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Suelos, aguas y bosques

LA buena administración de suelos, aguas y bosques constituye una trinidad que por decir así podría llamarse "conservación de recursos renovables" Sobre esta trinidad descansa la esperanza del hambre de poder nutrirse, vestirse y alojarse, y de liberar al mundo de la preocupación perpetua de la escasez y la miseria.

Mas si se quiere lograr la abundancia permanente de tos productos agrícolas y forestales, y como consecuencia su distribución equitativa entre todo el mundo y a la vez la prosperidad económica nacional, así como la del comercio internacional, no hay que descuidar las leyes naturales que unen indisolublemente estos tres elementos. Si se obedecen estas leyes en grado desigual en cuanto a una u otra de ellas, ello conduciría infaliblemente, tal como la historia lo muestra, a la ruina de la estructura económica y social cuya base constituyen.

La unidad inviolable de los suelos, aguas y bosques dentro de un solo sistema se funda en una verdad irrefutable, y, ciertamente, ya comienza a propagarse una mejor comprensión del papel que debe desempeñar la conservación para el futuro del hombre y de su mundo. Pero, ¿acaso es evidente que los esfuerzas del hombre por vivir y mantener su ambiente indispensable son prueba del reconocimiento práctico, verdadero e insistente de esta función? En el gobierno y fuera de él, los científicos han formado grupos cada vez más especializados, cada uno de ellos muy digno de por sí, pero generalmente trabajan en un campo estrecho, dedicándose únicamente a una pequeña parte de la unidad del suelo, agua y bosque. Así, también, la organización gubernamental se ha dividido en varios ramos, cada uno de los cuales reclama exclusividad sobre una parte del todo.

Es innecesario decir que la función principal de cada elemento puede establecerse nítida y concluyentemente por quienes pasan la vida dedicados a tratar con suelo, o agua, o bosque.

Para el agricultor, la vida está fundamentada en las tierras de cultivo, y en su preocupación por aprovecharlas, puede ser que jamás levante los ojos hacia las serranías. Para el administrador del gran medio circulante, el agua, ni las tierras de cultivo, ni los bosques protectores tienen vida ni significado, excepto cuando cl agua es recogida, controlada y distribuida. Las macizas estructuras, ahora tecnológicamente entre sus puños, que le permiten alcanzar su meta, propenden a ser, en sí mismas, un fin fascinante. Para el silvicultor, es obvio que la salud de las tierras vírgenes que regulan la afluencia del agua mantiene la conservación como una sola entidad, y que la atención del bosque precede, más bien que sigue, al desarrollo de los recursos de agua y tierra.

Cada punto de vista es, desde luego, correcto; la conservación no puede conseguirse permanentemente sin la debida atención a cada recurso. Pero el corazón del problema no es el de apreciar el grado exacta de esenciabilidad de suelo, agua o bosque en situaciones generales o particulares. Es más bien el de establecer un hábito de estudios y consultas en común - reuniendo en un conjunto a cada miembro del grupo natural para que participe sin compulsión en sostener la preeminencia de su papel como custodio de uno de los elementos que forman la trinidad. Solamente así puede conseguirse retorcer los tres cabos de la cuerda, más fuertes en su trama que separados el uno del otro.

Cómo asegurar ese estudio y planeamiento imparciales por medios organizados, es un problema que no han resuelto todavía las naciones ni los profesionales, pero que ya varios experimentos van dirigidos hacia esta meta.

Los silvicultores, tanto como sus hermanos de profesión que tratan con suelo y agua, necesitarán ampliar sus conceptos de conservación a los cuales están vinculados inescapablemente. Los medios para conseguirlo están de manifiesto con la participación del Departamento de Silvicultura y Productos Forestales de la FAO en el Séptimo Congreso de Ciencias del Pacífico. Los resultados de este Congreso auguran una continuada e íntima coordinación entre los sistemas de cuantos representan variados intereses y actividades, engranados en la conservación de los recursos renovables. Esperamos que esta coordinación sea fortalecida más adelante con la Conferencia Científica de las Naciones Unidas para la Conservación y Utilización de Recursos, que se reunirá en Lake Sucess, Nueva York, del 17 de agosto al 6 de septiembre de este año.

Esparciendo la semilla. El avión voló a unas 80 millas por hora y a una albura de 50 a 75 pies por encima de las copas de los árboles.


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