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El coste del hambre

INTRODUCCIÓN

La nutrición es parte integrante de las «necesidades básicas» de las personas y está considerada como un derecho humano. Cada vez más se la ve como una inversión en el capital humano que produce resultados tanto para el presente como para el futuro.

Una mejor nutrición podría tener un efecto substancial en el bienestar y el crecimiento económico. En 1990 las pérdidas mundiales de productividad social causadas por cuatro tipos de malnutrición que se superponen -retraso del crecimiento y desórdenes relacionados con la carencia de yodo, hierro y vitamina A- ascendieron a casi 46 millones de años de vida productiva sin discapacidad80. A una mejor nutrición de las familias campesinas corresponde un aumento de la producción. Más aún, la nutrición aumenta los rendimientos de las inversiones en educación y atención médica. Se ha comprobado que las intervenciones en materia de nutrición tienen un efecto positivo en el bienestar y el crecimiento económico. Estos resultados, considerados conjuntamente, constituyen una prueba de que las inversiones públicas en una mejor nutrición deberían constituir la primera prioridad para los países en desarrollo.

DESNUTRICIÓN81

En la actualidad cerca del 30 por ciento de la población mundial sufre de una o más formas de malnutrición, incluido el retraso del crecimiento intrauterino, la malnutrición proteinoenergética y la carencia de micronutrientes. En todo el mundo hay 826 millones de personas subnutridas o que sufren de inseguridad alimentaria crónica, con una deficiencia de entre 100 y 400 kilocalorías (kcal) en sus necesidades energéticas básicas diarias.

Las consecuencias de una dieta inadecuada no siempre son visibles, ya que la mayoría de las personas subnutridas son delgadas pero no están demacradas. Sin embargo, la subnutrición lleva a un estado nutricional inferior al normal o a la desnutrición, a la que el organismo se adapta reduciendo su actividad física y, en el caso de los niños, su crecimiento. La desnutrición aumenta también la vulnerabilidad a las enfermedades, causa apatía y limita la capacidad de concentración de los niños.

El alcance de las carencias de micronutrientes también va en aumento:



Cuadro 4

PREVALENCIA DE LA SUBNUTRICIÓN EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO

Región/subregión

Población subnutrida,
1996-1998

Tendencias en el porcentaje de personas
subnutridas en la población total

   

1978-81

1990-92

1996-98

 

(Millones)

 

(Porcentaje)

 

PAÍSES EN DESARROLLO

791,9

29

21

18

Asia y el Pacífico

515,2

32

21

17

Asia oriental

155,0

29

16

12

Oceanía

1,3

31

26

29

Asia sudoriental

64,7

26

18

13

Asia meridional

294,2

38

27

23

América Latina y el Caribe

54,9

13

13

11

Caribe

9,6

19

26

31

América Central

11,7

20

17

20

América del Sur

33,6

14

14

10

Cercano Oriente y África del Norte

35,9

9

8

10

Cercano Oriente

30,3

10

11

13

África del Norte

5,6

8

4

4

África subsahariana

185,9

38

35

34

África central

38,5

36

37

50

África oriental

79,9

35

44

42

África austral

34,5

33

45

42

África occidental

33,0

42

22

16

Fuente: FAO.

DESNUTRICIÓN INFANTIL82

El ritmo de crecimiento de los niños es una medida comúnmente utilizada para determinar el estado nutricional de toda una comunidad. Eso se debe a que, desde un punto de vista nutricional, los niños menores de cinco años representan el segmento más vulnerable de la población. Los índices antropométricos ampliamente utilizados son: talla para la edad, que mide fundamentalmente la perturbación del crecimiento a largo plazo; peso para la talla, que refleja la proporción del cuerpo y refleja disturbios agudos del crecimiento; y peso para la edad, que representa una síntesis conveniente tanto del crecimiento linear como de la proporción del cuerpo83.

Cuadro 5

PREVALENCIA ESTIMADA DE NIÑOS CON INSUFICIENCIA PONDERAL, CON RETRASOS EN EL CRECIMIENTO Y PESO BAJO CON RESPECTO A LA TALLA EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO, 1995-2000

Región/agrupación de países

Peso inferior al normal1
(peso por edad)

Emaciación1
(peso por altura)

Crecimiento retardado1
(altura por edad)

 

(Porcentaje)

África subsahariana

31

10

37

Cercano Oriente y África del Norte

17

8

24

Asia meridional

49

17

48

Asia oriental y el Pacífico

19

6

24

América Latina y el Caribe

9

2

17

Países en desarrollo

29

10

33

Países menos adelantados

40

12

45

1 Definido como <-2 desviación estándar (DS) de la mediana del valor de referencia.

Fuente: UNICEF.

La desnutrición es muy común entre los niños y, por ende, entre las comunidades en los países en desarrollo en general. Aproximadamente 156 millones de niños menores de cinco años en países en desarrollo sufren de malnutrición proteicoenergética (MPE) y cerca de 177 millones están malnutridos como lo demuestran los retrasos en el crecimiento84. La situación es particularmente grave en el África subsahariana y Asia meridional. Cerca del 17 por ciento de los niños de pecho85 sufre de retraso en el crecimiento intrauterino en los países en desarrollo, lo que es un indicio de lo muy frecuente que es la mala nutrición entre las mujeres embarazadas. Un peso bajo al nacer constituye un elevado riesgo de morbilidad grave y de mortalidad durante la infancia y la vida adulta así como de menor capacidad de trabajo y fuerza86.

La carencia de vitamina A es la principal causa de trastornos visuales graves y evitables así como de ceguera en los niños. Los más vulnerables son aquellos en edad preescolar y las mujeres embarazadas en los países en desarrollo. Más aún, cerca del 39 por ciento de todos los niños en edad preescolar y el 52 por ciento de las embarazadas están anémicos, de los cuales el 90 por ciento vive en países en desarrollo.

Las reducciones en la prevalencia de la MPE entre los niños de pecho y los niños pequeños han sido muy desiguales en los últimos 20 años. Entre 1980 y 2000, en África la prevalencia de la MPE entre los niños aumentó en el 2,3 por ciento. Asia logró la reducción más importante, el 14,9 por ciento menos, o sea 38 millones menos de niños que sufren de MPE en 2000 comparados con las cifras de 1980. En general el número de niños afectados por ella en los países en desarrollo se redujo sólo en 26,1 millones, o sea el 10,7 por ciento, entre 1980 y 2000, de modo que aún se necesitan mejoras sustanciales.

EL EFECTO DE LA NUTRICIÓN EN LA PRODUCTIVIDAD DE LA MANO DE OBRA87

Se ha determinado claramente el vínculo entre nutrición y actividad física. Al dividir la energía disponible para una persona por su tasa de metabolismo basal (TMB)88 se obtiene una medida del nivel de actividad física de esa persona. En la Sexta Encuesta Alimentaria Mundial,89 la FAO utilizó esta medida para calcular las necesidades energéticas «mínimas» y «medias». Mientras que este aspecto de la nutrición y la productividad de la mano de obra no plantea controversias, no puede decirse lo mismo de los vínculos que se establecen entre los resultados económicos y la nutrición. Mucho del trabajo empírico realizado hasta la fecha se concentra en la agricultura e intenta vincular la producción agrícola, los beneficios, los salarios y las elecciones de la asignación de la mano de obra con los indicadores de la ingestión de alimentos nutritivos, como las calorías o los resultados de la nutrición, como el peso para la talla, el índice de masa corporal (IMC) y la estatura, o ambos indicadores90.

El trabajo de Strauss91, ampliamente citado, vincula el aporte calórico promedio por adulto en una familia con la productividad del trabajo familiar en la explotación agrícola en Sierra Leona. Para este ejemplo calcula que, en promedio, un aumento del 50 por ciento en las calorías por equivalente de consumidor aumentaría la producción en un 16,5 por ciento, o sea 379 kilos. Para un aumento del 50 por ciento en las horas del trabajo familiar o en la superficie de tierra cultivada, esto se compara a una respuesta en la producción del 30 y del 13 por ciento, respectivamente. Es significativo que los resultados de Strauss muestren que cuanto menor es el aporte calórico, más importante es la reacción en la producción al aumento del mismo. Por ejemplo, basándose en la ingesta diaria de 1500 calorías por equivalente de consumidor, un aumento de apenas el 10 por ciento en el aporte calórico incrementaría la producción en casi el 5 por ciento.

Los resultados de Etiopía, presentados en Croppenstedt y Muller92, muestran que un aumento del 10 por ciento en el indicador de peso para la talla y en el IMB aumentarían la producción y los salarios en aproximadamente el 23 y el 27 por ciento, respectivamente. También demuestran que la estatura, un indicador de la nutrición de la persona en el pasado, es un factor determinante y significativo de los salarios, ya que una persona que mide 7,1 cm más que la estatura media gana un salario superior, aproximadamente el 15 por ciento más. Estos resultados deben compararse con el efecto de otras inversiones tendientes a aumentar la productividad, como la educación. La nutrición sale bien parada al compararla con el 4 por ciento de aumento en la producción cerealera atribuida a un año adicional de escolarización en una familia rural etíope93.

Un mal estado nutricional no sólo reduce la producción de una persona sino que también le impide llevar a cabo ciertas tareas. Un estudio realizado en Rwanda descubrió que quienes estaban mal alimentados debían elegir actividades que les exigiesen menos esfuerzos físicos y que estaban menos bien pagas94. Un IMB bajo y un mal estado nutricional pueden limitar también indirectamente la productividad debido al absentismo y a menores oportunidades de empleo. Más aún, para llevar a cabo ciertas actividades, las personas subnutridas quizá tengan que someter su masa muscular y su ritmo cardíaco a un esfuerzo mucho mayor que aquellas bien alimentadas. Esto implica que, aunque su producción sea la misma, la energía que gastan no es la misma, lo que puede ocasionar problemas de salud a largo plazo.

Asimismo hay una mayor conciencia de la función de los micronutrientes en el estado nutricional de las personas. Está bien determinado que los niños anémicos con carencia de hierro suelen tener niveles de desarrollo inferiores que los niños no anémicos. En los adultos la carencia de hierro afecta negativamente la capacidad de trabajo y la productividad así como contribuye al absentismo. Basta, Soekirman y Karyadi95 indican que, entre los trabajadores indonesios de las plantaciones de caucho, los anémicos producían el 80 por ciento de la cantidad correspondiente a los trabajadores que no estaban anémicos.

La carencia de yodo durante el embarazo afecta el crecimiento del niño y su desarrollo mental y, en casos extremos, causa cretinismo. Las consecuencias son la pérdida de cociente intelectual, el tiempo necesario para el tratamiento y un suministro de mano de obra inferior así como una menor capacidad de trabajo cuando son mayores. Se ha comprobado que la carencia de yodo durante la edad adulta reduce la productividad y la capacidad de trabajo96.

EL EFECTO DE LA NUTRICIÓN EN LA SALUD

El consumo inadecuado de proteínas y energía así como las carencias de micronutrientes clave como el yodo, la vitamina A y el hierro, también son factores fundamentales en la morbilidad y la mortalidad de niños y adultos. El 55 por ciento, un porcentaje muy elevado, de las casi 12 millones de muertes anuales entre los niños menores de cinco años en el mundo en desarrollo están asociados a la malnutrición97. Los niños malnutridos también tienen discapacidades para toda la vida y sistemas inmunitarios debilitados98. Más aún, la malnutrición está asociada con la enfermedad y la mala salud, lo que representa una carga adicional para las familias así como para los sistemas de sanidad.

La enfermedad afecta el desarrollo de una persona desde muy temprana edad. La gastroenteritis, las infecciones respiratorias y el paludismo son las enfermedades más frecuentes y graves que pueden perjudicar el desarrollo durante los tres primeros años de vida. Se estima que los niños menores de cinco años en los países en desarrollo padecen de 3,5 episodios de diarrea por año y entre 4 y 9 infecciones de las vías respiratorias en sus primeros dos años de vida99. Las infecciones afectan el desarrollo infantil al reducir su ingestión dietética, causar una pérdida de nutrientes o aumentar la demanda de nutrientes como resultado de la fiebre.

La malnutrición también desempeña un papel significativo en la morbilidad en los adultos. El vínculo entre la morbilidad resultante de enfermedades crónicas y la mortalidad, por un lado, y un IMB elevado, por otro, ha sido reconocido y analizado en los países desarrollados principalmente para determinar el riesgo en los seguros de vida. Un estudio sobre los hombres y mujeres de Nigeria puso de manifiesto que las tasas de mortalidad entre las personas con deficiencias energéticas crónicas, con una insuficiencia ponderal leve, moderada y grave, eran de 40, 140 y 150 por ciento superiores a las tasas registradas entre las personas sin deficiencias energéticas crónicas100.

La falta de micronutrientes contribuye también mucho al efecto de la enfermedad. La carencia de hierro está asociada con el paludismo, las parasitosis intestinales y las infecciones crónicas. Una carencia crónica de yodo causa bocio en los adultos y los niños, y afecta además la salud mental. Una carencia de vitamina A aumenta significativamente el riesgo de enfermedades graves y de muerte resultante de infecciones comunes en la infancia, en particular las enfermedades diarreicas y el sarampión. En las comunidades donde existe una carencia en vitamina A, los niños tienen, en promedio, un 50 por ciento más de posibilidades de sufrir de casos agudos de sarampión. Un informe de las Naciones Unidas declara que las mejoras en el nivel de vitamina A han demostrado lograr una reducción del 23 por ciento en la mortalidad de los niños entre 1 y 5 años de edad101.

Almuerzos escolares
Una buena nutrición y un nivel de instrucción superior son dos elementos que se refuerzan mutuamente.

- FAO/17011/G. BIZZARRI

EL EFECTO DE LA NUTRICIÓN EN EL DESEMPEÑO ESCOLAR

La nutrición tiene una relación dinámica y sinergética con el crecimiento económico por medio de la educación, y las pruebas muestran que la causalidad funciona en ambas direcciones:

Esta causalidad dual es compleja y varía a lo largo del ciclo de vida de una familia. La nutrición in utero así como durante la lactancia y la niñez afecta el desarrollo intelectual ulterior y la capacidad de aprendizaje durante los años de escolarización, lo que redunda al final en un aumento de la calidad de la educación obtenida en la infancia, la adolescencia y la vida adulta. La educación parental afecta directamente la nutrición in utero así como durante la lactancia y la niñez, a través de la calidad de los cuidados prodigados (principalmente maternos) e indirectamente a través de mayores ingresos familiares. El desarrollo del capital humano, sobre todo por medio de la educación, ha recibido una merecida atención como clave del desarrollo económico aunque aún no se ha hecho suficiente hincapié en la nutrición durante los primeros años de la infancia como un facilitador necesario del desarrollo del capital humano y la educación.

Hay una escasez relativa de estudios, que consideran la importancia de la nutrición en el desarrollo humano, y que se concentran en el papel de los diferentes aspectos de la malnutrición sobre el desarrollo intelectual entre los niños en los países en desarrollo. Sin embargo hay suficientes pruebas empíricas que indican que la nutrición en los primeros años de la infancia desempeña un papel clave en ello así como en la capacidad de aprendizaje y, por último, en el bienestar familiar. Los estudios102 han demostrado que:

Los niños son los más vulnerables a la malnutrición in utero y antes de cumplir los tres años de edad, cuando las tasas de crecimiento son más rápidas, y dependen más de los demás para recibir sus cuidados. Sin embargo, las intervenciones relacionadas con la nutrición, como los programas de alimentación escolar entre los niños que van a la escuela, también son importantes para reforzar la capacidad de aprendizaje.

Muchos de los estudios, por no decir todos, que muestran el efecto de la nutrición en la educación presentan problemas metodológicos, en particular los estudios socioeconómicos. Estos suelen tener un sesgo ascendente, atribuyendo un efecto excesivo a la nutrición y siempre deben matizarse esos resultados. Por ello resulta difícil estimar los costes monetarios asociados con el efecto del hambre y la malnutrición en el desempeño escolar.

Sin embargo, Behrman103 cita tres estudios que sugieren que, al facilitar el aprendizaje, la nutrición infantil y el trabajo escolar pueden determinar un considerable aumento de los salarios. Demostrar un vínculo causal directo entre la mala nutrición y el desarrollo intelectual exige ensayos de diseño experimental, de los cuales se han realizado muy pocos en los países desarrollados.

A pesar de estos efectos negativos, las pruebas sistemáticas apoyan la idea de que las intervenciones de políticas en la nutrición de la primera infancia son de crucial importancia para el desarrollo del capital humano. Behrman llega a la conclusión de que, aunque el vínculo entre salud y el éxito en los estudios no sea tan sólido como lo sugiere la mayor parte de los estudios, y que el análisis específico de coste/beneficio es difícil de realizar, las políticas que apoyan la nutrición son válidas y la base empírica para ello es tan sólida como la de muchos otros supuestos convencionales en economía104.

EL EFECTO DE LA NUTRICIÓN EN EL CRECIMIENTO ECONÓMICO

El efecto de la nutrición en la productividad de la mano de obra, la salud y la educación termina por producir niveles más elevados de crecimiento económico general. Como se muestra en la Figura 15, puede observarse una asociación clara entre el PIB per cápita y el suministro de energía alimentaria (SEA). Sin embargo, el carácter de esta relación, en la que la causa y el efecto maduran a lo largo de mucho tiempo, hace que sea difícil identificar el efecto preciso de una mejor nutrición en el crecimiento económico y viceversa:

Un estudio reciente, realizado para la FAO por Arcand105, indica que la nutrición tiene un efecto positivo en el crecimiento económico. Los resultados sugieren que un aumento del suministro de energía alimentaria (SEA) per cápita a 2 770 kilocalorías por día en países donde está por debajo de ese nivel, aumentaría su tasa de crecimiento del PIB per cápita entre 0,34 y 1,48 puntos de porcentaje anuales.

Una mejor nutrición incide directamente en el crecimiento económico a través de su efecto en la productividad de la mano de obra e indirectamente gracias a las mejoras en la esperanza de vida. Esta última está determinada como un fenómeno a largo plazo mientras que, a corto plazo, es el aporte energético el pertinente. Este resultado confirma los de Bloom y Sachs106, que consideraron el papel de la demografía y la geografía en el crecimiento económico, y descubrieron que la esperanza de vida al nacer estaba asociada con una mayor tasa de crecimiento.

No obstante, ni Arcand ni tampoco Bloom y Sachs se ocupan de controlar el problema que surge de la causalidad inversa cuando el crecimiento tiene un efecto en la nutrición. Sus estimaciones del efecto de la esperanza de vida y la malnutrición en el crecimiento pueden así tener un sesgo. Otros estudios han revertido esta causalidad y han efectuado controles para ver si había endogenidad. Pritchett y Summers107 muestran que las diferencias en las tasas de crecimiento explican el 40 por ciento de las diferencias entre países en las tasas mejoradas de mortalidad en los últimos tres decenios, mientras que Smith y Haddad108 indican que cerca de la mitad de la reducción en la malnutrición infantil entre 1970 y 1995 puede atribuirse al crecimiento de los ingresos.

El Premio Nobel Robert Fogel109, basándose en estudios longitudinales históricos para países considerados por separado, sostiene que las mejoras en la nutrición y la salud representan la mitad del crecimiento económico ocurrido en el Reino Unido y Francia en los siglos XVIII y XIX. Utilizando un enfoque contable con conceptos tomados de la demografía, la nutrición y las ciencias médicas, Fogel hace hincapié en la contribución fisiológica al crecimiento económico a largo plazo. Las reducciones en la incidencia de las enfermedades infecciosas, junto con los cambios en la composición de la dieta, la indumentaria y el alojamiento, aumentan la eficiencia con la que la energía alimentaria se convierte en resultado del trabajo.

Muchos de estos beneficios termodinámicos y fisiológicos se derivan de las inversiones del sector público efectuadas un siglo antes. En el caso del Reino Unido, Fogel muestra que una combinación de aumentos en la tasa de participación de la fuerza laboral, la disponibilidad de calorías para el consumo por parte de los trabajadores y la eficiencia termodinámica llevó a un incremento anual del 0,5 por ciento en los ingresos per cápita, o a la mitad de la tasa de crecimiento anual del Reino Unido entre 1790 y 1980. Arora110 obtuvo resultados similares para otros ocho países industrializados. Sin embargo, utilizar la altura de los adultos como medida puede generar problemas con la causalidad.

CONCLUSIONES

El capital humano es un factor determinante del bienestar familiar, comunitario y nacional. La nutrición in utero así como durante la lactancia y la niñez desempeña un papel clave para facilitar el desarrollo del capital humano a través de su efecto en la participación de la mano de obra adulta y la productividad, en una mejor salud y en el fomento del desarrollo intelectual y la capacidad de aprendizaje. La malnutrición desempeña un papel significativo en la morbilidad y la mortalidad entre lactantes, niños y adultos. Las actividades orientadas a combatir la malnutrición materna y de lactantes es fundamental, con las inversiones necesarias en la salud, la educación y el saneamiento. Un mejor aporte de proteínas y energía así como menores carencias de yodo, hierro y vitamina A generarán amplios beneficios para la salud tanto de las personas como de la sociedad. El efecto más importante se deriva de las mejoras en la salud de las mujeres, lo que no sólo beneficia a las familias y a las comunidades hoy sino que también tendrá un efecto muy importante sobre la salud y la productividad de la próxima generación.

Una mejor nutrición repercute en el crecimiento económico debido a las mejoras en la formación del capital humano y la productividad. Esto implica que, mientras que el crecimiento económico es necesario para lograr mejores resultados nutricionales, la inversión del sector público en la nutrición y en la educación, así como en la salud pública e individual, es crucial para el crecimiento económico a largo plazo.

NOTAS

1 Para un examen más detallado de la evolución de la producción dentro de las regiones, véase la Parte II, Análisis por regiones.

2 Este informe se basa en información disponible hasta febrero de 2001. La información actual sobre el mercado de cereales puede encontrarse en el informe de la FAO Perspectivas alimentarias, publicado cada dos meses.

3 Para mayor información relativa a esta revisión, véase FAO.2000. Perspectivas alimentarias, 1 (febrero).

4 La definición estrecha de agricultura incluye solamente la agricultura (cultivos y ganado), los servicios agrícolas y el suministro de insumos, la pesca, silvicultura y el desarrollo de las tierras y recursos hídricos. La definición amplia incluye también (en orden de importancia decreciente): el desarrollo rural y la infraestructura, la protección ambiental, investigación, capacitación y extensión, desarrollo regional y fluvial, fabricación de insumos y agroindustrias.

5 A menos que se indique otra cosa, las estimaciones y pronósticos económicos de esta sección están tomados de la publicación del FMI. 2000. Perspectivas de la economía mundial, octubre de 2000. Washington, D.C.

6 La categoría de «economías avanzadas» del FMI incluye economías de mercado desarrolladas y economías recientemente industrializadas de Asia.

7 La composición exacta del grupo de exportadores es la siguiente: África subsahariana: Benin, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Chad, Côte d'Ivoire, Djibouti, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea-Bissau, Kenya, Madagascar, Malawi, Malí, Mauricio, Mozambique, República Centroafricana, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzanía, Rwanda, Somalia, Sudán, Swazilandia, Togo, Uganda y Zimbabwe. Asia y el Pacífico: Mongolia, Myanmar, Papua Nueva Guinea, Sri Lanka y Viet Nam. América Latina y el Caribe: Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. Cercano Oriente y África del Norte: Afganistán.

8 La composición del grupo de importadores es la siguiente: África subsahariana: Burundi, Cabo Verde, Comoras, Djibouti, Eritrea, Etiopía, Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Lesotho, Mauritania, Mozambique, Níger, República Democrática del Congo, Rwanda, Senegal, Sierra Leona, Somalia y Sudán. América Latina y el Caribe: Cuba, Haití, Nicaragua, Panamá y la República Dominicana. Asia y el Pacífico: Bangladesh, Camboya, Maldivas, Nepal, República Democrática Popular de Corea y Samoa. Cercano Oriente y África del Norte: Afganistán, Egipto, Iraq, Jordania, Líbano, Marruecos y Yemen.

9 Los resultados de las negociaciones de la Ronda Uruguay sobre la agricultura se examinaron en El estado mundial de la agricultura y la alimentación 1994 y, en el de 1995, se presentó un examen más completo, incluyendo el análisis de los efectos de las negociaciones y del Acuerdo sobre la Agricultura de ellas derivado. Puede encontrarse también una documentación completa de las negociaciones de la Ronda Uruguay sobre la agricultura en T. Josling, S. Tangermann y T.K. Warley. 1996. Agriculture in the GATT, p. 113-174. Londres, Houndmills y Nueva York, Macmillan.

10 No se tratan aquí otros acuerdos de la OMC que son también pertinentes para el comercio agrícola, como el Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio.

11 Según se establece en el Acuerdo sobre subvenciones y medidas compensatorias, Artículo 8.2, en otros sectores no son recurribles sólo las subvenciones no específicas (a una empresa o industria) que cumplen también otros objetivos aceptables. Véase S. Tangermann. 2000. Agriculture on the way to firm international trading rules. Paper prepared for the University of Minnesota Law School Conference on The Political Economy of International Trade Law, honouring Professor Robert E. Hudec. 15-16 de septiembre de 2000. University of Minnesota, Minneapolis, Estados Unidos.

12 Acuerdo sobre la Agricultura, Artículo 20(c).

13 La mayoría de los documentos pertinentes (incluidos los citados en las notas 15-79) se publican en el sitio Web de la OMC en www.wto.org. Sin embargo, es limitado el acceso a las propuestas y recomendaciones de los países presentadas como parte del proceso de análisis e intercambio de información.

14 El Grupo Cairns está integrado por exportadores agrícolas de países desarrollados y en desarrollo: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Fiji, Filipinas, Indonesia, Malasia, Nueva Zelandia, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia y Uruguay.

15 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Communication from Australia. p. 1. WT/GC/W/156; Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture. Market access - tariffs. Communication from Australia. WT/GC/W/199; y OMC. 2000. OMC negotiations on agriculture. Cairns Group negotiation proposal - market access, p. 2. G/AG/NG/W/54.

16 OMC. 2000. Proposal for comprehensive long-term agricultural trade reform, submission from the United Sates, p. 3. Committee on Agriculture, Special Session, 23 de junio de 2000. G/AG/NG/W/15.

17 Ibid.

18 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. CE approach on agriculture. Communication from the European Communities, p. 2. WT/GC/W/273.

19 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Agriculture. Communication from Korea, p. 2. WT/GC/W/170.

20 OMC. 2000. Statement by Japan, p. 1. Committee on Agriculture, Special Session, 29-30 de junio de 2000. G/AG/NG/W/27.

21 OMC. 2000. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture. Communication from Japan, p. 7. WT/GC/W/220.

22 OMC. 2000. WTO negotiations on agriculture. Cairns Group negotiation proposal - market access, p.2. G/AG/NG/W/54; y op. cit., nota 16.

23 Se ofrece una visión completa de los aspectos económicos de la administración de contingentes y su trato dentro de la OMC en D.W. Skully. 1999. The economics of TRQ administration. International Agricultural Trade Research Consortium, Working Paper 99-6. Consúltese en: www.umn.edu/iatrc

24 Op. cit., nota 18.

25 Op. cit., nota 20. Véase también op. cit., nota 19.

26 Op. cit., nota 21.

27 Acuerdo sobre la Agricultura, Artículo 5.

28 OMC. 2000. Statement by the European Community, p. 2. Committee on Agriculture, Special Session, 29-30 de junio de 2000. WT/AG/NG/W/24.

29 OMC. 2000. Statement by India, p. 3. Committee on Agriculture, Special Session, 29-30 de junio de 2000. G/AG/NG/W/33.

30 Op. cit. (p. 4)., nota 16; op. cit., nota 29; y OMC. 2000. Statement by Argentina. Committee on Agriculture, Special Session, 28-29 de septiembre de 2000. G/AG/NG/W/39.

31 Op. cit., nota 10. Véase también OMC. 2000. European Communities proposal - export competition. G/AG/NG/W/34.

32 OMC. 2000. Statement by Mauritius, p. 3. Committee on Agriculture, Special Session, 28-29 de septiembre de 2000. G/AG/NG/W/52.

33 OMC, 2000, op. cit., nota 31.

34 Op. cit., nota 16.

35 Op. cit., nota 32.

36 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture, export restrictions and taxes. Communication from Australia. WT/GC/W/237. Véase también op. cit., (p. 4), nota 16.

37 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture. Communication from Japan, p. 4. WT/GC/W/220.

38 Op. cit., nota 21.

39 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on Agriculture. Domestic support. Communication from Australia. WT/GC/W/177.

40 Op. cit., nota 8.

41 OMC. 2000. Statement by the United States. Committee on Agriculture, Special Session, 28-29 de septiembre de 2000. G/AG/NG/W/49.

42 OMC 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture. Communication from Switzerland, p. 1. WT/GC/W/261.

43 Op. cit., nota 20.

44 OMC. 2000. Agreement on Agriculture: special and differential treatment and a development box. Proposal to the June 2000 Special Session of the Committee on Agriculture by Cuba, Dominican Republic, Honduras, Pakistan, Haiti, Nicaragua, Kenya, Uganda, Zimbabwe, Sri Lanka and
El Salvador. WT/AG/NG/W/13.

45 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture. Domestic support - concerns of transition and post-transition economies. Communication from Bulgaria, Czech Republic, Hungary, Latvia, the Slovak Republic and Slovenia. WT/GC/W/217.

46 Op. cit., nota 18.

47 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on agriculture. Communication from Norway, p. 2. WT/GC/W/238.

48 Op. cit., nota 42.

49 Op. cit., nota 18.

50 Op. cit., nota 37.

51 Se producen externalidades positivas o negativas cuando la producción de un bien produce beneficios o costos a otros productores o consumidores.

52 Bienes públicos son aquellos bienes que no se pueden negar a un individuo sin negárselos a todos (ejemplos principales son la defensa nacional, la protección de policía y la iluminación de las calles). Por esta razón, no cabe esperar que los proporcionen empresarios privados (que no podrían pedir a los beneficiarios el pago del bien público). Por ello, se requiere normalmente la intervención del sector público para el suministro de bienes públicos.

53 Op. cit., nota 37.

54 Op. cit., nota 18.

55 Op. cit., nota 42.

56 Op. cit., nota 47.

57 Op. cit., nota 37.

58 Op. cit., nota 16.

59 USDA. 1999. The use and abuse of multifunctionality, p. 2. Washington, D.C., Economic Research Service, USDA. (El subrayado aparece en el texto.)

60 Los pagos desconectados no están vinculados al nivel de producción actual.

61 La lista completa de medidas e instrumentos que se considera cumplen estas condiciones se presenta en USDA, op. cit., nota 59.

62 OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Communication from Australia. WT/GC/W/156.

63 El concepto de carácter multifuncional de la agricultura se trata aquí en el marco de cuestiones no comerciales que pueden afectar a la ronda actual de negociaciones comerciales multilaterales sobre la agricultura. En el contexto específico de la FAO, la Organización sigue las orientaciones del Marco estratégico para la FAO: 2000-2015, aprobado por la Conferencia de la FAO en su 30º período de sesiones de 1999. En el párrafo 76 del Marco se establece que «como los Miembros de la FAO han observado que actualmente no hay consenso sobre el significado del concepto de carácter multifuncional de la agricultura, ni sobre la función de la FAO en relación con la labor al respecto, acuerdan que la Organización debe proseguir e intensificar su labor en materia de desarrollo agrícola y rural sostenible».

64 Op. cit., nota 37.

65 Op. cit., nota 44. Véase también op. cit., nota 29.

66 Op. cit., nota 29.

67 Op. cit., nota 59.

68 Ibid.

69 Para un examen más completo de las exenciones para países en desarrollo en virtud del Acuerdo sobre la Agricultura, véase S. Tangermann y T.E. Josling. 1999. The interest of developing countries in the next round of OMC agricultural negotiations. Paper prepared for the UNCTAD Programme on Developing a Proactive and Coherent Trade Agenda for African Countries. Partes del documento se publicaron en UNCTAD. 2000. A positive agenda for developing countries: issues for future trade negotiations. Nueva York y Ginebra.

70 Op. cit., nota 44.

71 Op. cit., nota 29.

72 Ibid.

73 Op. cit., nota 44.

74 Op. cit., nota 29; y OMC. 2000. Special and differential treatment for developing countries in world agricultural trade. Submission by ASEAN. G/AG/NG/W/55.

75 Op. cit., nota 29, incluyendo las fuentes citadas en ella. Véase también OMC, 2000, op. cit., nota 74.

76 Op. cit., nota 16.

77 OMC. (2000b). Statement by Australia on behalf of the Cairns Group. Committee on Agriculture, Special Session, 29-30 de junio de 2000. G/AG/NG/W/21.

78 OMC. 2000. Statement by Canada. Committee on Agriculture, Special Session, 29-30 de junio de 2000. G/AG/NG/W/23. Véase también OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. Negotiations on Agriculture. Market access - general. Communication from Australia. WT/GC/W/184.

79 Véase OMC. 1999. Preparations for the 1999 Ministerial Conference. CE approach to duty-free market access for least-developed countries. Communication from the European Communities. WT/GC/W/195.

80 Banco Mundial. 1993. Informe sobre el desarrollo mundial. Washington, D.C., Oxford University Press.

81 A menos que se indique lo contrario, los datos en esta sección se tomaron del sitio Web de la OMS: www.who.int/nut/pem y FAO. 2000. El Estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2000, Roma. Consúltese en: www.fao.org/docrep/x8200e/x8200e00.htm

82 Para las encuestas sobre el papel de la nutrición en el desarrollo infantil, véase: UNICEF. 1998. Estado mundial de la infancia 1998, Tema: Nutrición. Oxford, Reino Unido, Oxford University Press (consúltese en: www.unicef.org/sowc98/sowc98.pdf); y Martorell, R. 1999. The nature of child malnutritiona and its long-term implications. Food and Nutrition Bulletin, 20(3):288-292.

83 Grupo de Trabajo de la OMS. 1986. Use and interpretation of anthropometric indicators of nutritional status. Bulletin of the World Health Organization, 64: 924-941.

84 Cálculos basados en los Cuadros 2 y 5 en UNICEF. 2001. Estado mundial de la infancia 2001. Consúltese en: www.unicef.org/sowc01/tables/

85 Ibid. Los datos se refieren a los niños nacidos a término que pesaban 2,5 kg o menos, a las 37 semanas de gestación o más.

86 Martorell, op. cit., nota 82.

87 Para las encuestas, véase J.R. Behrman. 1993 The economic rationale for investing in nutrition in developing countries. World Development, 21(11): 1749-1771; P. Dasgupta. 1993. An inquiry into well-being and destitution. Oxford, Reino Unido, Clarendon Press; y J. Strauss y D. Thomas. 1998. Health and nutrition, and economic development. Journal of Economic Literature, Vol. XXXVI(2): 766-817.

88 La TMB, calculada para un peso particular del cuerpo, desglosada por edad y sexo, corresponde a la «tasa mínima de gasto energético compatible con la vida» durante un período de 24 horas, a saber, en un estado de inmovilidad, descansando y ayunando, en un entorno confortable.

89 FAO, 1996. Sexta Encuesta Alimentaria Mundial. Roma.

90 Con respecto a los adultos el indicador antropométrico generalmente aceptado del estado nutricional es el índice de masa corporal (IMC), que indica la relación del peso de una persona con el cuadrado de su altura. El IMC es un indicador simple y relativamente barato para evaluar si una persona tiene deficiencias en el aporte calórico. Un IMC entre 18,5 y 25 es el que recomiendan la FAO y la OMS como umbral para determinar a los adultos sanos. Para un debate más amplio sobre el uso del IMC como medida de la malnutrición, véase FAO. 1994. Body mass index (BMI): a measure of chronic energy deficiency in adults, por P.S. Shetty y W.P.T. James. Estudio FAO: Alimentación y nutrición, Nº 56. Allí se observa que hay una controversia en los umbrales recomendados.

91 J. Strauss. 1986. Does better nutrition raise farm productivity? Journal of Political Economy. 94(2):297-320.

92 A. Croppenstedt y C. Muller. 2000. The impact of farmers' health and nutritional status on their productivity and efficiency: evidence from Ethiopia. Economic Development and Cultural Change, 48(3): 475-502.

93 S. Weir y J. Knight. 2000. Education externalities in rural Ethiopia: evidence from average and stochastic frontier production functions. Centre for the Study of African Economies Working Paper No. 2000.4. Reino Unido, Universidad de Oxford.

94 A. Bhargava. 1997. Nutritional status and the allocation of time in Rwandese households. Journal of Econometrics, 77:277-295.

95 S.S. Basta, M.S. Soekirman y D. Karyadi. 1979. Iron-deficiency anaemia and the productiviy of adult males in Indonesia. American Journal of Clinical Nutrition, 32:916-925.

96 Véase J.M. Hershman, G.A. Melnick y R. Kastner. 1986. Economic consequences of endemic goiter. En J.T. Dunn, E.A. Pretell, C.H. Daza y F.E. Viteri, eds. Towards the eradication of endemic goiter, cretinism and iodine deficiency. Washington, D.C., Organización Panamericana de la Salud, Scientific Publication No. 502. Véanse también los estudios citados en Behrman, op. cit., nota 87.

97 UNICEF, op. cit., nota 82.

98 Ibid.

99 S. Grantham-McGregor, L. Fernald y K. Sethuraman. 1999. Effects of health and nutrition on cognitive and behavioral development of children in the first three years of life. Part 2: Infections and micronutrient deficiencies: iodine, iron and zinc. Food and Nutrition Bulletin, 20(1): 76-99.

100 Subcomisión de Nutrición del CAC de las Naciones Unidas/IIPA. 2000. Fourth Report on the World Nutrition Situation: Nutrition Throughout the Life Cycle. Ginebra.

101 Ibid.

102 Para las encuestas, véanse Behrman, op. cit., nota 87; J. Behrman. 1996. The impact of health and nutrition on education. The World Bank Research Observer, 11(1): 23-37; S. Grantham-McGregor, L. Fernald y K. Sethuraman. 1999. Effects of health and nutrition on cognitive and behavioural development in children in the first three years of life. Part 1: Low birth weight, breastfeeding and protein-energy malnutrition. Food and Nutrition Bulletin, 20(1):53-75; Grantham-McGregor, Fernald y Sethuraman, op. cit., nota 99; y Martorell, op. cit., nota 82.

103 Behrman, op. cit., nota 87.

104 Ibid.

105 FAO. 2000. Undernourishment and economic growth: the efficiency cost of hunger. Por J. Arcand. FAO Economic and Social Development Paper No. 147. Roma.

106 D. Bloom y J. Sachs. 1998. Geography, demography and economic growth in Africa. Harvard Institute for International Development (mimeografiado).

107 L. Pritchett y L. Summers. 1996. Wealthier is healthier. Journal of Human Resources, 31(4): 841-868.

108 L. Smith y L. Haddad. 2000. Explaining child malnutrition in developing countries: a cross-country analysis. Research Report Nº 111. Washington, D.C., IIPA.

109 R. Fogel. 1994. Economic growth, population theory and physiology: the bearing of long-term processes on the making of economic policy. American Economic Review, 84(3): 369-95.

110 S. Arora. 1998. Health and long-term economic growth: a multi-country study dissertation. Ohio State University, Estados Unidos, citado en Organización Panamericana de Salud. 2000. Investment in health and economic growth: a perspective from Latin America and the Caribbean. Documento preparado para la XXXV reunión del Comité Consultivo de Investigaciones Sanitarias, La Habana, Cuba, 17-19 de julio de 2000.


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