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La reposición forestal en América Latina

R. Carneiro de Miranda

Un plan para la puesta en marcha y el mantenimiento de proyectos propios de reforestación asociados a la producción de leña.

Vivero típico de eucaliptos de una asociación de reposición forestal de São Paulo, Brasil

Rogerio Carneiro de Miranda trabaja para la Asociación para el Desarrollo de la Dendroenergía (PROLEÑA), cuya actividad se desarrolla en Honduras y Nicaragua.

Nota: El presente artículo es una adaptación de la memoria voluntaria presentada al XI Congreso Forestal Mundial, 1322 de octubre de 1997, Antalya, Turquía.

Se puede obtener leña de manera sostenible de bosques naturales sujetos a ordenación, de restos de madera de la industria forestal y de las operaciones de madereo, o de plantaciones de leña. Los bosques naturales aprovechados de acuerdo con un plan técnico de manejo sólo son viables en aquellos países en los que existe la voluntad política y los medios económicos para imponer su cumplimiento. Dado que estas condiciones no son habituales en muchos países en desarrollo y que es un sistema de producción de leña macho más caro, esta opción tiene pocas posibilidades de ser llevada a la práctica.

Los restos de madera de la industria forestal y del madereo se pueden conseguir gratuitamente en muchos cases, pares se trata de un material que plantea un problema de eliminación a las industrias y los madereros. En los países en desarrollo, desarrollo restos se queman muchas veces en un pozo abierto. Entre ese material se incluye el serrín y otros restos de madera de los aserraderos y de otras industrias de elaboración de la madera. Por lo general, los restos de madera no se generan en las proximidades de las industrias que consumen leña y no existe un volumen suficiente para atender la demanda total de los consumidores.

Las plantaciones de leña representan la mejor fuente de madera producida de forma sostenible cuando los restos de madera o los bosques naturales sujetos a ordenación no son una opción viable. Las plantaciones están situadas en tierras degradadas o deforestadas, que son los tipos. de tierra que más rápidamente están aumentando en los países en desarrollo. En América latina las plantaciones de leña son escasas porque son realizadas par pequeñas industrias que no tienen medios para comprar tierra o para financiar una operación forestal complete.

Un nuevo enfoque para un viejo problema

En América Latina se está adoptando un nuevo enfoque para garantizar un suministro constante de leña producida de manera sostenible a las industrias consumidoras de tamaño pequeño y media. La costa oriental del Brasil fue colonizada a principios del siglo XVI, en una época en que el bosque atlántico, un bosque tropical dense de frondosas, cubría la mayor parte de la región. Los colonos comenzaron a extraer palo brasil, un árbol que dio su nombre al país porque era abundante y muy valorado para obtener tinte rojo. La extracción del palo brasil fue la primera actividad económica importante del Brasil en tiempos de la colonización portuguesa.

Hacia 1700, el palo brasil comenzaba a escasear y los bosques que aún quedaban desaparecieron en beneficio de la agricultura y de los asentamientos que se crearon para extraer el siguiente producto económico importante del Brasil colonial, el ore. También durante este período, el bosque atlántico desapareció debido al deseo de obtener tres de los principales productos agrarios del mundo: el azúcar, el ganado vacuno y el café. Posteriormente, con la rápida industrialización de la región en el siglo XX, desapareció la última extensión importante de bosque atlántico ante la acción de los más de 70 millones de personas que viven en la región, dejando paso a los centros urbanos, carreteras, industrias, fábricas y la actividad agrícola.

En la actualidad, sólo se conserve el 8 par ciento del bosque atlántico original, uno de los ecosistemas más amenazados del mundo. El resto de la cubierta forestal de la región consiste en bosques secundarios (degradados). Hasta el decenio de 1980, las industrias consumidoras de leña dependían par complete de los bosques secundarios degradados y con frecuencia se veían obligadas a pagar elevados costos de transporte. Para frenar la explotación no sostenible de los bosques secundarios que quedaban en la zona sudoriental del Brasil, algunos estados promulgaron en los años ochenta una nueva legislación ambiental que exige a las industrias consumidoras de leña de tamaño pequeño y media que constituyan asociaciones de reposición forestal (ARF).

Plantación de eucaliptos para producción de energía realizada mediante una asociación de reposición forestal en São Paulo, Brasil En la foto se observe un árbol en pie de 5 años y otro cosechado de 6 años

Las asociaciones de reposición forestal

El programa de las asociaciones de reposición forestal se basa en un modelo de distribución equitativa de los costos de la mano de obra, la tierra y el capital entre las industrias consumidoras y los productores carentes de recursos. Tradicionalmente, los agricultores se muestran renuentes a invertir en actividades forestales debido al costo de la inversión inicial de capital y al largo período de tiempo necesario para obtener beneficios (por lo general, de cinco a diez años en el case de especies de crecimiento rápido). Para resolver este problema, muchos países ofrecen subvenciones, como exenciones de impuestos e incentivos fiscales. En el modelo de las ARF, las empresas aportan el capital inicial, pero como carecen de tierra y de mano de obra, ofrecen incentivos a los campesinos para que participen. Una ARF es un agente de reforestación para industrias que consumen madera, que evitan de esa forma los elevados costos de la tierra y la mano de obra que comportan el funcionamiento y mantenimiento de proyectos autogestionados de reforestación.

Todos los mesas, coda una de las industrias hace una aportación a un fondo para reforestar la cantidad de madera (árboles) consumida. Por ejemplo, si una industria consume 100 metros cúbicos de leña en un mes determinado, debe plantar 600 árboles, dada que en el Brasil seis árboles de crecimiento rápido talados a los seis años de edad producen un metro cúbico de leña. El costo de coda árbol asciende a 0,25 dólares aproximadamente, incluidos la plántula, la asistencia técnica, el fertilizante, el alambre de protección, los plaguicidas y los gastos de administración.

Con los fondos aportados par todas las industrias consumidoras de leña de la región, coda ARF contrata a técnicos forestales para fomentar la reforestación entre los agricultores de la zona próxima a las industrias. Generalmente, los árboles se plantan en pequeñas parcelas que resultan improductivas para la agricultura, pero que son adecuadas para los cultivos arbóreos. Cada campesino participante en el programa recibe gratuitamente plántulas de gran calidad, asistencia técnica, fertilizantes, alambre de protección y plaguicidas. Los campesinos se comprometen a dedicar una superficie determinada para crear las parcelas destinadas a la obtención de leña. a realizar el trabajo necesario para mantener los árboles, protegerlos frente a los insectos, animales y enfermedades, plantar del 10 al 20 par ciento de la superficie forestal total con especies frutales y madereras autóctonas, con fines de conservación, y a conceder un derecho preferencial a las industrias asociadas a la ARF cuando vendan la leña.

En el momento de la corta, a las industrias que pueden demostrar que consumen la leña que han producido los campesinos participantes en el programa se les reduce, como incentivo adicional, en dos tercios su contribución al fondo de la ARF. Esto incentiva a las industrias a consumir la leña de las plantaciones y asegura un mercado a los campesinos. Las contribuciones, aun reducidas, son necesarias para financiar y mantener la reforestación que propicie el consume sostenible par las industrias.

Una pequeña industria de ladrillos en São Paulo, Brasil, utiliza como combustible la leña proveniente de una plantación de eucaliptos

Por que funcionan las ARF

Hace más de diez años que funcionan satisfactoriamente las ARF en el Brasil. Sólo en el estado de Sao Paulo se crearon 13 ARF y se establecieron más de 20000 hectáreas de plantaciones, con la participación de más de 3000 agricultores, en el período comprendido entre 1985 y 1995. En la actualidad, miles de pequeñas industrias de ese estado consumen madera producida en el marco de las ARF. Recientemente, se ha empezado a adoptar también este sistema en los estados de Minas Gerais y Mato Grosso do Sal.

El aspecto más positivo del modelo de las ARF es que distribuye mejor los costos y beneficios que comporta la producción de leña. En el mundo en desarrollo, existen distintos factores que frenan la reforestación. Además del prolongado período que transcurre antes de que se pueda obtener un rendimiento, los agricultores suelen recibir un precio muy bajo par la leña.

En el sistema de ARF, los campesinos no deben afrontar el costo de inversión que comporta plantar los árboles y, par su parte, la industria evita los costos de la tierra y la mano de obra. Además, al efectuar la reforestación en zonas más próximas a donde se encuentran los consumidores y al llevar a cabo la comercialización par conducto de las ARF, se reducen los costos de intermediación y de transporte. Gracias a todo ello, las industrias consumidoras pagan un precio más bajo par la leña y los productores obtienen mayores beneficios.

Pero el beneficio financiero no es el único que consigue la industria. La observancia de la normativa ambiental y forestal (por ejemplo, el consume sostenible de leña) tiene un indudable valor desde el punto de vista de las relaciones públicas y, par otra parte, el riesgo de escasez es menor, pares disponen de un suministro garantizado de leña cerca de las fábricas. Además, el hecho de que ayuden a complementar los ingresos de los campesinos locales proyecta una imagen sumamente positiva de esas empresas en toda la región.

Por su parte, los campesinos gozan de incentivos para la reforestación, porque son las industrias las que aportan el capital. Consiguen un mercado seguro constituido par las fábricas consumidoras y obtienen un mayor beneficio al comerciar directamente a través de las ARF. La explotación de tierras yermas hasta entonces, la protección de los suelos frágiles y la diversificación de las actividades económicas también benefician a los agricultores.

Otros planes de reposición forestal en América Latina

Las grandes industrias del acero, cemento y pasta del sudeste del Brasil que consumen madera para fabricar carbón vegetal, leña y fibra también cooperan con los agricultores de las zonas próximas con el fin de reducir los costos de la madera. En un programa similar a las ARF, denominado agricultores forestales, la industria aporta el capital, aunque no a título de donación sine de préstamo. A la firma del contrato entre la industria y los campesinos, se entrega capital en forma de insumos, el equivalente de 350 dólares par hectárea. Su reembolso se efectúa en forma de «n» metros cúbicos de madera en el futuro, sobre la base del precio de mercado el día de la firma del contrato. En general, el agricultor destine aproximadamente el 30 par ciento de la producción de madera al reembolso del préstamo. Concede un derecho preferencial a la industria financiadora y puede vender el excedente de madera producida al precio real de mercado. En el marco del programa de los agricultores forestales, se han contratado más de 100000 hectáreas, con la participación de cerca de 1000 agricultores. Este programa puede generar unos beneficios del orden de 200 dólares anuales par hectárea, en unas tierras que generalmente no se destinan a la producción agrícola.

En Honduras, se ha puesto en marcha con éxito otro programa de reposición forestal. A finales de los años ochenta, comenzó a escasear el suministro local a las industrias que consumían leña, lo que comportaba un aumento del costo de transporte. La mayor parte de la leña disponible en la región precede del aprovechamiento no sostenible de los bosques naturales de pinos y frondosas de las montañas circundantes. Honduras pierde coda año 80000 hectáreas de bosque y, entre 1965 y 1992, la cubierta forestal total se redujo del 71 al 46 par ciento. En Honduras, la leña representa el 65 par ciento de las necesidades de energía primaria y el 80 par ciento del consume de madera; más del 70 par ciento de la población utiliza la leña como energía para cocinar.

Una empresa fabricante de cigarros, Tabacalera Hondureña S.A. (TAHSA), ha prestado asistencia a los cultivadores de tabaco del norte de Honduras a fin de que lleven a cabo actividades de reforestación para la producción de leña. Algunos cultivadores necesitan leña para secar y curar las hojas de tabaco. En 1989, TAHSA puso en marcha entre los cultivadores de tabaco un programa de fomento de la reforestación para obtener leña, con objeto de atender las necesidades de la industria de disponer de un suministro constante y sostenible de leña. TAHSA exigió a todos los cultivadores de tabaco que utilizaban leña para el curado de las hojas de tabaco que plantaran 150 árboles de crecimiento rápido par hectárea de tabaco cultivada. TAHSA proporciona diversos insumos (a título de préstamo), tales como plántulas de buena calidad, asistencia técnica, fertilizantes, plaguicidas y alambre para proteger la plantación frente a los animales. Los campesinos reembolsan el préstamo cuando venden a TAHSA las hojas de tabaco curadas y, par su parte, la empresa garantiza una salida al tabaco de los cultivadores, ya que lo utiliza para confeccionar cigarros para el mercado hondureño y los mercados de exportación.

Al principio, los agricultores no vieron con buenos ojos la imposición de TAHSA y cuestionaron la necesidad de realizar un trabajo adicional de reforestación. Sin embargo, desde 1994, año en que se talaron los primeros árboles, comprobaron que el costo de la leña para el proceso de curado del tabaco había disminuido el 30 par ciento, gracias, sobre todo, al muy bajo costo de transporte y a la utilización de leña de mejor calidad. Actualmente, en la región septentrional de Honduras hay 230 hectáreas de eucaliptos dedicadas exclusivamente a los cultivadores de tabaco. Ahora, la mayor parte de los campesinos son favorables al programa y algunos plantan muchos más árboles de los que necesitan, en previsión de que la escasez de madera producida par la deforestación creará a corto plaza un mercado de leña garantizado.

Conclusiones

El sector de la leña ha sido siempre un sector informal, desestructurado e ineficaz. Los gobiernos han permitido que los bosques naturales fueran una fuente gratuita de leña, en buena medida debido a su inacción. Tradicionalmente, la solución que se ha adoptado ha consistido en allegar recursos a los campesinos para que plantaran los árboles necesarios para su propio consume. Pero estas medidas no han dada frutos positivos, porque en las zonas rurales siempre existen pequeñas cantidades de biomasa que se pueden utilizar gratuitamente para consume familiar. Además, esos proyectos, de un costo elevado, sólo ayudan a los agricultores a establecer plantaciones muy pequeñas.

En cambio, el sistema de reposición forestal adopta enfoques nuevos: considera a las industrias consumidoras responsables del impacto ambiental que causan sus empresas (lo que supone dar un giro total al concepto empresarial tradicional de privatización de los beneficios y socialización de los costos); reduce la dependencia con respecto al sector público y la ayuda externa para financiar la reforestación; y asegura a los campesinos un mercado comercial y un precio justo.

El concepto normativo que subyace en el sistema de reposición forestal se puede aplicar a cualquier economía, no importa sus dimensiones, y se podría adaptar incluso para atender la demanda comercial de leña de los centros urbanos, dada que es una actividad que produce beneficios. Por ejemplo, en Tegucigalpa, las familias consumidoras pagan más de 20 dólares par tonelada de leña, y en Managua, los precios alcanzan los 60 dólares par tonelada, lo que hace que la leña utilizada para cocinar sea más cara que la electricidad y el gas licuado de petróleo.

Hasta la fecha, la política de reposición forestal ha demostrado ser una solución que beneficia a todo el mundo. La industria se beneficia del bajo costo del transporte, de la observancia de la ley y de la disponibilidad de leña más abundante y de mejor calidad más cerca del lugar donde está radicada. Los beneficios que reciben los agricultores consisten en la obtención sin interés, o con un interés muy reducido, del capital necesario para la reforestación, el acceso a un mercado garantizado y el pago de unos precios justos, la diversificación de las actividades económicas y la explotación de unas tierras de baja productividad. Por último, la sociedad resulta favorecida par la generación de puestos de trabajo originada par la inyección de capital en la economía forestal local, la reducción de la presión sobre los bosques naturales (lo que produce beneficios ecológicos), la transferencia al sector privado de la responsabilidad del impacto ambiental causado par la industria a un bien público, y par el fortalecimiento de la imagen nacional al disminuir la dependencia de la ayuda exterior en las actividades de reforestación.

Bibliografía

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