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PARTE 4
Perspectivas

TENDENCIAS RECIENTES Y POSIBLES CONSECUENCIAS
PARA LA PESCA Y LA AGRICULTURA MUNDIALES

PANORAMA GENERAL

Al final del decenio de 1990, la necesidad de alimentos y de ingreso para la humanidad eran todavía los determinantes fundamentales de la naturaleza y magnitud del consumo y producción de pescado.
El deseo de reservar el acceso al pescado para actividades recreativas -incluido el uso no consuntivo- estaba en aumento, y en muchos casos se respetaba, aunque tales usos se limitaban todavía a un pequeño número de países y, desde una perspectiva mundial, tenían sólo repercusiones limitadas en quienes se dedicaban a la pesca o la acuicultura como forma de vida. En cambio, en los últimos decenios, las condiciones que determinan el uso tradicional del pescado han cambiado lentamente. El tamaño cada vez mayor del mercado tanto por lo que se refiere al número de personas como a su extensión geográfica, ha tenido algunas repercusiones. Por un lado, muchos los consumidores tuvieron acceso a una gran variedad alimentos y productos pesqueros y a un número cada vez mayor de vendedores. Por el otro, los productores primarios pudieron elegir entre un número creciente de compradores. La gama de posibilidades aumentó, tanto para satisfacer la necesidad de alimentos como para generar ingresos. El comercio ampliado seguirá teniendo consecuencias para el sector de la pesca y de la acuicultura.

La ordenación se ha visto afectada por las deliberaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), celebrada en 1992 en Río de Janeiro (Brasil). Desde entonces, las dimensiones de los ecosistemas han recibido creciente atención de los gobiernos, el sistema de las Naciones Unidas y el sector pesquero, y se reconoce que el pescado forma parte integrante de un ecosistema acuático, y que las modificaciones introducidas en una zona de este sistema pueden producir efectos en otras zonas. Resultó necesario supervisar, primero, la situación del ecosistema acuático y, luego, ordenar las intervenciones humanas dentro de él. Sólo en este marco sería posible que la pesca de captura continuara siendo fuente de alimentos y de ingresos para generaciones futuras. En los años próximos, es probable que se entienda más cabalmente la complejidad de los ecosistemas acuáticos, lo que dará lugar no sólo a un mayor conocimiento sino también, quizá paradójicamente, a mayores incertidumbres. En consecuencia, habrá mayor presión en favor de una aplicación estricta del planteamiento precautorio a todas las intervenciones, incluidas las de los pescadores, en los ecosistemas acuáticos. Tanto los operadores del sector de la acuicultura como los de la pesca de captura tendrán que demostrar que se atienen a este principio.

En muchos países en desarrollo, el pescado adquirió mayor importancia económica durante la segunda mitad del siglo XX hasta que, al final de los años noventa, el sector pesquero se había convertido en importante fuente de alimentos, empleo y divisas. Esta importancia continuará. Una fuente estable de divisas es fundamental ya que la creciente participación en el comercio internacional es condición del crecimiento económico, sobre todo para los países pequeños que tienen pocos recursos minerales o que carecen de ellos por completo.

Para muchos países en desarrollo, la pesca es también un importante vehículo para crear valor añadido y promover el crecimiento económico. En algunos de los más pobres de estos países, donde el pescado forma parte indispensable de la seguridad alimentaria para grandes sectores de la comunidad, incluidos los pescadores, las posibilidades siempre crecientes de los mercados de exportación han hecho que cada vez sea menos el pescado disponible en los mercados locales. Es probable que la decisión de vender pescado en el extranjero en vez de en el propio país, donde desempeña un papel importante en la seguridad alimentaria, plantee problemas en algunos países durante el próximo decenio. Parece también previsible que un número creciente de países en desarrollo elaborará estrategias nacionales de seguridad alimentaria y que el pescado ocupará un papel importante en ellas.

EL PESCADO COMO ALIMENTO

Durante los últimos decenios, el consumo de pescado per cápita ha aumentado en todo el mundo junto con el crecimiento económico y el bienestar. No obstante, esta expansión no va a durar para siempre. El consumo de alimentos -incluido el del pescado-tiene un límite, y se determinará cuál es el tope del consumo a largo plazo. Es claro que el límite se alcanzará primero y más rápidamente en las economías más prósperas donde, desde la antigüedad, el pescado ha formado parte habitual de la alimentación. Un ejemplo claro es el del Japón.

En las economías desarrolladas más prósperas -fundamentalmente los países de la OCDE- el pescado está dejando de ser el alimento básico tradicional para convertirse en una especialidad culinaria. La mayoría de la población de estos países tiene medios para adquirir alimentos suficientes, y los vendedores al por menor se están dando cuenta de que para atraer a los consumidores tienen que vender un producto que sea algo más que un alimento básico. Se han puesto en marcha campañas de comer-cialización de algunos productos pesqueros. Éstas tienden a afirmar que el consumo de pescado es un medio excelente para atender las necesidades de variedad y de alimentos nutritivos, sabrosos, sanos y de moda. La venta del pescado en estos países ya no se ordena a satisfacer a un consumidor hambriento a un precio competitivo.

En este contexto el término «pescado» comprende una amplia categoría de grupos de productos de consumo ofrecidos por los vendedores al por menor que varían de un país a otro. Sólo una pequeña proporción de estos productos forman parte del comercio internacional. El volumen del comercio pesquero está todavía dominado por productos intermedios, en su mayor parte en forma congelada, y algunas categorías estándar están abriéndose paso lentamente en el mercado internacional; en la actualidad hay un gran número de estos productos. El pescado tiene potencial para satisfacer la mayor parte de los deseos de productos variados, sabrosos, sanos y exóticos. Es probable que el comercio internacional continúe creciendo rápidamente y que su composición se modifique en favor de productos acabados de mayor valor y menos materias primas.

En los países desarrollados, el crecimiento económico ha dado lugar a que una parte cada vez mayor del pescado se consuma fuera de casa y en forma de productos ya preparados para comer. Un estudio reciente del consumo de pescado en el Japón1 revelaba que, durante el período 1965 a 1998, la elasticidad de la demanda de pescado fresco, en función del ingreso, en los hogares japoneses era de -0,26. Es decir, por cada un 1 por ciento de aumento del ingreso medio, los hogares japoneses solicitaban un 0,26 por ciento menos de volumen de pescado fresco. No obstante, el consumo se mantenía estable debido al aumento del volumen consumido en restaurantes o como productos ya preparados.

Los consumidores de algunos otros países quizá estén llegando a un límite voluntario de consumo de pescado fresco. Durante los años noventa, los cambios en el consumo per cápita -expresados en equivalente de peso en vivo- no parecían ser consecuencia del crecimiento económico (véase el Recuadro 17), al menos en algunos de los países más ricos, donde el consumo de pescado era ya superior a la media mundial en los últimos años ochenta. No se sabe en qué nivel se estabilizará el consumo de pescado en un país determinado, pero se supone que en la mayor parte de los países esta cifra se situaría entre los 20 y los 40 kg per cápita por año. Los países con un consumo extremadamente elevado registrarán un descenso del mismo, mientras que en los de consumo elevado se producirá un aumento. Argentina, donde el consumo de carne es tradicionalmente alto, es un buen ejemplo de este aumento. El consumo de pescado en este país se ha duplicado2 a lo largo de los años noventa, pasando de 4 a 9 kg per cápita por año.

En los países en desarrollo el pescado continúa siendo todavía un alimento de primera necesidad. Aporta una parte considerable de la ingesta de proteína animal en la alimentación de muchas personas. A mediados del decenio de 1990, esa proporción era más del 50 por ciento en 34 países. Se encontraban en esta categoría varios países asiáticos y africanos. No obstante, el pescado no es en general fuente importante de calorías.

En los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PIBDA), el consumo aparente de pescado ha aumentado también durante los últimos decenios (Figura 43). Este rápido aumento se debe en buena parte al gran crecimiento del consumo aparente de China.

En la Figura 44 se observa el consumo aparente de pescado en África. En el conjunto del continente, la disponibilidad de pescado ha disminuido, y en algunos países (por ejemplo, Ghana, Liberia y Malawi) la dieta media contenía menos proteína de pescado en el decenio de 1990 que en el de 1970.

En la mayor parte de los países en desarrollo el pescado continuará siendo una fuente importante de proteínas, pero las exportaciones no mermarán debido a factores macroeconómicas muy poderosos. Será necesario ofrecer en los mercados locales alimentos sustitutivos -otro tipo de pescado- que reemplacen al que se destina a la exportación.

En África, hay gran número de poblaciones de pequeñas especies pelágicas frente a las costas noroccidental y sudoccidental. Estas especies pueden capturarse a bajo costo y pueden representar en la alimentación africana local un sustituto adecuado de los productos exportados de alto valor. Es posible que los países del golfo de Guinea deseen establecer estrategias conjuntas con países del África noroccidental y sudoccidental para explotar estas poblaciones como fuente de pescado barato y nutritivo para los consumidores locales. Las actuales organizaciones regionales de ordenación de la pesca representarán un mecanismo institucional adecuado para coordinar las políticas nacionales en este sentido.

En algunas regiones de Asia, el pescado cultivado puede sustituir en los mercados locales a los otros productos exportados de alto valor. Ello se debe a que los piscicultores, a excepción de los que se dedican al cultivo del camarón y de los moluscos, venden ya sus productos en los mercados locales. Colectivamente, podrían responder al aumento de la demanda.

En América del Sur, si se exceptúan los países a las orillas del Caribe, el consumo de pescado es generalmente bajo. Las poblaciones de consumo elevado son comunidades costeras, que no tendrán graves problemas en encontrar suministros.

Como consecuencia de estas tendencias del consumo, el comercio internacional registrará un crecimiento quizá mayor en valor que en volumen.
El comercio aumentará de dos maneras. En primer lugar, en los países en desarrollo la elaboración de pescado para los mercados desarrollados se convertirá en una oportunidad muy atractiva de generación de empleo para los gobiernos que necesitan encontrar ocupaciones alternativas, en particular para los pescadores artesanales desplazados y sus familias. El sector de productos preparados, por ejemplo, requiere gran concentración de mano de obra. La mayor parte de los países que dependen de la importación de pescado para atender la demanda tienen también industrias de elaboración; éstas harán lo posible por sobrevivir y tratarán de oponerse a la abolición de los actuales obstáculos comerciales. La segunda causa de la expansión del comercio es que los países en desarrollo serán mercados cada vez más importantes para el pescado durante los próximos decenios, y exportarán más a los países en desarrollo vecinos y a otros mercados en desarrollo. Por ejemplo, el Brasil continuará siendo un gran importador de pescado y sus importaciones procederán mayoritariamente de otros productores de América del Sur.


RECUADRO 17
Relaciones entre consumo de pescado, riqueza y crecimiento económico

El consumo mundial de pescado per cápita ha crecido desde el decenio de 1960. Se han observado divergencias entre los continentes y entre los países de cada continente, pero el consumo medio ha sido siempre más elevado en los países ricos que en los pobres. Muchos estudios prevén que la ingestión de pescado per cápita continuará aumentando en todo el mundo durante los tres próximos decenios y que la mayor parte de este crecimiento será resultado de la prosperidad económica. La actual elasticidad positiva de la demanda en función del ingreso, que generalmente oscila entre uno y dos, corrobora esa conclusión, aunque parece que la forma en que el consumo responde al aumento de la riqueza depende no sólo de la cuantía de ésta sino también del volumen de pescado que come el consumidor medio.

Para investigar estas relaciones, se identificaron 15 países relativamente ricos que habían experimentado un crecimiento económico más o menos estable entre 1988 y 1997. Se dividieron en dos grupos arbitrarios: países de bajo consumo de pescado, donde el consumo anual per cápita era generalmente de 20 kg o menos en ese período; y países de consumo elevado de pescado, donde la cifra equivalente era de 20 kg. Se trazó una representación del consumo de pescado per cápita y del PIB real per cápita (utilizado como variable sustitutiva del ingreso) en función del tiempo. Se calcularon también los coeficientes de relación. Los coeficientes de correlación resultantes entre el consumo de pescado per cápita y el crecimiento económico son los que pueden verse en el cuadro. El volumen medio de consumo per cápita de 1988-1997 aparece entre paréntesis, después del nombre del país.

Los resultados no son definitivos. Por un lado, parece que en el caso de la mayor parte de los países de alto consumo no hay ninguna relación clara entre los cambios en el ingreso y el volumen de consumo, con la excepción de Noruega, donde el pescado parece ser todavía el alimento favorito. Por el contrario, Alemania parece haber llegado al estancamiento en un nivel muy bajo de consumo. En el Japón la situación es diferente. La débil correlación negativa entre crecimiento y volumen de consumo podría significar que el aumento de los ingresos ha ofrecido a los japoneses la posibilidad de sustituir su alimento básico por otros productos. La correlación entre crecimiento económico y consumo de pescado en China es muy elevada, debido a la capacidad de respuesta de la acuicultura de agua dulce al estímulo del mercado.

Fuente: N. Hishamunda, Departamento de Pesca de la FAO.

Consumo en 1988-1997 por debajo de 20 kg per cápita

País

Coeficiente de correlación

Australia (18,4)

0,284

Austria (8,0)

0,784

Bélgica (17,7)

0,789

China (9,7)

0,998

Alemania (11,2)

0,243

Irlanda (16,6)

-0,009

Reino Unido (18,2)

0,862

Consumo en 1988-1997 por encima de 20 kg per cápita

País

Coeficiente de correlación

Canadá (22,6)

-0,574

Chile (22,3)

-0,076

Francia (27,9)

-0,257

Italia (20,7)

+0,729

Japón (72,1)

-0,626

Noruega (43,9)

+0,982

Suecia (26,4)

-0,421

Estados Unidos (21,3)

+0,005

EL PESCADO COMO FUENTE DE INGRESO

Quienes se hacen pescadores o piscicultores esperan que esa actividad les permita conseguir medios de vida para ellos y para sus familias. Durante la primera parte del siglo XX, por norma general, nadie interfería con esta decisión y los que no se veían directamente afectados prestaban poca atención a las actividades piscícolas. A comienzos del decenio de 1990 la situación había cambiado y estas actividades atraían la atención de la sociedad civil, sobre todo en las economías desarrolladas. Las preocupaciones manifestadas por las ONG nacionales e internacionales se centraban en la incapacidad -según esas organizaciones- de los gobiernos y productores de evitar daños a los recursos acuáticos vivos que se estaban explotando y al ecosistema en general.

Como estas preocupaciones desbordan las fronteras nacionales, dieron impulso a que los representantes del gobierno y del sector examinaran estos problemas en los foros internacionales. El resultado fue la elaboración de varios acuerdos internacionales, planes de acción y directrices (la mayor parte de ellos de carácter voluntario) para restringir las prácticas nocivas en la pesca de captura y en la acuicultura.

Desde una perspectiva mundial, el impacto de estos acuerdos ha sido marginal en lo que se refiere al volumen de pescado producido y al empleo generado. Simultáneamente con estos esfuerzos, los progresos tecnológicos han aumentado la productividad de las pesquerías y han abierto el camino para otras nuevas. El consiguiente aumento de la producción ha compensado con creces las posibles reducciones conseguidas por los acuerdos internacionales que limitan o restrigen las prácticas pesqueras. En la pesca de captura, los principales obstáculos al aumento de la producción continúan siendo la productividad de los recursos acuáticos silvestres y la posibilidad económica y tecnológica de explotarlos de manera sostenible.

En los últimos decenios, los progresos tecnológicos de la pesca de captura han dado lugar a un rápido aumento del volumen de las capturas por pescador y año, sobre todo en las pesquerías industriales. Como los recursos pesqueros son finitos -y los precios se ven sometidos a presión, sobre todo en el segmento de productos de alto valor, debido a la constante expansión de la producción acuícola- las poblaciones ícticas no han sido lo suficientemente grandes ni productivas como para permitir que todos los pescadores continúen sus actividades. En consecuencia, en la mayor parte de los países de la OCDE el número de pescadores activos a lo largo de todo el año está disminuyendo. Estas tendencias se prolongarán. A medida que los pescadores se ven obstaculizados de acceder a las pesquerías (en el marco de una política eficaz de contener y reducir el esfuerzo de pesca), la tecnología mejora y la productividad (medida en función del volumen de pescado desembarcado por cada pescador) aumenta, algunos de los que trabajan en este sector tendrán que abandonarlo.

Los debates internacionales han alertado acerca del daño ambiental causado por las pesquerías -y, hasta cierto punto, por la acuicultura- que muchas sociedades podrían considerar un problema relativamente secundario: de hecho, el problema mayor es la continuada pérdida de renta económica en la pesca de captura (Recuadro 18). En la pesca mundial, son muy grandes las cantidades que se pierden cada año como consecuencia de una mala ordenación3. Esta cuestión será objeto de una atención cada vez mayor, y la sociedad civil exigirá que los gobiernos y el sector capten estas rentas en beneficio de toda la sociedad. Los gobiernos deberán de ocuparse de este tema en el próximo decenio. La utilización óptima de los recursos marinos será un objetivo mutuamente acordado y el acceso a la pesca como profesión se verá limitado y reducido, pero el progreso será lento. La necesaria retirada de los buques de pesca industrial implica considerables costos y, en la pesca en pequeña escala, se necesitará financiamiento a largo plazo para encontrar empleo alternativo para los pescadores.

La práctica de asignar cuotas negociables se generalizará probablemente, sobre todo en las pesquerías industriales de especies únicas. La mayor parte de los titulares de esas cuotas desearán que los valores sean elevados, y hay varias estrategias para conseguirlo. Una de ellas es garantizar que haya un número elevado de compradores. Por ello, en algunos países habrá quienes pidan permisos para negociar esas cuotas en el mercado internacional. Si este permiso se generaliza en las pesquerías de los países desarrollados, los empresarios de los países en desarrollo que tienen pesquerías avanzadas se convertirán en compradores. Estarían en condiciones de competir debido a los bajos costos de la mano de obra y a la disponibilidad de pescadores dispuestos a afrontar los riesgos vinculados a una de las profesiones más peligrosas del mundo (véase la sección Seguridad de los pescadores). Este podría ser el comienzo de una inversión de la situación iniciada al final del medio siglo pasado, cuando los países desarrollados adquirieron el derecho a comprar en las zonas económicas exclusivas de los países en desarrollo. Estos acontecimientos no impedirían que la ordenación de todas las pesquerías «nacionales» continuara siendo competencia de los Estados que tienen derechos exclusivos a las zonas económicas ampliadas, y los compradores de las cuotas tendrían que respetar la legislación nacional vigente en las aguas donde son válidas las cuotas. En las economías avanzadas, esta «internacionalización» de la pesca marina nacional se verá impulsada por la dificultad de reclutar personal dispuesto a navegar. La pirámide de edades de los pescadores de plena dedicación está cambiando. En el Japón, los pescadores de 60 o más años representaban el 35 por ciento de todos los pescadores de plena dedicación a mitad del decenio de 1990, mientras que en 1980 la proporción era del 14 por ciento4.

Durante la última parte del siglo XX, la presión pesquera sobre los recursos continentales de los países en desarrollo registró un aumento constante. Las causas inmediatas fueron el aumento de la población, la modernización de los métodos de pesca y el acceso a un número creciente de pescadores. La intensificación del esfuerzo de pesca provocó la sobreexplotación de un número creciente de poblaciones ícticas continentales, y la situación se agravó en muchas comunidades.

Algunos países otorgaron derechos de pesca exclusivos para algunas poblaciones ícticas a organizaciones de pescadores artesanales (véase la sección Derechos de propiedad y ordenación pesquera, Parte 2, pág. 52) reforzando la observancia de las zonas vedadas para los buques industriales en las aguas continentales. Resultó claro que, si no se concedía cierto poder a las organizaciones pesqueras locales, cada vez sería más difícil limitar la pesca tropical artesanal en pequeña escala. Cuando las economías entran en fase de recesión, los trabajadores sin tierra y los desempleados verán en la pesca una oportunidad de supervivencia.

La razón para promover una ordenación mejorada de la acuicultura y de las pesquerías en pequeña escala es que estos sectores ofrecen empleo en las zonas costeras (marinas y continentales) y rurales que se consideran con frecuencia como económica y socialmente marginales. Las actividades pesque-ras son con frecuencia una de las pocas alternativas de empleo, y en algunos casos, el único a disposición de las poblaciones locales. Las pesquerías y la acuicultura se consideran como medio para reforzar la seguridad alimentaria de las poblaciones locales; incrementar la integración geográfica y económica de los países afectados; mitigar la tendencia a la urbanización, y crear una mayor demanda de bienes y servicios que estimule la inversión, la descentralización de las actividades económicas, el crecimiento económico regional y el bienestar social.

En los últimos años, la contribución de la pesca de captura al suministro de pescado con destino a la alimentación humana ha disminuido, mientras que ha aumentado la aportación de la acuicultura. En el mundo en general, con exclusión de China continental, los suministros de la acuicultura pasaron de 1,6 kg per cápita por año en 1991 a 2,12 kg en 1998. La misma situación se produjo en China continental donde, durante ese mismo período, el suministro per cápita de productos acuícolas subió de 6 kg a 17 kg.

No hay obstáculos insuperables a que continúe el crecimiento de la acuicultura. Esta actividad está cada vez más reconocida en la legislación y, por lo tanto, puede competir en condiciones de igualdad por recursos como la tierra, el agua, los piensos, la mano de obra, etc. Se han identificado las externa-lidades vinculadas a la acuicultura, y se ha llegado al acuerdo de que la manera correcta de abordarlas es exigir a los productores que soporten la carga principal de los costos que de lo contrario recaerían sobre terceros.

Al final del decenio de 1990, la mayor parte de los países donde la acuicultura estaba poco desarrollada, preveían un rápido aumento de ésta. Si bien muchos intentos fracasarán, otros muchos prosperarán y es probable que un número creciente de países registre un vigoroso crecimiento del sector acuícola. Ello garantizará el crecimiento, pero en relación con la producción mundial, los aumentos parecerán pequeños y se prevé que la mayor parte de ellos serán conseguidos por empresarios locales. Es también probable que la acuicultura se generalice por la actuación de empresarios que podrán transmitir su experiencia -y, en algunas ocasiones, hacer llegar especies- de un país a otro, movidos por el interés de encontrar lugares con costos de producción más bajos para los productos destinados al comercio internacional. Ello garantizará la expansión de la producción en América Latina y, cada vez más, en África.

La producción de Asia continuará aumentando, pero es probable que el ritmo de crecimiento se desacelere en China cuando ésta pase a ser miembro de la OMC y, por lo tanto, esté más abierta a las importaciones de alimentos. China podría convertirse en un nuevo mercado para la producción piscícola de otros lugares de Asia.


RECUADRO 18
Renta y extracción de renta

En teoría económica, «renta» es el pago por la utilización de un recurso, independientemente de que sea la tierra, la mano de obra, el equipo, las ideas o el dinero. Utilizado inicialmente en relación con la tierra, donde la indestructibilidad del recurso constituía un elemento central, el término «renta económica» ha llegado a denotar el pago por la utilización de cualquier recurso cuyo suministro sea indestructible, no pueda aumentar y no varía en función del precio, al menos a corto plazo.

En el caso de los recursos a los que no se aplican los derechos de propiedad privada, se plantea la pregunta de si la comunidad en general debe cobrar a los usuarios una parte de la renta económica. Ello puede efectuarse mediante los impuestos, las regalías u otras formas de pago por las rentas que han obtenido quienes explotan el recurso en cuestión. La finalidad sería promover una distribución equitativa de un ingreso «excedente» que algunos consideran que, en principio, pertenece a todos los miembros de la comunidad.

En la pesca, se considera generalmente como renta la diferencia entre el total de los ingresos obtenidos y el costo total (estimado en función de los costos de oportunidad) de la utilización de los diversos factores de producción que integran las empresas que se dedican a la pesca. En el costo total se incluyen las cargas en concepto de sustitución de los activos. La renta se considera normalmente como un beneficio «excedente», por encima de lo que se considera normal.

El diseño de un sistema para la extracción de la renta económica de la pesca sería sumamente complejo, porque la mayor parte del esfuerzo de pesca debe reducirse significativamente antes de que se cree una renta. El problema de lo que puede considerarse como equitativo suele solucionarse mediante negociaciones entre las parte afectadas, algunas de las cuales argumentarán probablemente que, como el derecho a la pesca ha sido desde tiempo inmemorial gratuito -al menos para las comunidades costeras- debería seguir siéndolo en el futuro.

Fuente: A. Lem, Departamento de Pesca de la FAO.

PERSPECTIVAS A MEDIO PLAZO:
CONSUMO DE PESCADO EN 2010

En El estado mundial de la pesca y la acuicultura 1998, se estimaba que la demanda mundial de pescado con destino a la alimentación humana en 2010 se situaría entre 105 y 110 millones de toneladas, y los suministros disponibles en unos 105 millones de toneladas, y otros 30 millones de toneladas se convertirían en piensos. No se preveía una fuerte presión al alza sobre los precios medios del pescado. Según los pronósticos, el aumento de los suministros derivados de la pesca de captura sólo se haría realidad hacia final del primer decenio de este siglo, como consecuencia de mejoras en la ordenación. Estas estimaciones estaban basadas en los datos demográficos de las Naciones Unidas de 1996.

En 1998, las Naciones Unidas revisaron sus proyecciones de población a la baja5 y su proyección media cifra a la población mundial en 6 795 millones para el año 2010. Esta cifra es 96 millones inferior a la publicada por las Naciones Unidas en 1996.

En 1999, el Banco Mundial pronosticó que la economía mundial en conjunto crecería más rápidamente en el período 1999-2008 de lo que lo había hecho en los diez años precedentes. En consecuencia, el crecimiento mundial per cápita del PIB durante ese período sería, según las previsiones, del 1,9 por ciento, frente al 1,1 por ciento de las proyecciones anteriores del Banco Mundial6.

Según proyecciones recientes de la FAO sobre la carne7, el consumo mundial per cápita crecerá aproximadamente un 0,7 por ciento al año hasta el 2015. Se trata de una cifra inferior a la prevista para el crecimiento per cápita del PIB. El consumo en los países industrializados aumentará ligeramente, mientras que crecerá en todas las regiones en desarrollo, sobre todo en Asia oriental, y su nivel continuará siendo bajo en el África subsahariana y en Asia meridional.

¿Cuáles son las consecuencias de todo ello para las proyecciones realizadas en El estado mundial de la pesca y la acuicultura de 1998? En general, no son muy importantes: quizá una ligera revisión a la baja de las estimaciones generales sobre la demanda mundial. Por un lado, la reducción en la población estimada prevista para 2010 no es demasiado grande: aproximadamente el 1,4 por ciento. Por otro lado, se prevé que esta población menor de lo previsto anteriormente sea algo más rica de lo que indicaban las proyecciones de hace algunos años. En los países de la OCDE no se prevé que el aumento de la riqueza dé lugar a un crecimiento significativo del volumen de la producción, pero es probable que los gastos en pescado aumenten y que una parte cada vez mayor se destine a los productos acabados de importación.

En los países en desarrollo de Asia, en general, las dificultades de suministro experimentadas por la pesca de captura se verán compensadas probablemente por el aumento de la producción acuícola; incluso a finales de los años noventa, la gran mayoría de la producción acuícola (en volumen) abastecía a los consumidores locales, no a los mercados de la OCDE. Por ello, es probable que el consumo en estos países crezca de forma ininterrumpida durante el próximo decenio.

En el resto de los países en desarrollo, y sobre todo en África, los abastecedores locales de pescado quizá continúen registrando un descenso. Requerirá un cierto tiempo instituir controles eficaces del esfuerzo de pesca en las pesquerías de varias especies sobreexplotadas, en las que interviene un gran número de personas procedentes de centros de desembarque muy diversos. Además, la evolución de la acuicultura se centrará, probablemente, en los productos de valor elevado y, por consiguiente, en los mercados de exportación. No hay ninguna garantía de que un aumento general de la riqueza en los países de ingresos bajos y con déficit de alimentos de fuera de Asia dé lugar de hecho a un aumento de la producción y consumo de pescado en esos países. Es posible que la producción se estanque en muchas naciones y, como los elaboradores de pescado locales continuarán teniendo acceso a los mercados lucrativos de ultramar, los suministros locales podrían disminuir. El nivel de los precios reales del pescado puede aumentar en los países en desarrollo, lo que tenderá a contrarrestar el efecto que una mayor prosperidad podría tener en la demanda. No parece probable que se establezcan obstáculos a la exportación en nombre de la seguridad alimentaria.

No obstante, este escenario pesimista podría no cumplirse en los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos donde el sector pesquero representa una parte significativa de la economía nacional (por ejemplo, Namibia, Mauritania, Maldivas). La importancia del sector pesquero generará la necesidad, la voluntad y los medios para su ordenación.

Por ello, parece que no hay razones para modificar la predicción de consumo de 1998. Asia constituye el centro del consumo pesquero mundial (representaba aproximadamente dos tercios del total al final del decenio de 1990), y lo que ocurra allí determinará la evolución mundial. Como el crecimiento económico previsto en Asia estimulará tanto la demanda como la producción en esa parte del mundo, sería realista prever que en 2010 el consumo será de al menos 110 millones de toneladas. En el conjunto mundial, el consumo per cápita sería ligeramente superior (16,1 kg) que al final de los años noventa. Un avance notable de la acuicultura de bajo costo (por ejemplo, una difusión sumamente rápida del cultivo de tilapia en América Latina y África), o una expansión más rápida de la prevista de las prácticas de buen gobierno en las pesquerías artesanales, podrían ser motivo de modificar esa predicción, pero esta parece ser una remota posibilidad para el primer decenio del nuevo siglo.


RECUADRO 19
Consumo de pescado y elasticidades de los ingresos a largo plazo

Las elasticidades son cuantificadores que los economistas utilizan para analizar la sensibilidad de la oferta y la demanda en función de los precios. La demanda de un bien dado depende no sólo de los precios de ese bien y de sus sustitutos sino, por encima de todo, de los ingresos de los compradores. La elasticidad del ingreso mide la capacidad de respuesta del volumen de la demanda de mercancías ante los cambios en el ingreso del comprador. Las elasticidades de breve plazo del ingreso se calculan en relación con períodos de tiempo finito y los precios de los productos se mantienen constantes. Normalmente se relacionan con un producto determiando pero pueden calcularse también para un grupo de productos. Las elasticidades de breve plazo del ingreso pueden calcularse durante períodos de tiempo más largo, y para grupos de productos.

La mayor parte de los bienes son bienes normales con elasticidades positivas del ingreso, es decir, que la demanda aumenta conforme aumentan los ingresos; pueden encontrarse elasticidades negativas del ingreso cuando se trata de productos de calidad inferior. El pescado más barato (caballa, y jurel, por ejemplo) es considerado como un producto de calidad inferior.

Las elasticidades a largo plazo son menores en cifras absolutas que las relativas a períodos más breves, quizá porque con el tiempo pueden obtenerse sustitutos más baratos a medida que cambia la tecnología y evolucionan los gustos de los consumidores y sus preferencias por otros productos. Cuando se consideran los estudios internacionales, es claro que la mayor parte de las elasticidades históricas del ingreso en el caso de los productos pesqueros son más bien bajas, lo que indica una respuesta entre débil y moderada de la demanda a medida que suben los ingresos, aunque la relación es positiva. No obstante, hay grandes diferencias entre los países.

El cálculo de las elasticidades históricas del ingreso es relativamente sencillo; mucho más complicado es prever las elasticidades del ingreso, y la complejidad aumenta de acuerdo con la longitud del período estudiado. Para tratar de prever la elasticidad del ingreso en relación con el pescado durante un período de 30 años, sería necesario considerar los hábitos alimentarios del grupo de consumidores afectados; el hecho de que los precios cambiarán (en contra del supuesto habitual de las elasticidades); el hecho de que los productos se modifican (y algunas veces se convierten en productos diferentes); los cambios en las pautas de consumo y los aumentos del ingreso disponible durante todo el período examinado; el nivel de consumo de pescado ya alcanzado al comienzo del período, y el hecho de que los consumidores sustituirán los productos menos caros por otros de mayor precio.

Fuente: A. Lem, Departamento de Pesca de la FAO.

PERSPECTIVAS A LARGO PLAZO:
CAMBIOS ESTRUCTURALES EN LA PRODUCCIÓN Y LA DEMANDA

Para el año 2030, la acuicultura dominará los suministros de pescado, y es probable que menos de la mitad del pescado consumido proceda de las pesquerías de captura. La función de éstas en las economías de los actuales países de la OCDE deberá disminuir a medida que los países en desarrollo incrementen su parte tanto en las capturas como en la elaboración posterior. Los bajos costos de su mano de obra harán que estas economías sean competitivas en el sector de la elaboración con gran concentración de mano de obra y se conviertan en fuente importante de pescadores marinos. En los países ricos, una parte cada vez mayor del pescado consumido será de importación y, como estos países desearán obtener pescado lo más barato posible, es probable que la mayor parte de los obstáculos al comercio se eliminen en las economías avanzadas.

La acuicultura se expandirá geográficamente, en lo que respecta a las especies cultivadas y a las tecnologías utilizadas. Es muy poco probable que Asia continúe dominando la producción en la misma proporción que lo ha hecho en los años noventa. La maricultura representará una parte mayor de la producción total, sobre todo si resulta viable la tecnología de cultivo mar adentro.

El crecimiento económico en los próximos 30 años dará lugar a un aumento del número de personas con hábitos establecidos y constantes de consumo de pescado. Se consumirá una gran variedad de productos, pero el volumen total por persona y año no fluctuará demasiado. Al final de decenio de 1990 parecería que aproximadamente el 10 por ciento de la población mundial había alcanzado ya esa fase; es decir, su volumen de consumo de pescado se había estancado. Para el año 2030, el número de consumidores de esta categoría habrá aumentado algo, sobre todo en Europa pero también en las naciones de Asia oriental. No obstante, como el crecimiento de la población en las regiones ricas será más lento que en las regiones pobres, la proporción de la población mundial cuyo volumen de consumo se estancará no habrá aumentado de forma sustancial, y no es probable que represente más del 20 por ciento en 2030.

En los próximos decenios, en la mayor parte de los países de la OCDE el volumen total de pescado consumido no cambiará demasiado, y las modificaciones que se produzcan dependerán probablemente más de las fluctuaciones del tamaño de la población que del crecimiento de los ingresos reales disponibles. Ello no significa que el valor del consumo per cápita no vaya a aumentar; lo hará, muy probablemente, a medida que los consumidores incre-menten la parte de productos pesqueros de alto precio comprando artículos preparados y sustituyendo los productos baratos por otros de mayor costo.

Las previsiones sobre el consumo del 80 por ciento de la población mundial con mayor probabilidad de aumentar el consumo de pescado son complicadas. La extrapolación del efecto del crecimiento demográfico sobre la base de las proyecciones de las Naciones Unidas y el consumo per cápita aparente registrado es sencilla; más difícil es hacer una previsión razonable de la influencia que va a ejercer sobre la demanda el aumento de los ingresos y los cambios relativos de los precios reales de los productos sustitutivos. En cuanto a las previsiones a corto plazo -uno o dos años- normalmente lo que se hace es calcular las cifras de elasticidad de la demanda con relación al crecimiento de los precios y suponer que los precios van a ser estables. Cuando se trata de una categoría que incluye una gran variedad de productos diferentes y, por lo tanto, posibilidades de sustitución, como el pescado y de períodos de hasta 30 años, la determinación de la elasticidad adecuada que se debe utilizar (Recuadro 19) es un tema complicado. La FAO está estudiando la posibilidad de formular previsiones a largo plazo mediante un doble planteamiento. El primer elemento, en el que la FAO actuó en asociación con dos centros del GCIAI8, dio lugar a un planteamiento basado en modelos informáticos. El segundo consiste en investigaciones sobre el probable consumo del pescado en el futuro en los principales países consumidores. Los resultados de ambos se publicarán en 2001.

1 FAO. Prediction of demand for fish in Japan, por M. Tada. Roma (en preparación).
2 M.I. Bertolotti, E. Errazti, A. Pagani y J. Buono. Sector pesquero argentino. Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. 17 pp. (mimeografiado).
3 Son muchos los informes acerca de estas pérdidas. Un modelo bioeconómico de algunas pesquerías demersales del golfo de Tailandia realizado a mediados del año 2000 llegó a la conclusión de que las pérdidas en dos de las pesquerías afectadas podrían ser de aproximadamente 200 millones de dólares EE.UU. al año. No obstante, la reducción del esfuerzo necesaria para captar esta renta cesante tendría que ser enorme y muy costoso.
4 Gobierno del Japón. 1980 y 1997. Fishery statistics of Japan. Tokio, Departamento de Estadística e Información, Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca.
5 División de Población de las Naciones Unidas. 1998. World population prospects: the 1998 revision. Nueva York, Naciones Unidas.
6 FAO. 2000. Agriculture: towards 2015/30, p. 27. Informe Técnico Provisional. Roma.
7 Ibid., p. 75.
8 El Instituto Internacional de Investigaciones sobre Política Alimentaria (IIPA, Washington, D.C., Estados Unidos) y el Centro Internacional de Gestión de los Recursos Acuáticos, Penang, Malasia.

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