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La utilización ecológicamente responsable de los bosques: la perspectiva de Greenpeace


P. Hohnen

Paul Hohnen es el Director de Greenpeace International, organismo que coordina las 30 oficinas nacionales de Greenpeace existentes en países en desarrollo e industrializados.

Existen actualmente entre 10 y 100 millones de especies -los científicos no han llegado aún a una conclusión respecto al número- y los bosques albergan al menos el 50 por ciento de las especies terrestres. El importante científico E.O. Wilson, especializado en el estudio de la diversidad biológica, estima, basándose en cálculos optimistas, que sólo la deforesta°ción tropical provoca cada año la extinción de 27 000 especies. La sobreexplotación de los bosques no sólo está erosionando el paisaje sino la base genética de centenares de especies madereras que se comercian internacionalmente. Al mismo tiempo, están en peligro muchos millares más de especies de plantas y animales "no comerciales".

Pese a algunas afirmaciones en contrario, la ordenación encaminada únicamente al rendimiento sostenido de madera no permitirá conservar la biodiversidad y la calidad de los bosques. En Escandinavia, donde más del 90 por ciento de los bosques son objeto de una ordenación intensiva para obtener un rendimiento sostenido, la proporción de especies forestales amenazadas de extinción (entre el 5 y el 10 por ciento en Suecia) es tan elevada como en los trópicos, ello a pesar de que el modelo escandinavo de silvicultura se está exportando a todo el mundo.

En América del Norte, se considera que están en peligro ecosistemas enteros, debido principalmente al sistema de corta a hecho. El consumo excesivo de papel y de productos de la madera en los países de la OCDE recrudece las tensiones, mientras resulta amenazada la seguridad alimentaria y el sustento de centenares de pueblos indígenas y de millones de habitantes locales que dependen de la integridad de los sistemas forestales.

La conclusión es ineludible. El comercio mundial de productos forestales, que asciende a 100 000 millones de dólares EE.UU., y que se halla en proceso de expansión, se "sustenta" en unas prácticas forestales destructivas tanto desde el punto de vista ecológico como social.

La colaboración de las organizaciones no gubernamentales (ONG), las poblaciones indígenas y las comunidades locales es fundamental para poner freno a esas prácticas, desafiar los intereses creados y sustituir la silvicultura de explotación por la utilización forestal responsable.

La participación de los principales grupos interesados -las ONG, las comunidades locales, los grupos de pueblos indígenas y las mujeres- fue uno de los principios fundamentales acordados en la CNUMAD de 1992. Este principio debe ser asumido plenamente por la FAO y, lo que es más importante, por los gobiernos.

En la CNUMAD, más de 100 países acordaron también que la protección de la diversidad biológica debe ser uno de los máximos objetivos en la utilización de los recursos, ya sean recursos forestales, pesqueros o agrícolas. Este principio, que se inscribe en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, indica la segunda modificación importante que es necesario introducir en la concepción de la ordenación forestal. La respuesta de la comunidad científica ha consistido en hacer mayor hincapié en el criterio de precaución y en un enfoque basado en el ecosistema en su conjunto por lo que respecta a la utilización de los bosques.

En este orden de cosas, la FAO afirmó recientemente que deseaba promover la armonización de criterios indicadores para la ordenación forestal sostenible de todos los tipos de bosques a nivel nacional. Hasta el momento, las ONG y muchos gobiernos se han opuesto a este proceso por su carácter exclusivo, porque no tiene en cuenta las causas subyacentes de la deforestación y porque no distingue entre la evaluación a escala nacional y a nivel de la unidad de ordenación forestal. Es necesario superar estas tensiones y reorientar la labor relativa a los criterios indicadores. Por ejemplo, las industrias forestales de Escandinavia ya han reconocido que la credibilidad de los criterios indicadores -y de la certificación- depende de la aceptación por parte del público, incluidas las ONG.

Un problema fundamental es la negativa de los gobiernos o de la FAO a reconocer y apoyar los esfuerzos de las ONG para la consecución de la utilización forestal responsable. De hecho, muchos ven los criterios indicadores como un proceso encaminado a socavar la labor de las ONG en pro de la certificación independiente de productos forestales. El Consejo de Supervisión Forestal -un nuevo foro en el que la industria y los grupos ecologistas y sociales han acordado lo que entienden por ordenación forestal responsable- no ha obtenido la consideración que merece por parte de los gobiernos y de los organismos de las Naciones Unidas.

En el intento de aportar soluciones constructivas a esta crisis del sector forestal, Greenpeace ha enunciado sus propios "Principios y directrices para la utilización ecológicamente responsable de los bosques", y está ejecutando proyectos de ordenación forestal basados en esos principios en varios países . Los aspectos fundamentales de esas directrices son los siguientes: el establecimiento de redes de ecosistemas protegidos de manera total y permanente antes de comenzar a explotar los bosques; en todos los usos de los bosques (incluida la explotación) deben seguirse los métodos utilizados en las estaciones de referencia totalmente protegidas; el respeto del derecho de las poblaciones indígenas a controlar sus actividades en sus núcleos de asentamiento tradicionales; y la evaluación y el inventario constantes de los recursos forestales y de su dinámica.

Sin duda, la silvicultura ecológica es sólo un elemento en la búsqueda de una solución. La comunidad internacional y la FAO deben dedicar también más atención a las condiciones macroeconómicas e intersectoriales que la degradación forestal desencadena. El poder cada vez mayor de las grandes empresas multinacionales, la desigualdad internacional y la deuda, los programas de ajuste estructural, la pobreza, la falta de tierra y la inseguridad en cuanto al régimen de tenencia de la tierra, así como la agricultura subvencionada son otros tantos problemas que deben afrontarse si se quiere avanzar en el proceso de satisfacción de las necesidades humanas, conservando al mismo tiempo los cimientos de la vida en la tierra.

La función específica de la FAO por lo que respecta al sector forestal es la de prestar asistencia técnica, por ejemplo para la vigilancia y evaluación de la cubierta forestal y (así cabe esperarlo) de la calidad de los bosques, así como para la creación de capacidad. Es en esa tarea en la que debe centrar sus esfuerzos. Debe continuar trabajando para conseguir el respeto y la confianza de las ONG y de otros grupos principales. Puede hacerlo, y enviar así un mensaje positivo a los gobiernos y a la industria, fomentando la conservación de la diversidad biológica como principio fundamental por el que debe regirse la utilización de la tierra; participando en (pero no controlando) las deliberaciones mundiales sobre los problemas forestales, cuya composición y estructura reflejan la complejidad y la urgencia de los problemas forestales; y garantizando el respeto de los derechos y la plena participación de los pueblos indígenas, las comunidades locales y las ONG en el proceso de adopción de decisiones relativas al sector forestal. Si se adquiere este compromiso, los próximos 50 años serán un período más favorable para los bosques.


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