios de los matorrales destruyen gran parte de las plántalas que han conseguido arraigar (Catinot, 1984). A pesar de ello, la repoblación convencional mediante la utilización de plántalas no es tampoco una alternativa viable, ya que el trabajo en los viveros y el transporte del material y de las plantas son demasiado costosos para el nivel de ingresos que puede reportar la producción de leña. Por ello, se adoptó en el proyecto la técnica de enriquecimiento mediante siembra directa. Las principales ventajas de este método son su bajo costo y la facilidad de aplicación por los agricultores desde el primer momento, dado que no existen grandes diferencias entre esta técnica y la de los cultivos agrícolas. Su principal desventaja es la falta de información sobre las exigencias ecológicas y sobre la biología de las especies locales. Es importante tener en cuenta que las formaciones forestales de la región sudano-saheliana poseen una gran diversidad en cuanto a la composición florística: unas 40 especies leñosas en las sabanas del norte del Sudán y más de 80 en la zona de Guinea. Aunque no existe información científica sobre estas especies, aparte de la descripción de los botánicos - se sabe que durante los primeros 24 meses es necesario protegerlas de los incendios y el paso de los animales.

La falta de información y experiencia sobre la utilización de las especies locales se superó parcialmente mediante un pro grama de investigación sobre la recolección, tratamiento, germinación y ensayos de comportamiento, así como métodos de siembra directa. Estos experimentos arrojaron los siguientes resultados: i) identificación de un grupo de especies con buenas perspectivas; ii) dominio del ciclo de recolección, tratamiento y germinación de las semillas, que se ha traducido en un éxito del SO por ciento o más, y iii) selección de especies adecuadas para tres situaciones ecológicas diferentes. Para las sabanas, completamente desprovistas de árboles, expuestas a una radiación solar intensa y con una densa cubierta de gramíneas sometida a incendios periódicos, se identificaron las siguientes especies de ritidoma grueso, yemas de gran tamaño y superficie foliar relativamente reducida: Detarium macrocarpum, Piliostigma sp., Terminalia avicennioides, T macroptera y Butyrospermum parkii. En las parcelas explotadas, con un SO por ciento del volumen en pie, lo que conllevaba una reducción de la radiación solar y, por ende, del piso inferior de gramíneas, se seleccionaron las siguientes especies: Afzelia africana, Tamarindus indica, Anogeissus leiocarpa, Burkea africana y Prosopis africana.

Para las zonas ripícolas se seleccionaron estas especies: Khaya senegalensis, Daniellia oliveri, Isorberlinia doka, Pterocarpus erinaceus y Mitragyna inermis. Las acacias, así como Dichrostachys glomerata y Ziziphus mauritiana, se incluyeron en las tres zonas para crear extensiones de monte bravo que impidieran el paso de los animales y sirvieran como cortafuegos.

En todas las zonas explotadas, la siembra se realizó con una densidad de 625 hoyos de plantación por ha. El número de semillas depositadas en cada hoyo se determinó en función del ritmo de germinación observado en los ensayos previos. Las semillas fueron recolectadas por los agricultores locales en los bosques designados para realizar las operaciones de enriquecimiento y el proyecto se encargó de comprarlas, tratarlas y almacenarlas. En 1993, el costo medio de la siembra directa fue de 2 076 francos CFA por ha (8 dólares EE.UU.), cuyo desglose es el siguiente: 9 por ciento para la compra y almacenamiento de las semillas; 55 por ciento para la mano de obra y supervisión; 13 por ciento para la prevención de los incendios no autorizados y no controlados de matorrales; y 23 por ciento para la asistencia técnica y la administración.

Almacenamiento de las semillas recolectadas

Quemas controladas tempranas

El sistema silvícola adoptado por el proyecto comprendía quemas controladas tempranas para prevenir el peligro de incendios durante la estación seca. Es notorio que los hombres provocan incendios cada año para acabar con los matorrales y destruir los rastrojos, a fin de vitalizar los pastizales y forzar el rebrote de las herbáceas perennes. En consecuencia, hasta que la intensificación y modernización de los sistemas de producción agrícola y ganadera no ofrezcan soluciones alternativas, el fuego continuará siendo un factor importante del desarrollo forestal. Por ello, el proyecto se ha centrado en determinar los efectos del fuego sobre la vegetación arbórea y en perfeccionar la técnica de la quema controlada temprana.

Los datos obtenidos en la zona de aplicación del proyecto indicaban que más del 80 por ciento de los árboles examinados presentaban heridas de cámbium en la base del tronco. Esas heridas, que se agrandan año tras año, provocan la rotura del tronco y dan lugar al comienzo de un nuevo ciclo de desmoche natural, lo que explica que las masas de las sabanas no sean muy viejas. Los ciclos «normales», señalados por una presión moderada de los incendios, raramente tienen una duración de más de 30 años. Por el contrario, las rotaciones pueden ser muy cortas si los incendios tardíos y periódicos pueden alimentarse de madera muerta y de gramíneas, en cuyo caso pueden provocar la muerte de los tocones.

Para las quemas controladas tempranas se delimitaron franjas de bosque de 4 m orientadas perpendicularmente a la dirección de los vientos dominantes durante la estación seca. La distancia entre las franjas, condicionadas por los costos, no debería superar los 500 m. Esas franjas se utilizaban para iniciar las quemas tempranas.

Las zonas de bosque explotadas y enriquecidas se protegían con una franja de 8 m de perímetro que se utilizaban también como camino de servicio y cortafuego durante dos estaciones secas consecutivas Las quemas controladas se realizaban dos o tres semanas después de la interrupción de las lluvias, en función del grado de humedad de las gramíneas del piso inferior. Las quemas se realizan a contraviento para formar una banda protectora inicial y, posteriormente, en dirección del viento para acelerar la combustión sin perder el control del incendio.

Conclusiones

El bosque retrocede en las regiones secas de Africa porque la agricultura moderna, más intensiva, no se desarrolla al ritmo apropiado. Esta afirmación es válida para el conjunto de la región sudano-saheliana en la que se están talando los bosques para dedicarlos a la agricultura. La repoblación con especies exóticas no suele dar buenos resultados y la recolección de leña, unida a la ruptura del equilibrio ecológico, podría desencadenar nuevos problemas en la región.

La promoción y el desarrollo del sector forestal requieren la participación de los agricultores. Los gobiernos de la región y los donantes internacionales son cada vez más conscientes de que la reserva de una zona para la producción forestal y la participación de los agricultores en su ordenación pueden contribuir a limitar los daños de la deforestación.

Una silvicultura adecuada para la región

Al concluirse la segunda fase del proyecto, en 1993, existían 100 000 ha más de bosque natural ordenado, con una producción anual sostenida de 60 000 m3, y 12 000 ha en regeneración mediante siembra directa, el 45 por ciento de las cuales mediante reforestación y el 55 por ciento mediante el enriquecimiento de las parcelas explotadas. Se estima que la productividad de las formaciones forestales. medida en condiciones similares a las del proyecto, es de 3 m3 por ha y año (FAO, 1992b). Esta experiencia de ordenación forestal, que tuvo una buena acogida entre la población rural, dio lugar a la organización de 56 asociaciones rurales que reúnen a 5 000 agricultores en 3 cooperativas de producción forestal. El éxito del proyecto suscitó el interés del gobierno de Burkina Faso y de los donantes y el PNUD decidió financiar una tercera fase para el período 1994-1998. El Banco Mundial ha apoyado un proyecto de características similares en la región de Bobo-Dioulasso y la Comunidad Europea ha financiado la ordenación de otras 50 000 ha en la misma zona del proyecto del PNUD (FAO, 1993).

La experiencia de Burkina Faso es un primer paso positivo en la aplicación de prácticas silvícolas adecuadas en la región. Sus resultados abren una perspectiva positiva con miras a la restauración y conservación de los bosques naturales y, por otra parte, han contribuido a revitalizar las actividades de investigación y de capacitación para aplicar una silvicultura adecuada a la región.

Bibliografía

Banco Mundial. 1993. Sénégal. Rapport d'actualisation économique. Departamento para el Sahel, Washington, D.C.

Catinot, R. 1984. En Afrique francophone l'avenir forestier se jouera dans le cadre du monde rural. París, CTFT.

FAO. 1992a. Aménagement des forêts naturelles et semis direct. Proyecto FAO/BKF/89/011. Ouagadougou.

FAO. 1992b. Evolution d'un taillis de formation naturelle soudano-sahélienne. Proyecto FAO/BKF/89/011. Ouagadougou.

FAO. 1993. Aménagement des forêts au Burkina Faso. Informe final. Proyecto FAO/BKF/89/011. Roma.

FAO. 1994. Etude sur la gestion forestière du Sénégal. Proyecto FAO/TCP/SEN/4452. Dakar.

Grainger, A. 1985. Desertification. Londres, Earthscan.

OCDE. 1988. Le Sahel face aux futurs. Dépendence croissante ou transformation structurelle. Elude prospective des pays sahéliens. 1983-2010. Paris.

Pieri, Ch. 1989. Fertilité des terres de savane. Bilan de trente ans de recherche et de développement agricole au sud du Sahara. Ministerio de Cooperación y Desarrollo CIRAD-IRAT.


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