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5. Acuicultura responsable a nivel de la producción

(Artículo 9.4 del CCPR)

“Los Estados deberían promover prácticas acuícolas responsables, con el fin de apoyar a las comunidades rurales, las organizaciones de productores y los acuicultores.”
(Artículo 9.4.1 del CCPR)

Promover el desarrollo de la acuicultura. Dado el importante aumento de la producción y del valor de las actividades acuícolas y otras afines, así como la expansión de las mismas, generalmente se cree que la acuicultura y la pesca basada en el cultivo ofrecen grandes posibilidades para atender la creciente demanda de alimentos. De hecho, la acuicultura se concentra sobre todo en el mundo en desarrollo, sobre todo en los países asiáticos, donde ofrece importantes beneficios nutricionales y económicos a las comunidades rurales, y con pocos efectos ambientales adversos, si es que alguno. El grueso de la producción acuícola se basa en sistemas que utilizan escasos insumos (Ref. 91, 92, 93). Las exportaciones de especies de gran valor permiten obtener preciadas divisas en muchos países en desarrollo. Además, y lo que es muy importante para la seguridad alimentaria, la producción, elaboración y venta de pescado ofrece posibilidades de mejorar la nutrición en las zonas rurales y urbanas, puesto que ofrece una fuente económicamente asequible de proteínas de alta calidad además de brindar una oportunidad para generar ingresos, al mismo tiempo que se diversifica la producción y se reducen los riesgos de depender exclusivamente de la producción de uno o varios tipos de productos.

Promover prácticas y actitudes responsables. Las tendencias registradas dentro de muchos países hacia el uso de sistemas de acuicultura más intensivos y de especies de más alto valor, en muchas ocasiones en zonas costeras vulnerables, podrían aumentar las posibilidades de daño ambiental y representar una presión adicional para la estructura socioeconómica de las comunidades locales, si no se adoptan planteamientos basados en el desarrollo sostenible. Por ello, es imprescindible que el sector de la acuicultura y todas las partes interesadas adopten un fuerte compromiso en pro de la cooperación y la autorreglamentación. Es obligación de los Estados ayudar a los acuicultores individuales y al sector acuícola en general a establecer sus propias normas para las prácticas acuícolas responsables. Donde éstas no existan, los Estados deberían promover el establecimiento de grupos de autoayuda entre los acuicultores y asociaciones de productores, y fomentar la colaboración entre el sector acuícola privado y las autoridades gubernamentales, las instituciones dedicadas a la investigación y otras organizaciones de productores de alimentos en los planos local, nacional e internacional. De esa manera, las autoridades gubernamentales deberían despertar una mayor sensibilidad sobre la necesidad de adoptar actitudes responsables en el sector acuícola, dado que, cada vez más, los acuicultores y a quienes están relacionados con ella se les exige ser responsables de sus acciones. Pueden celebrarse consultas sobre los posibles incentivos a la promoción de prácticas sostenibles, contando para ello con las autoridades gubernamentales, los productores acuícolas y los integrantes de las comunidades rurales. Deberían ofrecerse a los acuicultores y a sus asociaciones actividades de capacitación sobre los aspectos normativos que regulan la práctica de la acuicultura para permitirles participar en la formulación y perfeccionamiento de la legislación relacionada específicamente con este campo.

Beneficios de la asociación y la autorreglamentación. Los principales beneficios que pueden derivarse de la asociación de las organizaciones de productores y el establecimiento de códigos voluntarios de prácticas y de directrices son los siguientes (Ref. 94):

“Los Estados deberían promover la participación activa de los acuicultores y sus comunidades en el fomento de prácticas responsables para la ordenación de la acuicultura.”
(Artículo 9.4.2 del CCPR)

Posibilitar la participación. Los funcionarios públicos, en colaboración con los expertos en acuicultura y desarrollo rural y en otros campos pertinentes, deberían tratar de promover, a escala tanto nacional como comunitaria, la participación activa de los agricultores y de las organizaciones de productores en el desarrollo y ordenación de todas las practicas acuícolas actuales y futuras, a objeto de garantizar que las prácticas acuícolas seleccionadas, promovidas y mejoradas respondan a las necesidades de las comunidades locales, así como a las condiciones ambientales de los distintos lugares. La planificación del aprovechamiento de los recursos en zonas costeras y continentales también deberá llevarse adelante con la asesoría de acuicultores experimentados, que puede ser importante en la selección de los emplazamientos, especies y sistemas más indicados, así como en las decisiones relativas al diseño, mantenimiento y funcionamiento de explotaciones piscícolas, lo que deberá complementarse con los reconocimientos de las zonas y lugares y, cuando sea del caso, con el desarrollo de sistemas de información geográfica. Asimismo, deberían determinarse cuáles son los intereses y necesidades de las comunidades locales al planificar medidas de desarrollo sectorial, integrado o participativo, posiblemente recurriendo a los instrumentos de evaluación rural y participativa apropiados (Ref. 95, 96, 97).

Participación en la investigación. Las iniciativas de investigación relacionadas con la acuicultura deberían proponerse mejorar los métodos utilizados en ese sector, haciendo especial hincapié en el establecimiento de sistemas acuícolas sostenibles, teniendo en cuenta la necesidad de aumentar el suministro de alimentos y de erradicar la pobreza. Deberían renovarse los esfuerzos para conseguir la participación de los agricultores y acuicultores, de sus organizaciones y de sus comunidades, en la fijación de las prioridades y orientaciones de la investigación, incluidos los objetivos específicos y las necesidades de determinados proyectos de investigación, y para hacer que los resultados de las investigaciones sean asequibles para ellos (Ref. 98, 99, 100).

Capacitación, extensión y fortalecimiento de la capacidad en las explotaciones. Las zonas rurales de muchos países en desarrollo están por lo general mal equipadas en lo que respecta a los recursos técnicos y financieros y a la infraestructura educativa, pudiendo producirse graves problemas de seguridad alimentaria o de carácter económico y social como consecuencia de la falta de oportunidades de obtener ingresos, la incapacidad de cultivar y mantener sistemas de producción, una distribución inadecuada de los productos básicos, insumos y bienes de consumo, y el limitado acceso a los servicios públicos. Tanto en la agricultura como en la acuicultura se necesitan tecnologías válidas y actualizadas para promover la modernización de los métodos locales de producción. Para aprovechar plenamente dichas tecnologías haría falta llevar a cabo programas de capacitación, educación y especialización destinados a los recursos humanos locales. Los Estados deberían tratar de establecer procedimientos para ayudar a los agricultores y a las comunidades locales en las actividades de extensión, capacitación y otras medidas de fortalecimiento de la capacidad local. Cuando éstas son en pequeña escala y se producen a cierta distancia de los centros urbanos, la prestación de esa asistencia ha resultado difícil y costosa. En el desarrollo de las actividades de extensión, las autoridades acuícolas competentes, los acuicultores y sus comunidades pueden examinar la utilidad de establecer una estrecha colaboración con los programas de extensión agraria organizados en sus zonas respectivas, ya que es posible que éstos dispongan de mejor equipo y de más personal (Ref. 101, 102, 103, 104, 105, 106).

Etiquetado de los insumos utilizados en acuicultura. Es posible que los Estados tengan que cumplir una función decisiva para conseguir que los insumos, (por ejemplo, el equipo, los piensos, los productos químicos, entre otros) utilizados por los acuicultores estén debidamente etiquetados, y para que otras informaciones importantes relativas a dichos insumos sean accesibles para ellos y para sus comunidades. Deberán tenerse en cuenta los idiomas locales y la existencia del problema del analfabetismo.

Registros. Para lograr una mayor eficiencia en el funcionamiento y acumular eficazmente experiencia en la ordenación de los criaderos, las explotaciones piscícolas y las masas de agua utilizadas para aumentar la producción pesquera, deberán mantenerse registros relativos a las cantidades y origen de todos los insumos utilizados (incluidas las especies o variedades), cosechas y ventas y otros datos operacionales y financieros. Estos registros son valiosos en caso de brotes de enfermedades o accidentes sufridos por las poblaciones ícticas o por los trabajadores, y permiten comprender si se han cometido errores y dónde han tenido lugar. Además, pueden ser fundamentales para rechazar las acusaciones de mala gestión o de actuación irresponsable formuladas por ajenos.

Control del estrés y mantenimiento de la salud de los peces. La incidencia y gravedad de las enfermedades infecciosas dependen muchas veces de la calidad del entorno en que viven los organismos. Por ello, el primero y el más importante de los pasos para combatir las enfermedades infecciosas es mantener en la unidad de cultivo un entorno de la mayor calidad posible para reducir el estrés en los organismos sometidos a cultivo. El estrés en los peces puede definirse como la alteración de una o más variables fisiológicas hasta el punto de que corra peligro su supervivencia en el largo plazo. Dichas alteraciones son muchas veces resultados de cambios ocurridos en la calidad fisico-química, biológica y microbiana del ambiente acuático, y de la disponibilidad de alimento y espacio. El estrés se puede reducir manteniendo densidades de repoblación realistas y ofreciendo las mejores condiciones posibles de cultivo. La reducción del estrés combatirá el posible riesgo de infección y, de esa manera, disminuirá la mortalidad y otras pérdidas afines. En este contexto del manejo de la salud de los peces, deberá promoverse la colaboración entre los agricultores, extensionistas y especializados en este tema, con el fin de lograr una mayor sensibilidad y capacidad en la conservación de la salud de los peces y una mayor eficiencia en la ordenación de las explotaciones (Ref. 107, 108, 109).

Interacciones con los depredadores silvestres. Estos depredadores, especialmente las aves y los mamíferos acuáticos, pueden constituir un problema importante para los acuicultores, no sólo porque consumen parte de las poblaciones, sino también porque provocan daños en las redes y otras artes y transmiten enfermedades y patógenos. Deberá alentarse a los acuicultores a que utilicen todos los medios posibles para proteger a sus poblaciones de los depredadores, más que intentar destruirlos.

Ordenación del medio ambiente para mejorar los rendimientos de la pesca. A fin de aumentar el abastecimiento de pescado en muchas zonas rurales, se están empleando con éxito técnicas muy distintas para mantener e incrementar las cosechas de peces sobre todo en numerosas masas de aguas continentales. Se han intensificado muchas pesquerías mediante el suministro de material de repoblación producido en instalaciones acuícolas o recogido del entorno natural, y mediante la combinación de modificaciones ecológicas, químicas y físicas de las masas de agua naturales y artificiales utilizadas (Ref. 110, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118).

Dado que estas medidas de intensificación pueden contribuir significativamente a lograr un suministro adicional de alimentos y a aumentar la seguridad alimentaria en el largo plazo y que en muchos países hay numerosas masas de agua insuficientemente utilizadas o totalmente desaprovechadas, a pesar de que ofrecen grandes posibilidades para la pesca basada en el cultivo y/o para aumentar la producción pesquera, conviene velar por que estas prácticas se lleven a cabo de forma bien planificada. En este contexto, es importante que se evalúen los beneficios y costos de dichas prácticas, que se establezcan los derechos de todos los que utilizan esas masas de agua y que se eviten los efectos nocivos en los recursos y entornos locales. Debería promoverse la participación de los interesados y de las comunidades locales en la planificación y ordenación del aprovechamiento sostenible de las masas de agua, también atendiendo a los posibles beneficios adicionales que se puedan derivar de actividades destinadas a la recreación y a la rehabilitación de los ambientes acuáticos.

“Los Estados deberían promover esfuerzos que mejoren la selección y la utilización de piensos, aditivos y fertilizantes adecuados, incluidos los abonos.”
(Artículo 9.4.3 del CCPR)

Selección y utilización de piensos y aditivos. La utilización responsable de piensos (incluidos los aditivos, en caso necesario) contribuye tanto a conseguir una producción eficiente como a disminuir el efecto producido en el medio ambiente, reduciendo al mínimo los desperdicios. Los fabricantes y proveedores tienen la responsabilidad de velar por la calidad de los piensos y de ayudar a los acuicultores a manejar y presentar estos piensos en las explotaciones en formas que faciliten la asimilación eficiente y óptima por parte de la población íctica. En muchos casos, pueden utilizarse piensos suplementarios además de los producidos industrialmente, y debería promoverse, siempre que sea posible, el uso de ingredientes disponibles en las respectivas localidades. Hay que ser muy cuidadoso en la utilización responsable de los aditivos, incluidos los antibióticos y las sustancias que promueven el crecimiento, puesto que exigen ajustar las cantidades y tasas de distribución para obtener los efectos deseados con el mínimo desperdicio, y prestar mucha atención a los períodos de suspensión de la administración de tales aditivos para conseguir productos libres de contaminantes. En lo posible, la adición de antibióticos a los piensos debería efectuarse únicamente (y sólo en caso necesario) con prescripción y supervisión veterinaria (o de un profesional calificado equivalente) (Ref. 119, 120, 121).

Selección y utilización de abonos y fertilizantes. Algunas actividades de acuicultura, como la producción de algas y el cultivo en estanque de crustáceos y peces herbívoros y planctívoros utilizan abonos o fertilizantes químicos para mejorar la producción de alimentos naturales en los estanques. A fin de evitar cambios inaceptables en las aguas receptoras y para mantener la calidad del agua en los estanques de producción y reducir en la medida de lo posible los gastos en insumos, las actividades de fertilización deberán estar cuidadosamente controladas por el acuicultor. La utilización responsable de abonos de originen animal y humano puede contribuir al reciclado eficiente e inocuo de nutrientes dentro de los sistemas de explotación semiintensiva/extensiva basados en estanques. No obstante, la utilización de dichos abonos debe aplicarse cuidadosamente para evitar la contaminación del producto con patógenos de seres humanos, parásitos, metales pesados, antibióticos y otras sustancias que podrían resultar nocivas para los consumidores (Ref. 122, 123, 124, 125).

“Los Estados deberían promover prácticas eficaces en materia de cultivo y la salud de los peces, que den preferencias a las medidas de higiene y las vacunas. Debería asegurarse una utilización segura, eficaz y mínima de los productos terapéuticos, las hormonas y medicamentos, los antibióticos y otras sustancias químicas para combatir las enfermedades.”
(Artículo 9.4.4 del CCPR)

Utilización de medicamentos, antibióticos y otros productos químicos para combatir las enfermedades. Los acuicultores deberían contar con una variedad suficiente de materiales ensayados y aprobados para el tratamiento de las enfermedades acuáticas, y deberían formularse orientaciones y organizarse actividades de capacitación sobre su utilización responsable. En lo posible, estos materiales deberían utilizarse bajo supervisión veterinaria (o de un profesional calificado equivalente), y debería estar estrictamente regulada, si no prohibida, la comercialización y uso de medicamentos que no hayan sido certificados para ser utilizados en la producción acuícola. Para conseguir una eficacia máxima y continuada de los antibióticos, tanto para su uso en la acuicultura como, especialmente, para el tratamiento de las enfermedades de seres humanos, debería evitarse en la medida de lo posible el uso preventivo (profiláctico) de esas sustancias (Ref. 126, 127, 128, 129, 130)

Recuadro 9. Debido a la limitación de los mercados y a los altos costos de las pruebas y del proceso de aprobación de las autoridades competentes, son pocos los medicamentos ensayados y certificados específicamente para su uso en la acuicultura. La aplicación inadecuada de algunos productos químicos (por ejemplo, el excesivo uso profiláctico de los antibióticos) se debe en muchas ocasiones a que los acuicultores carecen de acceso a la información sobre su utilización adecuada, o a la falta de medidas alternativas de ordenación que sean al mismo tiempo eficaces, económicas y viables, o de productos químicos alternativos idóneos que ayuden a reducir la utilización de algunos productos químicos que puedan resultar peligrosos. En la actualidad, la promoción de algunos productos químicos por “intermediarios” (agentes de venta, minoristas, etc.) o compañías farmacéuticas puede contribuir también en forma significativa a la aplicación inadecuada de productos químicos.


Utilización de hormonas para controlar la producción o como promotoras del crecimiento. En determinadas ocasiones, las hormonas se utilizan en algunas formas de prácticas acuícolas para inducir o impedir la maduración reproductiva, para la inversión de sexos y para promover el crecimiento. Si bien es posible que las hormonas se utilicen ampliamente en la ganadería, su utilización en la acuicultura no está bien documentada y en ocasiones se lleva a cabo sin la debida comprensión de las cantidades necesarias ni de su persistencia en el medio ambiente o en los productos acuícolas una vez suprimido el tratamiento. Aunque no es probable que la utilización de hormonas para regular la reproducción tenga consecuencias contaminantes en las poblaciones destinadas al mercado, cuando se utilizan como promotoras del crecimiento, dicho uso debe estar perfectamente documentado y deben cumplirse escrupulosamente los períodos de suspensión de su administración antes de la cosecha.

“Los Estados deberían regular la utilización, en la acuicultura, de los insumos químicos que sean peligrosos para la salud de las personas y el medio ambiente.”
(Artículo 9.4.5 del CCPR)

Regulación del uso de productos químicos en la acuicultura. Con el fin de promover y regular la utilización segura y eficaz de productos químicos en la acuicultura, las autoridades públicas competentes deberían colaborar mutuamente para aclarar y especificar los mandatos y responsabilidades pertinentes de los diversos organismos sectoriales encargados de la salud pública y la calidad de los alimentos, la agricultura, los servicios de salud animal, el medio ambiente, etc., y elaborar disposiciones y orientaciones sobre la utilización responsable de esos productos que sean al mismo tiempo factibles, prácticas y destinadas específicamente a la acuicultura. Debería promoverse la colaboración entre los acuicultores, los investigadores y las industrias dedicadas a la fabricación de productos farmacéuticos y plaguicidas, con el fin de hacer posible la comprobación y expedición de licencias de los productos químicos para su utilización en la acuicultura, así como la formulación de instrumentos normativos apropiados y eficaces sobre la producción, distribución y uso de aquellos productos químicos que, reconocidamente, representan un riesgo para la salud humana y el medio ambiente.

“Los Estados deberían exigir que la eliminación de desperdicios, como despojos, fangos, peces muertos o enfermos, medicamentos veterinarios sobrantes y otros insumos químicos peligrosos, no constituya peligro para la salud de las personas y el medio ambiente.”
(Artículo 9.4.6 del CCPR)

Eliminación segura de los desperdicios del pescado y de los productos químicos. Los despojos que pueden destinarse a la elaboración en condiciones higiénicamente aceptables deberían utilizarse con tal fin. Otros despojos, peces muertos y demás desperdicios que podrían representar un peligro para la explotación acuícola o para el público deberían eliminarse en lugares específicamente destinados a tal fin, aprobados por el organismo de supervisión competente. Algunas veces, la cremación o la inhumación pueden ser un método satisfactorio cuando se trata de animales enteros o partes de ellos. Si el tratamiento no es posible o eficaz, los peces enfermos o moribundos deberían ser sacrificados de forma incruenta y eliminados en condiciones higiénicas. Se requieren distintas instalaciones para la eliminación de los medicamentos veterinarios o plaguicidas no utilizados o caducados, y si no se dispone de ellas en las explotaciones, estos materiales deberían ser transportados a lugares de eliminación debidamente autorizados.

“Los Estados deberían velar por la calidad sanitaria de los productos de la acuicultura y promover esfuerzos que mantengan la calidad de los productos y aumenten su valor mediante un cuidado especial antes y durante la cosecha, el procesamiento en el sitio y el almacenamiento y el transporte de los productos.”
(Artículo 9.4.7 del CCPR)

Cosecha y calidad de los productos. La obtención de productos de buena calidad no sólo es responsabilidad del productor, sino que constituye un factor importante en la rentabilidad y crecimiento financiero de largo plazo. Los buenos piscicultores y administradores de granjas piscícolas saben que la calidad del producto depende de una gestión adecuada durante todo el ciclo productivo. No obstante, se debe conceder especial atención al período anterior a la cosecha, a la cosecha misma y a la elaboración en el terreno, así como al almacenamiento y transporte de los productos. Antes de la cosecha, es importante que las poblaciones estén libres de todos los medicamentos u hormonas residuales utilizados, y que su aparato digestivo no contenga algas ni otros materiales que produzcan sabores desagradables. La cosecha deberá realizarse con rapidez y eficiencia, a fin de reducir al mínimo posible los daños y la contaminación. Antes de comenzar con la cosecha deberá comprobarse la disponibilidad de instalaciones suficientes de almacenamiento o de transporte inmediato (Ref. 131.).


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