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Enseñanzas extraídas de una experiencia interregional en el desarrollo participativo de las zonas de montaña

Luca Fé D'Ostiani es Asesor Técnico Superior del Proyecto interregional para la conservación y desarrollo participativos de las tierras altas (GCP/INT/542/ITA) de la FAO.

Reflexiones sobre los desafíos del trabajo llevado a cabo con metodologías participativas en las zonas de montaña.

El Proyecto interregional para la conservación y desarrollo participativos de las tierras altas (PUCD), financiado por el Gobierno de Italia y ejecutado por la FAO, es operativo desde 1992. El proyecto se está llevando a cabo en tres países - Nepal, Túnez y Bolivia - y se mantienen vínculos estrechos con el Pakistán y Burundi, donde se desarrollaron algunas de las fases anteriores. Se ha concebido como un proyecto experimental, orientado a los procesos y centrado en el fortalecimiento de la capacidad local para la conservación y ordenación de los recursos naturales. La utilización de metodologías participativas, incluida la apreciación rural participativa y el seguimiento y evaluación participativos, forma parte integral del proyecto. Las subcuencas de captación de tierras altas que se han seleccionado para el trabajo de campo son pequeñas (aproximadamente entre 10 000 y 20 000 ha cada una) y los presupuestos correspondientes son muy reducidos (alrededor de 300 0000 dólares EE.UU. anuales), con el fin de reducir al mínimo la dependencia financiera del proyecto y aprovechar todo lo posible los recursos locales. (En anteriores números de Unasylva se han analizado diversos aspectos del proyecto [Kane, 1996] y el artículo de J. Escobedo Urquizo, en este mismo número, se centra en las experiencias en Bolivia.

La finalidad del presente artículo es resaltar las que parecen más destacadas y tienen un potencial importante de aplicación en otros lugares.

LOS PROCESOS PARTICIPATIVOS EN EL CONTEXTO DE LAS ZONAS DE MONTAÑA

Delimitación de la cuenca de captación frente a los límites de la comunidad

Desde el punto de vista técnico, los límites de la cuenca o subcuenca de captación pueden definir adecuadamente la unidad territorial de intervención. No obstante, en la mayor parte de los casos, los habitantes de las montañas no delimitarían su territorio a lo largo de la divisoria de aguas, pues podrían hacer crecer cultivos o poseer tierras de pasto en cuencas adyacentes, y otras personas ajenas a la comunidad pueden tener acceso a recursos existentes dentro de la misma unidad hidrológica. Una de las formas de afrontar esta situación consiste en definir los límites de la zona de planificación en función de límites sociales o administrativos, en tanto que las actividades sobre el terreno se pueden llevar a cabo sobre la base de las cuencas o micro-cuencas dentro de esos límites.

Dimensión territorial de la ordenación participativa de la cuenca hidrográfica

La diversidad de sistemas ecológicos y sociales que configuran las zonas de montaña y los vínculos con las zonas situadas aguas arriba o aguas abajo exigen adoptar una visión integrada de la ordenación de los recursos naturales, subrayando la interacción entre los grupos de usuarios y los grupos de interés.

Aislamiento y pobreza

La pobreza generalizada hace que la supervivencia cotidiana sea una prioridad y a menudo provoca conflictos con las preocupaciones ambientales. Normalmente, las infraestructuras de las zonas de montaña (comunicaciones, abastecimiento de electricidad, salud y educación, etc.) son deficientes y constituyen una prioridad más importante para la población local que las consideraciones ambientales. Con frecuencia, el nivel de instrucción de la población es muy bajo y es necesario organizar cursillos de alfabetización y contabilidad básica antes o al mismo tiempo que otras actividades. La mayor distancia existente con respecto a los mercados limita las perspectivas de las actividades de carácter comercial, y los organismos técnicos y administrativos están en lugares alejados y, por consiguiente no son asociados institucionales adecuados. Las zonas de montaña son muy delicadas, e incluso pequeñas intervenciones relativas a la utilización de la tierra y el agua pueden tener repercusiones importantes y a largo plazo.

Con frecuencia no se da la debida importancia a la comprensión de los conocimientos indígenas, a los sistemas de propiedad de los recursos naturales y a las tendencias demográficas.

La obtención de información sobre los sistemas de propiedad de los recursos naturales, las tendencias demográficas y los conocimientos indígenas debería incorporarse sistemáticamente en el diseño del proceso de recogida de información durante las actividades de apreciación rural participativa.

La propiedad de los recursos naturales

Los derechos sobre la tierra, el agua, los pastos, la recolección de madera, etc., incluso su interrelación dinámica, desempeñan una función central en el acceso a los recursos naturales y en su utilización y, por lo tanto, en cualquier proceso encaminado a conseguir una utilización menos destructiva y más sostenible de las zonas de montaña.

Las tendencias demográficas

Las características de la población, las pautas reproductoras, las tendencias migratorias (estacionales) y la disposición de los asentamientos influyen directamente en la presión sobre la tierra y en la disponibilidad de mano de obra, así como en el proceso de adopción de decisiones y de participación a nivel local. Así ocurre en el caso de Túnez, donde en ausencia de los hombres, las explotaciones agrícolas marginales de las zonas de montaña son administradas por las mujeres, cuya posición tradicional y social les impide obtener ayuda para mejorar su capacidad técnica y de gestión y desempeñar un papel más influyente en el proceso de adopción de decisiones.

Los conocimientos indígenas

Todo el mundo reconoce la necesidad de considerar y valorar los conocimientos locales en el momento de planificar las actividades de desarrollo sostenible de las zonas de montaña, y con frecuencia las actividades de participación incluyen preguntas sobre los conocimientos indígenas. Una evaluación más sistemática de esos conocimientos podría aportar una información importante y haría posible conocer la actitud de la comunidad frente a los cambios en los sistemas de cultivo y la ordenación de los recursos naturales.

Por ejemplo, en Bolivia, las técnicas de corta y quema de las comunidades andinas de inmigrantes que practican el cultivo intensivo de fresas de elevado rendimiento en ciclos de tres a cuatro años, antes de desbrozar una nueva parcela fértil, constituyen una grave amenaza para los bosques de las laderas de los Andes. En esas zonas, la conciencia y los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas sobre la conservación de la fertilidad del suelo, unidos a la aplicación de técnicas de cultivo mejoradas, están contribuyendo a estabilizar a las comunidades andinas de inmigrantes y a reducir la tasa de deforestación.

En la cuenca de captación del Uadi Sbaihiya, en Túnez, a comienzos de los años noventa, los organismos técnicos empezaron a realizar obras de acondicionamiento del suelo con excavadoras. Se manifestó una resistencia pasiva frente a este programa y los técnicos pensaron que los campesinos no eran conscientes de las consecuencias de la erosión y por ello no deseaban contrarrestarla. En 1996, el proyecto PUCD entrevistó a un grupo de campesinos de una zona muy erosionada de la cuenca hidrográfica. Las entrevistas revelaron que poseían amplios conocimientos sobre la erosión, que definieron como «la pérdida de suelo fértil, tras la cual sólo queda tierra de mala calidad». Afirmaron que en el pasado solían estabilizar el suelo construyendo presas con piedras y plantando chumberas en las cárcavas. También construían terraplenes con ramas de árboles y tierra (que consolidaban mediante la plantación de higueras) para recoger y canalizar el agua, pero la falta de tiempo y de fuerza de trabajo les habían obligado a abandonar esas prácticas. Dijeron también que se oponían a la utilización de las excavadoras porque era una maquinaria demasiado grande para poder funcionar eficazmente en sus pequeñas parcelas y porque no respetaba los límites tradicionales. Teniendo en cuenta esas consideraciones, el proyecto PUCD pidió a los organismos técnicos que reasignaran una parte de los fondos destinados a los trabajos mecánicos, para ofrecer aportaciones en efectivo a modo de incentivo a los agricultores que realizaran obras manuales de acuerdo con los conocimientos tradicionales.

El análisis de la viabilidad de las actividades iniciales, y su evaluación ulterior, son etapas fundamentales de la planificación en materia de participación.

El resultado directo del análisis participativo de la viabilidad es que la comunidad o el grupo de usuarios se responsabiliza de identificar las actividades prioritarias que pueden llevarse a cabo con perspectivas razonables de éxito. Lo que es aún más importante, contribuye a que la población local comprenda rápidamente la importancia de la interacción potencial entre actividades realizadas dentro de la misma cuenca y adquiera de forma progresiva una visión y una práctica de planificación microterritorial.

En Nepal, el estudio de la relación costos-beneficios, de las necesidades de mano de obra y del impacto aguas abajo ha llevado a abandonar, o rediseñar completamente, varias actividades de construcción de pequeños canales de riego y senderos de montaña. En Bolivia, el Pakistán y Túnez un número creciente de familias se dedican ala apicultura y a plantar cultivos forrajeros, porque reconocen que esas actividades rinden importantes beneficios económicos. Esos análisis de viabilidad son altamente rentables y, mediante las visitas de agricultor a agricultor, poco costosas, exponen a los grupos de usuarios a experiencias más avanzadas similares, fortaleciendo su autoconfianza. Asimismo, la comunidad se convierte en un interlocutor más preparado en el proceso de negociación en el contexto de la planificación y ordenación de las cuencas hidrográficas.

La apreciación participativa temática

El enfoque abierto, sin limitaciones, ayuda a identificar todas las necesidades de los participantes, mientras que el enfoque selectivo facilita el análisis de los conocimientos indígenas y la identificación de problemas, ajustando los conocimientos especializados y el mandato de los proyectos en la esfera del desarrollo de las zonas de montaña. Para potenciar al máximo las ventajas de ambos enfoques, la apreciación participativa temática exploratoria inicial se podría complementar con evaluaciones temáticas a fondo con grupos más reducidos de interesados como parte de sus análisis de viabilidad.

La planificación participativa, el seguimiento y la evaluación en el ámbito de la comunidad son medios valiosos para la creación de capacidad.

El autoseguimiento y la e valuación realizados de forma regular, que conducen a una replanificación participativa de las actividades, son importantes para analizar los resultados y para conseguir que el proceso sea iterativo. Además, la comunidad adquiere cada vez mayor conciencia del impacto ambiental de las actividades realizadas; al mismo tiempo, los posibles conflictos (tanto dentro como fuera de la comunidad) se pueden afrontar en una fase temprana.

Para no limitar la participación, las sesiones de seguimiento y evaluación han sido lo más abiertas posibles para las personas de la misma comunidad que no intervienen inicialmente en el proceso. Esto es particularmente importante en aquellas zonas de montaña donde la sociedad local está dividida en castas o es muy estratificada.

Los métodos participativos no constituyen un fin por sí mismos, y son insuficientes si se emplean aisladamente.

Durante los últimos quince años se ha generalizado la utilización de métodos participativos en los proyectos de desarrollo. Se ha pasado de afrontar las necesidades normativas (establecidas por personas ajenas) a ocuparse de las necesidades sentidas (según las perciben los miembros de la comunidad). Este enfoque ha permitido hacer oír la voz de las comunidades de montaña en la toma de decisiones y en la ejecución de actividades, de manera que es más probable que se aborden los problemas que los participantes consideran importantes.

Sin embargo, los métodos participativos por sí solos no son suficientes para alcanzar los objetivos del desarrollo. Sigue siendo necesaria una investigación científica y técnica aplicada de gran calidad para hacer frente a los difíciles problemas de la ordenación de los recursos naturales, especialmente en las zonas de montaña, que presentan una gran fragilidad. Para aplicar técnicas procedentes de otros lugares y especialmente para integrarlas con los conocimientos y aptitudes indígenas, los proyectos han de demostrar capacidad de invención y disponer de sólidos conocimientos técnicos.

CONCLUSIÓN

La gestión de los proyectos participativos de desarrollo sostenible de las zonas de montaña es sumamente compleja y exige conocimientos especializados en un amplio espectro de disciplinas. Para atender adecuadamente las necesidades y los deseos de los interesados es necesario poseer una gran capacidad de negociación. El personal de los proyectos, de todos los niveles, debe poseer una buena formación en el difícil proceso de negociación, incluso en la gestión de los conflictos.

Bibliografía

Fé d'Ostiani, L. y Warren, P. 1996. Steps towards a participatory and integrated approach to watershed management. Field Document No. 1. Project GCP/INT/542/ITA. Túnez.

Kane, M. 1996. Flores de almendro y gallinas azules: la capacitación y la extensión forestales de las mujeres del medio rural en Pakistán. Unasylva, 47(184): 27-34.

Sharma, Prem N., ed. 1997. Participatory processes for integrated watershed management. Kathmandu.

Warren, P. Learning from experience. PUCD/FTPP (en prensa).


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