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Cuestiones sobre los bosques mundiales: perspectiva del PNUD


J.G. Speth

James Gustave Speth es el Administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Cuando en el PNUD examinamos los programas forestales, comprobamos que en ellos están involucradas muchas de nuestras prioridades. Ellas se relacionan con los programas sobre la igualdad del hombre y la mujer en el desarrollo, seguridad alimentaria y agricultura sostenibles, salud y nutrición, comercio y desarrollo sostenible, agua, biodiversidad, energía, cambios climáticos y ordenación de tierras áridas. Los técnicos forestales deben tener en cuenta todos estos aspectos cuando analizan la ordenación sostenible de las tierras forestales en relación con todos sus servicios y beneficios.

Esta relación entre los programas forestales y otros numerosos programas se deriva del uso de los bosques por la población rural pobre en los países en desarrollo, y no se trata de un sector en el que participe una proporción pequeña de la sociedad. Las tierras agrícolas marginales, en las que las familias practican la agricultura de subsistencia en un sistema migratorio entre tierras de cultivo y bosques, son el hogar de la mitad de la población de Africa, un tercio de la de Asia y un cuarto de la de América Latina. La proporción de la población pobre en esas zonas es aún mayor.

Los bosques constituyen un elemento esencial en la producción y el suministro de alimentos, agua, energía, alojamiento y medicinas para esa población. Las familias de agricultores de subsistencia utilizan y aprovechan la vegetación forestal a diario para satisfacer sus necesidades más básicas. Las organizaciones internacionales y nacionales podrían aprender mucho de los métodos globales e intersectoriales que aplica la población rural. Así pues, no podemos permitir que un "programa sobre los bosques" se fraccione en programas dispersos.

Un reflejo de la importancia local de los bosques es su importancia mundial. El ecosistema planetario que apenas estamos comenzando a comprender, la biosfera, puede tener un limite mínimo de cubierta forestal necesaria para mantener un nivel determinado de asentamientos humanos. Esto no lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que, considerando los albores del tercer milenio desde una perspectiva histórica, hay algunas tendencias importantes que se mantienen. Una de ellas es que en unos decenios se duplicará la población, pasando de 5 000 a 10 000 millones de habitantes. Otra es la disminución acelerada de la cubierta forestal mundial. En los dos últimos decenios del presente siglo habremos perdido una superficie del tamaño de Europa, Escandinavia inclusive.

Los bosques constituyen un ejemplo de muchas de las elecciones difíciles, las contrapartidas y los conflictos potenciales de intereses en relación con el desarrollo sostenible. Se necesita una perspectiva a largo plazo e intersectorial para obtener los máximos beneficios humanos, y siempre hay una tendencia a liquidar con rapidez el capital natural que se ha acumulado lentamente durante largos períodos de tiempo.

El PNUD casi siempre adopta una perspectiva nacional en relación con los problemas del desarrollo humano sostenible. La pérdida de bosques, y con ella de muchas de las opciones de desarrollo que proporcionan, constituye una de las amenazas más graves para él. Los países de América Central, Africa occidental y austral y Asia continental (con un par de excepciones) han perdido en los últimos decenios más del 90 por ciento de su bosque denso. Evidentemente Europa, excluidas Rusia y Escandinavia, perdió una proporción parecida de sus bosques hace tiempo. De los países que en otros tiempos tuvieron una cubierta forestal amplia, algunos han perdido el 99 por ciento de los bosques densos; 30 de ellos han perdido más del 90 por ciento. De éstos, 14 son países menos adelantados y 12 se han visto afectados recientemente por disturbios violentos que han exigido la intervención de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas. En la lista figuran casi todos los países en los que ha habido recientemente fuerzas de paz. La deforestación extrema es un buen indicador de la degradación de los recursos naturales, que repetidas veces ha acompañado al aumento de los disturbios civiles y las alteraciones del orden.

Por todos estos motivos, el PNUD opina que no se puede trabajar en el desarrollo humano sostenible para la población pobre de los países en desarrollo sin una integración de los bosques. Es necesario incorporar con decisión una visión y una estrategia nacionales a la estrategia global del desarrollo nacional. La principal función del PNUD es cooperar con los programas forestales nacionales de los países y prestarles apoyo. El destino de los bosques y de muchos de los elementos esenciales que proporcionan, sobre todo a la población pobre, dependerá de esos programas nacionales.

El análisis de tales programas, a menudo realizados por los propios países, ha puesto de manifiesto que para su éxito es imprescindible e indispensable la creación de capacidad. Va en aumento la tendencia internacional hacia una creación de capacidad menos basada en instituciones centralizadas y en una capacitación compleja y más orientada hacia actividades innovadoras y con nuevos horizontes, con la participación plena de todos los interesados, la integración intersectorial y la ordenación eficaz de fuentes múltiples de financiación.

Estas son dificultades básicas, no limitadas a los programas forestales, no tratándose en general de asuntos forestales de carácter técnico. En el Programa 21 aprobado en la CNUMAD se establece la responsabilidad del PNUD en cuanto a creación de capacidad, a la que hemos asignado la prioridad máxima.

Para el éxito de los programas forestales nacionales necesitamos una silvicultura y una agricultura apropiadas, y el PNUD mira sobre todo hacia la FAO en este sentido, aunque no se limitará a conseguir una silvicultura apropiada. Para mantener los bosques, los programas nacionales tienen que basarse en un enfoque que proporcione el desarrollo humano sostenible a la población rural pobre. Es preciso examinar de cerca las políticas comerciales y macroeconómicas, la salud y la educación para llegar a programas generales de desarrollo humano sostenible.

Hay dos cosas claras en relación con los programas nacionales, amplios y con un nuevo fortalecimiento, para mantener los bosques: i) los deben dirigir e iniciar los países; y ii) en muchos países requerirán un mayor y más eficaz apoyo internacional. La mejor manera de mantener los bosques es introducir una combinación de reformas de las políticas nacionales e internacionales y planes a largo plazo para estabilizar las zonas forestales, además del compromiso de un apoyo financiero y técnico muy superior de los países industrializados a los países en desarrollo.

Es necesario establecer un mecanismo de asociación entre los países en desarrollo y la comunidad internacional. En los acuerdos de asociación podrían indicarse las medidas que han de adoptar los países en el sector forestal y en otros para abordar las causas de la deforestación y señalar el apoyo que ha de recibirse de la comunidad internacional y las medidas que debe adoptar ésta. El PNUD está dispuesto a prestar ayuda a tales asociaciones, promoviéndolas y contribuyendo a ellas.

Esto podría constituir "el nuevo comienzo" del apoyo de la comunidad internacional, solicitado recientemente en una reunión de directores de programas forestales nacionales de los países en desarrollo. La eliminación de los bosques y la desaparición de opciones de desarrollo constituyen problemas que hay que afrontar con la máxima urgencia.


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