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Experiencia del Japón en plantaciones protectoras

por MASATAKA OHMASA

Director del Centro Oficial de Investigaciones de Silvicultura, Meguro, Tokio

Lucha contra la erosión en las zonas montañosas

En el Japón se realiza una lucha constante contra la erosión y los corrimientos de tierras en las laderas de los cerros asolados por el hombre o devastados por las lluvias de violencia excepcional. No existe un método preciso de aplicación general para esta clase de operaciones, ya que la topografía, el suelo y las condiciones climatológicas que debe tener presente el silvicultor varían de un lugar a otro. No obstante, las siguientes son las prácticas más generalizadas en el Japón.1

1 Extracto de un trabajo para un próximo Cuaderno de fomento forestal de la FAO que trata de «Métodos de plantación en las zonas templadas de Asia».

Preparación del terreno

El terreno que ha de recubrirse de vegetación se prepara en dos etapas. Primero se nivela y luego se estabiliza la superficie del terreno erosionado, pero tratándose de laderas con 25 o menos grados de pendiente y superficie bastante regular, se considera innecesaria la preparación especial del terreno. No obstante, dondequiera que los despojos acumulados en las laderas inferiores del monte tiendan a pudrirse y amenacen un corrimiento, se toman medidas preventivas si la acumulación alcanza una profundidad de 3 metros o más, procediéndose a empotrar revestimientos de piedra o cestería, o también cilindros de alambre (de aquí que se denominen «trabajos de enterramiento»).

Restaurar la ladera de una colina es una condición necesaria para realizar las operaciones de construcción de terrazas y de formación de césped. El material procedente de la nivelación de la superficie se utiliza para rellenar las depresiones y grietas abiertas en las laderas. El trabajo comienza por la cima y prosigue hasta el pie de la colina. Se procura no perjudicar las partes que todavía contienen vegetación natural.

La preparación y nivelación del suelo se realizan manualmente, utilizando picos y palas. A veces se utilizan explosivos y se está estudiando la mecanización del trabajo mediante el empleo de perforadoras, etc.

Una vez que se ha conseguido nivelar la superficie de la ladera, se construyen terrazas siguiendo métodos similares a los utilizados en otros países. No obstante, debe tenerse en cuenta que en el Japón las laderas que requieren tratamiento suelen ser bastante pendientes, de suerte que las terrazas semejan una serie de escalones. Se estabilizan las terrazas mediante la formación de césped, o con obras sencillas, o bien mediante revestimientos de mampostería u obra de cestería (véase Fig. 1).

FIGURA 1. Varios sistemas de terrazas, con obras de mampostería, fajinas y obra de cestería

Formación de césped

Se utiliza habitualmente este método cuando la pendiente alcanza los 30°, o cuando el suelo es bastante duro. Los escalones horizontales varían de 1,5 a 3 metros de altura, y de 0,6 a 1 metro de anchura, según la pendiente del cerro.

El césped se sitúa en la base, en la cara y en la parte superior del borde externo del escalón, haciéndolo compacto con tierra extraída del borde interior, conforme aparece en la Figura 2. Para impedir que se deslicen los trozos de césped colocados en la cara del escalón se les sujeta generalmente con vástagos de Shinoarundinaria sp estacas de Salix spp., que se entierran unos 15 cm. o más para que sirvan de apoyo.

FIGURA 2. Encespedado de escalones con vástagos plantados en la terraza.

Generalmente, los trozos de césped, que proceden de la cubierta herbácea natural de una zona forestal, miden de 20 a 27 cm. de largo, de 30 a 40 de ancho y 10 de espesor. Prenden bien a condición de que el suelo al que son transplantados pesca un contenido aceptable de humedad. Los resultados son pobres donde la filtración es abundante o la humedad considerable.

Construcción de terrazas sencillas

Es eficaz únicamente donde el suelo tiene una profundidad razonable y la pendiente es bastante suave. Se construyen escalones en la ladera de unos 0,5 m. de ancho y con una separación de 1 m. aproximadamente. Se cava con la azada la parte superior de los escalones hasta una profundidad de unos 15 cm. para que el suelo adquiera la blandura conveniente. A lo largo del borde exterior del escalón se plantan fajas paralelas de Torreya nucifera o Lespedeza bicolor y detrás se siembran los vástagos (véase Figura 3).

FIGURA 3. Terrazas sencillas.

Son varios los materiales que se utilizan para proteger el frente de los escalones. Con frecuencia basta someter a labores sencillas de terraza ciertas partes de las laderas que normalmente requerirían césped.

Obras de mampostería y cestería

Se utilizan pendientes que son demasiado empinadas para poder asentar el césped. El material de cestería impide el deslizamiento de la tierra y mantiene firme el terreno inclinado. Suele tener unos 20 cm. de altura, aunque en casos raros puede alcanzar los 50 cm. Se afianza por medio de estacas clavadas en tierra en un ángulo apropiado.

La obra de mampostería consiste en construir en seco muros de piedra adosados a las laderas. Se emplea cuando el terreno es muy húmedo o donde la nivelación es difícil por tratarse de un suelo escabroso y duro, impropio para la construcción de terrazas. También se construyen revestimientos de mampostería con el fin de impedir que el relleno de tierra o de cascajo se deslice por la pendiente. Por otra parte, la obra de mampostería suele ser cara, a menos que haya abundancia de piedra en las inmediaciones. Los muros se escalonan en una pendiente de 3:10 y 6:10, y oscilan entre 0,7 y 2 m. de altura.

En los lugares en los que el terreno está excesivamente suelto por la meteorización o por efecto de las heladas, las terrazas no suelen tener éxito y es preciso recubrir la ladera entera. Se cubre la pendiente con fajinas, paja, Torreya nucifera, etc., o con una red de haces liados de dichos materiales que se sujetan por medio de estacas (véase Figura 4).

FIGURA 4. Cubierta de toda una ladera.

Es necesario proteger especialmente las depresiones y cárcavas de las laderas por las que corre el agua ya que están muy expuestas a la erosión. Se construyen canales que pueden tener una sección en forma de trapecio o de arco. El primer tipo, construido de piedra, se utiliza en los lugares donde abunda el agua, y se construye un arco de césped donde la afluencia es menor. Ambos tipos de canal llevan normalmente una cubierta de piedra o césped. El lecho de las partes bajas de los canales va revestido generalmente con una obra sólida de piedra, parecida a la empleada para la construcción de presas.

La mayoría de los canales principales están provistos de bancos de piedra, con una separación conveniente y con una altura adecuada para regular el paso del agua. Por regla general, una red de canales secundarios, dispuestos en forma de abanico, y enlazados por terrazas transversales, afluye al canal principal (véase Figura 5).

FIGURA 5. Canales de avenamiento en una ladera.

Estos canales sirven para recoger el agua de la superficie, pero a veces también es necesario drenar las aguas del subsuelo. En este caso suelen colocarse bajo tierra conductos cerrados, a una profundidad conveniente. Se abre una zanja en la que se depositan uno o dos cilindros de alambre, echando grava por encima hasta cubrir aquellas. Estos cilindros van sujetos por estacas clavadas a intervalos de unos 2 m. Cuando no resulte excesivamente costoso, se cava la zanja hasta tocar la roca. En caso contrario, bastan generalmente unos conductos que consisten sencillamente en zanjas rellenas de fajinas o de grava.

Plantación y siembra

Especies utilizadas

Los pinos P. densiflora, P. thunbergii y P. rígida figuran entre los árboles y especies gramíneas utilizados desde tiempos remotos en el Japón para combatir la erosión. No son especies aptas para los suelos poco profundos y secos de las partes altas de las laderas de los montes, pero son útiles en las partes bajas y en los valles. Los alisos (Alnus japonica, A. hirsuta, A. firma y A. multinervis) se utilizan mucho, particularmente en calidad de nodrizas de los pinos. También se planta profusamente Robinia pseudoacacia en la falda de las laderas, así como también en las márgenes de arroyos y ríos o en los terraplenes. Estos árboles crecen rápidamente y contrarrestan con mucha eficacia el deslizamiento de tierras, al mismo tiempo que proporcionan leña apreciable y carbón. Los robles, especialmente el Quercus dentaba, poseen raíces profundas y por tanto contienen la tierra eficazmente, pero son de crecimiento lento. Generalmente se sitúan bajo los pinos y alisos.

Las especies Populus spp. y Juniperus spp. crecen con rapidez y se emplean comúnmente para proteger las márgenes de los ríos y los lechos de los arroyos. El Prunus serrulata arraiga bien y crece incluso en pendientes abruptas y peladas. El Castanea crenata crece rápidamente y contiene la tierra con mucha eficacia. La Lespedeza bicolor es útil en terrenos en los que es difícil establecer la cubierta vegetal con plantaciones comunes. Otras especies útiles son también la Amorpha fruticosa y la Acacia spp.

Entre las especies gramíneas utilizadas figuran Miscanthus sinensis, Spodiopogon cotulifer, Artemisia vulgaris, Indigofera pseudotinctoria, Microles pedeza striata y, más recientemente, Festuca elatior var. arumdinacea y Eragrostis curvula.

Plantación

Esta se realiza poniendo plantones en las terrazas, efectuándose la siembra directa únicamente cuando la plantación no tenga probabilidad de éxito.

La época de la plantación varía de acuerdo con la localidad y con los progresos generales logrados en las preparación del terreno, aunque generalmente se lleva a cabo en la primavera, de febrero a mayo, y en las localidades donde se puede plantar en el otoño, después de la caída de la hoja.

El hoyo tiene de 25 a 30 cms. de anchura y espesor, colocándose el plantón a bastante profundidad. El número de plantones por hectárea es, por lo menos, de 5 a 6.000, aunque con más frecuencia se colocan de 10.000 a 12.000, con lo que resultan de 15 a 20 árboles por cada 10 metros de terraza, pero la separación varía de acuerdo con las especies y los lugares. Tratándose de pinos se utilizan plantones de 2 años, no trasplantados, por lo común mezclados con Alnus firma. Se utilizan plantones de un año en el caso de esta última especie y Robinia. Cuando es preciso restablecer la cubierta vegetal con la mayor rapidez posible en terreno desnudo, se plantan apretadamente arbustos leñosos entre los árboles, y algunas veces se siembran o plantan también especies gramíneas. Igualmente pueden efectuarse plantaciones en las pendientes situadas entre terrazas, y los bordes exteriores de éstas se suelen proteger plantando Torreya nucifera.

Se utilizan comúnmente como fertilizantes sulfato amónico, superfosfato cálcico, cenizas de paja y de madera, y recientemente se han empleado fertilizantes. químicos sólidos o en forma granulada. La dosis habitual es de 30 a 60 gramos por árbol. Se han obtenido excelentes resultados depositando capas de compostes y estiércol sólido, cuya eficacia es duradera, en zanjas de una anchura de 20 a 30 cm.

Siembra

Se practica la siembra directa en las terrazas con una mezcla de semillas, superfosfato cálcico, sulfato amónico y una capa protectora de paja, estiércol y hojas esparcida por igual, cubriéndolo todo después con tierra. A fin de impedir que el terreno se seque excesivamente, se extiende una capa delgada de paja por encima de la superficie sembrada.

Para sembrar una terraza con Lespedeza bicolor se esparce una mezcla de semillas (adecuadamente tratadas para acelerar la germinación) cenizas y superfosfato cálcico en la zona de la terraza situada detrás de la Torreya nucifera.1

1 Es suficiente una mezcla de 1,35 Kg. de semilla, 7,5 Kg. de cenizas y 7,5 Kg. de superfosfato cálcico por cada 180 m. de terraza.

También se siembran con frecuencia semillas de plantas perennes y arbustos en las pendientes situadas entre terrazas. En este caso también se esparce una mezcla similar en surcos o casillas, cubriéndose después con paja las partes sembradas. Cuando la pendiente es suave, también puede depositarse la mezcla de semillas en agujeros de 20 cm. de diámetro y 5 de profundidad, situándose uno por metro cuadrado y cubriéndolos también con paja.

Cuando el terreno es muy pobre o ha sufrido intensa degradación, no se intenta la plantación directa por medio de plantones, sino que se trata de establecer una sucesión natural de vegetación con el fin de crear un ambiente favorable al posterior desarrollo de las especies forestales. El método es el siguiente:

Primeramente se separa la tierra desprendida o suelta de la pendiente colocándola en las depresiones de la ladera o abajo en el valle, dejando una superficie firme y lisa para la siembra. En puntos clave se construyen canales cubiertos de césped y revestimientos de piedra. Luego se establecen en la ladera escalones horizontales de 20 a 30 cm. de anchura, espaciándolos a una distancia algo inferior a la longitud de las gavillas de paja que han de utilizarse para cubrir la pendiente. Estos escalones proporcionan una base firme para los plantadores, sirven como punto de unión de los extremos de las cubiertas de paja y pueden ser firmemente apisonados con tierra para contener la superficie y regular el escurrimiento del agua de lluvia. En la superficie dispuesta de esta forma se practican muchos agujeros pequeños con una azada o, cuando la pendiente es muy aguda, se hacen líneas horizontales a flor de tierra para depositar la mezcla de simientes a emplear.

Dicha mezcla contiene semillas de plantas resistentes y menos tolerantes y de otras de crecimiento difuso y erecto, añadiéndose semillas de especies forestales. La siguiente es una mezcla comúnmente utilizada de estas últimas: Podocarpus nagi, Arundinella hirta, Cypbopogon goeringii, Lespedeza cuneata, Lespedeza bicolor, Alnus hirsuta, Pinus densiflora, Pinus thunbergii y Quercus variabilis. Estas semillas arbóreas se colocan primero en un saco de tela, empapándolas luego en agua para forzar la germinación.

La totalidad de la mezcla de semillas se junta con las cenizas de madera en cantidad igual o doble y se vuelve a mezclar con un fertilizante combinado (superfosfato cálcico, sulfato amónico y cenizas de madera) y con marga arenosa, habiéndose calculado las proporciones exactas de los diversos componentes y las cantidades necesarias para la superficie a sembrar.

La entera mezcla se esparce finalmente en la ladera, apisonándola con una aplanadora. Inmediatamente después de sembrar una zona, puede procederse a la siembra de semillas de especies forestales especialmente seleccionadas, tales como el Quercus variabilis y Q. acutissima, en agujeros de 2 centímetros y situando una semilla por cada metro cuadrado. Luego se colocan capas delgadas de paja en la superficie, hincando las extremidades firmemente con tierra.

Si no se siembra directamente una especie forestal con la primera mezcla de plantas, habrá que introducir especies arbóreas por plantación durante el año siguiente al establecimiento de la cubierta vegetal.

«Bloques de vegetación»

Un funcionario del Centro Forestal Regional de Maebashi ha ideado un método ingenioso que reúne las ventajas de la plantación y de la siembra. Se trata de los «Bloques vegetales» que pueden colocarse en una terraza o en una pendiente y que dan por resultado una rápida formación de la cubierta vegetal (véase Figura 6).

FIGURA 6. «Bloques de vegetación» dispuestos en una pendiente.

Para formar el «bloque» se amasa una mezcla compuesta que, comprimida en moldes, se convierte en un «ladrillo»de 33 cm. de largo, 20 cm. de ancho y 2 cm. de grueso. La mezcla está compuesta de tierra (arena seleccionada y tierra con una cantidad considerable de horizonte A), fertilizante (composte, sulfato amónico, superfosfato cálcico, fibra de paja y hierba seca), arcilla y agua.

Este ladrillo lleva cinco perforaciones (efectuadas durante el moldeado) de 2 centímetros de diámetro, por los que se pasan las estacas para afirmarlo en la tierra. Al mismo tiempo la superficie superior del bloque lleva 300 agujeritos (un diámetro superior de 6 mm., el inferior de 4 mm. y 5 mm. de profundidad).

Sobre la superficie superior del bloque se esparce una mezcla de semillas con cenizas de madera, preparada previamente en las proporciones determinadas que convienen a la localidad donde ha de utilizarse; de esta forma se cubren los agujeritos y luego se extiende por el bloque una ligera pasta de arcilla y agua.

Finalmente se colocan los bloques en la ladera de la colina, fijándolos con estacas de Dentzia crenata y de álamo, las cuales echan raíces a su vez y retoñan.

Traducción de un texto original en inglés.


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