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Incendios forestales en el área del Mediterráneo

D. Alexandrian, F. Esnault y G. Calabri

Daniel Alexandrian y François Esnault trabajan en la Agencia MTDA, Aix-en-Provence, Francia. Giancarlo Calabri fue jefe del Servicio de Lucha contra Incendios Forestales, Ministerio de Agricultura y Bosques, Italia.
Nota: Este artículo es una adaptación de un estudio preparado para la reunión de la FAO sobre políticas en materia de incendios forestales, celebrada en Roma, del 28 al 30 de octubre de 1998. Analiza la situación en los 23 países mediterráneos: Albania, Argelia, Bosnia, Chipre, Croacia, Egipto, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Irán, Israel, Italia, Jordania, Líbano, Jamahiriya Árabe Libia, Malta, Marruecos, Portugal, República Árabe Siria, Túnez, Turquía, la ex Yugoslavia. Todos estos países tienen una temporada seca más o menos larga: en el norte del Mediterráneo, de uno a tres meses de tiempo seco en las costas francesas e italianas; en el sur, más de 7 meses de tiempo seco en las costas libias y egipcias.

Análisis de las tendencias en materia de incendios forestales en el Mediterráneo y sus posibles causas de orden político.

El descuido de la silvicultura puede comportarla acumulación de combustible altamente inflamable

El fuego es la mayor amenaza natural para los bosques y las zonas arboladas de la cuenca del Mediterráneo. Destruye muchos más árboles que todos los demás desastres naturales: ataques de parásitos, insectos, vendavales, heladas, etc.

El promedio anual de incendios forestales en toda la cuenca del Mediterráneo se aproxima hoy a 50 000, es decir el doble que en los años setenta. Las series estadísticas no coinciden y no es posible medir con precisión la evolución en toda la región. En los países en que se ha dispuesto de datos desde los años cincuenta y durante los setenta, puede observarse un gran aumento desde los primeros setenta: España (de 1900 a 8 000), Italia (de 3 400 a 10 500), Grecia (de 700 a 1 100), Marruecos (de 150 a 200), Turquía (de 600 a 1 400). Sólo la ex Yugoslavia se aparta de la tendencia general (de 900 a 800).

La superficie cumulativa quemada anualmente en los países mediterráneos puede estimarse en unas 600 000 ha, lo que equivale a casi el doble que en los años setenta. La tendencia observada, no obstante, es mucho menos uniforme que la relativa al número de incendios. El empeoramiento de la situación está claro en Grecia (de 12 000 a 39 000 ha), en Italia (de 43 000 a 118 000), en Marruecos (de 2 000 a 3 100), en España (de 50 000 a 208 000) y en la ex Yugoslavia (de 5 000 a 13 000). En Portugal también ha empeorado la situación, aunque los datos estadísticos se inician más tarde. En Argelia y Chipre no se deduce una tendencia de las estadísticas, pero algunos años presentan máximos muy elevados (por ejemplo, 1957, 1958 y 1983 en Argelia; 1974 en Chipre). Por último, la superficie total quemada ha permanecido relativamente estable en Croacia, Francia, Israel y Turquía. Ningún país muestra un mejoramiento de la situación, pese a todas las medidas adoptadas (Le Houérou, 1987).

CAUSAS DE LOS INCENDIOS

A diferencia de otras partes del mundo en que un alto porcentaje de los incendios son de origen natural (especialmente a causa de rayos), la cuenca del Mediterráneo se caracteriza por la frecuencia de incendios de origen humano. Las causas naturales constituyen sólo un pequeño porcentaje de todos los incendios (del 1 al 5 por ciento según los países), probablemente por la ausencia de fenómenos climáticos como las tormentas secas.

Otra característica común a toda la cuenca del Mediterráneo es la fuerte tasa de incendios de causas desconocidas. En casi todos los países, son la mayoría: 56 por ciento por término medio en los cinco países de Europa meridional; entre el 50 y el 77 por ciento en la mayoría de los demás (Chipre, Israel, Marruecos, Túnez, Turquía). Hay que observar, no obstante, que algunos países se caracterizan por una proporción relativamente baja de incendios de causa desconocida, entre el 25 y el 47 por ciento (Croacia [Alexandrian, 1998], Grecia [Anón., 1995], Portugal [Delattre, 1993]).

Entre las causas conocidas, las involuntarias (negligencia o accidentes) son las más frecuentes en todos los países, excepto en Turquía donde los incendios intencionados parecen ser la mayoría.

Las causas accidentales varían de un país a otro. Algunas se relacionan con instalaciones fijas (conducciones eléctricas, vertederos de basura) y algunas tienen relación directa con la actividad humana (hornos de carbón vegetal mal controlados, quemas incontroladas, fumadores, fuegos de campamento, hogueras encendidas por pastores). La lista es muy larga y cualquier síntesis es imposible. Parece, no obstante, que estos incendios involuntarios se relacionan directamente con actividades agrícolas y forestales: los responsables son principalmente los habitantes permanentes, rara vez los turistas de paso.

Paradójicamente, la causa fundamental de los incendios forestales se vincula a la elevación del nivel de vida de las poblaciones. Profundos cambios sociales y económicos en Europa occidental han dado lugar a un traslado de poblaciones del campo a las ciudades, una moderación considerable del crecimiento demográfico, un abandono de tierras cultivables y un desinterés por los recursos forestales como fuente de energía. Las consecuencias han sido la extensión de las zonas boscosas, la erosión del valor financiero de las mismas, la pérdida de población con sentido de la responsabilidad respecto a los bosques y, lo que es importante, el aumento de la materia combustible (Le Houérou, 1987).

Depósito de agua y bomba automática Instalada en los bosques de la montaña de Sainte-Victoire, en Francia, para regar las copas de los pinos

Por el contrario, en los países del Maghreb se ha mantenido el dinamismo demográfico, especialmente en las aldeas forestales. La demanda de alimentos y energía (leña) se ha elevado hasta el extremo de reducir gravemente las superficies forestales. Además, los habitantes ven los incendios forestales como una amenaza directa a sus condiciones de vida. La frecuencia de los incendios permanece a un nivel relativamente constante.

POLÍTICAS Y PROGRAMAS PARA COMBATIR LOS INCENDIOS

A efectos de este estudio, las políticas frente a los incendios forestales se han agrupado en cuatro categorías clásicas: prevención, que comprende todas las medidas destinadas a impedir la iniciación de incendios; preextinción, es decir todas las disposiciones cuyo objeto es mejorar la intervención y la seguridad en caso de incendio; extinción, que incluye todos los medios de intervención, de cualquier tipo que sean; y rehabilitación, es decirlas medidas tomadas después del incendio para limitar sus consecuencias negativas.

Prevención

El conocimiento de las causas de los incendios es una condición previa para la aplicación de soluciones convenientes. A este respecto, se ha desarrollado en Portugal una técnica original. Tras un aumento de la frecuencia de incendios en los años ochenta, las autoridades portuguesas crearon brigadas de investigación de incendios, constituidas por guardas forestales, con la misión de investigar la causa de cada incendio. Se adoptaron progresivamente métodos científicos de investigación. En pocos años, el país pasó de un 80 por ciento de incendios de origen desconocido a menos del 20 por ciento. Este experimento permitió además poner en claro que la gran mayoría de los incendios eran atribuibles a negligencia (43 por ciento), viniendo a continuación los incendios intencionados (34 por ciento) (Delattre, 1993). Casi todos los países mediterráneos han adoptado medidas para estimular la conciencia pública frente a los incendios forestales. En la mayoría de los casos, se apunta a los incendios accidentales. El público destinatario son los adultos que se encuentran en zonas de riesgo, residentes o turistas. También a los niños de las escuelas se destinan programas específicos (Calabri, 1986).

Un helicóptero Italiano del servicio antiincendios se aprovisiona de agua de un depósito provisional sin necesidad de aterrizar

Camión del servicio antiincendios en Chipre. Obsérvese el letrero que advierte del riesgo de incendios

Todas las actuales técnicas de comunicación de masas se utilizan para llegar al público en general: espacios televisivos, carteles, anuncios radiofónicos, etc. En España se recurre también, en zonas rurales, a escenificaciones sobre las consecuencias de los incendios forestales. Estos mensajes han evolucionado. Al principio, los carteles tendían a infundir miedo. Después se hizo hincapié en el riesgo ecológico. Actualmente los mensajes son más bien utilitarios (qué hacer en caso de incendio).

En casi todos los países hay disposiciones para la prevención de incendios accidentales en relación con instalaciones (líneas férreas, vertederos, líneas eléctricas, etc.). En general es fácil identificar las causas de incendios accidentales en estas situaciones. Se conocen los mecanismos de ignición, lo mismo que las medidas técnicas. Paradójicamente, su prevención no suele recibir mucha atención en la lista de medidas programáticas y administrativas vigentes.

En la mayoría de los países hay penas especiales y a menudo más severas para los casos de incendios intencionados. En ciertos casos (Portugal [http://netzens.hpv.pt/rnatario/legisla.htm], Israel [Rosenberg, 1986]), las penas se agravaron tras una oleada de incendios provocados en el país. Puede observarse, no obstante, que cuanto más severo es el castigo en la legislación más difícil es probar el delito de incendio deliberado y más vacilan los tribunales para condenar a los incendiarios (Goldammer, 1986).

Entre las medidas legislativas adoptadas, dos merecen especial consideración:

· Penas impuestas a los culpables de un incendio. La mayoría de los países mediterráneos disponen de varios instrumentos legales para castigar a los culpables de un incendio. Las penas para el incendio intencionado son siempre mucho más severas que las aplicables al incendio involuntario. Son diversas, desde trabajos forzados (Marruecos [Zitan, 1986], Argelia [Grim, 1989] o Túnez [Chandoul, 1986]), penas de prisión de sólo unos meses (Chipre), hasta prisión perpetua (Francia).

· Reglamentaciones para restringir el derecho a encender fuegos. Muchos países prohiben el uso del fuego (incluso para fumar) en los bosques y cerca de sus linderos durante el período considerado de alto riesgo, incluso en tierras de propiedad privada. La infracción de estas normas suele castigarse con multas, a veces bastante elevadas. Otros países (España, Italia, Francia, Chipre) prohiben el acceso a los bosques tanto con fines preventivos como de protección civil (para impedir que las personas se vean rodeadas por las llamas) (Goldammer, 1986).

Preextinción

Las previsiones meteorológicas se utilizan para movilizar anticipadamente los medios de extinción. Desde este punto de vista, se utiliza a menudo el modelo estadounidense de conducta para casos de incendio (Israel [Woodcock, 1994], España [Comisión de Agricultura y Pesca, 1993]). Los países se han esforzado mucho también por tener estaciones meteorológicas que registren la temperatura, la humedad y la velocidad y dirección del viento.

La vigilancia desde atalayas es una técnica muy extendida (República Árabe Siria [Abou Samrah, 1995], Israel [Rosenberg, 1986]), Jordania [Gobierno de Jordania, 1986], Turquía [Serez, 1995], ex Yugoslavia [Gobierno de Yugoslavia, 1986], Marruecos [Zitan, 1986]). Esta actividad suele completarse mediante patrullas sobre el terreno formadas por personal forestal con un buen conocimiento de la zona (Túnez [Chandoul, 1986], Marruecos [Zitan, 1986], Argelia [Grim, 1989]). En muchos países se utilizan aviones privados para vigilar zonas forestales en los días de mayor riesgo (Argelia, Croacia, Francia, España). En algunos casos, la observación visual se completa mediante sistemas infrarrojos automáticos (España [Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1992]). Según las estadísticas, pese a todos los sistemas sofisticados de vigilancia, a menudo los primeros en informar sobre incendios son los habitantes locales. La protección de los bosques contra los incendios se realiza de manera muy similar en toda la cuenca del Mediterráneo. Se basa en el establecimiento de pistas, cortafuegos y reservas de agua. Este trabajo se concibe muchas veces en el marco de proyectos tradicionales (Argelia, Túnez). El mantenimiento de estas redes es importante, es especial porque con frecuencia las autoridades que establecen los sistemas y las que los mantienen no son las mismas. Demasiado a menudo estas infraestructuras, concebidas a veces hace muchos años, no tienen en cuenta los adelantos técnicos recientes (transporte de agua en gran cantidad, cisternas transportadas por helicópteros).

Varios países han adoptado disposiciones en sus legislaciones forestales para obligar a los propietarios a limpiar la maleza a lo largo de carreteras y líneas férreas (Francia, Israel, Italia, España, Turquía). La limpieza de la maleza puede interpretarse como una medida de prevención (para no dar alimento al fuego) y como una medida de preextinción (para dar seguridad a las carreteras). En Francia, la ley obliga a los propietarios a limpiar la maleza dentro de un perímetro de 50 m en torno a su casa (autoprotección). En realidad, esta disposición se aplica poco a causa del costo de tal operación y del costo de oportunidad de esta forma de uso de la tierra.

Extinción

Es muy difícil obtener datos recientes sobre este asunto, tanto en el aspecto de los recursos humanos como en el de los físicos y financieros. En cuanto a las cisternas aerotransportadas (aviones o helicópteros), menos en número y más fáciles de inventariar que los vehículos terrestres, puede señalarse, por ejemplo, una diferencia de 1 a 4 en cifras absolutas entre dos países vecinos: poco más de 30 unidades en Portugal contra 140 en España. En valor relativo, por otra parte, los cinco países de Europa meridional tienen aproximadamente una unidad aerotransportada por cada 100 000 ha de bosque mediterráneo. La cooperación internacional en este sector tiene pues muchas posibilidades y es uno de los sectores que interesan a la Unión Europea (Goldammer, 1994; Delattre, 1993).

En cuanto a la estrategia, la información es todavía más difícil de obtener. En Francia, el objetivo es un ataque inicial en menos de 10 minutos. Esta estrategia se basa en la previsión: según el nivel de riesgo, se colocan vehículos cerca de las zonas forestales y se transportan cisternas por aire antes de que se detecte incendio alguno. En ciertas condiciones desfavorables, se estableció que el ataque inicial debía realizarse en un plazo todavía más breve para ser efectivo.

Un buen conocimiento del terreno es necesario para combatir el fuego con la máxima eficacia. En los países con alta densidad de población cerca del bosque, no parecen necesarios levantamientos topográficos (África del Norte). En países europeos que han experimentado una fuerte des población rural, son absolutamente necesarios (y son subvencionados por la Unión Europea (Parlamento Europeo, 1994). A veces, la autoridad militar es la propietaria y usuaria exclusiva de los mapas, siendo difícil para los servicios forestales el acceso a los datos.

La quema controlada en Francia y en las zonas próximas al Mediterráneo

E. Rigolot

Eric Rigolot trabaja en el Instituto Nacional de Investigación Agronómica. Unité de Recherches Forestières Méditerranéennes. Avignon, Francia.

La quema controlada es una técnica de manejo de la tierra que utiliza el fuego de forma planificada y controlada en una zona preestablecida, sin poner en peligro las zonas circundantes. Esta práctica ancestral, utilizada con frecuencia para desbrozar la tierra con fines agrícolas y pastorales, se ha convertido en un instrumento moderno para prevenirlos incendios controlando el material combustible existente en el suelo.

Al igual que otras técnicas de control del material combustible, como el desbroce manual o mecánico, la escarda, el pastoreo, el mejoramiento pastoral y el empleo de fitocidas, la quema controlada tiene ventajas e inconvenientes. Si bien es cierto que hace desaparecer todo el material combustible de tamaño fino y medio (la limpieza por medios mecánicos, por ejemplo, transforma la vegetación en pie en un lecho de maleza, pero no reduce el volumen de biomasa), depende de las condiciones climáticas. Por consiguiente, es necesario combinar diferentes métodos de intervención, adaptándolos a cada situación. Los responsables de la gestión de los bosques deben poder recurrir siempre a todo tipo de procedimientos de manejo que garanticen la seguridad y den buenos resultados.

A medida que se ha desarrollado, se han descubierto otras ventajas de la quema controlada. También sirve para mantener los paisajes y los espacios abiertos, mejorar el hábitat de la fauna (en especial de las especies cinegéticas) regenerar la tierra después de las faenas agrícolas, o efectuar operaciones de aclareo. Además, a los bomberos que la practican, la quema controlada les sirve también como un excelente entrenamiento en la lucha contra los incendios.

En Francia, la quema controlada atraviesa por una importante fase de expansión desde hace aproximadamente un decenio, y en la actualidad se tratan por este procedimiento de 6 000 a 10 000 ha, según las condiciones meteorológicas. Existen equipos especializados (integrados por forestales, pastoralistas y bomberos) establecidos por las autoridades locales, que trabajan en una zona geográfica determinada. El costo de las quemas controladas varía según las condiciones de aplicación, pero en todo caso es relativamente bajo: de 250 a 500 francos por ha en los terrenos sin árboles de las faldas de las montañas, y de 1000 a 5 000 francos por ha para desbrozar los terrenos con árboles de gran tamaño. Incluso en este caso, la quema controlada cuesta la mitad que la limpieza mecánica.

Quema controlada cerca de Aviñón, en el sur de Francia

En las demás zonas de la región, la quema controlada sólo se utiliza raramente (en Italia, Portugal y España) o no se utiliza en absoluto (en Grecia y en los países del norte de África y del Cercano Oriente). En los lugares en los que se aplica, las autoridades administrativas han constatado que es menos costosa que sofocar los incendios que ocasionan las poblaciones rurales cuando intentan quemar la vegetación.

Se están llevando a cabo programas nacionales e internacionales de investigación para estudiar los efectos de la quema controlada en los distintos componentes de los ecosistemas mediterráneos y de montaña (los diferentes estratos de las comunidades vegetales, las capas superficiales del suelo, la fauna y la biodiversidad). Recientemente, Fire-Torch ha preparado un estudio titulado Prescribed burning as a tool for the Mediterranean Region: a management approach (La quema controlada, instrumento de utilidad en la región mediterránea: un método de gestión) en el que participan equipos de investigación de procedencia portuguesa, española, francesa, italiana y griega.

Rehabilitación

No todos los árboles afectados por un incendio forestal quedan totalmente destruidos. Algunos son simplemente lamidos por las llamas. Las primeras medidas que hay que tomar consisten en una evaluación de las probabilidades de supervivencia de los árboles restantes. Muchos especialistas recomiendan que los árboles debilitados por las llamas sean rociados con agua abundante inmediatamente después del incendio.

La segunda prioridad es el control de la erosión. La región mediterránea se caracteriza por terrenos en fuerte pendiente y lluvias abundantes en otoño. Si la cubierta forestal ha sido dañada o eliminada por el fuego, habrá un riesgo elevado de erosión o avalanchas de barro. Cortando los troncos quemados y disponiéndolos a lo largo de las curvas de nivel se podrá retener la tierra y las piedras en las pendientes.

El aprovechamiento de árboles quemados se ha desarrollado en los últimos años, en particular en Europa meridional, por varias razones:

· aun cuando la madera pierda su valor para la construcción, siempre podrá venderse como leña (en Portugal, hay una economía basada en la corta y comercialización de madera quemada);

· es más fácil retirar árboles quemados; los cercanos amenazan gravemente la seguridad;

· la poda de la copa de los árboles quemados pero no muertos puede ayudar a su recuperación;

· cuando el incendio se ha producido cerca de zonas urbanas, el objetivo es eliminar los troncos negros visibles desde las zonas habitadas.

Una vez realizadas las tareas urgentes, queda la cuestión del futuro de las zonas damnificadas. Se recurre a la reforestación en ciertas condiciones:

· a veces es una actividad prevista por la ley (por ejemplo, la constitución turca dispone la reforestación de zonas quemadas); una legislación análoga existe en Portugal y en España;

· la reforestación es esencial a veces por razones de estabilidad del suelo o para impedir la desertificación (Badreddin Messaudi, 1986).

Conclusión

Con 50 000 incendios y 600 000 ha quemadas en cada uno como promedio, los incendios forestales de la cuenca del Mediterráneo son una parte importante de todos los incendios del mundo. Varias fuentes estiman que el costo total anual de los dispositivos de lucha contra incendios y seguridad en la región es superior a 1 000 millones de dólares de los EE.UU. (Le Houérou, 1987).

Pese a los esfuerzos realizados, en particular en los países de Europa meridional, el fenómeno está lejos de estabilizarse e incluso parece intensificarse considerablemente en la mayoría de los 23 países estudiados. Actualmente, las estadísticas forestales se llevan mejor que hace veinte años. Parte del incremento observado podría deberse en realidad tan sólo a que ha mejorado la calidad de los datos.

Cortafuegos en la región del Rif, en Marruecos

El aumento en la superficie cubierta por bosques, en particular bosques no explotados, en la mayoría de los países al norte del Mediterráneo, eleva las posibilidades de incendios y en particular de que éstos se extiendan más que en el pasado (como algunos incendios recientes en España).

Las políticas adoptadas hasta hace poco han dado prioridad a la lucha contra incendios (y a sus preparativos, es decirla preextinción) en detrimento de los esfuerzos de prevención o control. Paradójicamente, en algunas zonas, el éxito de las medidas de prevención ha hecho que aumente la cantidad de materia combustible, con la consiguiente elevación del riesgo, dificultando todavía más el control de incendios futuros.

Las políticas que afectan a los incendios forestales son numerosas y muchas de ellas escapan al control directo del sector forestal. Políticas en relación con la guerra, el cambio político, el derecho de uso, el derecho de propiedad, el empleo, la urbanización, las subvenciones a la agricultura, pueden repercutir sobre los incendios forestales. En esos sectores puede encontrarse la solución de los incendios forestales.

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