FAO/SMIA - Cosechas y escaseces alimentarias 09/01 - ZIMBABWE* (10 septiembre)

ZIMBABWE* (10 septiembre)

El mes pasado se reanudaron las manifestaciones de violencia en las granjas comerciales al intensificarse las invasiones de tierras, lo que dio lugar a nuevos abandonos de las granjas y pérdidas de empleos por parte de los trabajadores agrícolas. Se estima que, a principios de septiembre alrededor de 70 000 trabajadores y propietarios se han visto obligados a abandonar las granjas ocupadas y el número sigue aumentando todavía. Sin embargo, crece la esperanza de que se normalice la situación tras una reciente reunión celebrada en Abuja, Nigeria, patrocinada por el Commonwealth, en la que el Reino Unido y Zimbabwe llegaron a un acuerdo sobre la reforma agraria. De conformidad con el tratado, el Reino Unido ha prometido financiar un programa de reasentamiento a cambio del cese de las ocupaciones ilegales y del restablecimiento de la legalidad.

La cosecha de maíz de 2001, que representa más del 90 por ciento de la producción total de cereales, fue muy reducida. Una misión de evaluación de cultivos y suministros alimentarios de la FAO y el PMA estimó en mayo la producción de maíz en 1,5 millones de toneladas, 28 por ciento menos que el nivel del año pasado y muy inferior a la media. Esta disminución se debe principalmente a la reducción del 54 por ciento de la superficie plantada en las grandes granjas comerciales, debido al trastorno provocado por las actividades de adquisición de tierras. En las granjas comunitarias, las plantaciones se vieron afectadas por los retrasos en los pagos de la Junta de Comercialización de Granos, mientras que los rendimientos se vieron reducidos por una grave racha seca de mediados de temporada seguida de lluvias excesivas, particularmente en las zonas meridionales.

Las perspectivas para la cosecha de trigo de 2001, que se recogerá a partir de octubre, son inciertas. La superficie plantada se estima en 52 000 hectáreas, 14 por ciento más que el año pasado, y la producción se pronostica en 275 000 toneladas, 8 por ciento más que la cosecha de 2000. Sin embargo, la reanudación de las hostilidades en las granjas comerciales, que absorben toda la producción de trigo, podría alterar las actividades agrícolas y perjudicar el resultado final.

Los precios de los productos alimenticios básicos, como el pan, el aceite de cocina, la leche, el azúcar, los cereales, las verduras y la carne de vacuno, han aumentado entre 20 y 70 por ciento el mes pasado y más del 300 por ciento desde junio. En agosto los precios de la harina de maíz aumentaron 10 por ciento en las zonas urbanas, pero en algunas zonas rurales se señala que el precio del maíz se ha duplicado con creces. Ello se debe a una disminución de la cosecha de cereales, al aumento del 70 por ciento del precio del combustible, a la escasez de divisas para importar y, en general, a la crisis económica que sufre el país.

El Gobierno ha prohibido las ventas privadas de cereales a partir de mediados de julio, y ha exigido que todas las existencias se vendieran a la Junta de Comercialización de Granos. Con objeto de acelerar las entregas, también ha aumentado últimamente el precio de compra del maíz en un 13 por ciento. Ha anunciado asimismo que el país importará 100 000 toneladas de maíz del vecino país de Sudáfrica, pero las limitaciones presupuestarias coartan todas las importaciones de alimentos. Aunque actualmente no hay una escasez de maíz a nivel nacional, podría haberla en un período posterior de la campaña comercial (abril/marzo) si no se efectúan importaciones. Ahora bien, en algunas zonas en las que los agricultores han obtenido malas cosechas ya se están experimentando dificultades alimentarias. Se señalan carestías alimentarias localizadas en algunas partes de las provincias Midlands y Matabelenland Sur, siendo el distrito de Bulilimamangwe cercano a la frontera con Botswana una de las partes más afectadas. La situación de los trabajadores agrícolas que perdieron sus empleos debido a las invasiones de las granjas o a las adquisiciones de tierras, y la del creciente número de personas vulnerables de las zonas urbanas constituyen un motivo de grave preocupación.