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El comercio internacional de semillas forestales

N. P. TULSTRUP

Secretario de la Sociedad Forestal Danesa, Copenhague

COMPARADO con el de las semillas empleadas en agricultura, el comercio internacional de semillas forestales es reducido en volumen y valor, pero no obstante, tiene importancia. Su existencia y organización es esencial para los países donde la introducción de especies exóticas ha significado notables aumentos o mejoras en su producción maderera. Virtualmente, la expansión del comercio internacional de semillas forestales interesa en realidad a los países que hayan iniciado o ampliado programas de plantación de árboles.

Datos históricos

Ya a los comienzos del siglo XVII había en Europa un modesto tráfico internacional de esta clase de semillas. Este comercio se desarrolló durante el siguiente de un modo notable, y fueron distribuidas considerables cantidades de semillas, sobre todo de pino silvestre, abeto rojo y alerce de origen centroeuropeo. Darmstadt, en el sur de Alemania, se convierte en unos cuantos decenios, en el centro más famoso del comercio internacional de semillas forestales, conservando su puesto más de un siglo. En el XVIII se plantaron fuera de su habitat natural los primeros grandes bosques de coníferas. A finales del pasado siglo y en el curso de las primeras décadas del presente es cuando el comercio europeo de semillas alcanza su punto culminante, en lo que a la cantidad se refiere.

No se dispone de datos acerca del volumen anual de este comercio durante dicho período, pero unos cuantos ejemplos de fuentes particulares dan idea de sus dimensiones y su carácter. En el invierno de 1901/1902, una sola firma de Darmstadt recibió de Francia y Bélgica más de doscientos vagones de conos de pino silvestre, cuya semilla fue extensamente distribuida desde este secadero en Alemania y países vecinos, simplemente como «originaria de Darmstadt». En ese mismo período se envían casi todos los años varias toneladas de semillas de alerce de origen alpino a diversos países; en 1918-1920 Gran Bretaña recibe de Suiza más de cuatro mil kilogramos. A Suecia se exportan toneladas de semilla de abeto rojo, principalmente de la Selva Negra. En 1920-1922, por ejemplo, estas exportaciones se elevan a seis mil kilogramos. También se asegura que durante años se estuvo exportando mucha semilla de abeto rojo, de origen francés, a Austria y al sur de Alemania, donde era mezclada a veces con semillas locales para su reventa. Crecientes cantidades de bellotas de roble albar y roble rojo se exportaron desde los Países Bajos; durante el invierno de 1913/14 fueron remitidas a un solo comerciante de Copenhague nada menos que ciento veinte mil toneladas. Y varios centenares de kilogramos de semilla menuda de abedul y aliso negro, este último muy conocido hoy por sus definidas razas climáticas, fueron recogidos en Francia y Bélgica, y, por mediación de un traficante en semillas de la Alemania central, entre otros conductos, exportados a aquel mismo comerciante de Copenhague, quien los distribuyó a su vez entre una clientela muy dispersa.

El comercio intercontinental nace con el siglo XVIII, siendo entonces muy frecuente embarcar a Europa semilla de varias especies del este de América, principalmente para plantaciones ornamentales. Sin embargo, poco después se plantaban regularmente en Europa montes de Pitea glauca, Pinus strobus y otras especies americanas. Las primeras muestras de semillas de especies de la América noroccidental, como el abeto de Douglas y el de Menzies, fueron enviadas a Europa, como es sabido, alrededor del año 1825, por el famoso explorador botánico David Douglas. Ahora bien, el comercio en gran escala a base de estas especies no se inicia hasta el 1869, año en que se inauguró la línea férrea al Pacífico. El centro comercial de aquellos días está en San Francisco, cuando la semilla del noroeste, por barco primero y por tren después, se envía a los traficantes de la costa atlántica o bien directamente a Europa.

El Canadá occidental no hace su aparición como proveedor internacional de semillas forestales hasta después de la primera guerra mundial. Se recordará que, al terminar el conflicto, el Gobierno canadiense hizo un donativo de semillas de abeto de Menzies - originarias de las islas de la Reina Carlota, principalmente - a los países europeos devastados por la guerra. Todo el Canadá, y en especial la Columbia Británica, es hoy importante fuente de semillas de diversas coníferas.

Las primeras consignaciones de alerce japonés con destino a Europa llegaron en la segunda mitad del siglo pasado.

A principios del XIX se introducen los primeros eucaliptos de Australia, principalmente en las costas del Mediterráneo y en Franela. Pero hasta la segunda mitad del siglo no se hacen plantaciones comerciales, y en algunos de los principales países que se dedican a su plantación, como el Brasil, hasta el año 1910 e, incluso, más tarde. Actualmente hay plantadas en el Brasil unas seiscientas mil hectáreas de eucaliptos.

Teniendo presente que Pitea glauca fue introducida en Europa desde América hacia el año 1700, para utilizarla principalmente en cortinas protectoras, puede decirse, siquiera como curiosidad, que, durante los últimos decenios, semilla de esta especie ha sido exportada, en cantidades considerables, de Dinamarca al Canadá. Incluso semilla de especies americanas, tales como abeto de Menzies y Thuja plicata - ambas sin embargo, de orígenes seleccionados - han sido exportadas últimamente a América por Dinamarca. Es algo así, en efecto, como llevar hielo al Polo Norte.

Volumen del comercio

La mayoría de los países no llevan estadísticas oficiales del volumen de sus importaciones y exportaciones de semillas forestales. Por lo regular, las semillas forestales aparecen en las publicaciones estadísticas bajo el encabezamiento de «Otras semillas (principalmente, hortícolas)». Sin embargo, para ilustrar acerca de este comercio pueden citarse algunos ejemplos de fuentes oficiales y particulares. En el curso de los cinco últimos años, el promedio anual de las importaciones alemanas (República Federal) de semillas forestales - salvo las de haya y roble - ha sido de unas veintisiete toneladas. Y va en aumento. Su valor se calcula en 850.000 marcos. El valor de estas importaciones varía mucho, no obstante, de año en año, según sean las especies introducidas. Durante el mismo período, el promedio anual de las exportaciones alemanas se eleva a trece toneladas, por un valor de 160.000 marcos.

De la Gran Bretaña, uno de los principales países importadores de semillas forestales, se han obtenido datos más concretos. La Comisión Forestal Británica es importadora de semillas, con las que cubre sus propias necesidades y la mayor parte de las particulares. Las cosechas nacionales de semillas suelen bastar para cubrir casi todas las necesidades de frondosas tales como roble, fresno, sicómoro y haya; pero de vez en cuando es preciso proveerse de la Europa continental, especialmente en cuanto al haya y el roble. Desde 1950, las importaciones anuales de semillas de haya y roble, originarias del sur de Alemania y de Austria, principalmente, han variado desde cero toneladas hasta cerca de treinta. En el mismo período han sido importadas anualmente desde los Países Bajos de 10 a 20 toneladas de bellotas de roble. Para las necesidades de semillas de pino silvestre y otras coníferas menos difundidas, las cosechas nacionales suelen bastar. Pero las de abeto de Menzies, abeto rojo, abeto de Douglas, alerce japonés y otras coníferas importantes que se utilizan en los extensos programas británicos de plantación y repoblación hay que obtenerlas en el exterior. EL total anual de las importaciones británicas de semillas de coníferas ha variado de cinco a doce toneladas desde el año 1950, figurando entre las principales partidas el alerce japonés (1-2 toneladas, del Japón), el abeto de Douglas (1 tonelada, principalmente del estado de Wáshington), el abeto de Menzies (1 tonelada, mayormente de la Columbia Británica), el abeto de Vancouver (800 kilogramos, del estado de Wáshington y la Columbia Británica), el pino corso (500 kilogramos, de Córcega), el pino torcido y el abeto rojo (varios orígenes).

EL Departamento Forestal del Ministerio japonés de Agricultura y Montes ha indicado que el volumen anual de las exportaciones nacionales de semillas forestales ha alcanzado un promedio de casi ocho toneladas en los tres últimos años, figurando entre las principales especies el alerce japonés (alrededor de 6.400 kilogramos) y Cryptomeria japonica (unos 1.200 kilogramos).

Los Países Bajos son hoy los principales exportadores de bellotas de roble albar y roble rojo. Durante siglos, los holandeses han hecho extensas y bellísimas plantaciones lineares de carretera, especialmente con roble, seleccionando siempre en los viveros las plantas mejor conformadas y de fuste más derecho. Pese a la intensidad del tráfico, estas plantaciones, muy densas en su mayoría, están perfectamente cuidadas, y los árboles decrépitos son reemplazados. Los árboles fructifican bastante abundantemente, y las condiciones de la recolección de semilla suelen ser excelentes, como es fácil imaginar. En los buenos años de fructificación se exportan centenares de toneladas de bellotas y hayucos, principalmente a los países vecinos.

Ahora bien, sólo las exportaciones anuales de semillas agrícolas danesas pasan de las veinte mil toneladas, por un valor de doce millones de dólares, así que de estos cuantos ejemplos que algunos de los principales países importadores y exportadores de semillas forestales ofrecen, se deducirá que el volumen y el valor monetario del comercio internacional de esta clase de semillas es relativamente pequeño.

FIGURA 1. - Estas plantaciones lineares de robles en las carreteras de Arnhem, en Holanda, son una buena fuente de bellotas para la exportación.

Exitos conseguidos con las especies exóticas

No sólo por las estadísticas debe juzgarse la importancia del comercio internacional de semillas forestales, sin embargo. De hecho, este comercio ha sido, y es todavía, considerablemente más importante de lo que podría entreverse de unas escuetas cifras de importación y exportación. En Gran Bretaña, por ejemplo, el programa de plantaciones de la Comisión Forestal prevé que, antes de que el presente siglo expire, sus montes satisfarán más de la tercera parte de todas las necesidades madereras del país, que es, en Europa, el primero de los importadores de maderas, mientras que en 1938 no se pasaba del 4 por ciento. Tan enorme incremento de la producción nacional sería imposible, ciertamente, sin el éxito conseguido con coníferas exóticas procedentes de semilla importada.

Dinamarca es otro ejemplo europeo de la satisfactoria introducción de muchas especies exóticas. Allí, donde no existen coníferas indígenas comercialmente importantes, y donde los montes sólo cubren el 9 por ciento de todo el territorio nacional, las especies exóticas - principalmente, el abeto rojo - eran ya introducidas en gran escala en el siglo XVIII, y el 75 por ciento de la superficie forestal está hoy plantado de ellas. Estas plantaciones, en régimen intensivo de ordenación, y que cubren 211.000 hectáreas, permiten atender en la actualidad más del 50 por ciento de las necesidades danesas en maderas blandas, e incluso consienten exportar determinados productos de las mismas. Además, las maderas danesas de haya y roble han mejorado de calidad, hasta cierto punto, gracias a las frecuentes introducciones de semillas de razas mejores que las de los montes del país.

Sin embargo, el caso más extraordinario en orden al éxito obtenido con las especies exóticas es el de Pinus radiata en los países del hemisferio austral, donde fue introducido desde su limitada área de distribución natural, en Monterrey (Baja California). Fue llevado a Nueva Zelandia alrededor del 1860 por los colonizadores, y plantado principalmente en cortinas protectoras. Pero, visto que sus posibilidades de desarrollo eran obvias, se le utilizó muchísimo en plantaciones extensivas, dando por resultado unas 228.000 hectáreas de pinos, o sea, más del 60 por ciento de la superficie cubierta por todas las especies plantadas en Nueva Zelandia, con la probabilidad de que, en un futuro próximo, sea su madera la más importante del país. En la Unión Sudafricana, en Australia y en la región centro - meridional de Chile, esta especie ha sido también introducida con éxito. En Chile abarca bastante más de 200.000 hectáreas de extensión, con un incremento anual del orden de los 2,8 millones de metros cúbicos, constituyendo los árboles uno de los virtuales recursos de materia prima más importantes para la producción latinoamericana de pasta y papel. Asimismo, Pinus canariensis, que da una de las mejores maderas, tiene en las Islas Canarias un limitado habitat, a altitudes de 750 a 2.400 metros sobre el nivel del mar aunque también ha sido introducido dentro de una vasta gama de condiciones. A partir de 1898, ha sido plantado en gran escala en la Unión Sudafricana, al igual que Pinus patula y otras varias especies de origen mexicano.

El eucalipto constituye, sin duda, la especie exótica más conocida en muchos países. Todos los eucaliptos importantes desde el punto de vista forestal no existen naturalmente más que en Australia, pero en varios países comprendidos en las zonas climáticas de tipo subtropical o mediterráneo se han creado plantaciones en una extensión superior al millón de hectáreas. En turnos que a menudo no pasan de nueve o diez años, son la base de empresas industriales de mucha consideración. La mayoría de las especies fructifican pronto y con frecuencia, y su minúscula semilla se conserva bien durante mucho tiempo. El director general del Forestry and Timber Bureau de Camberra (Australia) ha tenido a bien informar al autor de este artículo que los organismos estatales han exportado en los seis últimos años unos 62 kilogramos de semillas de eucalipto como promedio anual, y unos 15 los proveedores particulares, pero se cree que esta última cifra está muy por debajo de la realidad. El Forestry and Timber Bureau de Camberra es actualmente la lonja para tramitar los pedidos de semillas forestales australianas.

Aunque en varios países se han conseguido resultados sensacionales con la introducción de eucaliptos y Pinus radiata, las diversas especies de la América noroccidental, Europa y el Japón siguen todavía siendo mucho más importantes en el comercio internacional de semillas forestales.

Importancia de los certificados de origen y de semillas

Los anteriores son unos cuantos ejemplos de la satisfactoria introducción de especies. Pero hay también casos de importaciones nada satisfactorias, que ponen de relieve la necesidad de que el comercio e intercambio de semillas forestales esté muy bien organizado.

FIGURA 2. - Bosque de abeto de Douglas en Dinamarca procedente de semillas de la región noroccidental de los Estado Unidos.

Ya a principios del siglo XIX se admitía que la madera de pino silvestre, que estaba a la cabeza de la que se conocía por aquel entonces en Europa, variaba considerablemente según fuera el origen de la semilla. Algunos árboles daban madera de buena calidad, y otros, de mala, para la construcción naval y similar. Unos crecían muy robustos, o relativamente bien, y otros se perdían pronto. En 1821 se hacen los primeros ensayos de origen con pino silvestre, comprobándose en seguida la existencia de importantes diferencias raciales. Pero hasta los primeros años del presente siglo, y, en algunos casos, hasta los últimos decenios, no se presta atención seriamente a tan importante cuestión como la del origen de las semillas. Se consideraba una locura no comprar la semilla donde ésta era más barata. Como consecuencia, y como se ha dicho antes, se distribuían profusamente considerables cantidades de semilla de pino silvestre de origen meridional sólo porque eran más económicas y, a menudo, de más poder germinativo que la de los propios países importadores. En muchos casos, los propietarios forestales sufrían graves pérdidas por utilizar semilla que no era del origen apropiado. Otros ejemplos de desafortunada elección de origen en las importaciones de semillas son el aliso negro, con sus definidas razas climáticas; el abeto rojo, exportado algunos años desde Finlandia y el norte de Escandinavia a países meridionales; el alerce europeo, de origen alpino; el abeto de Douglas, de estirpe Shuswap, exportado a Gran Bretaña, Dinamarca y otros países europeos de parecido clima, y los hayucos recogidos en Holanda y otros países bajo árboles de conformación defectuosa, pero abundante fructificación. Aun después de la segunda guerra mundial, el alerce europeo de origen alpino fue introducido comercialmente en países donde hacía ya tiempo que se había demostrado que el árbol joven del mismo origen era violentamente atacado por el chancro (Dasyscypha wilkommii).

FIGURA 3. - Bosque de alerce japonés plantado en Dinamarca hace 50 años y que procede de semillas oriundas del Japón.

Especialmente a partir de 1920 se han acumulado montones de pruebas demostrativas de la existencia de razas climáticas, morfológicas y quizá incluso edafológicas, dentro de muchas especies forestales, estando hoy generalmente admitido que el origen de la semilla ocupa el segundo lugar en importancia, precedido inmediatamente por la elección de especies para proyectos de plantación. En silvicultura, es todavía más importante que en agricultura emplear semilla del origen que más convenga, porque el turno entre la plantación y corta de árboles adultos es muy prolongado, y por necesitarse mucho tiempo para descubrir posibles fallas en la elección de la procedencia.

No obstante comprenderlo así, el comercio internacional de semillas forestales carece todavía de sólida base en cuanto a la seguridad del origen, si bien va mejorando a medida que el comprador aprende a discriminar. Países como el Reino Unido, Francia, Bélgica, Suiza y Alemania Occidental han promulgado leyes restrictivas para impedir la importación de semillas de dudoso origen. La eficacia de tales disposiciones no depende solamente de la cooperación entre proveedores y usuarios, sino también de la vigilancia e inspección de las importaciones. Esto último ofrece bastantes dificultades en muchos casos, ya que los detalles de las etiquetas son insuficientes porque el exportador o el proveedor no especifican su origen. Además, en buen número de especies comercialmente importantes, nuestros conocimientos acerca de las razas nuevas son todavía incompletos.

Sólo a título de curiosidad, digamos que en un país donde las semillas de abeto de Douglas no pueden entrar sin pasar la inspección fitosanitaria, fueron importadas libremente hace unos años varias partidas simplemente como «semilla de coníferas». El vista de aduanas no vio que bajo el apartado «c» de los reglamentos para la importación figurara ninguna especie en la «lista negra» (mientras que en el apartado «d» el abeto de Douglas aparecía, naturalmente, como «importación prohibida»). Por consiguiente, dejó que la semilla pasara sin inspección fitosanitaria.

De todo esto se desprende claramente que la generalización del empleo del certificado de calidad y origen que la Conferencia de la FAO aprobó en 1951 ofrece indiscutibles ventajas a los proveedores y compradores de semillas forestales. El formulario, reproducido aquí, fue estudiado por la Comisión Forestal Europea en su reunión de 1959, y se dijo que, ahora, a los ocho años de su empleo, era cosa de pensar en su revisión. Se invita a los lectores a proponer modificaciones.

Para dar facilidades a los usuarios de semillas y a los plantadores, la FAO ha intentado proporcionar información práctica acerca de los hábitos de crecimiento y fructificación de las principales especies útiles para los programas de plantación, valiéndose de una serie de Cuadernos de Fomento, publicados como partes del Manual Universal de Plantación de Bosques, y entre los que figuran los siguientes: Protección de las plantaciones forestales contra las enfermedades y plagas (N° 3); La manipulación de semillas forestales (N° 4); Notas sobre semillas forestales (N° 5); Métodos de plantación en zonas áridas (N° 6); Métodos de plantación de bosques en el Africa tropical (N° 8); Asia templada (N° 10 y 14); Asia tropical (N° 11); Elección de especies (N° 13), y, para publicar en breve, Métodos de plantación en la América Latina. Además, en los Estudios de silvicultura y productos forestales, N° 11, El eucalipto en la repoblación forestal, y N° 12, Los chopos en la producción de madera y la utilización de las tierras, se encontrarán datos muy útiles sobre estos dos importantes géneros, estando también en preparación una monografía sobre el Pinus radiata. Muchos países han preparado, por su cuenta, valiosas publicaciones de la misma naturaleza, propias para sus condiciones. Aún se necesitan más, y su publicación podría figurar como parte de las diversas campañas nacionales para el «Año mundial de la semilla».

La FAO publicó en 1956 un Catálogo de semillas forestales, con listas de proveedores de confianza para más de un millar de especies, y en el que se reproducen el certificado de calidad y origen y la hoja de envío. Para 1961 habrá salido también una edición especial de este catálogo, coincidiendo con el «Año mundial de la semilla». Entre los comerciantes incluidos en las listas de la edición de 1956 figuran los nombres facilitados por los Estados Miembros, por considerarlos lo suficientemente importantes para ello. Su número es relativamente reducido, y, en su mayor parte, se encuentran en los Estados Unidos y en la Europa central y del norte.

En la mayoría de los países, el comercio de semillas forestales está en manos del Estado. Sin embargo, en orden a un mayor desarrollo del comercio emprendido por la iniciativa privada, las ventajas son las mismas que en el caso del comercio particular de semillas agrícolas u otra empresa. Hay, en efecto, notables ejemplos, como los que ofrece la región noroccidental de los Estados Unidos, de comerciantes particulares dotados de iniciativa que han recorrido un largo camino hasta conseguir delimitar zonas geográficas concretas para la recolección y certificación de especies tan importantes como el abeto Douglas, logrando montar un próspero negocio a base de semillas de confianza, acreditadas y bien ensayadas. No cabría duda de que la noble y satisfactoria competencia entre la iniciativa privada y la empresa estatal, en los países donde esta última exista, tiene que depender de la adopción de un sistema de certificación universalmente aceptable, y de su estricto cumplimiento.

Futuras tendencias del comercio internacional

¿Cuáles son las perspectivas que el comercio internacional de semillas forestales ofrece para lo futuro? Por falta de datos estadísticos sobre el pasado, es difícil contestar concretamente a esta pregunta.?

El creciente empleo de la regeneración artificial de los montes, en contraposición a la regeneración natural, así como los planes de repoblación intensiva en proyecto o en vías de realización en varias partes del mundo, llevan consigo una demanda de semillas forestales cada vez mayor. En unos cuantos países, extensas masas de las especies exóticas más importantes han alcanzado ya la edad de fructificación, se están implantando mejores métodos de almacenamiento para semillas de muchas especies y creándose huertos de semillas con vistas a la obtención de árboles de calidad superior o selecta. Todo esto puede significar que las necesidades de esos países tendrán que ser cubiertas, parcial o totalmente, con las cosechas nacionales, incluso en los malos años de fructificación. A propósito, por lo regular se observa que la semilla de rodales locales de especies exóticas dan con frecuencia plantas más aptas para crecer en las condiciones del país, que cuando la semilla procede de fuera. Ello no obstante, la semilla de plantaciones exóticas, de huertos y rodales semilleros, podrá exportarse también a otros países a su debido tiempo. Como los resultados de antiguas introducciones de especies exóticas demuestran la conveniencia de una mejor elección de éstas, y, sobre todo, de razas geográficas o climáticas y estirpes genéticas también mejores, la demanda de semillas de calidad superior está llamada a aumentar.

Considerando todos estos factores, puede extraerse la conclusión de que la demanda de semillas acreditadas y procedentes de zonas perfectamente definidas, y de árboles genéticamente superiores y cuidadosamente seleccionados, respaldadas, además, por el debido certificado de origen, seguirá en aumento. Ello viene a conferir mayor importancia a un comercio internacional de semillas forestales muy bien organizado, y sustentado en una estrecha cooperación entre los proveedores y las autoridades oficiales.


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